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La didáctica general se ocupa de dar respuestas a las cuestiones presentadas, sin diferenciar con carácter exclusivo
campos de conocimiento, niveles de la educación, edades o tipos de establecimientos, las didácticas específicas
desarrollan campos sistemáticos del conocimiento didáctico que se caracterizan por partir de una delimitación de
regiones particulares del mundo de la enseñanza.
1. Didácticas específicas según los distintos niveles del sistema educativo: didáctica de la educación inicial, primaria,
secundaria, superior y universitaria. A estas grandes divisiones re les agregan frecuentemente subdivisiones.
2. Didácticas específicas según las edades de los alumnos: didáctica de niños, de adolescentes, de jóvenes adultos, de
adultos y de adultos mayores.
3. Didácticas específicas de las disciplinas: Didáctica de la Matemática, de le Lengua, de las Ciencias Sociales, de las
Ciencias Naturales, de la Educación Física, del Arte, etcétera.
4. Didácticas específicas según el tipo de institución: didáctica específica de la Educación Formal o de la Educación
No Formal.
5. Didácticas específicas según las características de los sujetos: inmigrantes, personas que vivieron situaciones
traumáticas, minorías culturales o personas con necesidades especiales.
Como se ve, sería imposible detallar todas las didácticas específicas que se han ido configurando durante el
transcurso de los muchos siglos.
El mayor desarrollo de las didácticas específicas de las disciplines fue obre, particularmente, de los especialistas en
los diferentes campos del conocimiento, y no provino de la didáctica general.
Por esta razón, la didáctica general y las didácticas específicas, en especial tratándose de didácticas de las
disciplinas, no siempre están alineadas, aunque tampoco es muy frecuente que se contradigan abiertamente.
Como observamos, los vínculos entre la didáctico general y las didácticas específicas; de las disciplinas son muy
intrincados, con resistencias múltiples incomprensiones y debates.
Pero aunque, en particular, las didácticas de las disciplinas hayan seguido con frecuencia caminos propios, algo hay
de cierto en la afirmación de que la didáctica es una síntesis y que en las didácticas específicas hay adaptaciones de
los principios generales a contextos delimitados.
Debemos señalar que, debido a que las didácticas específicas se trabajan desde In situación especial de la enseñanza
de una clase de contenidos, o en un nivel educativo, o en una franja etaria de alumnos, esto es, en un tipo de
situación didáctica determinada, están más cerca de la práctica que la didáctica general. Pero esta última está más
próxima al estudio de las teorías del aprendizaje, de las teorías del pensamiento y los procesos de cognición, de las
teorías sobre los atributos personales y de las teorías filosóficas de la educación, esto es, las teorías de mayor nivel
de generalidad.
Los principios de la didáctica general son propuestos con un alcance muy amplio y con la intención manifiesta de
abarcar la más amplia gama de situaciones diversas de enseñanza.
Requiere la adquisición de destrezas ya no inscriptas en códigos genéticos, sino condensadas en códigos culturales.
En consecuencia, en el caso del hombre la adaptación a su medio y su supervivencia como especie exigen el manejo
de una serie de herramientas, materiales y simbólicos, que conforman aquello que llamamos «cultura».
El hombre ha domesticado su enlomo en un grado tal que las crías humanas al nacer están absolutamente
desprovistas, deben aprender todo lo que necesitan para sobrevivir. Incluso su desarrollo depende de un conjunto
de prescripciones acerca de “cómo ser hombre”
Los adultos son los responsables de incorporar a los niños en una cultura, de inscribirlos en una historia.
El niño no puede elegir ni la lengua, ni las costumbres, ni los conocimientos que va adquirir, justamente porque aún
no está educado.
La transmisión educativa debe avanzar entre dos callejones sin salida, la abstención pedagógica en nombre del
respeto al niño y la fabricación del niño en nombre de las exigencias sociales.
La enseñanza no es una actividad exclusivamente humana, pero el homo sapiens es la única especie que enseña
deliberadamente.
Entre los primeros hombres, la formación de los niños se daba mediante su participación en las actividades
cotidianas de los adultos orientadas a asegurar la supervivencia dela comunidad.
La formación de los jóvenes se convirtió en un factor clave en la evolución del hombre.
Gradualmente la educación se transformó ele una actividad humana en una institución humana. Dejó de ser un
proceso natural, espontáneo, desordenado, y se convirtió en un proceso sistemático, de responsabilidad colectiva.
La enseñanza fue quedando a cargo de personal especializado, se asoció actividades y materiales específicos, y se
localizó en lugares determinados.
Los siglos XVI y XVII, la educación de los jóvenes comenzó a desarrollarse mediante dispositivos cada vez más
formalizados y procedimientos estandarizados.
De un programa de estudios acordado con la familia, surgieron las primeras formas de escolarización.
Una red de escuelas patrocinadas primero por la Iglesia y luego por el Estado. La tarea de enseñar comenzó a
organizarse en clases mediante la distribución de los alumnos en grupos, de acuerdo con niveles, quedó asociado a
un sistema de evaluación y al otorgamiento de credenciales.
El Estado progresivamente se convirtió en el administrador de la maquinaria educativa. Los maestros dejaron de
controlar el proceso educativo y también los padres tuvieron que resignar el control total de la formación de sus
hijos.
La formación básica se volvió obligatoria, hubo una expansión matricular sin precedentes. La escuela se convirtió en
el dispositivo pedagógico hegemónico, símbolo de la modernidad, a la vez, su criatura y su guardián.
La enseñanza pasó a tener importantes consecuencias sociales y económicas sobre la vida de las personas. Los
grandes sistemas de enseñanza fueron la respuesta social a un problema doble: la preparación de la mano de obra
que las nuevas formas de organización del trabajo surgidas de la Revolución Industrial requerían y la formación del
ciudadano en sus deberes hacia los emergentes Estados nacionales. Mientras el acceso a la educación permitía el
ascenso a la categoría de ciudadanos y favorecía la igualdad política, el mercado distribuía papeles económicos
desiguales y promovía la diferenciación económica.
El problema surge a partir de la imposibilidad de transmitir «todo a todos» y la necesidad de definir, entonces, «qué
a quiénes».
La enseñanza, entonces, nunca es neutral, siempre es una actividad política.
La enseñanza no sólo tiene consecuencias sobre la vida de las personas, sino también sobre el devenir de las
sociedades y el destino de las naciones. La enseñanza contribuye a formar un tipo de hombre y un tipo de sociedad.
Tres grandes preocupaciones han marcado la orientación de los sistemas educativos: la formación del ciudadano y
del trabajador, el cultivo académico y el desarrollo personal del sujeto. La primera orientación, la formación del
ciudadano y del trabajador, centra su preocupación en la transmisión de los conocimientos, normas y valores que la
sociedad y el mercado de trabajo requieren para su auto perpetuación. Esta preocupación homogeneizadora -que
Durkheim describe claramente-
En el pensamiento de los teóricos de la «eficiencia social», la escuela debía pensarse como un sistema de producción
al servicio de los insumos que la sociedad y la naciente empresa moderna requerían.
La segunda orientación enfatiza el cultivo académico, esto es, intenta proporcionar al estudiante una visión racional
de la realidad a través de las estructuras conceptuales que ofrecen las disciplinas. No es educada la persona
consustanciada con los conocimientos, destrezas y valores de su tiempo, sino aquella capaz de trascender las
creencias, los prejuicios y los estereotipos de la época y establecer una base de certeza a través de formas de
conocimiento época y establecer una base de certeza a través de formas de conocimiento época y establecer una
base de certeza a través de formas de conocimiento ha inspirado los movimientos de reforma curricular.
La tercera orientación se centra en el desarrollo personal del alumno. Pueden identificarse sus raíces en la obra de
Rousseau y su continuidad en la obra de Dewey, Piaget y los teóricos de la Escuela Nueva.
La necesidad de adecuar la educación a la naturaleza del desarrollo infantil y la importancia de promover de manera
activa el despliegue de las potencialidades propias de cada ser humano.
En síntesis, la enseñanza dejó de ser una actividad humana desarrollada intuitivamente, orientada a asegurar la
supervivencia de las crías en un entorno cada vez menos hostil, pero más sofisticado, y se convirtió en una práctica
social institucionalizada, alineada con metas definidas socialmente.
En fin, la enseñanza define en la actualidad un campo de prácticas que articulan ámbitos de decisión política, niveles
de definición técnica y contextos de enseñanza.
LA ENSEÑANZA EN LA ESCUELA
Otro rasgo, relacionado con el anterior, es que la enseñanza en la escuela está vinculada a la evaluación y
acreditación de los aprendizajes. La escuela certifica la posesión de saberes ante diversas agencias sociales por
medio de diplomas. La evaluación, adquiere en el dispositivo escolar un papel central como regulador del avance en
el trayecto formativo.
Por último, la enseñanza en la escuela se encuadra dentro de prácticas pedagógicas bastante uniformes.
Ahora bien, cada establecimiento escolar, en tanta organización, crea un escenario en el que estos rasgos propios de
la escuela como institución social asumen formas singulares.
También, en cada escuela la organización, seguimiento y evaluación de la tarea pedagógica se realiza de distintos
modos y ello también incide sobre la enseñanza.
Pero sobre todo cada escuela, en el transcurso de la actividad institucional a través del tiempo, produce una cultura
institucional, es decir, un sistema de ideales y valores que otorga sentido a las formas de pensar y actuar, diluyendo
los modos personales de conducirse y homogeneizándolos de acuerdo con un patrón común.