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Hora Zero

El Movimiento Hora Zero fue un movimiento vanguardista de poesía surgido en la década del
setenta, en el siglo XX, en Perú. Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz fueron sus fundadores. Y el
documento, considerado como su partida de nacimiento, fue el Manifiesto Palabras Urgentes,
suscrito por ambos poetas.

Primera etapa

Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz En enero de 1970 ellos suscriben el manifiesto Palabras
Urgentes, texto fundacional que fue publicado en la revista Hora Zero, en la que también se dieron
a conocer poemas de ambos autores así como otros poetas integrantes del grupo, como Mario
Luna, Julio Polar, Jorge Nájar

Con este primer manifiesto, el Movimiento se opuso a los que dominaban la poesía peruana y
cuestionaron el canon poético nacional —con la excepción de César Vallejo— para propugnar una
nueva poesía, una más cercana a la vida diaria, a las clases marginadas, y a la realidad del Perú.

Con el liderazgo de Pimentel y Ramírez Ruiz, Hora Zero ganó muchos adeptos y fundó filiales en
provincias (Callao, Chiclayo, Chimbote, Huancayo, Pucallpa, Iquitos), alentando el surgimiento de
poetas en todo el país como parte de su proyecto democratizador -no solo de la poesía sino de las
artes en general- y de rompimiento con el elitismo del conservador círculo literario de Lima.

Segunda etapa

Juan Ramirez se retira del grupo. Jorge Pimentel vuelve de España en 1974 y Tulio Mora en 1976
después de un viaje por Europa y afianza su amistad con Pimentel. Al año siguiente, ambos deciden
relanzar Hora Zero, en lo que llamaron la "segunda etapa".

Como en toda vanguardia del siglo XX, el de Hora Zero fue un proyecto revolucionario que
pretendió transformar la vida con un nuevo arte, con una nueva poesía, y liberar al hombre de
su alienación espiritual provocada por una sociedad capitalista y burguesa que también consideraron
subdesarrollada y colonizada tanto cultural como económicamente. Pero Hora Zero, además,
pretendió democratizar la poesía, y se entendió como un movimiento popular y descentralizado, que
buscó recoger la cultura viva y múltiple del país (y de Latinoamérica), sacando la poesía a la calle o
a la inmediatez vital del hombre común.

Infrarrealismo

El infrarrealismo es un movimiento poético fundado en México, D. F. en 1975 por un grupo de


veinte poetas jóvenes, entre los que se encontraban Roberto Bolaño, Mario Santiago
Papasquiaro, José Vicente Anaya, Rubén Medina, Ramón Méndez Estrada y José Rosas Ribeyro
Los infrarrealistas, también conocidos simplemente como «infras», tomaron como consigna la frase
de Matta «volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial».1 Más que por un estilo definido, el
movimiento se caracterizó por la búsqueda de una poesía libre y personal, que representara la
postura de sus miembros ante la vida, al margen de las convenciones sociales, de manera parecida a
lo que hicieron los poetas de la Generación beat de los años 1950
El infrarrealismo está emparentado con el dadaísmo (característica fundamental del dadaísmo es la
oposición al concepto de razón instaurado por el positivismo. El dadaísmo se caracterizó por
rebelarse en contra de las convenciones literarias, y especialmente artísticas, por burlarse del
artista burgués y de su arte), y su etapa inicial, la más importante, duró hasta 1977, con la partida de
Papasquiaro y Bolaño a Europa

El grupo se comenzó a conformar principalmente por iniciativa del chileno Roberto Bolaño y del
mexicano Mario Santiago Papasquiaro. iniciaron una estrecha y prolongada amistad. Decididos a
crear un nuevo movimiento literario, fundamentado en la libertad expresiva, la viveza del lenguaje y
el quiebre de los convencionalismos, comenzaron a reunirse con otros amigos y a contactar con
poetas conocidos que consideraban aptos para el proyecto

Participantes

David Meza, Gerardo Grande, Yaxkin Melchy, Sara Uribe, Daniela Camacho, Jesús Carmona
Robles, Xel-Ha López, Ana Carrete, Aleida Belem Salazar, Martín Range

Considérese la Red de poetas salvajes como un muestrario de la nueva poesía mexicana escrita por
jóvenes nacidos entre 1984 y 1990. Su propósito está lejos del protagonismo personal. Su apuesta es
por difundir un gran movimiento generacional de renovación en México.
Ellos creen en la poesía como en la autenticidad de quien la vive.
Reprochan el egoísmo en la escritura, esto es la creación de obras para legitimar a alguien o para
ganar un premio.
No están en contra del reconocimiento ni de la vida digna de un poeta, sino en contra de las
armaduras mentales, la mediocridad y la ignorancia.
Dado el egoísmo de algunos poetas y de la orfandad a la que han sido relegados algunos otros, ellos
creen en el rumbo de un gran poema para el futuro y para la gente.
La poesía joven NO debe ser un caudal ni un calificativo. Entre nosotros existen propuestas de
verdaderas poéticas en formación, nos estamos preocupando por escribir/construir obras, algo que
no hicieron los de la generación que nos precede.
La mayoría de ellos se dedicaron a construir carrera y escribir poemas para llenar antologías y
revistas.
No queremos ser más poesía joven sino la nueva poesía mexicana.
Hay que arriesgarse a la equivocación. Y ese es nuestro camino: Autopublicación, revistas,
performance, lecturas, manifiestos, desmadre...
Los que estamos aquí compartimos estas creencias y vivencias en mayor y menor medida, pero eso
sí con la convicción de estar en el mismo rumbo y bajo el mismo arcoiris de fuego.
Creemos en la poesía, en la vida y en la fraternidad.

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