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La Ley No. 155-17 obliga, en su art. 55, a que el abogado (entre otros sujetos
obligados) envíe a la Unidad de Análisis Financiero (UAF) un reporte de las
operaciones (realizadas o no) que sean sospechosas de sus clientes. De igual
forma, el art. 69 penaliza, como una infracción “muy grave”, el incumplimiento
de este envío. Por su parte, el art. 57 de la Ley precisa que las disposiciones
legales relativas al secreto profesional “no serán impedimento” para el
cumplimiento de esta obligación.
Para los abogados, este tema es altamente preocupante, puesto que se crean
diversos escenarios en los cuales no existen respuestas claras sobre cuál es el
correcto proceder, en la relación abogado-cliente. Queda claro que el abogado,
cuando está representando a un cliente en un proceso judicial, está eximido de
reportar. Sin embargo, en las demás situaciones de representación de sus
clientes existen dudas importantes, por ejemplo:
¿Qué sucede luego de enviado un ROS? ¿Es ético que el abogado continúe
trabajando para el cliente? ¿Puede el abogado representar al cliente que ya
reportó en un futuro proceso judicial relacionado con dicho reporte?
¿Cómo puede el abogado determinar hasta qué nivel intercambiar con la UAF
o la DGII sobre documentos del cliente, sin infringir el secreto profesional?
Esta prohibición no es absoluta, toda vez que cuenta con ciertas limitaciones y
derogaciones que permiten al profesional del derecho, liberarse de su
obligación, en casos concretos. Estas excepciones encuentran su fundamento
en la protección del cliente con la finalidad de evitar que la información que
suministra a su representante, la cual en mayoría de ocasiones constituye
información delicada, quede protegida e impedir que pueda ser usada en su
contra.
Durante la realización de la presente tarea pudimos ver los aspectos que envuelve
el secreto profesional del abogado y algo que no imaginaba es la cantidad de
escritos que de una u otra forma hacen referencia al secreto profesional del
abogado. Yo entiendo que el abogado tiene el deber de cooperar con la
administración de justicia mediante la defensa jurídica de los intereses que le sean
confiados. La actuación del abogado debe ser siempre libre e independiente y,
como profesional, el letrado recibirá el amparo de los tribunales en su libertad de
expresión y defensa. La esencia del deber profesional del abogado es la de ser un
servidor de la justicia y un colaborador de su administración, según lo señala el
artículo 1º de nuestro Código de Ética Profesional. De aquí fluye su obligación de
tomar en consideración principal el interés general de la recta administración de
justicia de la cual es un activo auxiliar. Aquí surge un clarísimo conflicto de
intereses no siempre de fácil solución. Algunos de estos conflictos están
solucionados de manera expresa en la ley, como ocurre con la obligación de
atestiguar, la cual se puede excusar en el secreto profesional confiado.
Bibliografía
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