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Texto 4
– MIMP.
En la mayoría de ocasiones, las personas adultas tienen dificultad para encontrar la mejor
manera de acercarse, comunicarse y relacionarse con los y las adolescentes. Muchos de
ellos, consciente o inconscientemente, rechazan su propio lado adolescente, pues el ser
adulto a veces implica la negación de esta etapa, como algo superado. Por otro lado, el
cerebro de un adolescente es distinto al de un adulto. Vincularse con los adolescentes
durante el trabajo comunitario se ubica como un factor esencial para el éxito de una
intervención comunitaria. Iniciar cualquier acción, de forma cercana, pensando en sus
necesidades, dispuesto al dialogo sin juicios y con respeto son algunos de los puntos clave
para poder generar un buen vínculo. Definitivamente, hay que recordar que algunos
adolescentes se vinculan mejor con personas con las que se identifican que otros con los
que no.
Al adolescente se le
otorgan algunas
responsabilidades de
adulto, y en algunos
casos, la percepción es
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de un adulto en
“miniatura”. Sin embargo, por otro lado, la sociedad posterga su incorporación a la misma
sociedad, con todos sus derechos y ventajas, cuestión que los y las adolescentes perciben,
generándose un clima de desazón para con el mundo adulto.
Dificultades adicionales para relacionarse con los adolescentes son: el cansancio, la falta de
paciencia o comprensión sobre la edad evolutiva de la adolescencia. Algunos adultos se
relacionan con ellos expresando desconfianza, a nivel actitudinal o verbal, dominante o
agresiva, situación que empeora aún más las crisis de esta etapa evolutiva del adolescente
con el mundo de los adultos.
Es una función del mundo adulto, de la comunidad, de la sociedad, facilitar en los y las
adolescentes una asimilación productiva y responsable de los complejos y variados cambios
que atraviesa, pues necesita de un referente que le de soporte, que lo acompañe en su
desarrollo, en el camino del cambio y que sea orientador para evitar una desviación de la
formación de valores, de las conductas saludables.
Es posible intervenir con programas que desarrollen sus habilidades sociales, así mismo que
fortalezcan sus conductas de protección, que usen adecuadamente y productivamente su
tiempo de ocio como su tiempo libre. Estimular su capacidad de análisis, su posibilidad de
relacionar situaciones cognitivamente, su pensamiento crítico y su motivación hacia el
cambio son aspectos que permitirán desarrollar una conducta de evitación del riesgo social y
por tanto se estará efectuando una adecuada intervención preventiva comunitaria con
adolescentes.