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Sociales

Módulo 1 – Adolescencia, Juventud y Familia

Texto 4

Características de Desarrollo de la Adolescencia


y Juventud
El curso de formación en línea “Facilitadores
comunitarios para la prevención de
drogodependencias y otros riesgos sociales”
se realizó en el marco del Convenio AECID-
FAD 07-CO1-046, que plantea el desarrollo de
propuestas integrales de intervención en
materia de prevención de
drogodependencias y otros riesgos, con la
población de niños, niñas y adolescentes en
situación de vulnerabilidad” ejecutado en Perú
por las Organizaciones Locales CRESER y
CEPESJU en coordinación con la Dirección de
Sistemas Locales y Defensorías de la
Dirección General de Niños, Niñas y
Adolescentes del Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables

– MIMP.

En el 2013, los contenidos han sido mejorados


y actualizados por DEVIDA.

Los contenidos han sido revisados y


actualizados por la Dirección de Sistemas
Locales y Defensorías de la Dirección General
de Niñas, Niños y Adolescentes del Ministerio
de la Mujer y Poblaciones Vulnerables – MIMP

En el 2018, los contenidos han sido mejorados


y actualizados por DEVIDA.
Texto 4

Consideraciones para Trabajar con


Adolescentes
Cada persona, adulta, joven, adolescente y niño o niña tiene su propia individualidad, y cada
uno se encuentra en un contexto o medio ambiente, que influye en distinta medida en el
comportamiento de cada persona. Cada persona, en cierta medida, es producto de su
tiempo y su medio. La influencia de las características individuales, familiares y sociales de
las personas se relacionan en diversa magnitud con el curso que puede tomar la vida de un
individuo, esto aplica para los casos de consumo de drogas y/o violencia, pandillaje, conflicto
con la ley, embarazo adolescente. Unas personas se encuentran, debido a sus características
y medio, bajo mayor vulnerabilidad que otras. En el presente texto se revisan algunas
consideraciones para acercarse a los adolescentes y poder identificar las redes en las que se
apoyan o que los desestabilizan.

En la mayoría de ocasiones, las personas adultas tienen dificultad para encontrar la mejor
manera de acercarse, comunicarse y relacionarse con los y las adolescentes. Muchos de
ellos, consciente o inconscientemente, rechazan su propio lado adolescente, pues el ser
adulto a veces implica la negación de esta etapa, como algo superado. Por otro lado, el
cerebro de un adolescente es distinto al de un adulto. Vincularse con los adolescentes
durante el trabajo comunitario se ubica como un factor esencial para el éxito de una
intervención comunitaria. Iniciar cualquier acción, de forma cercana, pensando en sus
necesidades, dispuesto al dialogo sin juicios y con respeto son algunos de los puntos clave
para poder generar un buen vínculo. Definitivamente, hay que recordar que algunos
adolescentes se vinculan mejor con personas con las que se identifican que otros con los
que no.

Al adolescente se le
otorgan algunas
responsabilidades de
adulto, y en algunos
casos, la percepción es
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de un adulto en
“miniatura”. Sin embargo, por otro lado, la sociedad posterga su incorporación a la misma
sociedad, con todos sus derechos y ventajas, cuestión que los y las adolescentes perciben,
generándose un clima de desazón para con el mundo adulto.

Reflexionar sobre los aspectos de la etapa evolutiva, el desarrollo individual, la relación


familiar y el vínculo con la sociedad como factores moderadores de la adolescencia permiten
tener un cuadro de representaciones y un análisis de información que contribuye con el
enfoque que debe mantenerse en la intervención comunitaria.
Comprender vivencialmente
qué es la adolescencia
Establecer vínculos y desarrollar acciones directas con adolescentes y jóvenes se hace
realizable si se comprende vivencialmente el significado de estas etapas evolutivas.

La reflexión sobre la propia percepción y recuerdos que se tienen de la adolescencia son un


marco de referencia para comprender y relacionarse con los adolescentes y jóvenes de hoy.
La representación de cada persona sobre la adolescencia no solo estará teñida de vivencias
alegres y anécdotas, sino también de momentos negativos. Nuevamente, existe influencia
sobre las vivencias personales sobre la manera de relacionarse con los adolescentes.
Respetar los procesos individuales, mediante el reconocimiento, es un paso esencial para el
trabajo con adolescentes.

La necesidad de diferenciarse de los adultos puede hacer que algunos adolescentes y


jóvenes adopten comportamientos agresivos frente al “mundo de los adultos” y a la sociedad
en general. Este no es un fenómeno reciente, sino que se ha mantenido a lo largo de la
historia y del desarrollo social del cosmos del mundo occidental, pues en otras culturas
incluso nativas, el desarrollo de la adolescencia es visto y sentido con diferentes
apreciaciones.

Dificultades adicionales para relacionarse con los adolescentes son: el cansancio, la falta de
paciencia o comprensión sobre la edad evolutiva de la adolescencia. Algunos adultos se
relacionan con ellos expresando desconfianza, a nivel actitudinal o verbal, dominante o
agresiva, situación que empeora aún más las crisis de esta etapa evolutiva del adolescente
con el mundo de los adultos.

Todos estos comportamientos de búsqueda de identidad y de independencia tienen un


factor común: el cambio, la transformación de ser niño/a hacia el ser adolescente
preparándose para ingresar efectivamente en el mundo adulto y ocupar un rol, como
individuo.

Es una función del mundo adulto, de la comunidad, de la sociedad, facilitar en los y las
adolescentes una asimilación productiva y responsable de los complejos y variados cambios
que atraviesa, pues necesita de un referente que le de soporte, que lo acompañe en su
desarrollo, en el camino del cambio y que sea orientador para evitar una desviación de la
formación de valores, de las conductas saludables.

El ingreso a la etapa de la adolescencia es vivida como una opción de salida a un espacio


extra familiar; es un desafío para construirse un lugar propio, diferente, dentro del cual tendrá
que aprender a incorporar y armonizar nuevos valores e ideales, además de buscar el ser
aceptado por un nuevo grupo, con una diferente forma de socializar.

En el grupo adolescente se conforman nuevos códigos, nuevos estilos y conductas como


actitudes propias. Se manejan identidades nuevas y se lucha por el nuevo terreno, lo cual
fortalece habilidades, competencias y capacidades en desarrollo. Además, reconociendo a
sus pares como iguales y a la vez constatándose como diferente del niño/a que era y
sumando la adquisición de estilos y actitudes y potenciales que está procesando se
conformará la identidad del futuro adulto.

Conocer cuáles son los cambios


que se producen
Un reto para el trabajo del mediador comunitario es conocer cuáles son los cambios que se
producen en los adolescentes y jóvenes de la comunidad, además de cuáles son las
características culturales específicas asociadas y saber diferenciarlas de otras características,
de otras habituaciones culturales, respetar socioculturalmente a la adolescencia, entender
que hay respuestas que pueden ir más allá de la comprensión natural del mediador porque
tanto adolescentes como mediadores provienen de espacios culturales diferentes siendo
básico tener un espectro amplio de esas diferencias para la intervención comunitaria.

Es posible intervenir con programas que desarrollen sus habilidades sociales, así mismo que
fortalezcan sus conductas de protección, que usen adecuadamente y productivamente su
tiempo de ocio como su tiempo libre. Estimular su capacidad de análisis, su posibilidad de
relacionar situaciones cognitivamente, su pensamiento crítico y su motivación hacia el
cambio son aspectos que permitirán desarrollar una conducta de evitación del riesgo social y
por tanto se estará efectuando una adecuada intervención preventiva comunitaria con
adolescentes.

La actitud crítica del mundo, de ellos mismos, de su historia y su presente, es u orientador


hacia la ansiada autonomía, hacia la construcción de su identidad y su personalidad. Ello
apoya a la posibilidad de independencia emocional de sus padres, considerarse diferente,
reflexionar acercan de lo que le gustaría ser e intentar construir su identidad.
El proceso de construcción de
la identidad del adolescente
entonces está seriamente
influido, aunque no
determinado por los modelos
adultos que han pasado por su
infancia. No importa el tipo de
modelo que hayan sido, si
fueron negativos o positivos,
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igualmente habrán ejercido un nivel de influencia en su identidad y personalidad.

Durante la adolescencia, los modelos adultos mantienen vigencia e influencia, de ahí la


importancia de facilitador/a comunitario quien desarrollará igualmente influjo al interactuar
con los y las adolescentes, generando una opción de conductas saludables y acción
proactiva por la prevención del consumo de drogas.

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