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INTRODUCCION

En este trabajo vamos a tener el gusto de reflexionar sobre la expansión europea y la

revolución industrial los cuales son temas importantes y extensos a desarrollar pero

¿porque se dieron estos dos movimientos? Tenemos que tener en cuenta que Europa

vivía una situación económica difícil y uno de los principales problemas de los países

industrializados era la materia prima que empezaba a agotarse más la necesidad que

tenían de encontrar nuevos lugares donde vender los productos fabricados en las

industrias europeas. La conquista de nuevos territorios fue la solución para estos

problemas económicos y desde ese momento comenzaba la competencia entre las

potencias europeas para encontrar y dominar nuevas tierras.

En cambio la Revolución Industrial tuvo relevancia en el hecho de la transformación

que significó en el estilo de vida de las sociedades de todo el mundo. Esta surgió como

resultado de un largo proceso de creación e innovación humana que demuestra

claramente la importancia de la tecnología y de todas las mejoras que sufrió en todo este

proceso.

También vamos a reforzar nuestro conocimiento sobre nuestro gran país Venezuela,

como fue su formación y el impacto petrolero


La expansión europea

La llegada de Colón a tierras americanas en 1492 es el episodio más importante


dentro de un largo proceso de exploración y búsqueda de nuevos territorios y rutas
comerciales, llevado a cabo durante todo el siglo XV por navegantes portugueses y
castellanos. En 1492, Europa descubre que navegando hacia Occidente, hay tierras y
pueblos cuya existencia hasta entonces desconocía. Con este hallazgo, la historia de la
humanidad da un giro de gigantescas proporciones, pues a partir de entonces los
pueblos americanos, tanto las más avanzadas civilizaciones como las culturas menos
desarrolladas, dejan de evolucionar de manera independiente. Desde este momento
Europa pasa a llamarse a sí misma el Viejo Mundo, para diferenciarse de las tierras cuya
existencia acaba de descubrir, a las que define como un Nuevo Mundo.

El descubrimiento, no obstante, es mutuo: en 1492 Europa comienza a conocer


América, y América empieza a conocer Europa, en un encuentro recíproco de
importantísimas consecuencias. De esta nueva relación surgirán grandes cambios que
afectarán a ambas partes y a todos los niveles: cultural, económico, político, social,
religioso, etc. Ambos mundos, el Viejo y el Nuevo, nunca volverán a ser los mismos.

Bases de la expansión europea

El conjunto de Europa experimentó un gran crecimiento poblacional entre los siglos


XII y XIV. La roturación de nuevas tierras y el incremento de la ganadería, en el terreno
agropecuario, junto con el aumento de las ciudades, el auge del comercio y el desarrollo
de las artesanías, en el ámbito urbanístico, potenciaron una población cada vez mayor
en el continente. Sin embargo, desde mediados del siglo XIV Europa experimentó una
grave crisis, motivada por distintos factores:

Brusco descenso de la población. Las guerras constantes, el hambre y la enfermedad


–la gran peste que asoló Europa en 1348– provocaron una gran mortandad entre la
población y ocasionaron un fuerte descenso en el número de nacimientos.
Menor producción de alimentos. La sobreexplotación de las tierras y un posible
cambio climático, hicieron que los terrenos fueran incapaces de producir una cantidad
de alimentos suficiente para dar de comer a toda la población.

Revueltas sociales. El hambre, unida a la servidumbre, a los excesivos impuestos que


conllevaba el sistema feudal y al descenso de los salarios de los artesanos, por el
incremento de la mano de obra, hizo que surgieran numerosas rebeliones y guerras, con
la consiguiente pérdida de cosechas, aumento de impuestos para financiar los Ejércitos
y pérdida de vidas humanas.

Esta grave crisis del siglo XIV se resolvió con la introducción de profundos cambios
que, a la larga, significaron el abandono del sistema feudal que regía el mundo de la
Edad Media y la adopción de medidas económicas, sociales y políticas que acabaron por
hacer que Europa entrase de lleno en una nueva era: el pre capitalismo de la Edad
Moderna. A partir del siglo XV, Europa buscó descubrir nuevas tierras, expandirse
territorialmente; al mismo tiempo, la agricultura dejó de ser la actividad más importante
para ser sustituida por el comercio y las manufacturas, que dejaban mayores beneficios
y excedentes, los cuales, a su vez, podían ser reinvertidos; finalmente, las viejas
estructuras medievales de servidumbre, donde cada territorio era dirigido por un señor
feudal, comenzaron a ser sustituidas por Estados cada vez más fuertes, con un rey a la
cabeza que dominaba al resto de la nobleza y gobernaba sobre extensos territorios en los
que las ciudades suponían un espacio de enriquecimiento individual y de progreso
intelectual.

De esta forma, Europa vivió una transición entre la Edad Media y el Renacimiento,
que se caracterizó por asistir al paso de una Europa encerrada dentro de sus fronteras a
otra que quiere expandirse. Europa se abre al mar en busca de riquezas y rutas
comerciales, deja de ser rural y agrícola para pasar a ser urbana, artesanal y mercantil.
Las fuentes de riqueza comienzan a ser buscadas cada vez más lejos de las fronteras
europeas.

La ruta de las especias


La expansión económica europea que se inicia hacia el siglo XV se apoya
fundamentalmente en el comercio. Desde hacía siglos, las clases dominantes habían
gustado de rodearse de grandes lujos: terciopelos, sedas, porcelanas, perlas, piedras
preciosas, tinturas, perfumes y tapices. También gustaban de condimentar sus platos con
especias –canela, pimienta y clavo de olor, lo que daba a las comidas un sabor agradable
y, de paso, conservaba los alimentos por más tiempo y disimulaba el olor de su
descomposición. Todos estos productos eran, en Europa, extremadamente caros, por
cuanto debían ser traídos desde los únicos sitios en los que se producían: China, Japón,
las Indias Orientales y la India, entre los países más importantes. La única forma de
proveerse de ellos era mediante largas expediciones comerciales.

Para poder llegar a Asia, los mercaderes europeos, fundamentalmente genoveses y


venecianos, debían seguir unas rutas que se habían establecido desde el tiempo de las
cruzadas, y gracias a viajeros célebres como Marco Polo, en la segunda mitad del siglo
XIII. Estas rutas tenían un coste muy elevado y, además, durante su viaje los
mercaderes corrían el peligro de ser asaltados por los piratas. A pesar de todos estos
riesgos, los comerciantes se aventuraban a estas expediciones, pues si el viaje, que
duraba varios meses, era exitoso, a su vuelta a Europa los productos habrían
multiplicado su valor, proporcionando unas ganancias fabulosas.

Sin embargo, la caída de Constantinopla en 1453 a manos de los turcos rompió este
tráfico, debido a que la ruta con Asia quedó interrumpida. Los turcos, enemigos de la
cristiana Europa, pasaron a dominar el Mediterráneo, rompiendo las rutas que habían
enriquecido durante años a los mercaderes de Génova y Venecia. Con ello, las especias,
la seda, la porcelana y todos los productos orientales alcanzaron precios astronómicos.
Había que buscar, entonces, nuevos caminos, nuevas rutas, lo que suponía explorar
tierras y mares hasta entonces desconocidos.

El cierre del Mediterráneo y la necesidad de explorar una nueva ruta hacia Asia
obligaron a los europeos a buscar nuevos medios de navegación y orientación en el mar.
Hasta entonces, los barcos europeos no se habían aventurado a realizar navegación en
altura, pues sólo surcaban mares internos como el Mediterráneo o el Báltico. Sin
embargo, el surgimiento de nuevas técnicas marineras y avances de orientación les
permitió lanzarse a navegar a través del océano Atlántico, realizando con ello nuevos
descubrimientos geográficos. En esencia, estos avances pueden resumirse en dos
elementos:

La carabela y la nao como medios de navegación. La primera era una embarcación


ligera, rápida y maniobrable, que podía cargar suministros para un mes de viaje y
ochenta tripulantes. La nao tenía mayor capacidad de carga y era excelente para
explorar nuevas rutas oceánicas.

Nuevos instrumentos para conocer el rumbo y la posición. Entre éstos deben citarse
la brújula, el astrolabio, el cuadrante, las tablas de declinación solar o el portulano. El
rumbo que debía seguir el barco se fijaba determinando la posición de la nave gracias a
la brújula. Astrolabio, cuadrante y tablillas náuticas permitían saber dónde se
encontraba el barco en un momento dado en relación con el Sol o la Estrella Polar. Los
portulanos eran primitivos mapas o cartas de navegación, en los que se señalaban los
rumbos.

Portugal y Castilla en el Atlántico

En el contexto de una Europa que buscaba nuevas formas de llegar a las riquezas de
Asia, serían Castilla y Portugal los dos reinos que acabarían ostentando el mayor
protagonismo. Ello responde a tres tipos de factores:

Factores geográficos. Al ocupar el extremo más occidental de Europa, de cara al


Atlántico, Castilla y Portugal no podían expandirse territorialmente, pues de hacerlo
hacia Europa o hacia la misma península ibérica hubieran chocado con naciones vecinas
muy poderosas, y de hacerlo hacia África se hubiesen enfrentado a un territorio
desconocido y dominado por su gran enemigo, el islam.

Factores históricos. Durante el siglo XV, Portugal se desarrolló en una paz relativa,
lo que permitió un incremento de población que demandó nuevos recursos y la
búsqueda de nuevas fuentes de producción y mercados. En el caso de Castilla, durante
todo el siglo XV experimentó una fuerte expansión, convirtiéndose, junto con Aragón,
en el reino más poderoso de la península. La unión política de ambos reinos, gracias al
matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón, conocidos como los Reyes
Católicos, no hizo sino incrementar su poder. No obstante, Aragón seguirá volcado en
su expansión por el Mediterráneo, mientras que el Atlántico quedará para Castilla.

Factores relacionados con la expansión. La guerra de Castilla contra los


musulmanes en la península ibérica había sido un éxito constante a lo largo de todo el
siglo XV. El último capítulo de esta guerra tuvo lugar en 1492, con la toma de la ciudad
de Granada. Castilla, en ese momento, era el reino más poderoso de Europa, y se
encontraba en una etapa de plena expansión.

Las expediciones portuguesas

En los inicios del siglo XV, Portugal se lanzó a la búsqueda de una nueva ruta hacia
los ricos países del sudeste y extremo oriente de Asia o, como serían llamadas más
tarde, las Indias Orientales. Portugal fue el primer país de Europa en iniciar la búsqueda
de una nueva ruta, abriendo el camino a Asia por el Sur, es decir, rodeando África.

Gracias a estas exploraciones y anexiones, Portugal consiguió cuantiosas ganancias


con su comercio. Instaló en las costas africanas las primeras factorías o enclaves
comerciales, en los que obtuvo polvo de oro y pieles. A su vez, estas factorías fueron
sirviendo como escalas en la ruta de exploración hacia Asia. El modelo de colonización
por factorías sería exportado más tarde por los portugueses a Brasil.

Castilla se lanza al Atlántico

Viendo los progresos de su vecino portugués y los cuantiosos beneficios que sus
exploraciones le reportaban, Castilla no quiso quedarse atrás. Sin embargo, se
encontraba inmersa en una larga guerra contra el reino de Granada, el último enclave
musulmán en la península ibérica. Así pues, hubo de esperar a la conquista de Granada
para poder dedicar todos los recursos económicos y humanos a la exploración y
conquista de nuevas tierras, en competencia directa con Portugal.
Es en este contexto cuando aparece un personaje fundamental: Cristóbal Colón.
Colón, de probable origen genovés, era un experimentado navegante, que había viajado
por diversos países. Convencido de que la Tierra era redonda y de que, por tanto, se
podía llegar a China y Japón navegando por el Atlántico, en 1484 visitó al rey de
Portugal, Juan II, para proponerle que financiase una expedición. Ante su negativa,
Colón marchó a España, donde presentó su proyecto en 1486 a los Reyes Católicos.
Éstos, más preocupados por la conquista de Granada que por financiar la exploración de
territorios desconocidos, se desentendieron de su propuesta. Finalmente, seis años más
tarde, y ante la insistencia de Colón y de algunos de sus allegados –entre ellos varios
miembros de la nobleza española–, los Reyes Católicos accedieron a financiar el
proyecto colombino.

El 17 de abril de 1492, la Corona de Castilla firmó un contrato con Cristóbal Colón,


conocido como Capitulaciones de Santa Fe, por el cual, a cambio de la financiación para
su viaje y el permiso para hacerlo, Colón recibiría, para él y para sus herederos, los
títulos de almirante, virrey y gobernador de todas las islas y tierras que descubriera.
Además, percibiría la quinta parte de todas las mercancías que produjeran las nuevas
tierras y la décima de los tesoros conquistados o adquiridos; también, se estipulaba en el
acuerdo, podría participar con una octava parte en cualquier expedición comercial que
se emprendiese, obteniendo así un octavo de los beneficios.

Los viajes de Colón

Cristóbal Colón estaba seguro de que, viajando hacia el Oeste a través del océano
Atlántico, sería posible llegar al Extremo Oriente asiático. Para demostrarlo, realizó
cuatro travesías. Sin embargo, lo que encontró fue, más que los tan ansiados países de
las especias, un continente nuevo para los europeos, que ignoraban su existencia:
América.

Primer viaje (1492-93). Con el objetivo de llegar a Cipango (Japón), Colón salió del
puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 al mando de una expedición compuesta por cerca
de noventa hombres divididos en tres naves: la nao Santa María y las carabelas Pinta y
Niña. Tras repostar en las islas Canarias, donde fueron arreglados algunos desperfectos,
las naves se hicieron otra vez a la mar en dirección Oeste. Cuando ya las fuerzas
comenzaban a flaquear, en la madrugada del 12 de octubre de 1492 un marinero,
Rodrigo de Triana, avistó por fin tierra. La primera tierra americana vista por Colón y
su tripulación –aunque él pensaba que había llegado a Asia– era una pequeña isla de las
Bahamas, conocida por los nativos como Guanahaní y a la que Colón llamó San
Salvador (actualmente es la isla bahameña de Watling). Tras tomar posesión de la isla
en nombre de Castilla, siguió su viaje, explorando las costas de las islas de Cuba y de
La Española. Allí fundó el primer fuerte, llamado La Navidad. El 16 de enero de 1493
comenzó el regreso a España, llegando en el mes de marzo al puerto de Palos. Conocido
su viaje por los Reyes Católicos, fue recibido con todos los honores.

Segundo viaje. (1493-96). La segunda expedición fue mucho más numerosa que la
anterior, pues se trataba de colonizar y explorar los territorios recién descubiertos. El 25
de septiembre salió Colón al mando de 17 naves y 1.500 hombres. En este viaje
reconoció las Pequeñas Antillas y las islas de Puerto Rico y Jamaica. Colón fundó la
primera ciudad española en América: Isabela. También comenzaron los primeros
enfrentamientos con los nativos y de los españoles entre sí.

Tercer viaje. (1498-1500). Seis naves y 226 hombres tomaron parte en esta
expedición, en la que Colón exploró la costa venezolana y las islas vecinas. Además
reconoció la boca del río Orinoco. En La Española, parte de los españoles que allí
residían se rebelaron contra Colón, sobre el que recaían acusaciones de corrupción.
Finalmente, Colón fue apresado y enviado a España.

Cuarto viaje. (1502-04). Rehabilitado ante los reyes, Colón fue puesto de nuevo al
mando de una expedición, con cuatro naves y 150 tripulantes. Esta vez exploró la costa
de América Central, desde Honduras hasta el extremo de Panamá, buscando un paso
que comunicase con Asia. Tras pasar numerosas penalidades, regresó a España, donde
murió, fracasado y enfermo, en 1506. A pesar de sus esfuerzos, no había conseguido su
gran objetivo: llegar a Asia por la ruta occidental.

Castilla y Portugal se disputan las nuevas tierras


La noticia de los hallazgos de Colón se propagó rápidamente por toda Europa. El
reino en el que despertó más recelos fue Portugal, pues hasta entonces los lusos eran los
únicos que sacaban beneficio de sus expediciones oceánicas. Éstos dominaban la costa
africana por medio de sus factorías y, puesto que las islas Canarias, situadas frente a
África, pertenecían a Castilla, se había firmado un tratado en 1480 entre ambos reinos.
Este tratado, llamado de Alcaçovas-Toledo, establecía que Castilla podría explotar todas
las islas y las tierras situadas al norte de Canarias, mientras que para Portugal quedaba
reservada la zona sur. Nada se decía en el tratado del las nuevas tierras occidentales.

Al descubrir Colón, en 1492, que había nuevas tierras al oeste de las Canarias, la
disputa se reavivó, pues Portugal alegó que los nuevos territorios le pertenecían. Para
mediar en la cuestión, Castilla solicitó la intervención del Papa, considerado la máxima
autoridad moral de la época. Alejandro VI emitió su dictamen por medio de dos bulas,
conocidas posteriormente como «bulas alejandrinas»:
El Tratado de Tordesillas y el reparto del Nuevo Mundo

Las bulas papales pretendían evitar el estallido de una guerra entre Castilla y
Portugal. No obstante, puesto que beneficiaban a los castellanos, Portugal elevó el tono
de sus protestas. Esta vez, a fin de evitar la guerra, ambos reinos decidieron negociar
directamente. Así surgió el Tratado de Tordesillas, firmado en esa localidad española el
7 de junio de 1494.

Durante la negociación, Portugal reconoció la validez de la línea de demarcación


establecida en la bula Inter Caeterea II, pero exigió que se desplazara 270 leguas hacia
el Oeste. Castilla aceptó la pretensión portuguesa, firmándose el tratado y siendo
ratificado por el Papa. De esta forma, para Castilla quedaba el derecho de explorar y
conquistar todas las tierras situadas al Oeste de la línea de demarcación, mientras que
para Portugal serían los territorios e islas que se encontrasen al Este. Gracias a este
acuerdo, cuando en 1500 el portugués Pedro Alvares Cabral llegó casualmente al Brasil,
Portugal pudo defender su derecho a permanecer en esas tierras, pues la punta de Brasil
se encontraba en la zona que según el tratado le correspondía a Portugal.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la expansión?


La nueva burguesía europea se enriqueció y aumentó considerablemente el poder de
las nacientes monarquías nacionales que ampliaron sus áreas de poder e influencia.

La Revolución Industrial

La Revolución industrial se desarrolló entre los años 1780 y 1840. Es reconocida


como una de las transformaciones más importantes y sin precedentes de la historia de la
humanidad.

La Revolución industrial tuvo un gran impacto en la economía, en la sociedad y en


los procesos tecnológicos industriales que, finalmente, modificaron la vida de las
personas y contribuyeron a un futuro mucho más desarrollado al transformar los
procesos manuales en procesos mecanizados, lo que inevitablemente afectó a la
economía.

Por ello, la Revolución industrial se caracteriza por haber sido la transición de la


economía agrícola a una economía industrial y comercial, que avanzaba a medida que lo
hacía la innovación tecnológica y científica.

El desarrollo de la máquina a vapor, patentada por James Watt (1769), fue uno de los
adelantos tecnológicos más influyentes en la Revolución industrial, que se originó en
Gran Bretaña en el siglo XVIII, y luego se extendió por el resto de Europa, en Estados
Unidos y Japón.

Antecedentes de la Revolución industrial

A pesar de que la Revolución industrial abarca una larga cantidad de años,


aproximadamente, desde 1780 hasta 1840, y fue un proceso paulatino, es considerada
como una revolución porque indica el nuevo desarrollo que tuvo la humanidad, la cual
casi no había sufrido modificaciones desde el Neolítico.
A mediados del siglo XVIII la economía en Europa dependía de las actividades
agrícolas y artesanales. La agricultura se había desarrollado poco y se producía lo
necesario para sobrevivir y cubrir los gastos, por lo tanto estaba basada en el
autoconsumo y la comercialización era escasa. Asimismo, las urbes eran pequeñas y el
crecimiento demográfico era bajo.

Sin embargo, esto se vio modificado cuando se sustituyó el trabajo manual por el
mecánico. La necesidad de mejorar las condiciones de vida fue el principal motor que
impulsó el desarrollo industrial.

Una vez que se comenzó a sustituir el trabajo manual y la energía humana por el uso
de máquinas y la implementación de nuevos equipamientos técnicos, se notó un
considerable cambio en la sociedad, entre los que se puede mencionar el aumento de la
población y, por ende, el crecimiento de las urbes.

Muchas personas dejaron los trabajos agrícolas para trabajar en las nuevas fábricas y
formar parte del nuevo sistema de comercialización que dio un mayor impulso y fuerza
al capitalismo.

Primera revolución industrial

La primera revolución industrial que tuvo lugar en la mitad del siglo XVIII y XIX
tiene como principal característica la aparición de la mecanización que había hecho
cambios significativos en casi todos los sectores de la vida humana.

La fabricación principal estaba tejiendo lana. Pero fue en la producción de los tejidos
de algodón que comenzó el proceso de mecanización, es decir, del paso de la
manufactura al sistema fabril.

La mecanización se extendió del sector textil para la metalurgia, para el transporte,


para la agricultura y para otros sectores de la economía. Diversos inventos
revolucionaron las técnicas de producción y alteraron el sistema de poder económico.
La invención de máquinas, el aprovechamiento de la energía calorífica del carbón
mineral y su transformación en energía mecánica para hacer funcionar las máquinas
representaron un gran avance en las técnicas empleadas para la fabricación de
mercancías y consecuentemente, en el aumento de la producción.

Por tanto, Inglaterra se pasó de la manufactura a la maquino-factura. Producía y


vendía sus productos industriales en todo el mundo, gracias, entre otros factores, a la
expansión del sistema colonial. De esta forma, en el siglo XVIII, el país se convirtió en
la nación capitalizada del mundo, siendo Londres la capital financiera internacional.

Este momento representó una verdadera revolución en el modo de producir


mercancías en tiempo bastante menor, si se compara a la manufactura.

El desarrollo inicial de las industrias textiles mecanizadas en gran parte de Europa y


Estados Unidos dependía de muchas de estas invenciones británicas. Esta revolución se
conoció como Primera Revolución Industrial.

Máquina de vapor

La Revolución industrial se caracterizó por la aparición de nuevas técnicas y


máquinas a través de las cuales se podía aprovechar la energía. La máquina de vapor,
patentada por James Watt en 1769, fue el mayor desarrollo tecnológico e industrial del
siglo XVIII.

La máquina de vapor funcionaba con carbón, un mineral que sustituyó el extendido


uso de la madera y la consecuente deforestación. Asimismo, fueron quedando en desuso
los molinos de viento y las ruedas hidráulicas, las cuales dependían de las condiciones
meteorológicas y producían poca energía.

La máquina de vapor cambió el desempeño de la industria textil e impulsó la


explotación del carbón, el sector metalúrgico y los medios de transporte. Sin embargo,
sus efectos traspasaron el área industrial y trastocaron el orden social y económico de
las naciones.
Quienes vivían en los campos y de la agricultura se mudaron para las ciudades
pujantes que crecían a gran velocidad. El sector industrial propició la construcción de
grandes ciudades y el crecimiento demográfico.

Desde que se inició la producción industrial se hizo una distinción entre aquellos
quienes gozaban de una reputación por el conocimiento de un oficio en específico, en
cambio, quienes trabajaban en las fábricas realizaban trabajos mecanizados, y se marcó
una diferencia entre el patrón y el obrero, el cual debía cumplir con largas y fuertes
jornadas de trabajo.

A continuación, y a finales de la primera etapa de la Revolución industrial, surgieron


otros inventos de gran impacto como la locomotora a vapor. La primera locomotora fue
creada por Richard Trevithick, sin embargo, esta no generó la fuerza necesaria para
mover un ferrocarril. Años más tarde George Stephenson logró diseñar una locomotora
a vapor con la potencia necesaria para mover un ferrocarril.

Las locomotoras a vapor fueron un medio de transporte muy eficiente y económico


para movilizar diversos productos, como el carbón y el hierro, durante el proceso de
industrialización. La primera línea ferroviaria construida, y destinada para el transporte
de personas, cubría la ruta Manchester – Liverpool. Años después se construyó el
primer ferrocarril transcontinental.

Las locomotoras a vapor facilitaron el transporte de materias primas, mercancías y de


personas. Impulsó la actividad económica, de los mercados de consumo y de las
ciudades.

Cambio demográfico y social

La Revolución industrial conllevó a una serie de cambios sociales de importante


trascendencia. La calidad de vida fue mejorando paulatinamente en conjunto con los
avances científicos, se crearon nuevos medicamentos, la tasa de mortalidad descendió y
la tasa de natalidad aumentó.
Las personas emigraron de las zonas rurales para las nuevas ciudades, en este
sentido, las ciudades fueron creciendo exponencialmente, lo que generó mayor número
de consumidores y de demanda de diversos bienes y servicios.

Esto propició el crecimiento industrial, que se vio beneficiada por contar con mayor
número de mano de obra para generar mayores rendimientos en sus producciones.

Asimismo, se generaron cambios culturales, las personas se interesaron por adquirir


nuevos conocimientos, el desarrollo tecnológico y mejorar las condiciones sanitarias en
las que vivían.

Sin embargo, a medida que crecían las ciudades también fueron apareciendo diversos
problemas sociales. Muchas de las personas que habían emigrado del campo a las
ciudades tuvieron que vivir en los suburbios, carentes de recursos e, incluso, en
condiciones insalubres.

Por otra parte, se encontraban las personas con mayores recursos monetarios y que
eran propietarios de fábricas, bancos, entre otros. En este periodo se comienza a
establecer otra organización social en la que se distingue la burguesía del proletariado.

Segunda revolución industrial

Esta es una nueva etapa de crecimiento económico, caracterizada por un


extraordinario progreso científico y técnico que facilitó un rápido desarrollo de todos los
medios de producción y de nuevas formas de organizar la producción y el trabajo. Esta
nueva etapa en el desarrollo económico de las potencias industriales se prolongó hasta
el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.

Entre los años 1870 y 1880 se comenzaron a producir una serie de cambios en la
producción industrial que llamamos Segunda Revolución de la Industrial y que
establecieron las bases del actual sistema de producción.
Los inicios de este proceso, que se prolongó hasta 1920, los encontramos en Estados
Unidos y se produjo también en el Reino Unido, Francia, Alemania y Japón.

Esta segunda Etapa de la revolución se caracterizó por la mejora de la producción


gracias a la incorporación de nuevas fuentes de energía como la electricidad y el
petróleo, la obtención de nuevos materiales como el acero y la aplicación de nuevas
formas de trabajo como la automatización y el trabajo en cadena. Además, surgió un
nuevo tipo de capitalismo: el capitalismo financiero, fruto de las grandes inversiones
realizadas con los beneficios que había aportado el primer estallido industrial y el dinero
procedente de la banca.

La electricidad, que ya había sido descubierta en el siglo XVIII, sustituyó


gradualmente el vapor de agua como fuente de energía. El uso industrial de la
electricidad fue posible en encontrar maneras de generarla (turbina y dinamo),
transportarla y almacenarla (acumulador) y convertirla en energía mecánica (motor
eléctrico).

Fue aplicada en la metalurgia, la iluminación (lámpara de arco, bombilla) mejorando


la iluminación urbana y posibilitando el trabajo nocturno a las fábricas, en aparatos de
nueva invención y en sistemas de comunicación. También permitió electrificar y
ampliar la red ferroviaria y construir locomotoras más rápidas, así como grandes barcos
metálicos impulsados por turbinas.

El petróleo, conocido desde la antigüedad, fue estudiado como fuente de energía


hasta que se obtuvo el combustible de dos nuevos sistemas de transporte: el automóvil y
el avión. Se aplicó a la nueva industria del plástico y en la obtención de energía
termoeléctrica.

En las fábricas, las formas de trabajo cambiaron de empresas familiares con pocos
trabajadores se pasó a centros de trabajo con muchos operarios y una compleja
organización. Para aumentar la producción se aplicó la cadena de montaje, en el que
cada trabajador sólo intervenía en una parte de la fabricación del producto
automatizando repetidamente sus movimientos. Este modelo quedaba muy lejos del
artesano tradicional, ya que no era necesario un esfuerzo intelectual para realizarlo y se
desconocía el proceso global de fabricación.

Al mismo tiempo se llevó a cabo el sistema de producción en serie, en el que cada


fábrica se especializaba en la elaboración de unas piezas determinadas o en el montaje
final de un producto.

Con estos dos métodos se aumentó la producción, se redujeron gastos y se abarató el


precio final de los productos.

La invención del motor de explosión y la aplicación del petróleo como combustible


fueron la base del nacimiento de la industria automovilística, que alcanzó un gran
desarrollo en los Estados Unidos y rápidamente se convirtió en uno de los sectores más
poderosos que ofrecían un elevado número de puestos de trabajo y estimulaban el
desarrollo de industrias secundarias que cogerían una gran importancia (por ejemplo, el
caucho, los metales no ferrosos, los aparatos electrónicos, etc.).

La industria química también fue una de las punteras y Alemania se convirtió en la


pionera del sector, produciendo más del 80% de los colorantes sintéticos y ocupando el
primer lugar en industria farmacéutica. También desarrollarse la producción de sosa, de
fertilizantes sintéticos, de fibras artificiales y explosivos.

Finalmente, la utilización del cemento armado (cemento combinado con una carcasa
de hierro) permitió que la ingeniería y la industria de la construcción alcanzaran un gran
desarrollo. Este hecho hizo posible la edificación de puentes, viaductos y túneles más
largos. Además, los edificios comenzaron a crecer en altura y en EEUU comenzaron la
construcción de los primeros rascacielos.

Consecuencias de la Revolución industrial

Entre las principales consecuencias sociales, económicas y tecnológicas generadas


por la Revolución industrial podemos destacar:
 Creación de nuevos mecanismos de producción.
 Las personas que vivían en el campo se trasladaron a las ciudades.
 Las ciudades crecieron a gran escala.
 Se establecieron nuevos grupos sociales, entre los que destacan la burguesía
(familias adineradas, dueña de los medios de producción, bancos, entre otros), y
el proletariado (clase obrera, de escasos recursos económicos, campesinos,
mineros, entre otros).
 La máquina de vapor y posteriores creaciones, dieron pie a que el sector
industrial creciera.
 Los índices de producción de bienes y servicios crecieron de manera
exponencial.
 Se expandió el comercio nacional e internacional.
 Se construyeron vías de comunicación y transporte terrestre. El ferrocarril fue el
medio de transporte de mayor impacto.
 La esperanza de vida fue en aumento, así como el crecimiento demográfico, a
medida que se avanzaba en las investigaciones científicas y de sanidad.
 Las tasas de mortalidad descendieron.
 Se implantó el sistema capitalista.
 Las naciones invirtieron en el desarrollo de la tecnología armamentista.

Formación de Venezuela

El país de Venezuela, oficialmente conocido como la República Bolivariana de


Venezuela, se ubica en la costa norte del continente Sudamericano. Su territorio abarca
aproximadamente 354,000 millas cuadradas (916,445 kilómetros cuadrados), en donde
vive una población estimada en 29.1 millones de habitantes. Desde una perspectiva
natural, Venezuela es considerada un estado con una biodiversidad extremadamente
alta, con hábitats que varían desde las Montañas de los Andes en el Occidente hasta la
selva tropical de la cuenca del Amazonas en el sur, atravesando inmensas llanuras y con
la costa caribeña en el centro y la ribera del Río Orinoco en el Oriente.

Venezuela está organizada como una república federal presidencialista que está
conformada por 23 estados, el Distrito Capital (incluyendo la ciudad capital de
Caracas), y las Dependencias Federales (incluyendo las islas extraterritoriales de
Venezuela). Venezuela también reclama como suyos todos los territorios de Guyana al
oeste del Río Eseqibo, una extensión de 61,583 millas cuadradas bautizados como
Guayana Esequiba o la Zona en Reclamación.

Entre los países latinoamericanos, Venezuela es considerado como uno de los más
altamente urbanizados y la gran mayoría de los venezolanos viven en las ciudades al
norte, especialmente en Caracas, la capital, que es también la ciudad más grande de
Venezuela. Desde el descubrimiento del petróleo a principios del siglo XX, Venezuela
ha sido uno de los más importantes exportadores de petróleo del mundo y cuenta con las
reservas de petróleo más grandes de Sudamérica. Anteriormente un exportador
subdesarrollado de productos agrícolas como café y cacao, el petróleo rápidamente
dominó las exportaciones y las ganancias del gobierno. El exceso de petróleo de los
ochenta llevó a una crisis de deuda externa y una prolongada crisis económica, que
presentó su máximo inflacionario a un 100 % en 1996 y los índices de pobreza se
elevaron a 66 % en 1995. En 1998, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita del país
cayó al mismo nivel que el de 1963, reduciéndose a un tercio de su récord histórico de
1978.

La afortunada recuperación de los precios del petróleo después de 2001 impulsó la


economía venezolana y favorecieron el gasto social, que significativamente
disminuyeron la inequidad y pobreza, aún cuando las repercusiones de la crisis global
del 2008 generaron un nuevo reverso económico. En febrero de 2013, Venezuela
devaluó su moneda debido a las crecientes crisis del país. La escasez de bienes
incluyeron papel de baño, leche, harina y otros bienes básicos. Desde noviembre de
2014, la inflación en Venezuela había aumentado a un 54 %. Esta fue una de las
principales causas de las protestas venezolanas de 2014.

Historia de Venezuela

Venezuela presume de contar una larga e ilustre historia. En 1522, el país fue
colonizado por los españoles en medio de la resistencia de los pueblos indígenas de la
región. En 1811, el país se convirtió en una de las primeras colonias hispanoamericanas
en declarar su independencia, que no se estableció firmemente hasta 1821, cuando
Venezuela fue incluida como un departamento de la república federal de la Gran
Colombia.

Venezuela obtuvo su plena independencia como un país distinto en 1830. A lo largo del
siglo XIX, Venezuela sufrió de crisis políticas y dictaduras, permaneciendo dominada
por los caudillos de la región (líderes militares) hasta la mitad del siglo XX.

Desde 1958, el país ha tenido una serie de gobiernos democráticos. Los vaivenes
económicos de los ochenta y los noventa generaron diversas crisis políticas, incluyendo
los mortales disturbios de El Caracazo de 1989, dos intentos de golpe de estado en
1992, y la destitución del presidente Carlos Andrés Pérez por malversación de fondos
públicos en 1993. Un colapso en la confianza de los partidos existentes generó la
elección en 1993 del ex militar de carrera Hugo Chávez y poniendo en marcha la
Revolución Bolivariana, que inició con una Asamblea Constituyente en 1991 para
redactar una nueva Constitución de Venezuela.

Historia colonial de Venezuela

Retrato de Cristóbal Colón En el año de 1498, durante su tercer viaje al Nuevo Mundo,
Cristóbal Colón se convirtió en el primer europeo en poner un pie en tierras
venezolanas. Colón desembarcó en el extremo oriental de la Península de Paria, justo
frente a lo que ahora es la ciudad de Trinidad. Al principio creyó que estaba en otra isla,
pero la enorme desembocadura del Río Orinoco le indicó que se había topado con algo
un poco más grande.

Un año después del descubrimiento de Colón, el explorador español Alonso de Ojeda,


acompañado por el explorador italiano Américo Vespucio, zarpó a la Península de la
Guajira, en el extremo occidental de la Venezuela actual. Después de ingresar al Lago
de Maracaibo, los españoles vieron a los indígenas viviendo en palafitos (cabañas con
techos de paja sostenidos en pilotes sobre el agua). Ellos llamaron a este tierra
“Venezuela”, literalmente “la Pequeña Venecia” quizás como una broma sarcástica de
marineros, ya que estas rústicas viviendas de junco no se parecían en nada a los
opulentos palacios de la ciudad italiana que conocían. El nombre de Venezuela apareció
por primera vez en un mapa en 1500 y ha permanecido sin cambio hasta el día de hoy.
La Laguna de Sinamaica es considerada el lugar donde los españoles vieron por primera
vez los palafitos, y pueden observarse cabañas similares ahí en la actualidad.

Alonso de Ojeda siguió navegando hacia el oeste a lo largo de la costa y exploró


brevemente partes de lo que ahora es el país de Colombia. Él vio a los aborígenes
locales usando adornos de oro y se quedó atónito por su riqueza. Sus historias sobre una
isla con fabulosos tesoros dieron origen al mito de El Dorado, una misteriosa tierra
abundante en oro. Atraídos por estas supuestas riquezas, las costas de Venezuela y
Colombia se convirtieron en el objetivo de numerosas expediciones españoles, una
obsesión con El Dorado los llevó a explorar el interior. Su búsqueda terminó en la
rápida colonización de la tierra, aunque El Dorado naturalmente nunca fue encontrado.

Los españoles establecieron sus primeros asentamientos en suelo venezolano alrededor


del 1500, en Nueva Cádiz, una pequeña isla de Cubagua, justo al sur de la Isla de
Margarita. La cosecha de perlas les brindó un medio de vida a los habitantes y el pueblo
se desarrolló hasta convertirse en un puerto muy activo hasta que un terremoto y una
enorme marejada lo destruyeron en 1541. El pueblo venezolano más antiguo que aún
existe, Cumaná, en la corte norte, data del 1521 y es un lugar encantador que visitar, aún
cuando los terremotos destruyeron gran parte de las primeras obras arquitectónicas
coloniales de los españoles

Desde una perspectiva oficial, la mayor parte de Venezuela fue gobernada por España
desde Santo Domingo (la capital actual de la República Dominicana) hasta 1717,
cuando quedó bajo la administración del recién creado virreinato de Nueva Granada,
cuya capital fue Bogotá, Colombia.

Los habitantes de las comunidades indígenas de la colonia y los invasores españoles se


diversificaron con la llegada de los esclavos negros, traídos desde África para ser
utilizados como fuerza de trabajo en una diversidad de actividades agrícolas. La
mayoría de ellos fueron puestos a trabajar en plantaciones de la costa caribeña. Para el
siglo XVIII, los africanos habían superado a la población indígena en términos de
número.
Independencia: Historia de Venezuela a principios del siglo XIX

Con sólo unas cuantas minas de oro explotadas, Venezuela permaneció en las sombras
del Imperio Español durante sus primeros tres siglos. Sin embargo, el país tuvo un papel
más importante a principios del siglo XIX, cuando Venezuela dio a Latinoamérica uno
de sus más grandes héroes: un hombre llamado Simón Bolívar.

Venezuela ansiaba liberarse del dominio del Imperio Español, y en 1806 un


revolucionario de nombre Francisco de Miranda, encendió la primera llama para lograr
este objetivo. Sin embargo, sus esfuerzos para establecer una administración
independiente en Caracas terminaron cuando sus compañeros de conspiración lo
entregaron a los españoles. Fue embarcado a España y murió en prisión. Bolívar
entonces asumió el liderazgo de la revolución. Después de algunos intentos que no
tuvieron éxito para derrotar a los españoles en casa, se retiró a Colombia, después a
Jamaica hasta que llegó el momento oportuno en 1817.

Retrato de Juan Vicente Bolívar Las Guerras Napoleónicas acababan de terminar en


Europa y el apoderado de Bolívar en Londres pudo conseguir dinero y armas y reclutar
a un pequeño número de veteranos de la Legión Británica de la Guerra Peninsular. Con
esta fuerza y un ejército de caudillos de Los Llanos, Bolívar marchó sobre los Andes y
derrotó a los españoles en la Batalla de Boyacá, logrando la independencia de Colombia
en agosto de 1819. Cuatro meses después en Angostura (actualmente Ciudad Bolívar),
el Congreso de Angostura proclamó a la Gran Colombia como un nuevo estado
unificando lo que ahora son los países soberanos de Colombia, Venezuela y Ecuador
(aun cuando los últimos dos aún seguían bajo el dominio español). Las reminiscencia
del evento aún sigue en Ciudad Bolívar y se puede admirar la enorme mansión donde
debatió el primer congreso. La liberación de Venezuela llegó el 24 de junio de 1831 en
Carabobo, donde las tropas de Bolívar derrotaron al ejército monárquico español.

Aunque Venezuela era considerada la menos importante de las tres provincias de la


Gran Colombia, el país padeció la mayor carga de la lucha. Los patriotas venezolanos
pelearon no solo en su propio territorio sino también en las tropas que Bolívar dirigió en
Colombia y bajando por la Costa del Pacífico. Para finales de 1824, Bolívar y sus
asistentes habían liberado Ecuador, Perú y Bolivia. Se estima que un cuarto de la
población venezolana murió en las guerras de independencia.

La Gran Colombia y la Historia de Venezuela a finales del siglo XIX

La visión de Bolívar de una república unificada se terminó antes de su muerte en 1830.


En su lecho de muerte proclamó: “América es ingobernable. El hombre que se pone al
servicio de la revolución ara en el mar. Esta nación cayó inevitablemente en las manos
de una turba ingobernable y después pasó a las manos de pequeños tiranos
prácticamente iguales.” Desgraciadamente, sus declaraciones no estaban lejos de la
verdad. El estado compuesto de las tres provincias, Gran Colombia, comenzó a colapsar
desde el momento de su creación; el régimen central fue incapaz de gobernar el enorme
país con sus diferencias raciales y regionales. El nuevo estado existió sólo una década
antes de separarse en tres países independientes.

Tras la separación de Venezuela y su salida de la Gran Colombia, el congreso


venezolano aprobó una nueva constitución –y aún cuando difícil de creer – expulsando
a Bolívar de su país natal. De hecho, tomó a la nueva nación venezolana 12 largos años
el finalmente reconocer su deuda al hombre a quien le debía su libertad. En 1842, los
restos de Bolívar fueron traídos desde Santa Marta, Colombia, donde murió, a Caracas y
sepultados en la catedral nacional. En 1876 sus restos fueron solemnemente transferidos
al Panteón Nacional en Caracas, donde ahora reposan en un sarcófago de bronce.

El año 1830, cuando Venezuela obtuvo su completa libertad como un país


independiente, marcó el principio de la era de los “pequeños tiranos prácticamente
iguales.” El periodo post-independiente en Venezuela fuer marcado por serios
problemas gubernamentales que siguieron por más de un siglo. Estos fueron tiempos de
despotismo y anarquía, en los que el país era gobernado por una serie de dictadores
militares conocidos como caudillos.

El primero de los caudillos fue el General José Antonio Páez, quien gobernó al país por
18 largos años (1830–1848). Fue un gobierno duro, pero estableció cierta estabilidad
política y puso de pie la débil economía. El periodo que siguió fue una cadena casi
ininterrumpida de guerras civiles que sólo se detuvieron por otro dictador que gobernó
por largo tiempo: el General Antonio Guzmán Blanco (1870–1888). Blanco lanzó un
ambicioso programa de reformas, incluyendo una nueva constitución y garantizó cierta
estabilidad temporal, pero su gobierno despótico originó una amplia y popular
oposición y cuando finalmente dimitió, el país se sumergió nuevamente en una
sangrienta guerra civil.

Durante la década de 1849, Venezuela se planteó la cuestión respecto a su frontera


oriental con la Guayana Británica (actualmente Guyana), reclamando como propias las
dos terceras partes de Guayana, hasta el Río Esequibo. El asunto fue tema de
prolongadas negociaciones diplomáticas y fue eventualmente establecida en 1899 por
un tribunal de arbitraje, que otorgó los derechos sobre el territorio en cuestión a la Gran
Bretaña. A pesar de la sentencia, Venezuela mantiene su reclamo hasta el día de hoy.
Todos los mapas producidos en Venezuela incluyen esta parte de Guyana dentro de las
fronteras de Venezuela, etiquetada como “Zona en Reclamación.”

Otro conflicto que originó una grave tensión internacional fue el incumplimiento de
pagos de Venezuela a Gran Bretaña, Italia y Alemania sobre préstamos acumulados
durante el gobierno de otro caudillo, General Cipriano Castro (1899–1908). En
respuesta, los tres países europeos enviaron sus naves a bloquear los puertos marítimos
venezolanos en 1902.

Historia de Venezuela en el Siglo XX

La primera mitad del siglo XX fue gobernada por cinco gobernantes militares sucesivos
desde el estado andino de Táchira. El de mayor duración y más tiránico de estos fue el
General Juan Vicente Gómez, que tomó el poder en 1908 y no dimitió hasta su muerte
en 1935. Durante su despiadado gobierno, Gómez suprimió el parlamento, aplastó a la
oposición y monopolizó el poder.

El descubrimiento de petróleo en la década de 1910 ayudó al régimen de Gómez a poner


en pie la economía nacional. Para finales de la década de 1920, Venezuela era el
exportador de petróleo más grande del mundo, lo que no solo contribuyó a la
recuperación económica sino también permitió que el gobierno pagara toda la deuda
externa del país. Como en la mayoría de los países ricos en petróleo, casi nada de la
riqueza obtenida del petróleo llegó a sus ciudadanos comunes. La inmensa mayoría de
los venezolanos siguió subsistiendo en la pobreza con poca o ninguna infraestructura
educativa o de salud, mucho menos acceso a vivienda razonable. El dinero rápido que
provino del petróleo también propició que se descuidara la agricultura y el desarrollo de
otros tipos de producción. Era más fácil simplemente importar todo del extranjero, lo
que funcionó por un tiempo, pero después resultó ser inviable.

Las tensiones en Venezuela se incrementaron peligrosamente durante las siguientes


dictaduras, explotando en 1945 cuando Rómulo Betancourt, líder del partido de
izquierda Acción Democrática (AD), tomó control del gobierno. Una nueva constitución
fue adoptada en 1947, y el notable novelista Rómulo Gallegos se convirtió en presidente
en la primera elección democrática de Venezuela. El inevitable golpe tuvo lugar sólo
ocho meses después de la elección de Gallegos, con el Coronel Marcos Pérez Jiménez
emergiendo como el líder. Una vez en control, aplastó a la oposición e invirtió el dinero
del petróleo en obra pública y desarrollo de Caracas. Él modernizó superficialmente al
país pero el vertiginoso desarrollo no resarció las desigualdades económicas y sociales
del país, ni reprimió el amargo resentimiento que quedó a raíz del golpe.

Pérez Jiménez fue derrocado en 1958 por una alianza de civiles y oficiales de la marina
y la fuerza aérea. El país regresó al gobierno democrático y Rómulo Betancourt fue
electo presidente. Él disfrutaba del apoyo popular y realmente completó su periodo de
cinco años en el puesto, fue el primer presidente democráticamente electo que completó
su término. Desde entonces, todos los cambios de presidente han sido a través de
medios constitucionales, aún cuando la última década ha sido testigo de algunas
dificultades.

Durante el mandato previsto del presidente Rafael Caldera (1969–1974), el continuo


flujo del dinero proveniente del petróleo fluyó a las arcas del país manteniendo una
boyante economía. El presidente Carlos Andrés Pérez (1974–1979) también se
benefició de la bonanza del petróleo; no sólo se incrementó la producción de petróleo
sino, más importante aún, el precio se cuadriplicó tras la guerra árabe-israelí en 1973.
En 1975 Pérez nacionalizó las industrias del mineral de hierro y del petróleo y se
embarcó en una ola de gastos; productos de lujo importados se suministraban en
grandes cantidades a las atiborradas tiendas y la nación tuvo la impresión que las
míticas riquezas del El Dorado finalmente se habían materializado.

A finales de la década de 1970, la creciente recesión internacional y el excedente


petrolero comenzaron a agitar la economía de Venezuela hasta la raíz. Las ganancias
petroleras disminuyeron, agudizando el desempleo y la inflación y forzando una vez
más al país a adquirir deuda externa. La caída de los precios del petróleo en 1988
cortaron los ingresos del gobierno a la mitad, poniendo en duda la capacidad de
Venezuela para pagar su deuda. Las medidas de austeridad fueron introducidas en 1989
por Pérez Jiménez (elegido por segunda vez) generando una ola de protestas que
culminaron en la pérdida de más de 300 vidas en tres días de sangrientas protestas
conocidas como “El Cacarazo”. Medidas de austeridad adicionales avivaron las
protestas que frecuentemente escalaban hasta convertirse en motines. Ataques y
demostraciones callejeras continuaron siendo parte de la vida diaria de Venezuela.

Para empeorar las cosas, hubo otros dos intentos de golpes de estado que tuvieron lugar
en Venezuela en 1992. El primero, en febrero de ese año, que fue dirigido por el
paracaidista el Coronel Hugo Chávez. Los tiroteos en todo Caracas terminaron con más
de 20 vidas, pero el gobierno retuvo el control. Chávez fue sentenciado a prisión por
largo tiempo. El segundo intento, en noviembre, fue dirigido por oficiales menores de la
fuerza aérea. La batalla aérea sobre Caracas, con aviones de combate volando entre
rascacielos, le dieron al golpe una dimensión cinematográfica, por no decir apocalíptica.
El Palacio de Miraflores, el palacio presidencial, fue bombardeado y parcialmente
destrozado. El ejército fue llamado a defender al presidente y esta vez más de 100
personas murieron.

Corrupción, quiebras bancarias y créditos incobrables acosaron al gobierno durante la


mitad de la década de 1990. En 1995, Venezuela fue obligada a devaluar la moneda más
del 70 %. Para finales de 1998, dos terceras partes de los 23 millones de habitantes de
Venezuela estaban viviendo por debajo de la línea de la pobreza. El tráfico de drogas y
el crimen habían aumentado y las guerrillas colombianas habían expandido
dramáticamente sus operaciones dentro de las zonas fronterizas de Venezuela.
El impacto del petróleo en Venezuela

A partir de la I Guerra Mundial suceden en Venezuela profundos acontecimientos


económicos que influirán poderosamente en el desarrollo futuro de la vida del país. El
inicio de este proceso se debió fundamentalmente a las actividades petroleras: su
impacto en la estructura y el funcionamiento económico nacional.

Las relaciones más importantes del impacto petrolero en la vida económica nacional
afectan a la Venezuela pre-petrolera, principalmente agropecuaria, y a la transformación
que motoriza el petróleo en la vida económica, social, política y cultural del país.
Particularmente es importante su incidencia en las relaciones neo-coloniales, que a
partir de entonces atan a nuestro país, y, especialmente el sometimiento político del
estado venezolano a los dictados extranjeros norteamericanos.

El sector agrícola registra signos de estancamiento con el advenimiento del petróleo,


tanto productiva como tecnológicamente. En el país se inicia un profundo malestar en la
agricultura y la ganadería, que ni siquiera la “reforma agraria” de la década del sesenta
es capaz de superar. Por otra parte, tiene una importante incidencia social con el éxodo
campesino y la emigración de mano de obra del campo a las ciudades, perviviendo el
latifundismo como freno al desarrollo agrícola del país.

El inicio y desarrollo de la economía petrolera se refleja en el resto de la actividad


nacional. Las compañías extranjeras del petróleo inician esta industria extractiva,
posteriormente transformada en industria de transformación con la puesta en uso de
algunas refinerías, financiando y dirigiendo todas las fases del negocio petrolero.
Prácticamente el país se entrega a la a la voracidad del capital foráneo, tanto la
oligarquía latifundista como la burguesía comercial dan fácil acceso a la dominación
imperialista a través de las compañías norteamericanas e inglesas del petróleo. Al
comienzo produciendo ingresos cuantiosos, el petróleo no provoca cambios sustanciales
en la estructura económica del país, salvo los que representa su propia ilegible de
sojuzgamiento de nuestras principales riquezas naturales. Venezuela continúa siendo un
país primario-exportador sin ningún desarrollo del sector secundario proveniente de la
industria. Tan sólo se ha cambiado de productos: en lugar de café, ahora se exporta
petróleo.

Esto significa la transformación paulatina de Venezuela en país capitalista neo-colonial,


cada vez más dependiente, económica, política y culturalmente del imperialismo
norteamericano. Los inversionistas extranjeros comienzan a controlar la actividad
económica del país. Este dominio no sólo es total en lo económico –tanto la producción,
como el comercio del petróleo y sus derivados, sino también en el conjunto de niveles
de la vida social. De este modo Venezuela se transforma en El Dorado, no para
usufructo de los venezolanos, sino de compañías y personajes extranjeros. Esto
evidencia la incapacidad de las clases dirigentes del país para tomar ellas mismas la
dirección y gestión de la vida económica nacional.

A su turno, la producción petrolera repercute en la práctica política del país. Las ventas
petroleras y el aumento de los ingresos fiscales van elevando gigantescamente los
recursos financieros del Estado venezolano, que en lugar de utilizar semejantes
proventos en la transformación del país, los dilapida en gastos burocráticos y pequeñas
inversiones educacionales y sanitarias, sin ninguna proyección para el desarrollo
independiente del país. La obra administrativa del Estado venezolano no fue capaz de
solucionar los graves problemas económicos del agro venezolano, ni de la desocupación
masiva y el éxodo campesino a las ciudades, productos de las nuevas formas de vida
impuestas al país por la producción petrolera.

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