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Universidad de Chile

Facultad de Derecho
Departamento de Ciencias del Derecho

LA TEOLOGÍA POLÍTICA DE CARL SCHMITT: ATAQUE Y MÉTODO

Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales

EDSON DETTONI ANDRADE

Profesor guía:
Fernando Atria Lemaître

Santiago, Chile
2017
[Página dejada en blanco intencionalmente]

ii
Al Profesor

iii
AGRADECIMIENTOS

A todos los que participaron en las sesiones de lectura en la sala “AniBaVá”


desde el 2006 al 2013: su apasionado compromiso, para mí, fue decisivo.

A la comisión organizadora del IV Congreso Estudiantil de Teoría


Constitucional de la Universidad de Chile, que me permitió presentar las primeras
ideas este trabajo, el 16 de Octubre de 2013.

A la comisión organizadora de “¿Qué hacemos con Carl Schmitt? Jornadas de


filosofía jurídica, política y moral”, que me permitió profundizar sobre la justificación
del método schmittiano, el 23 de Noviembre de 2015.

A la profesora Carolina Bruna, por su ayuda bibliográfica y comentarios a esta


memoria.

A mi familia, amigos, y amores.

Al Jurista.

iv
“Nadie muere antes de cumplir su misión, pero hay quien la sobrevive.”

v
TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………….............1
CAPÍTULO I. EL ATAQUE TEOLÓGICO POLÍTICO DE CARL SCHMITT……….......3
1.1. Una pasión anti-schmittiana en el ámbito espiritual de la lucha política……….....3
1.2. El ataque al parlamentarismo y la democracia de masas……………………….....5
1.2.1. La crisis del parlamentarismo…………………………………………………….....6
1.2.2. Análisis teológico político de la situación de democracia de masas……….....10
1.2.3. Ambivalencia ante la democracia como forma política……………………….....16
1.2.4. La dictadura y el estado de excepción…………………………………………....24
1.3. El temor al “abismo” del método schmittiano…………………………………….....29
CAPÍTULO II. TRES CONCEPTOS DE TEOLOGÍA POLÍTICA……………………...31
2.1. El enigma de la teología política..………………………………………………..…..31
2.2. Teología política como sociología de los conceptos jurídico-políticos.................34
2.2.1. El sistema metafísico-teológico.........................................................................36
2.2.2. El sistema jurídico-político................................................................................40
2.2.3. Esquema de una teología política.....................................................................47
2.3. Teología política como una comprometida articulación de la existencia política y
religiosa.......................................................................................................................49
2.3.1. Toda teología política es polémica....................................................................50
2.3.2. La teología política y el concepto “total” de lo político......................................51
2.3.3. Sociología del concepto de lo político...............................................................54
2.4. Teología política como análisis o estudio histórico de articulaciones jurídico-
políticas.......................................................................................................................56
CONCLUSIONES.......................................................................................................60
BIBLIOGRAFÍA..........................................................................................................62

vi
ÍNDICE DE CUADROS

Figura 1. Esquema de una teología política................................................................49

vii
RESUMEN

Esta memoria tiene por objeto dar un paso decisivo en el estudio del método
de Carl Schmitt: la teología política como sociología de los conceptos jurídico-
políticos. Para ello, en el primer capítulo, se hace un estudio teológico político de su
ataque contra el parlamentarismo (sección 1.2.1.) y la democracia de masas (sección
1.2.2.), así como de su propuesta para solucionar la crisis mediante el estado de
excepción, decidido por el Presidente del Reich (sección 1.2.4.). En suma, se
explicita la estrategia y tácticas que usó en el ámbito espiritual de la lucha política,
usando su método como arma. En el segundo capítulo, se revisan tres conceptos de
teología política usados por Schmitt: (i) sociología de los conceptos jurídico-políticos
(sección 2.2.), (ii) comprometida articulación de la existencia política y religiosa
(sección 2.3.), y (iii) análisis o estudio histórico de articulaciones jurídico-políticas
(sección 2.4.). También, se revisan su “Teoría de la Constitución” (sección 2.2.2.) y
“El Concepto de lo Político” (secciones 2.3.2. y 2.3.3.). Todo lo anterior permite
concluir que el método schmittiano no es funcional a su propia convicción
antidemocrática, contrarrevolucionaria y pesimista; sino que sirve a cualquier
intelectual orgánico que quiera participar de la lucha de su época, especialmente
como jurista, político, o historiador.

viii
INTRODUCCIÓN

“Carl Schmitt fue el mejor jurista del siglo XX”. Fue la primera noticia que tuve
de su existencia, en una clase de introducción al derecho. En el transcurso de mi
carrera pude comprobar que esa afirmación no era exagerada, sino modesta. Su
obra me permitió conocer el derecho de manera autoconsciente, y, también,
encontrar un sistema sofisticado para hacer análisis de situación. En efecto, la
teología política como sociología de los conceptos jurídico-políticos, es un método
preciso de determinación conceptual, y, además, un arma secreta en el ámbito
espiritual de la lucha política. La magnitud de su autoridad subsiste por ambas
cuestiones.

Por eso, su estudio apasionado es una de las tareas más urgentes de la


ciencia jurídica. Aunque encuentra numerosos enemigos y dificultades: contra
Schmitt hay antipatías, infamias, tratamientos defectuosos, ausencia de
reconocimiento, y especulaciones sobre su obra sin material de prueba. Él mismo
expuso su método enigmáticamente. Pero a pesar de la agitación que ha despertado
su obra, aún no hay estudios que sistematicen sus aportes a la ciencia jurídica, ni
mucho menos una reconstrucción de su teología política. Peor aún, contra el Jurista
existe un temor que surge al suponer, desde una cómoda “prudencia”, que su
método debe ser funcional a su convicción antidemocrática, contrarrevolucionaria, y
pesimista; y que investigarlo podría ser aún peor. Es conocido el aforismo: “Quien
con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras
largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.” Este trabajo pretende
dar ese primer paso, esquematizando la teología política, tal como podría ser
explicada por el Jurista. De ese modo será posible, posteriormente, estudiar en
profundidad el método schmittiano, y así evaluar si realmente es un “abismo” del cual
es prudente apartar la mirada.

1
Reconstruir su teología política es como armar un rompecabezas incompleto,
por lo que es preciso dibujar las piezas que faltan. Solo así se pueden resolver
cuestiones que habitualmente son mal tratadas en la academia: en el primer capítulo,
se reconstruye (i) su ataque teológico-político contra el parlamentarismo y la
democracia de masas, así como (ii) su propuesta para solucionar la crisis mediante
el estado de excepción; en el segundo capítulo, se hace la necesaria (iii) distinción
de tres conceptos de teología política usados por Schmitt, y, a propósito de lo
anterior, se estudia (iv) su teoría de la constitución y (v) la sociología del concepto de
lo político. Por eso en esta memoria hay abundancia de citas y referencias a los
trabajos del Jurista. Ello permitirá a otros investigadores dispensar de las piezas que
he dibujado, y elaborar otras interpretaciones.

La convicción en la “regla de oro” y el ideal democrático, hacen que tenga


sentido la pasión y sea legítimo el compromiso por compartir aquellas “cosas ocultas
desde la fundación del mundo”. Tal es, para mí, la importancia de estudiar el método
schmittiano, y publicar los resultados de mi investigación. Y aunque pueda adolecer
de numerosas imperfecciones, sería faltar a la virtud permitir que la soberbia propia
de un estudiante de pregrado retarde aún más mi titulación. Conviene siempre
recordar una verdad que motiva al amor por la vida: “necio, esta misma noche
podrían venir a buscar tu alma.”

La Escupidera de Salty, septiembre de 2017.

2
CAPÍTULO I
EL ATAQUE TEOLÓGICO POLÍTICO DE CARL SCHMITT

1.1. Una pasión anti-schmittiana en el ámbito espiritual de la lucha


política.

1° Existe una pasión anti-schmittiana. De ella se nutre la lucha contra la


soberanía, la política comprometida y la ciencia jurídica metódica. No solo fanáticos
liberales, también académicos bien intencionados, han visto en Carl Schmitt a Hitler
o al instigador de la guerra.1 Desde 1945 la argumentación anti-schmittiana se volvió,
cada vez más, una propaganda vulgar.2 Sin embargo, el temor ante el poderío
intelectual del Jurista persiste en los más diversos niveles y grados. Puede
imaginarse por qué una academia “isificada” tiene todas las antipatías y temores
posibles contra la teología política: se trata de un arcano sistema que articula,
comprometido, la existencia política y religiosa. Esto debe estremecer su propio
sentido de la ciencia, escéptica y desvinculada.

La mayor parte de las veces, se escucha el reproche de que su obra no


consistió sino en un oportunismo sin límites.3 De hecho, su versatilidad es
asombrosa. El lector atento podrá comprobar las contradicciones y tratamientos
ambiguos que tiene respecto a la democracia. 4 En ocasiones parece declarar la crisis
de la República Weimar en su nombre, y en otras la vislumbra totalitaria o imposible.

1
Al resumir la biografía de Schmitt, la academia burguesa se esmera en señalar su actividad entre
1933 y 1936, como militante del NSDAP. Pretenden con ello desacreditar su obra intelectual y
predisponer al lector. Aquella infamia no es digna del cuerpo de este trabajo.
2
Vid. De Benoist, Alain. Una nueva campaña infamatoria contra Carl Schmitt. Empresas políticas, Nº.
4, 2004, pp. 47-62.
3
A modo de ejemplo, Vid. Lucas Verdú, Pablo. Carl Schmitt, intérprete singular y máximo debelador de
la cultura político-constitucional demoliberal. Revista de estudios políticos, Nº 64, 1989, p. 31; que
cita a Bendersky, Joseph W. Carl Schmitt. Theorist for the Reich. Princeton University Press, 1983.
pp. 198 ss., 204 ss., y a Schwab, Gustav. The Challenge of the exception. An Introduction to the
political Ideas of Carl Schmitt between, 1921-1936. Duncker und Humblot, Berlín, 1970, p. 204.
4
Vid. sección 1.2.3. El lector atento también podrá comprobar el homenaje de estos primeros
párrafos. Cfr. Schmitt, Carl. Catolicismo y forma política. Madrid, Tecnos, 2000. pp. 3-6.

3
Algo de ese oportunismo y ambivalencia puede explicarse fácilmente,
comparando a Schmitt con políticos e intelectuales de Iglesia católica o el marxismo-
leninismo. Todo intelectual orgánico que tenga un firme ideal puede, en la táctica de
la lucha conceptual, formar coaliciones con ideologías de diverso tipo. Bajo el punto
de vista de una convicción, todas las formas y posibilidades se convierten en simples
instrumentos para la realización de su ideal. Aún más, todo lo que parece
contradictorio, es solo consecuencia de una teología política apoyada en un método
implacable.

2° En efecto, Schmitt participó activamente en la lucha política de su época,


usando la teología política como arma. Él sabía que no se combate únicamente en
ámbito material, propio de los “poderes directos”; sino también en el ámbito espiritual,
propio de los “poderes indirectos”. Ahí jugó su rol, como pocos intelectuales
orgánicos lo han hecho. Esta noción bifronte de la lucha política proviene de Hobbes,
según su estudio:

“These illustrations represent the characteristic means of using authority and power to
wage secular-spiritual disputes. The political battle, with its inevitable and incessant friend-
enemy disputes that embrace every sphere of human activity, bring to the fore on both sides
specific weapons. The fortresses and cannons correspond to the contrivances and intellectual
methods of the other side, whose fighting ability is by no means inferior. […] The important
realization that ideas and distinctions are political weapons, in fact, specific weapons of
wielding “indirect” power, was this made evident on the first page of the book.” 5

5
Schmitt, Carl. The Leviathan in the State Theory of Tomas Hobbes. Meaning and Failure of a Political
Symbol. London, Greenwood Press, 1996. p. 18. El Jurista hace ahí una necesaria lectura de la
portada del libro, que podría complementarse así: el “Leviatán”, en la mano derecha sostiene una
espada, que simboliza el poder directo, material; mientras que en la mano izquierda sostiene un
báculo, que simboliza el poder indirecto, espiritual. Bajo cada brazo, enfrentados, se muestran las
instancias, símbolos, casos extremos, armas y métodos propios a cada poder. Bajo la espada: 1°
un castillo, 2° una corona, 3° un cañón (que parece simbolizar la declaración de guerra contra el
enemigo), 4° rifles, lanzas y banderas, y 5° una batalla. Bajo el báculo, le corresponden a los
anteriores: 1° una iglesia, 2° una mitra, 3° unos relámpagos (que parecen simbolizar el anatema
contra los herejes), 4° un silogismo, un dilema, y tres distinciones (espiritual-temporal, directo-
indirecto, y real-intensional), y 5° un concilio.

4
Pero a pesar de la agitación que ha despertado su obra, aún no hay estudios
que sistematicen sus aportes a la ciencia jurídica, ni mucho menos una
reconstrucción de su teología política. La desidia puede ser un factor humano del
temblor, pero una causa mucho más probable es el temor.

El temor que provoca Schmitt se explica, en parte, por el rol que jugó en la
República de Weimar: contribuyó como poder indirecto a la crisis que llevó a Hitler al
poder. Socavó el parlamentarismo “democrático” alemán, la “joya jurídica” del
liberalismo burgués. Esto explica una parte de la pasión anti-schmittiana. Revisar la
fortaleza de ese ataque teológico político mostrará la importancia de investigar su
método, la sociología de los conceptos jurídico-políticos.

1.2. El ataque al parlamentarismo y la democracia de masas.

Schmitt atacó directamente al parlamentarismo, e indirectamente a la


democracia de masas, especialmente en cuatro trabajos: “La Crisis Espiritual de la
Democracia Parlamentaria” de 1923 (incluyendo el prefacio a la edición de 1926,
“Sobre la Contradicción del Parlamentarismo y la Democracia”), “Teoría de la
Constitución” de 1928, “El Guardián de la Constitución” de 1931, y “Legalidad y
Legitimidad” de 1932. Situó su ataque en el ámbito espiritual, al declarar que el
parlamentarismo había perdido su fundamento:

“Las observaciones en el sentido de que el funcionamiento parlamentario de es un


mal menor, que es mejor que el bolchevismo y la dictadura, que surgirán consecuencias
imprevisibles en caso de abolirlo y que bajo el punto de vista “técnico-social” resulta bastante
práctico, son muy interesantes y, en parte, acertadas. Pero no suponen el fundamento
intelectual de una institución de determinada naturaleza. El parlamentarismo existe hoy como
método de gobierno y como sistema político. Al igual que todo lo que existe y funciona de
modo aceptable, es útil; nada más y nada menos.”6

6
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Situación histórico-intelectual del Parlamentarismo de hoy.
Madrid, Tecnos, 2002. p. 5. El jurista explicita la utilidad de su estudio así: “Hay que reiterar en este

5
1.2.1. La crisis del parlamentarismo.

Schmitt caracterizó al „parlamentarismo‟ como una forma aristocrática


legislativa.7 Su crisis tenía múltiples aspectos: 1° como “forma (o tipo) de estado” (o
también “sistema político”), 2° como forma de gobierno, y 3° por la consecuente
pérdida de sentido de sus conceptos jurídicos derivados.

1° La crisis del parlamentarismo como forma de estado era decisiva. El


parlamentarismo presuponía una situación, en que la élite gobernante tenía en
común la instrucción y la propiedad: una sustancia compartida que permitía una
“discusión pública” auténtica, que era el ideal del parlamentarismo, y lo legitimaba
como institución.8 Con la aparición del proletariado en el siglo XIX, como una
magnitud política con significación propia, había mutado la situación a una
„democracia de masas‟. 9 El proletariado no tenía ni la instrucción burguesa, ni la
propiedad de los medios de producción. Había emergido una nueva clase con
intereses propios y contrapuestos a los de las élites tradicionales, convirtiendo la
deliberación parlamentaria en una formalidad vacía. Desaparecida la realización de
la discusión pública, el parlamentarismo había perdido su legitimidad:

“La situación del parlamentarismo es hoy tan crítica porque la evolución de la

lugar que nuestro examen dirige su interés al fundamento cultural de las tendencia políticas y
filosóficas del Estado, a fin de comprender la situación actual del parlamentarismo y la fuerza de la
idea parlamentaria.” Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 83.
7
“Cuando predomina el pensamiento aristocrático u oligárquico de un dominio del Parlamento
aparece como sistema parlamentario en sentido estricto, en que la mayoría del cuerpo legislativo
tiene la dirección política y determina la línea directriz de la política.” Schmitt, Carl. Teoría de la
Constitución. Madrid, Alianza, 2009. p. 296. Vid. N. 124.
8
“La posición intermedia de la burguesía liberal se basa en dos distintos supuestos: la instrucción y la
propiedad. Ambos juntos hacen posible y sostienen el sistema parlamentario.” Schmitt, Carl. Teoría
de la Constitución. Op. Cit. pp. 299-300.
9
“La fe en el parlamentarismo, en gouvernment by discussion, es propia de las ideas del liberalismo.
No es propia de la democracia. Es preciso separar ambos, democracia y liberalismo, a fin de
comprender la heterogénea construcción que constituye la moderna democracia de masas. [/] […]
es propia de la democracia, en primer lugar, la homogeneidad, y, en segundo lugar –y en caso de
ser necesaria- la eliminación o destrucción de lo heterogéneo. […] Esta sustancia puede hallarse
en determinadas cualidades físicas o morales, por ejemplo en la virtud cívica de los ciudadanos,
[…] en la concordancia de sus convicciones religiosas […], en la homogeneidad nacional.” Schmitt,
Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp. 12-13.

6
moderna democracia de masas ha convertido la discusión pública que argumenta en una
formalidad vacía. […] Los partidos […] ya no se enfrentan entre ellos como opiniones que
discuten, sino como poderosos grupos de poder social o económico, calculando los mutuos
intereses y sus posibilidades de alcanzar el poder y llevando a cabo desde esta base fáctica
compromisos y coaliciones. Se gana a las masas mediante un aparato propagandístico cuyo
mayor efecto está basado en una apelación a las pasiones y a los intereses cercanos.”10

Algunos replicaban que la justificación o legitimidad del parlamentarismo no


estaba en la discusión pública, sino en la formación de una élite política con igualdad
de chance para gobernar. Obviamente, para Schmitt ese fundamento era implausible
por los intereses irreconciliables de los partidos: difícilmente favorecerían el interés
del estado, sino que negociarían y transarían en beneficio de sus propios intereses
de clase. Y también, por la fuerza de los hechos, dado que “[r]esulta ya muy dudoso
que el parlamento posea realmente la facultad de formar una élite política”: 11

“Pero lo que es aún peor o incluso demoledor: en algunos Estados, el


parlamentarismo ya ha llegado hasta el punto de que todos los asuntos públicos se han
convertido en objeto de botines y compromisos entre los partidos y sus seguidores, y la
política, lejos de ser el cometido de una élite, ha llegado a ser el negocio, por lo general
despreciado, de una, por lo general despreciada, clase.”12

2° La a crisis del parlamentarismo como forma de gobierno se refería a la


ingobernabilidad que tenía ese sistema, en la nueva situación de democracia de
masas. Dicha ingobernabilidad podía configurarse de diversas maneras:

a. La dificultad de formar mayorías de gobierno, dado el pluralismo de


intereses que integraba el estado.13

10
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 9.
11
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 6
12
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 7.
13
“La consecuencia es que, o resulta incapaz de lograr mayorías y de actuar, por razón de su
pluralismo inmanente, o que la mayoría que se constituye en un momento determinado utiliza
todas las posibilidades legales como instrumentos y medios de asegurar su poder, y aprovecha en
todos los aspectos la época de su dominio político, ante todo para limitar las posibilidades que
pudieran ofrecerse de hacer otro tanto al adversario más robusto y peligroso.” Schmitt, Carl. La

7
b. Aún si una mayoría lograba formar gobierno, se arriesgaba una “tiranía de
la mayoría”. Primero, porque el método mayoritario solo tiene sentido en
circunstancias de homogeneidad sustancial del pueblo.14 Segundo, porque
considerando la ideología de los sujetos políticos que disputaban el parlamento en
Weimar (marxistas-leninistas y nacional socialistas), no había garantía alguna de que
mantendrían la “igualdad de chance” para los demás. 15 Tercero, porque sería
realmente difícil detener a quienes pretendan pasar de la mayoría a la tiranía, dadas
las ventajas institucionales que entrega la posesión legal del poder. 16

c. Si la incapacidad de formar gobiernos genera una ingobernabilidad


sostenida, el poder se desplaza en secreto hacia otros sujetos, a quienes puede ser
irrelevante el bien del estado.17

defensa de la Constitución. Madrid, Tecnos, 1998. p. 152.


14
“El método de formación de la voluntad por la simple verificación de la mayoría tiene sentido y es
admisible cuando puede presuponerse la homogeneidad sustancial del todo el pueblo. […] Si se
suprime el presupuesto de la homogeneidad nacional indivisible, entonces el funcionalismo sin
objeto ni contenido, resultante de la verificación puramente aritmética de la mayoría, excluirá toda
neutralidad y toda objetividad: será tan solo el despotismo de una mayoría cuantitativamente mayor
o menor sobre la minoría vencida en el escrutinio y, por tanto, subyugada. […] Incluso dejará de
existir la aditividad aritmética, porque razonablemente solo puede sumarse lo homogéneo.”
Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Madrid, Aguilar, 1971. pp. 42-43.
15
“Porque, evidentemente, solo se puede mantener la igualdad de chance para aquel del que se está
seguro de que la mantendría para los demás; toda otra aplicación de un principio semejante no
solo equivaldría en la práctica a un suicidio, sino que significaría también un golpe contra el
principio mismo.” Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. p. 52.
16
“[…] la mera posesión del poder estatal produce una plusvalía política adicional, que viene a
añadirse al poder puramente legal y normativista, una prima superlegal a la posesión legal del
poder legal y al logro de la mayoría. [/] En tiempos tranquilos y normales, esta prima política es
relativamente calculable, pero en una situación anormal es completamente incalculable e
imprevisible. Siempre es de tres clases. En primer lugar, surge el empleo y aplicación de conceptos
indeterminados y discrecionales […]. En segundo lugar, […] la presunción de legalidad […]. En
tercer lugar, finalmente, sus ordenanzas también son ejecutables inmediatamente […]. Tal como
están hoy las cosas, no podría exigirse, por ejemplo, al pueblo alemán que, por el chance de ganar
un proceso jurídico internacional en cuestiones de política exterior de importancia vital para él,
firmara su sentencia de muerte.” Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad Op. Cit. pp. 49-51.
17
“Cuando, por añadidura, los organismos e instancias previstos en la Constitución no son capaces de
realizar una unidad política homogénea, resulta absolutamente inevitable que la sustancia política
se traslade a otros puntos cualesquiera del sistema social o político. Otros poderes, sean legales o
apócrifos, asumen voluntariamente o forzados por la necesidad, con plena convicción o en forma
semiconsciente, el papel del Estado, y gobiernan, por decirlo así, por debajo de la mano.” Schmitt,
Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. pp. 167-168.

8
d. Los salvatajes institucionales que se proponían carecían de fundamento
democrático y tenían efectos perjudiciales para el estado de derecho. Por ejemplo,
los tribunales constitucionales, al decidir la interpretación auténtica de una ley,
adquirían la función de legislador, pero sin legitimación democrática;18 y con ello, se
derrumba la configuración institucional del estado de derecho: sin distinción clara
entre ley y sentencia judicial, se hace improbable la independencia judicial (de la
política, por decidir como legislador).19 Su consecuencia entonces no sería la
judicialización de la política, sino la politización de la jurisdicción.20 Además, la
vigencia simultánea de dos organismos de dirección política sirve para la elusión de
la responsabilidad política.21 Otro ejemplo es la adopción de garantías en la
constitución: derivan de las dificultades de lograr la mayoría legislativa, que tiene
como consecuencia la desconfianza en esta cuando se obtiene. Por ello se
resguardan ciertos intereses en la constitución, aprovechando su reforma dificultada,
de modo que no puedan ser afectados por la simple mayoría.22 Su vigencia establece
una constitución de un tipo diferente, en la que se reconoce a ciertos grupos su

18
“Toda instancia que pone fuera de duda y resuelve auténticamente el contenido dudoso de una ley,
realiza, de manera efectiva, una misión de legislador. Y si resuelve de modo indudable el contenido
dudoso de una ley formulada en la Constitución procede como legislador constitucional. [/] La
razón última, teórico-jurídica de esa alternativa que siempre se repite, estriba en lo siguiente: en
toda decisión, incluso en la de un Tribunal que en forma procesal realiza subsunciones de tipo
concreto, existe un elemento de pura decisión que no puede ser derivado del contenido de la
norma. Yo he propuesto para dicho elemento la denominación de decisionismo.”. Schmitt, Carl. La
defensa de la Constitución. Op. Cit. pp. 89-90.
19
“Para resolver esa cuestión constitucional fundamentalmente teórica precisa repetir ahora que no
existe Estado cívico de Derecho sin independencia del poder judicial, ni Justicia independiente sin
sujeción concreta a una ley, ni sujeción concreta a la ley sin una diferenciación real entre la ley y la
sentencia judicial. […] cabe otorgar al juez una cierta libertad, pero no es posible transferirle la
decisión en materia política, que es propia del legislador, sin alterar su posición constitucional.”
Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. pp. 77-78.
20
“Lo más cómodo es concebir la resolución judicial de todas las cuestiones políticas como el ideal
dentro de un Estado de Derecho, olvidando que con la expansión de la Justicia a una materia que
acaso no es ya justiciable sólo perjuicios pueden derivarse para el poder judicial. Como
frecuentemente he tenido ocasión de advertir tanto para el Derecho constitucional como para el
Derecho de gentes, la consecuencia no sería una judicialización de la Política, sino una
politiquización de la Justicia.” Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 57.
21
Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 36. Por eso, Schmitt caracteriza al tribunal
constitucional como un “eforato”.
22
“Las dificultades impuestas para lograr la mayoría se dirigen contra la momentaneidad y la
instantaneidad que tiene la mayoría simple. En el caso de las garantías establecidas por leyes-
constitucionales, objeto de nuestra consideración, se trata de proteger determinados intereses de
contenido material y determinados bienes, negando en su favor el funcionalismo y la neutralidad
axiológica, pero sin introducir la nueva clase de funcionalismo de las mayorías calificadas.” Schmitt,
Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. p. 80.

9
exención de la política democrática.23

3° La crisis del parlamentarismo como forma de estado y como forma de


gobierno, conlleva la pérdida de sentido de sus conceptos jurídicos derivados:
representación del parlamento, publicidad de la deliberación, inmunidades
parlamentarias, legislación indelegable (tanto a otros órganos como a diputados
sustitutos), independencia, incompatibilidades, forma de representación, etc.24 La
crisis del concepto de representación parlamentaria es, especialmente, transparente
al origen del problema:

“La lógica del principio democrático se hizo irrebatible y logró, en el curso del siglo
XIX, al menos para la Cámara baja, una extensión del sufragio universal y la supresión del
sufragio censitario. El Parlamento cesó de ser representante de una determinada instrucción.
Se convirtió, en parte, en comisión de intereses; en parte, en medio de expresión de la
opinión pública, cayendo así en una dependencia funcional respecto de sus electores.” 25

1.2.2. Análisis teológico político de la situación de democracia de


masas.

1° Semejante ataque representa para liberales y demócratas, como mínimo,


un desafío. Sin perjuicio de lo anterior, es necesario preguntarse por qué el Jurista,
en vez de usar su energía intelectual para encontrar soluciones a la crisis, prefirió
atacar directamente al parlamentarismo. La respuesta radica en que, para Schmitt, la
continuidad del curso democrático del parlamentarismo tendría como consecuencia

23
“Tan pronto como penetra decisivamente en la Constitución el punto de vista basado en la
existencia de determinados intereses y derecho que, por razón de su contenido, merecen y
necesitan ser protegidos, no solo se modifica el principio democrático, sino que se instaura una
Constitución de una especie totalmente diferente. Con ello se expresa una desconfianza
antidemocrática en la mayoría simple, o bien se excluyen de la democracia ciertos objetos,
personas o grupos de personas protegidos, a los que se exime y se favorece frente a la mayoría,
como comunidades especiales más o menos exclusivas.” Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad.
Op. Cit. pp. 64-65.
24
Para una revisión de esos conceptos jurídicos derivados de modo sistemático, Vid. “Consecuencias
del pensamiento fundamental del sistema parlamentario.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución.
Op. Cit. pp. 304-306.
25
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 301.

10
una situación anárquica, que arriesgaría la soberanía alemana. Era una “neutralidad
suicida” frente a otras potencias y fuerzas que actuaban dentro y fuera del
parlamento.26 El análisis de Schmitt, como siempre, encuentra su justificación en un
método sistemático hasta lo metafísico y lo teológico. Según su análisis, el origen del
peligro está en el avance de las ideas panteístas y dualistas de una metafísica
inmanente, que justifican a los sujetos políticos democráticos y revolucionarios, como
el proletariado organizado: esa era la nueva situación de la democracia de masas. 27

Pero los presupuestos democráticos, especialmente la homogeneidad, no se


verificaban ni se verificarían en la República de Weimar. De ello se proyecta una
atomización. En lo político se desarrolla un pluralismo con resultados anárquicos, y
en lo teológico deviene un politeísmo con resultados ateos.28 Schmitt resume esta
proyección así:

“La gran línea evolutiva sin duda apunta a la desaparición de todas las ideas de
trascendencia entre la gran mayoría de los intelectuales, haciéndose evidente en ellos un
panteísmo de la inmanencia más o menos claro, o bien una indiferencia positivista frente a
cualquier metafísica. En la medida en que la filosofía de la inmanencia, cuya estructura
sistemática más brillante se encuentra en la filosofía de Hegel, conserva el concepto de Dios,
lo integra al mundo y deriva el derecho y el Estado de la inmanencia de lo objetivo. Entre los
radicales más extremos se impuso un ateísmo consecuente. Los hegelianos alemanes de

26
Sobre la expresión “neutralidad suicida”, usada por Schmitt en 1933, Vid. Schmitt, Carl. State,
Movement, People. The Triadic Structure of the Political Unity. Corvallis OR, Plutach Press, 2001.
p. 4.
27
“Todas las identidades incluidas en la doctrina política y jurídico-estatal del siglo XIX descansan en
tales ideas de inmanencia: la tesis democrática de la identidad de los gobernantes con los
gobernados, la teoría orgánica del Estado y su identidad entre Estado y soberanía, la teoría
jurídico-estatal de Krabbe y su identidad entre soberanía y orden jurídico, así como por último la
teoría de Kelsen de la identidad entre Estado y orden jurídico.” Schmitt, Carl. Teología Política [I]:
cuatro capítulos sobre la teoría de la soberanía. En: Orestes A., Héctor (ed.). Carl Schmitt, Teólogo
de la Política. México, Fondo de Cultura Económica, 2004. p. 51.
28
“La teoría del mito es la más poderosa prueba de que el racionalismo relativo de las ideas
parlamentarias ha perdido su vigencia. Cuando los autores anarquistas descubrieron, gracias a su
animadversión hacia la autoridad y la unidad, la importancia de lo mítico, estaban contribuyendo,
sin querer, a sentar una nueva base para una nueva autoridad, un nuevo sentimiento por el orden,
la disciplina y la jerarquía. El peligro cultural de tales irracionalidades es grande. Los últimos
sentimientos de solidaridad aún existentes podrán ser anulados por el pluralismo de un inmenso
número de mitos. De cara a la teología política esto supone un politeísmo, igual que todo mito es
politeísta.” Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 96.

11
izquierda cobraron la conciencia más clara de esta conexión. Exigieron que la humanidad
sustituyera a Dios de forma tan categórica como Proudhon. Marx y Engels nunca pasaron
por alto que esta idea de una humanidad que cobra conciencia de sí misma tenía que
desembocar en la libertad anarquista. Una afirmación del joven Engels de los años 1842-
1844 (Schriften aus der Früzeit, editado por G. Mayer, 1920, p. 281) es de enorme
importancia precisamente debido a su intuitivo carácter juvenil: “La esencia tanto del Estado
como de la religión es el temor de la humanidad a sí misma.”” 29

2° En lo político, las ideas democráticas y revolucionarias tenían


consecuencias precisas. En cuanto a la forma de la unidad política, la consecuencia
radical de la identidad democrática implica rechazar toda representación. 30 Porque
“[...] el pueblo no puede ser representado, según sostuvo Rousseau con razón. El
pueblo, o bien está presente por completo, o no lo está; en cuyo caso, lo
representado no será el pueblo, sino la unidad política como un todo.” 31 La
representación, como forma en la que puede actuar la unidad política, establece una
desigualdad entre gobernantes y gobernados, incompatible con la democracia de
masas:

“Definición de Democracia. Democracia (tanto en cuanto forma política como en


cuanto forma del Gobierno o de la Legislación) es identidad de los dominadores y
dominados, de gobernantes y gobernados, de los que mandan y los que obedecen.
1. Esta definición resulta de la sustancial igualdad, que es el supuesto esencial de la
Democracia. Excluye que la distinción dentro del Estado democrático de dominantes y
dominados […] exprese o produzca una diferencia cualitativa.”32

29
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 52.
30
“Solo cuando el pueblo hace su aparición como una masa inmediata y desorganizada que rechaza
una representación, tomó existencia el nuevo radicalismo. Simultáneamente aparece en Rousseau
una segunda rama del nuevo radicalismo, consistente en que se radicaliza el concepto del
mandato que el gobierno recibe del pueblo y el gobierno se convierte en un comisario discrecional
y revocable del pueblo, completamente sometido al arbitrio de su comitente.” Schmitt, Carl. La
Dictadura. En: Schmitt, Carl. Ensayos sobre la Dictadura 1916-1932. Madrid, Tecnos, 2013. pp. 94-
95. Este rechazo es más intenso en Proudhom y Bakunin. Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo.
Op. Cit. p. 85
31
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 256.
32
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 230. Esta definición parece provenir de
Pufendorf: “También la teoría del Estado del Contrat social contiene la prueba de que la
democracia es acertadamente definida como identidad entre gobernantes y gobernados. […] Dado
que expone una interesante consecuencia relativa al derecho público, hoy especialmente actual,

12
Por eso, toda decisión corresponde al pueblo. Toda decisión que no pueda ser
ratificada o rechazada por el pueblo es nula, y ni siquiera puede llamarse ley. Si no
es su decisión, entonces es otro sujeto quien decide, habitualmente una
aristocracia.33 Este rechazo a la representación presupone que el pueblo subsiste
idéntico a la unidad política. Por tanto, es capaz de acción inmediata; lo que solo es
posible por la homogeneidad de los miembros del pueblo, constituida por una
sustancia política compartida, que los hace iguales. Pero si la homogeneidad
democrática no se verifica o no es posible, entonces el pueblo no es capaz de actuar,
de ser una unidad política. Sobre estos dos modos de actuación política o gobierno,
la identidad y la representación, Schmitt dice:

“Pero el pueblo puede alcanzar y mantener de dos modos distintos la situación de la


unidad política. Puede ser capaz de actuación política, ya en su realidad inmediata -por
virtud de una homogeneidad fuerte y consciente a consecuencia de firmes fronteras
naturales, o por cualesquiera otras razones-, y entonces es una unidad política como
magnitud real -actual en su identidad inmediata- consigo misma. Este principio de la
identidad del pueblo, existente en un momento dado, consigo mismo, como unidad política,
se basa en que no hay ningún Estado sin pueblo, y, por ello, un pueblo ha de estar siempre
realmente presente como magnitud efectiva. El principio contrapuesto parte de la idea de
que la unidad política del pueblo como tal nunca puede hallarse presente en identidad real, y
por ello tiene que estar siempre representada personalmente por hombres.”34

Schmitt creía, en cambio, que la homogeneidad solo se verifica de manera


problemática. En lo político, era problemática por el enemigo: la posibilidad real de la
guerra.35 Entonces, si no hay homogeneidad en el pueblo, el rechazo a la
representación hace probable un vacío de gobierno; y el pluralismo del parlamento

citaremos aquí una expresión de Pufendorf (De jure Naturae et Gentium, 1672; t. VII, cap. VI, art.
8): en la democracia, donde el que ordena y el que obedece es el mismo, el soberano, es decir, la
asamblea constituida por todos los ciudadanos, puede cambiar leyes o Constitución a voluntad;”
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp.19-20
33
Esto es, obviamente, un parafraseo a “El Contrato Social” de J. J. Rousseau (Libro Tercero, Cap.
XV).
34
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 205.
35
Vid. sección: 2.3.2. La teología política y el concepto “total” de lo político.

13
deviene en anarquía.

En cuanto al modo de la unidad política, Schmitt no analiza las consecuencias


de las ideas revolucionarias. Salvo que la unidad política estaba amenazada,
también, por la estructura dualista de las ideas de la época, con sus respectivas
contraposiciones: estado/sociedad y gobierno/nación.36 Ese dualismo se
manifestaba, también, en la estructura de la forma política de la constitución de
Weimar: federación/estados-miembros.37 Solo respecto a esta última contraposición,
señala que la homogeneidad también es un presupuesto necesario, para excluir la
posibilidad de “el caso de conflicto existencial decisivo [...] entre Federación y
Estados-miembros”38

En consecuencia, si se rechaza la representación por el avance de las ideas


democráticas, pero el pueblo no tiene homogeneidad, no hay posibilidad de que el
pueblo fuera capaz de actuar de manera inmediata. Aún peor, las instituciones
parlamentarias suponen la homogeneidad de la élite gobernante (que comparte la
instrucción y la propiedad); pero si no hay homogeneidad en el parlamento, el efecto
de esa institución solo servirá para la expresión política de la diversidad social
inmediata. Surge así, la pluralidad de intereses facciosos e irreconciliables de los
sujetos políticos. La democracia no es posible, y solo resulta en un pluralismo
anárquico, dada su incapacidad de actuar, de gobernar.

3° En lo teológico, Schmitt no refuta el panteísmo explícitamente. Sin


embargo, puede reconstruirse de lo que el Jurista señaló respecto a la democracia,
mediante analogías sistemáticas. En cuanto a lo epistemológico (y sus presupuestos

36
Por supuesto, la homogeneidad democrática tiende a disolver el dualismo: “Sin embargo su criterio
fue cambiando radicalmente en la misma medida en que desaparecía la antítesis de aquella
estructura dualista de Estado y Sociedad, Gobierno y Nación […]. El estado se convierte en
“autoorganización de la Sociedad.” Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 135.
37
“La esencia de la Federación estriba en un dualismo de la existencia política, en una vinculación de
coexistencia federal y unidad política, de una parte, con una pluralidad que subsiste, un pluralismo
de unidades políticas particulares, de otra parte. Una tal situación de equilibrio difícil ha de conducir
a muchos conflictos, que necesitan ser resueltos.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit.
p. 353.
38
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp. 358-359.

14
ontológicos), la consecuencia radical de la inmanencia panteísta implica rechazar
toda trascendencia. Porque la divinidad no puede ser trascendente: o bien está
presente por completo en la unidad de la naturaleza, o no lo está. La trascendencia
establece una diferencia entre el creador y sus creaturas incompatible con el
panteísmo. El rechazo a la trascendencia presupone que la realidad (o sustancia) de
la divinidad es inmanente a la unidad de la naturaleza (dado que es omnipresente).
Estas ideas llevan al „ocasionalismo‟, en el que cada ejercicio de agencia auténtica
es ocasión de la manifestación de la realidad (o sustancia) divina, que es compartida
por las creaturas. Pero si tal realidad en las creaturas no se verifica o no es posible,
entonces la divinidad no es inmanente a la unidad de la naturaleza.

Lo existencial estaba amenazado, también, por la estructura de las teorías de


la historia de la época. Era el dualismo gnóstico, con sus respectivas
contraposiciones: naturaleza/progreso y orgánico/mecánico.39 Schmitt clarificó: “El
problema estructural central del dualismo gnóstico de dios creador y dios redentor
domina no sólo toda religión de redención, sino que está dado inmanentemente en
todo el mundo necesitado de cambios y renovación.” 40 En particular, la doctrina
revolucionaria de la organización proletaria, afirma que solo ella es realidad divina
consciente; lo que le permite acceso inmediato a la “verdad histórica”, quedando
autorizada al uso de la violencia.41 Una vez más, para que la humanidad pudiera
buscar el bien en la historia con su propia agencia, las creaturas deben ser parte de
la misma realidad (o sustancia) de la divinidad. Pero si la agencia de las creaturas no
es parte de esa realidad divina, o no es posible que lo sea, la humanidad no es
capaz de buscar por sí misma el bien en su historia de modo inmediato.

39
“Un dualismo radical domina realmente todos los sectores de la época actual […]. Hoy la naturaleza
aparece como el polo opuesto al mundo mecánico de las grandes ciudades […].” Schmitt, Carl.
Catolicismo y forma política. Op. Cit. p. 12. “La fantasía de los modernos habitantes de las grandes
ciudades está repleta hasta el último átomo de representaciones técnicas e industriales y las
proyecta en lo cósmico o en lo metafísico. Para esta ingenua mitología mecanicista y matemática,
el mundo se transforma en una gigantesca máquina dínamo.” Schmitt, Carl. Catolicismo y forma
política. Op. Cit. Madrid, Tecnos, 2000. p. 16.
40
Schmitt, Carl. Teología Política II. La Leyenda de la Liquidación de toda Teología Política. En:
Schmitt, Carl. Teología Política. Madrid, Trotta, 2009. p. 130.
41
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp. 67-82.

15
En cambio, Schmitt creía que la realidad divina solo se manifiesta de manera
problemática, en la agencia de las creaturas. En lo teológico, es problemática por el
mal: la posibilidad real del demonio.42 Entonces, si la realidad divina no está presente
de manera inmediata, el rechazo a la trascendencia hace probable un vacío
existencial; y la organización revolucionaria solo servirá para el desarrollo de una
técnica cuyos fines carecen de justificación.43 Por eso, Schmitt advertía:

“El gran empresario no tiene un ideal distinto al de Lenin, esto es una “tierra
electrificada”. Ambos sólo disputan realmente acerca del mejor método de electrificación. Los
financieros americanos y los bolcheviques rusos se encuentran juntos en la lucha por un
pensamiento económico, es decir, en la lucha contra los políticos y los juristas.” 44

En consecuencia, si se rechaza la trascendencia por el avance de las ideas


panteístas, pero la realidad de la divinidad no es inmanente a la unidad de la
naturaleza, las creaturas no son capaces de buscar el bien en la historia de modo
inmediato. Surge así una pluralidad de mitos facciosos e irreconciliables. El
panteísmo no es posible, y solo resulta en un politeísmo ateo.

1.2.3. Ambivalencia ante la democracia como forma política.

1° Según el análisis teológico político del Jurista, Alemania arriesgaba su


soberanía. Los pueblos sin unidad política o que fingen tenerla (por ejemplo, que
suponen la homogeneidad democrática donde no la hay), sucumben ante otros que
sí están dispuestos al esfuerzo organizativo e intelectual que eso requiere, explícita o
implícitamente. Así pierden su soberanía:

“El peligro de una aplicación radical del principio de la identidad estriba en que ha de
42
Vid. sección 2.3.3.
43
“La técnica moderna se convierte fácilmente en servidora de cualesquiera necesidades. En la
economía moderna, a una producción externa racionalizada se corresponde un consumo
totalmente irracional. […] se llama “racional” a un mecanismo de producción que se halla al servicio
de la satisfacción de cualesquiera necesidades materiales, sin que se pregunte por la única
racionalidad esencial, la de los fines, que es para los que se dispone el supremo mecanismo
racional.” Schmitt, Carl. Catolicismo y forma política. Op. Cit. pp. 18-19.
44
Schmitt, Carl. Catolicismo y forma política. Op. Cit. p. 16.

16
fingirse el supuesto esencial, la sustancial homogeneidad del pueblo. El máximo de identidad
no se da, pues, realmente, pero sí el mínimo de gobierno. La consecuencia es que un pueblo
vuelve a caer, desde la situación de existencia política, en la situación infrapolítica, llevando
una existencia simplemente cultural, o económica, o vegetetativa, y sirviendo a un pueblo
ajeno políticamente activo.”45

Por tanto, para Schmitt era necesario luchar contra los sujetos revolucionarios
y democráticos. Lo hizo como el jurista que era. Sin embargo, enfrentar al
anarquismo y el ateísmo directamente había sido el error de Donoso Cortés. 46 En
cambio, Schmitt decidió combatir indirectamente. Por eso, desbarató al
parlamentarismo, que permitía el avance de las ideas democráticas y la expresión
política de los sujetos revolucionarios. Al mismo tiempo, mantuvo una cierta
ambivalencia frente a la democracia como forma de la unidad política, independiente
de su rechazo tajante a la democracia de masas.

2° Por una parte, expuso las dificultades de la democracia como forma de la


unidad política; tanto en su presupuesto concreto, sus conceptos derivados e
instituciones, y, finalmente, al destino de su realización práctica.

a. En cuanto al presupuesto de la democracia, es decir, la homogeneidad del


pueblo constituida por una sustancia compartida, señaló que ella nunca se verifica en
los hechos. Porque “[l]os diversos pueblos o grupos sociales y económicos
organizados “democráticamente” sólo poseen el mismo sujeto “pueblo” en una forma

45
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 214. Hoy muchos estados pretenden ser
soberanos, pero viven a la sombra del equilibrio atómico: “Así, pues, al estadio dualista sigue ahora
una fase pluralista. Sería equivocado considerarlo simplemente como un aumento del dualismo, e
ignorar la transformación profunda de la estructura del espacio, que afecta incluso a la misma idea
del espacio. La superficie de la tierra nos ofrece hoy la imagen de una multitud de más de cien
Estados que pretenden ser soberanos. Todos viven a la sombra del equilibrio atómico de las dos
potencias mundiales.” Schmitt, Carl. El Orden del Mundo después de la Segunda Guerra Mundial.
Revista de estudios políticos, Nº 122, 1962, p. 31.
46
“We can see now that Donoso‟s battle against Proudhon was fought on the wrong front, that the
actual leader and arch-heretic of atheistic socialism was Karl Marx. Marx is the real cleric of
economic thought, whereas, in retrospect, Proudhon appears to be more of a moralist, who stands
fully in the Latin tradition, and whose intellectual energy stems from a moral indignation against the
capitalist destruction of the family.” Schmitt, Carl. The Unknown Donoso Cortés. Telos Fall 2002 vol.
2002 no. 125, pp. 83-84.

17
abstracta. In concreto, las masas son sociológica y psicológicamente
heterogéneas.”47 Pero más importante, porque aunque exista la posibilidad de una
sustancia compartida, nunca podría darse de modo inmediato, sino siempre de un
modo problemático. Como se dijo anteriormente, por el enemigo: la posibilidad real
de la guerra. Por ello, todas las identidades derivadas del supuesto de esa
homogeneidad, no son identidades reales, sino meras identificaciones:

“No obstante, esto no modifica en nada la idea fundamental de que, de una forma
lógica, todos los argumentos democráticos se basan en una serie de identidades. Forman
parte de esta serie: identidad entre gobernantes y gobernados, dominadores y dominados,
identidad entre pueblo y su representación en el parlamento, identidad entre Estado y pueblo
que vota, identidad entre Estado y ley y, finalmente, identidad entre lo cuantitativo (mayoría
numérica o unanimidad) y lo cualitativo (lo justo de la ley).
Pero estas identidades no son una realidad palpable, sino que, meramente, se basan en el
reconocimiento de tal identidad. Ni jurídica, ni política ni sociológicamente se trata de
igualdades reales, sino de identificaciones. La ampliación del derecho de voto, el
acortamiento de los períodos electorales y la introducción y extensión del plebiscito, en
pocas palabras, todo aquello que se ha venido denominado como tendencia e instituciones
de la democracia directa y que, según ya lo indicamos arriba, está dominado por el ideal de
la identidad, es consecuentemente, democrático, pero no puede conseguir nunca, una
identidad absoluta y directa, in realitate presente. Siempre subsiste una distancia entre la
igualdad real y la identificación.”48

b. De ello surgen una serie de complicaciones adicionales, en relación a los


conceptos derivados de la democracia:49 que el pueblo puede ser engañado, que los
sujetos democráticos pierdan poder con la ampliación del voto (por sus resultados
típicamente reaccionarios), que se considere que es una minoría la que estará en
posesión de la “voluntad verdadera” del pueblo, que exista la posibilidad de la
eliminación democrática de la democracia, o que la aplicación de reformas

47
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 32.
48
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. p. 34.
49
Para una revisión sistemática de los conceptos derivados de la democracia, Vid. Schmitt, Carl.
Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp. 246-273.

18
democratizadoras contribuyan a la generación de nueva aristocracia, etc. 50 De modo
crítico, son improbables las pretensiones de importantes instituciones democráticas,
como la jurisdicción y la legislación.51 La dificultad del concepto de jurisdicción
(justicia) democrática es, especialmente, transparente al origen del problema:

“En la democracia ideal de Rousseau, identidad y homogeneidad del pueblo son tan
grandes que también juez y parte quieren la misma cosa; Contrat social, libro II. Capítulo IV,
sec. 7.a: La volonté générale es el interés común; de aquí surge una “maravillosa
coincidencia” de interés y justicia, como no puede surgir la discusión de intereses privados y
particulares. El interés común y la utilidad común, por el contrario, hace “idéntica la norma
del juez con la de la parte”. Este pasaje es un bello ejemplo de que en la Democracia todas
las distinciones y dificultades desaparecen con la identidad y homogeneidad general. Pero,
al mismo tiempo, es también claro que resulta imposible una identidad y homogeneidad
absolutas, y la construcción de Rousseau discurre en un círculo tautológico. Porque en una
identidad absoluta de todos con todos, y de la utilidad con la justicia, no hace falta ya nunca
seguir procesos. Si todos quieren lo mismo, desaparece, no sólo con la distinción entre juez
y parte (de que Rousseau habla), sino también de la distinción entre las partes, entre
demandante y demandado. Esta diversidad también se hace idéntica, y el problema de la
justicia está resuelto por cuanto que ya no hay más procesos.” 52

c. En cuanto a la política democrática, Schmitt anticipa su destino: la dictadura


soberana. Las dificultades de su realización presente, llevan a la conclusión de que
solo un pueblo homogéneo puede actuar democráticamente. Por tanto, el pueblo
debe ser “educado” antes, para constituir la sustancia compartida que le dará
homogeneidad inmediata. El proceso deberá conducirlo aquella minoría consciente,
mediante una dictadura educativa, típica del pensamiento jacobino:

“La consecuencia de esta doctrina de la educación es la dictadura, la suspensión de

50
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp. 34-36.
51
“Por tanto, el ciudadano nunca da su aprobación a un contenido concreto, sino que la otorga in
abstracto al resultado, a la voluntad general reflejada en la votación, y sólo vota para facilitar el
cálculo de los votos, a partir del cual se reconoce la voluntad general.” Schmitt, Carl. Sobre el
Parlamentarismo. Op. Cit. p. 33.
52
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 266.

19
la democracia en nombre de la democracia verdadera que hay que crear. Esto disuelve a
nivel teórico, la democracia; pero es importante prestar atención a este fenómeno, ya que
demuestra que la dictadura no es lo contrario a la democracia.”53

3° Pero, por otra parte, si la democracia tenía tantas complicaciones, ¿por qué
Schmitt escribió una teoría del poder constituyente democrático, en su “Teoría de la
Constitución”, de 1928?

a. Una explicación es que había llegado su momento de escribir un “sistema”


de ciencia jurídica. Pero ya no tenía sentido hacerlo desde el “estado”, porque este
había perdido el monopolio de la decisión política. Tal situación fue formulada con
claridad en “El Concepto de lo Político”, de 1927,54 aunque también en otros trabajos:

“En el liberalismo del siglo XIX se podía mantener la ficción de separaciones “puras” y
“limpias” entre religión y política. La religión era o asunto de la Iglesia o asunto privado. La
política era asunto del Estado. Ambas fueron distinguibles, pese a las continuas disputas
sobre las competencias, mientras las organizaciones y las instancias pudieron aparecer y
actuar en la vida pública como unas magnitudes visiblemente indiferentes, determinables
terrenalmente. Mientras esto fue así, se pudo definir la religión desde la Iglesia y la política
desde el Estado. Pero llegó el momento del cambio, y la fachada conceptual heredada se
desmoronó cuando el estado perdió el monopolio de lo político y otras magnitudes políticas
que luchaban con eficacia le disputaron este monopolio, sobre todo cuando una clase
revolucionaria (el proletariado industrial) se convirtió en un nuevo sujeto efectivo de lo
político.”55

Y para Schmitt, lo jurídico culmina en lo político.56 Por ello, lo político opera


como presupuesto de todos los conceptos jurídicos. Así, para formular un tratado
sistemático de ciencia jurídica, era necesario determinar un concepto de lo político

53
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit, p. 36.
54
Vid. N. 161.
55
Schmitt, Carl. Teología Política II. Op. Cit. p. 70. La frase “la fachada conceptual heredada” se
refiere a la doctrina de los “dos Reinos” de San Agustín, que justificaba que hubieran instancias
diferenciadas para la decisión de lo político (el estado) y lo teológico (la iglesia).
56
Vid. N. 134.

20
que se adecuara a esta nueva situación: “Se trata, en otras palabras, de establecer
un marco para determinadas cuestiones de la ciencia jurídica con el fin de poner
orden en una temática confusa y hallar así una tópica de sus conceptos.” 57 De su
razonamiento se concluye que:

“El criterio de lo político todavía no puede ser una nueva sustancia, una nueva
“materia” o un nuevo ámbito objetivo autónomo. El único criterio que todavía se puede
defender científicamente hoy es el grado de intensidad de una asociación o una disociación,
es decir: la distinción entre amigo y enemigo.”58

En consecuencia, era necesario encontrar un concepto jurídico, que permitiera


expresar esta nueva situación, de potencial ubicuidad de lo político: “Todo
enfrentamiento religioso, moral, económico, étnico o de otro tipo se transforma en un
enfrentamiento político si es lo bastante fuerte como para reagrupar efectivamente a
los hombres en amigos y enemigos.”59 Debía ser un concepto que permita a
cualquier sujeto, desde cualquier ámbito, reclamar la decisión política: tal es el
concepto de poder constituyente.60

b. Otra explicación es más ambiciosa y especulativa, aunque complementaria


a la anterior. Puede pensarse que Schmitt, al anticipar que no se suprimiría el
sistema parlamentario, dio un paso adicional en el ámbito intelectual, para intensificar
la crisis y adelantar el caso extremo: no sólo socavó al parlamentarismo, sino que,
además, teorizó la democracia de forma deficiente.

Comenzó comprendiendo al parlamentarismo y exponiendo su crisis; al hacer


transparente sus presupuestos y mostrando que estos no se verificaban, con la
consecuente desaparición de su ideal de discusión pública. Tal ejercicio dejaba al
Parlamentarismo en condiciones de ser superado, incluso conforme a las teorías de
57
Schmitt, Carl. Prólogo a edición de 1932 de “El concepto de lo político”. En: Schmitt, Carl. El
Concepto de lo Político. Madrid, Alianza, 2009. p. 39.
58
Schmitt, Carl. Teología Política II. Op. Cit. p. 71.
59
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. En: Orestes A., Héctor (ed.). Carl Schmitt, Teólogo de la
Política. México, Fondo de Cultura Económica, 2004. p. 186.
60
Vid. N. 126 y N. 129.

21
la historia de la época:

“Así pues, la certeza científica del marxismo sólo se ofrece al proletariado de forma
negativa, en cuanto a que representa económicamente la contradicción dialéctica de la
burguesía. Por otra parte, hay que comprender a la burguesía en su historicidad completa.
Como su carácter radica en lo económico, Marx tuvo que perseguirla al terreno económico
para allí comprender en su totalidad el carácter de la misma. De conseguirlo, de lograr
comprenderla a fondo, se aportaría la prueba de que la burguesía ya ha pasado a la historia
y representa un estadio de la evolución ya superado por el intelecto. […] en este caso el
carácter científico significa tener conciencia de la metafísica de la evolución, lo que convierte
a la conciencia en un criterio de progreso. […] Por ello sobreviene el ocaso de la época de la
burguesía; el búho de Minerva emprende el vuelo, y con ello no quiere decir en este caso
que florezcan arte y ciencia, sino que la época en declive se ha convertido en el objeto de la
conciencia histórica de una nueva época.”61

Además, teorizó deficientemente la democracia. “Teoría de la Constitución” de


1928, por ejemplo, revisa las instituciones de una constitución democrática como
sistema. Pero son esquematizadas en su versión improbable: la democracia de
masas y su homogeneidad inmediata; justificada, por tanto, por el panteísmo y la
inmanencia de la realidad divina. Ahí tampoco desarrolla la sociología del concepto
del poder constituyente.62 Sin embargo, el Jurista vislumbró la posibilidad de una
democracia distinta: que no necesitaba de la homogeneidad inmediata, sino que se
compone en la deliberación representativa (≠“discusión eterna”); y justificada, por
tanto, por un panenteísmo (≠panteísmo), en el cual la realidad divina es inmanente y
trascendente a la vez. Esta posibilidad la expresó, por primera y última vez, en “La
Dictadura” de 1921:

“En cambio, la teoría de Sieyès solo es comprensible como expresión para encontrar
lo organizador [in]organizable. La noción de la relación del pouvoir constitutant con el pouvoir
constitué tiene su completa analogía sistemática y metódica en la noción de la relación de la
natura naturans con la natura naturata, y si Spinoza acepta también esta noción en su

61
Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp. 79-80.
62
Vid. N. 126.

22
sistema racionalista, demuestra con ello justamente que este sistema no es solo racionalista.
[…]
Pero Sieyès enlaza esto con la admisibilidad de una representación. Ha concebido también a
los diputados de la Asamblea Constituyente de 1789 como representantes, no como titulares
de un mandat impératif, pues lejos de ser mensajeros que transmiten una voluntad ya
mantenida, deben “formarla” primero. […] La voluntad puede ser oscura. Tiene incluso que
serlo si el pouvoir constitutant es realmente inconstituible. Esta consecuencia, que Sieyès ha
expresado, deja ver ya la filosofía del siglo XIX, completamente opuesta al racionalismo, en
la que Dios es el centro del universo, como “un oscuro ser objetivo”, del mismo modo que el
pouvoir constitutant informe, pero que produce siempre formas nuevas, es el centro de la
vida estatal.”63

Tal concepción de la democracia, podía superar la propia objeción de Schmitt,


contra la democracia de masas y el panteísmo: la posibilidad real de la guerra y el
demonio. Pero Schmitt prefirió evitar el desarrollo de esa concepción. Se puede
especular que en la situación concreta, y según su análisis teológico político,
fortalecer las ideas democráticas solo arriesgaría aún más la soberanía alemana.
Así, sistematizando la democracia de masas, y ocultando la posibilidad de una
democracia deliberativa, exaltaba las ideas democráticas, pero sin ayudar a darles
una forma que las realizara. Con ello aumentaría la intensidad de la crisis propia del
pluralismo de intereses, y forzaría a una decisión. No había riesgo porque el Jurista
creía que el avance de las ideas de la democracia de masas llevaba a la anarquía; 64
por lo que los grupos que aspiraban a otra concepción de democracia, no lograrían
fuerza o autoridad suficiente. Distinto era el caso de los que por dogma aspiraban a
la dictadura soberana del proletariado, como paso previo a la democracia verdadera;
estos sí contaban con una organización representativa: el centralismo democrático. A

63
Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit. pp. 221-222. El más urgente desarrollo de esta concepción de
la democracia deliberativa, y la epistemología que la fundamenta, en: Atria, Fernando. La Forma
del Derecho. Madrid, Marcial Pons, 2016. passim. Aunque el Profesor rechaza una justificación
“epistémica” de la democracia (pp. 379-380), eso quiere decir solamente que rechaza un cierto tipo
de epistemología. También sé, por noticia personalmente comunicada, que el fraterno Mario Pino
Flores prepara una memoria de grado para establecer la sociología del concepto de poder
constituyente de Sieyès, en analogía con la metafísica de Spinoza, que Schmitt deja sin
desarrollar.
64
Vid. N. 29.

23
causa de estos grupos es que era necesario adelantar la crisis, antes que su
organización se fortaleciera. Y Schmitt tenía preparada la solución a la crisis,
justificada teológico-políticamente.

1.2.4. La dictadura y el estado de excepción.

1° Contra el pluralismo anárquico, Schmitt proponía restablecer la unidad


política mediante la decisión de un “tercero imparcial”, o “poder neutral”. 65 Tal
solución se justificaba, conforme al método schmittiano, porque el espíritu cultural de
su época era el romanticismo. Si bien el avance de las ideas inmanentes y
democráticas era real, éstas aún no se consolidaban como sentido común, como el
espíritu cultural la época. Sin perjuicio de eso, ciertas ideas de democracia e
inmanencia conducen al romanticismo y lo refuerzan (aquellas en las que la realidad
divina en las creaturas se da de manera inmediata y no problemática).

Para Schmitt, “Romanticism is subjectified occasionalism.” 66 Como se señaló


anteriormente, para el ocasionalismo, cada ejercicio de agencia auténtica es ocasión
de la manifiestación de la realidad (o sustancia) divina. Al subjetivizar eso, cualquier
afirmación de subjetividad es ocasión para la manifestación de la realidad divina. Por
tanto, cada afirmación de subjetividad ha de ser valorada igualmente a las demás. Y
la consecuencia política de un ocasionalismo subjetivizado es problemática: la
discusión pública se vuelve una “discusión eterna”, porque en la pluralidad de
posiciones políticas, cualquiera de estas vale por igual a las demás. En el
romanticismo, la resolución de la pluralidad de oposiciones, solo puede provenir un
tercero superior:67

65
Schmitt sugiere compararse con Hobbes: “For Hobbes it was relevant for the state to overcome the
anarchy of the feudal estates‟ and the church‟s right of resistance and confront medieval pluralism
with the rational unity of a rational centralized state.” Schmitt, Carl. The State as Mechanism in
Hobbes and Descartes. En: Schmitt, Carl. The Leviathan in the State Theory of Tomas Hobbes.
Meaning and Failure of a Political Symbol. London, Greenwood Press, 1996. p. 96.
66
Schmitt, Carl. Political Romanticism. Cambridge, The MIT press, 1986. p. 17.
67
Schmitt, Carl. Political Romanticism. Op. Cit. Passim. Al final del prefacio del libro deja en claro su
objetivo: “Indeed, I hope this book remains aloof from every subromantic interest. Its purpose is not
to provide the romantic “endless conversation” with a new and perhaps “antithetical” source of
stimulation and sustenance. On the contrary, I would like to give an objective answer to a question

24
“This distinctiveness rests on the consideration that the occasionalist does not clear
up a dualism, but rather lets it stand. He makes it illusory, however, by shifting into a
comprehensive third sphere. If every psychic and physical process appears only as an action
of God, then the difficulty contained in the supposition of an interaction between soul and
body is not solved on the basis of this supposition, and the question is not resolved. The
interest simply slips from a dualistic result into a more general, “higher,” and “true” unity. To a
person who believes in God, this does not at all seem a superficial solution brought about by
a deus ex machina. Perhaps he will experience it as “organic” in the highest degree. This is
because, for him, there is no dualism in what is essential, in God. The God of the
occasionalistic system essentially has this function of being true reality, in which the
opposition between body and soul disappears into the domain of the unreal.” 68

En términos análogos, propios del método teológico político, eso hacía


evidente que solo un “tercero imparcial” podría resolver la crisis del parlamentarismo.
Schmitt propuso el estado de excepción decidido por el presidente del Reich:

“Una salida práctica sería buscar la solución a este problema en la introducción de un


“tercero imparcial”, para que decida el conflicto, ya sea guardando las formas judiciales o
bien sin sujetarse a ellas. Pero entonces se sacrificaría el sistema de legalidad del Estado
parlamentario. Porque, frente a ambas partes, este tercero sería un tercero superior
supraparlamentario y suprademocrático, y la voluntad política no se determinaría ya a través
de la libre competencia por el poder entre partidos políticos dotados de chances
fundamentalmente iguales para alcanzarlo.”69

2° Así se entiende que el Jurista haya escrito “La Dictadura” en 1921, y el


capítulo “Una Definición de la Soberanía” en su “Teología Política [I]” de 1922. Entre
los conceptos jurídicos “clásicos” del ius publicum europaeum, la dictadura era
justamente la institución que daba cuenta de un tercero imparcial decisivo. Luego,
actualizó ese concepto clásico, al conceptualizar la „soberanía‟ como decisión del

that is seriously intended.” (p. 21).


68
Schmitt, Carl. Political Romanticism. Op. Cit. p. 87.
69
Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. p. 53.

25
estado de excepción, en “Teología Política [I]”. En efecto, para actualizar el concepto
cambió su contenido, pero mantuvo su estructura jurídica.70 Era necesario
actualizarlo, porque el concepto clásico de dictadura suponía al dictador como una
instancia constituida y al príncipe como constituyente (soberano); cuestión que ya no
es posible en nuestra situación total de lo político (consecuencia de la democracia de
masas), donde ya no hay instancias determinadas e inamovibles que determinen la
decisión política.71

Su estudio sobre la dictadura se basó en la distinción entre „dictadura


comisaria‟ y „dictadura soberana‟: “El dictador comisarial es el comisario de acción
incondicionado de un pouvoir constitutué; la dictadura soberana es la comisión de
acción incondicionada de un pouvoir constitutant.”72 Ambas tienen en común la
capacidad de decidir cuándo se está en una situación que debe ser eliminada, sin
que medien limitaciones de competencia o contenido para ello. Lo que distingue a la
dictadura comisaria es que sirve a un poder constituido (organizado previamente),
para protegerlo en su existencia concreta de una situación de peligro. En cambio, la
dictadura soberana sirve a un poder constituyente (siempre informe, pero que da
forma y organizaciones nuevas), para eliminar la situación que impide su
manifestación.73 La distinción era importante no solo en su dimensión técnico-
jurídica, sino también en términos políticos. La dictadura soberana era la forma en
que se podía establecer el dominio revolucionario, mientras que la dictadura
comisaria era la forma en que se impedía. Además, la dictadura soberana entregaba
la decisión a un poder inorganizable, lo cual hacía probable la anarquía que Schmitt

70
“[En la decisión del estado de excepción] Tanto las condiciones como el contenido de la
competencia son necesariamente ilimitados. […] [el soberano decide] si la constitución [leyes-
constitucionales] puede suspenderse in toto.” Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 24. Cfr.
N. 72.
71
“El dictador es siempre un órgano del Estado republicano, ciertamente extraordinario, pero no
obstante constitucional […]. El Príncipe, por el contrario, es soberano […].” Schmitt, Carl. La
Dictadura. Op. Cit. p. 76. Sobre la nueva situación total de lo político, Vid. N. 55.
72
Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit p. 225.
73
“La dictadura soberana ve ahora en la ordenación total existente la situación que quiere eliminar
mediante su acción. No suspende una Constitución existente valiéndose de un derecho
fundamentado en ella y, por tanto, constitucional, sino que aspira a crear una situación que haga
posible una Constitución, a la que considera como la Constitución verdadera. En consecuencia, no
apela a una Constitución existente, sino a una Constitución que va a implantar.” Schmitt, Carl. La
Dictadura. Op. Cit. pp. 215-216.

26
quería evitar. Una Alemania desorganizada arriesgaba su soberanía. La dictadura
(soberana) del proletariado soviética era, por supuesto, el más claro de los peligros.

3° Finalmente, había que evitar un riesgo: que el estado de excepción sirviera


para la instauración de un gobierno revolucionario. Dicho de otro modo, era
necesario evitar que una dictadura comisaria se transformara en una dictadura
soberana, esencialmente revolucionaria. Asimismo, el Jurista se dedicó
minuciosamente a eliminar los elementos de la dominación carismática de su
propuesta, el tipo de legitimidad propio de las revoluciones teológicas y políticas.74

a. Por eso propuso una instancia constituida y representativa para la decisión


del estado de excepción: el Presidente del Reich como Defensor de la Constitución.
Su poder constituido tenía un fundamento democrático, e independencia política
respecto a los partidos, sin ser “apolítico”.75 Y su representación, sin negar
necesariamente la pluralidad de intereses del parlamento, decidiría sobre la unidad
política de forma “infalible”.76 Era precisamente un “tercero imparcial” ante el
conflicto, un “poder neutro”. Además, contaba con las típicas atribuciones del „jefe de
estado‟, lo que confirmaba institucionalmente su autoridad como “tercero superior”:

“Según el derecho positivo de la Constitución Weimar, la posición del Presidente del


Reich, elegido por la nación entera, sólo puede constituirse con ayuda de una teoría muy
desarrollada de un poder neutral, mediador, regulador y tutelar. El Presidente del Reich está
dotado con atribuciones que le hacen independiente de los órganos legislativos, aunque
simultáneamente está obligado al refrendo de los Ministros, quienes, a su vez, dependen de

74
“La irrupción de un animus rebelde en la historia moderna de la Iglesia cristiana era lo peligroso; fue
causada por los predicadores protestantes de la época de la Reforma con su carisma de la
proclamación de la Palabra, que finalmente secularizado y liberado de los valores se ha convertido
para Max Weber en “la fuerza revolucionaria de la historia” (Wirtschaft un Gesellschaft, p. 666).”
Schmitt, Carl. Teología Política II. Op. Cit. p. 102.
75
Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 245 ss.
76
“La personificación del pueblo y la unidad del Parlamento en cuanto es su representante
(Repräsentanten) significan que al menos existe la idea de una complexio oppositorum, esto es,
reducción de la multiplicidad de intereses y partidos a una unidad, que está pensada representativa
y no económicamente.” Schmitt, Carl. Catolicismo y forma política. Op. Cit. p. 33; “Y finalmente lo
más importante: esta ambigüedad infinita se vincula nuevamente con el dogmatismo más preciso y
una voluntad de decisión, que culmina en la teoría de la infalibilidad papal.” Schmitt, Carl.
Catolicismo y forma política. Op. Cit. p. 10.

27
la confianza del Parlamento. Las atribuciones que le están asignadas por la Constitución […]
corresponden típicamente al repertorio de atribuciones del Jefe del Estado, que formuló ya B.
Constant.”77

b. Así se explica, también, la insistencia de Schmitt en la legitimidad de la


burocracia alemana, como dominación racional-legal, conservadora.78 La contraponía
a la dominación carismática, revolucionaria. La burocracia también era necesaria
para el funcionamiento del estado “planificador”, que los tiempos requerían; 79 y aún
más importante, al tener elementos de conducta típicos de una élite, la burocracia
alemana podría asegurar una situación de estabilidad para la adopción de medidas
excepcionales y, posteriormente, para el restablecimiento de la normalidad:

“[…] el hecho histórico de que la burocracia profesional puede ser algo más que un
mero “aparato” que funciona en manos de cualquier sistema; que más bien este estamento
profesional estabilizado, al que se ha confiado la custodia de los intereses públicos, puede
encarnar los elementos de una auténtica élite, creadora de autoridad y legitimidad, en el
sentido sociológico-estatal de la palabra, así como cualidades tales como la incorruptibilidad,
el desinterés por el dinero y el lucro, la disciplina, el sentido del deber y la lealtad, al igual
que ciertas tendencias, indudablemente desvanecidas, a la cooptación. Si estos tres
requisitos –estabilidad, capacidad y cooptación- constituyen las características de una élite
política que sirve de soporte al Estado, entonces la burocracia profesional alemana del siglo
XIX puede ser considerada como un factor de la vida estatal alemana semejante a una élite,

77
Schmitt, Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 221. Profundizando: “En términos generales
puede contestarse a la citada pregunta de Seydel, de qué queda si al régner se le quita el
gouverner, diciendo que en semejante Constitución el Jefe del Estado representa, por encima de
las atribuciones que le están asignadas, la continuidad y permanencia de la unidad política y de su
homogéneo funcionamiento, y que por razones de continuidad, de prestigio moral y de confianza
colectiva debe tener una especie de autoridad que es tan consustancial a la vida de cada Estado
como la fuerza y el poder imperativo que diariamente se manifiestan de modo activo.” Schmitt,
Carl. La defensa de la Constitución. Op. Cit. p. 219.
78
Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. p. 18. ss.
79
“Además, nuestro Estado se encuentra en proceso de transformación, y el “viraje hacia el estado
totalitario”, característico del momento actual, con su inevitable tendencia hacia la “planificación”
(no hacia la “libertad”, como hace cien años), se presenta como un viraje típico hacia el Estado
administrativo. […] Hoy se admite ya casi generalmente que, en especial, un “Estado de economía”
no puede funcionar como Estado legislativo parlamentario y tiene que convertirse necesariamente
en Estado administrativo.” Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. pp. 9-10. “In a liberal-
democratic binary system, an economic constitution is an impossibility.” Schmitt, Carl. State,
Movement, People. Op. Cit. p. 30.

28
solo que sin duda pone de relieve precisamente la cualidad decisiva de toda élite política: la
capacidad y la disposición para afrontar el peligro de lo político.”80

c. Eliminados los elementos carismáticos había otro riesgo: que la dictadura


comisaria sirviera para la constitución de una dictadura soberana que no fuera
revolucionaria o, incluso, que fuera anti-soviética. Así finalmente ocurrió: el
caudillismo totalitario del NSDAP. El Jurista ya advertía esta posibilidad en “La
dictadura”, en 1921:

“Especialmente, la dictadura se describe [en la obra de Arnold Clapmar] como un


arcanum dominationis específico de la aristocracia; debe tener por fin amedrentar al pueblo,
estableciendo una autoridad contra la cual no haya ninguna apelación. Pero se recomienda,
en interés de la aristocracia, tener cuidado en que la dictadura no se convierta en un
principado.”81

1.3. El temor al “abismo” del método schmittiano.

En este capítulo se hizo un estudio teológico político del ataque de Schmitt,


contra el parlamentarismo y la democracia de masas, así como de su propuesta para
solucionar la crisis mediante el estado de excepción, decidido por el Presidente del
Reich. El lector atento podrá notar con claridad el objetivo, la estrategia y las tácticas
que, como intelectual orgánico, usó en el ámbito espiritual de la lucha política; y
también, el nexo sistemático de sus trabajos desde 1919.82

Ahora puede entenderse mejor el temor persistente que despierta el Jurista.


Fue efectivo en desarticular el fundamento intelectual del parlamentarismo,
provocando y agudizando su crisis. Y parece haber cumplido su objetivo político, al
contener el avance de los sujetos revolucionarios y democráticos, en especial, el

80
Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op. Cit. p. 20.
81
Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit. p. 85.
82
Según Schmitt, ese nexo fue notado por Hans Barión y Hugo Ball. Vid. Schmitt, Carl. Teología
Política II. Op. Cit. p. 71, N.7.

29
marxismo-leninismo soviético. Quizá por eso podía afirmar tranquilamente “Nadie
muere antes de cumplir su misión, pero hay quien la sobrevive.” 83 Pero más
importante, todo eso lo hizo desde la profundidad de una convicción, su sabiduría
jurídica, y un método implacable que hasta el momento no tiene comparación.

Pero ese método, que combina ciencia jurídica y teología, es oscuro e


inexplorado. El temor surge al suponer, desde una cómoda “prudencia”, que su
método debe ser funcional a su convicción antidemocrática, contrarrevolucionaria, y
pesimista; y que investigarlo podría ser aún peor. Es conocido el aforismo: “Quien
con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras
largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”84 Este temor al
abismo termina de explicar la pasión anti-schmittiana. Aunque solo puede afirmar
algo así quien conoce el método schmittiano, y comprueba que se trata de un
“abismo” funcional a su convicción. Sin embargo, no hay trabajos monográficos al
respecto, y esa cómoda “prudencia” resulta ser, en el mejor de lo casos, pura desidia
o cobardía intelectual. Este trabajo pretende dar ese primer paso, esquematizando la
teología política, tal como podría ser explicada por el Jurista. De ese modo será
posible, posteriormente, estudiar en profundidad el método schmittiano, y así evaluar
si realmente es un “abismo” del cual es prudente apartar la mirada.

83
Al parecer era un aforismo usado por Schmitt autobiográficamente, según cuenta Manuel García
Pelayo: “Al despedirnos, el Profesor me invitó a bajar a su biblioteca, de la que tomó un libro sobre
Scharnhost, en una de cuyas primeras páginas escribió este aforismo de Jünger.” García-Pelayo,
Manuel. Epílogo [a “Teoría de la Constitución”)]. En: Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Madrid,
Alianza, 2009. p. 377. El aforismo original de Ernst Jünger es “Niemand stirbt vor der Erfüllung seiner
Aufgabe; viele aber überleben sie”, escrito en “Blätter und Steine” de 1934. Efectivamente, el 16 de
septiembre de 1934, en su diario, Schmitt modificó el aforismo: “Keiner stirbt, bevor er seine Aufgabe
erfüllt hat, aber manche überleben ihre Aufgabe[/] (Ernst Jünger)” Schmitt, Carl. Tagebücher 1930 bis
1934. Herausgegeben von Wolfgang Schuller in Zusammenarbeit mit Gerd Giesler. Berlin, Akademie
Verlag, 2010. p. 377.
84
Nietzsche, Friedrich. Más allá del bien y del mal (1886), §146.

30
CAPÍTULO II
TRES CONCEPTOS DE TEOLOGÍA POLÍTICA

2.1. El enigma de la teología política.

1° De todas las tesis de Carl Schmitt, pocas han tenido un rendimiento tan
decepcionante como la que revela: “La imagen metafísica que determinada época
tiene del mundo posee la misma estructura que la forma que le resulta más evidente
para su organización política.”85 Esta pertenece a la teología política como sociología
de los conceptos jurídico-políticos, su propuesta de método para la ciencia jurídica.
Ya en noviembre de 1933 se lamentaba: “Esta segunda edición de Teología política
ha permanecido sin cambios. Hoy, después de 12 años, se podrá juzgar hasta qué
punto ha resistido el paso del tiempo aquel pequeño texto publicado en marzo de
1922”86. Tal rendimiento puede explicarse, en parte, porque, “aquel pequeño texto”,
es un trabajo enigmático; que si bien es sistemático, no expone un sistema. Se
evidencia, especialmente, en sociología de los conceptos jurídico-políticos: no es
explicado su funcionamiento operativo, ni justificados sus presupuestos ontológicos;
solo se le diferencia de otros métodos. De todo lo anterior puede concluirse que,
“Teología Política [I]”, buscaba provocar una discusión. Lamentablemente, nadie
aceptó el desafío.

Aun así, sorprende que, a pesar de los numerosos autores que han revisado
su teología política, no haya un estudio exhaustivo ella.87 El presente capítulo
pretende esquematizar en qué consiste la teología política, tal como podría ser

85
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 49.
86
En el prólogo de la segunda edición: Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 21.
87
Paul W. Kahn tiene el mérito de haber hecho el mejor intento hasta ahora. Vid. Kahn, Paul W.
Political Theology: Four New Chapters on the Concept of Sovereignty. New York, Columbia
University Press, 2011. pp. 8, 18, 25-26, 91-122. La insuficiencia de su investigación se debe al
objetivo de la misma, según confiesa: “My aim here is not to elaborate the meaning of Political
Theology as he understood it. Rather, it is to engage his work as a point from which to illuminate
our own political experience.” (p. 8).

31
explicada por el Jurista. De ese modo será posible, posteriormente, justificar su
método.

2° El término “teología política” ha tenido usos diversos a través de su


historia,88 y suele confundirse con otras articulaciones que relacionan lo político con
lo religioso.89 Pero nada de lo anterior llega la precisión del uso que le da Carl
Schmitt.

La única explicación extensa sobre la teología política que el Jurista hizo, se


encuentra en el tercer capítulo de “Teología Política [I]”, titulado de la misma manera.
Sin embargo, no es esquemática ni clara. Citado hasta el cansancio, el
impresionante primer párrafo que resume las tesis de ese tercer capítulo, reza así:

“Todos los conceptos significativos de la moderna teoría del Estado son conceptos

88
La historia del término se remonta al estudio tripartito de la teología, quizá estoico, en (i) fabulosa o
mítica, relativa a la poetica, (ii) física o natural, relativa al estudio filosófico, y (iii) civil o política,
relativa al culto popular de las ciudades, y cuyo refinamiento es el culto oficial a los emperadores.
Puede encontrarse en Panecio de Rodas (185-110 a. C), Q. M. Escévola Augur (159-88 a. C) y, M.
T. Varrón (116-27 a. C.): “Esta teología política pertenece al nomos y constituye la vida pública
mediante el culto de los dioses, el culto de los sacrificios y ceremonias. Pertenece a la identidad y
continuidad política de un pueblo en el que la religión de los antepasados, las fiestas legales y el
deum colere kata ta nomina [honrar al dios según los nombres] son esenciales para identificar la
herencia, la sucesión legítima, y para identificarse a sí mismo.” Schmitt, Carl. Teología Política II.
Op. Cit. p. 86. El término adquirió una connotación peyorativa con San Agustín de Hipona (Vid. “De
civitate dei”, 4:27, 6:5-12), al caracterizar a la teología política del mundo antiguo como idólatra.
Por ello Bakunin, coherente con su desprecio a la religión como adoración de dioses falsos, retoma
el término en “La teología política de Mazzini y la Internacional” de 1871. Schmitt adopta el término
de Bakunin, a quien contrapone “la filosofía del estado de la contrarrevolución” de Bonald, de
Maistre y Donoso Cortés; y desarrolla el método de éstos últimos. Sobre todo lo anterior, aunque
en menor detalle, Vid. d‟Ors, Álvaro. Teología Política: una revisión del problema. Revista de
estudios políticos, N° 205, 1976. pp. 41-43.
89
Por ejemplo, “[…] hay por lo menos cuatro o cinco términos que suenan como lo mismo [la teología
política de Schmitt], pero no lo son: la teología civil romana […]; la religión civil de los modernos
[…]; la religión política, a partir de lo expresado por Voegelin en el siglo XX, que se refería a las
formas en que la religión y política tomaban una expresión totalitaria […]. Y el último concepto […]
es la idea de secularización […].” Vatter, Miguel. Pensar la política desde la Teología Política
(entrevistado por Ely Orrego). Pléyade, N° 8, julio-diciembre 2011. p. 186. O también “[…] de la
“teología política” se dan diversas acepciones: a) […] función de legitimación religiosa del orden
político […] b) […] de Carl Schmitt […] que percibe cómo la conceptualidad jurídica se deriva de
algún modo de la conceptualidad teológica […] c) […] del filósofo francés Maritain […] una reflexión
en clave cristiana de la política y sobre la política. d) […] “nueva teología política” […] tal como se
desprende del manifiesto programático de 1967-1968 [pronunciado en el Congreso internacional
de Teología de Toronto, Canadá, por Johann Baptist Metz] […].” Gibellini, Rosino. La Teología del
siglo XX. Santander, Sal Terrae, 1998. pp. 334-335.

32
teológicos secularizados. Y no lo son sólo debido a su evolución histórica, por haberse
transferido de la teología a la teoría del Estado -al convertirse el Dios todopoderoso, por
ejemplo, en el legislador omnipotente-, sino también con respecto a su estructura
sistemática, cuyo conocimiento es preciso para el análisis sociológico de dichos
conceptos.”90

En “Teología Política II” de 1970, Schmitt clarifica: “Mi libro de 1922 Teología
política […] no trata de un dogma teológico, sino de un problema de la teoría de la
ciencia y de la historia de los conceptos: la identidad estructural de los conceptos que
la teología y el derecho utilizan en sus argumentaciones y conocimientos.” 91 Y en un
pie de página ratifica:

“Todo lo que he dicho sobre el tema teología política son manifestaciones de un


jurista sobre una afinidad estructural entre los conceptos teológicos y los conceptos jurídicos
que se impone en la teoría y la práctica del derecho. Esto se mueve en el ámbito de la
investigación de la historia del derecho y de la sociología.”92

En las citas anteriores, enfatiza la identidad estructural entre la ciencia jurídica


y la teología; y su importancia para el método de estas y el estudio histórico de sus
conceptos. Aunque parece omitir su teología política de la soberanía, defendida en el
primer capítulo de “Teología Política [I]”. La frase “Todos los conceptos significativos
de la moderna teoría del Estado son conceptos teológicos secularizados”, describe
una comprometida articulación jurídico-política de la burguesía liberal, que negaba lo
teológico, mediante una operación de secularización conceptual. 93 Contrapuesta a
esa “moderna teoría del Estado” elaboró, comprometido, su teología política de la

90
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 43. [Énfasis agregado, para indicar que ya en el primer
párrafo se sugieren los tres conceptos de teología política, en cada una de las tres frases
subrayadas].
91
Schmitt, Carl. Teología Política II. Op. Cit. p. 69.
92
Schmitt, Carl. Teología Política II. Op. Cit. p. 117. N. 4.
93
Posteriormente, en 1927, Schmitt vuelve a referirse a esa teoría del Estado: “Las declaraciones
sobre la “omnipotencia” del Estado son en realidad sólo secularizaciones superficiales de las
fórmulas teológicas de la omnipotencia de Dios, y la doctrina alemana del siglo XIX acerca de la
“personalidad” del Estado es, en parte, una antítesis polémica dirigida contra la personalidad del
príncipe “absoluto”, y en parte, una proyección evasiva en el Estado, como “tercero superior”, del
dilema: soberanía del príncipe o soberanía del pueblo.” Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político.
Op. Cit. p. 190.

33
soberanía, que suponía lo teológico como una entidad intelectual real, y cuyo
conocimiento era necesario para la determinación de los conceptos jurídicos.

Conforme a lo expuesto, es posible identificar tres conceptos de “teología


política” por parte de Schmitt; tanto en el capítulo tercero de “Teología Política [I]”,
como en su primer párrafo, citado más arriba: la teología política como (i) sociología
de los conceptos jurídico-políticos, su método para la ciencia jurídica, (ii)
comprometida articulación de la existencia política y religiosa, y (iii) análisis o estudio
histórico de articulaciones jurídico-políticas.94

2.2. Teología política como sociología de los conceptos jurídico-políticos.

La teología política como „sociología de los conceptos jurídico-políticos‟ es una


propuesta de método para la ciencia jurídica. Establecer la sociología de un concepto
jurídico-político es: determinar un concepto, comprobando que su función estructural
en el sistema jurídico-político, es análoga a la función estructural de otro concepto en
el sistema metafísico-teológico, que fundamenta al primero. En otras palabras, se
trata de encontrar la “sociología” que fundamenta a un concepto del sistema jurídico-
político. En este trabajo, se usan los términos „sociología de los conceptos jurídico-
políticos‟ o „método (schmittiano o teológico político)‟ para referirse a este concepto
de teología política. Sirve tanto para la elaboración de comprometidas articulaciones
de la existencia política y religiosa, como para el análisis o estudio histórico de
articulaciones jurídico-políticas.

Además, el método schmittiano es un arcanum político; es decir, una técnica

94
H. Meier identificó, con visión y lamentable imprecisión, tres conceptos de teología política de
Schmitt, en: Meier, Heinrich. What Is Political Theology? Interpretation, Vol. 30, Issue 1, Fall 2002:
(i) instrumento conceptual usado por Schmitt para revelar la metafísica contenida en la doctrina del
adversario teórico-político (pp. 81, 84), (ii) proyecto teórico-político de Schmitt, fundado en la
revelación divina (pp.79, 82-83), y (iii) término técnico usado por historiadores en el estudio de la
secularización de los conceptos teológicos (p. 80).

34
secreta de la lucha política.95 El temor a revelar un arcanum termina de explicar el
rendimiento decepcionante de la tesis de la identidad estructural (entre los sistemas
jurídico-político y metafísico-teológico). Puede especularse que ese temor hacía
prudente exponer su método enigmáticamente, como quien “habla al pueblo en
parábolas”.

Aquí no se estudiará la justificación del método schmittiano, ni su función de


arcanum político. Estas cuestiones requieren una investigación mayor y específica, lo
excede las posibilidades de este trabajo. En cambio, sí se expondrán los elementos
necesarios para establecer la sociología de los conceptos jurídico-políticos. Para ello
se ha de comenzar revisando la explicación que el Jurista hizo de su proyecto
metodológico, en un párrafo que merece ser citado in extenso:

“Es muy distinta la sociología de los conceptos propuesta aquí, la única con
posibilidades de obtener un resultado científico con respecto a un concepto como el de
soberanía. Se caracteriza por el hecho de precisar, más allá de la definición jurídica
orientada por los intereses prácticos de la vida jurídica, la estructura última y radicalmente
sistemática, comparando esta estructura conceptual con la elaboración conceptual de una
época determinada. No entra en consideración, en este caso, si el contenido ideológico de la
definición conceptual radical representa el reflejo de una realidad sociológica o si la realidad
sociológica se interpreta como consecuencia de cierta manera de pensar y por lo tanto
también de actuar. Antes bien se trata de probar dos identidades intelectuales, aunque
sustanciales. No pertenece al campo de la sociología del concepto de la soberanía si la
monarquía del siglo XVII, por ejemplo, se señala como el hecho real “reflejado” en el
concepto cartesiano de Dios. Por el contrario, forma parte de la sociología del concepto de la
soberanía manejado en aquella época demostrar que la existencia histórico-política de la
monarquía correspondía al discernimiento del conjunto de la humanidad europea occidental
de aquel entonces, y que la configuración jurídica de la realidad histórico política fue capaz
de hallar un concepto cuya estructura correspondía a la estructura de los conceptos
metafísicos. De este modo, en el discernimiento de aquella época la monarquía adquirió la

95
Sobre el método schmittiano como arcanum político, y ejemplos valiosos de ello, véase la sección
“a) La teoría técnico-estatal y la teoría estatal-jurídica”, en: Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit. pp.
69-95; y Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp. 240, 273.

35
misma evidencia que la democracia para una época posterior. La condición para este tipo de
sociología de los conceptos jurídicos es, por lo tanto, la definición conceptual radical, es
decir, un método consecuente llevado hasta los ámbitos metafísico y teológico. La imagen
metafísica que determinada época tiene del mundo posee la misma estructura que la forma
que le resulta más evidente para su organización política. El establecimiento de esta
identidad es la sociología del concepto de la soberanía. Demuestra que la metafísica, en
efecto, constituye la expresión más intensa y clara de una época, como Edward Cair[d] lo
indicó en su libro acerca de Auguste Comte.”96

Sorprende que, a pesar de los numerosos estudios del pensamiento de Carl


Schmitt, no exista explicación esquemática sobre este párrafo, salvo tangencial y
someramente. En el mejor de los casos, se limitan a reproducir o parafrasearlo. Es
extraño que no haya mayor detenimiento en esta teoría, que articula filosóficamente
la relación entre la ciencia jurídica y la teología, a pesar de ser un lugar común en
que ambas son disciplinas afines. Es inverosímil que no se haya revisado la relación
entre el pensamiento del jurista Carl Schmitt y el filósofo Edward Caird, entre otros. 97

2.2.1. El sistema metafísico-teológico.

1° Antes de seguir, ha de clarificarse qué entiende Schmitt por “los ámbitos


metafísico y teológico”. Puede inferirse de sus dichos, que entiende la „metafísica‟
como la elaboración conceptual que tiene el conjunto de la humanidad sobre sí

96
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. pp. 48-49 [Énfasis agregado para que, al leer
continuamente lo subrayado, simule un concepto del método, como lo hubiera hecho el Jurista]. El
pasaje de E. Caird al que Schmitt hace referencia probablemente es “But, as it is in the
metaphysicians that we find the clearest and most definite expressions of those defective principles
of past thought which we are seeking to transcend, it is not unnatural that we should attribute the
defect itself to metaphysic. What, however, is really due to metaphysic is not the error, but rather
that clearness and definiteness of its expression which makes our refutation of it and our higher
point of view possible.” Caird, Edward. The social philosophy and religion of Comte. New York,
Macmillan and Co., 1893. p. 75.
97
En “Teología Política [I]”, Schmitt hace alusión a otros autores que podrían resultar valiosos para la
reconstrucción de su teología política. Vid. Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. pp. 21 (H.
Forsthoff y F. Gogarten, sobre a la secularización), 29 (S. Kierkegaard, sobre la excepción), 30 (J.
Bodin y E. de Vattel, sobre la soberanía), 39 (H. Ahrens, sobre lo normativo [impersonal] y lo real
[supra personal] en el orden jurídico), 43 (G. Leibniz, sobre el método de analogías sistemáticas),
47 (M. Weber, sobre el método, y posiblemente sobre la secularización), 61-62 (la contraposición
entre M. Bakunin y los contrarrevolucionarios Cortés, de Maistre y Bonald, sobre el método).

36
misma y el mundo en determinada época;98 y que la „teología‟ se refiere a “[w]hat
human beings regard as the ultimate, absolute authority”, 99 “the highest and most
certain reality, and thus as the ultimate point of legitimation in historical reality.”100

Pero además, Schmitt deja una pista a quien acepte su desafío: la referencia a
“The social philosophy and religion of Comte”, de Edward Caird. Al revisar ese libro
se comprende mejor la concepción del sistema metafísico-teológico, y el uso
conjunto de los términos:

“[…] [T]hose higher wants of humanity, which Theology and Metaphysic, or, as I
should prefer to say, Religion and Philosophy, have so long been supposed to satisfy. […]
Philosophy professes to seek and to find the principle of unity which underlies all the manifold
particular truths of the separate sciences, and in reference to which they can be brought
together and organized as a system of knowledge. And Religion, while it also is concerned
with an absolute principle of reality, differs from Philosophy mainly in this, that it is not merely
or primarily theoretical. For Religion, what is required is such a conviction as to the ultimate
basis of our existence as shall enable us to find therein at once an adequate object of
affection and a sufficient aim for all our practical endeavours.”101

Lo „teológico‟, entonces, se refiere a la “base última [o “fundamento”] de la


existencia”. En este trabajo, se denomina „divinidad‟ al fundamento de la existencia.

98
Esto puede concluirse de las definiciones que entrega Schmitt del sistema metafísico: “elaboración
conceptual de una época determinada”, “discernimiento del conjunto de la humanidad europea
occidental de aquel entonces”, “imagen metafísica que determinada época tiene del mundo”, “la
metafísica, en efecto, constituye la expresión más intensa y clara de una época”, entre otras.
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. pp. 48-49.
99
Schmitt, Carl. Political Romanticism. Op. Cit. p. 17.
100
Schmitt, Carl. Political Romanticism. Op. Cit. p. 58. Las referencias a „autoridad‟ y „legitimación‟
como concernientes a la teología, se debe a que en el texto citado se alude al Dios trascendente
de “la vieja metafísica”, que culminaba en el „teísmo‟ análogo al „principio monárquico‟. En dicha
articulación conceptual, la monarquía tenía una justificación religiosa, teocrática, en la que la idea
política de legitimidad se reducía o identificaba a lo religioso. Vid. Schmitt, Carl. Teoría de la
Constitución. Op. Cit. pp. 274-275, 277.
101
Caird, Edward. The social philosophy and religion of Comte. Op. Cit. pp. xiii-xiv. En el mismo
sentido: “To the Metaphysician he grants the necessity of a systematizing of knowledge in relation
to one general principle, which shall furnish at once its first presupposition and its end. To the
Theologian he grants that that inner harmony with self and with the world, which we call religion,
can only be secured by a firm belief and trust in some “Grand Être” who transcends and
comprehends our narrow individuality, “in whom we live, and move, and have our being.” Caird,
Edward. The social philosophy and religion of Comte. Op. Cit. pp. 96-97.

37
No es solamente una cosmovisión (algo “mera o primariamente teórico”); sino que se
trata de la convicción respecto a la divinidad, que nos apasiona (es “objeto de
afecto”) y da sentido a nuestra vida cotidiana (“propósito para nuestros esfuerzos
prácticos”).

Y lo „metafísico‟ se trata, en parte, de un “principio de unidad” (“en referencia


al cual” es posible un “sistema organizado de conocimiento”). En este trabajo, se
denomina como „lo real‟ a ese principio (de unidad) que compone la existencia;102
mientras que se denomina „unidad de la naturaleza (o del mundo)‟ a la existencia
misma (o “ser”). Se trata solo “en parte”, pues hay otros elementos que considerar,
desarrollados a continuación.

Schmitt incluye una „filosofía de la historia‟ en la metafísica:

“Today, every attempt at a self-understanding ultimately proves to be a situating


oneself by means of the philosophy of history or a utopian self-dislocation. Today, all human
beings who plan and attempt to unite the masses behind their plans engage in some form of
philosophy of history. […] Marxism in particular is a philosophy of history to such an intensive
degree that every contact with it becomes a historico-philosophical contestation.”103

102
Por ejemplo, para Spinoza, lo real es la “substancia infinita”: “[…] there can be no other substance
but God, who includes all reality in Himself.”; y ““By substance,” he says, “I understand that which is
in itself, and is conceived through itself. […].” Caird, Edward. Essays on Literature and Philosophy.
Vol. II. Glasgow, James Maclehose and Sons, 1892. pp. 358, 363. O para el marxismo clásico, lo
real es “materia en movimiento”: “[...] el mundo es (como piensan los marxistas) la materia en
movimiento y desarrollo perpetuos, que es reflejada por la conciencia humana en desarrollo [...]”; y
"[...] la existencia de la realidad objetiva, o sea, de la materia en movimiento, independiente de
nuestra conciencia [...]”. Vid. Lenin, V. I. U. Materialismo y empiriocriticismo. En Lenin, V.I.U. Obras
Escogidas. Tomo IV. Moscú, Progreso, 1973. pp. 54, 70.
103
Schmitt, Carl. Three Possibilities for a Christian Conception of History. Telos, Summer 2009, vol.
2009, no. 147. p. 167. La inclusión de una teoría de la historia en la metafísica ya es clara en su
“La Crisis Espiritual de la Democracia Parlamentaria” de 1923, en la sección III.1 (“El carácter
científico del marxismo es metafísico”). Schmitt, Carl. Sobre el Parlamentarismo. Op. Cit. pp. 69-72.
Para una mejor comprensión sobre la significación de una teoría de la historia para el Jurista,
véase: Schmitt, Carl. La unidad del mundo. Anales de la Universidad de Murcia: 1950-1951, Vol. IX,
1951. pp. 348-355. Por esto un intelectual orgánico precisa de una filosofía de la historia: “[…] is a
political thinker of unusual ability, i.e., someone in whom the ideal motives of men could be
recognized in their ultimate political consequences in a combined historical construct, and who
deserves to be heard, even if he loses himself in theology and a style now antiquated.” Schmitt,
Carl. The Unknown Donoso Cortés. Telos, Fall 2002, vol. 2002, N° 125, p. 85.

38
También, el mismo Edward Caird incluye una „epistemología‟ como parte de la
metafísica:

“The defect lies in his unconsciousness of his own metaphysic, i.e., of the categories
which rule his thought, and which enable him to interpret the facts of experience, and
especially the facts of man‟s social life, so differently from his predecessors. […] Comte
forgets what his own principles led him on other occasion to perceive, that the world is what it
is to us by the development of our own thoughts, and that we find in it only what we are
prepared to find.”104

Y a lo largo de su obra, el Jurista incluye una „antropología‟ en la metafísica.


Por una parte, la antropología tiene la potencialidad de interactuar y estar presente
en todo el sistema metafísico-teológico, dado que es una ciencia “orientada al
todo”:105 “H. Plessner, […] ha observado, sobre todo, que filosofía y antropología, en
cuanto saberes específicamente orientados hacia el todo, no pueden neutralizarse,
como otras disciplinas relativas a “sectores” determinados del conocimiento […].” 106 Y
por otra parte, la antropología establece el tipo de creaturas que conforman la
humanidad, en tanto personas, determinando su relación consigo mismos y con la
unidad de la naturaleza:107

“Se podrían analizar todas las teorías del Estado y las ideas políticas basándose en
su antropología, subdividiéndose según presupongan, consciente o inconscientemente, un
hombre “malo por naturaleza” o “bueno por naturaleza”. La distinción es por entero sumaria y

104
Caird, Edward. The social philosophy and religion of Comte. Op. Cit. p. 67.
105
Por ejemplo, ciertos elementos de la antropología interactúan y están presentes en la teoría de la
historia y la epistemología: “Interior-exterior, superior-inferior y anterior-posterior son entonces
determinaciones diferenciales que, tanto en el ámbito animal como en el humano, pueden escalar
a oposiciones radicales. Ellas describen formalmente estructuras de la autoorganización y de la
capacidad de acción que se repiten en forma constante y al mismo tiempo traen consigo
secuencias de acontecimientos únicos. En este sentido, remiten a la base biológicamente
condicionada de toda antropología histórica.” Koselleck, Reinhart. Estructuras de repetición en el
lenguaje y en la historia (2006). En: Koselleck, Reinhart. Sentido y repetición en la historia. Buenos
Aires, Hydra, 2013. p. 141.
106
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. pp. 205-206.
107
De modo semejante: “Metaphysic is only the clearest form of self-consciousness, and as man‟s
consciousness of himself depends and widens with his consciousness of the objective world […].”
Caird, Edward. The social philosophy and religion of Comte. Op. Cit. p. 95.

39
no es adoptada en un sentido específicamente moral o ético. Decisiva es la concepción
problemática o no problemática del hombre como presupuesto de toda ulterior consideración
política, o sea la respuesta a la pregunta de si el hombre es un ser peligroso o no peligroso,
amante del riesgo o inocentemente tímido.”108

Conforme a lo expuesto, es posible identificar los elementos del sistema


metafísico-teológico, a saber: (i) la divinidad, (ii) la unidad de la naturaleza (y lo real,
como principio que la compone), (iii) la filosofía de la historia, (iv) la epistemología, y
(v) la antropología.

2° Y también puede comprenderse, entonces, por qué Schmitt denominó a su


método “sociología” (de los conceptos jurídico-políticos), y por qué los ámbitos
metafísico y teológico pueden ser caracterizados como una “sociología”. Primero,
porque “la metafísica, en efecto, constituye la expresión más intensa y clara de una
época”. O sea, si se quiere estudiar la sociedad (=sociología), la metafísica es la
disciplina superior para tal objeto; en tanto ella otorga unidad a todo el conocimiento
de las ciencias que estudian sus distintos “sectores”, en relación a un principio
general que la compone. Y segundo, porque es la manera más clara e intensa de
hacerlo, al ser autoconsciente de las propias categorías del pensamiento, mediante
las cuales se interpreta la vida social (=epistemología).

Sin perjuicio de lo anterior, el uso de la palabra “sociología” también tenía un


sentido polémico. En esa época, que va desde el final de la era Guillermina hasta
Weimar, la relación entre la sociología y el derecho era parte importante de la
discusión jurídica. No solo por la influencia de Weber y su “ciencia libre de valores”,
sino por la radical diferencia de los métodos. 109 Por ejemplo, el prominente Hans
Kelsen promovía una ciencia jurídica “pura”, libre de toda sociología o cualquier otra
consideración ajena a las normas del sistema jurídico. La sociología de los conceptos
jurídico-políticos se contraponía concretamente a esas propuestas de ciencia.

108
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 204.
109
Vid. Korioth, Stefan. Introduction (a la sección “The Shattering of Methods in Late Wilhelmine
Germany”). En: Jacobson, Arthur J. & Schlink, Bernhard (editores). Weimar. A Jurisprudence of
Crisis. London, University of California, 2000. pp. 41-54.

40
2.2.2. El sistema jurídico-político.

Ahora es necesario identificar los elementos del sistema jurídico-político, y


establecer a qué elementos del sistema metafísico-teológico se corresponden. Solo
así será posible, al determinar un concepto jurídico-político, obtener un resultado
científico preciso con el método del Jurista.

1° Para ello, lo más esclarecedor es revisar el sistema de “Teoría de la


Constitución” de 1928.110 Su presupuesto es la distinción entre constitución y ley-
constitucional.111 La „constitución‟ es la decisión sobre modo y forma de la unidad
política;112 mientras que „ley-constitucional‟ es la normación que expresa la decisión
constitucional.113 La „unidad política‟ es la existencia misma de una organización
social: „unidad política‟ y „existencia (de una organización social)‟ se usan como
sinónimos; también „estado‟ es sinónimo de „unidad política‟, cuando puede
suponerse que el estado sigue siendo la instancia decisiva. 114 El principio que

110
La explicación que sigue, sobre la teoría constitucional del Jurista, se inspira en un documento de
trabajo, redactado conjuntamente por Anita Martínez, Francisco Villarroel, Francisco Ojeda y Edson
Dettoni.
111
“Sólo es posible un concepto de Constitución cuando se distinguen Constitución y ley-
constitucional.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 45. La consecuencia de la
distinción es múltiple: (i) Si se identifica la constitución mediante características meramente
formales, propias de la ley-constitucional (reforma dificultada, escrituración, codificación unitaria,
producción por determinado poder constituido, etc.), se relativiza lo fundamental de una
constitución, siendo rebajado su concepto a “pluralidad de leyes particulares”, sin importar si su
contenido es fundamental o no. (ii) El conjunto de las leyes-constitucionales puede tener diversidad
de pensamientos, contradicciones y oscuridades, pues son normaciones relativas a la constitución
que pretenden expresar, es decir, derivadas de ella y limitadas en principio; mientras que la
Constitución es una decisión unitaria sobre forma y modo de la unidad política, que es absoluta. (iii)
La constitución es intangible, por lo que no puede ser reformada, ni suspendida, etc.; mientras sí
pueden serlo las leyes-constitucionales.
112
“El concepto positivo de Constitución[/] (La Constitución como decisión de conjunto sobre modo y
forma de la unidad política).” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 45. El origen del
concepto de constitución schmittiano pareciera ser tributario de Emer de Vattel: “Así, un
conocidísimo Tratado del siglo XVIII –Vattel: Droit des gens, cap. III, § 27- contesta el tema ¿qué es
una Constitución? con las siguientes frases: Constitución es la “ordenación fundamental que
determina el modo y manera en que debe ser ejercida la autoridad pública” (lo que, en parte, sería
función ordenadora, y en parte, limitadora).” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 64.
113
“Una ley-constitucional es, por su contenido, la normación que lleva a la práctica la voluntad
constituyente.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 94.
114
“Toda unidad política existente tiene su valor y su «razón de existencia», no en la justicia o
conveniencia de normas, sino en su existencia misma. Lo que existe como magnitud política, es,

41
compone la unidad política es la „voluntad política‟. En este trabajo, se denomina
como „el subsistir‟ a ese principio que compone la unidad política, en el sistema
jurídico-político.115 La unidad política se tiene por supuesta al decidir una
constitución.116 La „soberanía‟ es el fundamento de la existencia de una organización
social; por lo que „soberano‟ es quien decide sobre la unidad política, sea la decisión
entre amigos y enemigos (como en el estado de excepción),117 o la decisión de modo
y forma de la unidad política, en tanto titular del poder constituyente. 118 El concepto
de constitución del Jurista tiene dos elementos: (i) “modo y forma”, y (ii) “decisión”.

El primer elemento, “modo y forma” (de la unidad política), se refiere al


contenido de la constitución: la autoconciencia de un poder sobre su manera de ser
como unidad política.119 Este elemento delimita el contenido de la competencia los

jurídicamente considerado, digno de existir. Por eso su «derecho a sostenerse y subsistir» es el


supuesto de toda discusión ulterior; busca ante todo subsistir en su existencia, in suo e[s]se
perseverare (Spinoza); defiende «su existencia, su integridad, su seguridad y su Constitución» -
todo valor existencial.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 46. Cfr.: “Finite creatures
exist as modes of the divine substance, only so far as they partake in the in finite, or, what is the
same thing with Spinoza, in the purely affirmative or self-affirming nature of God. They therefore
must also be self-affirming. […] Unaquaeque res[,] quantum in se est[,] in suo esse perseverare
conatur, and this conatus is its very essence or inmost nature.1 [1 Eth. iii. 6, 7.]” Caird, Edward.
Essays on Literature and Philosophy. Vol. II. Op. Cit. pp. 372-373.
115
No es necesario, para el método schmittiano, que la voluntad política sea „el subsistir‟ de la unidad
política; sin embargo es preciso encontrar alguno que cumpla la función de ser el principio que la
compone: “el principio del devenir dinámico de la unidad política, del fenómeno de la
continuamente renovada formación y erección de esta unidad desde una fuerza y energía
subyacente u operante en la base.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 31. Schmitt
llama a esto “principio de la formación de la unidad política” (p. 7), pero en este trabajo se usa el
término “compone” (composición), para distinguirlo de la “forma” de la unidad política. Por ejemplo,
para el marxismo clásico, el principio que compone la unidad política es “la totalidad de las
relaciones de producción”: “La totalidad de esas relaciones de producción constituye la estructura
económica de la sociedad, la base real [la estructura] sobre la cual se alza un edificio [la
superestructura] jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia
social.” Marx, Karl. Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Cit. en: Cohen,
Gerald A. La Teoría de la Historia de Carl Marx. Una defensa. Madrid, Pablo Iglesias, 1986. p. vii.
116
“El Ser político precede al momento constituyente. Lo que no existe políticamente, tampoco puede
decidir de modo consciente.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 71.
117
“La cuestión de la soberanía es la cuestión de la decisión de un conflicto existencial.” Schmitt, Carl.
Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 353.; y “[…] el supuesto esencial de la existencia política, la
posibilidad de distinción entre amigos y enemigos.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit
p. 174.
118
“[…] son facultades del pueblo soberano que se da una Constitución y realiza actos del Poder
constituyente;” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 114.
119
“La Constitución en sentido positivo contiene sólo la determinación consciente de la concreta forma
de conjunto por la cual se pronuncia o decide la unidad política. Se pueden introducir
fundamentalmente nuevas formas sin que el Estado, es decir, la unidad política del pueblo, cese.

42
poderes constituidos, incluso del legislador que “reforma” (=revisa o enmienda) la
constitución. Una reforma constitucional solo puede revisar la pluralidad de leyes-
constitucionales; mientras que decidir modo y forma de la unidad política, solo
corresponde al poder constituyente.120 Schmitt no explicó directamente a qué se
refieren “modo y forma”, pero es posible hacerlo con precisión. 121

El „modo‟ determina el desarrollo de una producción como voluntad de la


unidad política. En la teoría constitucional, la parte de las leyes-constitucionales que
la expresan se denomina “parte dogmática de la constitución”. En general, se trata
del “modo de producción económica” (feudalismo, capitalismo, socialismo), y sus
distintas modalidades o “modelos” (en el capitalismo: socialdemocracia,
industrialización por sustitución de importaciones, neoliberalismo, etc.; o en el
socialismo: central planificado, de mercado, etc.). Obviamente, no es algo puramente
técnico-económico, sino que incluye conceptos que le dan sentido y lo legitiman. 122
La obra de Schmitt carece de estudio sobre el modo de la unidad política,
aunque es claro su carácter decisivo:

“Pero, por lo demás, se encuentra en los desarrollos legal-constitucionales como en


disposiciones diversas –sobre todo en la segunda parte, bajo el epígrafe “Derechos y
deberes fundamentales de los alemanes”- una reunión de programas y prescripciones
positivos basados en los más distintos contenidos y convicciones políticos, sociales y
religiosos. Garantías individualistas burguesas de libertad personal y propiedad privada,

[…] Tal Constitución es una decisión consciente que la unidad política, a través del titular del poder
constituyente, adopta por sí misma y se da a sí misma.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución.
Op. Cit p. 46.
120
Sobre los “Límites de la facultad de reformar la Constitución”, Schmitt, Carl. Teoría de la
Constitución. Op. Cit. pp. 118 ss.
121
Modo y forma son tratadas de modo indirecto respecto a las decisiones de modo y forma de la
Constitución de Weimar. “Estas decisiones fundamentales son […] a favor de la Democracia […] la
República […] de una estructura de forma federal […] de una forma fundamentalmente
parlamentario-representativa de la legislación y el Gobierno; por último, la decisión a favor del
Estado burgués de Derecho con sus principios: derechos fundamentales y división de poderes […].
Con esto se caracteriza el Reich alemán de la Constitución de Weimar como una Democracia
constitucional, es decir, como un Estado burgués de Derecho en la forma política de una república
democrática con estructura federal.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp. 47-48.
122
Cfr. “La razón de ello es que el pensamiento económico no es tan absolutamente radical y puede
entrar en oposición con el tecnicismo absoluto, a pesar de su actual vinculación con él, pues a lo
económico corresponden ciertos conceptos jurídicos como posesión o contrato.” Schmitt, Carl.
Catolicismo y forma política. Op. Cit. pp. 34-35.

43
puntos de programa socialista y Derecho natural católico han sido mezclados en una síntesis
con frecuencia confusa. […]
Pero la Constitución de Weimar no contiene todas las decisiones políticas fundamentales
ineludibles en el año 1919. La gran alternativa: ordenación burguesa o socialista de la
sociedad, ha sido despachada evidentemente sólo mediante un compromiso.” 123

La „forma‟ determina el reconocimiento de un gobierno como voluntad de la


unidad política. En la teoría constitucional, la parte de las leyes-constitucionales que
la expresan se denomina “parte orgánica de la constitución”. En general, se trata de
la “forma de gobierno” (monarquía, aristocracia, democracia, status mixtus, etc.), y
sus distintas configuraciones, sea de estructura (unitaria, federal), o de instancia
decisiva (gubernativo, administrativo, legislativo, judicial).124 La obra del jurista
abunda de estudio sobre la forma de la unidad política, que sistematizó en base a los
dos principios político-formales: identidad y representación:

“La diversidad de las formas políticas se basa en que hay dos principios de estructura
política contrapuestos, de cuya realización ha de recibir su forma concreta toda unidad
política. […] Puede ser capaz de actuación política, ya en su realidad inmediata […], y
entonces es una unidad política como magnitud real -actual en su identidad inmediata-
consigo misma. […]. El principio contrapuesto parte de la idea de que la unidad política del
pueblo como tal nunca puede hallarse presente en identidad real, y por ello tiene que estar
siempre representada personalmente por hombres.”125

El segundo elemento, la “decisión” (sobre la unidad política), se refiere al


„poder constituyente‟:126 la autoconciencia de un poder sobre su capacidad de actuar

123
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 53.
124
El Jurista llamaba “forma (o tipo) de estado” o “sistema político” a estas configuraciones de la forma
de la unidad política, según su instancia decisiva. Vid. Schmitt, Carl. Legalidad y Legitimidad. Op.
Cit. pp. 4 ss.
125
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 205.
126
“Poder constituyente es la voluntad política cuya fuerza o autoridad es capaz de adoptar la
concreta decisión de conjunto sobre modo y forma de la propia existencia política, determinando
así, la existencia de la unidad política como un todo.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op.
Cit p. 93. Este concepto se basa en la doctrina de Sieyès del pouvoir constituant, contrapuesto a
pouvoirs constitués; en analogía sistemática con la doctrina de Spinoza del natura naturans
contrapesto a natura naturata. Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit p. 221; y Schmitt, Carl. Teoría de
la Constitución. Op. Cit. p. 97.

44
como unidad política.127 Un „poder‟ (o sujeto político) es una magnitud de la voluntad
que compone la unidad política.128 En la democracia, el pueblo es el poder soberano
y titular del poder constituyente; por lo cual, el pueblo ha de ser capaz de „apropiarse‟
de la constitución, independiente del origen histórico de esta.129 En cambio, puede
que las leyes-constitucionales estén configuradas para neutralizar la voluntad del
pueblo, suprimiendo la apropiación: entonces no puede hablarse de una constitución,
sino de un „convenio constitucional‟.130

Finalmente, ambos elementos del concepto de constitución, se vinculan al


poder en general. Porque las decisiones de modo y forma determinan al poder, a la
pluralidad de magnitudes de voluntad que componen la unidad política: las
reproducen (legislación autónoma democrática) o dividen (legislación bicameral), las
intensifican (absolutismo) o relativizan (distinción de poderes), etc. Se caracteriza así
una constitución, por ejemplo, al decidir un “estado proletario de clases” o un “estado
burgués de derecho”:

“La moderna Constitución del Estado burgués de Derecho es, por lo pronto, según su

127
“El poder constituyente presupone el Pueblo como una entidad política existencial; la palabra
«Nación» designa en sentido expresivo un Pueblo capaz de actuar, despierto a la conciencia
política. […] Por lo pronto, el pueblo francés se constituye como sujeto del Poder constituyente; se
hace consciente de su capacidad política de actuar, y se da a sí mismo una Constitución bajo el
supuesto, expresamente afirmado así, de su unidad política y capacidad de obrar. El
acontecimiento fue tan eficaz y activo porque ahí la decisión política fundamental consistió en
hacerse consciente de su condición de sujeto capaz de actuar, y en fijar con autonomía su destino
político. El pueblo francés se constituye a sí mismo en cierto sentido. Al darse una Constitución
realiza el acto más amplio de la decisión acerca de un modo y forma particular de existencia. El
pueblo se convierte en Nación, o, lo que es igual, se hace consciente de su existencia política.”
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 71.
128
“En realidad, una Constitución es válida cuando emana de un poder (es decir, fuerza o autoridad)
constituyente y se establece por su voluntad. La palabra «voluntad» significa, en contraste con
simples normas, una magnitud del Ser como origen de un Deber-ser. La voluntad se da de un
modo existencial: su fuerza o autoridad reside en su ser.” Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución.
Op. Cit. p. 34.
129
Sobre la posibilidad de apropiación de una constitución, Vid. Atria, Fernando. La Constitución
tramposa. Santiago, LOM, 2013. pp. 64-68, 77-80. El concepto de „apropiabilidad‟ no está en la
obra de Schmitt; pero que es un desarrollo necesario de la doctrina democrática del poder
constituyente del pueblo: que no solo es indivisible e inalienable, sino también inorganizable y
permanente. Su actividad inmediata es la „aclamación‟, que en los estados modernos es la „opinión
pública‟. Vid. Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp.94-95, 97, 100, 108, 240-244.
130
Sobre los conceptos de „pacto constitucional‟ (=pacto de status auténtico) y „convenio
constitucional‟ (=pacto de status apócrifo), Vid. Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. pp.
66, 70, 82-83, 85-86.

45
devenir histórico y su esquema fundamental, todavía hay dominante, una Constitución
liberal, y liberal en el sentido de la libertad burguesa. Su sentido y finalidad, su telos, es, en
primera línea, no la potencia y brillo del Estado, no la gloire, según la división de
Montesquieu (arriba, § 4, II, 1, pág. 59), sino la liberté, protección de los ciudadanos contra el
abuso del Poder público.”131

Conforme a lo expuesto, es posible identificar los elementos del sistema


jurídico-político, a saber: (i) la soberanía, (ii) la unidad política (y el subsistir, como
principio que la compone), (iii) el modo, (iv) la forma, y (v) el poder.

2° Del análisis de los elementos de la teoría constitucional de Schmitt, y


haciendo las respectivas analogías, podemos concluir las siguientes
correspondencias entre los elementos de los sistemas jurídico-político y metafísico-
teológico:

En lo político, la soberanía es el elemento correspondiente a la divinidad en lo


teológico. Porque la „soberanía‟ se refiere al fundamento de la unidad política; de la
misma manera que la „divinidad‟ se refiere al fundamento de la unidad de la
naturaleza.132 Dada esta correspondencia, entonces, lo político no es solamente una
“visión de estado”; sino que se trata del ideal respecto a la soberanía, que nos
compromete y legitima nuestra participación de lo público. De la misma manera que
lo teológico no es solamente una cosmovisión; sino que se trata de la convicción
respecto a la divinidad, que nos apasiona y da sentido a nuestra vida cotidiana.

En lo jurídico, la unidad política es el elemento correspondiente a la unidad de


la naturaleza en lo metafísico. Porque la „unidad política‟ se refiere a la existencia de

131
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 138. En particular: “El elemento propio del
Estado de Derecho, con los dos principios: derechos fundamentales (como principio de la
participación [=distribución]) y división de poderes (como principio orgánico), no implica,
considerado en sí mismo, forma de gobierno alguna, sino sólo una serie de límites y controles del
Estado, un sistema de garantías de la libertad burguesa y de la relativización del poder del Estado.”
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución. Op. Cit. p. 201. Cfr. al “estado totalitario”, Vid. N. 79.
132
Esta correspondencia ya era clara en Schmitt, cuando define “Es soberano quien decide el estado
de excepción”, y “en la jurisprudencia, el estado de excepción tiene un significado análogo al del
milagro en la teología.” Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 43.

46
una organización social, de la misma manera que la „unidad de la naturaleza‟ se
refiere a la existencia en general (o “ser”). Y „el subsistir‟ es el principio que compone
la unidad política, de la misma manera que „lo real‟ es el principio que compone la
unidad de la naturaleza.133 En los sistemas hay otros elementos que considerar,
desarrollados a continuación.

El modo (de la unidad política) es el elemento correspondiente a la filosofía de


la historia. Porque el „modo‟ determina el desarrollo de una producción como el
subsistir de la unidad política, de la misma manera que la filosofía de la historia
determina el devenir de una agencia como lo real de la existencia.

La forma (de la unidad política) es el elemento correspondiente a la


epistemología. Porque la „forma‟ determina el reconocimiento de un gobierno como el
subsistir de la unidad política, de la misma manera que la epistemología determina el
conocimiento de un sistema conceptual como lo real de la existencia.

Finalmente, el poder es el elemento correspondiente a la antropología.


Porque, por una parte, el „poder‟ (en tanto pluralidad de magnitudes que componen la
unidad política) tiene la potencialidad de interactuar y estar presente en todo el
sistema jurídico-político, de la misma manera que la antropología tiene la
potencialidad de interactuar y estar presente en todo el sistema metafísico-teológico.
Y por otra parte, el poder establece el status personal de los miembros de una
organización social, determinando las relaciones jurídicas que son adecuadas
respecto a sí mismos y con la unidad política; de la misma manera que la
antropología establece el tipo de creaturas que componen la humanidad, en tanto
personas, determinando su relación consigo mismos y con la unidad de la
naturaleza.

2.2.3. Esquema de una teología política.

133
En la teología política de “Teoría de la Constitución”, la voluntad política (como el subsistir de la
unidad política) es el elemento correspondiente a la substancia infinita (como lo real de la unidad
de la naturaleza). Vid. N. 102, N. 114, N. 115, N. 126, y N. 128.

47
Ahora es posible tener un esquema preciso de una teología política, conforme
a la sociología de los conceptos jurídico-políticos: han sido clarificados sus
elementos y establecido sus correspondencias. Toda articulación conceptual de la
organización social debe dar respuesta a cada uno de estos elementos, si quiere ser
digna de consideración; aunque sea para negarlos, separarlos, transferirlos,
reducirlos unos a otros, etc.

En este esquema, cabe advertir, tanto las relaciones entre ambos sistemas,
como las relaciones entre los elementos de cada sistema, son solo ilustrativas;
puesto que dependen del contenido particular de cada teología política, y no del
método. Principalmente, depende del contenido de los elementos de “lo real” y “el
subsistir”. Por ejemplo, en la teología política de la soberanía de Carl Schmitt, lo
jurídico culmina en lo político: porque la política integra al derecho, pero no es
idéntica ni se reduce a este; cuestión que se concluye considerando que la decisión
del estado de excepción es política, en tanto identifica un enemigo, y “[s]e ubica fuera
del orden jurídico normal y con todo forma parte de él”.134

134
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p.24. De modo análogo: “[…] every intelligible view of the
world, involves a metaphysic, an ends in a theology […].” Caird, Edward. The social philosophy and
religion of Comte. Op. Cit. p. 54. Sobre la identificación del enemigo como decisión política, Vid. N.
150.

48
[Figura 1. Esquema de una teología política]

ESQUEMA DE UNA TEOLOGÍA POLÍTICA

LO TEOLÓGICO
Sistema LO METAFÍSICO (O FILOSOFÍA)
(O RELIGIÓN)
Metafísico-
Unidad de la Naturaleza
teológico
(Lo Real)
Divinidad
(Lo estudia la Filosofía de la Historia Epistemología

Teología) Antropología

Justifican conceptos estructuralmente análogos y correspondientes de:

Sistema
LO JURÍDICO LO POLÍTICO
Jurídico-
político Unidad Política
(El Subsistir)
(Lo estudia la Soberanía
Modo Forma
Ciencia
Jurídica) Poder

2.3. Teología política como una comprometida articulación de la


existencia política y religiosa.

La teología política como una comprometida articulación de la existencia


política y religiosa, no es mera teorización; sino la sistematización de un compromiso
existencial, sobre el ideal de organización jurídico-política, correspondiente a una
convicción metafísico-teológica.135 Se elabora en base a la sociología de los
conceptos jurídico-políticos. Por su carácter comprometido, una teología política se

135
“La relación que los tres pensadores católicos contrarrevolucionarios [Donoso, De Maistre y
Bonald] guardaban con los desarrollos políticos y sociales de su época la considera Feil “acrítica e
identificadora”. En efecto, fue identificadora, pero como todo compromiso honrado, pues los tres
pensadores estaban ligados existencialmente a lo que defendían.” Schmitt, Carl. Teología Política
II. Op. Cit. p. 77.

49
vuelve necesariamente polémica, dada la situación actual de lo político, que es total.
Es algo semejante a lo que hoy se denomina „ideología‟; sin embargo, la teología
política designa una articulación mucho más rica y precisa, por elaborarse conforme
al método schmittiano. En este trabajo, se usan los términos „teología política‟ o
„comprometida articulación‟, para referirse a este concepto de teología política.

2.3.1. Toda teología política es polémica.

Toda teología política es polémica: adquiere su verdadero sentido al ser


concretamente contrapuesta a otras de su época; contraposición que implica una
lucha por la realización de un sujeto político, negando a quien se contrapone. Por
ejemplo, Schmitt cuenta que Donoso Cortés (miembro de “la teología política de la
Restauración” junto a De Maistre y Bonald), 136 “estaba convencido de que había
llegado el momento de la última batalla: frente a la maldad radical sólo existe la
dictadura”137, y lo contrapone “[a]l caso del anarquista más grande del siglo XIX,
Bakunin, [con quien] se da la extraña paradoja de que en el ámbito teórico se
convirtió en el teólogo de la antiteología; y en el práctico, en el dictador de una
antidictadura.”138

Ese carácter polémico es comunicado a cada uno de los conceptos de su


articulación. Las valiosas consecuencias que esto tiene para el trabajo conceptual y
la lucha política, corresponden al estudio del funcionamiento operativo del método
schmittiano, y a su función de arcanum político. Ambas cuestiones, requieren una
investigación mayor y específica, lo que excede las posibilidades de este trabajo.

Sin embargo, conviene enumerar algunas de esas consecuencias para la


mejor inteligencia del carácter polémico de una teología política y sus conceptos:

136
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 47.
137
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 62.
138
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 62.

50
a. Adquieren su significado preciso al ser concretamente contrapuestos.139
b. Si pierden esa contraposición devienen vacíos o su significación es distinta. 140
c. Su sentido no depende de la mera descripción de su contenido, sino también de la
disputa conceptual de la que son objeto.141
d. Son contextuales, es decir, son producidos por una época determinada. 142
e. Deben entenderse en relación al “centro de gravedad” espiritual de su época. 143
f. Nombrar de una determinada manera un concepto permite establecer una
valoración jurídica y moral o, al menos, predisponerla.144
g. Vencer en la lucha conceptual consiste en establecer el sentido común; es decir,
determinar la terminología y el contenido de los conceptos de la imagen, metafísica y
teológica, que tiene una época de sí misma.145

2.3.2. La teología política y el concepto “total” de lo político

1° El origen y el peligro del carácter polémico de una teología política, es


consecuencia del carácter „total‟ de lo político de nuestra época. Según Schmitt, lo
total se debe al avance de las ideas de identidad democrática, en la que estado y
sociedad identifican totalmente. En esta situación, lo político ya no es solo lo estatal;
sino que cualquier ámbito “social”, sea religioso, económico, estético, etc., tiene la
posibilidad de disputarle al estado el monopolio de la decisión política. Tal es el caso
de la emergencia del proletariado en el siglo XIX o la burguesía imperialista del siglo
XX. Así, desde cualquier ámbito puede emerger un sujeto que pretenda la decisión
política, y que involucre a todos los demás. 146 Hoy, lo total del concepto de lo político
se intensifica incluso a nivel planetario, debido a la ocupación total de los espacios
del mundo y la interdependencia “globalizada” que tiene como consecuencia. En este
mundo, ya no hay modo de estar “fuera” de la decisión política, como sí pudieron
139
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 181.
140
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. pp. 220-221.
141
Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. p. 55. También, Vid. N. 164.
142
Vid. N. 165.
143
Vid. N. 166.
144
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 181. N. 20.
145
Schmitt, Carl. El Concepto de Imperio en el Derecho Internacional. Revista de estudios políticos, N°
1, 1941, p. 86.
146
Vid. N. 55 y N. 161.

51
estar los monasterios de la edad media.

2° La consecuencia del concepto total de lo político es clara: la realización de


un sujeto político niega, al menos potencialmente, la realización de otro. El „enemigo‟
es aquel con quien se está en negación existencial recíproca, respecto a la “manera
propia de existir” (=constitución): “Enemigo es sólo un conjunto de hombres que
combate, al menos virtualmente, o sea sobre una posibilidad real y que se
contrapone a otro agrupamiento humano del mismo género.” 147 Y aunque las ideas
políticas pueden ser recíprocamente incompatibles (el socialismo es incompatible
con el capitalismo, el feminismo es incompatible con el patriarcado, y la
autodeterminación de los pueblos es incompatible con el imperialismo, etc.), la
decisión sobre el enemigo solo puede tomarse en concreto:

“La posibilidad de un conocimiento y de una comprensión correcta, y por ello también


la capacidad de intervenir y decidir, es aquí dada sólo por la participación y por la presencia
existencial. Sólo quien toma parte de él directamente puede poner término al caso conflictivo
extremo; en particular, sólo él puede decidir si la alteridad del extranjero en el conflicto
concretamente existente significa la negación del modo propio de existir y si es por ello
necesario defenderse y combatir para preservar el propio, peculiar, modo de vida.” 148

Esa negación hace que el ámbito de lo político se defina por el criterio


conceptual de amigo/enemigo.149 En palabras de Schmitt, “La específica distinción

147
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 179. El origen del concepto de enemigo de
Schmitt pareciera ser tributario de Hegel: “Hegel, en fin, propuso también una definición de
enemigo, por otra parte muy olvidada por los filósofos modernos: el enemigo es la diferencia ética
(entendida no en sentido moral sino desde el punto de vista de la “vida absoluta” en la “eternidad
del pueblo”), un extraño a negar en su totalidad existencial”. [/] [Schmitt cita a Hegel] “El enemigo
es semejante diferencia, y la diferencia, puesta en relación, existe simultáneamente a su opuesto
de la existencia de litigios, o sea al no-ser-ahí del enemigo, y este nulo equivalente entre ambas
partes es el peligro de la lucha. Este enemigo puede ser, en la esfera ética, sólo un enemigo del
pueblo, y él mismo puede ser sólo un pueblo. Aquí entra efectivamente en escena la individualidad,
y es por el pueblo que el individuo afronta el peligro de muerte.”” Schmitt, Carl. El Concepto de lo
Político. Op. Cit. p. 208.
148
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. pp. 177-178
149
El origen del concepto de lo político de Schmitt pareciera ser tributario Maurice Dufour: “Del escrito
de Luez (p. 11) extraigo una definición, particularmente interesante por el criterio adoptado de
“político” (o sea la orientación amigo-enemigo), del acte de gouvernement, como acto
específicamente político: definición suministrada originalmente por M.G. Dufour (“en aquel tiempo,

52
política a la cual es posible referir las acciones y los motivos políticos es la distinción
de amigo (Freund) y enemigo (Feind)”, y “El significado de la distinción amigo y
enemigo es el de indicar el extremo grado de intensidad de una unión o separación,
de una asociación o de una disociación […].”150

3° Con el enemigo puede llegarse eventualmente a un conflicto concreto en su


máxima intensidad: es la posibilidad real la guerra, la eliminación física de aquel
sujeto que niega la manera propia de existir:

“Los conceptos de amigo, enemigo y lucha adquieren su significado real por el hecho
de que se refieren de modo específico a la posibilidad real de la eliminación física. La guerra
deriva de la hostilidad puesto que ésta es negación absoluta de otro ser. No tiene necesidad
de ser algo cotidiano o normal, y ni siquiera de ser visto como algo ideal o deseable; debe,
no obstante, existir como posibilidad real para que el concepto de enemigo pueda mantener
su significado.”151

La guerra, en un concepto total de lo político, es una guerra total. En esta,


cada combatiente pretende que su enemigo es un criminal dentro del orden que
intenta establecer. No se reconoce al enemigo como un igual, con la consecuente
discriminación.152 De ahí que lo importante para Schmitt fuera el acotamiento de la
enemistad, conforme a su filosofía de la historia del kat-echon. Para acotar la
enemistad es necesario pasar de los conflictos „antagónicos‟ de intensidad máxima, a
los conflictos „agonales‟ de intensidad acotada; y pasar de la enemistad como estado
entre „enemigos‟ que se presuponen, a la enemistad como acciones entre

el gran constructor de la teoría de los actos de gobierno”) en su Traité de droit administratif


appliqué, París, Delamotte, 1843-1845, vol. v, p.128: “Lo que constituye el acto de gobierno es el
fin que se propone el autor. El acto tiene por fin la defensa de la sociedad, tomada en sí misma o
personificada en el gobierno, contra sus enemigos externos o internos, manifiestos u ocultos,
presentes o futuros: he aquí el acto de gobierno.”” Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit.
p. 173. N. 5.
150
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 177.
151
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. pp. 182-183.
152
“La guerra total tiene que ser total como acción y como estado […]. Su conclusión no podía ser un
“tratado” ni una “paz”, menos aún un “tratado de paz” en el sentido del derecho internacional, sino
una sentencia de condena del vencedor contra el vencido.” Schmitt, Carl. Sobre la relación entre
los conceptos de guerra y enemigo. En: Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Madrid, Alianza,
2009. pp. 131-132.

53
„adversarios‟ que se enfrentan.153 Por eso posteriormente distinguió entre tipos de
enemigos. El „enemigo absoluto‟ es aquel propio de la guerra total; mientras que el
„enemigo convencional‟ es aquel identificado conforme a los acotamientos propios del
derecho internacional.”154 Schmitt señala:

“Enemistad y guerra son inevitables. Lo que importa es su delimitación. Hay que


evitar el desencadenamiento inhumano de los medios de destrucción que proporciona el
progreso científico. Según Julien Freund, el objeto de la lucha política no es la destrucción
del enemigo, sino arrebatarle el poder. También Clausewitz entiende la llamada “batalla de
destrucción” como una competición de fuerzas entre dos ejércitos organizados, lo cual es
toda otra cosa que la destrucción de una parte de la humanidad por otra en nombre de la
humanidad.”155

2.3.3. Sociología del concepto de lo político

Schmitt no explicita la sociología del concepto de lo político; sin embargo deja


una pista:

“El dogma teológico fundamental de la pecaminosidad del mundo y de los hombres


conduce […], exactamente como la distinción de amigo y enemigo, a una división de los
hombres, a una “separación”, y hace imposible el optimismo indiferenciado propio de un
concepto universal del hombre. En un mundo bueno entre hombres buenos domina

153
“1. Hoy día el enemigo constituye el concepto primario por referencia a la guerra. Claro está que
esto no se aplica a torneos, peleas de gabinete, duelos u otras modalidades de guerra sólo
“agonales”. Las luchas agonales suscitan más la idea de una acción que la de una situación o
Estado. Si hacemos pues uso de la vieja y aparentemente insoslayable distinción entre “guerra
como acción” y la “guerra como estado”, en el caso de la primera, cuando hay una batalla o una
operación militar, esto es, en la acción misma, en las “hostilidades”, el enemigo está tan inmediata
y visiblemente presente como adversario (como lo que se enfrenta con uno), que no hace falta
además presuponerlo. Distinto es el caso de la guerra como estado (status). Aquí existe un
enemigo, incluso aunque hayan cesado las hostilidades abiertas y directas y las acciones bélicas.
Bellum manet pugna cessât. Aquí la hostilidad es con toda evidencia el presupuesto del estado de
guerra.” Schmitt, Carl. Sobre la relación entre los conceptos de guerra y enemigo. Op. Cit. p. 131.
154
Respecto a la formulación original de “El Concepto de lo Político” de 1927, Schmitt reconoce: “Su
defecto principal está en que en él no se deslinda y diferencian con suficiente claridad y precisión
los diversos tipos de enemigos: convencional, real o absoluto.” Schmitt, Carl. Prólogo a edición de
1932 de “El concepto de lo político”. Op. Cit. p. 47.
155
Schmitt, Carl. Clausewitz como pensador político o el honor de Prusia. Revista de estudios
políticos, Nº 163, 1969, p. 25.

54
naturalmente sólo la paz, la seguridad y la armonía de todos con todos: los sacerdotes y los
teólogos son aquí tan superfluos como los políticos y los hombres de Estado. Surge pues
claramente la conexión metodológica de los presupuestos de pensamiento teológicos y
políticos.”156

El dogma de “la pecaminosidad del mundo y de los hombres” se refiere a la


posibilidad real del demonio, con el consecuente mal. Esta relación entre, por una
parte, “el dogma de la pecaminosidad del mundo y de los hombres” y, por otra, el mal
y el demonio, es ciertamente difícil de establecer, ya que Schmitt solo la menciona
una vez, y de manera confusa: “Pero incluso aquel que tan hondamente reconoce el
pecado del hombre, está obligado por la encarnación de Dios aceptar la fe en que
tanto el hombre como el mundo son buenos por naturaleza. Porque Dios no quiere lo
malo.”; y “Dios no es producto de una selección de los demonios, sino que el
demonio es el miserable resultado de la separación de Dios, como el mal lo es de la
separación del bien.”157 En estas últimas dos citas, se relacionan los términos, pero
aparecen confundidos: por un lado, el „demonio‟, que es la separación del bien; y, por
otro, el „mal‟, que es la ausencia o negación del bien, consecuencia de esa
separación. Por cuestiones etimológicas, es preferible denominar a la separación
misma como “demonio”; dado que viene de la raíz indoeuropea “dā-”, que significa
“cortar, dividir” (nótese que “satán” viene del hebreo “‫”ןטָׂ ש‬,
ָׂ que significa “enemigo,
adversario”, por lo que su significación teológica debiera ser el „mal‟).

Teniendo en cuenta lo recién expuesto, y los elementos del método


schmittiano, es posible establecer con precisión la sociología del concepto de lo
político: lo político es el ámbito referido al fundamento de la existencia de una
organización social (=soberanía), de la misma manera que lo teológico es el ámbito
referido al fundamento de la existencia en general (=divinidad). El soberano decide la
existencia de una organización social (=unidad política, o „amigo‟), de la misma
manera que dios decide (o crea) la existencia en general (=unidad de la naturaleza, o

156
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. pp. 209-210.
157
Schmitt, Carl. La visibilidad de la Iglesia. Una reflexión escolástica. España, Daimon: Revista de
filosofía, Nº 13, 1996. p. 16.

55
mundo, o „bien‟ en su sentido de realidad ontológica y no moral). En esa decisión
sobre lo que es o existe, también se decide sobre lo que no es o no existe (=su
negación, lo existencialmente incompatible): el soberano decide también el enemigo
(=ausencia de “amistad” o unidad política), de la misma manera que la divinidad
decide (o “descrea”) el “mal” (=ausencia de bien, como irrealidad ontológica y no
moral). Lo que es o existe, lo es en virtud de su unidad (la unidad política o “amigo”, y
la unidad de la naturaleza o bien). Pero también existe la posibilidad real de su
separación: en lo político es la guerra (=separación mediante la eliminación física de
una magnitud que compone la unidad política), de la misma manera que en lo
teológico es el demonio (=separación mediante la eliminación espacial de una
extensión que compone el bien).

2.4. Teología política como análisis o estudio histórico de articulaciones


jurídico-políticas.

Finalmente, Schmitt también llama teología política a un análisis o estudio


histórico de articulaciones jurídico-políticas. El estudio puede ser un seguimiento
diacrónico de articulaciones jurídico-políticas, y su realización histórica concreta en
distintas épocas; o un análisis sincrónico de las distintas articulaciones jurídico-
políticas, concretamente contrapuestas en una época determinada. Por supuesto,
ambos tipos de estudio se refuerzan recíprocamente. 158 El estudio o análisis se
elabora en base a la sociología de los conceptos jurídico-políticos. En este trabajo,
para referirse a este concepto de teología política, se usan los términos „estudio
teológico político‟ o „análisis teológico político‟. Este concepto de teología política ha
sido desarrollado por la escuela de la “historia conceptual”.

158
“Correspondingly, it is the task of Begriffsgeschichte [historia conceptual] not only to study concepts
synchronically in their relevant historical surroundings but also to diachronically explore these
different occupations and usages of concepts in research settings that transgress the borders of
particular historical contexts. Koselleck writes in a 1975 preface to his Preußen book that
“[s]ynchronically considered conflict situations refer diachronically to irreversible courses [of history],
that they produce.”” Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness: Koselleck and Schmitt on
Concepts. Political Theory, 2010, N° 38. p. 766.

56
1° Por ejemplo, Schmitt estudió diacrónicamente el concepto de soberano en
analogía sistemática con dios, a través del proceso de secularización. 159 También
estudió sincrónicamente el parlamentarismo,160 reforzado por el análisis diacrónico
del concepto de estado:

“En cambio la equiparación de “estatal” y “político” es incorrecta y errónea en la


misma medida en que Estado y sociedad se compenetran recíprocamente y todos los
asuntos hasta entonces “sólo” sociales se convierten en estatales, como ocurre
necesariamente en una comunidad organizada de modo democrático. Entonces todos los
sectores hasta aquel momento “neutrales” –religión, cultura, educación, economía- cesan de
ser “neutrales” en el sentido de no estatales y no políticos. Como concepto polémicamente
contrapuesto a tales neutralizaciones y despolitizaciones de sectores importantes de la
realidad aparece el Estado total propio de la identidad entre Estado y sociedad, jamás
desinteresado frente a ningún sector de la realidad y potencialmente comprensivo de todos.
Como consecuencia, en él todo es político, al menos virtualmente, y la referencia al Estado
no basta ya para fundar un carácter distintivo específico de lo “político”.
El desarrollo va desde el Estado absoluto del siglo XVIII, a través del Estado neutral (no
intervencionista) del siglo XIX, hasta el Estado total del siglo XX.”161

2° En cuanto a los conceptos particulares de un estudio teológico político,


cabe destacar la conflictualidad y contextualidad.162

159
El estudio diacrónico del concepto de soberano, a través del proceso de secularización, se resume
así: (a) en los siglos XVI y XVII, la teoría del estado le asignaba al monarca una posición análoga a
la ocupada por el dios del sistema cartesiano en el mundo, cuya idea teísta de un dios personal
requería al rey como una providencia visible; (b) luego el rey de la monarquía constitucional, que
“reina pero no gobierna”, es análogo al Dios del deísmo, creador que no interviene en el mundo; (c)
después, emerge la idea de un orden jurídico sin excepciones, identificado con el pueblo,
desapareciendo la representación del soberano [“que administra y no gobierna”], siendo análoga a
la identificación de la legalidad natural con la normativa del mundo en el panteísmo; y finalmente,
(d) el anarquismo que niega cualquier orden y autoridad, análogo a la negación del ateísmo contra
la falsedad de dios. Vid. Schmitt, Carl. Teología Política [I]. Op. Cit. pp. 49-52. Cfr. Schmitt, Carl.
Political Romanticism. Op. Cit. p. 60.
160
Vid. secciones: 1.2.1., 1.2.2. y 1.2.4.
161
Schmitt, Carl. El Concepto de lo Político. Op. Cit. p. 174.
162
“I consider it particularly worthwhile to problematize the relationship between the belief in the
essentially conflicting nature of political and social concepts and, on the other hand, the belief in the
need to study concepts in their correct contexts. The dense compound of these two assumptions,
those of conflictuality and contextuality, is present already in Carl Schmitt‟s theory of concepts […].”
Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness: Koselleck and Schmitt on Concepts. Op. Cit. p.
750.

57
a. La „conflictualidad‟, se refiere al carácter “polémico” de una teología política,
que se comunica a conceptos particulares. Ello tiene por consecuencia que su
significado preciso se determina al ser concretamente contrapuestos a otros
conceptos en la disputa de su época.163 Otra cuestión relevante de la conflictualidad
es que proyecta su significado hacia el futuro: por ello se les ha caracterizado como
„conceptos de movimiento‟; y suelen inscribirse en una época adquiriendo un “-ismo”,
como “republicanismo” respecto a “república”.164

b. La „contextualidad‟ se refiere a que, por una parte, cada época tiene un


“centro de gravedad” en relación al cual deben entenderse todos conceptos; 165 y por
otra parte, que cada época produce sus propios conceptos.166 Esta última cuestión
es constantemente advertida por Schmitt:

“Pero si esto no es así, dentro del Estado surgen de nuevo asociaciones poderosas y
se desmorona todo el sistema. En los años 1832 y 1848, que proporcionan los datos más
importantes para el desarrollo del estado de sitio hasta convertirse en una institución jurídica,
ya se había planteado la cuestión de si la organización política del proletariado y su fuerza

163
“Every political concept is a polemical concept. It has a political enemy in mind and, with the respect
to its intellectual rank, intellectual force, and historical significance, it is determined by this enemy.
Words such as “sovereignty”, “freedom”, “Rechtsstaat”, and “democracy” obtain their precise
meaning only through a concrete antithesis [konkrete Antithese].” Schmitt, Carl. Hugo Preuss: Sein
Staatsbegriff und seine Stellung in der deutschen Staatslehre. Tubingen, J. C. B. Mohr, 1930. p. 5.
Cit: Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness: Koselleck and Schmitt on Concepts. Op.
Cit. p. 753.
164
“When concepts are temporalized, for example, by turning simple concepts into “-isms” as in the
case of “republic” and “republicanism”, they become “concepts of movement”. This means that their
meaning is not fixed by experience by is open to dispute and that they are thereby more open
towards the future.” Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness: Koselleck and Schmitt on
Concepts. Op. Cit. p. 766.
165
“Later he [Schmitt] argued for five successive “central spheres” of the European intellect (theology,
metaphysics, ethics, economy, and, finally, that of neutralization and depoliticization) from the
sixteenth century to modern times, stating that all intellectual concepts should be understood in
relation to these domains and to the “concrete political existence” of the period and nation in
question.” Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness: Koselleck and Schmitt on Concepts.
Op. Cit. p. 752.
166
“[…] Kitik und Krise was reviewed by Schmitt, who described it as “the quite concrete
implementation of the historical insight that each period, in the questions and answers of its own
situation, realizes its own concept of the political, which must be understood if we want to
understand and come to term with this period.” Pankakoski, Timo. Conflict, Context, Concreteness:
Koselleck and Schmitt on Concepts. Op. Cit. p. 759.

58
antagónica no creaban una situación política completamente nueva y con ella nuevos
conceptos jurídico-políticos.”167

3° En cuanto a las articulaciones conceptuales que son objeto de estudio


teológico político, es relevante identificar, en la historia, las estructuras de
repetibilidad constante e innovación permanente.168 Y aunque no explican el cambio
histórico,169 sí permiten identificar los elementos que intervienen en la mantención del
statu quo o en el movimiento de los cambios:

“Habría así un aceleramiento cuando, en una serie comparativa, los elementos que
se repiten lo hacen cada vez menos que antes y aparecen en cambio elementos novedosos
que van despachando las premisas anteriores. En cambio, los retardamientos se darían
cuando las repeticiones que nos son legadas describen un bucle o se consolidan de tal
manera que se frena o incluso impide cualquier modificación.”170

167
Schmitt, Carl. La Dictadura. Op. Cit. p. 292.
168
“La naturaleza histórica del ser humano o la antropología histórica, para formularlo en términos
epistemológicos, se asienta entre estos dos polos de nuestro experimento mental: repetibilidad
constante e innovación permanente.” Koselleck, Reinhart. Estructuras de repetición en el lenguaje
y en la historia (2006). Op. Cit. p. 129.
169
“Nuestras reflexiones sobre las estructuras de repetición en la historia toman dos posiciones
extremas como punto de partida: que ni la repetición constante ni la innovación permanente
resultan suficientes para explicar el cambio histórico.” Koselleck, Reinhart. Estructuras de
repetición en el lenguaje y en la historia (2006). Op. Cit. p. 152.
170
Koselleck, Reinhart. Estructuras de repetición en el lenguaje y en la historia (2006). Op. Cit. p. 129.

59
CONCLUSIONES

Carl Schmitt fue el mejor jurista del siglo XX. De su estudio apasionado se
nutre la soberanía, la política comprometida, y la ciencia jurídica metódica. Solo eso
revelará la actualidad de su método, o lo dejará en posición de ser superado.

Del capítulo primero se concluye que Carl Schmitt no solo era un pensador
sistemático, sino que desde 1919 tenía un objetivo claro: defender la soberanía
alemana, del avance de las fuerzas revolucionarias y democráticas; en especial, la
dictadura del proletariado soviética. Y que en función de ese objetivo desplegó, en el
ámbito espiritual de la lucha política, una estrategia precisa y tácticas oportunistas.
Pero más importante aún, todo lo hizo desde la profundidad de una convicción, su
sabiduría jurídica, y un método implacable que hasta el momento no tiene
comparación.

Del capítulo segundo se concluye que su método, la sociología de los


conceptos jurídico-políticos, no es funcional a su propia convicción antidemocrática,
contrarrevolucionaria y pesimista; sino que puede servir a cualquier intelectual
orgánico, sea como jurista, político, o historiador. Porque deja abierto el esquema de
una teología política a cualquier convicción teológica e ideal político. Depende,
principalmente, del contenido que se dé a los elementos de “lo real” de la unidad de
la naturaleza, y el “el subsistir” de la unidad política. Por lo mismo es un método
autoconsciente, en tanto permite la crítica de los propios elementos que articulan los
sistemas jurídico-políticos.

Finalmente, esta memoria sugiere el posible devenir del estudio apasionado


de la obra del Jurista: (i) la justificación de la sociología de los conceptos jurídico-
políticos, (ii) la revisión de los aportes de Schmitt a la ciencia jurídica, y la teología
que las fundamenta, (iii) la función de arcanum político del método schmittiano, (iv) la

60
posibilidad de una democracia deliberativa, fundamentada en un panenteísmo, y (v)
un tratado sistemático del modo de la unidad política.

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