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El movimiento estudiantil del 68

El 22 de julio de 1968 policías granaderos reprimieron una riña entre alumnos de la


Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional y la preparatoria particular Isaac
Ochoterena. Los agentes irrumpieron en las vocacionales 2 y 5, hiriendo a
profesores y alumnos. Tres días después, la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) se declaró en huelga indefinida.

Tras la represión que el cuerpo de granaderos propinó a jóvenes del IPN y de la


Preparatoria 2 de la UNAM, así como a miembros del Partido Comunista el 26 de
julio de 1968, estudiantes del IPN en solidaridad declararon un paro de actividades.
En un pliego petitorio demandaron la excarcelación de los estudiantes detenidos así
como indemnización a los lesionados.

El 29 de julio, el conflicto se extendió por toda la Ciudad de México, mientras las


autoridades pretendían calmar el ánimo previo a los Juegos Olímpicos que iniciaron
el 12 de octubre de ese año. Hubo autobuses quemados, se paralizó el transporte
público, además, de que autoridades de seguridad reportaron artefactos explosivos
y combustible en escuelas.

En este contexto de represión y descontento en toda la comunidad universitaria del


país, el Ejército irrumpió la Escuela Nacional Preparatoria 1 (el actual Colegio de
San Ildefonso): de un bazucazo, destruyó la puerta, para así iniciar la presencia
militar en el conflicto, autorizada por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
No obstante, el secretario de Defensa Nacional, Marcelino García Barragán afirmó
que el atentado fue responsabilidad de los estudiantes: una explosión interna.

La relevancia del movimiento repuntó cuando, el 1 de agosto el rector de la UNAM,


Javier Barros Sierra encabezó una manifestación de alrededor de 80 mil
universitarios y politécnicos, en protesta por la represión y en demanda de la
liberación de los estudiantes presos. Sobre avenida de Los Insurgentes, la mayor
autoridad universitaria proclamó la frase “únete, pueblo”. Entonces se conformó el
Consejo Nacional de Huelga (CNH) para establecer que las escuelas estarán en
huelga, pero no en paro activo; habrá tres representantes por plantel, y para
rechazar la presencia de organizaciones ajenas a la comunidad escolar.

En ese momento, quedó formalizado en los seis puntos de un pliego petitorio:

1. Libertad de todos los presos políticos.

2. Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.

3. Desaparición del cuerpo de granaderos.

4. Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.

5. Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del
conflicto.

6. Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos


sangrientos.

No obstante, el Ejército continuó con sus ocupaciones en las escuelas, plazas


públicas del centro de la capital del país y las calles. Lo que deviene en un entorno
de detenciones arbitrarias, asesinatos y lesiones para estudiantes y la sociedad civil.

Barros Sierra mantuvo sus reclamos y acusó que no recibió notificación de la


ocupación militar de las ocupaciones militares, además denunció que fue víctima de
injurias y difamación. Hasta que anunció su renuncia el 23 de septiembre de 1968.

“Al decidirse a defender la autonomía, Barros Sierra legitimó al movimiento


estudiantil y lo lanzó por una dirección desconocida: lo sacó del ‘ghetto’ de los
radicales y lo incorporó al terreno de los principios de la defensa de la autonomía y
la Constitución… Ya no era un grupito de estudiantes radicales, sino la masa plural
de ciudadanos que defendía principios frente a la brutalidad policíaca”, dice el
analista Sergio Aguayo en el libro 1968. Los Archivos de la violencia.

El 1 de octubre de ese año, el Ejército desocupó todas las instalaciones de la UNAM


y el IPN que mantuvo tomadas, como un movimiento estratégico previo a la masacre
del día siguiente en la Plaza de las Tres Culturas.
El movimiento estudiantil tuvo su origen aparente el 22 de julio por un pleito entre
estudiantes de escuelas vecinas, las Vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico
Nacional (IPN), y la Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). El escenario: la plaza de la Ciudadela.
Pandillas de la zona armaban escaramuzas desde hacía tiempo, sin que la policía
actuara para detenerlas. En esta ocasión la autoridad llamó a los granaderos que
no se limitaron a detener el enfrentamiento, sino que agredieron a los estudiantes
con saña, invadiendo incluso los edificios escolares.

Para protestar por la violencia policiaca, los estudiantes del IPN hicieron una
manifestación el 26 de julio, misma fecha en la que otros estudiantes,
mayoritariamente de la UNAM y organizaciones de izquierda, realizaban una
marcha de apoyo a la revolución cubana. La primera debía terminar en el Casco de
Santo Tomás, pero al calor de la protesta se desvió hacia el Zócalo. En la calle de
Palma, la esperaban los granaderos que la reprimieron violentamente.

El movimiento se extendió rápidamente, pero también se organizó rápidamente. El


30 de julio representantes del Politécnico se reunieron en un Comité Coordinador,
de ahí nació el Consejo Nacional de Huelga (CNH) formado con delegados electos
en cada una de las asambleas de las escuelas en huelga. Esto le dio una
representatividad indiscutible y, al mismo tiempo, hizo de las asambleas las
plataformas para la organización y el debate. El CNH llegó a reunir a representantes
de 77 escuelas, incluyendo universidades de otros estados. El 4 de agosto, en su
primer pronunciamiento público, formuló los seis puntos del pliego petitorio y
convocó a una manifestación para el 5 de agosto, de Zacatenco al Casco de Santo
Tomás.
Además de los seis puntos del pliego petitorio se planteaba una condición: “el
diálogo público”. El movimiento ponía en duda la “honradez” del gobierno. Por eso
no fue tomada en serio la melodramática frase de Díaz Ordaz cuando ofreció su
mano tendida: “Una mano está tendida, la de un hombre que a través de la pequeña
historia de su vida, ha demostrado que sabe ser leal. Los mexicanos dirán si esa
mano se queda tendida en el aire o bien esa mano, de acuerdo con la tradición del
mexicano, con la verdadera tradición del verdadero, genuino, del auténtico
mexicano se ve acompañada por millones de manos que, entre todos, quieran
restablecer la paz y la tranquilidad de las conciencias…” El movimiento respondió
con certeza punzante: “a la mano tendida, la prueba de la parafina”.

El punto más alto del movimiento está marcado por dos manifestaciones: la del 27
de agosto y la del 13 de septiembre. La primera, la más grande, festiva y riudosa.
La “V” de la victoria señalada con dos dedos de la mano se había convertido en
símbolo, y los seis puntos eran citados en los lugares más insospechados. El Zócalo
se llenó. Dejaron una guardia permanente en esa plaza a esperar ahí el informe
presidencial y a obligar al diálogo público. La plancha de concreto se convirtió en la
continuación del campus
Organización política, económica y social
de los aztecas
El Estado Azteca era de carácter teocrático ya que el emperador era considerado
de origen divino, y los sacerdotes tenían a su cargo numerosas funciones de
gobierno. Entre los aztecas los sacerdotes eran los dueños del conocimiento
conservado en códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura. La
mayoría de la población no tenía acceso a los “conocimientos”.

Ellos eran los responsables de la preparación de las ceremonias religiosas y de los


juegos rituales. En muchos ritos, como en el juego de la pelota, sólo podían
participar los nobles, mientras que los nacimientos, los matrimonios y los entierros
eran ceremonias obligatorias para toda la población. Los sacerdotes eran también
los encargados de controlar el cumplimiento de las normas y de hacer justicia.

Las leyes del Estado azteca eran muy reservadas y los castigos variaban según el
delito y el infractor. Existía la pena de muerte para los delitos y el infractor. Existía
la pena de muerte para los delitos de asesinato, traición, aborto, incesto, violación
y adulterio. En el caso del adulterio se procedía a la lapidación aunque la mujer era
estrangulada previamente. Los guerreros podían escapar de la pena de muerte
aceptando un destino permanente en zona fronteriza.

La embriaguez era considerada delito. Sólo era permitida, en algunas


circunstancias, para los ancianos y los guerreros profesionales. El castigo podía ser
la muerte o el rapado de cabeza. El castigo era más duro si quién había cometido
el delito era un funcionario o noble importante.

Funcionarios que dependían directamente del emperador controlaban y


centralizaban el almacenamiento de los productos recaudados por concepto de
tributos y, en épocas de malas cosechas o guerras, distribuían entre la población
una parte de esos bienes almacenados. Los tributos que entregaban tanto la
población, como los pueblos vencidos en la guerra, proporcionaban al emperador y
a los miembros del grupo privilegiado, los alimentos y los artículos necesarios para
la vida.

El Estado azteca tuvo una importante fuerza militar con la que logró una gran
expansión territorial. La máxima extensión de los dominios aztecas se produjo en
los tiempos del emperador Moctezuma II. Los aztecas practicaban la guerra de
conquista, ya que de esta forma conseguían nuevos territorios y poblaciones que
les rendían tributo.

El poder de los aztecas también se debió a la habilidad de sus gobernantes, quienes


obtenían alianzas con distintos pueblos, aprovechaban las divisiones que existían
entre sus adversarios y convencían a muchos señoríos de que les convenía más
ser vasallos de Tenochtitlán que enfrentarse a los riesgos de una guerra.

Entre los tributos que llegaban a Tenochtitlán de todas las regiones del imperio
estaban: alimentos, tejidos, artículos preciosos, y también seres humanos
destinados al sacrificio. Toda esa riqueza convirtió a la capital azteca en una ciudad
fascinante, pero las cargas tributarias impuestas por los aztecas; les valieron el odio
generalizado de los pueblos sometidos del valle de México, razón por la cual
muchos de ellos apoyarían a los españoles en la lucha contra los aztecas.

Para la administración del imperio, los aztecas implementaron un rígido sistema


basado en el poder personal de la nobleza. A la cabeza de la estructura de mando
estaba el soberano o Huey tlatoani con amplios poderes militares, civiles y
religiosos. El Huey tlatoani presidía el consejo supremo o Tlacotán, donde
participaban los jefes o tlatoani de las ciudades más importantes, las máximas
autoridades militares y los delegados de algunos calpullis.

El consejo supremo tomaba las decisiones políticas, militares y administrativas y


designaba al nuevo Huey tlatoani cuando se producía la muerte del soberano. En el
territorio que se encontraba bajo jurisdicción azteca, especialmente en los focos
rebeldes, había gobernadores militares apoyados por pequeñas guarniciones que
mantenían el orden y aseguraban la recaudación de los tributos.
En la sociedad azteca se distinguían dos grupos sociales: los pilla y los macehuales.
Los pilla o nobles formaban el grupo de sacerdotes, guerreros y funcionarios de
gobierno. Eran dueños de la mayoría de las tierras, no pagaban ningún tributo y
controlaban el Estado azteca.

Las posiciones sociales de los que pertenecían a la nobleza eran:

Huey Tlatoani (Gran Orador): Era la más alta autoridad del imperio. Siempre recibía
tributo y sumisión de sus dominios.

Tlatoani (Orador): Había uno en cada ciudad principal, con poder militar, civil y
religioso. Un Tlatoani podía estar sujeto a otro más importante, como el Huey
Tlatoani.

Tecuhtli (Señor): Este título se otorgaba como recompensa a acciones


sobresalientes y estaba dotado de tierras y servidores. Muchos Tecuhtli ejercían
cargos administrativos e eran jueces. Tenían como misión administrar sus dominios
y a la gente que residía en ellos. Servía a su Tlatoani cuando éste lo demandaba.

Pili (Hijo del Tecuhtli): Tenían tierras en el interior de las propiedades de su Tecuhtli
y actuaban como embajadores, administradores de justicia y recaudadores de
tributo. Podía ser Pili todo el que nacía dentro de una familia noble.

Noble águila: Eran los recién llegados a la nobleza, o gente común que lograba el
ascenso. Estaban exentos del pago de tributo. Siempre se les recordaba su origen
humilde, pero sus hijos eran Pili desde el nacimiento.

Telpochtli: Joven estudiante entrenado en la fuerza de las armas.

El comercio también era una actividad muy extendida, los aztecas intercambiaban
productos con pueblos de diferentes regiones. Los comerciantes llegaban hasta
lugares lejanos con artículos de mucho valor y de poco peso, como el cacao, gemas,
algodón o plumas preciosas.

Los macehuales o trabajadores comunes constituían la mayor parte de la población


y formaban el grupo de los no privilegiados. Eran los campesinos, los comerciantes
y los artesanos de las ciudades. Debían ofrecer tributos al Estado en alimentos y
trabajo. La entrega de una parte de lo que producían aseguraba la alimentación de
los sacerdotes, funcionarios y del emperador. Tenían la obligación de trabajar en la
construcción de edificios y templos pertenecientes a la nobleza. La agricultura fue
la base de la economía azteca, y el maíz, la calabaza y el poroto, los cultivos más
importantes.

En la sociedad azteca existían los tacotal, quienes en su mayoría eran prisioneros


de guerra, o personas que por haber contraído deudas o haber cometido algún
delito, trabajaban para un amo sin recibir ningún tipo de pago. A pesar de que esta
condición los asemejaba a la de simples esclavos, en la mayoría de los casos el
trabajo finalizaba cuando la deuda o el delito se consideraban pagados.

La base de la sociedad azteca era la familia, de carácter patriarcal y monogámica,


aunque era permitida la poligamia. El grupo familiar podía reducirse a la pareja de
conyugues y la progenie, o construir formas de familia extensa constituidas por los
padres y las familias de los hijos.

Un grupo de varias familias componía el calpulli, unidad social compleja que se


encargaba de funciones muy diversas, como elegir al jefe del calpulli, que debía
pertenecer a un linaje determinado. Al frente de cada calpulli estaba el calpules,
electo de por vida por un consejo formado por las cabezas de familia y en
conformidad con el soberano azteca. Su principal tarea era el registro de todas las
tierras de la comunidad y el control de las labores de cultivos. Cada familia
perteneciente a un calpulli recibía en usufructo una parte de las tierras comunales,
la cual volvía al calpulli si dejaba de cultivarse.

La civilización azteca se basó desde el punto de vista económico, en la agricultura


y el comercio. Uno de los sistemas de explotación agrícola más interesante fue la
construcción de huertos flotantes, las “chinampas”, hechas con cañas, ramas, barro
y limo. Además, conocían las técnicas del barbecho y la irrigación mediante diques
y acequias y utilizaban abonos vegetales y animales.

La ganadería era pobre como en el resto de la América precolombina, sobresalen


el pavo y diversas razas de perros, una de ellas criada para el consumo de su carne.
Otros productos eran las aves acuáticas y el pescado, la sal del lago de Texcoco y
el basalto con el que se construían muelas de mano. En los mercados se practicaba
un activo comercio con base en el trueque, empleando las semillas de cacao como
cambio o para equiparar diferencias. El precio de las mercancías variaba según la
cantidad existente.

Aunque los aztecas conocían un tipo de escritura jeroglífica, con rasgos de


fonetismo, la transmisión de cultura se realizó por la vía oral. La medicina también
tuvo un grado de desarrollo. Con su conocimiento de la naturaleza distinguieron
propiedades curativas en diversos minerales y plantas. Los sacrificios humanos
religiosos favorecieron un buen conocimiento de anatomía.

Al parecer sólo las mujeres podían encargarse de ayudar en los partos. La medicina
estuvo muy ligada a la magia, pero el hecho de no atribuir la causa científicamente
correcta a cada enfermedad no significó que no se aplicase el remedio conveniente.

La arquitectura azteca sólo se conoce por los restos que han sobrevivido a las
destrucciones efectuadas durante la conquista española. Las edificaciones más
características son los templos de estructura piramidal como el Cholula. Los aztecas
fueron grandes escultores, realizaban esculturas de todos los tamaños, diminutas y
colosales, en ellas plasmaban temas religiosos o de la naturaleza. En las esculturas
de gran tamaño solían representar dioses y reyes. Las pequeñas se reservaban
para la representación de animales y objetos de uso común. Se usó la piedra y la
madera y, en ocasiones se enriquecían con pintura de colores o incrustaciones de
piedras preciosas.

La poesía azteca podía ser recitada o cantada al ritmo de tambores y trompetas.


Algunas veces incluía palabras que no tenían ningún significado y que sólo servían
para marcar el ritmo. Frecuentemente los poemas eran dedicados a los dioses, pero
también trataban de otros temas como la amistad, la guerra, el amor y la vida.

Los orfebres empleaban varias técnicas en su trabajo, como la de la cera perdida y


fundir oro con la plata. Elaboraban todo tipo de figuras y adornos, pulseras, collares,
pectorales, pendientes, entre otros. Frecuentemente el metal se combinaba con
piedras preciosas o conchas.

Los adornos hechos con plumas fueron de gran importancia en Mesoamérica. Las
plumas más apreciadas eran las del quetzal, las del tlauquecholli y las del xiuhtototl.
Con ellas hacían tapices y adornaban mantas, máscaras rituales, escudos o trajes
de guerreros.

La educación era obligatoria y el sistema de enseñanza era severo. Las mujeres


eran educadas por sus madres en casa para formar una familia y en las artes y los
oficios que ayudarían al bienestar de su futuro hogar. Sólo las nobles podían ir a
aprender a una especie de monasterio donde vivían hasta el matrimonio. Para los
hombres había dos tipos de escuelas: el Tepochcalli y el calmécac.

El Tepochcalli estaba destinado a los hijos de las familias comunes y corrientes y


existía uno de cada barrio. Ahí se enseñaba la historia, los mitos, la religión y los
cantos ceremoniales de los aztecas. Los varones recibían un intenso entrenamiento
militar y aprendían cuestiones relacionadas con la agricultura y los oficios.

El calmécac era donde recibían educación los hijos de la nobleza, con el propósito
de formar a los nuevos dirigentes militares y religiosos. La enseñanza de la religión
era muy importante, pero también se aprendía escritura, lectura, historia y música.
La mujer azteca tenía derechos, podía tener propiedades a su nombre, acudir al
Consejo para reclamar justicia o solicitar el divorcio.

Sólo había dos formas de relaciones sexuales permitidas: las que tenían lugar
dentro del matrimonio; y las de guerreros solteros con sacerdotisas dedicadas a la
prostitución ritual. Estas últimas estaban protegidas por la diosa Xochiquétzal, se
presentaban adornadas y maquilladas, y proporcionaban al hombre alucinógenos y
afrodisíacos que estimulaban su apetito sexual.
La monarquía española del siglo XVI
La llegada de la Casa de Austria o de Habsburgo se produjo como consecuencia de
la política matrimonial de los Reyes Católicos y a ella corresponderá culminar la
unificación territorial de la Península (incluido Portugal) y la expansión americana.
Además, su llegada significó, debido a sus intereses patrimoniales en Alemania y
los Países Bajos, la entrada de España en la política europea como potencia de
primer orden. Pero estudiar este periodo es también estudiar la caída de esta
potencia, incapaz de mantener su hegemonía europea, hasta llegar a una profunda
crisis, rematada por el final de la dinastía. El periodo de expansión política y
económica, el siglo XVI, corresponde con los reinados de Carlos V y Felipe II,
llamados los Austrias Mayores; mientras que los reinados de Felipe III, Felipe IV y
Carlos II, llamados los Austrias Menores, corresponden al siglo XVII, en el que se
produce el declive.

LOS REYES CATÓLICOS Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, casados en


1469, heredarán respectivamente sus coronas en 1474 y 1479. Pero sus comienzos
no fueron fáciles, pues Isabel tuvo que enfrentarse a los partidarios de su sobrina,
Juana la Beltraneja, casada con el rey de Portugal. Una vez afianzados en el trono,
los Reyes Católicos recortaron el poder de la nobleza, establecieron la Inquisición y
crearon la Santa Hermandad (policía rural para combatir el bandolerismo). El año
clave de su reinado es 1492, pues en él se producen la conquista de Granada (2 de
enero), la expulsión de los judíos (marzo) y el Descubrimiento de América (12 de
octubre). Posteriormente, las tropas del Gran Capitán conquistaron el reino de
Nápoles. Ambos monarcas, a los que el papa Alejandro VI concedió el título de
Católicos (para ellos y sus sucesores), gobernaron conjuntamente; pero a la muerte
de Isabel (1504), su hija Juana la Loca fue proclamada reina de Castilla, si bien tras
la muerte de su marido, Felipe el Hermoso, ésta fue declarada incapaz y Fernando
actuó como regente. Durante su regencia, Fernando el Católico conquistó Navarra
(1512) y la incorporó a la Corona de Castilla (1515).
Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Los Reyes Católicos llevaron a cabo el reforzamiento de la autoridad real y la


unificación de España. Además, su política matrimonial, consistente en casar a sus
hijos con los herederos de las principales Casas Reales europeas, permitió la
llegada de una nueva dinastía, la de los Habsburgo, que, conocidos también como
los Austrias, gobernarán España durante los siglos XVI y XVII, situando al país en
el centro de la política europea del momento. Distinguimos, como ya hemos
apuntado, entre los Austrias Mayores (Carlos V y Felipe II) y los Austrias Menores
(Felipe II, Felipe IV y Carlos II), coincidiendo, respectivamente, con los periodos de
esplendor y decadencia de la Monarquía de los Habsburgo.

Carlos I de España y V de Alemania nace y se educa en Gante (1500) y muere en


Yuste (1558). Era hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, y nieto de los Reyes
Católicos. Gracias a la política matrimonial de los Reyes Católicos, recibió una
amplia herencia:

Herencia borgoñona (1515): De su abuela paterna, María de Borgoña, hereda los


Países Bajos y el Franco Condado, además de los derechos sobre el ducado de
Borgoña, perdido por su bisabuelo Carlos el Temerario. Herencia castellana
(1516): De su abuela materna, Isabel la Católica, hereda la Corona de Castilla, el
reino de Navarra (anexionado por Fernando durante su regencia) y las Indias
(América), además de las Canarias y varias plazas norteafricanas. Herencia
aragonesa (1516): De su abuelo materno, Fernando el Católico (que estuvo a punto
de nombrar heredero a Fernando, hermano de Carlos, nacido y educado en España)
heredó la Corona de Aragón con Sicilia, Cerdeña y el reino de Nápoles. Herencia
austríaca (1519): De su abuelo paterno, Maximiliano de Habsburgo, hereda el
archiducado de Austria (de ahí el nombre de la dinastía) y demás territorios
patrimoniales de los Habsburgo, además del derecho a sucederle en la dignidad
imperial alemana, que era electiva. A la muerte de su cuñado Luis II de Hungría a
manos de los turcos (1529), hereda también Bohemia, Silesia y Moravia.
Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Como hemos visto, en 1504 murió Isabel la Católica y en 1506 Felipe el Hermoso.
Ante la incapacidad de Juana la Loca, Fernando ejercerá la regencia en Castilla
hasta su muerte, en 1516, siendo sucedido como regente por el cardenal Cisneros.
En 1517, Carlos I llega a España sin conocer el castellano ni los asuntos españoles
y acompañado de su corte flamenca. En 1518 es jurado por las Cortes reunidas en
Valladolid y en 1519, tras la muerte de su abuelo Maximiliano, es elegido emperador
de Alemania.

Las largas ausencias del rey en Castilla, la subida de impuestos para sufragar los
gastos de la coronación imperial y la concesión de los principales cargos a
extranjeros provocaron la revuelta de los comuneros (1520-1521), dirigidos por Juan
Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado, que fueron derrotados en la batalla de
Villalar y ajusticiados. Paralela a la revuelta de los comuneros en Castilla, en Aragón
se producen las germanías.

En cuanto al Nuevo Mundo, recién descubierto, será bajo el reinado de Carlos V


cuando se produzcan las conquistas del Imperio Azteca, por Hernán Cortés, y del
Imperio Inca, por Francisco Pizarro, en cuyos territorios se establecen,
respectivamente, los virreinatos de Nueva España, con capital en México, y Perú,
con capital en Lima, gobernados cada uno de ellos por un virrey (representante del
rey).

Tres grandes problemas centran la política exterior de Carlos V: las guerras con
Francia, el peligro turco y el problema luterano.

Los enfrentamientos con Francia, que tuvieron mucho de rivalidad personal con
Francisco I (ambos fueron candidatos al trono imperial), se centraban en tres
causas: el reino de Navarra, incorporado por Castilla y reivindicado por Francia, el
ducado de Borgoña, ocupado por Francia y reivindicado por Carlos, y la hegemonía
sobre Italia. La elección de Carlos como emperador provocó la primera de las seis
guerras. En 1521, los franceses invaden Milán, pero Francisco I caerá prisionero en
Pavía (1525) y tendrá que ceder Milán y Borgoña. Tras su liberación, Francisco I se
aliará con el papa Clemente VII, formando la Liga Clementina, a lo que el emperador
responderá saqueando Roma (1527). El punto más bajo de la hegemonía de Carlos
V es la ocupación francesa de Metz en 1552 y su imposibilidad de reconquistarla.
Tras su abdicación (1556), Felipe II continuará la lucha de su padre contra los
franceses, a los que derrotará en la batalla de San Quintín (1557). Tras ella, la Paz
de Catea

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Cambranis (1559) confirmará la hegemonía española frente a Francia durante los


siguientes cien años.

Por otro lado, estaba el peligro turco. Los turcos habían tomado Constantinopla en
1453. El sultán Solimán el Magnífico arrebató Rodas a los Caballeros de San Juan
en 1522 (el emperador les cedió entonces Malta) y en 1526 conquistó Hungría,
amenazando las posesiones de los Habsburgo (Viena fue sitiada dos veces). Muerto
Luis II de Hungría, Fernando (hermano de Carlos) hereda lo que queda del reino y
desde 1545 tiene que pagar tributos a los turcos. Pero el enemigo musulmán era
doble, ya que el sultán protege a los corsarios berberiscos del norte de África que,
a pesar de la conquista de Túnez por Carlos V (1535) y de las ofensivas del
almirante genovés Andrea Doria, mantuvieron su hegemonía naval en el
mediterráneo hasta la batalla de Lepanto (1571).

Finalmente, estaba el problema luterano. En la dieta de Works (1521), el emperador


manifestó su oposición a Lutero y su defensa de la Iglesia Católica, aunque presionó
al papa para que celebrara un concilio que acometiera la reforma de la Iglesia. Su
estancia en España (1522-1529) le impidió mantener el control y la reforma luterana
se extendió rápidamente. Tras la dieta de Aspira (1529), los príncipes protestantes
presentaron la Confesión de Augsburgo (1530), que no fue aceptada por el
emperador, por lo que constituyeron la Liga de Esmalcalda (1531). El avance turco
impidió a Carlos V ocuparse de ellos. Cuando por fin se convocó el Concilio de
Trento, los luteranos ya no participaron en él. El enfrentamiento acabó con la victoria
de Carlos V en Mühlberg (1547). Sin embargo, aprovechando la ofensiva francesa
de Metz (1552), los protestantes volvieron a levantarse contra el emperador. La Paz
de Augsburgo (1555) reconoció finalmente la libertad de culto en cada estado
alemán (cuyas regios, dios religiosa) y el emperador abdicó al año siguiente,
dividiendo su Imperio.

Su hijo, Felipe II, que se había ocupado del gobierno de España en ausencia de su
padre, recibe ésta junto con las Indias, Italia y los Países Bajos, mientras que su
hermano Fernando, que se había encargado de los asuntos austriacos, recibe
Austria y el derecho a sucederle en el trono imperial. Tras abdicar, Carlos V se retiró
al monasterio de Yuste, donde murió en 1558.

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Cuando accede al trono en 1556, contaba ya con una amplia experiencia en el


gobierno de España, que ejercía desde 1543 en nombre de su padre. Felipe II
gobernó desde Madrid y el Escorial, apoyándose en sus 14 consejos, mientras que
los Éboli Mendoza y los Alba se disputaban el poder. Hasta 1579 el rey se apoyará
en su secretario Antonio Pérez, que caerá en desgracia al descubrirse su traición.

En 1568 estalla la rebelión de los moriscos en las Alpujarras, sofocada por don Juan
de Austria (hijo ilegítimo de Carlos V y, por tanto, hermanastro de Felipe II), que en
1570 decreta, por orden del rey, la expulsión de los moriscos del reino de Granada.
Ese mismo año, los piratas argelinos ocupan Túnez y los turcos conquistan la isla
veneciana de Chipre, por lo que Venecia, España y el Papado forman la Liga Santa,
al mando de cuya flota se pone don Juan de Austria, que derrota a los turcos en
Lepanto en 1571. La hegemonía turca en el Mediterráneo ha concluido, aunque los
ataques de piratas argelinos persistirán.

En política exterior, destacan también las guerras de Flandes. Y es que las guerras
mantenidas durante más de 80 años para conservar la soberanía de la casa de
Austria sobre los Países Bajos serán, para Pedro Molas, uno de los principales
factores de la decadencia militar, política y económica de la España del siglo XVI.
Las causas del problema son la resistencia hacia un monarca que pretendía
gobernar Flandes desde España y la difusión del calvinismo, que Felipe II no estaba
dispuesto a consentir. Tras los gobiernos del duque de Alba (represión), de don Luis
de Requesens y de don Juan de Austria, durante el cual unas tropas faltas de paga
saquearon Amberes (ciudad leal a España) en 1576, las provincias del norte,
protestantes, declaran su independencia en 1581, de la mano del príncipe Guillermo
de Orange. Las provincias del sur, católicas, se mantienen leales, bajo el gobierno
de Alejandro Farnesio, hasta que, a su muerte, Felipe II deja la soberanía de los
Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia. Al morir ésta sin descendencia, el
territorio volverá a la Corona española.

Otro de los problemas de Felipe II será Inglaterra. El matrimonio de Felipe II con


María Tudor (hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón) buscaba la unión con
este país, pero la prematura muerte de la reina acabó con el plan. Durante el reinado
de Isabel I (hija de Enrique VIII y de Ana Bolena), los corsarios ingleses y
holandeses

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

hicieron inviable la ruta España-Flandes, a lo que hay que sumar enfrentamientos


en América, por lo que Felipe II decide invadir Inglaterra. Para ello envía la Armada
Invencible, al mando del duque de Medina-Sidonia, para ocupar el Canal de La
Mancha y trasladar a los tercios de Farnesio desde Flandes. Sin embargo, la
Armada fue destruida en 1588 por una tempestad en el Canal de La Mancha, lo que
supuso el fin de la hegemonía naval española.

En cuanto a Francia, tras la victoria de San Quintín (1557), la paz de Cateau-


Cambresis (1559) significó la hegemonía española y el final del enfrentamiento. Sin
embargo, tras la muerte de Enrique III sin herederos (1589), Felipe II quiso impedir
que el protestante Enrique de Borbón accediera al trono, por lo que los tercios de
Farnesio entraron en Francia por el norte para hacer valer los derechos de la infanta
Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y de Isabel de Valois (princesa de Francia).
Pero la conversión de Enrique IV de Borbón al catolicismo (“París bien vale una
misa”) truncó los planes del monarca español.

En 1578 muere sin herederos el rey de Portugal don Sebastián. Felipe II, hijo de
Isabel de Portugal, quiere la corona de forma pacífica, pero ante la existencia de
otros dos candidatos, el duque de Alba ocupa el país en 1580. Las Cortes de Tomar
(1581) juraron al rey, que prometió respetar la autonomía de Portugal y de su
imperio. Así, durante los siguientes 60 años la unidad política de la Península Ibérica
será una realidad.

El reinado de Felipe III constituye para los historiadores una etapa puente entre dos
grandes periodos de la Historia de España. Desde el punto de vista económico, se
produce el paso de una etapa de expansión a otra de profunda crisis; mientras que
desde el punto de vista político, se incluye ya a Felipe III dentro de los Austrias
Menores, pues, como dice Pedro Molas Ribalta, factores como el valimiento o el
retroceso de la hegemonía española en Europa lo insertan en una nueva coyuntura
histórica.

El joven Felipe III heredó un enorme imperio con una hacienda en bancarrota y en
conflicto con Inglaterra y los Países Bajos, así como unas malas relaciones con

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Francia. El nuevo rey no era un guerrero como su abuelo, ni un burócrata como su


padre, sino un rey cortesano que inauguró la costumbre de dejar la dirección
efectiva del Estado a una persona de su absoluta confianza, el valido o privado, que
no ostenta título institucional concreto pero que se encarga de todas las tareas de
gobierno en nombre del rey. El primero de ellos fue el duque de Lerma, que en 1618
será sustituido por el duque de Uceda. Lerma trasladó la Corte a Valladolid en 1601,
aunque en 1606 volvió a Madrid. Pero sin duda el hecho más importante de la
política interior fue la expulsión de los moriscos, decretada en 1609. Salieron de
España unos 300.000, lo que tuvo repercusiones económicas negativas, sobre todo
en el reino de Valencia. Una de las principales razones fue el miedo a que ayudaran
a una posible invasión otomana.

En cuanto a la política exterior, frente al belicismo de los reinados anteriores, el de


Felipe III será un periodo pacifista. En primer lugar, tras la muerte de Isabel de
Inglaterra, se firma la paz con la nueva dinastía de los Estuardo (1604). En los
Países Bajos se firmó, con las provincias rebeldes, la Tregua de los Doce Años
(1609). Y en cuanto a Francia, tras la muerte de Enrique IV mejorarán las relaciones,
hasta el punto de que los hijos de Felipe III se casarán con los del monarca francés:
Ana de Austria se casó con Luis XIII y el futuro Felipe IV, con Isabel de Borbón. Pero
en 1618 estalló en Europa la Guerra de los Treinta Años y la alianza dinástica de
los reyes de España con los emperadores de la Casa de Austria llevó a Felipe III a
entrar en ella, poniendo fin a este periodo de paz.

Felipe IV dejó el poder en manos de su valido, el conde-duque de Olivares, que


puso en marcha una serie de reformas, entre ellas una reformas fiscal y la creación
de un ejército al que tenían que contribuir los distintos reinos (la Unión de Armas),
pues hasta ahora el peso militar recaía en Castilla. El aumento de la presión fiscal
para mantener la participación española en la Guerra de los Treinta Años y las
demás reformas de Olivares provocaron un malestar en los diferentes reinos que
desembocó en las revueltas de Portugal y Cataluña en 1640. El duque de Braganza,
descendiente ilegítimo de los monarcas portugueses, se proclamó rey de Portugal,
rompiendo definitivamente su unión con España. Por su parte, la rebelión catalana,
que reconoció

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

a Luis XIII de Francia como conde de Barcelona, fue sofocada. Olivares caerá en
1643 y será sustituido por don Luis Méndez de Haro.

La entrada de España en la Guerra de los Treinta Años provocó el desgaste de los


ejércitos y la imposibilidad de sofocar la revuelta portuguesa o la tardanza en atajar
la catalana. La Paz de Westfalia (1648) pone fin a la hegemonía de los Habsburgo
en Europa y supone el reconocimiento de la independencia de los Países Bajos
(aunque España conserva Bélgica). Pero la guerra entre España y Francia continuó
hasta 1659, cuando se firmó la Paz de los Pirineos. Justo cien años después de la
paz de Cateau-Cambresis, que confirmó la hegemonía española en 1559,
comenzaba ahora la hegemonía francesa.

El reinado de Carlos II, monarca enfermizo, llamado el Hechizado, que accede al


trono a los 4 años y al que algunos atribuyen la incapacidad para gobernar,
comienza con la regencia de su madre, Mariana de Austria, y se desarrollará bajo
la influencia de los sucesivos validos del rey: Nithard, Valenzuela, don Juan José de
Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.

El problema de la sucesión se plantea al no tener el monarca ningún hijo, a pesar


de haberse casado dos veces. Existen tres candidaturas: la francesa, la austriaca y
la bávara. El candidato ideal era el hijo del elector de Baviera, pero murió en 1699.
Así, cuando el rey muere, en 1700, sólo quedan el archiduque Carlos de Austria,
hijo del emperador, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia.

El testamento de Carlos II prohibirá cualquier reparto de la herencia y dejará el trono


a Felipe V, considerando que el francés, al ser el más fuerte, será el único capaz de
mantenerla unida. Sin embargo, el archiduque Carlos no acepta la solución y se
desencadena la Guerra de Sucesión, que ganará Felipe V. Una nueva dinastía, los
Borbones, se sentará en el trono español.

Miguel Ángel Ruiz Ortiz La monarquía española de los Austrias en los siglos XVI y
XVII

Como dice el profesor Antonio Domínguez Ortiz, la unidad castellano-aragonesa


que heredó Carlos V es, en un principio, muy relativa y se basaba en una unión
personal en la que ambas coronas tenían el mismo rey pero conservaban sus leyes
e instituciones. Sin embargo, la política exterior será común a todos los territorios
de la Monarquía.

La Corona de Castilla tenía unas Cortes únicas en las que estaban representadas
la mayoría de las ciudades, mientras que la Corona de Aragón no tenía instituciones
comunes a los custro reinos que la componían, sino que Aragón, Cataluña y
Valencia tenían cada una sus Cortes y un virrey que representaba al monarca,
mientras que Mallorca no tenía Cortes y tenía un gobernador. En general, los
territorios de la Corona de Castilla contribuían en mayor medida a las arcas reales
que los de la Corona de Aragón.

La Monarquía instituyó, además, una serie de Consejos (con sede en la Corte) para
asesorar al rey. Unos eran temáticos (Estado, Guerra, Hacienda, Inquisición,
Órdenes y Cruzadas) y otros, territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia, Portugal y
Flandes). Como el monarca residía en Castilla, en el resto de territorios de la
Corona se nombró un virrey. Hubo virreyes en Aragón, Cataluña, Valencia, Navarra,
Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Nueva España y Perú. En otros territorios, como Mallorca
o los Países Bajos, se nombraron gobernadores.

Además, para sus tareas de gobierno, los Austrias Mayores se apoyaron en sus
secretarios, mientras que los Austrias Menores delegaron en sus válidos. Éstos
últimos, como hemos visto, no ostentan cargo institucional concreto, pero ejercen la
dirección efectiva del gobierno, pues tienen la confianza absoluta del monarca. Por
último, en Castilla, para la Administración de Justicia se establecieron las
Audiencias y Chancillerías, mientras que para controlar los cabildos municipales se
creó la figura del corregidor, nombrado por el rey.
Proceso de integración del sistema
colonial español
España, después de la pérdida de la América continental, seguía siendo una
potencia colonial, más por la situación de sus territorios que por la extensión de
éstos. La lejanía con respecto a la metrópoli era máxima en los dominios de la zona
del Pacífico: el archipiélago de las Filipinas, así como los pequeños grupos de las
islas Marianas, Palaos y Carolinas. En América poseía dos islas clave del área
antillana, Cuba y Puerto Rico. La propia posición de la Península Ibérica, unida a
las plazas de soberanía del Norte de África , permitía a España jugar una baza de
potencia que era difícil de mantener por su debilidad en el concierto europeo.
Algunos territorios más en zonas costeras: Río de Oro, Guinea y las islas de
Fernando Poo y Annobón.

La escasa capacidad financiera, diplomática y militar española para defender estos


territorios hará que nuestro país intente, a toda costa el mantenimiento del statu quo
por parte de las potencias europeas frente a la presión de Estados Unidos en
América y el Pacífico y el equilibrio interno entre ellas en lo que respecta a los
territorios africanos y, singularmente, el Estrecho. La política exterior española del
período isabelino está más pendiente de los problemas de Ultramar que de los
europeos en los que tiende a la neutralidad que, previsiblemente, le darían el apoyo
de los principales Estados europeos en la política intercontinental.

Además, España tenía que hacer frente a la administración y la resolución de los


problemas internos de sus colonias. Para coordinar esta política había un alto
organismo de Ultramar, con rango de Dirección General, que dependía
directamente de la Presidencia del Consejo de Ministros. Tenía a su cargo todo lo
relativo a las posesiones ultramarinas. Dependía de él el Consejo de Ultramar que
debía emitir informe de algunos asuntos específicos. En todo caso, antes de aplicar
una resolución que se refiriera a una posesión ultramarina concreta tenía que ser
oído el Gobernador Capitán General de la misma. En 1858 se creó el Ministerio de
Ultramar, que debido a problemas de presupuesto, independencia y continuidad de
sus titulares resultó muy poco eficaz. A esta ineficacia se unió la falta de interés y
conocimiento de los problemas coloniales por parte de los españoles en su conjunto,
la escasa e incoherente atención que prestaron los partidos políticos mucho más
preocupados por la política interna, la consideración de las colonias como una
herencia que había que conservar por razones sentimentales y de prestigio como la
familia que debe mantener una lejana casona de los antepasados. Salvo por
individualidades que no lograron crear una auténtica opinión pública, no se percibió
la importancia de estas colonias para abordar con fuerza el reparto del mundo que
se estaba fraguando.

Países más pequeños y con menos potencial económico, como Portugal, sí


entendieron el momento. En todo caso, por los intereses económicos de algunos
influyentes personajes de la burguesía de los negocios española y por tradición
histórica, hay dos territorios en Las Antillas a los que se prestará mayor atención:
Cuba y Puerto Rico. La esclavitud, un problema común, no sólo tenía vertientes
morales, sociales y económicas sino que se convirtió en un problema internacional
que complicó el panorama. Hasta la aparición de la corriente independentista,
España tuvo que hacer frente a la presión norteamericana.

Durante años, la situación se salvó por el equilibrio. Gran Bretaña y Francia


sostuvieron la presencia española para evitar la expansión de Estados Unidos, país
que aceptaba el dominio español ante el temor de que Cuba se convirtiera en una
isla británica. A mediados de siglo, el azúcar cubano, de caña, encontró una
competencia cada vez más fuerte en los mercados europeos por el auge del azúcar
de remolacha, que se había introducido en Europa desde principios de siglo. Así, la
producción cubana dependerá cada vez más del mercado norteamericano, al que
se destina la mitad de las exportaciones. De este modo se explica que a mitad de
la década de los cincuenta, empezara a perfilarse entre algunos criollos cubanos
una tendencia anexionista a los Estados Unidos, donde todavía entonces se
mantenía el régimen esclavista de los Estados del Sur. Por su parte, desde mucho
antes en Estados Unidos se pensaba en la conveniencia estratégica de la posesión
de Cuba y en la posibilidad de comprar la isla a España.

En España no se tuvo en consideración las diversas propuestas de compra. En 1849


y 1851 tienen lugar los intentos secesionistas de Narciso López, fracasados por la
falta de apoyo suficiente en el interior y el exterior de la isla, lo cual desacreditó
temporalmente la idea del intento militar. Estados Unidos vio frenadas sus
aspiraciones durante muchos años (la primera mitad del siglo) por Inglaterra. Vino
luego el paréntesis forzoso impuesto por la guerra de Secesión. Una vez terminada
ésta, Estados Unidos renueva su acción.

Mientras tanto, en la zona oriental de la isla se empezaba a incubar un nacionalismo


cubano, en el que se conjugaban dos elementos heterogéneos: Los criollos, blancos
que aspiraban a la independencia, y los negros con el fin elemental de acabar con
la esclavitud. El 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel Céspedes se alzó cerca de
Yara (El grito de Yara), iniciando una guerra que no terminó hasta 1878. Por lo que
respecta a Puerto Rico, desde 1822 hasta 1837, el Gobernador de la Isla, General
Miguel de la Torre inició un período de poder casi omnímodo que coincidió con un
progreso económico. La población aumentó hasta llegar a casi 360.000 habitantes
en 1834. Aunque se produjo un aumento cuantitativo de los esclavos, siguió
predominando el jornalero libre. Las explotaciones que generaron una mayor
exportación, especialmente a Estados Unidos, fueron las de caña de azúcar.

A este período corresponde la fundación del Seminario Conciliar (1832), primera


institución educativa de la isla. En 1837, las Cortes españolas decidieron que las
provincias de ultramar serían regidas por leyes especiales y no por la constitución.
Los sucesores de La Torre afianzaron el régimen autoritario. El Régimen de las
Libretas, instaurado en 1849, reglamentaba la vida de los jornaleros agrícolas y los
convertía en una servidumbre. Por otra parte, el miedo al contagio revolucionario
provocó la restricción de libertades públicas. Una nueva elite isleña empezó a
organizarse a mediados del siglo. Este grupo reformista criollo se bifurcó entre los
que deseaban la continuidad bajo bandera española y los que querían la República
independiente. Coincidían en cambios como la supresión de la esclavitud.
Precisamente los delegados de la isla, Acosta, Ruiz Belvis y Quiñones, que
acudieron a Madrid en 1865 a una Junta de Información para estudiar posibles leyes
especiales para Cuba y Puerto Rico, llevaban la abolición de la esclavitud como
punto principal de su programa. La Junta no tuvo resultados inmediatos y los
delegados volvieron decepcionados. La circunstancia anterior no fue ajena al primer
intento de independentismo, el Grito de Lores (23 de septiembre de 1868). La mayor
parte de la elite criolla acogió con frialdad la revuelta.

La presencia en el Pacífico y en Asia era débil y poco rentable para España desde
el punto de vista económico. El interés de Las Filipinas estaba más en el futuro, en
cuanto que podría servir como base para su influencia en el mercado continental
asiático. El problema se derivó de que ese interés era igualmente compartido por
Estados Unidos y otros países europeos como Francia, Gran Bretaña, Prusia,
Portugal y Holanda. Los enclaves de Las Carolinas, Marianas y Palaos de momento
no eran tan codiciados como Las Filipinas, pero su posición los hacía especialmente
interesantes como bases de aprovisionamiento para diversas rutas hacia Asia.

En todo caso, para la administración y la mayor parte de la población española, los


archipiélagos del Pacífico apenas contaron hasta los años cincuenta en que empezó
a despertarse un cierto interés sobre Filipinas. Uno de los empeños mayores de los
gobernadores españoles fue mejorar los servicios esenciales y las comunicaciones.
Los correos mejoraron notablemente. Igualmente se fomentaron las obras públicas,
de modo especial los caminos y puentes. Uno de los principales problemas de las
Filipinas era la diversidad de etnias y su dispersión. El archipiélago, con una
extensión aproximada de 300.000 Km2, está formado por más de siete mil islas de
las que once ocupan el 95% de la superficie. Hasta los años treinta del siglo XIX,
las autoridades españolas habían centrado su actuación en Manila y sus
alrededores.

La actividad de los gobernadores se amplió hasta lograr, en los años sesenta,


implantar la soberanía española en casi todas las islas. Como ya había ocurrido en
los siglos anteriores y hasta 1869, las autoridades civiles se sirvieron de las órdenes
religiosas, especialmente dominicos, agustinos y jesuitas, que se convirtieron en la
figura principal española (a veces única) en la mayoría de los pueblos y ciudades.
En sus manos estaban prácticamente todos los medios de enseñanza y cultura. La
historia del siglo XIX está marcada por los acontecimientos de la Península. La
situación de la metrópoli en la guerra de la independencia y la emancipación de
Nueva España, de la que dependía Filipinas, produjo una disminución de los lazos
con España entre los indígenas. Desde entonces pasaron a depender directamente
de la Península.

Por otra parte, el conflicto entre liberales y absolutistas en el reinado de Fernando


VII tuvo su correlato entre los militares de Filipinas. Las insurrecciones de los nativos
fueron constantes desde 1812. La principal de ellas tuvo lugar a principios de los
años cuarenta en la Isla de Luzón, promovida por una cofradía de indígenas que
había fundado Apolinario de la Cruz. Aunque las tropas españolas, dirigidas con
energía por el General Oraa, vencieron a los tagalos y su jefe murió fusilado, el
espíritu de rebeldía permaneció vivo hasta 1898. La debilidad española fue
aprovechada por los piratas malayos, especialmente en las islas de Borneo, Joló y
Mindanao, que apresaron a más de 6.000 personas entre 1828 y 1836. La lucha de
los españoles contra los piratas fue llevada a cabo por los gobernadores Narciso
Clavería (1844-1849) y Antonio de Urbiztondo (1850-1853). Este último dirigió una
campaña en la isla de Joló consiguiendo el reconocimiento de la soberanía española
por los caciques locales. En la isla de Mindanao la insurrección se prolongó hasta
el fin de la época española.
Las reformas borbónicas
Las Reformas Borbónicas, fueron una serie de reformas que se dieron en un periodo
de cambio en el territorio de la Nueva España y Perú; el título Reformas Borbónicas
generalmente se refiere a los años del siglo XVIII, me refiero desde el año 1700
hasta la abdicación de los monarcas españoles, es decir, en 1808, es un periodo
muy corto, las Reformas Borbónicas las tenemos que enmarcar en un periodo que
va desde el ascenso de la dinastía Borbónica al trono español, esto es, a principios
del siglo XVIII más o menos en 1700, 1700, 1720, dependiendo de donde nos
situemos y que marca la llegada del nieto de Luis XIV, rey de Francia de la dinastía
de los Borbones, después de la guerra entre España y Francia, asciende al trono
de España, Felipe V.

Felipe V fue un rey típico de la Ilustración, es decir, es un hombre que aprendió que
el mundo, el gobierno, la sociedad, se dicta por los principios de la razón, ya no
tanto con los principios del dogma católico, las cosas suceden porque hay una razón
detrás de ellas, no porque así dice Dios que así sea, es decir, es una forma más
avanzada en la forma de pensar.

Felipe V tuvo varios hijos, el primero de ellos Luis I reinó poco tiempo, luego vino
otro Fernando VI que también duró muy poco tiempo, pero que empezaron una serie
de reformas de carácter ilustrado a principios del siglo XVIII. En 1758 asciende el
tercer hijo de Felipe V, que adopta el título de Carlos III, es un hombre ilustrado,
gobernará entre 1758 y 1788, 30 años. Le sucederá al trono su hijo que adoptará el
nombre de Carlos IV, gobernará hasta 1808 cuando abdica a instancia de Bonaparte
que había invadido España, todos estos años del siglo XVII se le conocerá como el
siglo de las Reformas Borbónicas.

Tienen que ver estas reformas con los movimientos independentistas lo que en 1810
que posteriormente se le llamará guerra de independencia, pero tienen que ver
porque van generando una condición en la sociedad de la Nueva España que
provoca que los últimos años antes de la guerra de independencia me refiero más
o menos entre 1790 y 1810, las crisis que se dieron, las crisis económica, la crisis
social, la crisis política cayeron en terreno fértil en una sociedad que había
experimentado durante buena parte del siglo XVIII cambios muy importantes y
traumáticos.

Una de las grandes reformas borbónicas que se dieron desde España en el siglo
XVIII fue a nivel de la Secretarías de Estado, dividido en el ministerio de Hacienda,
el ministerio de Guerra, el ministerio de Marina, el ministerio de Indias, el ministerio
de Gobernación. Todavía teníamos los viejos Consejos, Consejo de Indias, Consejo
de Guerra, Consejo de Hacienda, pero están dominados por los Secretarios de
Estado. La política que se va dictar desde España hacia las tierras americanas en
concreto la Nueva España va a provenir adoptar de los Secretarios de Estado o
Ministros de Estado. La idea de Ministros tiene que ver más con una Monarquía que
la idea de Secretarios de Estado, tiene que ver con una Monarquía moderna así es
que podríamos llamarlos Ministros de Estado.

¿Qué es la Nueva España de aquel entonces? Estamos hablando de lo que


conocemos como México hoy y toda la porción norte de la Nueva España lo que
ahora es la porción sur de los Estados Unidos, sin una definición muy clara de cuáles
son esas fronteras norteñas.

En ese periodo, me refiero a 1758 a 1788 la Nueva España tenía graves problemas
en política exterior, el Congreso y la Guerra de los Siete Años, la guerra que se da
entre 1756 y 1763 más o menos, y que se delinea entre Inglaterra y otros países
europeos y que en el ámbito americano tiene que ver con lo que sucede entre
Francia, Inglaterra y España, pero que se refleja en el norte del continente en
concreto de lo que hoy es el norte de los Estados Unidos y Canadá.

El resultado de la Guerra de los Siete Años, que en América se le llamó la


historiografía norteamericana la Guerra Franco-India, al final de la Guerra de los
Siete Años, Inglaterra ocupa el Puerto de la Habana y el Puerto de Manila. España
ayuda a Francia, este país pierde, y en compensación España recibe la porción de
lo que se conoce la Luisiana, es decir, el sur profundo de los Estados Unidos y
pierde la Florida.
Se presenta luego entonces una situación geopolítica muy complicada para España.
Inglaterra se manifiesta ocupar tierras españolas, esto quiere decir que España se
ve vulnerable, tiene fronteras muy descuidadas, en concreto las fronteras con las
Siete Colonias norteamericanos, esto es, en 1763 después del Tratado de París
firmado el 10 de diciembre de 1898 con el que terminó la Guerra hispano-
estadounidense; la Nueva España tenía muy desprotegida la zona que son ahora
los estados de Texas, Arizona, Nuevo México y California, hasta muy al norte hasta
Canadá; se hace por lo tanto necesario tomar medidas para defender esta porción,
y para defender El Caribe.

Inglaterra ocupa el Puerto de la Habana, lo que hace muy vulnerable a la Nueva


España; Cuba es como se decía en aquella época, Cuba es inseparable de la Nueva
España, es necesario proteger Cuba y las posiciones en El Caribe, para evitar que
el enemigo, en concreto Inglaterra, posteriormente será Francia, que llegue a las
costas de la Nueva España y acceda a la riqueza que son los metales preciosos

Una de las grandes reformas borbónicas que se dieron desde España en el siglo
XVIII fue a nivel de la Secretarías de Estado, dividido en el ministerio de Hacienda,
el ministerio de Guerra, el ministerio de Marina, el ministerio de Indias, el ministerio
de Gobernación. Todavía teníamos los viejos Consejos, Consejo de Indias, Consejo
de Guerra, Consejo de Hacienda, pero están dominados por los Secretarios de
Estado. La política que se va dictar desde España hacia las tierras americanas en
concreto la Nueva España va a provenir adoptar de los Secretarios de Estado o
Ministros de Estado. La idea de Ministros tiene que ver más con una Monarquía que
la idea de Secretarios de Estado, tiene que ver con una Monarquía moderna así es
que podríamos llamarlos Ministros de Estado.

¿Qué es la Nueva España de aquel entonces? Estamos hablando de lo que


conocemos como México hoy y toda la porción norte de la Nueva España lo que
ahora es la porción sur de los Estados Unidos, sin una definición muy clara de cuáles
son esas fronteras norteñas.

En ese periodo, me refiero a 1758 a 1788 la Nueva España tenía graves problemas
en política exterior, el Congreso y la Guerra de los Siete Años, la guerra que se da
entre 1756 y 1763 más o menos, y que se delinea entre Inglaterra y otros países
europeos y que en el ámbito americano tiene que ver con lo que sucede entre
Francia, Inglaterra y España, pero que se refleja en el norte del continente en
concreto de lo que hoy es el norte de los Estados Unidos y Canadá.

El resultado de la Guerra de los Siete Años, que en América se le llamó la


historiografía norteamericana la Guerra Franco-India, al final de la Guerra de los
Siete Años, Inglaterra ocupa el Puerto de la Habana y el Puerto de Manila. España
ayuda a Francia, este país pierde, y en compensación España recibe la porción de
lo que se conoce la Luisiana, es decir, el sur profundo de los Estados Unidos y
pierde la Florida.

Se presenta luego entonces una situación geopolítica muy complicada para España.
Inglaterra se manifiesta ocupar tierras españolas, esto quiere decir que España se
ve vulnerable, tiene fronteras muy descuidadas, en concreto las fronteras con las
Siete Colonias norteamericanos, esto es, en 1763 después del Tratado de París
firmado el 10 de diciembre de 1898 con el que terminó la Guerra hispano-
estadounidense; la Nueva España tenía muy desprotegida la zona que son ahora
los estados de Texas, Arizona, Nuevo México y California, hasta muy al norte hasta
Canadá; se hace por lo tanto necesario tomar medidas para defender esta porción,
y para defender El Caribe.

Una de las grandes reformas borbónicas que se dieron desde España en el siglo
XVIII fue a nivel de la Secretarías de Estado, dividido en el ministerio de Hacienda,
el ministerio de Guerra, el ministerio de Marina, el ministerio de Indias, el ministerio
de Gobernación. Todavía teníamos los viejos Consejos, Consejo de Indias, Consejo
de Guerra, Consejo de Hacienda, pero están dominados por los Secretarios de
Estado. La política que se va dictar desde España hacia las tierras americanas en
concreto la Nueva España va a provenir adoptar de los Secretarios de Estado o
Ministros de Estado. La idea de Ministros tiene que ver más con una Monarquía que
la idea de Secretarios de Estado, tiene que ver con una Monarquía moderna así es
que podríamos llamarlos Ministros de Estado.
¿Qué es la Nueva España de aquel entonces? Estamos hablando de lo que
conocemos como México hoy y toda la porción norte de la Nueva España lo que
ahora es la porción sur de los Estados Unidos, sin una definición muy clara de cuáles
son esas fronteras norteñas.

En ese periodo, me refiero a 1758 a 1788 la Nueva España tenía graves problemas
en política exterior, el Congreso y la Guerra de los Siete Años, la guerra que se da
entre 1756 y 1763 más o menos, y que se delinea entre Inglaterra y otros países
europeos y que en el ámbito americano tiene que ver con lo que sucede entre
Francia, Inglaterra y España, pero que se refleja en el norte del continente en
concreto de lo que hoy es el norte de los Estados Unidos y Canadá.

El resultado de la Guerra de los Siete Años, que en América se le llamó la


historiografía norteamericana la Guerra Franco-India, al final de la Guerra de los
Siete Años, Inglaterra ocupa el Puerto de la Habana y el Puerto de Manila. España
ayuda a Francia, este país pierde, y en compensación España recibe la porción de
lo que se conoce la Luisiana, es decir, el sur profundo de los Estados Unidos y
pierde la Florida.
Los problemas económicos, políticos y
sociales para la organización del estado
nacional
Al consumarse la Independencia en 1821 se tenía ya una configuración alejada de
los principios ideológicos enarbolados por los líderes iniciadores del proceso de
independencia, sobre todo los de 1810-1815. Comienzan los esfuerzos para crear
las leyes de la nueva nación, luego de tres siglos de dependencia del Imperio
Español, por parte de un nuevo grupo de políticos con intereses contrapuestos entre
sí, quienes consideraban la necesidad de la soberanía nacional por razones que
más los enfrentaban entre ellos; se …ver más…

En otras palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están
repartidas entre un poder central y un grupo de estados asociados.

Imperio de Iturbide: El 25 de febrero de 1822 comienza su actividad el Congreso


Constituyente, que pronto entrará en roces con la Regencia: el Congreso se
proclama único representante de la soberanía de la nación, prohíbe los gastos no
autorizados por él, y elimina los empréstitos forzosos. Pero el 18 de mayo se
produce un motín del regimiento de Celaya exigiendo que Iturbide sea elegido
emperador; otras unidades de la guarnición de la capital se unen a la sublevación.
Bajo esta presión, a la mañana del día siguiente el Congreso proclamó emperador
a Iturbide, que fue coronado él con el nombre de Agustín I. Unos pocos republicanos
continuarán su oposición, y algunas guarniciones españolas aún resisten. Una
conspiración contra el gobierno fue descubierta en agosto de 1822 y el 26 de ese
mes Iturbide apresa y encarcela a varios diputados implicados.

Para todos los líderes la legalidad de la Independencia quedó sancionada en el Plan


de Iguala que exhortaba a una supuesta unidad entre americanos t europeos –
españoles residentes en México-, como base de concordia para las tareas de
construcción política y económica de la nueva nación. Sin embargo, el documento
por sí mismo no pudo conciliar los intereses contradictorios entre peninsulares y
criollos, que eran las dos fuerzas políticas y sociales más importantes de la época.

En otras palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están

El 25 de febrero de 1822 comienza su actividad el Congreso Constituyente, que


pronto entrará en roces con la Regencia: el Congreso se proclama único
representante de la soberanía de la nación, prohíbe los gastos no autorizados por
él, y elimina los empréstitos forzosos. Pero el 18 de mayo se produce un motín del
regimiento de Celaya exigiendo que Iturbide sea elegido emperador; otras unidades
de la guarnición de la capital se unen a la sublevación. Bajo esta presión, a la
mañana del día siguiente el Congreso proclamó emperador a Iturbide, que fue
coronado él con el nombre de Agustín I. Unos pocos republicanos continuarán su
oposición, y algunas guarniciones españolas aún resisten. Una conspiración contra
el gobierno fue descubierta en agosto de 1822 y el 26 de ese mes Iturbide apresa y
encarcela a varios diputados implicados.

Imperio de Iturbide: El 25 de febrero de 1822 comienza su actividad el Congreso


Constituyente, que pronto entrará en roces con la Regencia: el Congreso se
proclama único representante de la soberanía de la nación, prohíbe los gastos no
autorizados por él, y elimina los empréstitos forzosos. Pero el 18 de mayo se
produce un motín del regimiento de Celaya exigiendo que Iturbide sea elegido
emperador; otras unidades de la guarnición de la capital se unen a la sublevación.
Bajo esta presión, a la mañana del día siguiente el Congreso proclamó emperador
a Iturbide, que fue coronado él con el nombre de Agustín I. Unos pocos republicanos
continuarán su oposición, y algunas guarniciones españolas aún resisten. Una
conspiración contra el gobierno fue descubierta en agosto de 1822 y el 26 de ese
mes Iturbide apresa y encarcela a varios diputados implicados.

Para todos los líderes la legalidad de la Independencia quedó sancionada en el Plan


de Iguala que exhortaba a una supuesta unidad entre americanos t europeos –
españoles residentes en México-, como base de concordia para las tareas de
construcción política y económica de la nueva nación. Sin embargo, el documento
por sí mismo no pudo conciliar los intereses contradictorios entre peninsulares y
criollos, que eran las dos fuerzas políticas y sociales más importantes de la época.

En otras palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están
repartidas entre un poder central y un grupo de estados asociados. El 25 de febrero
de 1822 comienza su actividad el Congreso Constituyente, que pronto entrará en
roces con la Regencia: el Congreso se proclama único representante de la
soberanía de la nación, prohíbe los gastos no autorizados por él, y elimina los
empréstitos forzosos. Pero el 18 de mayo se produce un motín del regimiento de
Celaya exigiendo que Iturbide sea elegido emperador; otras unidades de la
guarnición de la capital se unen a la sublevación. Bajo esta presión, a la mañana
del día siguiente el Congreso proclamó emperador a Iturbide, que fue coronado él
con el nombre de Agustín I. Unos pocos republicanos continuarán su oposición, y
algunas guarniciones españolas aún resisten. Una conspiración contra el gobierno
fue descubierta en agosto de 1822 y el 26 de ese mes Iturbide apresa y encarcela
a varios diputados implicados.

Para todos los líderes la legalidad de la Independencia quedó sancionada en el Plan


de Iguala que exhortaba a una supuesta unidad entre americanos t europeos –
españoles residentes en México-, como base de concordia para las tareas de
construcción política y económica de la nueva nación. Sin embargo, el documento
por sí mismo no pudo conciliar los intereses contradictorios entre peninsulares y
criollos, que eran las dos fuerzas políticas y sociales más importantes de la época.
Federalismo y Centralismo, Liberales y
Conservadores, los otros poderes y el
clero
La primera presidencia de la república federal recayó en Guadalupe Victoria. De la
figura presidencial, la constitución de 1824 establecía que estaría en el poder por 4
años. Posterior a la presidencia de Guadalupe victoria, el difícil panorama político
impidió que después de 1829, al fin del gobierno de Victoria, los presidentes
elegidos llegaran a finalizar su mandato constitucional; es durante el interinato de
Valentín Gómez Farías, que el liberalismo crea problemas con los conservadores,
al iniciar este las primeras reformas liberales en el país.

Los conservadores, alegaban que el federalismo no traía la paz y sobre todo el


afianzamiento de México como nación, así se declaran en rebeldía a la constitución
federalista de 1824 hasta derogarla.

Para 1835, la primera república y el federalismo en México, ceden al centralismo


poder como forma de gobierno por espacio de 11 años, de 1835 a 1846.

Segunda república federal México 1846-1863

El 22 de agosto de 1846, el caos político, económico y de gobierno hacen fracasar


al centralismo, por lo que de nueva cuenta el federalismo es instaurado en México.
La herencia centralista, dejó un país mutilado por los Estados Unidos y un
conservadurismo reacio a dar por perdida su idea de un gobierno absolutista para
México.

La aplicación nuevamente de la constitución de 1824, marcó el camino de la


reinstauración del federalismo que se afianzó con la promulgación de la constitución
de 1857, siendo esto causa del estallido de la guerra de reforma perdida por los
conservadores, que respaldando a Francia al finalizar la guerra, instalaron
nuevamente un gobierno monárquico en el país, por lo que la república nuevamente
cae en 1863, al finalizar el segundo imperio se afianza definitivamente el federalismo
como eje de gobierno en México.

Al centralismo, se le puede definir como la concentración del poder en una sola


figura o entidad política, siendo esta la encargada de tomar las decisiones que los
entes integrantes de este sistema deben acatar al no contar con autonomía.

La primera república centralista, se encumbra al derogar las reformas liberales


hechas por Valentín Gómez Farías presidente interino al dejar Antonio López de
Santa Anna la presidencia por licencia en abril de 1833.

Al volver Santa Anna a tomar la figura presidencial en abril de 1834, apoya a los
conservadores a derogar las reformas e iniciar la instauración de un congreso que
redacte una constitución basada en el centralismo, así el 30 de diciembre de 1836
se promulgan las 7 leyes centralistas; sus artículos en resumen establecieron un
régimen centralizado gubernamental y administrativo representado en el supremo
poder conservador.

Los estados que conformaban la república federal, pasaron a dividirse en


departamentos, sus gobiernos quedaban sujetos al gobierno central en todos los
aspectos.

Los problemas que según los conservadores el federalismo causó, durante el


centralismo se intensificaron, se vivieron movimientos separatistas como el de
Texas y Yucatán, se entró en conflicto con Francia por los malos manejos
diplomáticos de problemas internos que afectaban a ciudadanos de la nación antes
mencionada; la guerra de los pasteles fue el conflicto que inauguraría los problemas
internacionales de México. El capítulo más doloroso se viviría durante la segunda
etapa del centralismo la llamada segunda república centralista.

Segunda república centralista 1843 -1846

La segunda etapa de la historia del centralismo en México, no fue más que la


ratificación e intento de sostener el régimen.
A la promulgación de las bases orgánicas del centralismo el 14 de junio de 1843,
que derogaba las 7 leyes, si bien las bases orgánicas daban más influencia a los
representantes de los departamentos que conformaban México, al suprimir el
supremo poder conservador para dar paso a la dictadura otorgándole a la figura
presidencial poderes absolutistas, agravó los problemas.

Texas ya había declarado su independencia, y el arribo de Santa Anna a la


presidencia, nuevamente causo caos político, económico, y social; despilfarraba el
dinero de la nación y perseguía abiertamente a sus detractores. Los
pronunciamientos y levantamientos armados logran desterrarlo del gobierno en
plena crisis con los Estados Unidos.

José Joaquín Herrera, asumió la presidencia de México ocupándose de la


reconquista de Texas, cosa no lograda al desconocerlo el general mariano paredes
como jefe del gobierno. Hacia enero de 1846, Paredes fungiría como presidente
interino y enfrentaría la guerra con los Estados Unidos, que fue combatida, con
México enfrentando levantamientos armados en contra de paredes; tomando la
presidencia interina Mariano Salas se reanuda el orden constitucional basado en la
constitución de 1824, con lo que llega a su fin el centralismo en México.

Los problemas que según los conservadores el federalismo causó, durante el


centralismo se intensificaron, se vivieron movimientos separatistas como el de
Texas y Yucatán, se entró en conflicto con Francia por los malos manejos
diplomáticos de problemas internos que afectaban a ciudadanos de la nación antes
mencionada; la guerra de los pasteles fue el conflicto que inauguraría los problemas
internacionales de México. El capítulo más doloroso se viviría durante la segunda
etapa del centralismo la llamada segunda república centralista.

La segunda etapa de la historia del centralismo en México, no fue más que la


ratificación e intento de sostener el régimen.

A la promulgación de las bases orgánicas del centralismo el 14 de junio de 1843,


que derogaba las 7 leyes, si bien las bases orgánicas daban más influencia a los
representantes de los departamentos que conformaban México, al suprimir el
supremo poder conservador para dar paso a la dictadura otorgándole a la figura
presidencial poderes absolutistas, agravó los problemas.

Texas ya había declarado su independencia, y el arribo de Santa Anna a la


presidencia, nuevamente causo caos político, económico, y social; despilfarraba el
dinero de la nación y perseguía abiertamente a sus detractores. Los
pronunciamientos y levantamientos armados logran desterrarlo del gobierno en
plena crisis con los Estados Unidos.

El 22 de agosto de 1846, el caos político, económico y de gobierno hacen fracasar


al centralismo, por lo que de nueva cuenta el federalismo es instaurado en México.
La herencia centralista, dejó un país mutilado por los Estados Unidos y un
conservadurismo reacio a dar por perdida su idea de un gobierno absolutista para
México.

La aplicación nuevamente de la constitución de 1824, marcó el camino de la


reinstauración del federalismo que se afianzó con la promulgación de la constitución
de 1857, siendo esto causa del estallido de la guerra de reforma perdida por los
conservadores, que respaldando a Francia al finalizar la guerra, instalaron
nuevamente un gobierno monárquico en el país, por lo que la república nuevamente
cae en 1863, al finalizar el segundo imperio se afianza definitivamente el federalismo
como eje de gobierno en México.

Al centralismo, se le puede definir como la concentración del poder en una sola


figura o entidad política, siendo esta la encargada de tomar las decisiones que los
entes integrantes de este sistema deben acatar al no contar con autonomía.
El proceso de independencia
El proceso de Independencia fue un largo camino, al menos 10 años hasta que se
firmara la paz entre ambos ejércitos, por lo que se ha dividió en cuatro etapas que
definen los hechos históricos más transcendentes y aunque el proceso fue largo y
con muchos personajes, aquí presentamos los puntos más importantes y
significativos:

Primera etapa: Comandada por Miguel Hidalgo desde septiembre de 1810 hasta el
17 de enero de 1811 cuando fue capturado y fusilado, junto a Allende, Aldama y
Jiménez, y sus cabezas se mostraron en la Alhóndiga de Granaditas. En este
momento la guerra se centró en el Bajío y buscaba el regreso de Fernando VII al
poder.

Segunda etapa: Con José María Morelos y Pavón e Ignacio López Rayón el
movimiento de independencia tomo tonos más políticos, una estructura, una
ideología insurgente y un marco legal gracias al Congreso de la Anáhuac que
buscaba convocar a todas las provincias independientes. Esta terminaría en 1815,
con el asesinato de Morelos.

Tercera Etapa: De 1815 a 1820 se le conoce como ‘guerra de guerrillas’, ya que los
diferentes grupos armados luchaban de manera aislada. La llegada de Javier Mina
en 1817 con una compañía y la campaña de Vicente Guerrero en el sur, cambió los
enfrentamientos que parecían perdidos para la causa independentista.

Cuarta etapa: Después de 10 años de lucha y millones de muertes, en enero de


1821, Agustín de Iturbide negoció la paz con los insurgentes en el famoso ‘Abrazo
de Acatempan’ con Vicente Guerrero. El 24 de febrero de 1821 se proclamó el Plan
de Iguala y se implementaron las tres garantías: religión católica, unión de todos los
habitantes y la Independencia de la Nueva España. El 27 de septiembre de ese
mismo año. Iturbide y Guerrero entrarían triunfantes a la Ciudad de México después
de años de lucha.
Después de una década de lucha, pasarían varios años para que México lograra
establecerse como una nación soberna: primero fue una Monarquía, pasó a ser
república federal y hubo varios intentos de reconquista, hasta que en 1836 España
dio el reconocimiento de la Independencia de México, después de la muerte de
Fernando VII.

Durante el siglo XVIII en el virreinato de la Nueva España se produjo un gran


desarrollo económico basado principalmente en la explotación de las minas de oro
y plata. La producción de dichos minerales se triplicó a lo largo del siglo siendo las
regiones de Pachuca, Fresnillo, Guanajuato, Zacatecas y San Luis de Potosí,
convirtiéndose en regiones de las más ricas del mundo en este aspecto. Esto
favoreció el desarrollo de otras actividades económicas como el comercio y la
agricultura y con ella la aparición de una boyante burguesía tanto criolla como
peninsular.

Los criollos ricos, si bien en el aspecto económico se podían sentir cómodos, no lo


estaban en el ámbito político, en el que deseaban tener una mayor cuota de poder
político en la gobernación del virreinato, quejándose amargamente de que solo los
peninsulares tenían acceso a los grandes cargos políticos del virreinato aunque no
podemos olvidar que los criollos tenían prácticamente todo el poder a nivel
municipal. En los cabildos eran los que gobernaban y mandaban.

En estos círculos de la burguesía criolla tomaron fuerza las logias masónicas


importadas desde Europa por masones españoles. La primera logia masónica de
México fue fundada en 1806 por el español Enrique Mugí. Otras logias fundadas en
los años posteriores fueron las de la

Conjuración de Querétaro1, Conjuración de Querétaro 2, la logia Reunión Literaria


Queretana, la logia Ilustración Mexicana, la logia Querétaro y Patria, la logia Apatita
Mexicana y otras más. Todos estos “clubs privados” se reunían en secreto y
discutían la forma de lanzar la revolución política y derrocar el sistema político
vigente en la Nueva España. Además también emitían escritos y panfletos de
carácter político que hacían circular entre los novohispanos buscando apoyos y
difundir su ideología liberal por la sociedad. Pero hay que dejar claro que solo se
hablaba de revolución política, no de independencia.

Al levantamiento se unió otro sacerdote llamado José María Morelos que se ocupó
de la zona del sur de la Nueva España y que tenía como objetivo principal la toma
del puerto de Acapulco. Morelos sí trató de hacer mejor las cosas y logró crear un
ejército de más calidad que el de Hidalgo, bien organizado, correctamente
abastecido y con soldados de verdad. En noviembre de 1812 lograron ocupar
Oaxaca en donde el general Ignacio López Rayón redactó los Elementos
Constitucionales, siendo este el primer proyecto de constitución para la futura
nación mexicana y en el que se basarían posteriores documentos.

En junio de 1813 Morelos emitió un decreto constitucional en el Congreso de


Anáhuac en el que se declaraba la independencia, la soberanía popular, se abolían
las castas, el tributo indio y la esclavitud. Morelos fue nombrado generalísimo de las
fuerzas insurgentes. Tras varias batallas victoriosas su éxito empezó a decaer hasta
ser hecho prisionero en la

El 15 de junio de 1814 llegaron noticias a México de que Fernando VII había vuelto
al poder derogando la Constitución de 1812 por lo que el absolutismo retornaba al
poder y ya no había posibilidad de cambios políticos. Pero los insurgentes
decidieron seguir con la lucha adelante a pesar de que esta tras la muerte de
Morelos perdió bastante fuelle y quedó dividida en numerosos grupos insurgentes
que hacían la guerra cada uno por su lado. Además el virrey Juan de Apodaca tuvo
bastante éxito con la política de capitulaciones e indultos que ofreció a numerosos
insurgentes y que estos aceptaron.

Desde el exterior se vio con preocupación este declive del bando insurgente y se
pusieron manos a la obra. Un enfraile llamado

Servando Teresa de Mier que había sido expulsado de Nueva España y exiliado en
la Península por decir que el cristianismo ya existía en Mesoamérica antes de la
llegada de los españoles y que Quetzalcóatl en realidad fue el apóstol Santo Tomás
que predicó el evangelio, allá por el siglo IV, en tierras mesoamericanas.

El fraile en su estancia en Europa entró en ambientes liberal-masónicos y en


Londres conoció al militar español Francisco Xavier Mina, también masón, y con
financiación no se sabe muy bien de quién organizaron una expedición de apoyo a
los insurgentes que partió de Londres, hizo escala en Nueva York y Filadelfia
recogiendo más hombres y pertrechos y desembarcaron en Soto la Marina,
Tamaulipas, el 15 de abril de 1817. Los 400 hombres de la expedición se unieron a
los insurgentes en su lucha por la revolución político-social pero fueron rápidamente
derrotados y Mina fusilado el 11 de noviembre.

Ya solo quedaban varios ejércitos insurgentes activos con Vicente Guerrero como
el más importante y que ya había rechazado varias ofertas de indulto por parte de
Apodaca. La insurgencia estaba prácticamente vencida en 1819.

Pero en 1820 todo cambió radicalmente. Llegó a México la noticia de la revolución


liberal de 1820 del general Rafael de Riego por la cual se reestablece la constitución
de Cádiz anulando el absolutismo fernandino. El virrey Apodaca recibió las órdenes
para organizar la Jura de la Constitución entre los altos cargos virreinales. Esto
enfureció a la iglesia y la aristocracia novohispana por la pérdida de privilegios que
ello suponía para ellos. Reaccionaron rápidamente mediante la Conspiración de la
Profesa, si bien algunos historiadores niegan que dicha conspiración existiese, y
atrajeron al general Agustín de Iturbide a su bando ofreciéndole su plan que no era
otro que declarar unilateralmente la independencia para evitar que la constitución
fuera impuesta.

Iturbide marchó con sus tropas hacia el sur para ofrecer un pacto al general Vicente
Guerrero que, tras rechazar la propuesta inicialmente y producirse algunas batallas,
terminó aceptando y sellaron la paz y la unión en el

Abrazo de Acatempan. Ambos jefes militares firmaron el Plan de Iguala que


proclamaba la independencia de La Nueva España respecto de la España liberal, si
bien se obre a Fernando VII la posibilidad de ser rey de México o que lo fuera
cualquier infante de España, se defendía la religión católica y a su iglesia, se
establecía la igualdad entre todos los ciudadanos y se hacía una llamada a la unidad
y la paz después.

Pero Apodaca de repente cambió de opinión y junto al Ayuntamiento de México


declaró su fidelidad a la constitución y al rey Fernando VII por lo que Iturbide y su
Plan de Iguala fueron puestos fuera de la ley. Rápidamente formó un ejército para
ir a combatir al Ejército Trigarante formado recientemente por Iturbide y Guerrero,
reavivándose el fuego de la guerra y produciéndose numerosas batallas y
escaramuza que no finalizaron hasta el 19 de agosto de 1821 en que terminó la
La estabilidad política: El porfiriato
Se llama el porfiriato al periodo comprendido entre los años 1876 y 1911, tiempo
durante el cual Porfirio Díaz fue presidente de México.

Este periodo largo de gobierno se interrumpió sólo por cuatro años comprendidos
de 1880 y hasta 1884, cuando ejerció la presidencia Manuel González. Con nuevas
elecciones presidenciales, y ganando Porfirio Díaz las mismas, el 1 de diciembre
1884 regresaría al poder.

Si bien es cierto que durante el largo mandato presidencial del general Díaz,
consecuencia de sus sucesivas reelecciones, México logró un importante desarrollo
económico, el beneficio fue sólo para unos cuantos, en su mayoría empresarios
extranjeros y familias acomodadas simpatizantes de las ideas políticas del gobierno
de Díaz.

La clase trabajadora, a pesar del auge económico, nunca vio una mejora en su
calidad de vida, muy al contrario, fueron explotados en los trabajos que realizaban
en fábricas o haciendas, y remunerados con sueldos extremadamente bajos, que
no satisfacían ni siquiera las necesidades más esenciales para vivir.

Los indígenas serían otro sector poblacional que durante el porfiriato vería afectados
sus derechos, siendo despojados de tierras comunales mediante decretos que
beneficiaban el latifundismo. Así los capitales nacionales y extranjeros se hicieron
de grandes extensiones de tierra en las que irónicamente muchos indígenas
trabajaban

El porfiriato fue un periodo de claroscuro, o en palabras sencillas, desigualdades


extremadamente marcadas entre las clases sociales vulnerables y la clase
acomodada.

Si bien ya se ha mencionado el lado negativo de este periodo en la historia


mexicana, es necesario igualmente mencionar los aspectos positivos del régimen
porfirista en el desarrollo de México.
Cuando Porfirio Díaz asumió su primer periodo presidencial, las finanzas del país
estaban quebradas, y fue durante su segundo mandato que México comenzó a
despegar económicamente gracias a una seria de leyes que beneficiaban la entrada
de inversión extranjera y la inversión de capital privado mexicano.

Otro aspecto que detonó el crecimiento económico fue el de la pacificación del país,
hecho logrado mediante la persecución sin tregua de bandoleros, además de
reprimir cualquier descontento social mediante el uso de la fuerza. A este periodo
de estabilidad social en México se le dio el nombre de paz porfiriana, y permitió al
país estabilidad política y progreso económico.

Otro motor del crecimiento fue la ampliación de la red ferroviaria que comunicó a
poblaciones muy importantes por su producción minera y agropecuaria.

Las principales naciones que invirtieron en México durante el gobierno de Porfirio


Díaz fueron Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de América. Todo este
progreso se vio frenado por la recesión económica que afectó al mundo entre 1907
y 1908, provocando un aumento en el ya existente descontento social.

La entrevista concedida a James Creelman, periodista estadounidense, en la cual


Porfirio Díaz veía con agrado una sucesión presidencial, aumentó el deseo de
terminar con el régimen porfirista. Porfirio Díaz volvió a correr para el periodo de
gobierno que abarcaba de 1910 a 1916, encarceló a Francisco I Madero antes de
las elecciones a efectuarse en junio de 1910, elecciones en las cuales se le declara
triunfador.

Una serie de sucesos, como el escape de Madero de prisión y la posterior


proclamación por parte de éste del Plan de San Luis, que desconocía a Porfirio Díaz
como presidente de México, e incitaba a comenzar una revolución el 20 de
noviembre de 1910, hacen que el 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz renuncie a la
presidencia de México, terminando el porfiriato y comenzando una etapa de
convulsión social y política conocida como Revolución Mexicana.
Con la caída de Maximiliano, México recuperó a plenitud su soberanía. El
Presidente Benito Juárez se dedicó a reorganizar la administración civil y militar,
reduciendo el efectivo del Ejército.

Insatisfecho con su situación política, el General Porfirio Díaz lanzó el Plan de la


Noria el 1/o. de octubre de 1871, levantándose en armas contra el gobierno Juarista,
pero fracasó. Dicho Plan pugnaba por la “No Reelección”.

El 18 de julio de 1872, víctima de una angina de pecho, falleció el Licenciado Benito


Juárez, figura fundamental en la historia de México. A su muerte, el Licenciado
Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia por Ministerio de Ley. Su gobierno
transcurrió sin mayores incidentes hasta que pretendió reelegirse.

El Plan de Tuxtepec fue lanzado el 1/o. de enero de 1876. Porfirio Díaz planteaba
el propósito de evitar la reelección de Lerdo de Tejada.

El 20 de mayo de 1876, en Acámale, tropas leales infringieron una terrible derrota


a los sublevados comandados por el General Porfirio Díaz, quien se vio obligado a
retirarse al sur de la República. A pesar de su derrota en Acámale, el General
Porfirio Díaz continuó combatiendo a los lerdistas. El 16 de noviembre de 1876, se
produjo la Batalla de Tecoac, enfrentándose Díaz con el Gral. Ignacio R. Alatorre;
durante el reñido combate, ambos bandos estuvieron cerca de la victoria, pero la
oportuna llegada de refuerzos porfiristas, al mando del Gral. Manuel González,
provocó la derrota de Alatorre.

Derrotadas en Tecoac sus mejores tropas, Sebastián Lerdo de Tejada no tuvo más
remedio que renunciar a la presidencia, la cual fue asumida, el 28 de noviembre de
1876, por el General Porfirio Díaz, quien había entrado triunfante a la Capital el 21
del mismo mes.

Al asumir la Presidencia el General Porfirio Díaz, se dio a la tarea de reestructurar


el Ejército; creó el Cuerpo Especial de Estado Mayor, que tenía como función formar
la Carta General de la República, redujo las unidades militares y las que quedaron
las profesionalizó. Impulsó la educación militar con la creación de la Escuela Naval
militar, Escuela Militar de Aspirantes y la Escuela Militar de Esgrima.
Fue durante este periodo que el Colegio Militar vivió sus años dorados al pasarse
de las instalaciones del Arzobispado en Tacubaya, a Chapultepec; en que se
formaron grandes militares que destacaron en campos de la ingeniería, industria,
finanzas, arte, periodismo, literatura, etc.… como los Generales Felipe Ángeles,
Heriberto Frías, etc.…

De igual manera se modernizó el armamento y la industria militar, para lo cual se


compró maquinaria en Europa, se dio mantenimiento a las armas, se restableció la
Fábrica de Pólvora, se impulsó la tecnología militar con el diseño del sistema de
cerrojo "Mondragón" que fue el primer fusil semiautomático, además de mejorar el
sistema de disparo de los cañones franceses Saint Chamón.

Asimismo, se modernizaron los buques de la Marina, se hicieron maniobras con


fuego real, tanto para el Ejército como para la Armada, a fin de mantenerlos
operativos y con el mejor adiestramiento.

Tras treinta años en el poder, el General Porfirio Díaz, había logrado una aparente
estabilidad económica y social en México. Pero esto a consecuencia de la opresión
del pueblo, mismo que estaba muy descontento con el gobernante.

Cuando Porfirio Díaz volvió a reelegirse, en el año de 1910, se sabía de antemano


que continuaría dando preferencia a los capitales extranjeros y a los grupos
nacionales que estaban de acuerdo con sus políticas, esto fue un factor más para
el descontento popular.

Insatisfecho con su situación política, el General Porfirio Díaz lanzó el Plan de la


Noria el 1/o. de octubre de 1871, levantándose en armas contra el gobierno Juarista,
pero fracasó. Dicho Plan pugnaba por la “No Reelección”.

El 18 de julio de 1872, víctima de una angina de pecho, falleció el Licenciado Benito


Juárez, figura fundamental en la historia de México. A su muerte, el Licenciado
Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia por Ministerio de Ley. Su gobierno
transcurrió sin mayores incidentes hasta que pretendió reelegirse.

El Plan de Tuxtepec fue lanzado el 1/o. de enero de 1876. Porfirio Díaz planteaba
el propósito de evitar la reelección de Lerdo de Tejada.
El 20 de mayo de 1876, en Acámale, tropas leales infringieron una terrible derrota
a los sublevados comandados por el General Porfirio Díaz, quien se vio obligado a
retirarse al sur de la República. A pesar de su derrota en Acámale, el General
Porfirio Díaz continuó combatiendo a los lerdistas. El 16 de noviembre de 1876, se
produjo la Batalla de Tecoac, enfrentándose Díaz con el Gral. Ignacio R. Alatorre;
durante el reñido combate, ambos bandos estuvieron cerca de la victoria, pero la
oportuna llegada de refuerzos porfiristas, al mando del Gral. Manuel González,
provocó la derrota de Alatorre.

La clase trabajadora, a pesar del auge económico, nunca vio una mejora en su
calidad de vida, muy al contrario, fueron explotados en los trabajos que realizaban
en fábricas o haciendas, y remunerados con sueldos extremadamente bajos, que
no satisfacían ni siquiera las necesidades más esenciales para vivir.

Los indígenas serían otro sector poblacional que durante el porfiriato vería afectados
sus derechos, siendo despojados de tierras comunales mediante decretos que
beneficiaban el latifundismo. Así los capitales nacionales y extranjeros se hicieron
de grandes extensiones de tierra en las que irónicamente muchos indígenas
trabajaban

El porfiriato fue un periodo de claroscuro, o en palabras sencillas, desigualdades


extremadamente marcadas

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