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Nombre:
Hans Rojas Bruna
Curso:
7mo año de Medicina
Coordinador:
Dr. Alejandra Lagos
Internado de Atención primaria de salud
N° de Palabras: 1652
Es algo típico escuchar expresiones como: “estoy cansado”, “estoy en modo zombi”,
“no tengo ganas de seguir trabajando”, “estoy rendido”, “me da todo igual”, etc. Este tipo
de manifestaciones verbales son habituales de escuchar en una conversación informal, en
un día cualquiera, en cualquiera de los Centros de salud. Esto se traduce en diferentes
actitudes y estadios anímicos que merecen nuestra preocupación con el fin de poder
identificar y manejar este “desfondamiento psicológico” que supone graves consecuencias
en la calidad de la “relación médico-paciente”. Siendo numerosas las variables que nos
permiten dar explicación de este fenómeno que pone en peligro la salud de médicos y
enfermeras que trabajan día a día con el enfermo, y de manera singular con el paciente
terminal, oncológico o no oncológico; y sus familias. Ciertamente, el médico permanece
comprometidamente con el paciente frente a una enfermedad que no hace más que
recordarnos el nihilismo del hombre, la angustia del dolor y de la muerte. En este sentido,
el médico y el equipo de salud sucumben en esa lucha desigual frente a un proceso lleno de
sentimientos y emociones fuertemente desgarradoras.
Los primeros estudios sobre este tema datan de la década de los 80, con
publicaciones influyentes de Pearlman y McIan (1995), Figley (1996) y Stamm (1997), si bien
cada autor formuló un concepto diferente para referirse al mismo proceso de desgaste
resultado de trabajar con víctimas de experiencias traumáticas: trauma vicario, fatiga por
compasión y estrés traumático secundario, respectivamente, cada uno de los cuales, de
hecho, es aceptado por la comunidad científica. Más recientemente, Stamm
(2010) desarrolló el constructo calidad de vida profesional, una de las propuestas teóricas
con mayor sustento empírico, cuya utilidad radica en integrar los diferentes conceptos en
un modelo comprensivo; la Calidad de vida profesional se refiere a la cualidad de las
emociones relacionadas con la actividad profesional que implica ayudar a otros, por lo
tanto, se ve influida por las condiciones laborales tanto positivas como negativas.
Bajo esta visión de los hechos, cabe la necesidad urgente de aplicar técnicas en los
diferentes equipos de los centros de salud con la finalidad de disminuir las sintomatologías
que como hemos visto influyen incluso en las competencias individuales de cada uno.
Siendo importante destacar la necesidad de educación a los diferentes equipos sobre los
síntomas y signos del “desgaste por compasión” y buscar la instauración de la
“complacencia/involucramiento” por compasión, un punto en el cual podamos acompañar
en el dolor sin que este nos inutilice, logrando de esta forma afianzar con nuestros pacientes
el vínculo médico-paciente y a la vez mantener nuestra salud mental, la cual no solo tiene
impacto en nosotros sino que también en quienes nos rodean. Desmintiendo el mito en el
que se ve al medico y al equipo de salud como “superhéroes” a los cuales “no lo atraviesan
balas”, perfectos sin necesidades; buscando de cierta forma que nuestros pacientes
entienden y vean en nosotros esa gran intención de ayudarlos y a la vez puedan recibir de
nosotros un atisbo de nuestros propios sentimientos, en lo personal, creo que ya es hora
que la sociedad le saque la capa de héroe al medico y lo conciba como la persona que es, y
desde ahí, entregar lo mejor de nuestra base empírica, no descuidando la emocionalidad
de ambas partes, porque eso es lo bello de trabajar con personas, más aún en la
rehabilitación de su salud. Es importante recordar, que en este equilibrio dinámico de la
relación médico paciente, se debe desarrollar una estructura comunicativa similar a un
frisbee, saliendo de los patrones canónicos que concebían la medicina como un arte más
bien paternalista.
De manera personal considero que muchas veces el mejor médico no es aquel que
sabe todas las respuestas sino más bien es aquel que en vez de tratar la enfermedad trata
a la persona y es capaz de ver a través de esta, debido a que muchas veces, incluso con
escuchar, mantener una actitud empática para brindar su apoyo, dentro de lo posible, para
que sea capaz de mantener su vida con dignidad y respeto, y asimismo, sienta que no está
sola en este camino borrascoso por el que está transitando.
Me alegraría poder volver a mis centros formadores y dejar de escuchar frases como
“estoy cansado”, “estoy en modo zombie”, “no tengo ganas de seguir trabajando”, “estoy
rendido”, “me da todo igual”, “estoy en modo piloto automático” porque de esta forma
sabría que por fin están siendo escuchados y mejor aún, estaría seguro que serían la mejor
versión de sí mismos para sus pacientes.
Hipócrates