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LAS FUNCIONES DE LA

BIBLIA

1) Cristo, el Espíritu Santo y la Biblia: tres


realidades inseparables

a) Jesucristo, el Hijo de Dios, es la Palabra viva de


Dios; la Biblia es la Palabra escrita de Dios.

b) Cristo es la Palabra viva de Dios, el Logos


(Verbo, Palabra) encarnado, por obra del
Espíritu Santo; La Biblia es la Palabra soplada
(inspirada) por el Aliento de Dios, por el Espíritu
de Dios (2Tim 3:16).

c) Cristo, como el Logos de Dios, es la verdad, la


vida y la luz personificadas (Jn 14:6; 1:1-18;
8:12); la Biblia es el registro escrito de la
Revelación de Dios al hombre, es la revelación
de la verdad, y es portadora de vida.

“Jesús le dice: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la


Vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Jn 14:6).

“De nuevo, pues, les habló Jesús, diciendo: Yo soy la


luz del mundo. El que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12).
 son verdad (Jn 17:17; Sal 119:160; Ef 1:13; Col
1:5) porque son inspiradas por Dios, y por ellas
Dios se revela a Sí mismo y revela la realidad de
todas las cosas:

“Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Jn


17:17).

“La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos


tus justos juicios” (Sal 119:160).

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de


verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo
creído en él...” (Ef 1:13; Col 1:5).

 son espíritu (Jn 6:63), porque son portadoras de


realidades espirituales, por ejemplo, vida:

 son vida (Jn 6:63; Hch 5:20), porque por medio


de ellas Dios se da a Sí mismo, en Cristo, como
Vida.

“El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha


para nada. Las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida” (Jn 6:63).

Por medio de la Biblia, la Palabra de Dios, el Espíritu


nos revela la verdad para que tengamos vida.
 Las palabras de la Biblia son dadas por el
Espíritu: “Y nosotros no hemos recibido el
espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos
concedió gratuitamente. Lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las enseñadas por
el Espíritu, adaptando lo espiritual a lo
espiritual” (1Cor 2:12) o: “expresando
realidades espirituales con términos
espirituales”.

Este pasaje nos ayuda a entender correctamente la frase


“la letra mata, pero el Espíritu vivifica” (2Cor 3: 5-
11). La Escritura contrapone ahí el ministerio del
Antiguo Pacto con el del Nuevo Pacto, no dando
licencia para menospreciar “la letra” de la Escritura y
‘mistificarla’. El sentido espiritual descansa en el
sentido histórico-gramático. Con todo, sí podemos
entender que sin el ministerio del Espíritu, la mera
lectura material de la Biblia es letra muerta.

d) La Biblia, leída bajo la luz y dirección del


Espíritu, da testimonio del Señor Jesús, y nos
pone en contacto con Él para tener Vida:

“39 Escudriñais las Escrituras, porque os parece


que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las
que dan testimonio de Mí. 40 Y vosotros no
queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn
5:39).

El Señor Jesús es el tema y contenido de la Biblia. La


Palabra escrita de Dios está para que entremos en
contacto con la Palabra viviente de Dios, quien es Vida
y nos da Vida.

Por medio de la Biblia, la Palabra de Dios, el Espíritu


nos revela la verdad para que tengamos vida.

Sobre esta base, de la inseparable relación entre Cristo,


el Espíritu y la Biblia para impartir Verdad, Vida y Luz,
veamos la funciones prácticas de la Biblia, que es la
Palabra de Dios.

2) Hacer que los pecadores sean re-generados (nacidos


de nuevo):

El instrumento usado por Dios para implantar en el


espíritu humano la divina semilla de la Vida eterna es la
Palabra de Dios:

“4 Juntándose una gran multitud y los que de cada


ciudad acudían a él, les habló por medio de una
parábola: 5 "Un sembrador salió a sembrar su
semilla. Mientras sembraba, una parte cayó junto al
camino y fue pisoteada; y las aves del cielo la
comieron. 6 Otra parte cayó sobre la roca, y cuando
creció, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte
cayó entre los espinos, y los espinos crecieron al
mismo tiempo y la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en
buena tierra, y cuando creció, llevó fruto a ciento por
uno." Hablando de estas cosas, exclamó: "El que tiene
oídos para oír, oiga." 9 Sus discípulos le preguntaron
qué significaba esta parábola. 10 Y él dijo: "A vosotros
se os ha concedido conocer los misterios del reino de
Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo
no vean, y oyendo no entiendan. 11 "Esta es, pues, la
parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12 Los de
junto al camino son los que oyen, pero luego viene el
diablo y quita la palabra de sus corazones, para que
no crean y sean salvos. 13 Los de sobre la roca son los
que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo. Pero
éstos no tienen raíz; por un tiempo creen y en el tiempo
de la prueba se apartan. 14 En cuanto a la parte que
cayó entre los espinos, éstos son los que oyeron; pero
mientras siguen su camino, son ahogados por las
preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida,
y no llegan a la madurez. 15 Pero en cuanto a la parte
que cayó en buena tierra, éstos son los que, al oír con
corazón bueno y recto, retienen la palabra oída; y
llevan fruto con perseverancia” (Lc 8:4-15; Mc 4: 1-
9.13-20; Mt 13:1-9. 18-23).).

La Palabra produce la fe necesaria para que eso ocurra:


“10:17 Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la
palabra de Cristo” (Rm 10:1-17)

Y el resultado de recibir la Palabra al oirla con fe:

“(El Padre) por su propia voluntad, él nos hizo nacer


por la palabra de verdad, para que fuéramos como
primicias de sus criaturas” (Stg 1:18).

“23 ...pues habéis nacido de nuevo, no de simiente


corruptible sino de incorruptible, por medio de la
palabra de Dios que vive y permanece. 24 Porque:
Toda carne es como la hierba, y toda su gloria es como
la flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
25 pero la palabra del Señor permanece para siempre.
Esta es la palabra del evangelio que os ha sido
anunciada” (1Pe 1:23-25).

3) Alimento nutritivo y sabroso para crecimiento de


la Vida divina en nosotros: leche espiritual para los
creyentes nuevos, y alimento sólido para avanzar a la
madurez:

“2 desead como niños recién nacidos la leche


espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis
para salvación; 3 puesto que habéis probado que el
Señor es bondadoso” (1Pe 2:2-3).

“1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a


espirituales, sino como a carnales, como a niñitos en
Cristo. 2 Os di a beber leche y no alimento sólido,
porque todavía no podíais recibirlo, y ni aún ahora
podéis” (1Cor 3:1-2)

“12 Debiendo ser ya maestros por el tiempo


transcurrido, de nuevo tenéis necesidad de que alguien
os instruya desde los primeros rudimentos de las
palabras de Dios. Habéis llegado a tener necesidad de
leche y no de alimento sólido. 13 Pues todo el que se
alimenta de leche no es capaz de entender la palabra
de la justicia, porque aún es niño. 14 Pero el alimento
sólido es para los maduros, para los que por la
práctica tienen los sentidos entrenados para discernir
entre el bien y el mal” (Hb 5:13-14).

“Pero él respondió y dijo: —Escrito está: No sólo de


pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios” (Mt 4:4).

El hombre que se alimenta de la Palabra de Dios se


volverá fuerte; aquel que la negligencia, verá impedido
su crecimiento. Tanto la estatura como la fuerza son
medidas por la calidad del alimento espiritual ingerido
y asimilado. Donde quiera que encuentres un anémico
espiritual, la razón es o el alimento impropio o un mal
metabolismo (digestión, asimilación).

El cristianos que se alimenta impropia e


insuficientemente es víctima de todo tipo de
enfermedad. Está debilitado para resistir la tentación,
ciego para discernir lo errado, impotente para vencer el
pecado. Está abierto a todo engaño y sutil estrategia del
maligno. No sólo no progresa, sino que no puede ni
mantenerse, y vive una vida floja, inconsistente y
deshonrosa delante del mundo.

El cristiano que no está entrando en el nuevo territorio


de la gracia, el amor y el poder de Dios, a través de las
nuevas conquistas de la Palabra, está viviendo del
maná mohoso de alguna experiencia pasada. La nueva
naturaleza se debilita porque es forzada a vivir con
poco o mal alimento, a “apacentarse de ceniza” (Is
44:20) en vez de con “el Pan de Vida”. Cristo sabía que
la única comida por la que la nueva naturaleza podría
prosperar era la Palabra de Dios. En su oración
sacerdotal dijo a su Padre: “Yo le he dado Tu Palabra”
(Jn 17:14).

4) La Biblia provee alimento sólido para que los


creyentes puedan crecer espiritualmente hasta la
madurez proveyendo revelación espiritual.

“31 Decía entonces Jesús a los judíos que le habían


creído: Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois
verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8:31-32).

El discipulado es el seguiento de Cristo para aprender


de Él y aprenderle a Él:

“20 Pero vosotros no aprendisteis así a Cristo, 21 si


en verdad lo oísteis y fuisteis enseñados en Él,
conforme a la verdad que está en Jesús” (Ef 4:20-21).

Hoy aprendemos a la Palabra viviente de Dios por


medio de Su palabra Escrita. El Espíritu nos lo enseña.

La Vida divina sembrada por la Palabra necesita luz


para crecer. Nuestro propio andar y crecimiento
espiritual dependen completamente de recibir la Luz de
la Palabra:

130 La exposición de tu palabra alumbra; hace


entender a los ingenuos” (Sal 119:130)

“9 Por esto también nosotros, desde el día que lo


oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir
que seáis llenos del pleno conocimiento de su
voluntad, en toda sabiduría y discernimiento
espiritual; 10 para que andéis como es digno del
Señor, con el fin de agradarle en todo, dando fruto en
toda buena obra y creciendo en el pleno conocimiento
de Dios; 11 fortalecidos con todo poder, conforme a la
potencia de su gloria, para toda paciencia y
longanimidad...” (Col 1:9-11).

Crecer hacia la madurez y la plenitud depende de


“conocer y saber” la verdad. Pablo señala
constantemente el papel crucial de conocer los hechos
divinos, y alcanzar un conocimiento pleno para
disfrutar la plenitud de Dios:

- Rm 6:3 ¿Ignoráis que..; 6 sabiendo esto..; 16 ¿Acaso


no sabéis que..; Rm 7:1 ¿Ignoráis, hermanos que..; 14
Porque sabemos que..; Rm 11:25 Porque no quiero
hermanos que ignoréis este misterio..;

- Hch 20:27; Rm 3:20; 10:2; Ef 1:17; 4:13; Flp 1:9; Col


1:10; 2:2; 3:10; 1Tim 2:4; 2Tim 2:25; 2Tim 3:7; Tit
1:1. Ef 3:14-19.

5) La Biblia provee alimento sólido para que los


creyentes puedan crecer espiritualmente hasta la
madurez instruyéndolos y perfeccionándolos a los
santos

“14 Pero persiste tú en lo que has aprendido y de lo


que estás convencido, sabiendo de quiénes has
aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las
Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16
Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios
sea cabal, enteramente equipado para toda buena
obra” (2Tim 3:14-17).

Muestra cómo Dios salva a los hombres, y cómo


caminar por el camino de la salvación por medio de la
fe en el Señor Jesús.

“Porque lo que fue escrito en tiempos pasados, para


nuestra enseñanza fue escrito; para que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras,
sostengamos la esperanza” (Rm 15:4).

“Estas cosas les acontecieron como ejemplos y están


escritas para nuestra instrucción, para nosotros sobre
quienes ha llegado el fin de las edades” (1Cor 10:11).

6) Renovar nuestro entendimiento para que seamos


transformados

Porque la salvación de nuestra alma comienza por


nuestra mente, la cual es un campo de batalla:

"...porque cual es su pensamiento en su mente, tal es


él..." (Libro de Proverbios 23:7).
El alma del creyente ha estado mucho tiempo
controlada por Satanás. Ha vivido mucho tiempo con
una mentalidad configurada por los engaños y mentiras
de Satanás y sus demonios, por su sistema mundano
maligno, y por la práctica (esclavitud) del pecado; todo
lo cual ha dado más y más poder a la muerte sobre su
alma y su cuerpo.

"En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros


delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro
tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al
príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
actúa en los hijos de desobediencia. En otro tiempo
todos nosotros vivimos entre ellos en las pasiones de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de
la mente; y por naturaleza éramos hijos de ira, como
los demás" (Carta a los efesios 2:1-3).

"... en otro tiempo estabais apartados y erais


enemigos por tener la mente ocupada en las malas
obras..." (Carta a los colosenses 1:21).

Por eso necesitamos permitir que la Palabra de Dios y


de Cristo renueve toda nuestra manera de pensar:

"No os conforméis a este mundo; más bien,


transformaos por la renovación de vuestra mente,
de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta" (Romanos 12:2).

"...porque las armas de nuestra milicia no son


carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción
de fortalezas. Destruimos los argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la
obediencia de Cristo" (2ª Carta a los corintios 10:4-
5).

"Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del


mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para
que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia,
lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que
enseña el Espíritu, interpretando lo espiritual con
palabras espirituales. Pero el hombre almático
(centrado y dominado por su alma) no acepta las
cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él
son necedad, y no las puede entender, porque se han
de discernir espiritualmente. En cambio el hombre
espiritual (guiado por el Espíritu) juzga todas las
cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le
instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo"
(1ª carta a los corintios 2:12-16).

La mente del creyente no debe conformarse a este


sistema mundano maligno, sino transformarse por la
renovación de su manera de pensar, por medio de la
Palabra de Dios, para que tener la mente de Cristo.

“Con respecto a vuestra antigua manera de vivir,


despojaos del viejo hombre que está viciado por los
deseos engañosos; pero renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre que ha sido
creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de
verdad” (Ef 4:22-24).

La Palabra de Dios, las enseñanzas de Jesucristo,


registradas en la Biblia, son una Palabra viva, poderosa
y eficaz para salvar nuestra alma, restaurarnos, y
hacernos crecer hacia la madurez:

“Por lo tanto, desechando toda suciedad y la maldad


que sobreabunda, recibid con mansedumbre la
palabra implantada, la cual puede salvar vuestras
almas ("psijé")” (Santiago 1:21).

7) Es un espejo para conocernos

“21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y


abundancia de malicia, acoged con mansedumbre la
palabra implantada, que puede salvar vuestras almas.
22 Pero sed hacedores de la palabra, y no sólo
oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si
alguno es oidor y no hacedor de la Palabra, es como
un hombre que mira su rostro natural frente a un
espejo; 24 porque él se mira, y se va, e inmediatamente
se olvida de cómo es. 25 Pero el que mira atentamente
en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera, no
siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será bienaventurado en sus acciones” (Jac 1:23-25).

Un espejo revela la apariencia personal del que lo mira.


La Biblia es justamente tal revelación del hombre. En
ella vemos reflejado el corazón humano exactamente
como es a los ojos de Dios. La Biblia revela al hombre
caído, al hombre carnal y al hombre espiritual.

Cuando alguien estudia la Biblia, se encuentra a sí


mismo; reflejado como en un espejo en la vida de los
hombres y mujeres que en ella son presentados, se ve a
sí mismo. En la impaciencia de Abraham, en las
manipulaciones de Jacob, en las infidelidades e
incredulidad de Israel, en los celos, la incredulidad y el
egoísmo de los discípulos, en la negación de Pedro, en
la justicia propia de Saulo…, vemos nuestro propio
corazón pecaminoso y nuestra propia vida inestable. La
Biblia descubre y revela nuestros más íntimos secretos.
Nos muestra como somos.

De hecho la herramienta de Dios para hacernos pasar


de la vida carnal y almática a la vida espiritual,
separando lo que proviene de lo uno y lo que proviene
de lo otro:

“12 Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más


cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta
dividir el alma y el espíritu, y hasta las coyunturas y
los tuétanos, y es capaz de discernir los pensamientos
y las intenciones del corazón. 13 Y no hay criatura
escondida en su presencia; antes bien, todas las cosas
están desnudas y expuestas a los ojos de Aquél a quien
tenemos que presentar cuenta” (Heb 4:12-13).

“23 Escudríñame, oh ’Elohim, y conoce mi corazón,


Pruébame, y conoce mis pensamientos, 24 Y ve si hay
en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino
eterno” (Sal 139:23-24).

8) Es agua fresca para limpiar y refrescar

“25 Los esposos: Amad a las esposas así como el


Mesías amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por
ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua con la palabra, 27 a fin de
presentar la iglesia para sí mismo, gloriosa, sin que
tenga mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que
sea santa y sin mancha” (Ef 5:25-26).

“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he


hablado” (Jn 15:3).
¿Cómo podrá el joven mantener puro su camino?
¡Guardando tu palabra!” (Sal 119:9).

Caminando como peregrinos por un mundo


impregnado de pecado, estamos en constante contacto
con su vileza, y en constante necesidad de limpieza. En
los tiempos del AT, los sacerdotes, que estaban limpios
por la sangre en el altar de bronce, aún necesitaban del
lavamiento de agua en la fuente de bronce para
volverlos aptos para la adoración y el trabajo en el
tabernáculo. Igualmente nosotros, aunque limpios de la
culpa del pecado por la sangre de la Palabra Viva, aún
necesitamos diariamente del lavamiento del agua por la
Palabra escrita. La vida cristiana es mantenida pura y
limpia solamente en la proporción en que la Palabra de
Dios es atesorada en el corazón y aplicada en la vida.

El agua también refresca. Incontábles cristianos pueden


testificar como un tiempo de tranquila meditación de la
Palabra ha removido el cansancio de espíritu, el
desánimo del alma y hasta incluso ha vivificado un
cuerpo exhausto:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y


agobiados, y Yo os haré descansar” (Mt 11:28).
9) Dar a conocer la verdad y hacer personas libres:

“31 Decía entonces Jesús a los judíos que le habían


creído: Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois
verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8:31-32).

10) Producir la fe:

“Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de


Cristo” (Rm 10:17)

Ella despierta nuestra fe para enfrentar obstáculos (Mc


11:22); para que nos apropiemos de todos los hechos
espirituales de nuestra salvación (Rm 6); para
conquistar la plenitud de Cristo (el espíritu de fe de
Josué y Caleb): Heb 6: 12; 11.

11) Ser usada como arma de victoria en la batalla


espiritual:

“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar


contra ti” (Sal 119:11).

“11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que


podáis hacer frente a las intrigas del diablo (…) 17
Tomad también... la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios...” (Ef 6:10-17): “Escrito está”.

Siguiendo el ejemplo del Señor, en la guerra espiritual

12) Iluminar y guiar al creyente en su peregrinación


por este mundo de tinieblas:

“De nuevo, pues, les habló Jesús, diciendo: Yo soy la


luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12).

“105 Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a


mi camino…” (Sal 119:105)

Trampas, emboscadas y tentaciones de Satanás en estos


tiempos de engaño (ver Sal 140), no podrán ser
vencidos sino con la luz de la Palabra de Dios:

“Afirma mis pasos en tu palabra, y ninguna iniquidad


se enseñoree de mí” (Sal 119:133).

“La Ley de su Dios está en su corazón, en ninguno de


sus pasos resbala” (Sal 37: 31).

Y tampoco será posible permancer firmes y claros en


medio de la gran confusión propia de estos tiempos
finales peligrosos sin la guía de la Palabra.

“También tenemos la palabra profética que es aun


más firme. Hacéis bien en estar atentos a ella, como a
una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que
aclare el día y el lucero de la mañana se levante en
vuestros corazones” (2Pe 1:19).

Muchos han perdido el camino, y muchos lo perderán,


viviendo fuera de la voluntad de Dios y arrastrados por
la corriente de engaño del príncipe de este mundo,
porque oyeron la voz del hombre en lugar de la voz de
Dios. No podemos olvidar que nuestros primeros
padres cayeron por obedecer a las sutiles sugestiones
del diablo y no la Palabra de Dios. Sólo hay un
consejero absolutamente seguro para el cristiano: La
Palabra de Dios:

“Sí, yo me deleito en tus testimonios, porque ellos son


mis consejeros” (Sal 119:24).

***

Ejercicio.

Hemos citado el salmo 119. Se trata de un canto a la


Palabra de Dios, que usa diversas expresiones para
referirse a ella:
 La ley del Señor
 sus testimonios
 sus ordenanzas
 sus leyes
 sus mandamientos
 sus juicios
 su palabra o sus palabras
 sus dichos
 sus caminos
 sus estatutos
 sus preceptos

Lee este precioso salmo meditando, observando que


relación es la que Dios espera que tengamos con Su
Palabra, y orando sobre ello.

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