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1 En este trascendental fallo un conjunto de Asociaciones Civiles y ONG ´s, que se ocupan

de protección de los derechos de las personas portadoras del virus HIV-SIDA, interponen
acción de amparo conf. art. 43 CN frente al incumplimiento del Ministerio de Salud (Estado
Nacional) de otorgar medicamentos para combatir dicha enfermedad de manera gratuita.
La Corte opinó que el Estado no puede dejar de observar el bienestar general y el
afianzamiento de la salubridad así como tampoco los derechos fundamentales tutelados
por la Constitución Nacional y los Tratados de Derechos Humanos.
El Estado no sólo debe abstenerse de interferir en el ejercicio de los derechos individuales
sino que tiene, además, el deber de realizar prestaciones positivas, de manera tal que el
ejercicio de aquéllos no se torne ilusorio. En tal sentido, el legislador sancionó la ley
23.798, cuyo art. 1º declara de interés nacional a la lucha contra el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida, entendiéndose por tal a la detección e investigación de sus
agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención, asistencia
y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas
tendientes a evitar su propagación, y su art. 4º impone obligaciones de hacer al Estado,
entre ellas, la de desarrollar programas destinados al cumplimiento de las acciones
descriptas en el art. 1º. Dichos principios llevan a concluir que el Estado tiene la obligación
de suministrar los reactivos y medicamentos necesarios para el diagnóstico y tratamiento
de la enfermedad.(del dictamen del Procurador General al que remite la mayoría).
MONTESQUIEU, partiendo de la hipótesis certera de que todo hombre que tiene
poder tiende a abusar de él,1 concibió su famosa teoría de la separación de los
poderes.
2 Esta doctrina propone que el poder contenga al poder, lo que se logra-
ría dividiendo el poder estatal y oponiendo las porciones respectivas para que se
refrenen recíprocamente; ello a su vez se consigue distribuyendo las funciones
estatales entre diferentes órganos, constituidos por personas físicas distintas.
Cómo se realizará la distribución de funciones, es algo que ha sido solucionado
de diferente manera en la Constitución de cada país; pero en general la mayoría
ha introducido el principio de la separación de los poderes tratando de seguir en
lo más importante la triple premisa a que dio lugar la teoría de MONTESQUIEU:
Que el que hace las leyes no sea el encargado de aplicarlas ni de ejecutarlas; que
el que las ejecute no pueda hacerlas ni juzgar de su aplicación; que el que juzgue
no las haga ni las ejecute.
Surge así el germen de los conceptos de Legislación, Administración y Justicia,
conceptos que todavía se mantienen en constante elaboración. En general, son
órganos administrativos los que están estructurados jerárquicamente y sujetos
a órdenes (dependientes);3 son órganos judiciales aquellos que no están sujetos a
órdenes o instrucciones, es decir, aquellos que son independientes. Hay así tres
tipos de órganos, y tres tipos de función estatal.
Precisando el lenguaje se habla más de “separación de funciones” que de se-
paración de poderes, ya que el poder es uno sólo; pero se mantiene el principio de
Precisando el lenguaje se habla más de “separación de funciones” que de se-
paración de poderes, ya que el poder es uno sólo; pero se mantiene el principio de
que ella tiene por finalidad coordinar el ejercicio del poder público y evitar que
pueda ser fuente de despotismo o arbitrariedad.

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