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opularmente, el amor se considera un sentimiento.

En los casos más comunes, dicho


sentimiento se basa en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro.
Habitualmente se asocia el término con el amor romántico —una
relación pasional y sexual entre dos personas que produce una influencia muy importante
en sus vidas—, que intensifica las relaciones interpersonales entre ambos sujetos,
quienes, partiendo de su propia insuficiencia, desean el encuentro y la unión con aquel que
han juzgado ser el complemento para su existencia.
Sin embargo, se aplica también a otras relaciones diferentes —tales como el amor
platónico o el amor familiar—, y, en un sentido más amplio, del amor hacia Dios, el arte,
la belleza, la humanidad o la naturaleza, lo que suele asociarse con la empatía y otras
capacidades. En la mayoría de los casos, implica un gran afecto por algo que ocasiona
felicidad o placer al que ama.
El amor es un concepto en contraste frecuente con el odio, el desprecio o el egoísmo. No
obstante, también está relativamente extendida la idea de que «solo hay un paso del amor
al odio (o viceversa)», y son típicas las «peleas de enamorados», así como, en algunas
personas, las relaciones patológicas de amor-odio, producidas estas últimas, según un
estudio de la Universidad de Yale, por una autoestima baja.44 Para Helen Fisher, la
convivencia del amor y el odio en las relaciones amorosas es algo que, hasta cierto punto,
tiene sentido, ya que lo sugiere el hecho de que, en muchos
aspectos conductuales y fisiológicos, las respuestas del amor y el odio son análogas (ver
la sección Aspectos antropológicos de este mismo artículo).
Culturas como la budista consideran al apego y al deseo emociones negativas que
producen ira y sufrimiento; el amor y el ego son incompatibles. En la filosofía budista, el
amor real es el amor compasivo. Con independencia de su origen —incluso en el caso del
amor—, el apego produce sufrimiento (espiritual). El movimiento hippie, surgido en
los años 1960, presentaba en sus inicios un acercamiento similar al apego. Asimismo, este
movimiento utilizó el amor como uno de los principales baluartes de la contracultura de los
años 1960, ejemplificado en el eslogan make love, not war ('haz el amor, no la guerra').
Cabe resaltar el uso actual de la palabra amor para designar tanto el amor espiritual y el
amor romántico como el propio acto sexual —mediante la expresión «hacer el amor».
Hasta mediados del siglo XX, esa expresión estaba reservada para el galanteo.45
Las personas tienden a aplicar el concepto del amor de un modo intuitivo desde y hacia
otros animales (normalmente próximos en la escala evolutiva o que muestran signos
interpretables como inteligencia) y hacia otros seres vivos como las plantas. En el primer
caso, a menudo se debe

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