Sunteți pe pagina 1din 11
CRITICA Y VERDAD a siglo vaintuno editores, sa de,cv ee ee eee Siglo veintiuno de espana editores, sa afk one ea crien wore Fee ‘aiglo veintiuno argentina editores, sa siglo ventiuno ooo Siglo veintuno de colombia, tide » portada de anhelo herndndes primera edicién en espafiol, 1971 ‘octava edicién en espafiol, 1987 © siglo xxi editores, 5. a. de c. v. i sex 966-23-0353-2 { ‘en coedicién con siglo xxi de espafia editores, s. a. t primera edicién en francés, 1966 © éditions du seuil ‘titulo original: critique ct verité derechos reservados conforme a la Jey impreso y. hecho en méxico/printed and made in mexico impreso en editorial andrémeda, 8 a i fav, afio de: judrez 226-local c/col. granjas san antonio | del. iztapalapa-09070 méxico, 4. f. dos mil ejemplares y sobrantes 28.de.abrit-de 1987 Ja légica general de: los. significantes mediante Soniparaniones e-integraciones sucesiv: La crfrica.. La.critica no es la ciencia. Esta | trata de los.sentidos; aquélla los produce, .Ocupa, como se ha dicho, un lugar.) intermedio entre la ciencia y la lectura; davuna | lengua a la, pura habla que lee y.da un habla | (entre otras)..a,la lengua’ mitica de que esta | hecha.Ja.obra.y dela cual.trata la ciencia. La relacién, dela critica. con la obra.es la de un, sentido con una forma. Imposible para.la | critica el, pretender “ “traducir” Ja obra, princi- | palmente con. mayor claridad, porque nada hay mas.claro que la obra. Lo que puede es “engen- drar” cierto sentido derivandolo de-una forma que, es 1a: obra. Si lee “la: fille de Minos.iet de Pasiphaé”, su papel no consistird en establecer que se trata de Phédre, (los fildlogos lo. haran muy bien), sino en, concebir una red de sen- | tidos. tal queen ella se ubiquen, segtin ciertas exigencias Idgicas. sobre las cuales yolveremos dentro,.de. un: instante, .el tema ctoniano y el { tema solar, La critica desdobla los sentidos, hace | ““flotar un segundo lenguaje.por encima del:pri- mer lenguaje de'la obra, és.decir, una coheren- cia de signos.. Se trata en:suma.de-una especie | de anamorfosis, dejando bien sentado, por una | parte, que-la obra no se presta jamas a ser un | 66 puro reflejo (no es xin objeto especular como “una manzana ouna‘caja) y, por otra, que la _ anamorfosis'misma es una transformacién vigi~ jada; ambas someridas a sujeciones dpticas: de lo que refleja,. debe transformarlo fodo; no transformar siguiendo ciertas leyes; transformar | siempre en el mismo sentido. Estas ‘son las tres sujeciones de la critica. La critica no puede decir “cualquier cosa’ Lo que controla su propésito.no-es sin embargo el temor moral a “delirar”’; primero porque deja a otros el cuidado indigno de distinguir. pecen- | toriamente la locura de la sinraz6n, en el siglo mismo en que su deslinde ha sido puesto en tela de juicio ®; después, porque el derecho de “deli- | rar” es una conquista de la literatura desde Lau- tréamont, a lo menos, y la critica, bien podria entrar en una crisis de delirio obedeciendo a mo- tivos poéticos, por poco que lo declarase; por tiltimo, porque los delirios de hoy son.a veces las verdades de mafiana: gno habria Taine pa- ps 18 _ recido “delirante” a Boileau, Georges Blin a Bri netiére? No, Si el critico estd Marnado a decir algo (y no cualquier cosa) es que concede a la palabra (la del autor y la suya) una funciés 1 Acusacién lanzada contra la nueva critica por R. Biv card (op, city p. 66). 2 gNecesitamos recordar que Ia loctira tiene una histo- rig, y que esta historia no ha terminado? (Michel: Foucault, Folie et Déraisom, Histoire de la Folie a Page classiqne, Plon, Paris, 1961), (Hay ed, esp.: Historia de la locura, FCE,, Me ico, 1957.) 67 F significante y que en consecuencia la: anamot- | fosis que imprime a la obra (y a la que nadie en-el mundo’ tiene el poder de sustraerse) esti | Suiada por las sujeciones formales del sentido: no se halla un sentido de.cualquier modo (en caso de.duda, inténtese hallarlo) : la sancién del. | critico no es el sentido de la obra, sino el senti- do de lo que dice sobre ella. La primera sujecién es la de considerar que en la obra ‘todo: es significante: una gramitica | no esta bien descrita si>todas las frases no pue- den explicarse en ella; un sistema de sentido no cumple su funcién si todas las palabras no pue= den encontrar en él un orden y un lugar inte- ligible: basta con que un solo rasgo esté demés para que la descripcién no sea buena. Esta re- | gla de exhaustividad, bien conocida por los lin- | giiistas, es de muy otro alcance que la especie de control estadistico que intentan imponer al critico™, Una opinién obstinada, proveniente’ una vez més de un presunto modelo de las cien- cias fisicas, le dice al oido que sdlo puede rete- ner en la obra elementos frecuentes, repetidos, | a menos de hacerse culpable de “generalizacio--} nes abusivas” y de “extrapolaciones aberrantes”; | usted no puede, le dicen, tratar como “genera- | Jes” situaciones que sdlo se encuentran en dos o | tres tragedias de Racine. Hay que recordar una | 2 R. Picard, op. city p. 64. s 68 -yez mas ™ que, estructuralmente, el sentido | nace por repeticién sino por diferencia, de mo- do que un término raro, desde que est4 captado en un sistema de‘exclusiones y de relaciones, ; significa tanto como un término frecuente: en _ francés la palabra Leobad no tiene més ni me- nos sentido que la palabra amigo. El descuento | de las unidades significantes tiene su interés y de él se ocupa una parte de la lingitistica; pero este descuento esclarece la informacién, no la _ significacién. Desde el punto de vista critico, no puede conducir sino a un callején sin salida, porque desde el momento en que se define el interés de una notacién 0, si se quiere, el grado de persuasion de un rasgo, por el ntimero de sus ocurrencias, hay que decidir metédicamente ese mimero: gpartiendo de cudntas tragedias ten- dria yo el derecho de “generalizar” una situa- cién raciniana? ¢Cinco, seis, diez? ¢~Debo sobre- pasar el “término medio” para qué el rasgo sea notable y el sentido surja? ¢Qué haré de los tér- mainos raros? ¢Librarme de ellos dandoles el pui- dico nombre de “excepciones”, de “desvios”? Otros tantos absurdos que Ja semAntica permite precisamente evitar. Porque “generalizar” no designa aqui una operacin cuantitativa (indu- cir del numero de sus ocurrencias la verdad de Cf. Roland Barthes, “A propos de deux ouvrages de Claude, Lévi-Strauss: Sociologie et Socio-logique” (Informa- tions sur les Sciences sociales, Unesco, diciembre de 1962, 1, 4, p. 116). 69 un rasgo) sino cualitativa (insertar todo tér- mino, atin raro, en un-conjunto general de re- laciones). Sin duda, por ella sola, una imagen no hace lo imaginario®, pero lo imaginario no puede describirse sin esa imagen, por frdgil 0 solitaria que sea, sin el eso, indestructible, de tal imagen, Las “generalizaciones” del lenguaje cri- tico estdn vinculadas. con la extensién de las re~ laciones de las cuales forma parte una notacién, no con el mimero de las ocurrencias materiales de esa notacién: un término puede no formu- larse mds que una vez en toda Ix obra y sin embargo, por efecto de cierto mimero de trans- formaciones que definen precisamente el hecho estructural, estar presente “en fodas partes” y “Siem pre? ™, Esas transformacionés tienen sus sujeciones también: son las de Ja légica simbélica. Al “de- lirio” de fa nueva eritica se oponen “las reglas clementales del fensamiento cientifico o inclu- sive simplemente articulado” *; es estupido; hay una légica del: significance, Sin duda, no se la conoce bien y todavia. no es facil saber dé qué “conocimiento” puede ser objeto; al menos, es | posible acercarse a ella, cosa a la cual se aplican el psicoanilisis y el estructuralismo; al menos, sabemos que no puede hablarse de simbolos de cualquier manera; al menos, disponemos —aun- 2 R. Picard, op. cit, p. 43. 19. 2 hid. p. 1 ® R. Picard, op. cit, p. 58, 20 | delos que permiten explicar segin qué dificul. _ tades se establecen las cadenas de simbolos. Fsos - modelos deberian. prevenir

S-ar putea să vă placă și