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Decano
Claudio Lizárraga
Vicedecana
Ana María Mántica
Departamento de Historia
Directora
Carina Giletta
Junta Departamental
Marcelino Maina, José Larker y Mariné Nicola
Introducción
"… ¿podemos acaso hablar de estos temas? ¿Vamos también a escribir sobre lo
que no puede decirse y vamos a divulgar lo impenetrable e irrevelable?" (A la madre
de los dioses, 158d) Con estas palabras inicia Juliano su discurso A la madre de los
dioses.
A Juliano II, emperador romano entre 361 y 363, se lo conoce como "el Apósta-
ta" por su renuncia a la fe cristiana y su intento de revivir la antigua fe politeísta.
Fue el autor de una vasta obra, compuesta en un período caracterizado por la con-
flictividad religiosa, de la cual solo una parte ha llegado hasta nuestros días. Es du-
rante el siglo IV que, en el imperio romano, las creencias ancestrales irán retroce-
diendo frente al poderoso empuje del cristianismo, a medida que la ortodoxia
cristiana se irá imponiendo por la acción conjunta de la Iglesia y el Estado. En este
contexto, Juliano desarrollará una política tendiente a la restauración de la religio-
sidad tradicional y tomará medidas contra los cristianos, política que finalizará con
su muerte.
De las obras que han llegado hasta nosotros, en este trabajo nos centraremos en
tres de ellas: Contra el cínico Heraclio, La Madre de los dioses y Contra los galile-
os, específicamente en la noción de mito que presenta en ellas. En las dos primeras,
Juliano desarrolla sus conceptos acerca del mito, su uso inadecuado, su origen y su
valor. En Contra los galileos, Juliano compara las creencias judías y cristianas con
las griegas, llevando adelante una fuerte crítica a la doctrina cristiana, recurriendo
con asiduidad al concepto de mito. Consideramos que este concepto es fundamental
y estructurante a la hora de estudiar religiones, por lo que en este trabajo lo que
pretendemos es analizar y caracterizar el planteo que presenta Juliano de esta no-
ción.
Los mitos expresan las preocupaciones de las culturas que los han
creado, por lo que los mitos no son una categoría cerrada ni tienen las
mismas características. Frente a aquello que no puede comprender, que
escapa a sus posibilidades físicas, el ser humano busca respuestas que
calmen su angustia y su asombro, por ello el mito es una realidad cons-
tante en la historia del hombre, es estructural a su conciencia.
Cada cultura manifiesta de manera diferente sus preocupaciones
respecto a la vida y la muerte. Las exigencias de la vida de la comunidad
son respondidas a través del mito, este llena la necesidad de regulari-
dad y permite a los miembros de una sociedad adaptar sus reacciones,
aceptar las normas. Mircea Eliade dice que “el mito es una realidad cul-
tural extremadamente compleja, que puede abordarse e interpretarse
en perspectivas múltiples y complementarias.” (Eliade, 1992:12)
El mito, al expresar los miedos, las angustias, las alegrías y los sueños del pue-
blo que los creó, brinda a estas sociedades explicaciones no científicas de la muerte,
el sufrimiento, la guerra, el trabajo. Así, se transforma en un instrumento que nos
permite acceder a la comprensión del modo de vida de pueblos y civilizaciones.
Los mitos nos conectan con el mundo de lo ininteligible, con lo sagrado, que
nos atrae y nos espanta, que es una experiencia de la realidad y elemento de la es-
tructura de la conciencia del ser humano. Los mitos estructuran una manera de
concebir y explicar la realidad. (Eliade, 1980: 117 - 118)
Juliano y su obra
Juliano II (331-363), fue emperador romano sólo por veinte meses, hasta su jo-
ven muerte, en el año 363. Se lo denomina "el Apóstata", por el abandono de su
educación cristiana y su intento de revivir la tradición pagana. Su reinado está atra-
vesado por diversos conflictos, especialmente religiosos, entre el cristianismo y el
paganismo, y de ello dan cuenta las obras que han llegado hasta nuestros tiempos.
Al principio de su reinado, Juliano mostró cierta tolerancia religiosa, restauró la
libertad de cultos y los antiguos templos se volvieron a abrir. Pero pronto esa tole-
rancia se transformó en políticas claramente anticristianas, como la ley escolar que
prohibía a los maestros cristianos enseñar las obras de autores paganos, o la prohi-
bición de celebrar funerales cristianos durante el día, para no profanar los templos
abiertos.
Juliano fue autor de numerosas obras en las que expone su pensamiento filosó-
fico, religioso y político, interesantes fuentes para acercarnos al conocimiento y la
comprensión del siglo IV, un siglo en el que el imperio romano verá cómo las anti-
guas creencias paganas irán perdiendo terreno frente a un cada vez más poderoso
cristianismo.
Su esmerada educación en escuelas retóricas, su postura filosófica y su profun-
da erudición en la cultura griega, son evidentes en sus obras, de las cuales han lle-
gado varias hasta nuestros días, algunas en estado fragmentario, entre ellas, una
importante cantidad de cartas, tratados teológicos como el Himno a Helios y Sobre
la madre de los dioses, y discursos como el Elogio del emperador Constancio, Elo-
gio a Eusebia, Contra el cínico Heraclio, Contra los galileos, Contra los cínicos
incultos, entre otros.
Contra el cínico Heraclio, fue escrito por Juliano en respuesta a una conferen-
cia dictada por Heraclio a la que él asistió. El contenido de la misma le resultó ofen-
sivo por lo que consideraba era una afrenta a los dioses. Su respuesta consta, de
acuerdo a García Blanco (1982: 33), de tres puntos centrales: el uso inadecuado de
los mitos, la diferencia entre los cínicos auténticos y muchos de los actuales, y una
parábola final en la que Juliano ilustra sobre cómo deben ser compuestos los mitos.
Juliano plantea que el mito es la herramienta de quien no tiene libertad para
expresar lo que desea, no siendo este el caso de Heraclio, quien ha afirmado ser el
único hombre libre. Además, el mito tiene su lugar en la filosofía, y apunta a la mul-
titud que no es capaz de escuchar palabras divinas. Entonces, desarrolla el concepto
de mito, planteando que, a través de la interpretación alegórica nos conduce a la
esencia divina. De otro modo, los mitos mal utilizados pueden llegar a trivializar la
grandeza de los dioses. La visión de Juliano sobre el mito, se inscribe en la línea de
lo planteado por Salustio, el prefecto de Juliano, en su tratado Sobre los dioses y el
mundo.1 (García Blanco, 1982: 34-35) Salustio nos dice que los mitos son divinos
porque las doctrinas sobre los dioses deben ser semejantes a ellos. Los mitos imitan
1 A Sobre los dioses y el mundo, de Salustio, hay que ubicarla en el mismo contexto que atraviesa la
obra de Juliano. Es un breviario, una especie de catecismo neoplatónico en el que se desarrolla qué es lo
que debe creer un pagano. (Ramos Jurado, 2008: 259)
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la bondad divina, "…de acuerdo con lo decible e indecible, con lo oscuro y lo mani-
fiesto, con lo evidente y lo oculto…" (Sobre los dioses y el mundo, 2 - 3)
En principio, en el discurso Contra el cínico Heraclio, Juliano nos explica su vi-
sión sobre el origen del mito, presentándolo "como una especie de genealogía"
(Contra el cínico Heraclio, 205c)
El mito es "…una invención de los hombres que viven en comunidad…". 2 El
concepto de invención es interesante aquí, ya que está equiparando al mito con
otras creaciones humanas. Es una construcción, una "opinión falsa", nacida de
aquellos que aún no han sido iluminados por la ciencia.3
Los mitos fueron modelados para dar respuestas a aquellos que son como niños
y aún no pueden acceder a la verdad, calmando así su necesidad de conocimiento.4
Esta opinión la reforzará a lo largo de su discurso.
Los mitos son invenciones, y de ellos se han valido filósofos que, como Platón,
han hecho uso de la mitografía. Ahora bien, ¿en qué parte de la filosofía encaja la
mitografía? Juliano nos dice que tal vez en la "…parte de la moral que se refiere un
solo individuo y en aquella parte de la teología que se refiere a la iniciación y a los
misterios." (Contra el…, 216b) La esencia de los dioses está oculta para los oídos
profanos, para ellos se utilizan símbolos con los que acercar a los dioses a la multi-
tud que no puede escuchar esas verdades divinas, para ellos se relatan los mitos. 5
También por ello, los filósofos han hecho uso de los mitos al tratar temas éticos.
2 "Parece que el mito es en su primera fase una invención de los hombres que viven en comunidad y
desde entonces hasta ahora ha seguido participando en la vida pública como cualquier otro instrumento
musical, la flauta o la cítara, a causa de su placer y de su seducción" (Contra el cínico Heraclio, 205d -
206a)
3 "…el género humano, que posee un alma que no es sino razón y ciencia como encerradas en su inter-
ior, lo que los sabios llaman potencia, tiende al aprendizaje, a la investigación y a la actividad múltiple
como a lo más propio de sí mismo. Y a quien un dios benevolente libera rápidamente de sus ataduras y
convierte su potencia en acto, en ese al instante aparece la ciencia, mientras que en los que aparecen
todavía encadenados (…) se alumbra en ellos una opinión falsa en lugar de la verdadera, de donde les
nacen esas opiniones vanas y monstruosas." (Contra el …, 206b)
4 "En resumen, si tengo que presentar alguna defensa de los que primero plasmaron los mitos, (…)
ellos, como si se dirigiesen a almas de niños, cuando el alma pequeña empieza a echar alas y desea
saber más, pero todavía no puede aprender la verdad, las conducen por un desvío, como si regasen una
tierra sedienta, para calmar, en mi opinión, su excitación y su dolor." (Contra el …, 206d)
5 "Pues la naturaleza ama ocultarse y no soporta que, lo que de la esencia de los dioses está oculto, sea
arrojado con desnudas palabras a oídos impuros. Por eso la naturaleza inexpresable y desconocida de
los símbolos tiene su utilidad, porque cura no sólo las almas, sino también los cuerpos, y propicia la
presencia de los dioses. Esto es lo que, creo yo, se produce también a menudo por medio de los mitos
cada vez que ante los oídos de la multitud, incapaces de recibir con pureza las palabras divinas, se ma-
nejan los enigmas junto a la puesta en escena de los mitos." (Contra el…, 216b - d)
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Con respecto a los mitos de iniciación, está claro que la inverosimilitud y prodi-
giosidad que están presentes en estos mitos, vehiculan el camino a la verdad, atesti-
guan la búsqueda de lo oculto, el descubrimiento a través de la inteligencia.6
Los mitos son presentados como una especie de discurso fundado en dos su-
puestos: el estilo y el pensamiento. El pensamiento figurado puede tomar varias
formas que se avienen al mito, Juliano nos habla de dos figuras de pensamiento y
de estilo: la gravedad del pensamiento y la inverosimilitud. La primera se relaciona
con la necesaria utilización de palabras graves y estilo prudente, para no caer en
una vergonzosa blasfemia e irreverencia. Lo inverosímil se admite cuando resulta
útil para guiar a los hombres en la búsqueda de lo oculto. (Contra el…, 218a - 219b)
Así, para Juliano, y siguiendo claramente su formación neoplatónica, el mito es una
alegoría. "…cuando los mitos que tratan sobre asuntos divinos son inverosímiles en
cuanto al pensamiento, es como si nos gritaran y atestiguaran que no hay que creer-
los llanamente, sino que hay que observar y examinar su sentido oculto" (Contra…,
222c) Hay que observar por encima de lo inverosímil, descubrir la esencia oculta
detrás.
Los mitos deben ser dirigidos a los niños, por edad o por inteligencia, ya que
ellos son quienes necesitan este tipo de discurso. Es por ellos que hay que ser cui-
dadoso en el relato, para que no haya palabras inarmónicas, impías, contra los dio-
ses o los hombres, además, para que sea un mito, debe ser un relato convincente.
(Contra el…, 223a. 226d)
En la obra A la madre de los dioses, Juliano vuelve a estudiar al mito, ahora a
través de un ejemplo concreto, el mito de Atis y Cibeles.
Juliano considera a los mitos como una herramienta para llegar a la verdad, son
un disfraz inverosímil que excita la inteligencia para que vaya más allá e intente
descubrir cuál es la verdad que está oculta detrás de ese relato, procure interpretar
alegóricamente lo que se le está diciendo. La utilidad de un mito es irracional y
simbólica. La utilización de la alegoría es propia de los neoplatónicos, de cuyas en-
señanzas era partidario Juliano. Además, es importante remarcar que Juliano era
un iniciado en los misterios de Eleusis, de Mitra y en los de Atis y Cibeles, por lo
que se inclinaba a intentar develar sentidos ocultos para aquellos que no habían
sido iniciados. (García Blanco, 1982: 81 - 82)
6 "…lo que hay de inverosímil en los mitos, con eso mismo se abre camino hacia la verdad, porque cuan-
to más paradójico y prodigioso es el enigma, tanto más parece atestiguar no la fe en sus propias pala-
bras, sino la búsqueda de lo oculto y el no rendirse antes de que, bajo la guía de los dioses, su descu-
brimiento inicie, o mejor perfeccione, nuestra inteligencia y lo que hay en nosotros superior a la propia
inteligencia…" (Contra el…, 217 c - d)
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7 "…los antiguos investigaron las causas de los seres eternos, bien bajo la guía de los dioses o bien por
su propia iniciativa o, por decirlo quizá mejor, lo buscaron bajo la guía de los dioses y cuando las encon-
traron las cubrieron con mitos paradójicos para que, por medio de lo paradójico e inverosímil, la ficción
desvelada nos incitase a la búsqueda de la verdad; a la gente común creo que le basta la utilidad irra-
cional y que proviene únicamente de los símbolos, mientras que a los que destacan por su inteligencia
solamente les será útil la verdad acerca de los dioses si, investigándola bajo la guía de los dioses, la
encuentran y la aceptan, pensando por sus enigmas que hay que buscar algo en los mitos y que, tras
encontrarla gracias a su investigación, se encamina hacia el fin y cumbre por decirlo así, de la acción, no
tanto por respeto y fe en una doctrina extraña cuanto por su propia energía espiritual." (A la madre de
los dioses, 170a - b)
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fabuloso de las historias bíblicas. ¿Por qué, se pregunta, es más creíble la historia de
la torre de Babel y no la de los Alóadas? Ambas son increíbles y fantásticas.8
En esta obra, Juliano vuelve a la idea de la existencia de una interpretación se-
creta de los mitos, ya que, de lo contrario, ellos serían blasfemos por lo que post-
ulan acerca de la divinidad.9 (Desconocer que la mujer creada será causa de la caí-
da, por ejemplo10) Esto ya lo habíamos visto anteriormente en Contra el cínico
Heraclio y A la madre de los dioses.
8 "«Y dijeron: Ea, construyamos una ciudad y una torre cuyo techo llegará hasta el cielo y démosle un
nombre antes de dispersarnos sobre la faz de toda la tierra; y descendió el Señor para ver la ciudad y la
torre que habían construido los hijos de los hombres y dijo el Señor: Mira, uno solo es el pueblo y uno
solo el lenguaje de todos, y han empezado a hacer eso y ahora nada les apartará de lo que intentan
hacer; ea, descendamos allí y confundamos su lengua para que cada uno no entienda el lenguaje de su
vecino; y el Señor nuestro dios los dispersó sobre la faz de la tierra entera y dejaron de construir la
ciudad y la torre». Y estimáis que nosotros debemos creer en esto mientras que vosotros no creéis en
las palabras de Homero sobre los Alóadas, que pensaron colocar tres montañas, una encima de otra,
«para que el cielo pudiera escalarse»." (Contra los galileos, 135 a)
9 "Si el mito no contuviera una interpretación secreta, como yo creo, cada uno de estos relatos estaría
lleno de grandes blasfemias acerca de dios. Pues el desconocer que la mujer creada como ayuda será
causa de la caída, y el negar el conocimiento del bien y del mal, que es lo único que parece sostener la
inteligencia humana, y, además, el tener envidia de que el hombre tomando del árbol de la vida se con-
virtiera de mortal en inmortal, es un exceso de envidia y de celos." (Contra los…, 94a)
10 "… ¿cómo va a ser razonable que dios desconociese que el ser que él creó como ayuda sería para
quien lo recibió no motivo de bien, sino de desgracia? Y la siguiente que conversó con Eva, ¿de qué
lengua diremos que se sirvió? ¿Acaso de una lengua humana? ¿Y en qué se diferencian estas cosas de
los mitos inventados por los griegos" (Contra los…, 85d - 86a)
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raciones, las inmoralidades. Entonces, desde esta mirada, el mito tiene valor de
enseñanza oscura y secreta, que necesita ser estudiada y comprendida para com-
prender lo que está queriendo expresar. Ya la tradición griega reconocía en el mito
una forma simbólica o figurada de expresar la verdad que el logos plantea directa-
mente, o una manera de expresar aquello que escapaba al ámbito de la verdad.
(Vernant, 2003: 185)
Sólo aquellos preparados para ello, pueden acceder a ese conocimiento oculto.
El prefecto de Juliano, Salustio, escribió en su obra, mencionada anteriormente,
Sobre los dioses y el mundo (II, 4): "…querer enseñar a todos la verdad sobre los
dioses, a los insensatos, por su incapacidad de captarla, les infunde desdén, y a los
buenos indolencia. El velar, en cambio, la verdad por medio de mitos a unos no les
permite el desdén y a los otros los obliga a filosofar."
Conclusión
En este trabajo nos acercamos a noción de mito que plantea Juliano en sus
obras Contra el cínico Heraclio, A la madre de los dioses y Contra los galileos.
En la primera de las obras, Juliano aprovecha su respuesta a la conferencia de
Heraclio para dejar plasmado su concepto de mito, cuál es su origen, su sentido, sus
características, a quiénes va dirigido y de qué manera debe ser redactado. Estas
ideas, que están explicadas en términos más abstractos y filosóficos, son retomadas
en A la madre de los dioses. Allí, a través del relato del mito de Atis y Cibeles, y de
una interesante explicación filosófica de su simbología y de sus sentidos, refuerza
los conceptos vertidos en la obra anteriormente mencionada.
En el discurso Contra los galileos, el objetivo es otro: aquí Juliano discute y de-
fenestra las verdades planteadas por el cristianismo, pero también es importante
para los fines de este trabajo ver la utilización del concepto de mito cuando realiza
comparaciones de mitos griegos y judíos.
En las tres obras pudimos observar que Juliano impulsa una visión neoplatóni-
ca del mito, como relato creado, una ficción plagada de inverosimilitudes, exagera-
ciones, paradojas, características fabulosas y hazañas imposibles. Esta narración es
una alegoría que necesita ser objeto de un proceso hermenéutico para ser compren-
dida, ya que en su discurrir paradójico e inverosímil, esconde verdades divinas a las
que sólo pueden acceder las personas cuya inteligencia les permite acercarse a ellas.
Los mitos ocultan verdades acerca de los dioses a las que no puede acceder la multi-
tud. Incluso hay otras verdades, aún más profundas, que sólo pueden ser conocidas
por los iniciados en los cultos mistéricos (como el mismo Juliano). El mito, preci-
samente está dirigido a aquellos que son niños (o a los adultos, que por su inteli-
gencia, son como niños), ya que no están preparados para observar de manera dire-
cta la majestad divina.
Bibliografía