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B Greco y
C. Marano (2002) hacen hincapié sobre la importancia de concebir al fracaso escolar como un
fenómeno escolar y no como un déficit en la educabilidad del sujeto, o sus capacidades
individuales de ser educado. De este modo, se olvida cuestionar y tratar la eficacia del
contexto escolar y la oferta educativa en el fracaso escolar.
Por esta razón, el trabajo en los ámbitos del sistema educativo necesita repensar prácticas
pedagógicas y psicoeducativas que, operando en diferentes niveles, logren mitigar el
fenómeno de exclusión de los sectores populares de las posibilidades de una escolaridad
exitosa.
De este modo, se deben desarrollar estrategias psicoeducativas de trabajo que atiendan a
captar las distintas formas de la diversidad, concepto que incluye a las necesidades
educativas especiales, a la diversidad cultural y a la diversidad de la igualdad ante el acceso y
permanencia exitosa en la escolaridad en relación con la esfera socioeconómica y cultural del
alumno.
Al pensar al fracaso escolar como fenómeno educativo, es posible tener en cuenta a “las
diversidades” y pensar en “condiciones de educabilidad”, entendidas como “aquellas
condiciones que pueden ser generadas por el propio dispositivo escolar para hacer
posible la enseñanza y el aprendizaje en un contexto y una situación determinadas, en
relación con los sujetos particulares que interpelan a la escuela con sus diferencias”.
En esta línea, proponen el vínculo que existe el abordar al fracaso escolar y el reconocer,
promover y producir la diversidad, siendo este elemento el que permite repensar estrategias
para desarticular al fracaso escolar. Dichas estrategias pueden referir a la enseñanza, la
organización de la institución o a los vínculos entre los actores institucionales. De este modo, el
reconocimiento de la diversidad obliga a redefinir el modelo homogeneizador de la
escuela y proponer una oferta diversificada que se sustente en reconocer las situaciones
estructurales de desigualdad.
Continúan proponiendo que la diversidad y las diferencias se evidencian no sólo en las
particularidades de un sujeto respecto a lo que una institución espera de él, sino también al
interior de un grupo escolar, entre la cultura escolar y la de los alumnos que recibe y en las
posibilidades de las propuestas educativas y de intervención psicoeducativas.
La presencia de la diversidad y desigualdad implican la necesidad de reconocer que hay
condiciones educativas y de vida de cada individuo que favorecen a unos y desfavorecen a
otros, influyendo en el mejor o peor carácter de las posibilidades de aprender para cada sujeto
en la institución.
De este modo, entendiendo al fracaso escolar como fenómeno educativo se propone
crear condiciones de educabilidad con el fin de que la relación entre el alumno y la
institución escolar sea productora de posibilidades de aprendizaje. Para ello, es
necesario accionar teniendo en cuenta la diversidad.
En segundo lugar, plantean que se puede colaborar en la flexibilización ya sea en base a los
modos de escolarización, las formas de organización, las estrategias de enseñanza o la
valoración de los problemas y sus modos de resolución.
En tercer lugar, proponen que se puede generar condiciones de educabilidad para que los
sujetos puedan aprender y que la institución pueda enseñar.
Y finalmente, plantean que se puede colaborar para establecer formas de funcionamiento
democrático y participativo en diferentes niveles institucionales, por ejemplo, entre el
equipo directivo, docentes, no docentes, alumnos y padres.
En conclusión, plantean que es esencial buscar abordajes pedagógicos y psicoeducativos
que permitan leer al fracaso escolar que no entienda a las diferencias como déficit.
En cuanto a las problemáticas generales en torno al fracaso escolar, sitúan como producto del
trabajo analítico al desencuentro entre la institución educativa y la población que recibe. En
segundo lugar, a la falta de capacitación de los docentes en materia de recursos y estrategias
para responder a las demandas que los exceden. En tercer lugar, sitúan a la mirada individual
sobre el problema, situado en el alumno, legitimado a partir de la figura del docente o profesional
“psi”. Y finalmente, refieren a las dificultades para intervenir psicoeducativamente desde el rol del
profesional “psi” que en ocasiones es percibido como quien controla el trabajo de los docentes o
no hay compromiso de los actores de la institución frente al problema.
Con relación a las relaciones posibles entre el fracaso escolar y la diversidad plantean:
- Diferentes formas de pensar la diversidad: en términos de necesidades educativas especiales,
diversidad cultural, desigualdad con relación a situación socioeconómica y cultural.
- Tensión entre las categorías y las practicas que sostienen las categorías de “especial” “normal”
o “común”, atribuidas a alumnos y modalidades de oferta educativa. ¿Qué es un alumno
“normal”? ¿Aquel que cumple con los objetivos de la institución escolar en los tiempos fijados por
esta? ¿Alguien que no molesta y está adaptado?
- El papel de los saberes previos de los alumnos, heterogéneos, frente a una cultura escolar
homogeneizadora.