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Grupo A.
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Portada.
Índice
Tabla de contenido
Portada. ............................................................................................................................................ 2
Índice................................................................................................................................................. 2
Título del tema. ................................................................................................................................... 3
“AISLAMIENTO SOCIAL EN EL ADOLECENTE DE SECUNDARIA Y SU RELACION CON EL
AUTOCONCEPTO”............................................................................................................................ 3
Justificación. .................................................................................................................................... 4
Introducción. ....................................................................................................................................... 5
Objetivos. ......................................................................................................................................... 6
Objetivo general. ............................................................................................................................. 6
Objetivos específicos. ...................................................................................................................... 6
Hipótesis. ............................................................................................................................................. 7
Introducción. ................................................................................................................................... 8
MARCO TEORICO........................................................................................................................... 9
Antecedentes. ................................................................................................................................. 9
Técnica/s e instrumento/s de investigación que se integrarán al protocolo.................................... 15
METODOLOGÍA.................................................................................................................................. 18
Referencias. ................................................................................................................................... 20
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Título del tema.
3
Justificación.
4
Introducción.
La sociedad actual en la que los jóvenes adolescentes se desenvuelven los ha orillado a que dejen
de expresar lo que sienten a las personas adecuadas, desconfían de los mayores y de aquellos que
ostentan alguna autoridad. Juzgan lo que ven y determinan según su criterio y educación si esta
bien o esta mal, eso hace que se vuelvan hasta cierto grado indiferentes al trato social. De ahí
surge este proyecto, como es que el aislamiento adolescente se genera pero también este
comportamiento genera reciprocidad hacia la sociedad.
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Objetivos.
Objetivo general.
Explicar y relacionar las posibles causas del aislamiento social y su relación con su auto
concepto a nivel de secundaria en adolescentes de 13 a 15 años.
Objetivos específicos.
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Hipótesis.
El autoconcepto y el aislamiento social está relacionado con factores como el estatus intelectual y
escolar, imagen corporal, popularidad, bienestar y satisfacción y sexualidad, afectan el
comportamiento del adolescente.
Los factores como el estatus intelectual y escolar, imagen corporal, popularidad, bienestar,
sexualidad y satisfacción, influyen en el auto concepto y el aislamiento social (comportamiento) del
adolescente.
¿Cómo están relacionados los factores como el estatus intelectual y escolar, imagen corporal,
popularidad, bienestar y satisfacción en relación de con el auto concepto y el aislamiento social en
el adolescente?
7
Introducción.
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MARCO TEORICO
Antecedentes.
En la actualidad, los marcados cambios estructurales, sociales y culturales, han modificado las
formas básicas en que las personas establecen sus contactos interpersonales. El debilitamiento de
los vínculos familiares, la acentuación del individualismo, hasta el nivel del egoísmo, la
fragmentación delos lazos sociales, han ocasionado un serio riesgo para la salud física y mental de
las personas, menoscabando su capacidad de afrontamiento de situaciones estresantes.
Los individuos tienden a percibirse como constituidos por un cuerpo de necesidades que deben
ser satisfechas constantemente, aunque establezcan vínculos con otros semejantes, la
fragmentación de la experiencia y la progresión del individualismo, que destruye los vínculos
comunitarios de sostén, hacen que se encuentren fundamentalmente solos entre otros individuos
que persiguen su propia satisfacción. Es así, como en la actualidad se ha producido en los
individuos, especialmente en las grandes ciudades, un incremento del aislamiento social y de la
experiencia de soledad. Ambos fenómenos pueden coexistir, aunque uno no implica
necesariamente al otro. No obstante, se ha considerado frecuentemente al aislamiento social
como una situación que predispone a la aparición del sentimiento subjetivo de soledad.
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Investigaciones como la de Hojat (1989), asocian la soledad con la inmunocompetencia celular
deprimida, con una menor actividad defensiva del organismo, la consideran como un «síntoma
clínico» en la sociedad contemporánea relacionada, en algunos casos, a depresión, ansiedad y
problemas de salud mental (alcoholismo, depresión, suicidio y muerte accidental); y
fundamentalmente, como uno de los problemas psicosociales más relevantes del fin de siglo XX.
AUTOCONCEPTO:
Definición.
En los últimos años la investigación del autoconcepto y la autoestima está cobrando gran
relevancia. La mayorfa de los autores asocia el término autoconcepto a los aspectos cognitivos del
conocimiento de uno mismo, y utilizan la denominación de autoestima para los aspectos
evaluativo-afectivos. Recientemente, Cardenal y Fierro (2003) han definido el autoconcepto como
un conjunto de juicios tanto descriptivos como evaluativos acerca de uno mismo; consideran que
el autoconcepto expresa el modo en que la persona se representa, conoce y valora a ella misma,
matizando que aunque a menudo se usan de manera equivalente autoconcepto y autoestima, ésta
en rigor constituye el elemento valorativo del autoconcepto, del autoconocimiento.
Los resultados de los estudios que han analizado las diferencias de género en el autoconcepto y la
autoestima muestran resultados divergentes. La mayor parte de las investigaciones encuentran
diferencias significativas en la autoestima y observan menores puntuaciones en las chicas (Chabrol
et al. 2004; Gracia, et al. 1999; Hagborg, 1993; Khanlou, 2004; Locker y Cropley, 2004; Robison et
al. 2001; Walker, 2000), aunque en algunos estudios la magnitud de las diferencias es baja (Matud,
Ibáñez, Marrero y Carballeira, 2003). Mientras que algunos trabajos encuentran diferencias entre
sexos en el autoconcepto, observando en las mujeres peor autoconcepto global (Amezcua y
Pichardo, 2000; Pastor, Balaguer y Garcfa-Merita, 2003) y peor autoconcepto físico (Pastor et al.
2003; Klomsten, Skaalvik y Espnes, 2004), sin embargo, otros no han hallado diferencias
significativas ni en el autoconcepto global de adolescentes de 12 a 14 años (Garaigordobil, Cruz y
Pérez, 2003) ni en la autoestima (Lameiras y Rodríguez, 2003). En relación a la conducta social,
algunos estudios evidencian que las adolescentes tienen puntuaciones significativamente
superiores en competencia social (Vordach, 2002), en habilidades sociales apropiadas (Méndez,
Hidalgo e Inglés, 2002), en estrategias y conductas prosociales (Pakaslahti, Karjalainen y
Keltikangas, 2002), así como en adaptación social (Clemente, Albiña y Domenech, 1998). Estudios
transculturales ponen de relieve diferencias interculturales, ya que los adolescentes turcos tenían
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significativamente mayores niveles de asertividad que las chicas adolescentes, sin embargo, los
suecos no evidenciaron diferencias de género en asertividad (Eskin, 2003). Por otro lado, algunos
trabajos no han encontrado diferencias entre chicos y chicas en sentimientos de felicidad (Mahon,
Yarcheski y Yarcheski, 2005), sin embargo otros estudios constatan que las chicas tienen más
síntomas depresivos (Chabrol et al. 2004; Locker y Cropley, 2004) y de ansiedad (Locker y Cropley,
2004) que los chicos.
Las investigaciones que estudian las relaciones entre el autoconcepto y la conducta prosocial han
encontrado que los adolescentes prosociales tienen bajo autoconcepto negativo, alto
autoconcepto positivo y alto autoconcepto-autoestima (Calvo, González y Martorell, 2001), alto
autoconcepto académico, social y familiar (Gutiérrez y Clemente, 1993), y alta autoestima (Rigbyy
Slee, 1993). Los adolescentes que muestran consideración por los demás y sensibilidad
socialtienen alto autoconcepto social, y los que muestran conductas altruistas, tienen alto
autoconcepto global (Garaigordobil et al. 2003). Son escasos los estudios correlacionales que han
explorado las relaciones entre cooperación y autoconcepto durante la adolescencia, sin embargo,
se ha confirmado que los programas de intervención para desarrollar la cooperación mejoran el
autoconcepto (Garaigordobil, 1996, 1999ab, 2002, 2005; Garaigordobil y Echebarría,
1995; Veenman, Kenter y Post, 2000). En esta dirección, Bauer (1997) observó que los
adolescentes que empleaban más tiempo en actividades de aprendizaje cooperativo dentro del
aula tenían mayor autoconcepto, y así mismo Hay, Ashman y Van Kraayenoord (1998) concluyeron
que, desde la observación de los profesores, los alumnos con un alto autoconcepto se mostraban
más cooperativos. Además, varias investigaciones han encontrado relaciones positivas entre
autoestima y habilidades sociales, así como relaciones negativas con ansiedad social y soledad
(Riggio, Throckmorton y De Paola, 1990). El estudio realizado por Bijstra, Bosma y Jackson (1994)
halló relaciones positivas entre habilidades sociales e indicadores de funcionamiento psicosocial
(autoestima, bienestar y apoyo social) en adolescentes de 13 a 15 años, mientras que Russomano
(2000) encontró relaciones positivas entre autoconcepto y habilidades sociales en estudiantes de 8
a 11 años y sólo una tendencia en los estudiantes de 12 a 14 años. Otros trabajos han hallado
relaciones positivas de la asertividad con autoestima (Deluty, 1981; Lefevre y West, 1981; Lorr y
More, 1980) y con autoconcepto (Garaigordobil et al. 2003), identificando la autoestima social
como predictor de asertividad (Arbanas, 1997). Algunas investigaciones ponen de relieve que los
adolescentes con alta autoestima muestran pocas conductas de timidez (Lawrence y Bennett,
1992), que la adaptación social correlaciona con autoconcepto y es una variable predictora de
éste, así como que un bajo nivel conductas sociales de ansiedad-timidez, pocos problemas de
ansiedad y de retraimiento, han resultado ser variables predictoras de alto autoconcepto
(Garaigordobil et al. 2003). Por otro lado, se han encontrado correlaciones negativas entre
autoestima e impulsividad (Heaven, 1991), entre autoestima y celos en chicas (Buunk, 1997), asr
como entre autoestima y soledad (Brage, Meredith y Woodward, 1993; Haines, Scalise y Ginter,
1993; Moroi, 1987).
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Estudios que han analizado las relaciones entre sentimientos de felicidady autoestima, han
revelado que la autoestima es una variable predictora de felicidad, teniendo una relación negativa
con depresión. La revisión de estudios clínicos y experimentales que llevó a cabo Coopersmith
(1967) le condujeron a afirmar que las personas con alta autoestima eran más felices que los que
tenían baja autoestima.Cheng y Furnham (2003) pudieron observar que la autoestima era un
predictor de felicidad, y Neto (2001) encontró correlaciones positivas de la felicidad con
autoestima, satisfacción con la vida, sociabilidad, así como correlaciones negativas con vergüenza,
soledad, timidez, y ansiedad social. Complementariamente, Myers y Oiener (1995) identificaron 4
rasgos que aparecían en las personas felices de todas edades: autoestima, sensación de control
personal, optimismo y extraversión. Por otro lado, se han explorado las relaciones del
autoconceptoautoestima con rasgos asociados a la estabilidad emocional. Estudios con
adolescentes han encontrado relaciones negativas entre autoconcepto y depresión (Alfeld y
Sigelman, 199B; Fan y Fu, 2001; Garaigordobil, Ourá y Pérez, 2005; Vang, 2002), así como entre
autoestima y depresión (Garaigordobil et al. 2005; Hoffmann, Baldwin y Cerbone, 2003; Valentine,
2001). Otros trabajos demuestran que la alta autoestima es un factor protector de síntomas
depresivos (Takakura y Sakihara, 2001), y que tanto el bajo autoconcepto (Braithwaite, 2004;
Oowd, 2002) como la baja autoestima (Hong, 2002) son predictores de depresión. También se han
confirmado relaciones negativas entre autoestima y ansiedad, sugiriendo que los adolescentes con
alta autoestima muestran bajos niveles de ansiedad rasgo (Fickova, 1999; Newbegin y Owens,
1996; Vang, 2002). Finalmente, varios trabajos concluyen que las personas con alta autoestima
son más constantes y persistentes (Di Paula y Capmbell, 2002; Mc Farlin, Baumeister y Blascovich,
1984).
El creciente interés por las dificultades de adaptación social de los adolescentes se ha visto
incrementado por la importancia que las relaciones sociales han probado tener en el desarrollo
evolutivo y el funcionamiento psicológico, social y académico (Godstein, Sprafkin, Gershaw y Klein,
1989; Trianes, Jiménez y Muñoz, 1997), así como por el elevado número de niños que siendo
etiquetados socialmente como «tímidos» muestran elevada ansiedad social, evitación y
retraimiento social (Bruch y Cheek, 1995; Compton, Nelson y March, 2000; Jones, Briggs y Smith,
1986; Olson y Rosemblum, 1998; Stemberger, Turner, Beidel y Calhoun, 1995). No obstante, pese a
la relevancia de estos problemas, no ha sido hasta fechas recientes cuando la expresión clínica de
estas dificultades, la fobia social, ha empezado a ser reconocida como un trastorno de la conducta
que también afecta a la infancia y la adolescencia (Albano, Detweiler, Logsdon-Conradsen, 1999;
Beidel, Ferell, Alfano y Yeganeh, 2001). Uno de los problemas con los que se enfrenta cualquier
trabajo en este contexto es el relativo a la operacionalización de los conceptos que lo dotan de
contenido; por ello, en primer lugar y siguiendo a Greco y Morris (2001), Monjas y Caballo (2002) y
Rubin y Asendorpf (1993), intentaremos aproximarnos al significado de los constructos usados para
delimitar los problemas de relación social. Así, el problema de conducta etiquetado como «timidez»,
es definido como (a) el miedo a ser evaluado negativamente en situaciones sociales y (b) la evitación
o el retraimiento ante aquellas situaciones en las que están o pueden estar presentes personas
conocidas, poco conocidas o desconocidas (Buss, 1980; Pilkonis, 1977; Zimbardo, 1977); este
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constructo también ha sido relacionado con otros conceptos como el «retraimiento social»
(autoaislamiento respecto del grupo de iguales) o el «aislamiento social» (rechazo por el grupo de
iguales —Rubin y Stewart, 1996—). Por su parte, la expresión «fobia social o trastorno de ansiedad
social» ha sido definida por la American Psychiatric Association (APA, 2000) introduciendo algunas
características y criterios diagnósticos específicos para población infantil y adolescente (véase DSM-
IV-TR), cuya relevancia ha sido subrayada por distintos autores (así Beidel y Turner, 1998 o Morris,
2000). En cuanto a la relación entre timidez y fobia social distintos investigadores, entre los que se
sitúan los que sus criben el presente trabajo, consideran la existencia de un continuo en cuyos
extremos se ubicarían el menor grado de ansiedad que podría ser calificado como timidez y el
máximo nivel de ansiedad que se correspondería con el grado más grave e incapacitante (fobia social
generalizada o trastorno de personalidad por evitación) (Bruch y Cheek, 1995; Chavira, Stein y
Malcarne, 2001; Rapee, 1995; Stein, 1999; Turner, Beidel y Townsley, 1990).
Por lo que respecta a sus efectos desadaptativos, tanto la timidez como la fobia social conllevan
merma funcional. La primera provoca deterioro de las relaciones sociales en más del 13% de los
casos (Henderson, 1997), la segunda genera un mayor grado de interferencia que se hace
especialmente patente en (a) el deterioro del rendimiento académico (APA, 2000; Beidel y Turner,
1998; Lawrence y Bennet, 1992), depresión (Hazen y Stein, 1995; Ingram, Ramel, Chavira y Scher,
2001; Stein et al., 2001), (b) el incremento de la probabilidad de iniciarse y abusar del consumo de
sustancias tóxicas legales e ilegales (Clark, 1993; Clark y Kirisci, 1996; DeWit, McDonald y Offord,
1999) y (c) la ocurrencia de otros trastornos graves de conducta tales como la depresión (Beidel et
al., 1999; Schatzberg et al., 1998). En relación con los datos epidemiológicos, los estudios más
recientes informan de una prevalencia de la fobia social infanto-juvenil que oscila entre el 1’6 y el
10% (Beidel y Turner, 1998; Essau, Conradt y Petermann, 1999; Hayward, Killen, Kraemer y Taylor,
1998; Wittchen, Stein y Kessler, 1999), así como de una frecuencia de ocurrencia de la timidez
(French, 1990; Stevenson-Hinde y Glover, 1996) y la fobia social mayor en chicas que en chicos
(Anderson, Williams, McGee y Silva, 1987), en muestras comunitarias, pero no en población clínica
donde la distribución es similar (Last, Perrin, Hersen y Kazdin, 1992; Strauss y Last, 1993). En cuanto
a la edad de inicio de la fobia social, la más frecuente en muestra comunitaria se situa entre los 14
y los 16 años. Respecto de los tratamientos utilizados encontramos que los problemas sin
significación clínica (timidez y retraimiento) han sido tratados utilizando desde psicoterapias poco
definidas (Axelrod, Cameron y Solomon, 1944), pasando por aproximaciones emergentes de la
psicopatología del desarrollo (LaFreniere y Capuano, 1997), hasta las derivadas del modelo
cognitivo-conductual (así Edleson y Rose, 1981; Erwin, 1993; Erwin, 1994; Jupp y Griffiths, 1990;
Lowenstein, 1983; O´Connor, 1969; Oden y Asher, 1977 o Weinrott, Corson y Wilchescky, 1979). En
cuanto a la fobia social, las primeras publicaciones que informan de resultados positivos de
tratamientos psicológicos o farmacológicos en las edades que nos ocupan son muy recientes, tanto
las producidas por equipos de investigadores extranjeros (Beidel, Turner y Morris, 1997 y 2000;
Hayward et al., 2000; Mancini, Van Ameringen, Oakman, y Farvolden, 1999; Spence, Donovan y
Brechman-Toussaint, 2000) como de españoles (así, Olivares y García-López, 2001) o por grupos
mixtos (García-López et al., 2002; Olivares et al., 2002). En consecuencia, empezamos a
encontrarnos ya con un número de trabajos publicados en relación con el tratamiento de la fobia
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social y la timidez, en el contexto infanto-juvenil, que entendemos hace necesaria una revisión
específica de la eficacia y eficiencia de sus efectos y de las variables responsables de éstos, máxime
si tenemos en cuenta que hasta ahora sólo se ha llevado a cabo una revisión cualitativa acerca de
los problemas de relación social en general en niños y adolescentes (Greco y Morris, 2001) y no
hemos encontrado ninguna de orden cuantitativo que se halla centrado únicamente en la población
que nos ocupa. Así mismo, entendemos que la revisión ha de ser general. Es decir, las intervenciones
deben pertenecer tanto al modelo cognitivo-conductual como a otros modelos teóricos, han de
abarcar diferentes tipos de medidas relacionados con las descripciones de estos problemas de
conducta y deben analizar variables tanto de interés teórico como relativas al tipo de tratamiento o
las características de los sujetos.
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Técnica/s e instrumento/s de investigación que se integrarán al
protocolo.
Técnica.
La técnica que se utilizara muestreo probabilístico, este se refiere al estudio o el análisis de grupos
pequeños de una población) que utiliza formas de métodos de selección aleatoria.
El requisito más importante del muestreo probabilístico es que todos en una población tengan la
misma oportunidad de ser seleccionados.
Es Muestreo estratificado ya que población grande se divide en dos grupos más pequeños, que
generalmente no se superponen, sino que representan a toda la población en conjunto.
CUESTIONARIO A
GRADO. ___________
GRUPO: ___________
EDAD: ___________
SEXO: ___________
SALUD FISICA
SALUD MENTAL
AUTOESTIMA
IDENTIDAD SEXUAL
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Instrumentos.
Se aplicará el siguiente cuestionario para identificar los factores que afectan al adolecente aislado.
CUESTIONARIO B
GRADO. ___________
GRUPO: ___________
EDAD: ___________
SEXO: ___________
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¿TUS COMPAÑEROS TE EXCLUYEN POR QUE DICEN QUE PIENSAS 3 2 1
DIFERENTE?
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METODOLOGIA
MUESTRA
INSTRUMENTOS.
Cuestionario A
Cuestionario B
PROCEDIMIENTO.
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Referencias.
Stefani, D., Seidmann, S., Pano, C., Acrich, L., & Pupko, V. B. (2003). Los cuidadores familiares
de enfermos crónicos: sentimiento de soledad, aislamiento social y estilos de
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Shaffer, D. R., & del Barrio Martínez, C. (2002). Desarrollo social y de la personalidad. Madrid:
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Arranz, L., Giménez-Llort, L., De Castro, N. M., Baeza, I., & De la Fuente, M. (2015). El
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Coronel, C. P., Levin, M., & Mejail, S. (2011). Las habilidades sociales. Una investigación con
adolescentes de 11 y 12 años de diferentes contextos socioeconómicos.
Shaffer, D. R., & del Barrio Martínez, C. (2012). Desarrollo social y de la personalidad. Madrid:
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