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Otros autores cuyas contribuciones son de gran importancia son Jean Piaget y Lev Vygotsky.
Piaget es mejor conocido por plantear la teoría del Desarrollo Cognitivo, la cual afirma que
nuestra capacidad cognitiva está en constante desarrollo y que, por lo tanto, en diferentes
etapas de nuestras vidas tendremos distintas inteligencias con cualidades específicas que les
caracterizan (Zimmerman y Schunk, 2003). Además, al explicar cómo aprendemos procede
a señalar los conceptos de esquema, equilibrio, asimilación y acomodación. Él denomina
esquemas a aquellas actividades operacionales que se repiten y se consolidan cuando somos
capaces de reproducirlas sin la presencia del estímulo; estas son la base para todo el
pensamiento en la teoría piagetiana. Por otro lado, equilibrio es la “tendencia innata de los
individuos a modificar sus esquemas de forma que les permitan dar coherencia a su mundo
percibido” (Arancibia, 2008, p.86), y responde a por qué los individuos buscan aprender.
Asimilación y acomodación corresponden a procesos complementarios que utilizamos a la
hora de aprender y que refieren a la incorporación de nueva información en un esquema
preexistente y en la transformación de los esquemas en función de poder integrar información
nueva, respectivamente.
Por su lado, las ideas de Vygotsky comienzan al preguntar qué nos diferencia como humanos
de las demás especies; en búsqueda de respuesta para esa pregunta terminó por interesarse
en el proceso del aprendizaje. Para Vygotsky el desarrollo consiste en la interiorización de la
cultura, y las herramientas de dicha cultura, dentro de la cual nacemos. Esta transmisión, o
bien aprendizaje, se da a través del contacto social, particularmente a través del lenguaje
(Lucci, 2006). Uno de los conceptos más importantes que desarrolla es el de la Zona de
Desarrollo Próximo, la cual es el área de solución de problemas en la que un individuo no
puede tener éxito por sí mismo, pero en la que puede tener éxito y aprender si recibe el apoyo
adecuado (Wertsch y Tulviste, 1992).
Para los estudiosos del aprendizaje, además de su misma definición y las características de
proceso, es muy interesante indagar en los posibles factores que afectan positiva o
negativamente el proceso del aprendizaje. Esto es relevante pues si bien como fenómeno el
aprendizaje es universal, también es un proceso muy único y personal, diferente para cada
alumno. Estos factores podrían dividirse en aquellos relacionados con la persona y aquellos
relacionado al ambiente; entre los factores intrapersonales están la motivación, la autoestima
y las estrategias de aprendizaje, mientras que unos de los factores ambientales son las
expectativas del profesor y el clima de aprendizaje.
Por otro lado, tras realizar las visitas del trabajo de campo se me fue más fácil aterrizar
algunos de los conceptos de Piaget, en particular los procesos de adaptación: asimilación y
acomodación. Mi grupo lo realizó con un taller gratuito de Slackline, o cinta floja, que está
Reñaca. Durante nuestra segunda visita participamos de una de las clases, en vez de solo
observar, y fue muy interesante pues una de las enseñanzas principales es volver a aprender
a caminar, solo que ahora sobre la cinta. Esto correspondería a un proceso de acomodación
en que modificamos nuestras estructuras previas acerca de caminar para acomodar este nuevo
aprendizaje que requiere además aprender a desarrollar mayor equilibrio y concentración.
Al diseñar este taller se priorizó crear un buen clima de aprendizaje y que hubiera constante
interacción entre los expositores y los participantes, de forma que estos estuvieran en control
de decidir los detalles del funcionamiento de su grupo en particular y sintieran confianza para
compartir sus dudas, opiniones y experiencias. El que puedan tener cierto control o
autodeterminación sobre su propio proceso de aprendizaje tiende a mejorar la relación que
los alumnos tienen con el mismo, sintiéndose identificados con el trabajo educativo.
Este taller es de inscripción voluntaria, por lo que se asume que los participantes se
encuentran interesados en los temas a tratar y con la motivación de comprometerse con la
experiencia, habiendo ellos mismos buscado esta instancia de aprendizaje. Esto significa que
para muchos de ellos el proceso podrá explicarse desde el aprendizaje por descubrimiento de
Bruner.
Por lo demás, se aconseja a la hora de conformar los grupos que estos sean lo más
homogéneos posible, especialmente en cuanto a tener un hijo involucrado en una situación
de consumo de SPA o manifieste serios problemas de rebeldía, pues esto fomenta un sentido
de identificación dentro del grupo. Mirándolo desde el aprendizaje podemos también decir
que esto sería beneficioso pues haría más probable que los conocimientos previos con los
que los participantes ya se encuentran sean similares, de modo que es posible que los
aprendizajes significativos que se logren sean similares entre los distintos miembros del
grupo.
Debido a mis propias preferencias si fuera a criticar la manera en que se enseña en este país,
no criticaría el formato expositivo tradicional de las clases (aunque comprendo que para
muchos este estilo es perjudicial) sino más bien la forma en que se nos enseña a ver el
aprendizaje como un medio y no como un fin, matando nuestra curiosidad.
En el colegio el punto de aprender es conseguir buenas notas, siendo esas notas las pruebas
de nuestro valor dentro del sistema escolar, por lo que a lo largo del camino ir al colegio se
vuelve acerca de sacar buenas calificaciones a través de cualquier medio necesario
(memorización, copia) en vez de aprender, es decir, se nos orienta hacia metas por desempeño.
El sistema alimenta esto y se vuelve una dinámica en que los profesores enseñan
superficialmente y los alumnos aprendemos mecánicamente sin nunca realmente interactuar
en profundidad con el material porque es fácil y da resultados medianamente buenos. Luego
se asocia el aprendizaje con estrés y desinterés, de forma que buscar conocer fuera del ámbito
escolar o de un campo que “no sirve” se vuelve impensable.
Me parece particularmente doloroso en asignaturas como matemática e historia. En la
primera, en lo personal, siempre tuve problemas; no captaba rápidamente y sentía que solía
quedar atrás. En matemática tuve consistentemente mis peores calificaciones y muchas veces
no lo disfrutaba, a excepción de las veces que lograba entender y obtenía la gratificación
inmediata de realizar ejercicio tras ejercicio correctamente. Lo menciono para ilustrar mi
relación con la asignatura, lo cual explicaría mi reacción en la siguiente anécdota: estábamos
en II° medio y comenzaron a pasarnos los números complejos. Mi profesor procedió a
explicarnos la teoría e intentar que dedujéramos por nosotros mismos las fórmulas. Si bien
algunos de mis compañeros lo apreciaron, yo y la mayoría no lográbamos entender por qué
simplemente no nos pasaba las fórmulas para poder comenzar con los ejercicios. Vistos de
esta manera, eran bastante simples de hacer, pero solo éramos capaces de resolverlos porque
habíamos memorizado una serie de pasos y símbolos que reemplazar. Hasta hoy en día, por
decidir que la explicación era irrelevante, no sé qué es un número complejo, y a pesar de ello,
pude responder esos ejercicios sin problema en la PSU. Actualmente esto no me provoca
problema alguno, sin embargo, si hubiera escogido estudiar algo relacionado a los números
tal falta de interés en entender en profundidad el material me hubiera perjudicado
enormemente, cómo veo le ocurre a amigos míos que eran excelentes en matemática cuando
estaban en el colegio y ahora sufren con cálculo de nivel universitario.
Por otro lado, historia es el caso opuesto. Siempre fue una de mis mejores asignaturas y la
considero fascinante. De hecho, por mucho tiempo me costó entender que a los demás les
pareciera aburrida. En mi mente todo el mundo disfrutaba de las historias, ya fuera a través
de un libro, una película o una serie de televisión, y la Historia con mayúscula no era más
que una serie de historias que habían ocurrido en la vida real, lo que las volvía aún más
emocionantes. Ahora, sin embargo, entiendo que crecí rodeada de profesores de historia por
lo que cualquier vacío en mi educación podía ser llenado por ellos y por mi propio interés.
Ahora entiendo que lo que yo tan fácilmente veía como historias complejas con líneas
argumentales impresionantes, llenas de personajes brillantes y conexiones sorprendentes,
para otros no eran más que un desfile inconexo de nombres y fechas.
Realmente creó que si se nos enseñara historia casi como si fuera literatura y luego nos
concentráramos en los detalles, todos veríamos valor en ella, tanto como una fuente de
entretenimiento como un recurso para entender el mundo y nuestro propio rol en él.
En resumen, siento que volver el aprendizaje secundario a las calificaciones mueve el foco
desde la verdadera curiosidad al conocimiento netamente utilitario, y eso es una pérdida
terrible. Coarta nuestra habilidad para vivir más allá de lo material y de explorar nuestra
propia subjetividad con confianza. Como alumna y futura psicóloga siento que reinstaurar la
importancia de la curiosidad es esencial y debiera ser nuestro foco: intentar diseñar los planes
de estudio de forma que no solo se enseñe superficialmente, que el conocimiento sea un logro
en sí mismo y que los alumnos sean capaces de sentir confianza en sus capacidades,
conociendo sus fortalezas y debilidades y trabajando con ellas, no decidiendo cerrar puertas
a todos los campos “no útiles” o “no fáciles” y especializarse antes de lo necesario.
Creo que es gran tema para cualquier psicólogo(a) que quiera dedicarse al área educacional
pensar en cómo revertir el daño provocado por el sistema educacional. La ansiedad dentro
del aula siempre ha sido muy trabajada sin embargo aún queda bastante por hacer, ¿cómo
evitar que los alumnos se rindan antes de tiempo? ¿cómo devolverles esa confianza? Lo claro
es que de vital importancia que podamos insistir en que haya mejor educación emocional
para los profesores, y ojalá para los padres, pues cuando estas figuras de apoyo muestras
preocupación por el bienestar y los intereses propios de los niños, sin hacerlos sentir n
sobreprotegidos ni ansiosos, los niños suelen manifestar más motivación intrínseca (Furrer y
Skinner, 2003).
Creo, aunque esto no es trabajo exclusivo de los psicólogos, que la creciente especialización
de la educación no es algo positivo. Se eliminan más y más horas de ramos como, sobre todo
en el clima actual, filosofía o música, en favor de aumentar el tiempo que se ocupa en
lenguaje y matemática. Eso, por un lado, que tiene más que ver con los intereses políticos y
económicos de los gobiernos actuales, y por otro, la forma en que se celebra perder los ramos
que no se nos hacen tan afines. No se nos hacen tan fáciles, así que nos rendimos con ellos y
llegamos a resentirles y llegados a III° medio lo único que queremos es deshacernos de ellos.
El aprendizaje inevitablemente se especializará en algún momento, pero considero que el
colegio no debería ser ese momento.
Referencias
Arancibia, V. (2008). Manual de psicología educacional (6a ed.). Santiago, Chile: Ediciones
UC.
Furrer, C. y Skinner, E. (2003). Sense of relatedness as a factor in children’s academic
engagement and performance. Journal of Educational Psychology, 95(11), 148-161.
Lucci, M. (2006). La propuesta de Vygotsky: la psicología socio-histórica. Revista de
currículum y formación del profesorado, 10(2), 1-11
Papalia, D., Wendkos, S. (1988). PSICOLOGÍA. EEUU: McGraw Hill
Rodríguez, M. (2010). La teoría del aprendizaje significativo en la perspectiva de la
psicología cognitiva. Recuperado de
https://campusvirtual.univalle.edu.co/moodle/pluginfile.php/1187873/mod_folder/c
ontent/0/DIG003.pdf?forcedownload=1
Schunk, D. (2012). Learning Theories: An Educational Perspective (6a ed.). Boston, EEUU:
Pearson.
Universidad Internacional de Valencia [VIU]. (2018). El aprendizaje por descubrimiento de
Bruner. Recuperado de https://www.universidadviu.com/el-aprendizaje-por-
descubrimiento-de-bruner/
Wertsch, J. y Tulviste, P. (1992). L. S. Vygotsky and contemporary developmental
psychology. Developmental Psychology, 28(4), 548-557
Woolfolk, A. (2010). Psicología educativa (11a ed.). México: Pearson.
Zimmerman, B. y Schunk, D. (2003). Educational Psychology: A Century of Contributions.
EEUU: Lawrence Erlbaum Associates.