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La perspectiva del aprendizaje

El conductismo ha sido uno de los enfoques más importantes de la psicología moderna.


El conductismo radical insiste en que sólo debería incluirse a las conductas observables
en una teoría científica. B. F. Skinner es el conductista radical más famoso de los últimos
tiempos. Al inicio del siglo XX, John B. Watson (1924/1970) propuso que la personalidad
se determina por el ambiente.

Hizo una afirmación que se cita con frecuencia:

Denme una docena de niños sanos, bien formados y mi propio mundo especificado
para criarlos y garantizaré que puedo tomar uno al azar y entrenarlo para que se
convierta en cualquier tipo de especialista que yo decida —doctor, abogado, artista,
comerciante y, sí, incluso mendigo y ladrón, independientemente de sus talentos,
inclinaciones, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus antepasados (p. 104).

Si se lee en contexto, resulta claro que Watson estaba exagerando para señalar la
importancia de la experiencia, la cual puede superar el efecto de la dotación genética. Los
“talentos, inclinaciones, tendencias y habilidades”, que según Watson pueden ser
superados por el ambiente, son lo que la mayoría de la gente entiende por personalidad.
Sin embargo, Watson definió la personalidad en términos de conducta. Las conductas
habituales constituyen la personalidad. Son modificadas y expandidas a lo largo de la
vida. El cambio de personalidad se produce por medio del aprendizaje, que es más rápido
al inicio de la vida cuando se están formando los patrones de hábitos. Watson creía que
el estudio de la personalidad requería una vasta observación de los individuos. ¿Qué
debería observarse? Watson mencionó varios factores: educación, logros, tests
psicológicos, actividades recreativas y emociones en la vida diaria (p. 279).

El enfoque conductual hace suposiciones distintivas acerca de la personalidad:

1. La personalidad se define en términos de conducta. Lo que una persona hace


constituye su personalidad (Richards, 1986; Watson, 1924/1970).
2. La conducta (y por tanto la personalidad) se determina por factores externos en el
ambiente, específicamente los reforzamientos y los estímulos discriminativos.
3. El conductismo afirma que es posible influir en la gente para que mejore, cambiando
las condiciones ambientales, incluidos cambios sociales.
4. El conductismo asevera que el cambio puede ocurrir a lo largo de la vida de una
persona.
5. El conductismo estudia a la persona individual. No supone que los factores que
influyen en una persona necesariamente tendrán influencias similares en alguien más.

El enfoque conductual tiene pocas dificultades para explicar las diferencias


individuales, aunque ese no es su énfasis usual. Cada persona experimenta un ambiente
algo diferente con condiciones distintas de aprendizaje, por lo que, inevitablemente se
aprenden conductas disímiles.

La personalidad consta de conductas (véase Lundin, 1969) que se incorporan en


amplios repertorios de comportamiento a lo largo del ciclo vital (Staats, 1996). Algunos
investigadores modernos han incluido este énfasis conductual en la evaluación de la
personalidad, midiendo los rasgos de personalidad por medio del conteo de la frecuencia
de conductas en una categoría relevante al rasgo. Esto se conoce como el enfoque de
frecuencia conductual (Buss y Craik, 1980, 1983). A diferencia de los enfoques de los
rasgos y el psicoanalítico, los enfoques conductuales no se interesan en la estructura de
la personalidad; se interesan más bien en la naturaleza funcional de la conducta, es decir,
la forma en que ésta interactúa con el ambiente (Keehn, 1980).

Un enfoque conductual sólo considera la experiencia subjetiva en la medida en que se


manifieste en conducta observable. El primer conductista John Watson (1913/1994)
sugería que es posible saber, sin pedir un informe de la experiencia introspectiva, si una
persona o un animal pueden distinguir entre dos colores: Castigando una respuesta a un
color, pero no al otro. Se tiene evidencia de la visión cromática cuando la persona o el
animal aprenden a evitar el color castigado, pero no el otro. Es frecuente que los
conductistas realicen investigación con animales, más que con humanos, porque buscan
una teoría general de la conducta y no se interesan en las respuestas particulares
estudiadas (Thompson, 1994). No obstante, algunos conductistas han dirigido su atención
a los fenómenos descritos por el psicoanálisis, reinterpretándolos en términos
conductuales. Por ejemplo, la represión consiste en un decremento de la conducta debido
al castigo. El desplazamiento ocurre porque las respuestas se generalizan de un estímulo
a otro (similar). La fijación ocurre porque una respuesta ha sido condicionada de manera
particularmente fuerte (Lundin, 1969, pp. 335-336).
El conductismo supone que las acciones de la gente son determinadas por factores
externos, no por las fuerzas al interior del individuo. Esta suposición del determinismo ha
dado lugar a un antiguo debate entre los conductistas, en particular B. F. Skinner, y los
humanistas (que se presentan después), quienes afirman que la gente es libre para decidir
sus acciones. Skinner declaraba que el conductismo representa una revolución científica
contra las concepciones anteriores, que buscaban las causas de la conducta dentro del
individuo. Sin embargo, el conductismo no está libre de las influencias sobre el
pensamiento que se derivan del exterior de la ciencia. El conductismo contiene temas que
son parte más general del pensamiento moderno: Los problemas pueden resolverse por
medio de la tecnología, la razón prevalece sobre la emoción, la moralidad es relativa más
que absoluta, y el mundo puede ser mejorado (Woolfolk y Richardson, 1984). Sea que al
final sustituya a otros paradigmas de la personalidad o coexista con ellos, el enfoque
conductual ayuda a explicar el desarrollo de la personalidad.

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