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QUIEN SABE DE DIOS SABE DEL HOMBRE

Romano Guardini

1. EL HOMBRE A LA LUZ DE LA REVELACIÓN

No sabemos quié es el hombre


El hombre es imagen de Dios
El hijo no es copia de su padre, así el hombre con Dios.
En el rostro del hombre vemos lo que pasa en su alma (el alma no se ve porque es espíritu, pero se
hace visible en el cuerpo, cuerpo y alma se parecen).
La existencia del hombre vive y se apoya en su relación con Dios y hacia Dios.
Dios ha hecho del hombre su “tú”.
Desligarse de Dios es convertirse en algo absoluto. El hombre abandona a Dios y se vuelve
incomprensible para sí mismo.
El pecado original: El hombre se negó a seguir siendo retrato y quiso ser original, sabio y
poderoso como Dios. Perdió la relación con Él. Cayó el puente y surge el hombre perdido.
1. Hombre imagen de Dios
2. El hombre se rebela contra la relación con su original, sin poder invalidarlo.
3. Viene la revelación y la redención. Se comunica al hombre quién es y quién es Dios.
Cristo cargó sobre sí mismo la culpa y la expió. (Después vino de nuevo la caída, el hombre
olvidó quién es). No se puede olvidar el nombre de Dios y seguir manteniendo el propio
nombre, es como decir que un puente puede seguir donde está si desaparece la otra orilla
donde se apoya.
4. Lo que el hombre es si logra su auténtica imagen. Creo en el hombre que se formará
según la imagen de Cristo. Creo que Él está en mí, y a pesar de todo madura en mí.

2. EL NOMBRE DEL HOMBRE

Por el nombre entra el hombre en la comunidad. El nombre tendría que ser la traducción verbal de
lo que soy. Podría venir de fuera, de quien me ama y me es cercano. Es manifestación de ese “tú”
que yo soy para él.
Si mi nombre tiene que salir del conocimiento de mí mismo: ¿me conozco de veras?
Hay cosas que conozco y otras no. Intento conocerme, realizarme, ser aquel que debo ser.
El otro, me ama, ¿es capaz de llegar a mi ser? hay un largo camino. El verdadero nombre es una
meta que nunca se logrará.
Sólo en Dios radica cada ser humano, el único que me dice auténticamente “tú”.
GRACIA: seme dará algo sobre lo que no tengo ningún poder, ni derecho alguno, pero que hace de
mí lo que quiero ser.

3. CERCANÍA Y LEJANÍA DE DIOS

¿Qué es?= Dios = el mundo existe y yo estoy en él.


En la creación Dios está cerca del mundo, más aún, con el paraíso donde convivía con el hombre.
Esta armonía se rompió, fuera del “jardín” es lejanía.
La historia del Antiguo Testamento es un peculiar “venir” de Dios: alianza.
El hombre oscurece la alianza con magia y la religión, y surge la profecía y de sus palabras brotan
un nuevo venir, el del Mesías.
Dios se hace hombre y quiere ser nuestra comida y bebida (eucaristía). En cada uno se manifiesta la
cercanía (maravilloso) y la lejanía (terrible). ¿Dónde estabas en los tiempos difíciles? “Más cerca de
ti que nunca”.
Dios siempre está cerca, asentado en las raíces de nuestro ser, hablando en la hondura de nuestra
conciencia.
La cercanía nos fortalece, la lejanía nos pone a prueba.
Cuando está lejos, es el momento de la fe desnuda que dice: “yo no te abandono”.
El corazón se fue enfriando, el mundo se fue llenando de cosas, acontecimientos más serios y la
existencia tiene cada vez menos contenido.
Alguien dijo: Dios ha muerto (Dios lejano), y medio mundo habla así.
Quizás Dios esté más cerca de nuestra época. Mantengámonos fieles a Él en medio de la lejanía. De
ahí podría surgir una fe más pura y más sólida que la de los tiempos de la riqueza interior.

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