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OSVALDO DELGADO

Teórico 1.

Es una experiencia increíble la relación del inconsciente con el destino. Como


dice Alain Badiou, para que se produzca un acontecimiento debe haber un sitio.

El psicoanálisis puede producir, afectar la dimensión pulsional de un sujeto en su


dimensión de eficacia terapéutica. Además del valor terapéutico juega la
apuesta de una dimensión ética. Es una experiencia que hace que un sujeto
abandone la minoría de edad. Es una operación respecto a la moral de víctima.
Entre las enormes e impresionantes paradojas del invento freudiano se localiza

que aunque la determinación es inconsciente el sujeto es


responsable de esa determinación inconsciente.
Alguien es histérico, obsesivo o paranoico a partir de una determinada experiencia
llamada sexual prematura traumática. Ese acontecimiento traumático es la línea
de la determinación.
Pero Freud -además del determinismo- ubica la cuestión de la libertad y del
sentido. Por eso se va a referir en la Carta 125 a lo que llama elección de
neurosis. ¿Por qué alguien se vuelve histérico, obsesivo, paranoico? Si hay
elección hay un punto que va más allá de la determinación, porque donde hay
elección soy responsable, no soy víctima.

Carta 125

Quizás haya logrado, no hace mucho, una primera visión de una cosa nueva. Se me enfrenta como problema el de
la «elección de neurosis». ¿Cuándo un ser humano se vuelve histérico en lugar de paranoico? Un primer y burdo
intento, de la época en que yo quería conquistar la ciudadela por la fuerza, rezaba: Ello depende de la edad en que
ocurrieron los traumas sexuales, de la edad que se tenía al vivenciar. Hace tiempo he abandonado esto, y luego
permanecí sin vislumbre alguna hasta hace pocos días, cuando se me reveló un nexo con la teoría sexual. Entre los
estratos de lo sexual, el inferior es el autoerotismo, que renuncia a una meta psicosexual y sólo reclama la sensación
localmente satisfactoria. Es relevado luego por el aloerotismo (homo y heteroerotismo), pero por cierto que persiste
como una corriente particular.

La histeria (y su variedad, la neurosis obsesiva) es aloerótica, su vía principal es la identificación con la persona
amada. La paranoia vuelve a disolver la identificación, restablece a todas las personas amadas de la infancia que
habían sido abandonadas (véanse mis elucidaciones sobre los sueños de exhibición) y resuelve al yo mismo en
unas personas ajenas. Así, he dado en considerar la paranoia como un asalto de la corriente autoerótica, como un
retroceso al punto de vista de entonces. La perversión que le corresponde sería la llamada «insanía idiopática». Los
particulares vínculos del autoerotismo con el «yo» originario iluminarían bien el carácter de esta neurosis. En este
punto vuelven a perderse los hilos.
Freud habla hasta de la responsabilidad moral por el contenido de los sueños.
En su dimensión ética el encuentro con el psicoanálisis es una conmoción de
todos los efectos del malestar en la cultura de la actualidad. Sitúa al sujeto más
allá de los ideales propios, el imperativo de goce, el imperativo de consumo,
etcétera.

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