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La explosión del progreso: Cómo escapamos una y otra vez de la trampa Malthusiana;

por Ronald Bailey

PUNTOS CLAVE

 Hace doscientos años, Thomas Robert Malthus, en A Essay on the Principie of


Population (Un ensayo sobre el principio de la población), argumentó que la
población humana se incrementaría a una tasa exponencial excediendo
permanentemente los recursos alimentarios disponibles, que sólo podían crecer a tasas
aritméticas. Por este desajuste cierta porción de la humanidad siempre padecería
hambre y miseria.

 En la segunda parte del siglo xx los malthusianos modernos, entre ellos el biólogo de la
Stanford University, Paul Ehrlich, el fundador del Worldwatch lnstitute, Lester Brown, y
los investigadores que hicieron el informe Limits on Growth, para el Club de Roma,
extendieron la teoría de Malthus al aplicarla a una gama mucho más amplia de recursos.
También afirmaron que el crecimiento exponencial de la población y el crecimiento
económico generarían tanto el inminente agotamiento de los recursos como
hambrunas y tasas crecientes de mortalidad.

 La población humana se ha triplicado durante este siglo, empero, contra lo establecido


por la teoría malthusiana, la producción de alimentos y la riqueza real han crecido a un
ritmo incluso más acelerado. Por consiguiente, en todo el mundo la expectativa de vida
se ha más que duplicado desde 1900.

 Avances recientes de la teoría económica, incorporados en la Nueva Teoría del


Crecimiento, nos han ayudado en gran medida a entender la forma en que la
humanidad ha evitado caer en la trampa malthusiana. De los manantiales del
crecimiento económico provienen las nuevas ideas. Es un hecho que la gente mejora
su calidad de vida, no simplemente por el uso de más recursos físicos, como la tierra, la
leña o el petróleo, sino descubriendo mejores formas de hacer las cosas y creando
cosas en verdad innovadoras. La humanidad no puede agotar la generación de ideas,
diseños y recetas novedosos.

 El potencial de las ideas se evidencia en el hecho de que, pese a que la población


mundial casi se ha duplicado desde la década de 1960, la cantidad de suelo destinado a
la agricultura no se ha incrementado.

 La mayor riqueza permite que la gente exija y cargue con los costos de mejorar el medio
ambiente, como lo es disponer de agua potable y aire más limpio. Por ejemplo, desde la
década de 1970, el Producto Interno Bruto (PlB) de Estados Unidos se ha duplicado,
mientras que los niveles de contaminación del agua y el aire se han reducido. Éste es
un fenómeno mundial.

 Con base en la ecuación denominada l = PAT [el Impacto ambiental es igual a la


Población multiplicada por el consumo (Afluencia), multiplicados a su vez por la
Tecnología], los malthusianos modernos afirman que, en los países desarrollados, la
gente consume en demasía y crea aún más problemas ambientales que la gente que
vive en países en vías de desarrollo. La fórmula l = PAT, de hecho, funciona al revés:
mayores niveles de afluuencia y avance tecnológico implican mejoras al medio ambiente
natural, no su deterioro. La producción del trabajador estadounidense promedio vale 10
veces más que hace cien años, lo cual hace posible que la gente de ese país dedique
una mayor cantidad de recursos a la protección y restauración del entorno natural. En
resumen, el occidental promedio genera más recursos, en particular conocimientos
y tecnología, que los que consume. Por ello, viven en países donde tanto sus economías
como sus ecosistemas están mejorando.

 En la era moderna, los mercados abiertos y los gobiernos democráticos parecen ser
instituciones indispensables para la prevención de hambrunas. El economista ganador del
Premio Nobel Amartya Sen, apunta que "en la terrible historia de las hambrunas del
mundo, es difícil encontrar un solo caso en el que la hambruna haya ocurrido en un
país independiente y democrático que posea un periodismo sin censuras".
 Dos siglos después de Malthus, hoy resulta claro que el crecimiento exponencial del
conocimiento, no el de la población, es la verdadera clave para entender el futuro de la
humanidad y de la Tierra.

Doscientos años después de que Thomas Robert Malthus publicara por primera vez
Un ensayo sobre el principio de la población, los demógrafos, ecologistas, economistas,
biólogos y quienes diseñan las políticas públicas siguen debatiendo acaloradamente
su teoría sobre la población. Importantes fundaciones destinan millones de dólares a
programas de población, mientras que las Naciones Unidas organizan conferencias
internacionales sobre el tema e incluso cuentan con una agencia especializada, el
Fondo de Población de las Naciones Unidas, dedicada a estas cuestiones. Cada año,
universidades y grupos de asesores generan infinidad de estudios y publicaciones
donde se analiza lo que debe hacerse en relación con la población.
Malthus formuló dos proposiciones que consideraba evidentes: en primer lugar,
que "el alimento es necesario para la existencia del hombre"; en segundo que "la
pasión entre los sexos es necesaria y permanecerá casi en su estado actual". I Con
base en esas proposiciones, Malthus llegó a sus famosas conclusiones de que "el
poder de la población es infinitamente mayor que el poder de la tierra para producir la
subsistencia del hombre. La población, de no ser controlada, se incrementa en forma
geométrica. Los medios de subsistencia aumentan únicamente a razón aritmética. Un
conocimiento básico de los números nos mostrará la inmensidad del primer poder en
comparación con el del segundo... Ello implica una restricción poderosa y constante a
la población causada por la dificultad de subsistir"? El apocalíptico resumen que
Malthus llegó a hacer de la situación en la que se encuentra la humanidad es éste: "El
poder superior de la población no puede mantenerse a raya sin que se produzca
miseria o vicio. En otras palabras, una determinada porción de la humanidad siempre
estará al borde de la inanición. Además, tratar de ayudar a los hambrientos sólo puede
generar mayor miseria posterior, pues quienes se salvan inicialmente de la inanición
tienen demasiados hijos y los recursos alimentarios dejan de ser suficientes para
alimentar un mayor número de bocas.
Malthus ilustró su hipótesis usando dos series de números: "La especie humana se
incrementará a razón de: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, etc., y la subsistencia lo haría
a razón de: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, etc." Incluso llegó a afirmar: "La población
invariablemente se incrementa cuando hay medios de subsistencia; la historia de
todos los pueblos proporciona abundantes pruebas de ello". En su primera edición del
Ensayo, Malthus argumentó que había dos tipos de "controles" a la población: el
preventivo y el positivo. Los controles preventivos (los que impiden la natalidad)
incluyen el aborto, el infanticidio, la prostitución, entre otros, mientras que los controles
positivos incluyen la guerra, la peste y el hambre. En ediciones posteriores, añadió un
tercer control que llamó restricción moral, el cual incluye el celibato voluntario, el
matrimonio tardío, por mencionar un par de casos. La restricción moral, en esencia, es
una versión más sutil de los controles preventivos antes propuestos.
Si todo lo demás falla para mantener bajo control el número de seres humanos,
Malthus concluye de manera escalofriante:

La hambruna parece ser el último y más horroroso recurso de la naturaleza. El poder de la


población es tan superior al poder que tiene la tierra para producir medios de subsistencia
para el hombre, qué la muerte prematura habrá, de una forma u otra, de alcanzar a la raza
humana. Los vicios de la humanidad son ministros activos y capaces de la despoblación:
son la avanzada en el gran ejército de destrucción y, con frecuencia, concluyen la malévola
tarea por sí mismos. Pero de no lograr la victoria en esta guerra de exterminio, los periodos
de enfermedad, las epidemias, la peste y la plaga avanzarán en un terrorífico orden que
arrastrará a miles y decenas de miles. Si el éxito siguiera incompleto, una hambruna
gigantesca e inevitable acecha desde la retaguardia, y de un solo poderoso golpe, pondrá
en equilibrio a la población con los alimentos que existan en el mundo.

Queda claro por qué la economía se ganó el mote de "ciencia del desconsuelo",
que acuñara Carlyle para la incipiente disciplina después de leer a Malthus.
El principio de la población de Malthus ha sido una de las teorías más influyentes y
convertidas de la historia. Por ejemplo, este principio ayudó mucho a Charles Darwin a
desarrollar su teoría de la selección natural. En su autobiografía, Darwin escribió que,
en octubre de 1838, "casualmente leí por diversión el libro de Malthus sobre la
población y, estando bien reparado para apreciar la pugna por la existencia que ocurre
por doquier, gracias a la prolongada observación de los hábitos de los animales y de
las plantas, al momento me pareció evidente que, bajo estas circunstancias, tenderían
a preservarse las variaciones favorables, mientras que las desfavorables serían
destruidas. El resultado de lo anterior sería la formación de una nueva especie. Aquí,
entonces, llegué por fin a una teoría con la que podía trabajar". "Darwin pensaba que
la mayoría de las plantas y los animales producían mucha más progenie que la que
podría sobrevivir hasta la edad adulta, debido a la depredación y a la cantidad limitada
de alimentos disponibles. Las tasas diferenciales de supervivencia entre la
descendencia son la fuerza motriz que sustenta gran parte de la selección natural y,
por tanto, de la evolución biológica.

A partir de Darwin, los naturalistas, biólogos y ecologistas han sido los máximos
defensores de la teoría de Malthus, y la han aplicado no sólo a los animales y a las
plantas, sino también a las sociedades humanas. Es innegable que esta teoría posee
una simplicidad atractiva que pretende explicar un cúmulo de datos complejos. De
hecho, el principio de población de Malthus ha sido una hipótesis por demás fructífera
para la ecología y la biología poblacional.
A ella subyacen conceptos biológicos como la capacidad de carga (que es una medida
para la población de, por ejemplo, el venado o el bisonte) que un ecosistema
determinado puede soportar. El ciervo de la planicie Kaibab es un caso famoso de una
población animal que agotó sus recursos alimentarios. En la década de 1920, la
población de ciervos creció sin control gracias a la ausencia de depredadores, lo cual
condujo a una escasez de forraje que devino en una mortandad masiva de este
animal.
En verdad, si la teoría de Malthus tiene tanto éxito en la biología, pensaron algunos
intelectuales en la segunda mitad del siglo xx, seguramente puede aplicarse por igual
a las poblaciones humanas. "Para los ecologistas que estudian a los animales, los
alimentos y la población semejan, con frecuencia dos caras de la misma moneda. Si
hay demasiados animales devorándolos, la cantidad de alimentos decrece y cuando la
comida es escasa, tiende a disminuir la cantidad de animales... El horno sapiens no es
la excepción a la regla y, por el momento, parece factible que el alimento será nuestro
recurso limitante", explica lacónicamente el entomólogo Ehrlich, de la Universidad de
Stanford.

A fines de la década de 1960, Ehrlich fue uno de los biólogos y agrónomos que
empezaron a lanzar agoreras advertencias sobre la sobrepoblación humana. Su más
famosa predicción apareció en el libro The Population Bomb, publicado en 1968: "La
batalla para alimentar a toda la humanidad ha terminado. En la década de 1970, el
mundo vivirá hambrunas: cientos de millones de personas morirán de inanición pese a
cualquier programa que hoy dé inicio". Más tarde, en un artículo para el primer Día de
la Tierra, en 1970, Ehrlich presentó un terrorífico escenario en el que 65 millones de
estadounidenses y cuatro mil millones de personas de otros países morirían de
hambre en el periodo de la "Gran Mortandad", que sucedería entre 1980 y 1989. Fieles
siempre a la teoría malthusiana, Ehrlich y su esposa Anne publicaron The Population
Explosion, en 1990. Una vez más afirmaron: "Una cosa parece segura de predecir: el
hambre y las epidemias elevarán las tasas de mortalidad en la mayor parte del
planeta", y ello a principios del siglo XXI.
No obstante, Ehrlich distaba mucho de estar solo en la resurrección moderna de la
teoría malthusiana de la población. En 1967, los hermanos Paddock declararon en
Famine 19751 que "Las hambrunas que ahora se acercan... seguramente son
inevitables... Dentro de 15 años, las hambrunas serán catastróficas…” Hoy, el
Worldwatch Institute, un grupo de presión ambientalista con sede en Washington,
D.C., encabezado por Lester Brown, tiene un enfoque sólidamente Malthusiano.
Brown, quien trabajó como analista en el Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, declaró en 1981: "El periodo de seguridad alimentaria global ha terminado".
En 1994, Brown escribió: "Ya no es posible contar con que los agricultores del mundo
sean capaces de alimentar a los aumentos proyectados a nuestras estimaciones"; y
en 1997: "La escasez de alimentos será el tema que definirá la época que está por
iniciarse, del mismo modo en que los conflictos ideológicos fueron el tema que definió
la era histórica que acaba de terminar". Y continuó: "Los crecientes precios de los
alimentos serán el primer indicador eco-nómico importante en demostrar que la
economía mundial se encuentra en una senda que no es sostenible en términos
ecológicos".
Poco después del resurgimiento de las preocupaciones malthusianas sobre la
sobrepoblación en la década de 1960, otros empezaron a enfocarse en la
disponibilidad de recursos diferentes de los alimentos. En 1972, el Club de Roma (un
grupo de políticos, empresarios y burócratas internacionales de alto rango) encargó la
elaboración del famoso informe The Limits to Groth (Los límites del crecimiento). Éste
fue preparado por un equipo que utilizó un modelo informático del mundo, diseñado,
en un principio, por Jay Forrester en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). El
reporte concluyó que "De continuar sin cambio las actuales tendencias de crecimiento
de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de
alimentos y el agotamiento de los recursos naturales, los límites de crecimiento en el
planeta se alcanzarán, en algún momento, en los próximos cien años. El resultado
probable será una reducción súbita e incontrolable tanto en la población como en la
capacidad industrial". En 1976, Paul y Anne Ehrlich, en su libro The End oi Affluence
hicieron proyecciones en las que "antes de 1985, la humanidad entrará en una
verdadera era de escasez... en ella el suministro disponible de muchos minerales
básicos enfrentará el agotamiento"
El informe The Limits to Growth trató de definir otros límites que el entorno natural
impondría tanto al crecimiento de la economía como al de la población humana. Esto
no es otra cosa que Malthus, escrito con mayúsculas. A la humanidad no sólo se nos
acabaría la comida sino que, también, nos quedaríamos, por un lado, sin lugares
dónde colocar nuestros desechos y, por el otro, sin recursos no renovables, como los
minerales y los combustibles fósiles. Si la humanidad no fuera a padecer hambrunas
masivas, entonces nuestras fábricas tendrían que detenerse al agotarse e! petróleo y
el hierro cuando nubes de contaminación asfixiaran a una humanidad sobrepoblada.
Más recientemente, los neomalthusianos han lanzado advertencias de que la
humanidad está acabando con la biodiversidad, con los mantos acuíferos, con la
pesca en alta mar y con la capa superficial de! suelo. Doscientos años después de que
lo propusiera Malthus, el principio de la población se sigue aplicando a casi todas las
actividades humanas que implican el uso de recursos, tanto renovables como no
renovables.
Es un hecho interesante en la historia intelectual el que los biólogos y los
ecologistas hayan abrazado de manera tan absoluta una teoría sobre la población
propuesta por un economista. La teoría de Malthus es una de las primeras
formulaciones de los rendimientos marginales decrecientes. En palabras de un analista:

Si bien argumentaba que la cantidad de suelo cultivable era fija y que algún día sería
ocupada totalmente por granjas, Malthus también reconocía que la tierra podía hacerse
más productiva a través del cultivo intensivo. Con un mayor esfuerzo, los agricultores
gradualmente podrían extraer más cosechas de la misma cantidad de tierra -y he aquí el
meollo del asunto-- a tasas decrecientes por cada nuevo trabajador adicional. Por tanto,
cada trabajador nuevo rinde una cantidad cada vez menor de producción agrícola o, como
dirían economistas posteriores, genera rendimientos marginales decrecientes... Malthus
predijo rendimientos marginales decrecientes a medida que los agricultores buscaran
alimentar a una población cada vez mayor. Surgiría la escasee económica debido a que la
sociedad tendría que sacrificar cada vez más para obtener cada vez menos utilidad
marginal. Medido ya sea que por el número de brazos y sus hoces en el campo, o bien por
el dinero necesario para pagar esa mano de obra y equipo, el costo de generar producción
agrícola se incrementaría.

La idea consiste en que, a medida que más y más trabajadores laboran en una
hectárea de tierra, los aumentos a la producción tendrían que disminuir. Si un
trabajador produce dos toneladas de trigo, dos podrían producir cuatro toneladas del
cereal. Tres trabajadores, sin embargo, quizá lleguen a producir sólo cinco toneladas,
mientras que 10 o 20 jornaleros se estorbaríamos a otros y pisotearían e! trigo.
La ley de los rendimientos decrecientes opera con claridad en e! mundo natural. A
medida que aumenta el esfuerzo por obtener recursos, como comida y luz solar, hay
menos oportunidades de que los individuos más débiles de una especie o los que se
encuentran en posiciones menos favorables sobrevivan en un ecosistema cada vez
más sobre poblado. El modelo malthusiano de los rendimientos decrecientes describe
con precisión la experiencia de todas las demás especies de la Tierra. La idea de los
rendimientos marginales decrecientes hace que muchos ecologistas y biólogos
argumenten que la continuidad del crecimiento poblacional ·puede conducir a una
catástrofe.
La ley de los rendimientos marginales decrecientes opera en muchas actividades de!
hombre, incluyendo aquellas que parecen tan ordinarias como la disminución de los
beneficios que obtiene una persona por pasar más horas en el gimnasio, el placer que
se experimenta al comerse una vigésima galleta con chispas de chocolate, o las
ventajas médicas derivadas de un quinto examen de próstata en un mismo mes.
¿Qué tan bien se desempeñó empíricamente el principio de Malthus en relación
con la población cuyo comportamiento pretendía explicar: los seres humanos?
Históricamente, llama la atención que, mientras Malthus escribía, Francia era el primer
país cuya tasa de fertilidad empezó a declinar. Él había concluido que, en muchos
países, la humanidad ya había alcanzado el límite de su crecimiento y ésta era la
razón por la que Inglaterra y Europa vivían con tanta pobreza, miseria y vicio. "El
principio enunciado por él con tal fuerza era universal, en el sentido de que era capaz
de explicar las condiciones pasada, presente y futura de la humanidad, donde fuera
que ésta se encontrara escribió el biógrafo de Malthus, Donald Winch.
Sin embargo, justo cuando Malthus formulaba su teoría, sabemos ahora que el
mundo estaba a punto de iniciar el más grande salto en el crecimiento económico y
poblacional que la humanidad haya experimentado jamás. En el siglo que transcurrió
entre la publicación de su Ensayo y el inicio del siglo xx, el ingreso per cápita de
Inglaterra se sextuplicó, pese a que la población se multiplicó por seis. Si tomamos un
periodo aún más largo, entre 1820 y 1992, la población mundial se quintuplicó, mientras
que las economías del mundo crecieron 40 veces.
En su Ensayo, Malthus afirmó haber comprobado "que la población se incrementa
invariablemente cuando se incrementan los medios de subsistencia. Sus herederos en
la era moderna insisten en que Malthus tenía razón. "Hacer que el alimento sea aún
más barato y esté al alcance de un mayor número de personas alentará un mayor
crecimiento de la población y asegurará que empeore la vida en muchos aspectos
importantes", escribió Garrett Hardin.U profesor emérito de ecología humana en la
University of California, en Santa Barbara. "La tesis malthusiana ha resultado cierta y
permanece vigente en todo momento. La población está regulada por la oferta de
alimentos. Escribió el padre del estudio The Limits to Growth, Jay Forrester, en su libro
World Dynamics. Forrester añadió que en su modelo informático "se asume que una
abundancia de alimentos eleva la tasa de natalidad a un factor de 2". Así se inicia la
carrera entre el alimento y la población, y la hambruna es el vencedor final.
Con base en este sombrío cálculo, con frecuencia los malthusianos modernos
adoptan la propia prescripción de Malthus, de que la ayuda debe mantenerse fuera del
alcance de los más pobres, puesto que sólo incrementará la miseria y, posteriormente,
el vicio. Garrett Hardin propone una ética de bote salvavidas, mediante una analogía
entre los países y los botes salvavidas que se hundirían si, en un impulso de
conmiseración mal dirigida, los ocupantes permitieran que la gente que se está
ahogando a su alrededor suba al bote. Adoptando una lógica Igualmente cruel,
Maurice King, profesor de medicina en la University of Leeds, en Gran Bretaña, quiere
racionar juiciosamente los controles de mortalidad. Así como el control de la natalidad
previene nacimientos, el control de mortalidad previene muertes. King argumenta que
a la gente pobre del mundo en desarrollo no se le debería enseñar controles de
mortalidad modernos, como la simple terapia de hidratación oral que ha salvado a
muchos millones de niños de morir por enfermedades diarreicas a menos que adopten
primero medidas estrictas de control natal. "Si no es posible sostener de manera
adecuada las medidas complementarias (por ejemplo, la planificación familiar), no
deberían introducirse medidas insostenibles, como la hidratación oral a escala masiva
de salud pública, puesto que incrementarían los años-hombre de miseria, causada
finalmente, por el hambre", escribe King.
Pese a todo, otros malthusianos modernos opinan que tales medidas draconianas
no se limitarán a los países en desarrollo. El ecologista Michael Tobías comenta:
"Preveo que tal vez tengamos que oponer a un medio ambiente severamente
deteriorado un severo menoscabo de lo principios democráticos, en el sentido de que
tendremos que implementar leyes y reglamentos que no serán del agrado de mucha
gente. Tendrán que constreñirse drásticamente las libertades básicas, puesto que no
habrá suficiente aire y agua limpios para hacer lo que cada cual quiera hacer.
Sin embargo, ¿es realmente terrible la situación ambiental.? En contradicción con
las predicciones de Malthus y sus herederos intelectuales, nos encontramos con que
los países más ricos y que tienen el mayor acceso a los alimentos (Estados Unidos,
Alemania, Italia, España, Japón, Francia) son precisamente los que tienen menores
tasas de natalidad, todas ellas por debajo de los niveles de reemplazo (véase
Eberstadt en este libro, Capítulo 4). Resulta que para los países desarrollados, más
comida no significa más niños; en vez de eso, significa más ancianos obesos.
En el último medio siglo, los demógrafos han encontrado que el crecimiento
económico y las reducciones drásticas en las tasas de fertilidad van de la mano. El
demógrafo Robert Kates, de la Brown University, identifica cuatro razones de esta
reducción en la fertilidad:

 Menos necesidad de mano de obra infantil, más necesidad de niños educados.


 Menos necesidad de nacimientos porque más niños sobreviven.
 Menos tiempo para parir y criar niños, más tiempo y necesidad de educación y
trabajo.
 Mayor acceso a tecnología de control natal para lograr menos nacimientos.

Por supuesto, los cambios en los requerimientos de mano de obra, la mayor


supervivencia infantil, las mejores oportunidades para las mujeres y el acceso al
control natal parecen avanzar en conjunto en el transcurso del desarrollo", concluye
Kates.F El desarrollo marcha a la par del crecimiento económico. Kates añade:
"Varios estudios transculturales, que cubren 94 países o más, han encontrado que los
incrementos en el nivel de desarrollo están fuertemente asociados a un declive en la
tasa de natalidad y, de hecho, explican aproximadamente dos terceras partes del
mismo".28 Además, el acceso a métodos eficaces de planificación familiar explica
entre 15 y el 20 por ciento del declive, aunque algunos analistas dicen que sólo explica
cinco por ciento de é[.29 Incrementar las opciones de la gente, sobre todo en cuanto al
tamaño de sus familias, es positivo en sí y proviene del crecimiento económico.
Durante los últimos dos siglos, la ley de rendimientos decrecientes parece haber
sido violada, dado el enorme incremento en la riqueza y la oferta de alimentos. Desde
que escribió Malthus, los recursos físicos fijos de la tierra no se han incrementado; por
ejemplo, las masas continentales son las mismas; no hay más hierro ni más cobre en
la superficie terrestre; y los suministros de agua potable no se han incrementado. Sin
embargo, una población humana mucho mayor vive mejor que nunca y una buena
parte de la población goza de condiciones materiales -automóviles, vacunas,
computadoras, aeronaves, antibióticos y frutas y vegetales en invierno- que hasta los
habitantes más pudientes de la Inglaterra de Malthus hubieran considerado un lujo
inimaginable. Dado que Malthus creía que los límites efectivos al crecimiento
económico y poblacional ya se habían alcanzado en muchos países y puesto que
consideraba que el principio de la población era la explicación de las miserias de la
humanidad durante su era y todas las demás, ¿cómo logró la humanidad sacarle la
vuelta a la ley de los rendimientos decrecientes? Esta pregunta ha sido un enigma
para los economistas durante casi dos siglos. En la actualidad, nuevos desarrollos
teóricos arrojan luz sobre esta cuestión y, tal vez, señalan la forma de escapar de
manera permanente a la trampa malthusiana.

Por décadas, los economistas usaban en esencia un modelo bifactorial en el que el


crecimiento se explicaba añadiendo más mano de obra y más capital para producir
más bienes. El problema de este modelo es que, con el tiempo, el crecimiento debe
detenerse cuando el valor marginal de los bienes producidos sea igual tanto al costo
de la mano de obra como al capital utilizado para producirlos. El modelo neoclásico del
crecimiento económico fue elaborado en la década de 1950 por el Premio Nobel
Robert Solow y sus colegas.
"Solow centraba su atención en el proceso de la formación del capital. El ahorro
agregado, argumentó, financia las adiciones al capital social nacional. Una economía
con una razón capital-mano de obra inicialmente baja tendrá un producto marginal
elevado del capital. Entonces, si se ahorra en forma constante una fracción del ingreso
generado por una nueva fracción de equipo, la inversión bruta en nuevos bienes de
capital podría exceder la cantidad necesaria para equilibrar la depreciación y proveer
de equipo a los nuevos miembros de la fuerza laboral. Con el tiempo, el capital por
trabajador se incrementará, lo cual (con rendimientos constantes a escala y con una
tecnología fija) generará un declive en el producto marginal del capital. Pero SI el
producto marginal sigue cayendo, los ahorros generados por el ingreso que
incrementan el capital nuevo también caerán y, al final, sólo bastarán para reemplazar
a las máquinas deterioradas y equipar a nuevos trabajadores. En este punto, la
economía entra en un estado estacionario con un estándar de vida inalterable."
En otras palabras, cuando los trabajadores de una fábrica reciben su primer torno
para moldear partes de motores, pueden fabricar muchos más motores de los que
podían producir cuando usaban herramientas manuales. Su productividad se
incrementa enormemente y provoca una explosión en las utilidades de los dueños de
la fábrica. Éstos pueden vender los motores \' usar parte de las ganancias para
comprar nuevos tornos y equipar a más trabajadores, quienes, a su vez, pueden
producir aún más motores. Por supuesto, los tornos originales sufren cierto deterioro,
de modo que los dueños también tienen que destinar parte de las ganancias a pagar
las reparaciones de los viejos tornos. A medida que se producen más motores, se
hace cada vez más difícil venderlos, de modo que los dueños bajan los precios para
atraer a más clientes. Al descender los precios en busca de una mayor clientela, a la
postre será mayor el costo de pagarle a los trabajadores y reparar los tornos en
comparación con el ingreso generado por los nuevos clientes que compran motores.
En este punto, el crecimiento de la producción de motores se detiene. Los propietarios
de la fábrica dejan de comprar tornos y ya no contratan más trabajadores.

Paul Romer, economista de la Stanford University, describe la situación como sigue:


"Ahora que la sugerencia clásica de que podemos enriquecemos acumulando más y
más piezas de capital físico, como los montacargas, simplemente no es válida. El
problema al que se enfrenta una economía... es lo que los economistas denominan
'rendimientos decrecientes'. Para el manejo de objetos pesados, un montacargas es
un equipo sumamente útil. Cuando hay pocos montacargas en la economía, el
rendimiento de una inversión en un montacargas adicional se reduce rápidamente. Al
final, los montacargas adicionales ya no tendrían valor alguno y se convertirían en un
estorbo. El rendimiento de la inversión en un montacargas adicional se reduce y a la
larga se vuelve negativo. Por consiguiente, una economía no puede crecer tan sólo
acumulando más y más bienes de capital del mismo tipo”.
El modelo neoclásico del crecimiento económico quedó incorporado en el modelo
computarizado de The Limits to Growth, y explica por qué los investigadores del MIT
predijeron que el resultado inevitable de un crecimiento económico y poblacional
constante sería el eventual colapso.
En las últimas dos décadas, ciertos economistas, bajo el liderazgo de Paul Romer,
han elaborado un parteaguas conceptual que les permite describir rigurosa y
adecuadamente cómo ocurre el crecimiento económico y cómo, con las instituciones
sociales adecuadas, podría evolucionar en el futuro previsible.
"Hoy día, quienes apoyan la Nueva Teoría del Crecimiento empiezan por dividir el
mundo en dos tipos de insumos productivos fundamentalmente diferentes que pueden
llamarse 'ideas' y 'cosas'. Las ideas son bienes no rivales que podrían almacenarse en
una cadena de bits. Las cosas son bienes rivales con una masa (o energía). Partiendo
de las ideas y las cosas, uno puede explicar cómo funciona el crecimiento económico.
Las ideas no rivales pueden usarse para reacomodar cosas, por ejemplo, cuando
alguien sigue una receta y transforma simples aceitunas en delicioso y nutritivo aceite
de oliva. El crecimiento económico surge del descubrimiento de nuevas recetas y de la
transformación de cosas a partir de configuraciones de bajo valor a cosas de alto
valor", explica Romer.
Para decodíficar la rimbombante terminología económica, los bienes rivales son
simplemente cosas que no pueden ser usadas por dos o más personas a la vez (por
ejemplo, automóviles, tomos, computadoras, incluso cuerpos y cerebros humanos), de
ahí que hay rivalidad para utilizarlos. Los bienes no rivales pueden ser usados al mismo
tiempo por cualquier cantidad de personas (incluyendo recetas de pan, planos de
casas, técnicas para el cultivo del maíz, fórmulas para productos farmacéuticos,
principios científicos como la ley de la gravedad y programas informáticos).
Para entender el potencial de las ideas, baste recordar que hace sólo unas
cuantas décadas, lo único para lo que la humanidad podía usar el óxido de hierro
(simple óxido) era para dar color a las pinturas. En la actualidad, científicos e
ingenieros han desarrollado un elaborado conjunto de instrucciones que explican a los
productores cómo aplicar óxido de hierro sobre películas plásticas para almacenar
información de audio y video, y sobre discos de computadora para preservar
información digital. Hace 50 años, el silicio se usaba para fabricar vidrio; hoy hemos
creado diseños que también dicen cómo usar silicio para producir microcircuitos
sumamente complicados y valiosos para que funcionen nuestras computadoras y para
hacer fibras ópticas que transmiten vastas cantidades de datos a través de Internet.
De hecho, Internet es un perfecto ejemplo de la forma en que la tecnología permite un
crecimiento exponencial vertiginoso: la cantidad de gente que la usa se duplica cada
cien días. Otro ejemplo clásico es el petróleo. Antes de la década de 1870, éste era
una enorme molestia para la gente que cavaba pozos de agua. Tras ser una molestia,
se transformó en queroseno, que reemplazó en la iluminación al aceite de ballena, el
cual era cada vez más escaso.
Las ideas son un tipo de recurso diferente: no son materiales y pueden ser
compartidas casi sin ningún costo por una gran cantidad de gente. Una vez que se
diseña una nueva técnica o se hace un nuevo descubrimiento, éste puede transmitirse
a otras personas sin gran esfuerzo. Es fácil entender cómo funciona esto.
Consideremos la situación de hace 10 mil años cuando cierta mujer del neolítico se dio
cuenta de que las deliciosas semillas de pasto podían recolectarse y cubrirse de tierra,
y de que podía regresar más tarde a cosechar cantidades mayores de ) las semillas
nutritivas. Con este nuevo conocimiento esa mujer multiplicó la capacidad del
ecosistema para alimentar a más gente que la que permitían la caza y la recolección.
Los recursos finitos de la tierra no se incrementaron, sólo se reacomodaron. El
parteaguas no fueron las semillas (los seres humanos habían recolectado y consumido
semillas de pasto durante decenas de miles de años), más bien fue la idea de que uno
podía incrementarlas deliberadamente si las plantaba. De ese modo, el cultivo de las
semillas de pasto dio como resultado rendimientos crecientes, mientras que el solo
hecho de recolectadas y comérselas de inmediato conducía a rendimientos
decrecientes. Como dice el dicho: "Tanto los gavilanes como la gente comen pollos,
pero mientras que más gavilanes significan menos pollos, más gente significa más
pollos".
Romer lo explica así: "El crecimiento económico ocurre siempre que la gente toma
recursos y los reacomoda en configuraciones más valiosas. En la cocina encontramos
una metáfora útil de la producción en una economía. Para crear productos valiosos,
mezclamos ingredientes baratos de acuerdo con una receta. Lo que uno puede
cocinar está limitado por la cantidad de ingredientes, y la mayor parte de lo que se
cocina en la economía produce efectos indeseables. Si fuera posible generar
crecimiento económico haciendo más y más del mismo tipo de comida, [arde o
temprano agotaríamos las materias primas y sufriríamos niveles inaceptables de
contaminación y molestias. La historia humana muestra, sin embargo, que el
crecimiento económico surge de nuevas recetas, no del simple hecho de cocinar. Por
lo general, las nuevas recetas producen menos efectos secundarios desagradables y
generan un mayor valor económico por unidad de materia prima".
No incrementamos nuestra riqueza debido a que aumentamos la cantidad de
cosas que hay en el planeta (eso, por supuesto, es finito) sino más bien
reacomodando las cosas con que contamos, de modo que el planeta nos dé más de lo
que deseamos: alimentos, vestido, abrigo v diversión. Mientras más listos seamos
para reacomodar el material, más bienes y servicios extraeremos de relativamente
menos cosas. Este proceso de mejora ha estado presente siempre, desde la aparición
de los primeros hombres sobre la Tierra. Hemos pasado de las ollas de cerámica
burda para guardar nuestros alimentos y bebidas, a plásticos ultradelgados y latas de
aluminio ligero mucho más eficaces y seguras. Hemos pasado de las hogueras
humeantes y peligrosas que consumían mucha leña, al uso eficaz del gas natural para
cocinar nuestros alimentos, nuestras tecnologías se hubieran estancado en el pasado
pero la población humana de todos modos hubiera sido capaz de crecer hasta su nivel
actual, el impacto que la humanidad habría tenido en el medio ambiente natural habría
sido calamitoso.
Empero, usando recetas cada vez mejores, la humanidad ha evitado la trampa
malthusiana la vez que ha hecho del mundo un lugar más seguro, más confortable y
más agradable, tanto para un mayor número de personas como para una proporción
mayor de la gente del planeta
De hecho, los teóricos del Nuevo Crecimiento señalan hoy que muchas actividades
económicas pueden caracterizarse mejor por los rendimientos crecientes que por los
rendimientos decrecientes. Por ejemplo, podría costar 150 millones de dólares en
investigación y desarrollo hacer la primera ampolleta de una nueva vacuna contra la
enfermedad de Lyme. Sin embargo todas las ampolletas posteriores resultarían
prácticamente gratuitas, puesto que el valor de la vacuna no es el costo de su
manufactura, sino el costo de encontrar la fórmula para producirla. Lo mismo ocurre
con los programas informáticos: la primera copia de Windows 98 quizá le costó a
Microsoft 500 millones de dólares, pero cada copia subsecuente sólo cuesta lo que los
discos compactos sobre los que se graba. En el caso de las telecomunicaciones,
instalar una red de fibra óptica puede costar miles de millones; pero una vez que ésta
entra en funcionamiento, puede transmitir millones de mensajes sin generar
prácticamente ningún costo adicional. Debido a que cada nueva ampolleta de la
vacuna contra la enfermedad de Lyme, cada programa Windows o cada llamada
telefónica no genera un costo adicional a sus inventores/propietarios, pueden ofrecerla
a precios cada vez menores a los consumidores. Además, el bajo costo de cada uno
de estos inventos hace posible que la gente que los compra sea aún más productiva
en sus propias actividades (como prevenir enfermedades, incrementar la velocidad del
procesamiento de datos y facilitar el intercambio de información).
Lo que se les escapa a los nuevos malthusianos preocupados por el agotamiento
de los recursos es que la gente no quiere petróleo, sino calentar o enfriar su casa; no
quiere líneas telefónicas de cobre, sino comunicarse rápida y fácilmente con sus
amigos, familiares y negocios; no desea papel, sino una forma conveniente y barata de
almacenar información escrita. Si escasearan todos estos elementos, la humanidad
buscaría otros recursos de energía, otros métodos de comunicación y otras formas de
almacenar información.
El demógrafo Robert Kates de la Brown University señala que todos los
descubrimientos tecnológicos han "transformado el significado de los recursos e
incrementado la capacidad de carga de la Tierra'l.l" La historia ha confirmado
claramente que "ningún recurso no renovable es esencial o irreemplazable", añade el
economista Gale [ohnson.P El economista Dwight Lee señala: "La base relevante de
recursos está definida por el conocimiento, más que por los depósitos físicos de
recursos existentes" En otras palabras, aun la mina más rica de cobre es poco más
que un montón de piedras sin el conocimiento para extraer, moler, refinar, moldear,
transportar y comercializar el mineral.
Romer lo abrevia de esta forma: "Cada generación ha percibido los límites al
crecimiento como si éstos estuvieran definidos por los recursos finitos y por los efectos
secundarios indeseables que enfrentaríamos si no se descubrieran nuevas recetas o
ideas. Todas las generaciones han subestimado el potencial de encontrar nuevas
recetas e ideas. Con frecuencia olvidamos cuántas ideas hay que descubrir. La
dificultad es la misma que enfrentamos en la composición. Las posibilidades no se
suman: se multiplican". Ésta es la otra cara del espejo del argumento de Malthus
sobre el crecimiento exponencial. En este caso, las ideas crecen mucho más rápido
que la población.
Usando varios cálculos sencillos, Romer ilustra el argumento de que el número de
descubrimientos e inventos posibles es de una vastedad casi incomprensible.
Tomemos, por ejemplo, los compuestos químicos que uno puede derivar de la tabla
periódica de los elementos. Hay cerca de cien diferentes elementos y si uno
combinara, uno tras otro, cuatro diferentes elementos (cien x 99 x 98 x 97), se
obtendrían cerca de 94 millones de combinaciones. Después, por simplicidad, Romer
asume que los elementos podrían combinarse en diferentes proporciones que varían
de 1 a 10, sin permitir fracciones. Esto nos da 3 mil 500 proporciones por 94 millones
de combinaciones, que generan 330 mil millones de recetas diferentes en total. A una
tasa de mil recetas diarias, los científicos necesitarían casi un millón de años para
evaluarlas. Por supuesto, se subestima enormemente el número real de
combinaciones disponibles, porque uno podría combinar más de cuatro elementos, en
distintas proporciones, a diferentes temperaturas y presiones, y así sucesivamente.

Consideremos el número de programas informáticos que pueden instalarse en el


disco duro de una sola computadora. Romer calcula que el número de diferentes
programas (secuencias de ceros y unos) que puede inscribirse en un disco duro de 1
gigabyte es de aproximadamente un uno seguido por 2.7 mil millones de ceros. Para
compararlo, el número total de segundos que han transcurrido desde el principio del
universo es de sólo cerca de un uno seguido por 17 ceros; el número total de átomos
en el universo equivale a cerca de un uno seguido por cien ceros.
Consideremos el caso de la construcción de una máquina que tiene 20 partes. Un
trabajador podría empezar con la parte número uno, continuar con la parte número 2,
después con la 3 y así sucesivamente. O podría empezar con la parte número 13,
conectar la parte 11, luego la parte 17, y así seguir. El número de formas distintas de
ensamblar esta simple máquina es más o menos de un 1 seguido por 18 ceros, más
que el número de segundos desde el Big Bang.
Estos ejemplos ponen de manifiesto que la gente posee una capacidad casi infinita
para reacomodar objetos físicos mediante la creación de nuevas recetas para usarlos.
"Del lado de las ideas, hay una explosión combinatoria. En esencia no hay ninguna
escasez en lo que a ellas se refiere", concluye Romer.

Algunos malthusianos convencidos objetan que Romer y otros que sostienen que el
crecimiento económico es en potencia infinito, no sólo violan la ley de los rendimientos
decrecientes, sino que transgreden una ley física aún más fundamental: la segunda ley
de la termodinámica." De acuerdo con la segunda ley, en un sistema cerrado, la
entropía tiende a incrementarse. La entropía es una medida de desorden. Pensemos
en una gota de tinta como un pigmento sumamente ordenado, que se diluye hasta ser
invisible cuando uno la vierte en una pecera de 40 litros. Cuando las moléculas de
pigmento se distribuyen de manera uniforme en el agua de la pecera, el desorden está
en su punto máximo. Se requeriría de un enorme esfuerzo para reconstituir la gota. La
idea es que incrementar el orden en una parte del sistema (la calefacción de una casa)
requiere un incremento en el desorden en otro lugar (quemar petróleo para que
funcione un calefactor eléctrico). Uno no puede realizar dos veces la combustión de un
barril de petróleo; éste se disipa en la atmósfera en forma de dióxido de carbono
yagua y no se puede volver a usar.
La vida misma parecería ser una violación de la segunda ley, porque los seres
vivos son) entidades complejas sumamente ordenadas que usan y disipan energía
continuamente para sobrevivir. La solución al enigma de la vida y de una economía en
crecimiento es que la tierra .no es un sistema cerrado: la energía que la nutre se deriva
principalmente del sol. Es cierto que la energía solar se está disipando y que, por
consiguiente, en cerca de cuatro o cinco mil millones de años se agotará, pero parece
prematuro preocupamos hoy por esa eventualidad. Pero, ¿qué sucede con el barril de
petróleo consumido? Recordemos que lo que la gente quiere es calentar sus casas, no
quemar petróleo. Las recetas que el hombre podría inventar para obtener y utilizar
energía son casi ilimitadas. Hasta la Edad Media, la gente calentaba sus casas y cocía
sus alimentos en forma ineficiente a flama abierta; después, alguien en Europa,
inventó la chimenea, que incrementó de manera radical la eficiencia de la calefacción y
la cocción. Después, en el XVIII, Benjamín Franklin inventó la estufa de hierro fundido
que, una vez más, impulsó la eficiencia y así sucesivamente, hasta llegar a los
calefactores eléctricos, las estufas de gas y demás aparatos modernos. Con el tiempo,
estas ideas y diseños han incrementado de manera notable los servicios que la gente
obtiene de diversas fuentes de energía y constantemente se desarrollan nuevas ideas
y diseños [por ejemplo, casas solares pasivas, celdas solares, celdas de combustible,
plantas de energía nuclear, etc. [véase "Benchmarks (Puntos clave)", Consumo de
energía por unidad de Producto Interno Bruto], No parece aventurado concluir que
mientras brille el sol, la segunda ley de la termodinámica no es relevante en el ámbito
del planeta Tierra, de modo que tanto los sistemas naturales como los humanos
pueden hacerse cada vez más complejos y ordenados.

Mucha gente cree que el petróleo, el gas natural y el carbón son los "combustibles
puente" I hacia la economía de energía solar e hidrógeno de! futuro. Tras un análisis
más profundo, este tipo de pensamiento es poco más que una perogrullada. Tal como
e! aceite de ballena fue un combustible puente entre la cera de abeja y e! queroseno, e
igual que e! queroseno fue un combustible puente entre e! aceite de ballena y la luz
eléctrica, los combustibles fósiles actuales, por definición, son combustibles puente
hacia alguna otra clase de combustible futuro. Es evidente que los combustibles fósiles
son los combustibles puente para alguna mezcla energética futura. Es muy poco
probable que e! arreglo energético del mundo actual vaya a ser e! mismo que e!
arreglo energético de principios del siglo veintidós.
Una implicación de este análisis es que tratar de planear hoy, a escala global, el
arreglo energético de los próximos cien años, sería tan absurdo como si alguien en
1900 hubiera tratado de planear el arreglo energético actual. Una persona que viviera
en 1900 simplemente habría sido incapaz de diseñar un plan que incluyera los cientos
de millones de automóviles y camiones, la luz eléctrica en cientos de millones de
casas y edificios de oficinas, e! combustible para miles de jets, millones y millones de
refrigeradores, acondicionadores de aire. Ninguno de los aparatos de esta lista casi
infinita había sido inventado. Sin duda, nos encontramos ante una situación aún peor,
en comparación con una persona de hace cien años, en cuanto a intentar prever los
desarrollos que ocurrirán en los próximos cien años, dada la tasa de innovación
tecnológica actual. Es evidente que ninguna persona o dependencia centralizada
puede anticipar las necesidades energéticas o de cualquier otra naturaleza para los
siguientes cien años. Por tanto, la estrategia más sabia para la humanidad es apoyar a
las instituciones y los sistemas de incentivos que alentarán a los futuros científicos,
inventores y emprendedores a poner en funcionamiento sus conocimientos especiales
descentralizados, para descubrir, financiar y producir las tecnologías que satisfarán las
necesidades humanas y protegerán e! ambiente natural de! siglo entrante.

La Nueva Teoría del Crecimiento nos permite replantear muchos problemas


ambientales y sugerir algunas soluciones sorprendentes. Por ejemplo, uno de los
problemas ambientales globales que con frecuencia se atribuye a la población y al
crecimiento económico es la pérdida de las selvas tropicales y de la biodiversidad que
éstas albergan. Pero, ¿es esto realmente cierto?.
Consideremos que Brasil sólo tiene dos terceras partes de la densidad poblacional de
Estados Unidos y, sin embargo, continúa incrementándose el área talada para
agricultura del país sudamericano. ¿Por qué? De acuerdo con e! Grupo Consultivo
sobre la Investigación Agrícola Internacional, e! factor principal que impulsa la
deforestación en los países en desarrollo no es la tala comercial, sino los "agricultores
pobres que carecen de opciones para alimentar a sus familias, excepto talar y quemar
un pedazo de selva... La agricultura de roza y quema causa la pérdida o la
degradación de aproximadamente cinco millones de hectáreas de terreno al año".
Por el contrario, en Estados Unidos se destina menos de la mitad de terreno para
la agricultura que la que se usaba en la década de 1920, pero se producen mucho
más alimentos ahora que entonces. Esta reducción de la superficie dedicada a la
agricultura ha contribuido a regenerar los bosques, a proteger los cauces de los ríos y
ha traído grandes beneficios para la vida salvaje.
Los países desarrollados disponen de tecnología agrícola que podría prevenir y, en
muchos casos, revertir la pérdida de selvas tropicales y otros hábitats silvestres en
todo e! planeta. "Si durante los siguientes 60 o 70 años e! agricultor mundial alcanza la
productividad promedio del actual productor estadounidense de maíz, los 10 mil
millones [de población proyectada] necesitarán únicamente la mitad de! terreno arable
de hoy e ingerirán las mismas calorías que hoy consumen los estadounidenses",
concluye Paul Waggoner, distinguido científico de la Connecticut Agricultural
Experiment Station." Si se le permite el acceso expedito a los métodos modernos, la
gente pobre de los países en vías de desarrollo podría mejorar tanto su calidad de vida
como la de sus entornos naturales.
Por desgracia, los factores que evitan la restauración de! medio ambiente no son ni
la tecnología ni el crecimiento económico; con mayor frecuencia, la causa son las
barreras institucionales, incluyendo la inseguridad en la tenencia de la tierra, los
gobiernos corruptos y la falta de educación.

Otro problema ambiental que con frecuencia se atribuye al crecimiento de la población


es la contaminación. En 1972, el modelo informático de The Limits ea Growth proyectó
que la contaminación se aceleraría a medida que aumentara la población:
"Virtualmente, todo contaminante que se ha medido en función del tiempo parece estar
incrementándose en forma exponencial. Consideremos el caso de la economía más
grande de! mundo. Desde 1972, la población de Estados Unidos se ha incrementado
en un 26 por ciento y la economía ha crecido más de cien por ciento. Ha habido un
crecimiento similar en Europa Occidental y en Japón. Sin embargo, en lugar de
aumentar, como se había predicho, los contaminantes del aire se han reducido de
manera considerable.
Por ejemplo, las emisiones de dióxido de azufre se han reducido 53 por ciento, las
de monóxido de carbono 57 por ciento y los compuestos orgánicos volátiles (los
principales contribuyentes a la formación de smog) se han reducido 39 por ciento. El
total de partículas, como el humo, el hollín y e! polvo han descendido 59 por ciento.
Hasta e! smog bajó 50 por ciento en Los Ángeles durante la última década. En otras
palabras, el crecimiento económico no genera más contaminación, sino menos.
De hecho, lndur Goklany, analista del Departamento del Interior, ha encontrado
que, para mayoría de los contaminantes, hay un umbral de crecimiento de la riqueza,
en el que la cantidad de un contaminante empieza a reducirse. A estos umbrales los
llama la transición ecológica. Esto significa que cuando la gente alcanza niveles
superiores a los de la simple subsistencia, empieza a exigir bienes ambientales, como
aire y agua limpios. La primera transición ecológica es el agua limpia para beber.
Goklany encontró que las bacterias coliformes en los ríos, que son una buena medida
para determinar la contaminación del agua, llegan a un máximo cuando el ingreso per
cápita promedio alcanza 1.400 dólares anuales. La siguiente transición es en
partículas como humo y hollín, que llegan al máximo cuando el ingreso per cápita
promedio alcanza 3.200 dólares y el dióxido de azufre alcanza su máximo en 3.700
dólares. Esto es menos seguro, pero el umbral del ingreso para que se reduzca el
óxido de hidrógeno tal vez se encuentre alrededor de los 15 mil dólares anuales per
cápita.
Los malthusianos convencidos siguen negándose a entender las nuevas propuestas
científicas de cómo ocurre el crecimiento económico y el espacio que ofrece para
mejorar tanto la vida humana como el entorno natural. Por ejemplo, Paul Ehrlich insiste
tercamente: "La mayoría de la gente no reconoce que, al menos en los países ricos, e!
crecimiento económico es la enfermedad, no la cura." (El énfasis es de Ehrlich.) Ehrlich y
el analista de energía John Holdren resumieron este punto de vista en su ecuación
I = PA T: impacto ambiental es igual a la población, multiplicada por el consumo
(afluencia), multiplicados a su vez por la tecnología. Según Ehrlich, esta fórmula prueba
que las personas de los países desarrollados consumen demasiado y generan más
problemas ambientales que la gente pobre que vive en países en vías de desarrollo.

Para aliviar la enfermedad del crecimiento económico, Maurice King recomienda el


control del consumo, incluyendo "la conservación intensiva de la energía, menos viajes
innecesarios, más transporte público; un menor número de automóviles, que sean más
pequeños y lentos, ropa más caliente y cuartos más fríos". De acuerdo con King, esto
significa que la gente en el "Norte privilegiado" debería embarcarse en la “búsqueda
deliberada de la pobreza" para refrenar su "opulento consumo de recursos”.

En teoría, los estadounidenses consumen más bienes de lo que en justicia les


corresponde- ría y están causando una mayor cantidad de los males del mundo. Se
supone que la cantidad de recursos disponibles es finita y que éstos debieran
compartirse con mayor equidad. Sin embargo, como hemos visto, el estadounidense
promedio no es sólo consumidor, sino productor de bienes e ideas. El y la
estadounidenses promedio viven y trabajan en una sociedad y en una economía que
les permiten incrementar la disponibilidad de los recursos que consumen. Los
estadounidenses y los europeos hacen más con relativamente menos debido a sus
mayores niveles de educación y a un mayor acceso a instrumentos productivos (que
incluyen una mejor infraestructura) y gracias a instituciones sociales más abiertas (que
incluyen gobiernos democráticos y mercados libres). Por consiguiente, la productividad
actual hora trabajada en Estados Unidos es 10 veces mayor que hace cien años. 50
En todo sentido de la palabra, el occidental promedio ha creado más recursos de los
que consume, en especial conocimiento y tecnología; por ello, tanto sus economías
como sus entornes están mejorando. Los hechos demuestran que la fórmula I = PAT
opera' exactamente al revés: mayor afluencia y avance tecnológicos implican una
mejora del medio ambiente natural, no un empeoramiento del mismo.

Sin embargo, cuando faltan las instituciones sociales adecuadas, gobiernos


democráticos, propiedad privada segura, mercados libres es posible que una parte de
la población mundial caiga en la trampa malthusiana clásica de la pobreza creciente y
la progresiva degradación ambiental. Algunos _historiadores han especulado, con
cierta razón, que e! colapso de algunas civilizaciones fue resultado de la degradación
ambiental ocurrida porque carecían de las instituciones sociales adecuadas para
alentar e! descubrimiento y la utilización de conocimientos. que hubieran prevenido e!
daño ecológico. Es posible que la civilización maya en Centroamérica haya sufrido un
colapso de este tipo. Las economías actuales de muchos países de África están
declinando, no debido a elevadas tasas de crecimiento poblacional ni a la falta de
recursos, sino porque no han logrado instaurar siquiera las mínimas políticas para
fomentar el crecimiento económico, incluyendo e! desarrollo de! capital humano a
través de educación generalizada, derechos seguros de propiedad y gobiernos
democráticos.
Al comparar el desempeño de las economías en el tiempo, los economistas
pueden demostrar que los países con un acervo total de capital humano mayor crecen
con mayor velocidad que los que tienen menos capital humano. El libre comercio
internacional sirve para acelerar el crecimiento en todas las economías. El fomento de!
capital humano que se realiza en las economías avanzadas, junto con la adopción de!
libre mercado y la forma de gobierno democrática, explican cómo han experimentado
tasas de crecimiento de! ingreso per cápita sin precedentes en la historia de la
humanidad. Los bajos niveles de capital humano son la causa del Insignificante
crecimiento económico en las economías en vías de desarrollo que también están
cerradas al comercio y, por lo tanto, no pueden beneficiarse de las tecnologías que se
desarrollan en otros lugares del planeta.' “[P]ara los países más pobres de hoy, si e!
acervo de capital humano es demasiado bajo, el crecimiento puede no ocurrir
siquiera", concluye Romer.
Aun cuando las instituciones sociales no son tan abiertas como debieran ser, como
ocurre en gran parte de Asia, e! desarrollo de! capital humano, por sí mismo, parece
lograr mucho para acelerar el crecimiento económico. En 1968, Paul Ehrlich estuvo de
acuerdo con un experto que predijo que era "imposible que la India alimentara a 200
millones adicionales de personas para 1980". Afirmó, además, que "aún no he
conocido a nadie que esté familiarizado con la situación y piense que la India será
autosuficiente en alimentos para 1971". En la versión re- visada de The Population
Bomb de 1971, Ehrlich reconoció que ya se había comprobado que sus edicciones
sobre la India habían sido erróneas, porque sutilmente las omitió. De hecho, la India
logró más que la autosuficiencia, pues a principios de la década de 1980 exportaba su
excedente de granos a la Unión Soviética.

En efecto, la India se mostraba muy abierta a la tecnología moderna y sus


mercados operaban con libertad suficiente para que sus agricultores pudieran
beneficiarse de nuevas variedades de trigo y arroz, mucho más productivas,
desarrolladas por los investigadores agrícolas de la "Revolución Verde" en la década
de 1960. En años recientes se ha visto una explosión de bonanza en la economía de
China, pese a sus instituciones sociales que distan mucho de ser abiertas. Sin
embargo, este país ha hecho al menos dos cosas correctamente: (1) se ha abierto a
los inversionistas extranjeros, que han traído consigo tecnologías modernas, y (2) ha
tenido un sistema educativo relativamente exitoso que ha mejorado en forma
extraordinaria el capital humano, de modo que, cuando se les da la oportunidad, los
chinos rápidamente aprovechan las nuevas oportunidades y los avances tecnológicos.

Los gobiernos democráticos y los mercados abiertos parecen ser instituciones


indispensables para la prevención de la hambruna en los tiempos modernos. El
ganador del Premio Nobel, Amartya Sen, señala que "en la terrible historia de las
hambrunas del mundo, es difícil encontrar un caso en e! que la hambruna haya
ocurrido en un país independiente y democrático que posea un periodismo sin
censura". Las hambrunas tan publicitadas de la década pasada en Sudán, Somalia y
Etiopía, ocurrieron en países que no son democráticos ni tienen una prensa libre. "En
tanto el costo de las hambrunas siga siendo prácticamente nulo para e! gobierno, y
plantee una amenaza a su supervivencia o credibilidad, no hay ninguna urgencia para
que e! gobierno considere un imperativo ineludible emprender acciones efectivas que
prevengan las hambrunas", escribe Seno "La persistencia de hambrunas severas en
muchos países de! África subsahariana (tanto bajo gobiernos de izquierda como de
derecha) está muy relacionada con la carencia de sistemas y prácticas políticos
democráticos." Sen también señala que la carencia de democracia y la ausencia de
una prensa libre de censura fueron la causa de la tremenda hambruna de la China
comunista en la década de 1950, durante "e! Gran Salto hacia delante", en la que,
probablemente, murieron de inanición 30 millones de personas. Junto con Romer y
otros teóricos, Sen también argumenta que el crecimiento económico -no sólo el de la
producción de alimentos- es crucial para que se ponga fin a la amenaza de las
hambrunas en África. Hace un llamado para que se emprendan "acciones que
fomenten y mejoren el cambio tecnológico, la formación de capacidades y la
productividad, tanto en la agricultura como en otros campos". Sen hace hincapié en
que e! crecimiento económico posibilita que la gente tenga un ingreso que le permita
comprar alimentos en los mercados internacionales, incluso si ocurre una escasez en
sus mercados locales.

Hoy sabemos cómo evitar que se cierre la trampa malthusiana. La humanidad,


representada por nuestros gobiernos e instituciones internacionales, debe asegurarse
de que los individuos, las empresas y los centros de investigación tengan fuertes
incentivos para explorar, descubrir e inventar las formas que satisfarán nuestras
necesidades futuras de energía, alimentos, innovación tecnológica y la generación de
riqueza también permiten que la humanidad deje huellas menos profundas en la
Tierra, preservando así el entorno natural y ayudando a restaurar las áreas que han
sufrido daños.
Los malthusianos contemporáneos con frecuencia dicen que la sociedad humana
se asemeja a un automóvil que viaja a 150 kilómetros por hora en una carretera con
baja visibilidad. Se preguntan si no sería mejor reducir la velocidad para no
estrellamos contra algún muro oculto
por la niebla. Sin embargo, si aceptamos los consejos de los malthusianos y
adoptamos instituciones que aminoren e! ritmo de la innovación, la humanidad corre el
riesgo de agotar sus recursos energéticos antes de poder reemplazarlos con nuevas
innovaciones. Este error podría causar un daño considerable a nuestras sociedades y
a nuestro medio ambiente natural. La Nueva Teoría del Crecimiento sugiere que una
analogía más adecuada sería pensar que la sociedad humana viaja en un avión a 900
kilómetros por hora. Si el avión reduce demasiado la velocidad, perderá velocidad de
vuelo y se estrellará antes de llegar a salvo a su destino.
"Por supuesto que los seres humanos podríamos ocasionar un desastre. Los chinos
contaban con hierro fundido 15 siglos antes que los occidentales y tipos móviles 400
años antes que Gutenberg. No obstante, con el tiempo el sistema político y social de
China eliminó los incentivos de nuevos descubrimientos y el progreso virtualmente se
detuvo. Siempre es posible que ocurra lo mismo con toda la raza humana. Los
deterministas de la tecnología nos dirían entonces que la tecnología tuvo la culpa. ~n
realidad, si e! progreso se detiene, tendremos la culpa nosotros mismos", escribe
Romer. Hemos visto, con tristeza, que la carencia de instituciones sociales abiertas,
que incluye gobiernos representativos, una prensa libre, derechos de propiedad
protegidos por la ley y mercados libres, aún deja a muchos de nuestros congéneres
atrapados en versiones locales de la trampa malthusiana. Sin embargo, no debemos
errar el análisis de su situación como si ésta representara el futuro de la humanidad y
de la Tierra. En lugar de eso, son un residuo decadente de un pasado poco
afortunado.
Como lo muestra la Nueva Teoría de! Crecimiento, no podemos agotar la oferta de
ideas, diseños y recetas. Éstas son inmateriales e ilimitadas; por tanto, no están
constreñidas en ningún sentido importante por la segunda ley de la termodinámica. En
efecto, nadie cree que la humanidad ya descubrió todas las formas de conservar,
encontrar y utilizar nuevas fuentes de energía, mucho menos que la gente haya dejado
de generar ideas para mejorar sus hogares, el transporte, las comunicaciones, la
medicina y la agricultura. Como hemos visto, a medida que la humanidad descubre
estas nuevas recetas e ideas, las oportunidades de proteger y mejorar la naturaleza
también se incrementan.
La miseria y e! vicio no son e! destino inevitable de la humanidad, como la ruina
de! Medio ambiente natural tampoco es una conclusión perentoria. Dos siglos después
de Malthus, hoy sabemos que e! crecimiento exponencial de! conocimiento, no de
nuestros números, es la verdadera clave para entender e! promisorio futuro que
espera a la humanidad y al planeta Tierra.

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