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ha entrado a hacer parte junto con el derecho de la pregunta ¿Es una ciencia?, y
sobre esta pregunta tan discursiva se hallarán argumentos de ambas partes, que
sí es una ciencia y que no lo es, pero lo que importa en esta reflexión de un
escueto alcance investigativo es aludir al argumento propio de que sí se considera
una ciencia la psicología, y para dar comienzo se ha de considerar un aporte
significativo desde la filosofía de las ciencias y su concepción epistemológica,
pero sobre todo se ha de considerar de manera perentoria la propuesta de
investigación discontinua que no es más que un ruptura de un conocimiento
anterior, que no busca entender el surgimiento de largas cadenas teóricas de una
disciplina, sino, el confrontar la oportunidad en el acto que suscita el nutrir
determinada área (para este caso la psicología) de posibles argumentos
consolidados desde un gran esfuerzo del pensamiento porque de acuerdo a G.
Bachelar “(…) en vez de una existencia en la raíz del ser, en el reposo de una
natural perseverancia en el ser, la ciencia nos propone un existencialismo en el
extremo del ser pensante” ( Bachelar, 16) esto confirma cuán es necesario el
percatarse de no estar sumido en los anteriores argumentos investigativos, sino, el
abrazar la oportunidad de superar la doxa (opinión) y las observaciones básicas
que intentar un acercamiento espúreo al argumento de algo concreto de las
ciencias, y no se invita únicamente a hacerlo en las ciencias positivistas, sino, en
aquellas que proponen un argumento consolidando en el pensamiento audaz y
que tiene como intención una meta basado en la razón consiente y en la
experimentación de como resultado un argumento sólido de estudio y entrando en
la propuesta de Alexandre koyre al argumentar que “la ciencia moderna era el
producto de una evolución del pensamiento de una discontinuidad con todo
pensamiento anterior” (Nasr Zuraya. Álvarez días de León, p,1) se comprende la
responsabilidad de pensamiento y de argumento de la psicología para ser
considerada como ciencia, pero no ha de concebirse la ruptura inmediata de ésta
con las ciencias del espíritu, sino, una constante reafirmación de un pensamiento
anterior que evoluciona desde una acto del pensamiento racional y que de manera
no sesgada se hace de la teoría discontinua para validar la expectativa científica
de la psicología y llevar a la práctica del comportamiento social humano aquello
que se propone.
(…) “Será una fenomenología del hombre estudioso, del hombre concentrado en
su estudio y no únicamente un balance difuso de ideas generales y de resultados
adquiridos. Nos hará asistir al drama cotidiano del estudio cotidiano, nos hará
describir la rivalidad y la cooperación, del esfuerzo teórico y de la investigación
experimental, nos colocará en el centro del perpetuo conflicto de métodos que es
el carácter manifiesto, la tónica de la cultura científica contemporánea. (Congreso
internacional de Filosofía de las Ciencias, 1949). 21
“Descartes afirma la existencia de dos tipos de ideas innatas: de un lado las ideas
principales, aquellas de las que no cabe dudar, aunque son ideas potenciales que
requieren de la experiencia para ser actualizadas. Pero también habla de ideas
innatas respecto a ciertas formas de pensar (lo que ahora llamaríamos procesos,
sin contenidos específicos, sólo formas de operar: por ejemplo la transitividad).
Esta segunda clase de innatismo será desarrollado en el siglo XVIII por Kant, con
sus juicios sintéticos a priori”.