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·.
 Padre Amorth

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¡ALEJATE SATANAS!
(VADE RETRO SÁTANA!)

~
SAN PABLO
 Titulo original: Vade retro sátana!
© Edízioní San Pao!o s.r.l., 2013
Milán, Italia PRESENTACIÓN
Traducción: Jesús Antonio Hernández Taboada, SSP
Diseño interioryportada: DG José Alejandro García Gómez

Hoy en día, generalmente se nota con frecuencia, incluso

entre los fieles cristianos, dos maneras de acercarse al tema
del "Demonio", ambas equivocadas.
La primera, dictada por cierta ignorancia e ingenuidad, y
hasta por una buena dosis de superstición, es la que lleva
a temer al diablo de manera confusa, sobrevalorando cier­
tos aspectos y menospreciando otros, dejándose llevar por
imágenes comunes, sobre todo paganas, de cuernos, hor­
nos y pestilencia de azufre. Esta aproximación tiene otro
reverso de la medalla que se traduce en un malsano acer­
camiento al Maligno, impulsado por una morbosa curiosi­
dad que lleva a tomar interés por todo lo relacionado con
el ocultismo, la magia, el espiritismo y todo cuanto podría
desestabilizar la psique humana (además y con frecuencia
"AL SERVICIO DE LA VERDAD EN LA CARIDAD" dañino para el alma). A esto se añade las visitas a figuras
Paulinos, Provincia México por lo menos ambiguas de presuntos magos, adivinos y
videntes, para recibir de ellos alguna ayuda o consejo sobre
Primera edición, 2014
las cuestiones más importantes de la vida.
6ª edición, 2019
La segunda manera, igualmente peligrosa, es hija de la
cultura y mentalidad laica de los últimos dos o tres siglos
D. R.© 2014, EDICIONES PAULINAS, S. A. DE C. V. y tiende a considerar con cierto desapego o superioridad
Calz. Taxqueña 1792, Deleg. Coyoacán, 04250 México, D. F.
la figura del Demonio (así como todas las otras cuestiones
comentarios y sugerencias: edicion@sanpablo.com.mx sobrenaturales) o de hecho a no considerarla, presumien­
www.sanpablo.com.mx do una valorada ignorancia o descuido peligroso, como se
Impreso y hecho en México decía, precisamente porque priva de las sencillas defensas
Printed and made in Mexico y precauciones contra los asaltos del Maligno: de hecho,
siempre es mejor conocer al enemigo si se le quiere com­
ISBN: 978-607-714-087-0
batir y tratar de vencerlo; no por nada la estrategia del De-

s
 m0nio es con frecuencia la de hacer dudar de su existencia
para aetuar sin interrupciones.
El padre Gabriel Amorth, fundador y presidente hono­
rario de la Asociación Internacional de Exorcistas, además de
aprendiz del padre Cándido Amantini, como a él le gusta
definirse, por más de 27 años ha ejercido el ministerio de
exorcista y corno él mismo recuerda, siempre ha buscado
as_egurar, tranquilizar, mantener informadas y acercar a
D10s a las personas que se han aproximado a él para consul­
tarlo sobre verdaderos o presuntos disturbios y presencias
demoniacas. Oportunamente aprovecha su ganada presen­
cia Y notoriedad y con ellas trata de llegar, mediante sus
publicaciones y emisiones, al mayor número de personas
que le sea posible, para difundir el conocimiento de mane­
ra correcta y libre de peligros, con la cual hacerle frente al
Demonio y a todas sus emanaciones. Con tal propósito y
con la pacífica firmeza que lo caracteriza, al padre Amorth
no le faltan reclamos al mismo clero católico, por su esca­
sa ~r_eocupación y grave impreparación al respecto de las
actividades poco ordinarias de Satanás y, en consecuencia,
en el rito del exorcismo. De hecho, los sacerdotes deberían
ser, dentro de la Iglesia, las personas más preparadas para
ayudar, sostener y guiar bien a las personas confundidas
Y espantadas, explicándoles cómo es la naturaleza diabó­
lica de Satanás, cuáles son sus fines y su modo de actuar y
cómo oponerse a ellos.
Este libro, mediante su sencilla estructura, se propone,
ante todo, clarificar de acuerdo con la teología y doctrina
católica, la figura de Satanás y sus servidores y qué rela­
ciones tienen ellos con las creaturas humanas; con lo cual
pone en guardia sobre el vasto poder que e] Demonio pue­
de ejercer en el mundo, sobre todo si es ignorado o malin­
terpretado.
A partir de la dinámica de relaciones milenarias existen­
tes entre los seres humanos y el Maligno, el padre Amorth
6 7
explica qué conlleva el ignorar la existencia de las acciones
de Satanás, especialmente para los cimientos de la fe cris­
tiana. Recuerda, por tanto, con una sólida convicción, que
si bien la obra destructora de Satanás no cesará hasta el fin
del mundo, él ya ha sido derrotado por Cristo y por eso
realmente nunca podrá triunfar sobre el hombre si éste se
confía al Hijo de Dios. Justo en el núcleo del libro se subra­
ya entonces el papel central de Cristo en la creación y en
consecuencia, en la obra sacramental del exorcista, quien
casi a diario se las tiene que ver frente a frente con el De­
monio, antagonista de Cristo.
El padre Gabriel también explica los orígenes y los
motivos de la institución sacramental del exorcismo, re­
corriendo brevemente la variedad de situaciones que ha
experimentado este ministerio, hasta llegar a su estado ac­
tual, no sin eximirse de un juicio tajanteal respecto.
La figura del exorcista es limpiada del tizne y del inquie­
tante manto del imaginario popular nutrido por las fáciles
sugestiones que lo han recubierto, y esto lo hace clarifican­
do su lugar y con la pura y sencilla descripción de su modo
cauteloso y seguro de proceder, con sus acciones y consejos
frente al caso de una persona que se queja de extrañas tur­
baciones, las cuales difícilmente se pueden explicar por la
ciencia médica como males naturales.
En fin, es recordado el ejemplo de los santos, que con la
fuerza de la oración se libraron de los tormentos infligidos
por el Demonio y que, con su capacidad para ofrecer a Dios
los propios sufrimientos, indirectamente han atestiguado
la armonía de la creación divina en la que el mal, de mane­
ra misteriosa, es reconducido a ser un instrumento de un
designio _benévolo y benéfico. Sobre todo, ellos nos mues­
tran cómo no tener miedo del Demonio y cómo combatirlo,
contrastando su acción preferida, que es inducir a la tenta­
ción del pecado para poseer a las almas.
 ¿DE VERDAD SATANÁS TIENE PODER?

Sergio Reserghettí

Téngase claro desde el principio, que el Maligno tiene in­

dudablemente un gran poder. Baste recordar que san Juan,
en su primera carta afirma que todo el mundo yace bajo
su poder: "Sabemos que nosotros somos de Dios, mientras
que todo el mundo está bajo el Maligno" (lJn 5, 19);1 Jesús
menciona dos veces a Satanás como príncipe de este mun­
do: "Ahora es el juicio de este mundo: ahora será expulsado
el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31), "Cuando Aquel [el
Paráclito] venga, convencerá al mundo de error tocante al
pecado, a la justicia y al juicio [ ...] al juicio, porque el Tira­
no de este mundo ya fue condenado" (Jn 16, 8.11); además,
en la segunda carta a los Corintios, san Pablo lo llama dios
de este mundo: "para los incrédulos cuyas inteligencias han
sido ofuscadas por el dios de este mundo, a fin de impedir
que brille para ellos la luz del glorioso Evangelio de Cris­
to, el cual es la imagen de Dios" (2Cor 4, 3-4). Esto significa
que se trata de un gran poder que Satanás ejerce sobre cada
uno de nosotros. Otro ejemplo a tomar en consideración es
el episodio de las tentaciones de Cristo. Cuando el diablo
en la segunda tentación ofrece a Jesús todos los reinos de la
tierra, le dice: "Todo este poder te daré, y la gloria de esos
reinos, porque se me ha entregado a mí, y yo la doy a quien
quiero" (Le 4, 6-7); frente a esta propuesta Jesús no replica,
como lo esperaríamos, llamando mentiroso a Satanás y re-
1 Para las citas bíblicas tomaremos la traducción del P. Agustín Magaña Méndez,
Sagrada Biblia, Ediciones Paulinas (San Pablo), 118ª. ed., México 2008, 1657 p.

8 9
 €@rfilánill0le ijUe todos los reinos de la tierra son del Padre
file [esús. iJEiil. cambio, el Señor responde con una frase de la
iEsGJ.tlfüFa: "fi\clorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás"
(I.be ~, 8). Por esta actitud de Jesús se deduce que efectiva­
mente el Demonio también tiene qué ver con las promesas
humanas, en las cuales por eso muchos hombres fracasan.
¡Cuántos se postran ante Satanás por amor a la ambición,
por amor al poder! Se inclinan, porque desean obtener estos
bienes humanos terrenos y que ya fueron dados al hombre,
para que les dé buen uso en favor de sus hermanos.
En los tiempos en que vivimos, el mundo laico heredero
del iluminismo, del racionalismo y de la difusión del ateís­
mo, tiende a alejar a los hombres de la fe, sobre todo en
esta vieja Europa, en países como Italia, España, Francia,
Austria, Irlanda y demás, donde la fe va enloqueciendo.
El hombre de cada época se da cuenta de la insuficien­
cia de las cosas humanas y por tanto de la necesidad de
Dios, pero en el momento en el que se aleja de Dios busca
otro asidero y por tanto es impulsado a la superstición, el
espiritismo, las sectas satánicas y en general todo lo que
definimos como ocultismo. Es casi matemático: a medida
que cae la fe aumentan las supersticiones. Parece que es
el propio mundo laico quien, privado de puntos de refe­
rencia, se acerca a la magia, a lo oculto, a las más diversas
formas de religiosidad o directamente al mismo Demonio.
Pero el problema de fondo permanece en el nivel más bajo
de fe en este trance histórico. Con frecuencia, al abando­
nar la fe el hombre se arroja al mundo del ocultismo, un
mundo peligroso para la psique humana, pues numerosos
disturbios psíquicos dependen justamente de la frecuencia
en este tipo de prácticas, pero peligroso también porque
puede abrir la puerta a males de carácter demoniaco. No es
que Satanás tenga hoy mayor poder, sencillamente el hom­
bre, con estas actitudes de acercarse a lo oculto, amplía el
influjo del Demonio con respecto al pasado.
10
¿ Quién es Satanás?
Ante todo es necesario tener bien claro que Satanás es un
ángel creado bueno y que después se rebeló a Dios, se alejó
de Él, construyéndose el infierno. Éste, quede claro, no fue
creado por Dios, no estaba en sus designios originales. El
infierno es un concepto importante, pues se debe exclusi­
vamente a Satanás y a su libre elección de oponerse a la
armonía de la obra divina. En cierto sentido, el Demonio
ha llegado a ser el antidios, el que combate los planes de
Dios, porque primero se rebeló, rechazó la obediencia y el
designio que Dios tenía para él.
Como he dicho, Satanás es un ángel caído y por tanto,
como los ángeles, es puro espíritu. Ellos, al no tener cuer­
po, si quieren presentarse, deben asumir una forma visible
y sensible, adecuada para que la perciba el hombre. Esta
forma es elegida con base en la misión que deben cumplir.
Leernos, por ejemplo (Tob 5, 4-8), que el arcángel Rafael
asumió la figura de un cuerpo humano de joven en busca
de trabajo, para así poder acompañar el largo recorrido de
Tobías, el hijo de Tobit, quien debía hacer un viaje:
"Pero anda inmediatamente a buscar algún hombre de con­
fianza que vaya contigo, pagándole lo que es debido, para que
recobres ese dinero antes de morir yo". Luego, salió Tobías, y
topó con un joven de magnífica apariencia que estaba con la
ropa ceñida y parecía listo para el camino. El joven Tobías, sin
saber que era un ángel de Dios, lo saludó y le preguntó: "¿De
dónde eres, buen joven?" El ángel le respondió: "Soy uno de
los israelitas". Tobías le volvió a preguntar: "¿Conoces el ca­
mino que lleva a Media?" El ángel le respondió: "Sí, con fre­
cuencia he recorrido todos esos caminos y me he hospedado
con nuestro hermano Gabelo, que vive en Rages, una ciudad
meda situada en el monte de Ecbatana".
11
Lo mismo que al respecto de los ángeles, para los seres
humanos es imposible imaginarse al Demonio, en cuan­
to creatura puramente espiritual, y cuando él se presenta
asume una forma momentánea y falsa, según lo que tiene
en mente, a favor de su propósito. En el caso de que quie­
ra espantar asume la forma de un anim al terrible o de un
monstruo, en suma, de cualquier cosa que inspire terror;en
otra ocasión, cuando quiere asume la forma de atractivas
jovencitas, como le sucedió al padre Pío, cuando el diablo
se le presentó en Venafro o como relatan los cuentos popu­
lares que tienen un trasfondo de verdad, como las luchas
entre san Antonio y el diablo en el desierto.
En este momento hemos respondido ya a la clásica preguna
sobre la existencia de un diablo con cuernos, cabeza de cabra,
cola, pezuñas y alas de murciélago, según las figuracionesli?
rarias y populares. Evidentemente todas son formas ilusoria
que sin embargo poseen un valor simbólico para represers
una figura casi humana, caída en estado animal, con ras
6
animalescos, los cuales muestran fácilmente la comprensíbs
corrupción y degradación obrada por el pecado.
Cómo actúa Satanás
No es posible comprender la obra de la Redención (de qué
ha redimido Jesucristo a la humanidad) si no se recono­
ce la obra destructora de Satanás. No por nada uno de los
nombres con los cuales es identificado es "diablo", que en
griego significa "el que divide, que jala hacia el otro lado".
Satanás, habiéndose alejado de Dios, quiere alejar también
a las demás creaturas, arrastrando al infierno tocias las al­
mas que pueda, para que sigan sus mismos pasos y vayan
a sufrir el mismo castigo. Como ya he subrayado, él fue
quien se rebeló primero y por tanto es un rebelde en busca
de rebeldes, que como él tornen la actitud de oponerse a
12
Dios. El esfuerzo del Demonio es efectivamente, hacer que
toda la creación se rebele a su Creador.
El Demonio está siempre activo y continuará su obra has­
ta la Parusía, es decir, el retomo de Cristo al final de los tiem­
pos. Su actividad es doble: una que definimos extraordinaria
y una que llamamos ordinaria. La actividad extraordinaria,
de la cual se tratará más ampliamente enseguida, es cier­
tamente más rara, aunque siempre ostentada y ejercitada
por el Demonio, y es la de procurar males demoniacos o por
añadidura la posesión. La actividad ordinaria, que nadie ha
negado nunca ni ha puesto en discusión, es la de tentador,
según la cual precisamente tienta al hombre hacia el mal.
Es necesario recordar que el diablo es terriblemente mo­
nótono en sus tentaciones y cuando lo he interrogado acer­
ca de esto, él ha confirmado su monotonía, pero también
añadió que a pesar de ella nosotros los hombres siempre
caemos en sus trampas.
Entonces, la pura y simple tentación es el mayor esfuer­
zo del Demonio; tentación a la cual todos estamos sujetos,
incluso Jesucristo al encamarse y volverse hombre como
nosotros, en todo semejante a nosotros menos en el pecado,
como explica la carta a los Hebreos (2,17-18), aceptó some­
terse a las tentaciones de Satanás.
Por esa razón, debía igualarse en todo a sus hermanos, para
ser pontífice compasivo y cumplido en todo lo concerniente
al culto de Dios, para expiar los pecados del pueblo; pues en
cuanto que Él mismo sufrió, siendo sometido a prueba, puede
ayudar a los que sufren pruebas.
Los demonios
Siervos del Maligno son los demonios: ángeles que lo han
seguido en su caída del Paraíso. Los demonios son muchí-
13
sim:0s~ famfüem: para ellos como para los ángeles existe una
[erarquía. Sabemos que para los ángeles el jefe es san Mi­
guel Arcángel, mientras que para los demonios el jefe es
indicado en la Biblia con muchos nombres, que pienso son
sinónimos, como por ejemplo Satanás o Belcebú; Lucifer
no es un nombre precisamente bíblico y según nuestra ex­
periencia como exorcistas es un diablo diferente a Satanás
(mientras que para algunos éste sería un sinónimo de Sa­
tanás).
Entonces, los demonios son jerárquicamente dependien­
tes y se someten cerradamente a esa jerarquía, así corno en
todas las bandas y mafias de malhechores, regidas por el
miedo y la opresión y no por el amor como sucede con los
ángeles.
Los poderes de los demonios son los adecuados para
desempeñar sus tareas, que consisten en tentar al hombre
al mal y desligarlo de Dios, y por tanto destruir los planes
de Dios.
14
LOS MALES DEMONIACOS
Por males demoniacos entendemos los males graves, esos
disturbios que no se pueden explicar por la naturaleza
psico-física, sino que son atribuibles a una obra directa
del Maligno. Aunque son raros, como ya he dicho, estos
fenómenos van en aumento en nuestros días. Para recono­
cerlos, identificarlos, personalmente me he esforzado por
clarificar sus características, esperando que sean comparti­
das para tratar de establecer un lenguaje unívoco y común
que todavía no existe.
Por tanto, enlisté seis tipos de disturbios que el Demonio
puede provocar y tres causas por medio de las cuales se
puede caer en estos disturbios diabólicos. Indudablemen­
te, me parece útil conocer e identificar claramente estos
disturbios y sus causas, sea con un propósito preventivo,
sea con un propósito curativo cuando se está sometido a
estos males.
Los ataques del Demonio
La posesión es el disturbio más grave que el Demonio puede
dar. En esta forma de mal diabólico se tiene casi la impresión
de que el Demonio está dentro del ser humano, toma pose­
sión de él, que se sirve de la boca de este ser para hablar (aun­
que es el Demonio quien habla y no la persona) o se sirve de
sus miembros, y entonces ocurren fenómenos extraordina-
15

Luego arribaron al país de los gerasenos, el cual queda fren­
te a Galilea. Cuando Jesús saltó a tierra, le salió al encuen­
tro un hombre de aquella ciudad, el cual estaba poseído de
demonios. Ya hacía bastante tiempo que no llevaba ningún
vestido, ni vivía en nin guna casa, sino en los sepulcros. Al
ver a Jesús, se prosternó ante Él dando de gritos, y dicién­
dole con voz terrible: "Déjame en paz, Jesús, Hijo del Dios
Altísimo: te ruego que no me atormentes". Porque le había
ordenado al espíritu impuro que saliera de aquel hombre.
En muchas ocasiones lo había arrebatado, y aunque se le en­
cadenara y se le pusieran grillos en los pies, rompiendo los
hierros era arrebatado a los desiertos por el demonio.
Él demuestra una fuerza sobrehumana, se libera solo de
grilletes y cadenas, y la capacidad para conocer lo escondi­
do, de hecho, no habiendo visto nunca antes a Jesús en su
vida, lo llama por nombre y hasta lo reconoce como Hijo
de Dios. Entre paréntesis, de hecho muchas personas tie­
nen miedo de asistir a mis exorcismos porque temen que
el Demonio pueda revelar sus pecados, aunque a mí, para
ser franco, sólo me ha pasado en algún caso esporádico.
Sin embargo, que el Demonio conozca cosas ocultas es un
hecho comprobado.
Es ciertamente la forma de disturbio más fuerte, pero no
siempre la posesión tiene características tan evidentes, tan
vistosas como el hombre que se revuelca en Ja tierra, que
al contacto con el agua bendita se siente arder como si fue­
ra ácido. Existen muchas formas de posesión diabólica y
en las más comunes no se dan estos fenómenos tan llama­
tivos, sino sólo grandes sufrimientos, grandes disturbios
físicos y psíquicos; incluso a veces por añadidura, en los
16
exorcismos, que son el momento en el que el Demonio es
obligado a manifestarse con mayor evidencia, las posesio­
nes pueden no tener formas externas llamativas.
Considero que la vejación es esto: cuando un ser huma­
no, aunque no siendo poseído por el Demonio en la per­
sona, presenta disturbios gravísimos debidos al Demonio
mismo. No es fácil saber distinguir la vejación de los ma­
les naturales. Recurramos por tanto a un ejemplo bíblico,
porque los bíblicos son siempre los ejemplos más claros y
emblemáticos. Tomemos en consideración la figura de Job
(1, 13-19; 2, 7).
Un día en que los hijos e hijas de Job estaban comiendo y
bebiendo vino en casa del mayor, llegó un mensajero a con­
tar a Job: "Tus bueyes andaban arando y tus burras paciendo
a su lado, cuando de improviso se echaron los sabeos sobre
ellos y los arrearon. A tus criados, los pasaron todos a cuchi­
llo, y apenas pude yo escapar para darte la mala noticia". Te­
nía todavía las palabras en la boca cuando llegó otro criado
y le contó: "Fuego de Dios se precipitó del cielo, quemó tus
ovejas, tus criados y los consumió, y apenas pude yo esca­
par para contártelo". Aún hablaba éste cuando llegó otro y
le dijo: "Los caldeos, divididos en tres escuadrones, hicieron
una incursión contra tus camellos y se los llevaron. En cuanto
a tus criados, los pasaron todos a cuchillo, siendo yo el úni­
co que pude escapar para darte cuenta". No acababa éste de
hablar cuando llegó otro y le refirió: "Tus hijos e hijas estaban
comiendo y bebiendo vino en la casa del mayor, cuando un
huracán se desencadenó del desierto, azotó los cuatro ángu­
los de la casa, la cual se desplomó sobre los jóvenes y mu­
rieron. Yo fui el único superviviente para darte la noticia".
Luego que hubo Satán salido de hablar con el Señor, cubrió a
Job de una erupción terrible desde la planta de los pies hasta
la coronilla de la cabeza. Job agarró un pedazo de alguna olla
rota para rascarse con ella y se sentó entre la ceniza.
17
 Job es golpeado en sus sentimientos: la muerte inmedia­
ta de sus diez hijos; es golpeado en sus bienes: de riquísimo
se vuelve paupérrimo; es golpeado en la salud: estaba sano
y es cubierto de llagas de la cabeza a los pies; pero no está
endemoniado, no está en él la presencia del Demonio.
Los casos de posesión y los disturbios demoniacos van en
aumento en nuestros días, pero los de posesión son mucho
más limitados que los de disturbios maléficos o vejación.
Conozco muchos casos de personas que son golpeadas en
sus sentimientos: no encuentran mujer o marido, rompen
los matrimonios y noviazgos sin razón de por medio; o tam­
bién son golpeadas en sus bienes: por ejemplo industriales
que de pronto cometen errores garrafales al grado de caer
en la miseria o sin motivo se encuentran en la calle, muchos
casos de comerciantes y artesanos cuyos negocios muy prós­
peros de pronto se van al traste; muchos casos también de
disturbios físicos. Es notable que se trata de hechos que pue­
den deberse simplemente a motivos naturales, pero también
podrían ser atribuidos a motivos maléficos.
Entonces aquí está la importancia del exorcista, en el sa­
ber distinguir ciertos signos, cuándo estos disturbios tie­
nen un origen maléfico y cuándo, en cambio, sólo son de
origen natural.
Algunos tienden a establecer obsesión y posesión casi
como sinónimos, mientras que yo distingo ambos términos.
La obsesión se tiene cuando una persona es asaltada por
pensamientos obsesivos invencibles, de los cuales no lo­
gra absolutamente liberarse ni desligarse, gue la conducen
siempre a la desesperación y en los casos más extremos al
suicidio. Por desgracia, esto último es uno de los triunfos
que el Demonio, como destructor, se propone también en
sus otras formas, pero especialmente en los casos de obse­
sión, en los cuales, con frecuencia, la persona es empujada
a la desesperación y por tanto al deseo o al intento de qui­
tarse la vida.
18
La infestación es, en cambio, otro término que utilizo re­
servándolo exclusivamente a las casas, a los objetos y a los
animales. Tenernos ejemplos de los tiempos de la patrís­
tica, de Orígenes, de exorcismos efectuados no sólo para
liberar al hombre sino también lugares, objetos y animales.
El Evangelio nos presenta el ejemplo de aquel endemo­
niado de Gerasa (Lucas 8, 30-33), por medio de su boca el
diablo pide al Señor transferirse a dos piaras de puercos y
en efecto entra en estos animales, que ciertamente en ese
momento quedan endemoniados.
Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él le contestó: "Le­
gión", porque se le habían metido muchos demonios. Aque­
llos demonios le rogaban que no les ordenara irse al abismo.
Había por allí una buena piara de puercos que andaban pa­
ciendo en el monte. Los demonios le rogaron que los dejara
meterse en ellos, y los dejó. Saliendo, pues, los demonios de
aquel hombre, se les metieron a los puercos, y toda la piara se
precipitó en el lago por un despeñadero y se ahogó.
El caso más común ocurrido a todos los exorcistas es el de
ser llamados a exorcizar casas en las que se escuchan rui­
dos extraños, fenómenos extraños que no se logran expli­
car humanamente.
Los disturbios físicos son disturbios en el cuerpo, esos do­
lores físicos inmediatos y que no se deben a enfermedades
sino que el Demonio los puede dar y da a ciertas personas,
sobre todo a personas santas, y que el Señor permite para
su santificación. También de este caso hay varios ejemplos:
el santo cura de Ars, quien fue muchas veces golpeado por
el diablo y arrojado de su cama; el padre Pío, al que en una
ocasión debieron coserle unos puntos sobre la ceja porque
el Demonio lo había aventado de su cama y él se había gol­
peado la cabeza en el suelo.
19
 Ent0m~es, en este caso no hay algun a presencia del Demo­
nio en la persona, ni hay vejaciones externas que golpeen a
la persona en sus bienes, en sus sentimientos o en su salud.
Yo creo que se debe incluir entre estos disturbios físicos
también el del que habla san Pablo de manera muy clara,
cuando escribe que para ser conservado en la humildad,
el Señor ha permitido que un ángel de Satanás, por tanto
un demonio, lo fustigue, casi un aguijón en la carne (2Cor
12, 7-9); aunque él había orado mucho para ser librado de
aquel tormento; ciertamente san Pablo experimentó seme­
jante disturbio maléfico hasta la tumba.
... a causa de la grandeza de mis revelaciones. Por eso, para
evitar que me enorgulleciese, se le mandó a mi carne un agui­
jón, un ángel de Satanás, para que me diese de bofetadas. Eso
fue, pues, a fin de que no me enorgulleciese. Tres veces le he
pedido al Señor que ese aguijón me deje en paz; pero me ha
respondido: "Con mi gracia tienes; la fuerza se ejerce plena­
mente en la debilidad". Así es que antes me gloriaré de mis
debilidades con muchísimo gusto, para que la fuerza de Cris­
to viva en mí.
La sexta forma de disturbio es la dependencia demoniaca, la
cual se tiene cuando una persona establece el así llamado
pacto de sangre con Satanás, o sea se le somete con plena
voluntad, con total adhesión y se vuelve esclava de él, qui­
zá para obtener favores a cambio o éxitos humanos.
Las causas de los ataques
Distingo tres motivos por los cuales se puede caer en una
de estas formas de disturbio maléfico. Es importante siem­
pre tener en cuenta las causas, porque conocerlas es un
óptimo cuidado preventivo además de curativo. Una pri-
20
mera causa evidente coincide con lo anteriormente dicho.
Se trata de una explícita petición de pacto con Satanás, el
cual necesariamente conduce a la dependencia demoniaca.
Otra causa es la permisión divina, que se tiene sin inter­
vención de persona humana. Esto es un suceso particular
que también encontramos relatado en la Biblia: en el caso
de Job es directamente el Demonio quien de su propia ini­
ciativa procura estos disturbios y Dios, en cuanto poder su­
premo, deja hacer; también en el caso de san Pablo, el cual
ya hemos señalado, es Dios quien lo permite. Hay muchas
confirmaciones de esta permisión divina también en la
vida de muchos santos, que han padecido hasta la posesión
diabólica. En 1983 el Santo Padre Juan Pablo II beatificó a
la llamada Pequeña árabe, sor María de Jesús Crucificado,
nacida a pocos kilómetros de Nazaret. Esta carmelita pasó
momentos en los que el Demonio la poseía de una manera
total, tanto que tuvo la necesidad de ser exorcizada. En este
caso el Señor ha permitido, así como puede permitir una
enfermedad, con el propósito de santificar a esta persona,
que le fueran infligidos sufrimientos en reparación de los
pecados de la humanidad, al grado de hacerla ejercitar de
manera heroica la paciencia y la humillación.
Al maleficio le aguarda el ser la última de las causas enu­
meradas. Una persona puede caer en uno de esos definidos
seis maleficios extraordinarios que el Demonio puede dar
para que la persona sufra ese mal. Se define maleficio al ha­
cer el mal a una persona por medio del Demonio. Entonces
la voluntad primera es de otra persona, y hay muchos mo­
dos diversos a través de los cuales es posible efectuar un
maleficio: la manera más común es el hechizo, o también
están los amarres, la maldición, el mal de ojo, la macumba
(magia, en África y Brasil), el vudú. Entonces, considero
"maleficio" un término genérico, cuya popularidad estri­
ba en que la persona afectada no tiene la culpa, no es ella
quien ha consentido al Demonio, pero hay el consenso del
21
Demonio, la invitación a éste por voluntad de otra perso­ hablándole a un grupo de psiquiatras, él dijo claramente y
na que hace este maleficio. Se debe notar aquí el que los en resumen, que los síntomas presentados por la persona
maleficios muchas veces no alcanzan el objetivo que se resultaban todos conocidos por la ciencia psiquiátrica, pero
proponen porque, por ejemplo, son invocados contra una en tales dimensiones y todos concurrentes era algo abso­
persona que vive en gracia de Dios, que está unida al Señor lutamente inconcebible para los estudiosos de esa ciencia.
y por tanto se encuentra blindada: se puede afirmar, en tér­ Sin embargo, por sí mismo el testimonio dicho no es ni
minos generales, que es casi inmune a los embates que le siquiera suficiente. El exorcista tiene necesidad de ver sín­
podrían caer encima a través de los maleficios. tomas específicos de carácter maléfico, los cuales confirma
sólo al realizar el exorcismo y viendo cómo se desenvuelve
el caso en una serie de exorcismos. En definitiva, no dudo
Síntomas de los ataques en afirmar, porque casos similares me han ocurridos varias
veces, que cuando una persona recibe las mayores atencio­
El más indicativo síntoma de la presencia de un mal de­ nes psiquiátricas por mucho tiempo, no obtiene una mí­
moniaco al que un exorcista presta atención es el aborreci­ nima mejoría y luego muestra motivos para sospechar la
miento a lo sagrado por parte de la persona asistida. Esta presencia de un mal demoniaco, por lo que se procede a
aversión se puede confirmar por varias actitudes y com­ una serie de exorcismos y ella sana, no hay duda del origen
portamientos: desde los mínimos como el bostezar siempre de su mal. La sanación que sigue a una serie de exorcismos
que se ora o se entra a la iglesia, algo tomado corno insigni­ es un signo seguro de que se trataba de un mal demoniaco.
ficante por una persona porque puede originarse en causas
naturales, pero que en conjunto conduce a sospechar, hasta
los más impactantes (pero no necesariamente certificado­
res) como los desvanecimientos entrando a la iglesia o las
reacciones violentas en la bendición como el caer y revol­
carse en el suelo o más aún la capacidad de reconocer el
agua bendita sin que se le diga, como la comida mezclada
con agua bendita.
El ritual del exorcismo indica en particular otros tres
signos que podrían ser significativos, aunque claramente
puede haber muchos más y al ser más se tiene mayor segu­
ridad en el proceder. Estos tres son la capacidad de hablar
lenguas desconocidas, el conocimiento de cosas ocultas y
una fuerza sobrehumana; síntomas que sin embargo tam­
bién se pueden hallar en males de carácter natural. A este
respecto suelo recordar la explicación que dio un importan­
te psiquiatra, frente a un caso de segura posesión maléfica:

22 23
 EL HOMBRE Y EL MALIGNO

En la historia de los pueblos, el hombre siempre ha tenido,

incluso antes del hebraísmo y del cristianismo, la percep­
ción de lo que podemos llamar espíritus maléficos; por lo
que siempre ha buscado el congraciarse, defenderse o libe­
rarse de ellos utilizando las formas propias y más adecua­
das a la cultura de su tiempo: de aquí provienen los varios
magos, hechiceros y similares, de acuerdo con la cultura de
cada pueblo y de cada época.
Así como se puede alcanzar el conocimiento de la exis­
tencia del Creador a partir de la observación racional de
lo creado, como es el caso de muchos pensadores y filó­
sofos de la antigüedad, la razón humana tiene una vaga
percepción de esta realidad no sensible y oculta que hemos
definido como espíritus maléficos. Pero, al mismo tiempo,
como la verdad de la existencia de Dios y el conocimiento
pleno de Su naturaleza de padre misericordioso y a la vez
de Trinidad (gran misterio y mucho más inaccesible para
la sola razón humana) son ofrecidas al hombre sólo por
la Revelación, así únicamente a través de la Revelación el
hombre tiene la certeza y la precisión acerca del mundo no
sensible y oculto, incluso hasta el nombre exacto de esos
espíritus, es decir, demonios, como son hoy comúnmente
llamados. No por nada el poder de expulsar a los demo­
nios (así como los milagros y curaciones) es una prueba de
la divinidad de Jesús.

25
 @om0 c0:F1.secuencia de todo lo que he dicho, es impor­ absoluta falta de preparación. Esto es un grave error, por­
tante ser conscientes del hecho de que no entender al De­ que si tuviéramos un clero preparado, estaría en grado de
monio significa no comprender el plan redentor de Dios, o tranquilizar al 99% de los casos en los cuales no hay pre­
sea todo aquello que aconteció enseguida de la culpa ori­ sencia de males demoniacos, y de guiar de manera adecua­
gin al de Adán, por la que le vino al hombre una necesidad da al uno por ciento de los casos en los que sí se requiere la
imprescindible de ser salvado, porque el hombre no puede asistencia de un exorcista.
salvarse por sí mismo. Por este motivo me toca a mí subra­ Por tanto, para concluir, la ignorancia acerca de la exis­
yar con disgusto que, si bien por estas razones históricas tencia del Demonio es un peligro mayor que una manera
y culturales que veremos más adelante, el día de hoy en de salvaguardar la paz cotidiana; además es una falta de
el mundo católico no sólo hay una carencia numérica de comprensión del designio de amor de Dios en sus relacio­
exorcistas sino también en general de clero, y por añadi­ nes con nosotros que Él mismo ha revelado de manera im­
dura hay en los obispos una carencia en el creer en la exis­ pactante, con nuestra redención por medio de su Hijo.
tencia misma del Demonio, o por lo menos en su actividad
extraordinaria de llenar de males de carácter demoniaco.
En resumen, hay una gran insensibilidad por parte de
los sacerdotes, al respecto de este delicado argumento. Por
alguna razón que ignoro, he sido acusado de tomarla en
contra de los obispos de manera excesiva, por dicho tema.
En general suelo responder que sobr~ el nombramiento de
los exorcistas no puedo culpar a los sacristanes. En reali­
dad admiro a los obispos, porque desde que comencé mi
actividad muchas cosas han cambiado tomando el cami­
no propicio. Por lo menos en Italia, en los últimos años, el
núm ero de exorcistas está aumentando (y algunos obispos
amigos me dicen que todo es culpa mía). Pero es un he­
cho que tenemos mucho por hacer con un episcopado que
es árbitro en el nombramiento de los exorcistas, y más en
general con un clero que no estudia desde hace décadas
(siempre salvo excepciones) estos problemas de teología
espiritual referentes al Demonio y a los métodos para con­
trarrestar su acción, nunca ha asistido a exorcismos, nunca
los ha practicado y no cree en ellos. He aquí por qué nos
topamos con tanta incredulidad; es cierto que por parte de
la gente hay en cambio una excepcional ingenuidad, pero
es también cierto que por parte de los sacerdotes existe una

26 27
 CRISTO VENCEDOR DE SATANÁS

Cuando la creación,
el Verbo ya existía,
el Verbo estaba con Dios
y el Verbo era Dios.
El Verbo estaba, pues, con Dios cuando empezó a haber
cosas,
todas las cuales fueron hechas por Él;
de modo que sin Él no se hizo ni una sola cosa de cuantas
se hicieron.
En Él estaba la vida,
vida que era la luz de los hombres.
La luz brilla en medio de las tinieblas,
las cuales no han podido apagarla (In 1,1-5).

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,
el cual nos ha bendecido con toda clase de bendiciones es-
pirituales,
en las cosas del cielo, en Cristo.
Porque desde antes de la creación del mundo
nos escogió en Él para que fuésemos santos
e irreprochables en su presencia, por el amor.
Porque nos predestinó para ser sus hijos adoptivos en Je­
sucristo,
pues así le plugo a su voluntad,
para alabanza y gloria de su gracia,

29
a.e la Gual nos colmó en el Amado.
En éste tenemos la redención por medio de su sangre,
y el perdón de nuestros del~tos,
según la riqueza de su gracia; . el principio,
ha derramado abundantemente esa gracia sobre nosotros,
dándonos a conocer con su infinita sabiduría y entendi-
miento
el misterio de su voluntad,
en conformidad con su beneplácito.
Así lo determinó Él en sí mismo,
fijando el cumplimiento de los tiempos
para encerrar en Cristo todas las cosas,
así celestes, como terrestres.
En Él fuimos escogidos,
porque fuimos predestinados de acuerdo con el decreto
de Aquél que hace todo conforme al plan de su voluntad,
para que sirviésemos para su alabanza y su gloria,
nosotros que desde antes hemos esperado en Cristo.
Vosotros habéis esperado también en Él
después de escuchar la palabra de verdad,
el Evangelio de nuestra salvación.
Y después de que creísteis,
habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido.
Ese Espíritu es la prenda de nuestra herencia,
para redención de aquellos que son suyos,
para su alabanza y su gloria (Ef 1,3-14).
Él es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda la Creación.
En efecto, en Él fue creado todo lo que hay en los cielos y
en la tierra,
lo visible y lo invisible,
los Tronos, las Dominaciones, los Principados, y las Potes­
tades:
todas las cosas fueron creadas por Él y para Él.
30
Él es antes de todas las cosas,
y todas las cosas se sostienen juntas en ÉL
Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia,
el primogénito de los que resucitan de entre los muertos,
de modo que tiene el primer lugar entre todos.
Plugo a Dios que en Él habitase toda la plenitud,
y reconciliar consigo a todos los seres por medio de Él,
haciendo la paz por la sangre que en la cruz derramó.
Sí, por medio de Él reconcilió todas las cosas,
las terrestres y las celestes (Col 1,15-20).
Haciendo referencia al prólogo del Evangelio de Juan y
a los dos grandes himnos cristológicos de san Pablo, uno
presentado en las primeras páginas de la Carta a los Efe­
sios y el otro en las de la Carta a los Colosenses, podemos
afirmar que todo ha sido creado en función de Cristo y por
Jesucristo; por lo cual Cristo es el centro, el perno, la razón
de ser de toda creatura.
Esta es la premisa por la cual, en cada una de nuestras
reflexiones a propósito de las cosas ultraterrenas y ocul­
tas (pero también humanas y terrenas) debemos partir del
centro de la creación, del objetivo de la creación que es
Jesucristo. Entonces, bajo la luz de Cristo comprendemos
también el papel de todos los seres creados, en particular
los inteligentes: los ángeles y luego los hombres, y también
toda la creación material: los astros, el reino animal, el rei­
no vegetal, etc. Todo cuanto está en función de un único
plano que tiene su razón de ser en Jesucristo.
Por tanto, la influencia de Cristo es fundamental y a ve­
ces no se le echa bastante luz. De hecho, con frecuencia se
parte de esta idea aproximativa: Dios (que ha creado sólo
cosas bellas, buenas y para el bien) primero habría creado
a los ángeles, seres espirituales que dotó de dos grandes
facultades: inteligencia y libertad, las habría sometido a
31
una prueba, luego de la cual algu~os d~ éstos se rebelaron
a Dios y se habrían vuelto demoruos, mientras los que per­
manecieron fieles son llamados ángeles. Luego Dios, según
esta creencia común, habría creado al hombre, también
como ser inteligente y libre, pero no como puro espíritu,
sino una mezcla de alma y cuerpo. También el hombre ha­
bría sido puesto a prueba a su vez, la cual falló (el pecado
de Adán y Eva). He aquí entonces que Dios habría tenido
en mente salvar al hombre por medio de Jesucristo, o sea
mandando a Jesús a la Tierra como Salvador.
Este breve esbozo es una suposición que no tiene en
cuenta el hecho de que Cristo ya está al Centro de todo el
universo y que todo ha sido creado por Él en función de
Él. Por lo cual, siendo Cristo el centro, el hecho de que se
haya encarnado y haya venido al mundo como Salvador y
no como Triunfador, así como sucederá al final de los tiem­
pos, es la precisa consecuencia del pecado original, pero ya
independientemente del pecado origina1 todo había sido
creado en función de Cristo. Entonces también los ánge1es
habían sido creados en función de Cristo, por Cristo y Él
dio a los ángeles algo que algunos padres de la Iglesia ex­
presan, en síntesis, de la siguiente manera: los ángeles no
gozarían de la visión beatífica de Dios si no hubiera habi­
do la muerte redentora de Cristo, por la cual también ellos
han experimentado de manera fundamental la redención
obrada por Jesús.
San Juan en su primera carta (3, 8) es muy explícito al
explicar que Cristo, corno objetivo principal de la Encarna­
ción, vino para destruir las obras del Demonio: "Mas el que
comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde
el principio. Para eso apareció el Hijo de Dios: para des­
truir las obras del diablo".
Por tanto el apóstol subraya la función soteriológica, es
decir, salvífica de Cristo. En definitiva el poder de Satanás
ha sido quebrado por Cristo.
32
EL EXORCISMO EN LA HISTORIA
Con frecuencia se me pregunta si el exorcismo nació de un
precepto de la Iglesia o tiene su raíz en un mandamien­
to, en una orden dada por Jesús mismo en los evangelios.
En realidad, los hebreos ya practicaban los exorcismos,
pero Jesús ejercitó este poder ante todo para demostrar el
propio dominio sobre el Demonio: expulsar a los demo­
nios y hacer milagros en general es de hecho una de las
pruebas de divinidad de Jesucristo, luego dio este poder
a los apóstoles y a todos sus seguidores, por tanto a todo
cristiano: "Éstos serán los milagros que acompañarán a los
que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, ha­
blarán lenguas ... " (Me 16, 17). De hecho, en los primeros
tres siglos todos los cristianos expulsaban demonios con el
nombre de Jesucristo y este hecho tiene además una gran
importancia apologética, ya que los primeros cristianos,
corno leemos en Justino, Ireneo, Tertuliano, Orígenes, se
burlaban de los paganos porque con el nombre de sus em­
peradores o de sus dioses no obtenían nada, mientras que
los cristianos con el nombre de Jesucristo expulsaban a los
demonios.
En el siglo 1v, como habían empezado a circular estafado­
res y charlatanes, la Iglesia latina instituyó el sacramental
del exorcismo; a diferencia de la ortodoxa, la cual sostiene
que el del exorcista es un carisma personal (aunque esto
no es ningún motivo de discusión entre las dos Iglesias).
Desde ese momento, para comprenderlo, es necesario dar
33
a la palabra "exorcismo" un significado específico, porque
cuanto pasaba, poco a poco desapareció y se olvidó cual­
en general, mientras que con esta palabra se entiende la
acción de expulsar demonios por parte de quien sea que lo quier tipo de remedio para este género de situaci_o~es, por
haga, ahora en la Iglesia latina, por exorcismo y exorcista tanto se dejó de hacer exorcismos y con frecuencia mcluso
se entiende al sacerdote autorizado por el obispo para que el creer en la existencia del Demonio. El excesivo peso de la
cumpla el sacramental del exorcismo, utilizando las plega­ cultura del mundo laico racionalista de los siglos siguien­
rias oficiales reservadas para ello, las cuales competen a la tes, que influyó mucho también sobre el ámbito eclesiásti­
autoridad de la Iglesia. co, ha completado la obra, reforzando la tendencia general
Entonces, el Derecho Canónico confiere (con base en el arriba descrita. Todo esto nos ha conducido históricamen­
artículo 1172) a los obispos y sólo a los obispos el poder para te, como ya se tuvo a bien decir, a una actual carencia de
nombrar un exorcista. Por esta razón, cuando se encuentra exorcistas, lo cual sólo es el más notorio síntoma de una
un exorcista oficial en una diócesis quiere decir que el obis­ general y grave impreparación de casi todo el clero católi­
po le ha conferido el poder de pronunciar el sacramental co a propósito del Demonio y de los modos con los cuales
del exorcismo, en un caso en particular o en general. Toda­ contrarrestar su obra destructora extraordinaria. Sin em­
vía debo subrayar que, instituyendo este sacramental para bargo, aunque la situación está lejos del estado deseable,
dar mayor fuerza y eficacia al rito y sobre todo para garan­ puedo atestiguar desde el comienzo de mi actividad una
tizar que las personas no busquen la ayuda de un estafador cierta mejoría de las cosas, de esto es un signo que al co­
o de un charlatán, sino a una persona competente, con esto mienzo de los años ochenta monseñor Balducci (notable
la Iglesia no ha quitado nada del poder que Jesús dio a exorcista de la arquidiócesis de Roma, acaecido en el 2008,
todos los que creen en Él, para expulsar al Demonio en su N.R.) decía que en Italia había una veintena de exorcistas,
nombre, a través de la plegaria de liberación. mientras que hoy son más de trescientos.
A pesar de estos sólidos orígenes, en la Iglesia católica
-y exclusivamente en la Iglesia católica desde hace tres
siglos hasta hoy-, casi se han abandonado los exorcismos.
Hasta hace tres siglos había en el mundo católico muchos
exorcistas, no porque hubiera más endemoniados que hoy,
sino en ejercicio de la función predominante de escucha Y
seguridad para la gente que el exorcista desempeña des­
de siempre. Pero en aquel periodo histórico sucedió el
tremendo fenómeno de la cacería de brujas, o sea se dejó
de exorcizar a las personas que parecían endemoniadas y
se comenzó a mandarlas a la hoguera. Afortunadamente
aquella época de locura no duró mucho y el mundo protes­
tante fue más golpeado que el católico; sin embargo, como
reacción a este arrebato que conducía a demonizar todo
34
35
 ¿QUIÉN ES EL EXORCISTA?

Contrariamente a la imagen sobre todo sensacionalis­

ta y distorsionada al respecto de su acción y su figura, el
exorcista es sobre todo un hombre de escucha, que trata
de captar poco a poco la necesidad de cada caso, alguien
que acerca las personas a Dios, alguien que tranquiliza y
alienta a las personas que creen ser víctimas de mal de ojo,
de un hechizo o maleficio causado por una persona que
les es adversa. Inútil decir que con frecuencia esta convic­
ción es confirmada o alimentada por consultar a las per­
sonas equivocadas: magos, adivinos, supuestos videntes o
carismáticos, de los cuales hay una invasión y una conti­
nua publicidad por parte de los medios informativos. Es
una mínima parte del tiempo del exorcista lo que dedica
a los exorcismos, justamente porque la posesión o el mal
demoniaco son raros; por lo cual mucha de la actividad del
exorcista está dedicada a liberar de los miedos inútiles. En
fin, la tarea del exorcista es la de exorcizar, cuando ve que
están presentes las condiciones. Dicho esto, no hay duda
de que la liberación de la presencia del Demonio o de un
mal demoniaco es fruto de una intervención extraordinaria
de Dios, como una curación milagrosa.
En el momento del exorcismo, alrededor del sacerdote
frecuentemente se encuentran ayudantes o asistentes, és­
tos deben ser personas de mucha oración, porque la ayuda
principal es justo la que viene de la oración. También Jesús,
muchas veces en sus milagros, como por ejemplo cuando

37
cara al ciego de Jericó, le dice: "tu fe te ha curado" (Le 18
42). Él pide la fe no sólo a la persona que solicita la cura­
ción sino también a las demás personas presentes, a quie­
nes lo acompañan. "Al ver la fe de aquellos hombres" (Mt
9, 2; M e 2,5), dice el Evangelio al respecto de aquel hombre
que es bajado en su camilla desde el techo, no sólo por la
fe de aquel hombre sino también por la de los que lo acom­
p~an, Jesús le perdona sus pecados y en seguida lo cura.
Piénsese cuán importante es en estos casos la oración de
la familia. Quien ayuda al exorcista, como he dicho, debe
ser una persona de gran oración y además con nervios de
acero, no exaltada ni fácilmente impresionable, en fin, una
persona que sepa mantener la lengua en su lugar, porque
debe saber guardar secreto absoluto y profesional: no decir
nada a la persona que ha sido exorcizada, ni mucho menos
a otros, no sólo cómo se desarrolló el exorcismo sino tam­
poco quién estuvo presente. Personalmente, hasta niego el
conocer a una persona que me haya asistido en los exorcis­
mos que practico todas las semanas desde hace años, por­
que deseo un secreto absoluto. Entonces, recapitulando, los
asistentes de un exorcista deben ser personas de oración, de
seguro equilibrio psicológico y de gran secrecía. Todas estas
características que, ni dudarlo, también debe tener el exor­
cista mismo.
A propósito de la oración, como ya he recordado, la insti­
tución de la figura oficial del exorcista por parte de la Iglesia
latina no elimina la eficacia de las oraciones que cualquier
persona de fe puede hacer en favor de una víctima de ma­
leficios. Estas son las llamadas "oraciones de liberación",
Y puede haber de muchas maneras, pero se puede afirmar
tranquilamente que su punto de partida, para los cristianos
más sencillos, es: "¡En el nombre de Cristo, aléjate Satanás!"
Jesús sólo expresaba mandatos directos, así como después
de Él los apóstoles. Además se pueden hacer oraciones de
alabanz a a Dios, plegarias de agradecimiento, oraciones
38
indirectas a favor de cierta persona, no está prescrita nin­
guna forma particular pues lo que cuenta es la fe.
Frente a una persona que pide su ayuda, un exorcista
debe saber discernir entre un mal psicofísico y un mal de­
moniaco. Para este fin, es indudable que debe tener mu­
cha experiencia para distinguir, debe orar para tener la luz
del Señor, precisamente porque no es corno un médico que
se basa en análisis, en diagnósticos clínicos. En cambio el
exorcista se basa en los síntomas; yo, personalmente, proce­
do de esta manera: lo primero es informarme si el asistido
ya fue visitado por los médicos, porque la primera sospe­
cha que surge cuando una persona tiene disturbios es que
se trata de males naturales. Por tanto, miro el éxito de las
visitas médicas y de sus cuidados y observo que no haya
dudas o contradicciones entre los varios médicos para de­
terminar el diagnóstico. Doy poca importancia a esto, no
mucha, porque muchas personas vienen con el exorcista
diciendo claramente que para ellos esta es su última salida,
luego de haber estado con muchos médicos, pero esto no
basta, porque sabemos que muchos males, especialmente
los psíquicos, todavía no tienen una cura adecuada y satis­
factoria, aunque no dejan de ser males naturales. Un factor
fundamental a conocer por un exorcista es si el asistido es
una persona que ora, por cuanto depende de ella, si es una
persona que va a Misa y trata de vivir la vida cristiana; de
hecho es inútil querer recibir oraciones y bendiciones si se
está lejos de los sacramentos, sería corno tomar a broma a
nuestro Señor, el pedirle que nos sane de un mal sin vivir
en su gracia. Por tanto, ante todo en cuanto sacerdote, el
exorcista invita y alienta a las personas a orar: se puede
liberar de males demoniacos sólo con oraciones y sacra­
mentos como han hecho muchos santos sin necesidad de
exorcismo, pero en cambio nunca se puede liberar úni­
camente con exorcismos sin oraciones y sin sacramentos.
Un síntoma muy indicativo que un exorcista observa en la
39
:p>ersona asistida es la presencia de aversión a lo sagrado,
de lo cual ya se habló antes. Otro factor importante es sa­
ber cuándo comenzaron los disturbios; si por ejemplo una
persona dice que comenzaron a aparecer cuando frecuentó
magos, sesiones espiritistas o sectas satánicas, también este
es un motivo de sospecha, insuficiente como solo motivo.
Algun as de las indicaciones más vistosas podrían ser: ha­
blar lenguas desconocidas, saber cosas ocultas, demostrar
una fuerza sobrehumana, pero también éstas en sí mismas
son insuficientes.
Otro fenómeno extraordinario que algunos dicen haber
encontrado, si bien no se trata propiamente de un síntoma
y hay muchas dudas al respecto de su autenticidad, es la co­
nexión con los difuntos. Aunque a mí nunca me ha pasado
algo semejante, en efecto, algunos exorcistas dicen haberse
topado con este fenómeno. No hay un criterio uniforme en­
tre los exorcistas, pero se considera que cuando a veces se
está seguro de estar en presencia de una posesión o un mal
demoniaco y aparecen personas que dicen nombres, apelli­
dos y mucho más, como ya ponía en guardia el viejo ritual,
son trucos y engaños del Demonio: es el Demonio mismo
quien se hace pasar por el alma de un difunto; como en los
diálogos que se tienen con él, el Demonio trata de embro­
llar, quizá acusando de haber entrado en una persona por
culpa de la suegra, quien hizo un mal de ojo, cuando en
realidad sólo trata de sembrar cizaña. Es necesario andar
con mucha cautela al prestar fe a estas cosas; normalmente,
nosotros creemos que las almas luego de la muerte, van de
inmediato al Infierno, al Purgatorio o al Paraíso y por tanto
no pueden vagar, pero hay casos que nos dejan perplejos.
En mi libro Exorcistas y psiquiatras publiqué el parecer de
14 exorcistas, italianos y extranjeros, todos de mucha au­
toridad, entre los cuales, una minoría afirma haber tenido
verdadero contacto con personas que estaban difuntas y
haber liberado primero al asistido de la presencia de estas
40
personas difuntas, no todas maléficas o malas, y luego del
Demonio. Pero todos los exorcistas afirman que se trata de
un problema del cual revelan la propia experiencia, no pre­
tendiendo en lo más mínimo ofrecer una explicación, ya
que pueden engañarse y ser engañados, y le pasan el dato
a los teólogos y a los biblistas para que lo profundicen.
A pesar del elenco de fenómenos extraordinarios arriba
expuesto, debo decir que sólo quien tiene una ignorancia
total acerca de este ministerio imagina que el exorcismo es
algo espantoso, traumático. Tal efecto puede verificarse en
los inexpertos presentes pero no en la persona afectada, si
en el transcurso del exorcismo o por añadidura al comen­
zarlo se manifiestan reacciones externas violentas o fenó­
menos extraños.
En fin, 'si luego de cotejar el caso hay varios motivos
de sospecha, yo procedo a un exorcismo, sobre todo para
diagnosticar más que curar, con sencillez y brevedad para
verificar si los fenómenos sospechosos se esconden o no en
una causa maléfica. Como quiera que sea, la única seguri­
dad al respecto de los fenómenos bajo sospecha es justa­
mente la pista que se obtiene con un exorcismo o una serie
de exorcismos por cómo se reacciona a ellos; la sanación
consecuente a una serie de exorcismos es el único signo
seguro de que se trataba de un mal demoniaco.
Quede bien claro que pongo el exorcismo en último lu­
gar de la eficacia, inmediatamente después de las oracio­
nes de liberación, entre los remedios a los cuales recurrir
contra la acción extraordinaria del Demonio. Durante un
exorcismo el crucifijo es ciertamente un instrumento po­
deroso, pero no siempre, porque las reacciones son extre­
madamente variadas: hay quienes no soportan el rociarlos
con agua bendita, en cambio a otros les es indiferente, lo
mismo vale para el crucifijo así como para el óleo del exor­
cismo y para las otras formas. Es necesario que el exorcista
41
sepa adaptarse a cada caso y descubrir cuáles son los pun­
tos signifi cativos para cada persona.
En definitiva y para resumir, la certeza de que la persona
efectivamente está liberada luego de un exorcismo, la cer­
teza del éxito del exorcismo, se tiene solamente cuando los
sufrimientos graves y fuertes que han atormentado hasta
ese momento a la persona golpeada por el Demonio, ce­
san definitivamente. Cuando estos sufrimientos terminan,
la persona se siente libre, siente la mente despejada y de
hecho es ella misma quien se da cuenta del éxito del exor- .
cismo. En el momento en que mis asistentes me comunican
este hecho, yo empleo cerca de un año para asegurarme de
tal liberación, porque a veces pueden verificarse resultados
falsos o temporales; pero en el momento en que me anun­
cian tal liberación, yo hago un exorcismo y si la persona ya
no tiene ninguna reacción, yo suelo decirle: "Agradece al
Señor, yo no tengo méritos".
. de Cristo. Por otra parte, María no es sólo madre del Re­
42
¿CÓMO DEFENDERSE DEL DEMONIO?
En presencia de males demoniacos siempre es bueno refor­
zar las propias actitudes y oraciones invocando para no­
sotros o para la persona afectada una intercesión. De entre
todos los posibles, tres son los que se podrían definir como
intercesores necesarios: el Espíritu Santo, el nombre de Je­
sús y María santísima.
A propósito de la Virgen María está bien hacer presen­
te un aspecto no secundario. Si como he precisado en las
páginas anteriores, todo fue creado en vistas a Cristo, por
lo cual en los planes de Dios ya estaba la encarnación del
Verbo (quizá como Triunfador y no como Salvador que an­
tes debió sufrir, pero ya como Triunfador está al centro de
la creación), el segundo ser pensado por Dios, luego del
primero que es la encarnación del Verbo, no puede ser otro
sino aquella en la cual el Verbo de Dios, la segunda persona
de la Santísima Trinidad, se encarnó. Desde el momento
posterior al pecado de Adán la encarnación adquirió esta
fisonomía particular por la cual Jesús vino como Salvador
y Redentor, y también María, su madre, fue asociada a este
papel, estando exenta de la culpa original justo en virtud
de los méritos de Cristo. María también es una creatura
humana que forma parte de la estirpe de Adán y por tan­
to, como tal estaría sometida a la culpa original, pero fue
liberada de ella preventivamente en vista de la redención
dentor, sino también colaboradora en Su obra redentora;
43
no por casualidad, los pintores y escultores representan a
la Inmaculada en el momento de pisar la cabeza de la ser­
piente, imagen del Demonio. Entonces, con mayor razón
hablamos de una poderosa intercesora.
Siguiendo el orden celestial, ciertamente son válidos in­
tercesores los arcángeles y los ángeles, que siempre inter­
vienen con sus legiones contra el Maligno; como razón para
esto nos baste pensar en el libro del Apocalipsis, donde se
relata (12, 7-9) que hubo una lucha en el cielo, de Miguel,
jefe de la milicia celestial, contra Satanás y sus ángeles re­
beldes; el arcángel prevaleció y los enemigos fueron preci­
pitados al infierno.
Hubo luego una batalla en el cielo, en la cual Miguel con sus
ángeles combatió contra aquel Dragón, el cual de su parte
combatió seguido de sus ángeles; pero no pudo triunfar, y ni
siquiera se encontró ya lugar en el cielo para él. Enseguida
fue despeñado el gran Dragón, aquella Antigua Serpiente que
también lleva el nombre de Diablo y de Satanás, el seductor
del mundo entero. Ese fue, pues, precipitado sobre la tierra, Y
sus ángeles fueron despeñados juntamente con él.
Por ello se suele invocar a Miguel arcángel en cuanto jefe
de las huestes angélicas; junto con él yo siempre invoco a
los ángeles custodios de todos los presentes, entre los que
obviamente no falta san Gabriel arcángel, que es mi patrono.
Con frecuencia se habla de san Benito como patrono de
los exorcistas, en realidad no está probado históricamente
que Honorio III lo haya nombrado como tal, pero como
hasta el momento no hay ninguno, lo invocamos a él, que
ciertamente era fortísimo en la lucha contra el Demonio.
San Benito era un monje, quizá ni siquiera sacerdote y cier­
tamente no era exorcista; el motivo de esta identificación
está en el hecho de que fue un grandísimo santo y demostró
una gran fuerza contra el Demonio, dado que con frecuen-
44
cia lo expulsaba, en particular su medalla tiene una notable
eficacia al contener muchas frases contra el Maligno.
Por lo que se refiere a los santos, cada exorcista invoca
a los que él es personalmente más devoto o a los cuales es
más devota la persona exorcizada. Un ejemplo práctico para
comprender mejor: uno de mis queridos colegas exorcistas,
que ejercita el ministerio desde hace 46 años, el padre Ci­
priano de Meo, siendo vicepostulador para la causa de bea­
tificación de un cohermano capuchino de nombre Mateo,
cuando lo invoca, siéndole devotísimo, tiene gran eficacia,
mientras que cuando lo invoco yo no es así, porque no tengo
la misma devoción que el padre Cipriano a este siervo de
Dios. Por tanto, se puede afirmar que no existen santos que
tengan una fuerza particular contra el Demonio, cierto que
todos los santos en cuanto tales la tienen, pero nosotros sólo
invocamos a los que somos más devotos.
Por lo demás, hay muchos casos de santos atormentados
por el Demonio. Entre los más emblemáticos, también por­
que se trata de una experiencia muy reciente, se encuentra
el de la hermana carmelita que es conocida corno la Pe­
queña árabe: sor María de Jesús Crucificado, de hecho, va­
rias veces en el transcurso de su vida, sufrió la verdadera y
propia posesión diabólica y tuvo necesidad de ser exorci­
zada para obtener la liberación. Por otra parte, conocernos
varios casos de santos, como Juan Bosco, el santo Cura de
Ars, el padre Pío, Gema Galgani, Ángela Foligno, don Ca­
labria y se podría seguir hasta el infinito, todos ellos con
vejaciones diabólicas de las cuales se liberaron gracias a la
oración y los sacramentos.
Los más importante por subrayar es que la Biblia nun­
ca nos dice que temamos al Demonio, porque nos asegura
que podemos y debernos resistirlo fuertes en la fe. La Biblia
dice sobre todo que debernos temer al pecado y combatien­
do al pecado se combate al Demonio, corno decía Pablo VI
interrogándose, en su famoso discurso acerca del Demo-
45
nio, del ]5 de noviembre de 1972, cómo se hacía para con­
trarrestar al Maligno: "Todo lo que nos defiende del pecado
nos defiende de Satanás". Nosotros sólo debemos temer el
no estar en gracia de Dios. Lo que significa confesarse, par­ ORACIONES CONTRA EL DEMONIO
ticipar en la Santa Misa, recibir la comunión y todavía más,
hacer la adoración eucarística y orar, especialmente con los
salmos y el rosario; todos estos entre otros, son los mejores
remedios contra la actividad extraordinaria del Demonio:
estaremos blindados si permanecemos en gracia de Dios.
También para el Demonio, más que poseer a las almas, es Padre nuestro
mejor hacerlas caer en el pecado, y no darles disturbios que
en última instancia sólo resultan en la santificación. De he­ Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu
cho los santos ofrecen sus padecimientos a Dios al punto · nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra
de que un gran santo como Juan Crisóstomo dice que el como en el cielo.
Demonio, muy a su pesar, es un santificador de las almas, Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras
porque es derrotado y porque al procurarle sufrimientos a ofensas, como también nosotros perdonarnos a los que nos
estas personas santas ellas los saben ofrecer al Señor y por ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
tanto hacen de ellos un mejor medio de santificación. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es con­

tigo, bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, peca­
dores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, ernbriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.

46 47
 Pasión de Cristo, confórtame.
Oh, mi buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No me permitas que me separe de ti.
Del enemigo malo, defiéndeme.
A la hora de mi muerte, llámame.
y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe y te
bendiga por los siglos de los siglos. Amén.
Salve Reina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura
y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspira­
mos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea,
pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus
ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstra­
nos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que sea­
mos dignos de alcanzar las promesas de Cristo. Amén.
Al Señor Jesús
Oh Jesús Salvador, Señor mío y Dios mío, mi Dios y mi
todo, que con el sacrificio de la Cruz nos has redimido y
vencido el poder de Satanás, te ruego me liberes de toda
presencia maléfica y de toda influencia del maligno.
Te lo pido por tu Santo Nombre, te lo pido por Tus San­
tas Llagas, te lo pido por Tu Cruz, te lo pido por intercesión
de María, Inmaculada y Dolorosa.
La sangre y el agua que brotaron de Tu costado descien­
dan sobre mí para purificarme, liberarme, sanarme. Amén.
48
A María
Oh, Augusta Reina del cielo y Soberana de los ángeles, a ti
que has recibido de Dios la misión de aplastar la cabeza de
Satanás, nosotros te pedimos humildemente que nos en­
víes legiones celestiales, para que bajo tu protección persi­
gan a los demonios, los combatan, repriman su audacia y
los arrojen al abismo. Amén.
A María Santísima
La Virgen María nos preserve a todos nosotros y a nues­
tras familias de los ataques del Maligno: físicos, mentales y
espirituales; e interceda ante su Hijo Jesús, a cuya palabra
de vida toda rodilla se dobla en el cielo y en la tierra. Aleja,
Virgen Inmaculada, las insidias de las tinieblas, cuyo falso
poder se quiebra impotente contra tu manto bendito, bajo
el cual todos tus hijos se amparan.
A San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro
amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedirnos suplicantes, y tu príncipe de la
milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder a Sa­
tanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos
por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Oración de liberación
Oh Señor, Tú eres grande, Tú eres Dios, Tú eres Padre, no­
sotros te pedimos por intercesión y ayuda de los arcángeles
49
Miguel, Gabriel y Rafael, que nuestros hermanos y herma­
nas sean liberados del maligno que los ha esclavizado. ¡Oh
santos todos, vengan en nuestra ayuda!
De la angustia, de la tristeza, de las obsesiones, nosotros
te pedimos: ¡Libéranos, Señor!
Del odio, de la fornicación, de la envidia, nosotros te pe­
dirnos: ¡Libéranos, Señor!
De los pensamientos de celos, ira, muerte, nosotros te
pedimos: ¡Libéranos, Señor!
De todo pensamiento de suicidio o aborto, nosotros te
pedimos: ¡Libéranos, Señor!
De toda forma de sexualidad mala, nosotros te pedimos:
¡ Libéranos, Señor!
De la división de la familia, de toda amistad perniciosa,
nosotros te pedimos: ¡ Libéranos, Señor!
De toda forma de maleficio, hechicería, brujería o de cual­
quier mal oculto, nosotros te pedimos: ¡Libéranos, Señor!
Oh Señor, que has dicho: "Mi paz les dejo, mi paz les
doy", por intercesión de la Virgen María, concédenos ser
liberados de toda maldición y gozar siempre de Tu paz.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oración de liberación
Señor, Dios omnipotente y misericordioso, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, expulsa de mí todo influjo diabólico de
cualquier espíritu maligno. Oh Dios, en el nombre de Je­
sucristo te pido romper todo lazo oculto y maligno que el
diablo tenga sobre mí. Derrama sobre mí la preciosísima
sangre de tu Hijo Jesús. Haz que su sangre inmaculada y
redentora rompa toda atadura sobre mi cuerpo y mi men­
te. Oh Santísima Virgen María Inmaculada, oh san Miguel
arcángel, me consagro totalmente a ustedes, intercedan por
mí y vengan pronto a ayudarme. En el nombre de Jesu-
50
cristo mi único ·Dios y Señor ordeno a todo demonio que
pueda tener alguna influencia sobre mí que me deje inme­
diatamente y para siempre. Por la flagelación, la corona de
espinas, la cruz, la sangre y resurrección de Jesucristo, por
el Dios verdadero, por el Dios santo, por el Dios que todo
lo puede ordeno a todo demonio que pueda tener influen­
cia sobre mí y sobre mi casa, que se aleje para siempre por
el nombre de Jesucristo, mi único Señor y Salvador. Amén.
Oración contra el maleficio (del ritual griego)
Señor, Dios nuestro, oh Soberano de los siglos, omnipo­
tente y omnipresente, Tú que has hecho todo y que todo
transformas con Tu sola voluntad; Tú que en Babilonia
transformaste en brisa las llamas del horno siete veces más
ardiente y que has protegido y salvado a tus tres santos
muchachos; Tú que eres doctor y médico de nuestras al­
mas; Tú que eres la salvación de quienes a Ti se dirigen. Te
pedimos e invocamos: nulifica, expulsa y pon en fuga toda
potencia diabólica, toda presencia y maquinación satánica,
toda influencia maligna y todo maleficio o mal de ojo de
personas maléficas y malvadas, obrado sobre tu siervo(a)
(nombre). Haz que en vez de la envidia y el maleficio ob­
tenga abundancia de bienes, fuerza, éxito y caridad; Tú,
Señor, que amas a los hombres, extiendes Tus manos pode­
rosas y Tus brazos altísimos y vigorosos y vienes a socorrer,
visita esta imagen Tuya, enviando sobre ella al ángel de
la paz, fuerte protector del alma y del cuerpo, que man­
tendrá alejado y expulsará toda fuerza malvada, todo en­
venenamiento y todo embrujo de personas corruptoras y
envidiosas; para que tu siervo(a) protegido(a) con gratitud
te cante: "El Señor es mi auxilio, no temeré lo que pueda
hacerme el hombre. No temeré al mal porque Tú estás con­
migo, Tú eres mi Dios, mi fuerza, mi Señor poderoso, Señor
51
de la paz, padre de los siglos futuros". Sí, Señor Dios nuestro,
ten compasión de Tu imagen y salva a tu siervo(a)(nombre) de
todo daño o amenaza proveniente de maleficio y protégelo(a)
de todo mal; por intercesión de la más que bendita, gloriosa
Señora, la Madre de Dios y siempre Virgen María, los resplan­
decientes arcángeles y todos Tus santos. Amén.
este momento pueda regresar en plena gracia, en completa
salud y en perfecta unión a la voluntad de la Santísima Tri­
nidad. Te lo pido, oh Jesús, por Tus méritos, por Tu Sangre
preciosa derramada en la cruz, por los dolores de la Virgen
Madre y por la intercesión del patriarca san José, para glo­
ria de la Santísima Trinidad. Amén.

Oración contra todo mal

Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu

Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, ar­
cángeles y santos del Paraíso, desciendan sobre mí: fúndeme,
Señor, plasma en mí, lléname de Ti, úsame. Expulsa de mí
las fuerzas del mal, anúlalas, destrúyelas, para que yo pueda
estar bien y realizar el bien. Expulsa de mí los maleficios, las
hechicerías, la magia negra, las misas negras, los amarres, las
maldiciones, el mal de ojo, la infestación diabólica, la pose­
sión diabólica, la obsesión diabólica; todo lo que es malo, pe­
cado, envidia, celos, perfidia; la enfermedad física, psíquica,
espiritual, diabólica. Quema todos estos males en el Infierno,
para que ya nunca puedan tocarme y a ninguna creatura del
mundo. Ordeno y mando, con la fuerza de Dios omnipotente,
en el nombre de Jesucristo Salvador, por intercesión de la Vir­
gen Inmaculada, a todos los espíritus inmundos, a todas las
presencias que me molestan, que me dejen inmediatamente,
que me dejen definitivamente y se vayan al Infierno eterno,
encadenados por san Miguel arcángel, por san Gabriel, por
san Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados por el
talón de la Virgen Santísima. Amén.

Libérame del mal

Señor Jesús, conozco el mal que ha sido hecho sobre mí,

sobre mi cuerpo, sobre mi trabajo, sobre mi familia, con tu
poder, por tu misericordia, por tu voluntad, haz que desde

52 53

ÍNDICE
Presentación
¿De verdad Satanás tiene poder?
¿Quién es Satanás?
¿Cómo actúa Satanás?
Los demonios
Los males demoniacos
Los ataques del Demonio
Las causas de los ataques
Síntomas de los ataques
El Hombre y el Maligno
Cristo vencedor de Satanás
El exorcismo en la Historia
¿Quién es el Exorcista?
¿Cómo defenderse del Demonio?
Oraciones contra el Demonio
Próxima novedad del
Grupo Editorial San Pablo, México
El Evangelio de María
5
del P. Amorth
~ Cyj través de 31 meditaciones bíblicas, una para cada día
9 ~ del mes, esta obra presenta a María como la mujer
11 que derrotó al mal. Es el quinto libro que el P. Amorth escribe
12 sobre María y la presenta como una mujer libre, quien acogió la
13 redención que el Señor le concedió como el camino que mues­
15 tra que el pecado no es necesario para ser libres. Partiendo de
15 los episodios bíblicos medita los misterios de la encarnación del
20 Hijo de Dios, obrada en María, y concluye cada uno con una re­
22 flexión para que el lector actualice en su vida diaria, las actitudes
25 de María de fe, castidad, alegría, etc. Ella es la primera discípula
29 que acogiendo la Palabra en su seno puede proclamar lo que el
33 Señor ha obrado en ella y que la presenta como camino de las
37 Bienaventuranzas para todos los pobres de Yahvé, que son el
.43 nuevo pueblo de Dios. A su ejemplo, podremos vivir la alianza
.47 en plenitud ¡desde el silenciol, e incluso en los momentos dolo­
rosos o de prueba, como cuando ella tuvo que ofrecer su Hijo
al Padre. Por eso ha sido glorificada y llevada a los cielos; sigue
presente en medio de nosotros como Madre de la Iglesia, cuyas
apariciones dan testimonio y nos llenan de esperanza como Me­
diadora de todas las gracias.
Espéralo pronto en nue~tra red de librerías San Pablo
y en nuestra librería virtual: www.sanpablo.com.mx