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Ni El estrangulador

ni el hombre total:
Manuel Vázquez Montalbán
y la historia de Boston

C
Txetxu Aguado teaches Span- on la publicación en 1994 de El estrangulador, Ma-
ish literature and culture at nuel Vázquez Montalbán vuelve por los derroteros
Dartmouth College. His de sus escritos “subnormales,” por aquellos escritos
work deals with post-utopian cuya innovación formal vanguardista producía textos inco-
narratives, aesthetics and
herentes, sin sentido, absurdos, no aptos para personas “nor-
politics in Spanish essay writ-
ing and national, postna-
males.” De hecho, respondían a una realidad cuyos parámetros
tional, and peripheral iden- sólo podían entenderse no desde la racionalidad, sino desde
tities. His recent book, La la más absoluta ausencia de la misma, desde la desorienta-
tarea política: narrativa y ción en las referencias culturales y políticas que hasta no ha-
ética en la España posmo- cía mucho habían marcado el período de la guerra fría. El
derna, deals with the ways intelectual o el escritor no hacía otra cosa que reproducir en
models of political articula- sus escritos la falta de armonía del mundo, que no era otra
tion in Spanish narrative que la de un sistema económico irracional en su mercan-
entail a recuperation of his- tilización de las relaciones humanas—y de sus productos
torical memory. The book
culturales—y en sus propuestas de un individualismo excesi-
also studies the roles that cul-
tural manifestations play in
vo. Entonces, al igual que en el momento de la escritura de
the articulation of civil soci- la novela—después de la caída del muro de Berlín en 1989 y
ety. la hegemonía del modelo neoliberal, acontecimientos que
no han sino exacerbado las tendencias de los años 70—el
autor entra de nuevo en la subnormalidad para llamar la
atención sobre un mundo cuya figura más lúcida es un es-
trangulador.1
Tomando como punto de partida al verdadero estran-
gulador de Boston de los años 60, Vázquez Montalbán
reescribe a Albert DeSalvo, protagonista de la novela, en sus
asesinatos y en las interpretaciones psiquiátricas a las que el
personaje dio lugar. Analizaré esta novela como un ejercicio
exagerado de puesta en práctica de lo singular individual,
por parte de DeSalvo, con total olvido de lo público y de lo

Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies Volume 8, 2004


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universal (Camps 77). Siguiendo a Victo- trangulador se vuelca sobre sí mismo, sobre
ria Camps, plantearé que si el estrangula- su interioridad y sobre sus deseos íntimos,
dor es un sujeto escindido entre lo privado buscando su afirmación a toda costa. Los
y lo colectivo, la superación de su fragmen- demás se han acabado convirtiendo en re-
tación necesita de la articulación de un suje- presentantes de una configuración de lo
to racional y moral, capaz de integrar ambas social que le desagrada profundamente.
esferas en una sociedad civil más enfocada Asesinarlos es librarse de una de las mayores
hacia la convivencia pacífica en detrimento limitaciones, y competencias, a su autono-
de la puesta en práctica de fantasías excesi- mía individual. Por otro lado, en la novela,
vas de lo individual. Si se quiere dejar de las insatisfacciones a nivel personal no obe-
lado el asesinato como práctica vital, el es- decen a las imperfecciones del modelo social
trangulador debe salir de sí mismo para bostoniano—es decir, a la imposibilidad de
reconocer a los que le rodean, compatibili- expresión de una problemática personal le-
zando su singularidad con la de los demás, gítima fuera de lo que Boston permite—sino
como reclamará Josep Ramoneda, recono- solamente a disfuncionalidades en la cons-
ciendo en el otro no al enemigo sino al titución psíquica de los sujetos. El rechazo
aliado. Ésta es una de las características del de la organización social por parte del es-
sujeto moral como lo entiende Victoria trangulador sólo se entiende como proble-
Camps, a las que añadiré lo que para Alain ma psiquiátrico, ya que su sociedad se pre-
Touraine es condición necesaria en la cons- senta como inigualable en su constitución
titución de la identidad del sujeto: la histori- y funcionamiento. Ello marginaliza la insa-
zación de la sociedad en la que actúa me- tisfacción personal y la reduce a enfermedad
diante la recuperación de la memoria del mental. En la novela, la terapia psiquiátrica
pasado. El resultado es que el sujeto moral constituye un apuntalamiento y justificación
no estrangulador no plantea su proceder en de la sociedad que, sin embargo, ha produ-
los dos términos de la dicotomía que dan cido seres como el estrangulador.
título a este trabajo—entre el enclaustra-
miento total dentro de sí mismo y el “hom- Los estrangulamientos
bre nuevo” de las ideologías finalistas—lo
cual supone alejarse de la utopía en cuanto Albert DeSalvo comenzará relatando
expresión absoluta del deseo ya sea perso- desde las primeras páginas los asesinatos
nal o colectivo. Desde esta perspectiva, es- perpetrados principalmente contra aquellas
tudiaré la novela como la constatación de la mujeres que le rodean y que han configura-
subnormalidad en el mundo, que produce do su forma de ser. Lo femenino amenaza a
estranguladores, y de la reflexión intelectual DeSalvo, como dice en el informe psiquiá-
y vital para escapar de ella. trico escrito sobre sí mismo, sobre Albert
¿Cómo se caracteriza este mundo Cerrato,2 al final de la novela:
bostoniano de la ficción? A nivel social, se
ha eliminado la posibilidad de acción junto Mujeres reales, imperfectas, trai-
con los demás y, como resultado, éstos no doras o presuntamente traidoras
son más que obstáculos a la hora de expre- desde la misoginia latente en
sar el deseo individual, en lugar de ser los Albert Cerrato, desde niño propen-
compañeros de la acción política. Así, el es- so a la misofobia que puede estar en
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el origen de su terror específico a su adolescencia, el estrangulador construye


todo contacto con la otredad feme- a Alma como la imagen de la mujer desea-
nina como amenaza. (Estrangulador da, como aquello que no le ataca. Su pecho
254) derecho, de una perfección resaltada por su
asimetría con respecto al izquierdo, es el
La otredad femenina cuestiona el imagina- fetiche sexual que le permite afirmar su yo
rio particular del estrangulador y, al mismo no mutilado. Así, Alma representa el acce-
tiempo, atrae hacia ese imaginario, en un so sin obstáculos al alma del estrangulador,
doble proceso de atracción y repulsión. La a su unidad íntima, siendo ella misma el
amenaza surge en este atraer y repeler, en anhelo de una visión de lo social sin
ese prometer unidad y negarla a la vez, pues discontinuidades entre el yo y el otro. Es la
todas las mujeres le atraen para alcanzar su otredad identificadora frente a las otras vi-
deseo, pero le repelen al negarse a su instru- siones de las mujeres, y de lo femenino en
mentalización. Desde el machismo inheren- general, que convertidas en lo extraño no le
te al estrangulador se idealiza a la figura fe- devuelven al estrangulador una imagen
menina otorgándole el papel de redentora unitaria, sino fragmentada.4 En una vuelta
de sus males. Pero, como apunta Kaja de tuerca humorística, Alma acaba casán-
Silverman, también la figura femenina se dose con el tendero local, Cantijoch, dan-
encuentra culturalmente codificada y, por do al traste con esta vía de encuentro.
lo tanto, El asesinato de los demás es sólo uno
de los polos de actuación del estrangulador.
es absurdo asumir tanto que la mu-
El otro es el entramado simbólico de Boston
jer está fuera de la significación,
como que su sexualidad está menos y los psiquiatras que lo justifican. Frente a
organizada culturalmente o reprimi- los asesinatos cometidos por DeSalvo, los
da que la de su correspondiente mas- psiquiatras tratan de explicar el porqué de
culino. (189)3 su manía asesina para establecer una tera-
pia de curación. Quieren conducir a DeSalvo
Desde su madre hasta las vecinas de al reconocimiento de su personalidad psi-
su casa, desde críticas literarias hasta contor- cópata, aunque sus intentos chocan con la
sionistas de circo, todas ellas sufren la mis- fuerte resistencia de éste a dejarse apropiar
ma suerte al ser asesinadas metódicamente. por su discurso. En contraste con los con-
DeSalvo también asesina a sus padres, a su ceptos de enfermedad mental y de terapia
profesor en la escuela, a sus supuestos hi- restauradora de una personalidad “normal,”5
jos, y hasta a algunos de los psiquiatras el estrangulador presenta sus asesinatos
involucrados en su tratamiento. Todos los como expresión de la búsqueda de un espa-
asesinados tienen en común el negarle la cio para su deseo de afirmación. Este espa-
libre expresión y desarrollo de lo que él con- cio de plenitud y de encuentro con su yo
sidera su yo, su mismidad. Esta mismidad recibe el nombre de la Ciudad y es la territo-
viene expresada como unión con Alma—la rialización misma del encuentro imagina-
vecina de su infancia y el otro polo de la rio con Alma.6 La Ciudad se opone a Boston,
misoginia del estrangulador—al ser enso- trasunto de Barcelona, el otro territorio
ñación idealizada en oposición a la visión donde el estrangulador lleva a cabo sus ase-
más mundana sobre las otras mujeres. En sinatos.7 Boston es el territorio de la lucha
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por mantener la identidad del sujeto, mien- no sabemos si el estrangulador se ha inven-


tras que la Ciudad es el terreno de la iden- tado todas o sólo algunas de las ficciones
tificación primordial, de la unión con estranguladoras con las que se construye a
Alma, “ciudad placenta, ciudad madre” sí mismo. Estamos en presencia de un na-
(Estrangulador 258). Boston, “es el mun- rrador esquizofrénico (Estrangulador 19),
do, este mundo actual que es un mundo cuyos delirios en la novela se manifiestan
austrohúngaro, un imperio caído y sin apa- en un desdoblamiento, entre lo deseado y
rente finalidad” (258), el mundo de la frag- lo realmente sucedido, dentro del cual el
mentación, de la crisis del yo. Los paisajes lector carece de las guías para establecer los
artificiales de la Ciudad gritan “¡SUBVER- hechos reales. Ciertamente, como señala
SIÓN!” (149), la subversión de lo repre- Mari Paz Balibrea “a un mundo subnormal”
sentado por Boston. como el de Boston “le corresponde una li-
En la segunda parte de la novela,8 el teratura subnormal” (53).10 Tal es el grado
estrangulador aparece recluido en una ins- de subnormalidad, de incoherencia en lo
titución penitenciaria reflexionando sobre contado, que será el propio estrangulador
la primera parte donde se han relatado sus quien tenga que poner orden en su contar
fantasías asesinas. Sus asesinatos no le han al escribir el informe psiquiátrico sobre sí
servido para mucho. Casi todos ellos no han mismo al final de la novela. Aunque ahora
sido más que una ficción elaborada para al- la propia escritura del informe apunte a la
canzar ese espacio imposible de felicidad objetividad del análisis científico, no se ha
materializado en la Ciudad. Por si ello fue- de olvidar quién la escribe.
ra poco, también los psiquiatras que ahora Destacan entre las estrategias de es-
le atienden elaboran ficciones falsas, otor- critura subnormal utilizadas en El estrangu-
gando, por ejemplo, a DeSalvo una esposa lador el humor y a la ironía, el sarcasmo
e hijos imaginarios.9 Quieren devolverle a muchas veces, para envolver en una mara-
la normalidad, a una entendida ya, incluso ña de ambigüedades 11 el significado de
por los psiquiatras, como elaboración, como muchos de los objetos o ideas sobre los que
una construcción más para integrarle en el se ejercita. No puede dejar de verse el uso
mundo sociopolítico llamado Boston en la de la ironía y del humor presentes en el re-
novela. Quieren en realidad, integrar al es- lato, como una manera particular de sub-
trangulador en las ficciones de Boston, en vertir el lenguaje, de reformularlo, en un
los imaginarios que lo presentan como una intento de hacerle expresar algo distinto a
sociedad no de la pérdida del yo sino de su los sentidos ya conocidos de Boston. Al me-
felicidad. nos, el tratamiento liviano mediante el hu-
Pero es difícil saber cuánto hay de ver- mor de temas “serios,” llamará la atención
dad en lo que la primera persona de la na- sobre los mismos como una construcción
rración, el estrangulador, nos cuenta. De más, como una posibilidad más de expre-
manera similar a los escritos subnormales sión, y no la única. El lenguaje así definido
de Vázquez Montalbán, el narrador no trans- mostrará Boston en su “verdad,” al no pre-
mite la verdad, o la transmite bajo la pers- sentar lo que sólo es fragmentado como
pectiva de la subnormalidad, presentándola unidad. Por eso el humor en la novela es
deformada en un punto de vista subjetivo subversivo, porque busca nuevos recovecos
donde no puede saberse si lo que se cuenta de significación en las palabras y en la cons-
ocurre o no en la realidad de la ficción. Así, trucción de la realidad que éstas formulan.
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Boston y el otro capaces de expresar la reconciliación de


Camps. No se trata ahora de volver a una
Esta sociedad bostoniana que el estran- gran narrativa de integración, sino de posi-
gulador conoce es una estática, constituida bilitar los caminos para aunar los intereses
sobre leyes presentadas como inmutables, y particulares y los comunitarios en acciones
explicadas por el psicoanálisis en la forma- individuales que recojan las colectivas, y
ción de la psique humana. Su devenir his- alcancen lo que interesa a todos para esta-
tórico no se conoce. El cambio no se con- blecer una noción de bien común.
templa porque se presenta a sí misma como No es ésta una tarea tan difícil como
ideal. Otorga a los individuos que la com- pudiera parecer, pues para Camps “lo que
ponen unos parámetros de conducta muy caracteriza la filosofía moderna es la uni-
estrechos, una ficción sobre el comporta- versalidad y el individualismo” (61), es de-
miento adecuado, consecuentes con la per- cir, no su oposición como en la novela, sino
petuación del modelo que la define. Estos su conjugación. Ejemplos de la unión de
parámetros permiten la supervivencia y ambos principios serían tanto el imperativo
adaptación del sujeto al estado de cosas moral de Immanuel Kant como el contrato
dado, sin cuestionar nunca nada hasta el social de David Hume. Ambos regulan al
extremo de pensar en cambiarlo. sujeto como entidad ética que dirime entre
Lo que quisiera analizar ahora, en re- distintas alternativas y negocia las restric-
lación a la novela de Vázquez Montalbán, ciones a su libertad individual por parte de
es cómo evitar el surgimiento de los estran- los agregados sociales donde desarrolla su
guladores sin hacer apología del entramado vida, y que no sólo le limitan, sino que a
social bostoniano. Dicho con otras palabras, veces también le protegen. Camps señala
de cómo conseguir “la reconciliación de la que con la ley moral Kant “[p]retende mos-
autonomía individual y la autonomía pú- trar que lo individual y lo universal pueden
blica, que no es otra cosa que la reconcilia- unirse en un mismo acto de la voluntad”
ción de lo singular y lo universal” ( Camps (64), y con ese acto de la voluntad se funda
77), que en la novela se presentan en abier- el contrato social, estableciendo el estado—
ta contradicción dada la pasión asesina de o a Boston como imagen del estado en la
su protagonista. Y conseguirla a pesar de novela—en teoría sólo para defender la li-
las dudas de Touraine sobre la existencia de bertad individual de los abusos y la opre-
pautas o principios de integración de lo in- sión del más fuerte.
dividual en lo colectivo: Tanto el imperativo moral como el
contrato social son instancias de la volun-
[E]n el momento actual yo diría […] tad racional. Ambas están ausentes del
que no existe ya principio general de mundo del estrangulador Boston. Ni hay
integración de lo privado con lo pú- imperativo moral en el asesinato ni hay un
blico […] no existe ya Institución, contrato social suficientemente fuerte como
Valor o Creencia capaz de producir para garantizarle un mínimo nivel de segu-
esa integración. (22) ridad y desarrollo personal. Así, el proble-
ma del estrangulador se define entonces
Ésta es la otra parte del problema de DeSalvo. como el de un exceso de irracionalidad,
En Boston han desaparecido las institucio- como ausencia del acto de voluntad racio-
nes, los valores o las creencias de Touraine nal para perseguir aquello que es bueno para
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él y para los que le rodean. Pero también es íntimas. No encuentra un modelo para au-
un problema social, pues el contrato social nar lo privado con lo público, ni para inser-
en Boston no da pie a la expresión de una tarse en lo social, porque su configuración
mínima problemática individual. simbólica le exige la renuncia total a su de-
Si, por un lado, la voluntad ha de se- seo, legítimo por muy descerebrado que éste
guir los esquemas propuestos por la razón y pueda ser. El asesinato no es el efecto de los
encauzarse por lo que dicta como válido, contenidos muchas veces imposibles de su
asesinar entonces es irracional. No obstante, deseo, sino el resultado de no encontrar cómo
el estrangulador no participa en la elabora- ponerlos en práctica, cómo atemperarlos y
ción de prácticas concretas de lo racional en sujetarlos a lo razonable, dada la subnorma-
Boston. Es ajeno a aquellos intelectualmen- lidad imperante en Boston. Esta problemá-
te más preparados y que por sus propias cir- tica se desarrolla en dos tensiones distintas
cunstancias vitales tienen más experiencia, en el relato.
o el tiempo disponible para poseerla, para Por un lado, si para Josep Ramoneda,
establecer el modelo de racionalidad y sus “El temor al ‘otro’ favorece la cohesión na-
supuestos valores universales. Por otro lado, cional en torno al poder y hace que la ciu-
el mundo bostoniano y los psiquiatras que dadanía sea menos exigente con los que
atienden al estrangulador proponen mode- gobiernan” (20), en la novela éste no perte-
los únicos de una determinada “racionali- nece a una comunidad distinta. El temor al
dad,” más bien de una determinada subnor- otro del estrangulador no produce una de-
malidad. No se está hablando ya de que la fensa del orden estatal, sino su eliminación
posición ocupada en las relaciones sociales porque el otro representa mejor que nadie a
de producción determina la noción de lo Boston. Matar al otro es hacer desaparecer
racional y el modelo del mismo, sino que a Boston, eliminar lo que impide la utopía
de las elaboraciones de la razón “oficial” personal. El estrangulamiento no es sólo
pueden estar excluidas ingentes cantidades asesinato despiadado, sino también destruc-
de personas, como el estrangulador. Por ción de las representaciones del poder ins-
supuesto que en este último escenario se está critas en el cuerpo físico de los otros. Los
a un paso del totalitarismo, expresado como asesinatos no se dirigen contra los grandes
modelos de razón y de lo racional únicos y principios sustentadores de la sociedad, sino
exclusivos, y de la imposición de las “bon- contra la materialización simbólica en carne
dades” de modelos de vida a aquellos que y hueso de esos principios. Aquí se incluye
no tienen oportunidad de rechazarlos o no también el de la razón y el de la racionalidad
sienten ningún interés por ellos, como el que los otros ponen en circulación social
estrangulador nuevamente. Si no queda más con su comportamiento o con sus opinio-
remedio que asumir la supuesta clarividen- nes. Toda la primera parte de la novela,
cia de una razón pensada por otros, se está “Retrato del estrangulador adolescente,”
a un paso de su instrumentalización.12 recoge este deseo de plenitud absoluta al
Como consecuencia de la ausencia de margen del espacio vital de los demás.
un criterio de racionalidad en Boston o, en En la segunda tensión, como señala
otras palabras, dado lo subnormal en su Ramoneda en otro contexto, “El enemigo
configuración, el estrangulador recurre al es el ‘otro,’ el que pone en peligro la propia
asesinato para llevar a cabo sus fantasías ‘mismidad,’ sea la amenaza real o inducida”
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(20). Cuando el estrangulador vuelve la vista del petrarquismo y ha situado su


hacia los demás y no le ofrecen una vía de ideal amoroso a demasiada distan-
reencuentro con la mismidad perdida, es cia de sus posibilidades terráqueas
decir, con su yo y con lo por él deseado, el […] se ha tomado muy a pecho esa
educación basada en el absoluto y
estrangulador siente impulsos de muerte
el acceso al paraíso, cimentada so-
para matar a la otredad negadora. El asesi-
bre las enseñanzas de la Iglesia Ca-
nato es la eliminación de la necesidad de la tólica, el Partido Comunista, [y] las
pérdida de lo deseado, de la pérdida del yo, películas de Hollywood traficantes
y, por lo tanto, del mundo necesitado de la de la droga del ‘happy end.’ (Estran-
misma. Lo deseado se exige en el ahora, sin gulador 209)
dilaciones que lo sitúen en el terreno de la
posibilidad en un futuro. El sujeto estran- La pasión asesina es el resultado de no po-
gulador no consigue con el amor hacia Alma der vivir del todo los afanes redentores de
o con el reconocimiento de los otros, desa- las ideologías finalistas, ya se trate del final
rrollar una identidad para su yo. El resulta- feliz hollywoodiense, el paraíso católico o
do es un intenso sentimiento de frustración. la utopía socialista. El estrangulamiento es
La desafección hacia el otro, lo es ha- la aceptación de la imposibilidad de vivir
cia Boston porque lo representa, pero tam- en lo absoluto, su sustitución, casi su su-
bién hacia los que no acompañan al es- plantación, aunque no su negación.13 El
trangulador en su batalla. El propósito del asesinato, para DeSalvo, tiene la “virtud”
estrangulador no es derrocar el orden social de ser una vía rápida de encuentro con el
con una ideología sustitutoria como alter- absoluto y con el paraíso, sin esperas siem-
nativa global. Al no ser capaz de articular pre prolongadas o pospuestas a un futuro
un sistema político distinto al bostoniano, indeterminado.
el asesinato no será más que la confirma- En la segunda dinámica, el individua-
ción palpable de la imposibilidad de esca- lismo asesino es también la respuesta a un
par a la subnormalidad. La acción del es- mundo que no propicia la esperanza en nin-
trangulador no es propiamente política en gún tipo de mejora, ni siquiera como posi-
este primer momento, es decir, enfocada bilidad ilusoria. El propio estrangulador,
hacia lo colectivo, sino personal, centrada ahora refiriéndose a sí mismo como Cerrato,
en sí mismo. dirá:

Las soluciones transitorias [que] no vive en un mundo que le


propicie ninguna clase de optimis-
mo ético colectivo; al contrario, el
El estrangulador es la consecuencia del
canibalismo no sólo es un referente
fracaso, o del desencanto si se quiere, de ético metafórico, sino una posibili-
dos dinámicas en juego. En la primera, sus dad fundamental de supervivencia
opciones vitales están insufladas de expec- no corregida por ninguna esperan-
tativas demasiado elevadas. Cree firmemente za. (256)
en el acceso al paraíso y en la realización de
la utopía en el presente mediante el amor. Al haber perdido la esperanza, entendida
Como explica uno de los psiquiatras que le como mejora individual dentro de lo colec-
atienden, es la víctima tivo, al no ser capaz de pensarse junto con
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los demás, el sujeto se repliega hacia sí mis- la calle. A ese decorado al servicio
mo, hacia lo privado. El proceder ético se de una ciudad sustituida, en la que
reduce a la búsqueda individual y al “cani- no me queda ni memoria ni deseos.
balismo” frente a los demás. Nada que ver (208)
con la búsqueda del bien común desde un
acto de voluntad que se quiere más o me- No quiere salir al lugar donde ya ha estado,
nos racional. La frustración con los mode- a una ciudad que no ha propiciado el en-
los utópicos y la incapacidad para concebir cuentro con su mismidad que los estrangu-
mejoras colectivas fuera de ellos, es el re- lamientos deberían de haber favorecido. Ha
sultado del “fracaso […] de concebir la espe- de encontrar un camino hacia una ciudad
ranza como una utopía concreta en devenir” no sustituida, donde los deseos habiten su
(256), es decir, como un objetivo concreto— propio espacio.
en oposición al más difuso de los finalismos Mientras esa ciudad se construye, o
utópicos anteriores—a alcanzar progresiva- quizás porque nunca llegará a materializar-
mente sin nunca llegar a colmarlo del todo. se, el estrangulador adopta la posición del
El mundo personal en el cual vive “autista preclaro”: “desde hace diez años he
Cerrato reniega de esta utopía en devenir. decidido ser consecuente con los placeres
Su problema es el olvido de caminos inter- de un autista bien entendido, pacífico, cons-
medios al haber asumido uno de los térmi- tructivo” (178). Al así hacerlo, reconoce el
nos de la oposición que él mismo plantea: carácter ficticio de casi todos sus asesina-
“No hay término medio. O el estrangula- tos, y ciertamente del estrangulamiento
dor o el hombre total. Sólo el estrangulador como posibilidad de realización del deseo.
ha existido, desde su angustia y desesperanza ¿Pero han sido realmente ficticios los ase-
hacia la llegada del hombre total” (Estran- sinatos? No lo sabemos con total exactitud.
gulador 237). Olvidado del hombre total Si la escritura subnormal se reconoce en la
invocado por las utopías de más arriba, surge innovación formal vanguardista, el conte-
el estrangulador. No hay posiciones inter- nido también se somete a experimentación,
medias y más humanas entre ambos térmi- elaborándose historias dentro de historias
nos y, entonces, al haber despachado sin con estranguladores que se reescriben como
miramientos el sueño de la esperanza no autistas preclaros, que se vuelven a reescribir
queda otra cosa que el comportamiento del a sí mismos desde las convenciones textua-
hombre como un lobo para el hombre, les de un informe psiquiátrico. ¿Dónde in-
como diría Thomas Hobbes (259). troducir un criterio de discriminación para
No obstante, en la segunda parte de establecer siquiera una verdad transitoria?
la novela, el estrangulador ha terminado en En cualquier caso, el autismo no es
la cárcel a resultas de los probables asesina- solamente un desorden neurológico en la
tos de sus padres y su vecina. Acepta su re- novela, sino una opción. En palabras del
clusión como el único estado posible de vida informe psiquiátrico escrito por el estran-
para él, y no pretende salir de ella: gulador sobre sí mismo:

¿Salir? ¿A la calle? Incluso en los mo- No estamos ante un caso de autismo


mentos de máxima obcecación y convencional […] sino de un au-
delirio no conseguía encontrar el ca- tismo voluntario, teorizado, inte-
mino de un sí contundente. Salir a lectualizado, connotado, asumido,
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interiorizado, es decir, el señor de instalación—casi podríamos hablar aquí


Cerrato se ha convertido en la en- de universos de defensa, como el “autismo
carnación de una posible voz ‘autis- preclaro” del estrangulador—no pueden fi-
mo.’ (251) nalmente ser soluciones definitivas. El
autismo implica un posicionamiento de
El autismo es una opción intermedia entre observación retirada y de incomunicación
los estrangulamientos y la aceptación del en un mundo insatisfactorio. La lucidez,
imaginario bostoniano que los psiquiatras aunque sea la del autismo preclaro, recono-
tratan de imponerle o, dicho de otra mane- ce el problema pero no reconstruye el teji-
ra, es el único posicionamiento viable para do social del sujeto y, por lo tanto, no eli-
rechazar al mismo tiempo tanto Boston mina del todo la necesidad del asesinato en
como el asesinato. un sitio político como Boston.
Sin embargo, y en palabras de
Ramoneda nuevamente: “Si la supresión de
la intimidad es totalitaria, la reducción a la
La superación del dilema
intimidad,” como es el caso con el autismo
preclaro, “también lo es porque rompe el DeSalvo trata de escapar del callejón
vínculo político, es decir, el reconocimien- sin salida al cual le ha conducido la ficción
to de la condición de ciudadano que el Es- de sus estrangulamientos. El autismo no
tado debe al individuo” (74). Si el estran- ayuda a resolver la tendencia al asesinato;
gulador no puede encontrar la vía hacia su en el mejor de los casos, confinan al sujeto
mismidad, tampoco el aislamiento dentro “enfermo” a un espacio de relativa toleran-
de sí, su autismo, expresa mejor su deseo. cia por parte de la psiquiatría. La cárcel, o
Se ha roto el vínculo político y, por lo tan- la institución psiquiátrica, desde donde el
to, la articulación de un yo o, lo que es lo estrangulador asume el fracaso de su ficción
mismo, de una identidad personal para el asesina en la segunda parte de la novela, es
estrangulador, se le niega desde el estado— este espacio de confinamiento. Si el estran-
en este caso desde Boston—y por eso se le gulador es fruto de una determinada prác-
recluye en el hospital psiquiátrico. tica social, de una determinada manera de
La constitución de un posible sujeto influencia de lo social en la psique huma-
DeSalvo iría encaminada por la búsqueda na, su respuesta ha de abarcar y cambiar los
de equilibrios estables, al menos temporal- parámetros sociales. Como no podía ser
mente, entre lo íntimo y lo público. Nin- menos, los psiquiatras, acusan al estrangu-
guna inclinación totalmente a favor de uno lador de sociologista, pero también de mi-
de los lados puede producir sujetos “sanos.” sántropo:
Si se prima absolutamente la intimidad, se
‘Sociologista de mierda,’ he oído
cae en el narcisismo estrangulador o, en el
como me califican cuando no me
mejor de los casos, en el autismo; si se pri-
hacen el paripé y hablan de mí como
ma exclusivamente lo público, suprimién- expediente penitenciario 1988/712.
dose la intimidad, se cae en la justificación, He oído que a veces me llaman, des-
y legitimación, del mundo social de Boston pectivamente, aprendiz de misántro-
que ha producido al estrangulador. La crea- po, es decir aprendiz de odiar a los
ción de universos personales de actuación o hombres. (Estrangulador 43)
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La misantropía atestiguada en el es- cuando el individuo reconoce los débitos


trangulamiento es la respuesta de Cerrato a contraídos con la comunidad en la que nace
la dificultad de articulación “sociologista” y cuando es capaz de articular su proyecto
de sus problemas en el mundo bostoniano, vital en los proyectos comunitarios. La re-
de la imposibilidad de encauzar su deseo conciliación funciona cuando la comuni-
personal en el terreno de lo político. Si las dad no disuelve lo individual, y cuando lo
actitudes de autista preclaro pueden ser so- individual no disuelve a la comunidad.
luciones circunstanciales, carecen de la El estrangulamiento es una forma ex-
perspectiva histórica que el estrangulador trema de afirmación personal en contra de
reclama para sí frente a sus psiquiatras (43), lo comunitario que lo niega. El estrangula-
es decir, no ponen al descubierto las interre- dor no reconoce al otro en su singularidad,
laciones entre una determinada configura- sino sólo en su generalidad, en la función
ción social y la aparición de estranguladores. única de representante de lo que oprime.
Su respuesta ha de abogar por un sujeto dis- Ha habido estranguladores de muchas cla-
tinto, superador del dilema entre el anhelo ses y todos ellos han tenido en común el
del “hombre total” o el estrangulador, así asesinato, la fría “geometría”14 aplicada al
como superador del orden social bostoniano exterminio del otro, en contra de la compa-
¿Cuáles serán las características de este su- sión reclamada por Cerrato en la segunda
jeto y de la visión histórica reclamada? parte de la novela (258). A la geometría es-
Me dispondré a analizar al sujeto. Para tranguladora se le puede oponer, como se-
Camps: ñala José María Mardones, que:

Si el individualismo trascendental sólo mediante la solidaridad como


nos daba un sujeto indeterminado, compasión se puede avistar un futu-
poco empírico, el de ahora es de- ro sin barbarie y un presente más
masiado empírico para que pueda justo y solidario. […] Una compa-
trascender sus estrictos intereses y sión que no es sentimiento blando,
necesidades. (75) sino la aceptación de la dependencia
que tenemos respecto a los que no
El sujeto de ahora para la autora, así como gozaron de felicidad ni, quizás, de la
el estrangulador de la primera parte para condición de seres humanos. (37)
Vázquez Montalbán, está demasiado cen-
trado en sí mismo como para preocuparse Los asesinados, aunque sea en la ficción,
de lo que ocurre alrededor a otros sujetos y, son tan víctimas de Boston como el estran-
en este sentido, no puede ocupar el centro gulador. La compasión es el valor donde se
de la resolución del conflicto entre lo perso- reconoce el sufrimiento del otro formando
nal y lo social; es demasiado empírico. Por parte del dolor personal del uno y donde,
ello, el nuevo sujeto moral ha de ser un ciu- por lo tanto, el otro deja de ser enemigo
dadano capaz de integrar lo propio y lo aje- para pasar a ser si no el amigo, al menos el
no, ser capaz de “reconciliar la autonomía compañero solidario.
individual y la autonomía pública” como El sujeto alternativo al estrangulador,
ya nos decía Camps en un principio (77). compasivo, merodea por la definición de
Esa reconciliación sólo puede tener lugar Touraine:
Txetxu Aguado 33

[U]n Sujeto es siempre libertad e Hacia ese futuro imperfecto, sugiere el es-
historia, un proyecto y una memo- trangulador al final de la novela, debe ca-
ria. Si sólo es un proyecto, ya sea minar el sujeto moral, hacia allí donde rei-
individual o colectivo, se diluye en ne una poesía de escala humana en contra
sus logros y desaparece en ellos; si de la poesía de futuros divinos prometidos.
sólo es una memoria, se convierte
en comunidad y es dominado por
los guardianes de la tradición. La memoria y la historia
(289)15
¿Por qué el estrangulador reclama la
El sujeto moral de Camps no se articula ni historia, o lo que Touraine denomina con-
en el proyecto de salvación individual del juntamente memoria e historia? Contesta-
estrangulador, ni en la salvación colectiva ré a esta pregunta después de un pequeño
de Boston, ni tampoco en el autismo pre- circunloquio. El primer paso hacia ese fu-
claro. Necesita del conocimiento de lo que turo imperfecto de más arriba, es el cues-
hay en cada uno de nosotros de los demás— tionamiento de Boston, pero también de
la historia y la memoria—al mismo tiempo Barcelona, o de lo europeo en general. En
que necesita de la libertad para establecer el contexto cultural donde la novela se ha
proyectos de futuro. Si sólo es un proyecto publicado, el presente se ha erigido en una
personal, caemos en el narcisismo indivi- categoría absoluta de interpretación, insta-
dualista; si sólo es una memoria colectiva, lado en un círculo vicioso de autorreferen-
estamos en la aceptación de los imaginarios cialidad. Cualquier problemática asociada
sociales, culturales y políticos de Boston. La a cuestiones de moral, ética o política plan-
integración de la “libertad e historia” de teadas en esta situación tiende, por una
Touraine se entiende como tensión cons- parte, a ser relativizada, desactivándose su
tante y no definitiva entre las fuerzas que potencial creativo, y quizás subversivo, para
priman lo individual y las fuerzas que pri- diseñar el horizonte futuro de una socie-
man lo colectivo, entre la pasión y la razón, dad. Si todo se relativiza, por otra parte, si
entre lo privado y lo público estatal, entre cualquier discurso se reduce a una opinión
lo natural y lo cultural, y, podría decirse, más entre las posibles, la instancia última
entre las pulsiones de la “ficción” asesina y de elección van a ser las preferencias indivi-
la compasión hacia los demás. duales del sujeto, su apetencia por una op-
Para fundamentar a este sujeto se ne- ción u otra en función únicamente de su
cesita tender puentes que no serán los alza- gusto o, quizás, capricho del momento.
dos con las promesas de sociedades Dicho de otro modo, Boston es la encarna-
paradisíacas por llegar de difícil cumpli- ción aparente del “todo vale,” de la iguala-
miento. El propio Cerrato lo expresa en re- ción engañosa de todos los discursos, cuan-
lación al poder promisorio de la poesía: do en realidad se prima a sólo uno de ellos:
aquél que impide el pensamiento crítico.
con los años he descubierto que la El discurso del estrangulador—no el
poesía es una peligrosa arma de fu- de los asesinatos de la primera parte, sino
turo, ya que sólo puede apostar por las posteriores reflexiones sobre la imposi-
futuros perfectos, y los futuros son, bilidad del mismo en su etapa de autista
por naturaleza, imperfectos. (188) preclaro—es reducido por los psiquiatras
34 Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies

que le atienden a elaboración narrativa de Su comportamiento va en contra de los fun-


un perturbado mental sin más, neutrali- damentos a nivel psíquico del orden social,
zándolo mediante la adscripción de su pro- contra los tabúes que lo organizan a nivel
blemática a una paranoia segura. Si las teo- de los deseos, pero también contra el orden
rías psicoanalíticas—soporte del mundo mismo por requerir la represión y traslado
bostoniano en la novela—o cualesquiera de los deseos íntimos al espacio de las
otras enquistadas en el ahora, mutilan la insatisfacciones irresolubles. A pesar de que
riqueza y variedad de las percepciones del su acción en un primer momento no se di-
estrangulador sobre la realidad, su crítica rigía hacia lo político, como ya se dijo, fi-
tiene que verse encaminada hacia la coarta- nalmente ha de incluirlo, ya que el mundo
da intelectual de la preeminencia del ahora. burgués de Boston es el causante de las res-
El desagrado del estrangulador hacia el tricciones a su yo. Ello impregnará la re-
momento que le ha tocado vivir es desagra- flexión de la segunda parte de la novela,
do también hacia el paradigma sociocultural “Retrato del estrangulador seriamente en-
que le ha dado forma. La lucidez intelec- fermo,” incluyendo aquí el informe psiquiá-
tual puede tener puntos de contacto con la trico del final.
enfermedad en su lucha contra Boston y Para poner de manifiesto la artificio-
contra el sostén psiquiátrico y, sobre todo, sidad de lo actual bostoniano, para descu-
político del mismo. brir su carácter histórico y para manifestarlo
En cualquier caso, el mundo bosto- como uno más entre los muchos posibles, el
niano no tiene por qué ser exactamente estrangulador recurre al tándem memoria e
como es en la novela.16 Como en Boston historia de Touraine. Ello le permitirá ac-
sólo lo que se refiere al presente existe, y cionar el recuerdo de lo que fue el ayer para
todo ha de remitir al ahora para existir, en entender un hoy que no tiene por qué ser
realidad, se ha perpetuado el momento ac- como es. Así, la memoria rechaza “unos
tual, se le considera imperecedero. Por eso, tiempos en los que el pasado no ilumina
el estrangulador, frente a la preeminencia nada y el futuro es más imperfecto que nun-
del ahora y frente a la desvalorización de su ca” (Estrangulador 52), es decir, la memoria
problemática, recurre a la genealogía de sus rechaza el entramado de pasados olvidados
acciones, manifestándolas como origen de y de futuros réplica exacta del ahora de
un malestar de raigambre histórica, aunque Boston, lo que se ha llamado la subnorma-
no por ello menos criminales: lidad. Conecta además los momentos tem-
porales, presentándolos como resultado de
por eso soy histórico y descerebro a
circunstancias históricas. De la misma ma-
esta gentuza [los psiquiatras] esta-
bleciendo una lógica historicista de
nera, memoria e historia confluyen en el
causas y efectos en mi conducta y espacio íntimo para que uno consiga reco-
además la interrelaciono con la con- nocerse a sí mismo y sobrevivir como de-
ducta social. (Estrangulador 43) fensa contra las tendencias que diluyen la
mismidad, o la identidad personal: “sin
Así, el estrangulador se convierte en “el agen- memoria no existimos o yo al memos no
te subversivo por excelencia del orden bur- consigo existir” (123), como nos dice el
gués, el destructor de las más sagradas con- estrangulador. La memoria es el paisaje
venciones éticas, es decir de los tabúes” (31). donde se reconoce el yo para otorgarse una
Txetxu Aguado 35

identidad distintiva en el tiempo vital de tima a alcanzar, es donde la memoria y el


cada uno. Nunca será una coartada intelec- deseo pueden formar parte del mobiliario
tual del victimismo ni de la enfermedad que material y emocional de una ciudad no sus-
no se quieren reconocer como tales.17 tituida. Reivindicando una “racionalidad de
La memoria permitirá además recu- carácter universalista,” el estrangulador se
perar los paisajes de lo personal y de lo co- sitúa en las propuestas defendidas por
lectivo para llevar a cabo la reconstrucción Camps y Touraine, conjugando en su luci-
del pasado histórico y, en la novela, la as- dez la libertad con la historia, un proyecto
piración a un cambio político para seguir personal con una memoria (289). Desde
avanzando en la historia. En su conferencia estos postulados puede llegarse a superar
en Yale, el estrangulador—seguido atenta- Boston o la Ciudad, espacios ambos de frus-
mente, como señala con humor, por jesui- tración y del fracaso personal. Además, a
tas vascos “tan disfrazados que hasta venían tono con la compasión reclamada por el
acompañados de sus esposas” (129)—apun- estrangulador, reivindicará lo histórico por-
ta: que “evitar que la mayoría sea silenciosa o
silenciada sigue siendo uno de los objetivos
Yo creo que hay que reconstruir un más importantes de la Historia desde una
sentido crítico y avanzado de la his- lógica democrática” (129). Un discurso de
toria basado en una nueva radicali- pleno sentido para integrar al otro. Y ello
dad, en una nueva racionalidad de para evitar la dinámica asocial del “agredir
carácter universalista y pasar por
y ser agredido” (42), para que el estrangu-
encima de esta sensación actual de
parálisis, de atonía, de que la Histo- lamiento no se convierta en la purificación
ria parece haber terminado. De que “de la obscena otredad que se empeña en
todo depende de constataciones de negarnos” (88).
cálculos de probabilidades, de tec- Recuperar la memoria es asimismo
nologías mejor o peor aplicadas. condición para no “perder la vida” del suje-
Porque si contemplamos la dinámi- to, como diría Emilio Lledó,18 para enfren-
ca del mundo y lo que queda por tarse al futuro sin miedos, para evitar los
hacer, lo que deberíamos hacer, que estrangulamientos simbólicos o reales, para
equivale a eso, a lo que queda por caminar por las sendas alejadas de la
hacer, por transformar y la cantidad
subnormalidad. La esperanza en el futuro
de desorden que hay bajo la aparien-
cia de orden, podríamos llegar a la es confianza en la capacidad para influir en
conclusión de que la Historia es un la historia, que no es otra cosa que reins-
cadáver que goza de buena salud. taurar lo político como espacio de encuen-
(129) tro para dirimir entre las alternativas posi-
bles y alcanzables que no mutilen el deseo
En Boston, la historia se da por concluida, propio de cada uno, y lo haga compatible
o eso se le quiere hacer creer al estrangula- con el de los otros. Lo político es también
dor. Por el contrario, él propone la vuelta a el espacio donde la psiquiatría no convierte
la esperanza en el futuro, pero no a uno la disidencia de cualquier tipo en enferme-
perfecto. En el reconocimiento de la posi- dad mental y donde se evita el ensimisma-
bilidad de mejora, rechazando visiones de miento de los estranguladores en su auto-
lo histórico teleológicas como finalidad úl- nomía individual olvidándose de la otra cara
36 Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies

de la moneda: la autonomía pública sin la Por eso mismo, dirá Vázquez Montalbán: “Esta
cual se acaba deseando por encima de todo vuelta a lo subnormal me atrae constantemen-
la desaparición de los demás. te. De hecho, El estrangulador es un retorno a
Lo histórico, finalmente, ha construi- esa etapa,” al igual que lo es Sabotaje olímpico,
novela de la serie Carvalho publicada un año
do y sigue construyendo el posicionamien-
antes en 1993 (Tyras 55).
to humanista, o el sujeto moral de Camps 2
El estrangulador tiene dos apellidos distin-
y Touraine, como producto cultural, como tos en la novela. DeSalvo es el apellido utilizado
búsqueda del entendimiento posible entre al asumirse en la ficción como estrangulador.
todos. Para Alain Finkielkraut, “Lejos de Cerrato es el apellido usado por los psiquiatras
ser natural a todos los seres humanos, el para referirse a él. Son claras las resonancias de
reconocimiento del hombre por el hombre estos apellidos. DeSalvo busca salvarse a sí mis-
es fruto de la historia” (38). El humanismo mo, afirmarse, mediante el asesinato de los de-
es el producto de la lucha por el reconoci- más. Cerrato se cierra en sí mismo, como ocurre
miento de la semejanza dentro de la varie- en la segunda parte de la novela, al reconocer el
dad de lo humano, lo que el estrangulador fracaso de su ficción de estrangulamientos y
presentarse como autista (178).
del comienzo es incapaz de entender. Es 3
“[I]t is preposterous to assume either that
fruto, en palabras de Finkielkraut, de los woman remains outside of signification, or that
“delirios de la imaginación” frente a las her sexuality is any less culturally organized or
“estrecheces” de la inteligencia (37). ¿No es repressed than that of her male counterpart”
la lucidez del estrangulador al final del rela- (189). Todas las traducciones son del autor.
to uno de esos “delirios de la imaginación” 4
En algún momento en la novela, se equi-
para soñar los mundos que más le conven- para la Alma vecina del estrangulador con Alma
gan ajenos a asesinatos y a ciudades como Mahler, mujer de una intensa belleza intelec-
Boston? tual y física. Sobre ésta última escribe Rosa
Montero:
Cuando se enamoraba, inventaba
Notas en el otro la perfección; y su pareja,
1
El mismo Vázquez Montalbán en conver- al verse reflejado como un dios en
sación con Georges Tyras confirma la escritura los ojos de ella, se apreciaba más a
de los textos subnormales en un “período en sí mismo: si una mujer tan bella,
que la desorientación era absoluta” (183). Me tan inteligente y tan brillante me
refiero a Manifiesto subnormal (1970), Guiller- consideraba divino, es que lo soy.
motta en el país de las Guillerminas (1973), (105)
Happy end (1974) y Cuestiones marxistas (1974), De igual manera, la Alma del estrangulador tie-
posteriormente recopilados todos ellos en Es- ne el poder de inventar en él la imagen de sí
critos subnormales (1995). Entonces como aho- mismo que más anhela.
ra para el autor: 5
Para Michel Foucault en Madness and
El fin de las certidumbres y las re- Civilization y The Birth of the Clinic, la acepta-
ferencias impulsó a la gente a re- ción del orden dado de las cosas, tanto en su
plegarse sobre sí misma, y hoy está configuración social como política, estaría en
pasando algo parecido, reina un des- contraposición a lo anormal o a la locura, como
orden total, no hay ningún control negación de ese mismo orden. En este trabajo,
y eso nos hace ser terriblemente la “normalidad” implica la adaptación del uni-
individualistas y narcisistas. (Tyras verso psíquico individual a la vida en sociedad,
183) así como la renuncia a la satisfacción de los
Txetxu Aguado 37

deseos no compatibles con esa vida social. En- del diario de Jaime Gil de Biedma Diario del
tre la aspiración a una felicidad sin restriccio- artista seriamente enfermo.
9
nes y la exigencia a renunciar a una parte de la Es interesante constatar el carácter narra-
misma, o al menos a su encauzamiento por parte tivo de las interpretaciones y remedios psicoana-
de lo cultural y de lo social, surge una contra- líticos en la novela. La psiquiatría vendría a ser
dicción cuyo grado de resolución determinará una ficción para apuntalar el orden social
la adaptación individual. bostoniano. También en The Interpretation of
6
En el libro de poemas de Vázquez Montal- Dreams de Freud las explicaciones de los sue-
bán titulado Ciudad se presenta una caracteri- ños están más cercanas al discurso propio de la
zación poética de su espacio geopolítico. literatura que a la constatación verificable de
7
Muy interesante sería analizar el uso de la los fenómenos estudiados. Terry Eagleton en
iconografía norteamericana a lo largo de la no- Literary Theory discute también este carácter
vela. Son continuas las referencias que equi- literario y narrativo del discurso psicoanalítico.
paran el Boston de la ficción a Barcelona. Se 10
Georges Tyras caracteriza la literatura
mencionan, por ejemplo, los Juegos Olímpicos subnormal en su conversación con Vázquez
de Boston en el pasado inmediato del estran- Montalbán:
gulador en referencia a la sede olímpica de Bar- Resumiendo, los rasgos de la litera-
celona en 1992. También se alude a la Guerra tura subnormal serían el rechazo de
de Secesión americana para referirse de la Gue- la narratividad, la fragmentación, el
rra Civil española. Es sintomático en este sen- collage y la recuperación de textos
tido cómo Vázquez Montalbán señala que aun- que a priori no son de índole litera-
que “Boston es Barcelona, es un puro pretexto; ria; quizá también el recurso a los
es sólo porque me gustaba el enunciado ‘el es- filtros de la ironía y la distancia. (68)
trangulador de Boston’” (Tyras 40). Sin embar- A lo que el autor responde: “Exactamente, y el
go, quizás el autor considere la constitución de recurso al sarcasmo, que es más fuerte que la
lo social y de lo político en las economías más ironía” (Tyras 68).
fuertes, como las europeas o norteamericanas, 11
Es pertinente traer aquí la definición de
como más propicio para la aparición de estran- ambigüedad de Marc Augé:
guladores. Ello es coherente con su caracteriza- qui, s’appliquant à une proposition
ción de este momento histórico con políticas dont on considère qu’elle n’est ni
culturales y económicas que incentivan la vuelta vraie ni fausse, postule l’existence
al “hombre total,” ahora como “Gran Consumi- d’un troisième terme ne se réduisant
dor,” con una “teología neoliberal” (Panfleto 81, à aucun des deux premiers et encore
76). Éstas políticas son ampliamente tratadas moins à leur addition. (9)
por Vázquez Montalbán en el Panfleto desde el Es ésta una definición apropiada de lo que ocu-
planeta de los simios y, en última instancia, mo- rre en un relato que se construye más allá de lo
tivan la vuelta a la escritura subnormal en El verdadero o lo falso y deviene casi un modelo
estrangulador. Analizo estas condiciones en mi del tipo de ficciones con las cuales nos enfren-
artículo “Reflexiones desde el planeta de los si- tamos en nuestros días. Para Augé las ficciones
mios: Utopías de mercado, euromestizaje e “ne sont ni des mensonges, ni de créations.
imaginarios democráticos.” Redoutables par là même, elles ne se distinguent
8
La primera parte se titula “Retrato del es- radicalement ni de la vérité ni de la réalité, mais
trangulador adolescente” mientras que la segun- entendent s’y substituer” (12). Ni verdad, ni
da toma por título “Retrato del estrangulador mentira, ni reales ni fantasiosas, tan solo elabo-
seriamente enfermo.” Son claras las alusiones a raciones narrativas con las cuales relacionarse
James Joyce. Miguel García-Posada en su rese- con la realidad.
12
ña en el diario El País, señala además que el El totalitarismo es ese modelo de lo vital
título de la segunda parte es un calco del título donde no hay espacios medios, zonas grises dirá
38 Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies

Tvzetan Todorov al escribir sobre Romain Gary escapar a sus coordenadas desde la política y no
en Hope and Memory (214), entre dos alternati- desde el asesinato de los demás que desagra-
vas extremas. Todo es o bueno o malo, racional dan.
17
o irracional, individual o colectivo. El estrangu- Frente a esta actitud se alzan los psiquia-
lador queda atrapado en un primer momento tras como William Dieterle que “odiaba la me-
en los términos de la serie anterior, que al igual moria. La consideraba una falsificación del ego
que la dicotomía del título de este trabajo, no y al mismo tiempo sus muletas, como almacén
le permiten vivir en sociedad. de recuerdos trucados al que se recurre para no
13
Se planteaba una problemática similar adentrarse en las aguas procelosas del subcons-
con anterioridad en Happy end. Según indica ciente” (Estrangulador 127). “La memoria,” para
José Colmeiro en esta obra: los psiquiatras, “es una coartada para no reco-
El narrador critica la educación sen- nocer el paisaje de la enfermedad” (127). Y la
timental recibida basada en la consecuencia para Dieterle ha de ser que “el
creencia en los valores absolutos, presente merece ser muestra única coartada”
de matiz ya divino o mítico; la obli- (128).
18
gada convención del final feliz del En concreto el autor dice:
cine norteamericano refleja la ideo- Perder la memoria es, en buena par-
logía constitucionalmente garanti- te, perder la vida. La absoluta ins-
zada de la persecución de la felici- talación en el presente, sin víncu-
dad. La conquista del paraíso se re- los mentales con el pasado, es una
vela, sin embargo, imposible en la forma despiadada de enfrentarse
realidad. (132) con el futuro. Un futuro en el que
14
Para un acercamiento a la distinción plan- no acertamos, porque no sabemos.
teada en la novela entre compasión y geome- Y saber es siempre un impulso que
tría, véase el artículo de Miguel Riera. Puede nos levanta sobre lo sabido, lo ex-
consultarse además el capítulo “Viladecans: perimentado, lo amado o desprecia-
compasión y geometría” en la recopilación de do. Saber es siempre haber sabido.
ensayos de Vázquez Montalbán Geometría y Todo acto y relación con el presen-
Compasión: 94-110. te se manifiesta ante un sujeto que
15
[A] Subject is always both freedom es lo que ha sido, y cuya posibili-
and history, a project and a memory. dad de sentir y entender, en cada
If it is merely a project, either indi- ahora, es fruto y consecuencia de la
vidual or collective, it merges with historia, de su vida real, de su vida
its achievements and vanishes into mental.
them; if it is merely a memory, it
becomes a community and it’s Obras citadas
dominated by the guardians of Aguado, Txetxu. “Reflexiones desde el planeta
tradition. (289) de los simios: Utopías de mercado, euro-
16
Para Balibrea, por el contrario, no puede mestizaje e imaginarios democráticos.” Ro-
escaparse del sistema bostoniano. El estrangu- mance Language Annual 12 (2001): 289-
lador “formula la imposibilidad de escapar a un 94.
sistema que integra todo intento de resistencia Augé, Marc. Fictions fin de siècle suivi de Que
o subversión” (158). No obstante, éste es el pro- se passe-t-til? 29 février, 31 mars, 30 avril
blema del estrangulador: resiste a la normaliza- 2000. Paris: Fayard, 2000.
ción bostoniana como autista preclaro y, al mis- Balibrea Enríquez, Mari Paz. En la tierra baldía.
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Txetxu Aguado 39

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