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LEY CONSTITUCIONAL CONTRA EL ODIO, POR LA CONVIVENCIA PACÍFICA Y LA TOLERANCIA

Capítulo I

Disposiciones Generales

Objeto

Artículo 1. La presente Ley Constitucional tiene por objeto contribuir a generar las condiciones
necesarias para promover y garantizar el reconocimiento de la diversidad, la tolerancia y el
respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de odio, desprecio,
hostigamiento, discriminación y violencia, a los fines de asegurar la efectiva vigencia de los
derechos humanos, favorecer el desarrollo individual y colectivo de la persona, preservar la paz y
la tranquilidad pública y proteger a la Nación.

Valores y principios

Artículo 2. La actuación del Estado y la sociedad dirigida a promover y garantizar la convivencia


pacífica se regirá por los siguientes valores y principios:

1. Preeminencia de los derechos humanos.

2. Vida.

3. Paz.

4. Amor.

5. Democracia.

6. Convivencia.

7. Libertad.

8. Igualdad y no discriminación.

9. Fraternidad.

10. Justicia.

11. Igualdad y equidad de género.

12. Hermandad.

13. Diversidad.
14. Reconocimiento.

15. Respeto.

16. Tolerancia.

17. Solidaridad.

18. Pluralidad.

19. Corresponsabilidad.

Derecho a la Paz

Artículo 3. El pueblo venezolano tiene el derecho irrenunciable a la Paz, la convivencia pacífica y la


tranquilidad pública. Se declara a la República Bolivariana de Venezuela como un territorio de paz,
contrario a la guerra y la violencia en todas sus formas, expresiones y manifestaciones.Se
consideran contrarios al derecho humano a la paz cualquier forma de violencia política, odio,
discriminaciones e intolerancias.

Corresponsabilidad en la promoción y defensa de la paz

Artículo 4. El Estado, las familias y la sociedad, tienen el deber y derecho de promover una cultura
y valores de paz, diversidad, tolerancia, igualdad, respeto mutuo y convivencia solidaria para
prevenir y erradicar toda forma de violencia política, odio, discriminación e intolerancias, a los
fines de asegurar la efectiva vigencia de los derechos humanos.

Los órganos, entes del Poder Público, las Misiones, los Consejos Comunales, las Comunas, las
organizaciones políticas, culturales, deportivas, religiosas, de género, orientación sexual, identidad
de género, expresión de género, afrodescendientes, indígenas, personas con discapacidad, adultas
y adultos mayores, jóvenes y la sociedad en general, deberán realizar acciones educativas,
culturales, sociales, deportivas, artísticas, recreativas y comunicacionales, dirigidas a la promoción
de la cultura de paz, tolerancia, respeto, pluralismo y diversidad. Las obligaciones previstas en este
artículo son aplicables a las empresas públicas y privadas, así como las unidades socioproductivas
comunales.

En el ejercicio de la responsabilidad de crianza, las madres, padres, representantes y responsables


deben brindarles a los niños, niñas y adolescentes formación dirigida a promover una cultura de
paz, el respeto a la diversidad y la vigencia de los derechos humanos.
Participación protagónica por la paz

Artículo 5. Todas las personas tienen el derecho y el deber de participar de forma directa y
protagónica en la construcción de la paz y la convivencia solidaria, entre otras, en la formulación,
ejecución y control de las políticas públicas en esta materia.Las organizaciones y movimientos
sociales, especialmente del Poder Popular, tienen la responsabilidad de promover en sus
comunidades y espacios territoriales una cultura y valores de paz, diversidad, tolerancia, igualdad,
respeto mutuo y convivencia solidaria. Así mismo, deben contribuir a prevenir y erradicar toda
forma de violencia política, odio, discriminación e intolerancias.

Principios de interpretación

Artículo 6. En caso de dudas en la interpretación o aplicación de la presente Ley Constitucional, se


adoptará aquella alternativa que brinde mayor protección a los derechos humanos, la paz y la
convivencia pacífica.

Capítulo II

Promoción y Educación para una Cultura y Valores para la Paz y la Tolerancia

Política pública para la convivencia pacífica

Artículo 7. El Estado tiene la obligación indeclinable de desarrollar políticas públicas para la


promoción y garantía de la convivencia pacífica, las cuales se fundamentarán en los valores y
principios establecidos en la presente Ley Constitucional y en los siguientes ejes
interdependientes:

1. Procesos familiares, educativos, culturales, recreacionales, deportivos, comunales,


comunicacionales, institucionales, laborales y sociales, con énfasis en los niños, niñas,
adolescentes y jóvenes.

2. Procesos de prevención y control de las formas de violencia, odio, intolerancias y otras


conductas relacionadas. Estas políticas públicas deben formularse y ejecutarse con fundamento a
la corresponsabilidad y participación protagónica del Pueblo en la promoción y defensa de la paz,
especialmente en las localidades y comunas.
Medidas específicas de prevención

Artículo 8. Son medidas específicas de prevención contra el odio, desprecio, hostigamiento, la


discriminación, xenofobia y violencia moral o física entre las personas, las siguientes:

1. La formación y capacitación educativa.

2. La difusión de valores y mensajes de concientización a través de los medios masivos de


comunicación.

3. El desarrollo de acciones y programas de asistencia jurídica y social.

4. La atención psicoterapéutica y de otros cuidados a la salud.5. Las demás que determine la


Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica.

Formación para la paz y la convivencia pacífica en el Sistema de Educación

Artículo 9. El Sistema de Educación debe garantizar que los centros e instituciones educativos sean
espacios de y para la paz, diversidad, tolerancia, igualdad, respeto mutuo y convivencia solidaria. A
tal efecto, los Ministerios del Poder Popular con competencia en materia de educación básica y de
educación universitaria deben adoptar todas las medidas que sean necesarias y adecuadas para:

1. Incluir dentro de los programas educativos un eje transversal de formación dirigido a la


construcción de una cultura de paz y de respeto a los derechos humanos.

2. Orientar las normas de convivencia y disciplina a promover y garantizar el reconocimiento de la


paz, diversidad, la tolerancia, igualdad y el respeto recíproco, así como a prevenir y erradicar toda
forma de violencia política, odio e intolerancias.

3. Desarrollar medios alternativos de resolución de conflictos en todos los centros e instituciones


educativas para la prevención y solución de disputas entre quienes integren las comunidades
educativas
.4. Crear y acompañar Brigadas Estudiantiles de Paz y Convivencia, con el objeto de contribuir con
el impulso de las acciones previstas en este artículo, con la participación activa de las y los
docentes.

Efemérides

Artículo 10. Se declara el veintiuno de septiembre de cada año como Día Nacional de la Paz. Así
mismo, se declara el mes de mayo de cada año como Mes Nacional para la Promoción de la Paz, la
Convivencia y la Lucha contra la Intolerancia.

Durante estas fechas los órganos y entes del Poder Público deberán realizar acciones educativas,
culturales, sociales, deportivas, artísticas, culturales, recreativas y comunicacionales, dirigidas a la
promoción de la cultura de la paz, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la diversidad.

Prohibición de partidos políticos, organizaciones y movimientos sociales que promueven el odio, la


intolerancia y la guerra

Artículo 11. Los partidos políticos y organizaciones políticas cuyas declaraciones de principios,
actas constitutivas, programas de acción política, estatutos o actividades se funden o promuevan
el fascismo, la intolerancia o el odio nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de
género, orientación sexual, identidad de género, expresión de género y de cualquier otra
naturaleza que constituya incitación a la discriminación y la violencia no podrán ser inscritos o
constituidos ante el Consejo Nacional Electoral. Así mismo, se revocará la inscripción de aquellos
partidos políticos y organizaciones políticas que incumplan lo previsto en la presente
disposición.Los partidos políticos y organizaciones políticas contemplarán dentro de sus normas
disciplinarias la medida preventiva de suspensión y la sanción de expulsión de las personas que
contravengan la presente Ley Constitucional. En caso de abstenerse de incluir dichas normas o de
iniciar, tramitar y decidir oportunamente los procedimientos disciplinarios por estos motivos, el
Consejo Nacional Electoral revocará su inscripción.Se prohíbe facilitar o permitir la constitución o
funcionamiento de personas jurídicas de derecho privado, así como de movimientos y
organizaciones sociales que incumplan con lo previsto en el presente artículo.

Capítulo III

Responsabilidad de los Medios de Comunicación para la Convivencia Pacífica y la Tolerancia


Promoción de mensajes para paz y la convivencia
Artículo 12. Los prestadores de servicio de radio, televisión, por suscripción y medios impresos,
públicos, privados y comunitarios, están obligados a difundir mensajes dirigidos promoción de la
paz, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la diversidad.

A tal efecto, el Estado podrá ordenarle a los prestadores de estos servicios la difusión de estos
mensajes por un tiempo de treinta minutos semanales. En la difusión de estos mensajes se
otorgará prioridad a aquellos producidos por productores nacionales independientes y
organizaciones y movimientos sociales del Poder Popular.

El Fondo de Responsabilidad Social y el Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine deberán


otorgar prioridad al financiamiento de la producción de contenidos dirigidos promoción de la paz,
la tolerancia, la igualdad, el respeto y la diversidad.

Prohibición de propaganda de guerra y mensajes de intolerancia y odio

Artículo 13. Se prohíbe toda propaganda y mensajes a favor de la guerra y toda apología del odio
nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de género, orientación sexual,
identidad de género, expresión de género y de cualquier otra naturaleza que constituya incitación
a la discriminación, la intolerancia o la violencia.

El Estado garantizará de forma prioritaria el cumplimiento de esta disposición en los prestadores


de servicio de radio, televisión, por suscripción y medios impresos, públicos, privados y
comunitarios, así como en los medios electrónicos.

Responsabilidad en las Redes Sociales

Artículo 14. La difusión de mensajes a través de las redes sociales y medios electrónicos que
promuevan la guerra o inciten al odio nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico,
de género, orientación sexual, identidad de género, expresión de género y de cualquier otra
naturaleza que constituya incitación a la discriminación, la intolerancia o la violencia a través se
encuentra prohibida. Las personas jurídicas que administran las redes sociales y medios
electrónicos se encuentran obligadas a cumplir estrictamente lo dispuesto en esta disposición y
adoptarán las medidas adecuadas para prevenir la difusión de estos mensajes. A tal efecto,
deberán retirar inmediatamente de su difusión cualquier propaganda o mensaje que la
contravenga.
Capítulo IV

Comisión para la Convivencia Pacífica

Artículo 15. Se crea la Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica, como
espacio interinstitucional encargado de diagnosticar, organizar y formular las directrices de la
política pública destinada a promover y garantizar la dignidad humana, el reconocimiento de la
diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de
violencia, odio e intolerancia política, social y de cualquier otro tipo.

Mandato

Artículo 16. La Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica circunscribirá su


ejercicio a la política interinstitucional y a los lineamientos para la gestión social dirigidos al
fortalecimiento y garantía eficaz del respeto, la tolerancia, la diversidad, la paz y tranquilidad
pública y a la erradicación de toda forma de violencia, odio e intolerancia, así como de las
conductas asociadas directa o indirectamente a éstas.

Atribuciones

Artículo 17. La Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica tiene las
siguientes atribuciones:

1. Diseñar la política pública dirigida al fortalecimiento y garantía del respeto, la tolerancia, la


diversidad, la paz y tranquilidad pública, así como a la erradicación de toda forma de violencia,
odio e intolerancia y demás conductas asociadas directa o indirectamente a éstas.

2. Convocar y coordinar con los diversos órganos y entes del Poder Público para la formulación,
ejecución y control de la política pública destinada a promover y garantizar la convivencia pacífica.

3. Formular propuestas de normas, medidas, directrices y recomendaciones para ser presentadas


ante las autoridades públicas a los fines de su consideración.
4. Dictar medidas de aplicación inmediata por parte de todos los órganos y entes del Poder
Público.

5. Realizar los estudios, diagnósticos y evaluaciones necesarias para la formulación, ejecución y


control de la política pública destinada a promover y garantizar la convivencia pacífica.

6. Realizar consultas públicas sobre las materias de competencia de la Comisión.

7. Diseñar, organizar y gestionar la participación de todos los sectores sociales en el cumplimiento


de sus objetivos.

8. Organizar eventos, seminarios, foros, encuentros, nacionales e internacionales, destinados a


conocer, difundir e incrementar la comprensión y compromiso con el desarrollo de la política
pública destinada a promover y garantizar la convivencia pacífica.

9. Promover medidas, acciones y políticas encaminadas a difundir la cultura de la paz, la


tolerancia, el respeto y la diversidad en los procesos educativos, culturales, sociales, deportivos,
artísticos, culturales, comunales, recreativos y comunicacionales.

10. Diseñar las medidas, políticas y normas que orienten las políticas de prevención y control
dirigidas especialmente a la reducción y erradicación de la violencia, intolerancia y otras formas de
odio, incluyendo la presentación ante la Asamblea Nacional Constituyente de las propuestas de
modificaciones a normativas, políticas y medidas que deban dictarse o implementarse.

11. Presentar informes periódicos a la Asamblea Nacional Constituyente sobre el cumplimiento de


su mandato, bajo los principios de eficiencia, transparencia y responsabilidad.

12. Dictar su Reglamento Interno.


13. Las demás que le otorgue la Asamblea Nacional Constituyente, la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y las leyes.

Integrantes

Artículo 18. La Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica estará compuesta
por quince (15) integrantes designados y designadas por la Asamblea Nacional Constituyente, de
conformidad con los siguientes criterios:

1. Tres integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente.

2. La Ministra o Ministro del Poder Popular con competencia en materia de Educación.

3. La Ministra o Ministro del Poder Popular con competencia en materia de Educación


Universitaria.4. La Ministra o Ministro del Poder Popular con competencia en materia de
relaciones interiores, justicia y paz.

5. La Ministra o Ministro del Poder Popular con competencia en materia de comunicación e


información.

6. La Presidenta o Presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

7. La o el Fiscal General de la República.

8. La Defensora o Defensor del Pueblo.

9. La Defensora Pública o Defensor Público General.

10. Una Rectora o Rector del Consejo Nacional Electoral.


11. Tres voceras o voceros de organizaciones sociales que tengan por objeto la promoción de la
paz, la convivencia y la tolerancia.

Deber de colaboración y cumplimiento

Artículo 19. Todos los órganos y entes del Poder Público, personas jurídicas de naturaleza privada
y la sociedad tienen el deber, responsabilidad y compromiso de colaborar activamente y cumplir
con el propósito de asegurar el reconocimiento de la diversidad, la tolerancia y el respeto mutuo,
así como prevenir y procurar la erradicación de toda forma de violencia política, odio e
intolerancias, a los fines de asegurar la efectiva vigencia de los derechos humanos, evitar la
impunidad, favorecer el desarrollo social, preservar la paz y la tranquilidad pública y proteger a la
Nación.

Capítulo V

De las Responsabilidades, Delitos y Sanciones

Delito de promoción o incitación al odio

Artículo 20. Quien públicamente o mediante cualquier medio apto para su difusión pública
fomente, promueva o incite al odio, la discriminación o la violencia contra una persona o conjunto
de personas, en razón de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico,
religioso, político, de orientación sexual, de identidad de género, de expresión de género o
cualquier otro motivo discriminatorio será sancionado con prisión de diez a veinte años, sin
perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados.

Agravante por motivos de odio e intolerancia

Artículo 21. Será considerado como un agravante de todo hecho punible que sea ejecutado o
incrementado por motivo de la pertenencia, real o presunta, de la víctima a determinado grupo
racial, étnico, religioso o político, así como por motivos de género, orientación sexual, identidad de
género, expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio. En estos casos la sanción
aplicable será el límite máximo de la pena establecida para el hecho punible correspondiente.

Sanción por la difusión de mensajes a favor del odio y la guerra


Artículo 22. El prestador de servicio de radio o televisión que difunda mensajes que constituyan
propaganda a favor de la guerra o apología del odio nacional, racial, religioso, político o de
cualquier otra naturaleza serán sancionados con la revocatoria de la concesión, de conformidad
con el procedimiento establecido en la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y
Medios Electrónicos.

En el caso de las redes sociales y medios electrónicos si la difusión de los mensajes a que hace
referencia este artículo, no es retirada dentro de las seis horas siguientes a su publicación, la
persona jurídica responsable de la misma será sancionada con multa desde cincuenta mil a cien
mil unidades tributarias. Así mismo, dará lugar al bloqueo de los portales, sin perjuicio de la
responsabilidad penal y civil a que hubiere lugar.

El prestador de servicio de radio o televisión durante la difusión de mensajes en vivo y directo,


solo será responsable de las infracciones previstas en la presente Ley o de su continuación, cuando
la Administración demuestre en el procedimiento que aquél no actuó de forma diligente.

Negativa de cesión de espacios para la promoción de la paz

Artículo 23. El prestador de servicio de radio o televisión que incumpla la obligación de ceder los
espacios gratuitos destinados a la difusión de mensajes que promuevan la diversidad, la tolerancia
y el respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de violencia política, odio e
intolerancia, serán sancionados con multa desde el tres por ciento (3%) hasta el cuatro por ciento
(4%) de los ingresos brutos causados en el ejercicio fiscal inmediatamente anterior a aquél en el
cual se cometió la infracción, de conformidad con el procedimiento establecido en la Ley de
Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos. Esta multa será depositada en
el Fondo de Responsabilidad Social de Radio y Televisión.

Sanciones por abstención omisión u obstrucción

Artículo 24. Será sancionado o sancionada con prisión de ocho a diez años:

1. Todo funcionario o funcionaria policial o militar que en ejercicio de sus funciones,


voluntariamente se abstenga, omita o retarde intervenir para evitar la consumación de cualquiera
de los hechos punibles establecidos en la presente Ley o para detener a la persona
respectivamente responsable; salvo que medien circunstancias de fuerza mayor o algún hecho o
fuerza insuperable que ponga en peligro su propia integridad física.
2. Todo personal de salud que en ejercicio de sus funciones, sea en instituciones públicas o
privadas, voluntariamente se abstenga, omita o retarde atender a una persona por razones de
odio, discriminación, desprecio o intolerancia, salvo que medien circunstancias de fuerza mayor o
algún hecho o fuerza insuperable que ponga en peligro su propia integridad física.

Imprescriptibilidad

Artículo 25. Los hechos establecidos en la presente Ley tienen carácter imprescriptible por tratarse
de violaciones graves de los derechos humanos.

Disposiciones Transitorias

PRIMERA. Cualquier norma que colide con lo establecido en esta Ley Constitucional queda
derogada.

SEGUNDA. Todos los medios de comunicación deben difundir en su totalidad esta Ley
Constitucional. Asimismo, todos los medios impresos deben publicar íntegramente esta Ley
Constitucional.

Disposición Final

ÚNICA. La presente Ley Constitucional entrará en vigencia a partir de su publicación en la Gaceta


Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.

Dada y firmada en el Hemiciclo Protocolar del Palacio Federal Legislativo, Sede de la Asamblea
Nacional Constituyente, en Caracas, a los dos días de noviembre de dos mil diecisiete. Años 207°
de la Independencia, 158° de la Federación y 18° de la Revolución Bolivariana.

Cúmplase
COMENTARIOS SOBRE LA

“LEY CONSTITUCIONAL CONTRA EL ODIO,

POR LA CONVIVENCIA PACÍFICA Y LA TOLERANCIA” *

Conferencia publicada en las “XLIII Jornadas J.M. Domínguez Escovar:

La ausencia de juricidad en el sistema legal venezolano”,

Instituto de Estudios Jurídicos Ricardo Hernández Álvarez,

Unidad Académica del Colegio de Abogados del Estado Lara.

Barquisimeto, 2018.

Rafael Badell Madrid**

1. Punto previo. De la Asamblea Nacional Constituyente


1.1 La Asamblea Nacional Constituyente en la Constitución de 1999

1.1.1 De la inconstitucional convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente 2017

1.1.2 Límites de la actuación de una Asamblea Nacional Constituyente

2. La “Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”

2.1 Presentación de la “Ley Constitucional”

2.2 De la inconstitucionalidad de la “Ley Constitucional”

2.2.1 De la nulidad absoluta de todos los actos dictados por la inconstitucional Asamblea
Nacional Constituyente

2.2.2 Incompetencia de una Asamblea Nacional Constituyente para dictar leyes y usurpación
de las funciones de la Asamblea Nacional

2.2.3 Violación del principio de tipicidad en materia penal

2.2.4 Violación de los derechos constitucionales por el contenido de la “Ley Constitucional”

i. Violación del pluralismo político, del derecho de participación en los asuntos políticos
y del derecho a la libre asociación con fines políticos (artículos 2, 62, y 67)

ii. Violación al derecho de libertad de expresión (artículo 57)


iii. Violación del derecho de libertad de comunicación y libertad de información (artículo
58)

iv. Violación del derecho al debido proceso (artículo 49)

3. Consideraciones finales

4. Bibliografía

1. Punto previo. De la Asamblea Nacional Constituyente

1.1 La Asamblea Nacional Constituyente en la Constitución de 1999

Si bien el punto que me corresponde desarrollar es el relativo a la Ley Constitucional contra el


Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia, siendo que la primera inconstitucionalidad que
afecta a este texto, es, precisamente, la inconstitucionalidad del órgano que la ha producido, es
conveniente hacer referencia, como punto previo, a la naturaleza, reglas y poderes de una
Asamblea Nacional Constituyente.
La Constitución de 1999 contempla diversos mecanismos para alterar su texto, estos son, la
enmienda, regulada en los artículos 340 y 341; la reforma constitucional, prevista en los artículos
342 al 346; y la posibilidad de dictar una nueva Constitución, consagrada en los artículos 347, 348
y 349.

La enmienda es un mecanismo de modificación de la Constitución cuyo fin es la adición de normas


o realización de cambios en uno o varios de sus artículos, sin alterar su estructura fundamental. La
reforma constitucional, por su parte, tiene por objeto una revisión parcial de la Constitución y la
sustitución de una o varias de sus normas sin llegar a modificar su estructura y principios
fundamentales.

La posibilidad de dictar una nueva Constitución responde a la necesidad de modificar


sustancialmente el texto vigente, este es el mecanismo más complejo de alteración de la
Constitución, pues supone un proceso de creación de un nuevo texto para sustituir en su totalidad
el existente. Este, denominado proceso constituyente, está destinado a una reforma sustancial del
contenido actual de la Constitución y del ordenamiento jurídico. El proceso es de rango
constitucional, en tanto se regula por las normas constitucionales que lo contemplan y que son de
naturaleza compleja, se ejecuta en varias fases y tiene como fin, como ya se ha observado, la
modificación de forma sustancial del texto constitucional, la cual ha de ser llevada a cabo por una
Asamblea Nacional Constituyente, en representación del pueblo, quien es el único depositario del
poder constituyente.

En efecto, el artículo 347 de la Constitución establece que “El pueblo de Venezuela es el


depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar a una
Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo
ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”, y en este sentido, del propio texto
constitucional puede desprenderse que la naturaleza jurídica de la Asamblea Nacional
Constituyente, “no es otra que un órgano del Estado, sometido a la soberanía popular, con
carácter temporal, cuyo objeto es el de transformar al Estado mediante la creación de una nueva
Constitución”[1].

Las asambleas constituyentes son entonces órganos representativos, distintos a los poderes
constituidos, que se convocan y eligen por el pueblo soberano con la misión específica de elaborar
un proyecto de Constitución. De este modo, la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente
supone la previa decisión del pueblo de convocarla por la vía del sufragio, a través de un referendo
de consulta popular.

El proceso constituyente en Venezuela es también de naturaleza compleja, y de acuerdo a las


previsiones constitucionales que lo regulan, se desenvuelve en tres fases, a saber:

i) La primera etapa del proceso constituyente es el proceso consultivo respecto de


si se convoca o no una Asamblea Nacional Constituyente y de si se aprueban o no las bases
comiciales. La iniciativa para ello la tienen: el Presidente de la República; la Asamblea Nacional,
mediante el acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Concejos Municipales en
Cabildos, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; y el quince por ciento de los
electores inscritos en el registro nacional.

ii) De resultar procedente la anterior decisión de iniciar el proceso, comienza la


segunda fase que se produce con la convocatoria a referendo para la elección de los integrantes
de la Asamblea Nacional Constituyente; esta fase comprende la instalación de la Asamblea
Nacional Constituyente y todo el proceso de deliberación, discusión y elaboración de la nueva
Constitución; y

iii) La última fase se verifica con el referendo consultivo que ha de realizarse para que
el pueblo decida sobre la aprobación o no del proyecto de Constitución elaborado por la Asamblea
Nacional Constituyente, y de ocurir su aprobación, su posterior publicación y entrada en vigor[2].

1.1.1 De la inconstitucional convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente 2017

En contradicción a lo precedentemente expuesto, en fecha de 1° de mayo de 2017 fue publicado


en Gaceta Oficial Nro. 6.295, extraordinario, el Decreto Nro. 2.830, mediante el cual el Presidente
de la República “convoca una Asamblea Nacional Constituyente, ciudadana y de profunda
participación popular”.
El referido Decreto está viciado de inconstitucionalidad por cuanto usurpó los poderes soberanos
atribuidos al pueblo en el artículo 347 de la Constitución (como único depositario del poder
constituyente), de decidir si convocaba o no a una Asamblea Nacional Constituyente, y además es
inconstitucional por cuanto viola los principios de democracia y soberanía establecidos
expresamente en los artículos 2, 3, 5, 62, 63, 70, 71, entre otros.

Por disposición del artículo 347, en concordancia con el artículo 5 de la Constitución, le


corresponde de manera exclusiva al pueblo de Venezuela -en su globalidad como el único
detentador de la soberanía popular[3]- la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
La consecuencia principal de que al pueblo le sea reconocida la titularidad de la soberanía, es que
al mismo le corresponde el ejercicio del poder constituyente.

El Decreto, al omitir la consulta a la voluntad del pueblo sobre la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente y convocar directamente este mecanismo de sustitución constitucional[4],
contraría además el principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos (artículo 19
de la Constitución), en especial el de participación ciudadana en el ejercicio de la soberanía
popular (artículo 62 y 70 de la Constitución).

En efecto, no sólo el contenido claro del artículo 347 de la Constitución, sino también la
experiencia de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999[5], elimina cualquier posibilidad de
que otro cuerpo, distinto al pueblo, sea quien pueda convocar una Asamblea Nacional
Constituyente, y de esta forma prohíbe que cualquier órgano del Estado, incluido su Presidente,
su Consejo Nacional Electoral y su Tribunal Supremo de Justicia, usurpen el poder constituyente
originario que sólo lo tiene el pueblo.

Sin embargo, el Decreto arrebata este derecho exclusivo del pueblo venezolano, como único
titular del poder constituyente originario, de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, en
completa violación de los principios y normas constitucionales establecidos desde el preámbulo de
la Constitución, y en los artículos 2, 3, 5, 6, 19, 62, 63, 70, 71, 347 y 348, de la Constitución[6], y lo
hace con la complicidad con otros poderes constituidos, la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia[7] y el Consejo Nacional Electoral, y todos otros aquellos que se manifiestan a
favor de este fraude constitucional, de forma expresa o por omisión.
También fueron dictados los decretos N° 2.878[8] de fecha 23 de mayo de 2017 y N°. 2.889[9] del
4 de junio del mismo año, mediante los cuales el Presidente de la República “en su cualidad de
convocante”, dictó unilateralmente y sin consulta popular, las bases comiciales territoriales y
sectoriales, sobre las cuales “se llevará a cabo la convocatoria, conformación y funcionamiento de
la Asamblea Nacional Constituyente”, y exhortó a que el proyecto de Constitución que se redacte
en su seno sea sometido a referendo aprobatorio popular, en los términos establecidos en el
artículo 70 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Estas bases comiciales son igualmente inconstitucionales por cuanto violan los artículos 5, 39, 42,
62, 63, 64, 67, 70 y 347 de la Constitución al usurpar la soberanía del pueblo, como único titular
del poder constituyente y desconocer la voluntad popular a través de la imposición de un proceso
constituyente y de las bases comiciales[10] (al igual que el Decreto de “convocatoria”); y además
porque limitan ilegítimamente el derecho de participación ciudadana en el ejercicio de su
soberanía al regular quiénes pueden postularse al cargo de constituyente, determinar elecciones
por sectores[11], excluir de los electores a los venezolanos por naturalización, todo ello en
violación del derecho al sufragio libre, universal, directo y secreto, y el principio de representación
proporcional.

También debemos señalar que el Consejo Nacional Electoral, a pesar de que no tenía
competencia para convocar elecciones de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente,
por cuanto su convocatoria no fue aprobada por el pueblo soberano a través de un referendo
consultivo, violó los artículos 292 y siguientes de la Constitución, en concordancia con los artículos
2 y 3 de la Ley Orgánica del Poder Electoral, al convocar y llevar a cabo el proceso electoral del 30
de julio del 2017 en el cual se eligieron fraudulentamente un total de 537 miembros de una
inconstitucional e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente[12].
1.1.2 Límites de la actuación de una Asamblea Nacional Constituyente

La Asamblea Nacional Constituyente es un órgano de trascendental importancia en la vida política


y jurídica del Estado, por lo que su actuación no puede ser de carácter ilimitado; muy por el
contrario, su funcionamiento -desde su instalación hasta su disolución- está sometido a una serie
de limitaciones que derivan del propio texto constitucional vigente. En primer lugar, la Asamblea
Nacional Constituyente está limitada principalmente en su objeto, puesto que sus actividades de
instalación, sesión y discusión únicamente pueden estar dirigidas a la redacción y elaboración de
un proyecto de Constitución. No le corresponde a la Asamblea Nacional Constituyente dictar leyes
de contenido nuevo o modificar las existentes, ni dictar actos de gobierno o reformar el régimen
vigente. Tampoco realizar actos de control de los poderes constituidos ni hacer designaciones de
sus titulares o funcionarios. En síntesis, tiene ella una sola y única competencia, escribir, discutir y
aprobar un proyecto de Constitución para ser sometido a la consideración del pueblo soberano, y
de no aprobarla cesa éste órgano en su existencia, quedando todo el régimen jurídico intacto, con
las solas modificaciones que se hayan producido por la actuación de los poderes constituidos en
ejecución de sus respectivas competencias.

En efecto, la Asamblea Nacional Constituyente tiene una única competencia detenerminada en la


norma constitucional y de allí que tenga como límite constitucional expreso lo dispuesto en el
artículo 347 de la Constitución, es decir, que sólo puede estar constituida con el objeto de redactar
una nueva Constitución, para que, previa aprobación del pueblo venezolano mediante referendo
consultivo, se cree un nuevo ordenamiento jurídico y se transforme el Estado. Por tanto, cualquier
actuación que exceda la competencia fijada a la Asamblea Nacional Constituyente en cuanto a la
redacción y discusión de un proyecto de nueva constitución, es abiertamente inconstitucional e
ilegítima puesto que traspasa el objeto para el cual fue creada.

La Asamblea Nacional Constituyente es un instrumento del pueblo, es un órgano público que se


crea para que desarrolle una competencia que el pueblo le delega, por lo que debe concretarse al
ejercicio de la misión que le ha sido encomendada por el pueblo soberano dentro de las normas y
reglas que el derecho vigente le exija, en especial la Constitución. Como órgano público que es,
está sujeta a las reglas de organización y competencia y a la ejecución de sus actuaciones con
estricto apego a la norma previa que define su atribución.

En este sentido, el bloque de la constitucionalidad y el bloque de la legalidad vigente, cuando


entra en funcionamiento una Asamblea Nacional Constituyente es inalterable hasta que la nueva
Constitución sea aprobada por el pueblo. La convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente no implica la disolución de los poderes constituidos, ni el cese del estado de
derecho. El ordenamiento jurídico constitucional y legal permance en todo vigor hasta que sea
sustituido el texto constitucional que es lo que habilita la producción de los cambios que en la
nueva normativa fundamental se contemple.

No existe razón alguna que justifique la alteración anticipada de ese ordenamiento jurídico
mientras no se dicte y apruebe el Proyecto de Constitución, pues como se ha dicho hay que tener
en cuenta que si el mismo no es aprobado por el pueblo, no hay transformación alguna y toda la
normativa preexistente se mantiene. Cualquier cambio anticipado del mismo es una manifestación
del órgano constituyente que no respeta que la decisión del cambio no le pertenece a éste, sino al
prueblo que es quien ha de decidirla mediante la aprobación del proyecto que éste cree.

De allí que siguen siendo de obligatorio cumplimiento todas las normas, principios y valores de la
Constitución vigente y le dan su estructura fundamental a los órganos y las instituciones previstos
en ella, tales como: el principio de la democracia y la soberanía popular (artículos 2 y 5 de la
Constitución), que comprende a su vez las bases federales del Estado venezolano como sistema de
organización democrática (Preámbulo y art. 4), el ejercicio democrático de la voluntad popular
(artículo 3), el pluralismo político (art. 2), el carácter democrático de las entidades políticas que
componen el Estado (art. 6), así como el respeto a los derechos políticos (art. 39), la participación
libre en los asuntos públicos (art. 62) y el derecho al sufragio (art. 63), entre otros; el principio
legalidad (art. 137); el principio de separación de poderes (art. 136); el principio de progresividad
de los derechos (art. 19); los principios y valores de nuestra historia republicana (art. 350); el
principio de responsabilidad patrimonial del Estado (art. 140); y por supuesto, el respeto de los
acuerdos y tratados internacionales (art. 23); asimismo el respeto a las normas de organización del
Estado y las competencias de los poderes constituidos.

Pero, además, una Asamblea Nacional Constituyente debe sujetarse a todos y cada uno de los
parámetros impuestos por la “voluntad del pueblo”, por lo que las bases comiciales también
condicionan el actuar de ese órgano y son de obligatorio cumplimiento.

Es cierto que en el proceso constituyente en curso las bases comiciales son también
absolutamente inconstitucionales en su contenido y forma de aprobación, pero son también
demostración de que la Asamblea Nacional Constituyente tampoco se siente limitada por ellas,
puesto que de las propias bases comiciales publicadas en Gaceta Oficial Nro. 6.303 Extraordinario
del 4 de junio de 2017 (que complementaron la propuesta de bases comiciales para la ANC de
fecha 23 de mayo de 2017) se desprende que el objeto de la Asamblea Nacional Constituyente es
exclusivamente la redacción de una nueva Constitución cuando en ellas se lee: “se exhorta a la
Asamblea Nacional Constituyente, a que, el proyecto de Constitución que se redacte en su seno
sea sometido a referéndum aprobatorio popular”. Asimismo, estas bases comiciales establecen
expresamente como límites del funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente los
valores y principios de nuestra historia republicana, así como el cumplimiento de los tratados
internacionales, acuerdos y compromisos válidamente suscritos por la República, el carácter
progresivo de los derechos fundamentales de los ciudadanos y las ciudadanas y las garantías
democráticas dentro del más absoluto respeto de los compromisos asumidos (Décimo Primera).

Es claro entonces que todas las actuaciones de esta Asamblea Nacional Constituyente distintas a la
redacción de un texto constitucional son ilegítimas y que así lo es la Ley contra el odio, por la
convivencia pacífica y la tolerancia, que nos corresponde analizar en este evento.
2. La “Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”

2.1 Presentación de la “Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la


tolerancia”

En fecha 8 de noviembre del 2017 fue publicada en Gaceta Oficial nro. 41.274 la denominada “Ley
constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia” (reimpresa por “fallas en
los originales” en Gaceta Oficial nro. 41.276 de fecha 10 de noviembre de 2017), dictada por la
Asamblea Nacional Constituyente, con el objeto de “generar las condiciones necesarias” para
“garantizar el reconocimiento a la diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco y para “prevenir
y erradicar toda forma de odio, desprecio, hostigamiento, discriminación y violencia” (artículo 1 de
la Ley Constitucional).

Esta ley tipifica como delitos una serie de hechos como la promoción o incitación al odio[13]; la
difusión de mensajes a favor del odio y la guerra[14], a través de medios de radio o televisión o a
través de redes sociales; la negativa de cesión de espacios para la promoción de la paz[15]; y la
abstención, omisión u obstrucción de funcionarios de los cuerpos policiales o personal médico en
el cumplimiento de las disposiciones de la “Ley Constitucional”[16].

Por el incumplimiento de los preceptos establecidos en esa “Ley Constitucional”, la misma dispone
sanciones de índole administrativa, tributaria e inclusive penal, tales como: la prohibición de
inscripción en el Consejo Nacional Electoral de los partidos políticos; la revocatoria de concesión a
los prestadores de servicio de radio y televisión; multas desde cincuenta mil a cien mil unidades
tributarias; bloqueo de los portales de medios electrónicos; y hasta prisión de diez a veinte años,
“sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados”.
Esta denominada “Ley Constitucional”, es paradójicamente totalmente inconstitucional, debido a
que viola expresamente los preceptos constitucionales (artículos 2, 3 y 7), las garantías a los
derechos humanos (artículos 19, 20, 49, 57, 58, 62, 67 y 68 de la Constitución) y fue dictada en
flagrante usurpación de funciones legislativas que corresponden a la Asamblea Nacional (artículos
187, numeral 1, y 202 de la Constitución).

2.2 De la inconstitucionalidad de la “Ley Constitucional”

2.2.1 De la nulidad absoluta de todos los actos dictados por la inconstitucional Asamblea
Nacional Constituyente

El primer vicio a señalar respecto de esta Ley es la ilegitimidad misma del órgano que la ha
producido. Como ha quedado expresado en el punto previo de esta conferencia, la Asamblea
Nacional Constituyente es por la forma como fue constituida, un órgano total y absolutamente
inconstitucional, de allí que todas sus actuaciones, inclusive la redacción de un proyecto de
Constitución, sean flagrantemente inconstitucionales y nulas de nulidad absoluta.

Por haber emanado esta normativa que hoy analizamos de un órgano ilegítimamente constituido,
ella resulta igualmente nula.

2.2.2 Incompetencia de la Asamblea Nacional Constituyente para dictar leyes y usurpación de las
funciones de la Asamblea Nacional
Pero no es sólo nula como consecuencia de la ilegitimidad del órgano que la produce, sino que
también es nula porque éste, ni siquiera si hubiese sido formado de acuerdo a la Constitución,
tendría competencia para emitirla.

Lo cierto es que la Asamblea Nacional Constituyente, desde su instalación el 4 de agosto de 2017,


ha venido actuando de forma totalmente apartada de la Constitución, por cuanto ha transgredido
el ejercicio de la única competencia que para un órgano como éste, legítimamente constituido, se
establece en el texto fundamental. Toda actuación distinta a la redacción y elaboración de un
proyecto de Constitución constituye una desviación del poder, y usurpación de las funciones de los
poderes constituidos.

Ese exceso y violación de los límites de la Asamblea Nacional Constituyente se ha materializado en


varias oportunidades desde su instalación, pues ha pretendido ésta iniciar la transformación del
Estado y la creación un nuevo ordenamiento jurídico a través de medios distintos a los que en
teoría su objeto responde, dictando las denominadas “Leyes constitucionales”, como esta “Ley
Constitucional contra el odio, por la tolerancia y la convivencia pacífica” y la “Ley Constitucional de
precios acordados”[17].

La Academia Nacional de Ciencias Políticas y Jurídicas ha condenado enfáticamente esta


circunstancia al señalar que “La Asamblea Nacional Constituyente ha dictado una serie de actos
que sólo tienen como fin usurpar competencias que conforme a la Constitución de 1999
corresponden a otros Poderes Públicos, en especial, las del Poder Legislativo, invadiendo
facultades propias de la Asamblea Nacional y dictando inconstitucionales e ilegítimas leyes y
decretos que pretende justificar con la denominación de una categoría jurídica inexistente como
son las ‘Leyes constitucionales’ y Decretos constitucionales.’”
La “Ley constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”, de acuerdo a las
consideraciones anteriormente expuestas, excede el objeto para el cual fue creada la Asamblea
Nacional Constituyente, toda vez que en nada se identifica con la redacción de un proyecto de
Constitución que es lo que le corresponde realizar a una Asamblea Nacional Constituyente, sino
que supone la modificación del ordenamiento constitucional y legal que rige en materia de
derechos, deberes y garantías constitucionales, así como en materia penal.

Esta actuación de la Asamblea Nacional Constituyente, como se ha indicado, es inconstitucional y


persigue la anulación mediante la usurpación de las funciones del órgano legislativo (Asamblea
Nacional), único órgano del Poder Público legitimado por el pueblo venezolano mediante
elecciones libres, universales, directas y secretas para legislar en las materias de competencia del
Poder Nacional. En efecto, por disposición constitucional (artículo 187, numeral 1), el único órgano
legitimado para legislar en las materias de la competencia nacional (artículo 156, numeral 32) es la
Asamblea Nacional (artículo 202 de la Constitución).

Toda ley en Venezuela, como en cualquier otro Estado que se proclame de Derecho, debe
ser dictada por la Asamblea Nacional y con las garantías del procedimiento parlamentario. El
quiebre de este principio es un golpe al Estado de Derecho, que cesa en su existencia cuando se
arrebata al parlamento, órgano de la representación popular, la facultad de dictar las normas
limitativas de los derechos y garantías constitucionales. La Ley Constitucional contra el odio, por la
tolerancia y la convivencia pacífica no es Ley ni es Constitucional, es una mera vía de hecho, que se
ejecuta en el marco del golpe que al Estado de Derecho supone la creación de un órgano
presidencial con pretendidos poderes constituyentes y por encima del ordenamiento jurídico que
ha de limitar precisamente el ejercicio del poder del Estado.

2.2.3.Violación del principio de tipicidad en materia penal

La Ley Constitucional contra el odio, por la tolerancia y la convivencia pacífica pretende


crear y regular figuras delictivas, violando los principios del derecho penal, y sus garantías
constitucionales, las cuales se hayan además protegidas en tratados internacionales de derechos
humanos, conforme a las cuales el delito requiere un hecho punible típico, concreto, preciso y
determinado. No es admisible bajo el régimen del Estado de Derecho que se pretenda penalizar
las emociones, las ideas, los sentimientos, que pertenecen al ámbito interno cada quien. El delito
presupone una conducta humana objetiva y no una mera intención que deje al juzgador abierta la
vía de la arbitrariedad (Artículo 49.6 de la Constitución).

Esta normativa que se ha dictado por este ilegítimo órgano mediante un inconstitucional
procedimiento ignora los postulados esenciales del derecho penal, bajo un Estado de Derecho. Se
trata de un acto propio de las dictaduras, o de los regímenes totalitarios, en los cuales se pretende
controlar el pensamiento de los individuos.

Nos recuerda este texto el espíritu del vergonzoso inciso sexto del artículo 32 de la
Constitución de 1936, según el cual establecía una muy criticada regulación que contenía lo que la
doctrina denomina el “delito de conciencia”, inadmisible en el Estado de Derecho. La norma en
cuestión diponía que se consideraban “contrarias a la independencia, a la forma política y a la paz
social de la Nación, las doctrinas comunista y anarquista, y los que las proclamen, propaguen o
practiquen serán considerados como traidores a la Patria y castigados conforme a las leyes”.

La Ley Constitucional contra el odio, por la tolerancia y la convivencia pacífica incurre en


similar desviación, viola el principio de tipicidad y se convierte en instrumento de persecución que
se ejecuta en el marco del golpe que al Estado de Derecho supone la creación de este órgano
presidencial con pretendidos poderes constituyentes y que se pone por encima del ordenamiento
jurídico con este tipo de actuaciones.

2.2.4. Violación de los derechos constitucionales por el contenido de la “Ley Constitucional”

Respecto del fondo de lo regulado, esta Ley es igualmente inconstitucional por cuanto dispone
sanciones de índole administrativa, tributaria y penal que violan las máximas garantías a los
derechos humanos de los venezolanos.
En efecto, la misma impone normas y sanciones:

i. En violación del pluralismo político, el derecho de participación en los asuntos


públicos y el derecho de libre asociación con fines políticos (artículos 2, 62 y 67 constitucionales)

La “Ley Constitucional” prohíbe (y además exige revocar) la inscripción o constitución ante el


Consejo Nacional Electoral de los partidos políticos y organizaciones cuyas declaraciones de
principios, actas constitutivas, programas de acción política, estatutos o actividades considere éste
que se fundan o promueven el fascismo, la intolerancia o el odio nacional, racial, étnico, religioso,
político, social, ideológico, de género, orientación sexual, identidad de género, expresión de
género y de cualquier otra naturaleza que constituya incitación a la discriminación y la violencia.

Asimismo exige a los partidos políticos y organizaciones políticas que contemplen dentro de sus
normas disciplinarias la medida preventiva de suspensión y la sanción de expulsión de las personas
que contravengan la referida Ley y en el caso de no hacerlo o de no iniciar, tramitar y decidir
oportunamente los procedimientos disciplinarios por estos motivos, el Consejo Nacional Electoral
revocará su inscripción.

Esta prohibición de partidos políticos, organizaciones y movimientos sociales que supuestamete


promueven el odio, la intolerancia y la guerra (artículo 11 de la Ley Constitucional), atenta el
principio de pluralismo político puesto que sujeta la existencia de las asociaciones libres con fines
políticos, así como de la participación en los asuntos públicos de los ciudadanos a través de sus
representantes, a la arbitrariedad de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente por medio de la
discrecionalidad del Consejo Nacional Electoral[18].
Lo cierto es que esta “Ley Constitucional” tiene como fin ilegalizar las organizaciones políticas en
Venezuela que puedan oponerse al régimen, a través del establecimiento de sanciones y penas
por expresiones que “inciten o promueva el odio” (sin definir en qué consisten esos
comportamientos de forma precisa), y por supuesto, para terminar de coartar el estado
democrático en Venezuela[19].

ii. Violación de la libertad de expresión (artículo 58 de la Constitución)

El artículo 13 de la “Ley Constitucional” prohíbe toda propaganda y mensajes a favor de la guerra y


toda apología del odio nacional[20], y el artículo 14 eiusdem, por su parte, determina la
responsabilidad por la difusión de mensajes de esa “índole” a través de las redes sociales y medios
electrónicos.

Para hacer “efectiva” esta prohibición, y en contra del derecho a la libertad de expresión y el
principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos humanos, la “Ley Constitucional”
crea un tipo delictivo consistente en “fomentar, promover o incitar al odio, la discriminación o la
violencia contra una persona o conjunto de personas, en razón de su pertenencia real o presunta a
determinado grupo social, étnico, religioso, político, de orientación sexual, de identidad de
género, de expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio, públicamente o
mediante cualquier medio apto para su difusión pública”, y a cuya comisión le determina una
sanción con prisión de diez a veinte años, “sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria
por los daños causados” (artículo 20).
De esta forma, la “Ley Constitucional” prevé la imposición de medidas penales en contra de quien,
en ejercicio de su derecho constitucional a la libertad de expresión, emita opiniones,
pensamientos o ideas cuyo contenido pueda ser censurado -de manera subjetiva y arbitraria-
como “incitación al odio”, por la Asamblea Nacional Constituyente o sus órganos subordinados.

El uso de estas expresiones imprecisas y ambiguas como la “incitación al odio nacional” implica un
ataque frontal contra la libertad de expresión, derecho según el cual toda persona pueda expresar
libremente sus pensamientos, sus ideas y opiniones a viva voz, por escrito o mediante cualquier
forma de expresión, y además, de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y
difusión -incluyendo las redes sociales-, sin que pueda establecerse censura.

Es claro que, tal como se ha reconocido en el sistema interamericano de derechos humanos, los
límites a la libertad de expresión deben ser interpretados de manera restrictiva atendiendo a las
exigencias de una sociedad democrática[21]”, no a los intereses de un régimen totalitario y
mediante un acto inconstitucional y desprovisto de toda legitimidad como es la “Ley constitucional
contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”.

iii. Violación a la libertad de comunicación e información (artículo 58 de la Constitución)

De otra parte, la “Ley Constitucional” determina obligaciones y sanciones expresas para los
prestadores de servicio de radio o televisión que vulneran gravemente la libertad de comunicación
e información.

En efecto, la inconstitucional normativa prohíbe la difusión de mensajes que constituyan


propaganda a favor de la guerra o apología del odio nacional, racial, religioso, político o de
cualquier otra naturaleza, por parte del prestador de servicio de radio o televisión, so pena de
revocatoria de la concesión[22], “de conformidad con el procedimiento establecido en la Ley de
Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos”.

Asimismo, se determina a los prestadores de servicio de radio o televisión, la obligación de “ceder


los espacios gratuitos destinados a la difusión de mensajes que promuevan la diversidad, la
tolerancia y el respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de violencia
política, odio e intolerancia”. La sanción por el incumplimiento de esta obligación comprende nada
menos que una multa desde el tres por ciento (3%) hasta el cuatro por ciento (4%) de los ingresos
brutos causados en el ejercicio fiscal inmediatamente anterior a aquél en el cual se cometió la
infracción[23], que deberá ser depositada en el Fondo de Responsabilidad Social de Radio y
Televisión (artículo 23 de la “Ley Constitucional”).

Estas imposiciones para los prestadores del servicio de radio y televisión son altamente arbitrarias
y se encuentran en extrema contraposición a las disposiciones constitucionales que establecen
que el derecho de comunicación es libre y plural (que aunque comporta deberes y
responsabilidades, esos deben adecuarse con los principios de la Constitución), y además al
derecho de información oportuna, veraz, imparcial y sin censura, que tienen las personas, de
nuevo, de acuerdo con los principios de la Constitución.

iv. Violación al debido proceso (artículo 49 de la Constitución)

El numeral 6 del artículo 49 constitucional dispone todos los requerimientos para que ninguna
persona esté desprovista de las garantías de un debido proceso, tanto judicial como administrativo
al establecer que “Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren
previstos como delitos o faltas o infracciones en leyes preexistentes”.
Como hemos dicho ya, la Asamblea Nacional Constituyente no puede dictar leyes puesto que no
está habilitada para ello, no puede ejercer función legislativa, porque ella compete a la Asamblea
Nacional, por ende, el hecho de que los particulares puedan ser juzgados y sancionados con
fundamento a un instrumento no jurídico y muy ajeno a una ley sancionada por el organo
parlamentario es una situación que atenta contra el principio de legalidad y con ello al derecho de
libre desenvolvimiento de la personalidad[24].

Hemos destacado cómo en un Estado de Derecho, únicamente la ley, como expresión legítima de
la voluntad popular, puede establecer penas. Este es un requisito inherente al principio de
legalidad que determinó el nacimiento del Estado de derecho, en protección a los derechos y las
libertades individuales. Volver a un “derecho” que no requiere una norma dictada por el órgano
parlamentario ni bajo un procedimiento específico de construcción de la ley, ni define con
exactitud cuál es la conducta sancionada sino por el contrario abusa de los tipos penales en
blanco[25] para infligir sanciones desproporcionadas es, sin duda, volver a la utilización de un
instrumento propio de la represión política[26], y por lo tanto, volver al irrespeto y
desconocimiento de las garantías en el goce y ejercicio de los derechos humanos (artículo 19 de la
Constitución).

Es de resaltar al respecto la apreciación según la cual el principio de legalidad antes aludido exige,
además de que los delitos sólo puedan establecerse en leyes formales, que “esas leyes deben ser
claras y precisas para evitar que sean interpretadas y aplicadas arbitrariamente”. En este sentido,
es de criticar ampliamente que las conductas tipificadas como delitos en esa “Ley constitucional”
carecen de determinación y especificidad, de modo que dejan al arbitrio de jueces y fiscales, e
inclusive de los demás órganos subordinados a la Asamblea Nacional Constituyente, la
interpretación de conceptos subjetivos como el “odio”, la “intolerancia”, la “discriminación”, entre
otros[27].

Es por ello que es menester insistir en que la utilización del término “odio”[28], constituye un
cauce para la arbitrariedad en la imposición de sus sanciones-, en tanto que comprende, como ya
hemos dicho, no sólo un concepto que no esta definido en su texto sino que se trata de un
sentimiento, cuya interpretación no corresponde a persona alguna y cuya valoración dependerá
del Fiscal, del Juez o la autoridad administrativa, según el caso[29], trastocando cualquier
expectativa de seguridad jurídica que puedan tener los venezolanos en el ejercicio de su derecho a
expresar libremente sus opiniones, ideas o pensamientos.

3. Consideraciones finales
Una Asamblea Nacional Constituyente legítimamente constituida no tiene la facultad parar alterar
o impedir la vigencia de la Constitución durante su funcionamiento, al no detentar el carácter de
originario. Los artículos 7 y 333 de la Constitución de 1999 son claros: la Asamblea Nacional
Constituyente es un órgano constituido del Estado, y, por tanto, está sometida a lo que determina
la Constitución, y en este sentido: i. no puede desconocer a la estructura y funcionamiento de los
Poderes Constituidos establecidos en el ordenamiento constitucional vigente; ii. No puede dictar
actos, ni siquiera leyes, que modifiquen las normas constitucionales o legales vigentes; y iii. Debe
estar limitada a su única función, cual es la de redactar una nueva Constitución.

La “Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia” es un instrumento


inconstitucional y no jurídico por cuanto i. fue dictado por una Asamblea Nacional Constituyente
ilegítimamente constituida cuyos actos todos son por esta razón nulos de nulidad absoluta; ii. fue
dictado por un órgano que pretende ser una Asamblea Nacional Constituyente, la cual no tiene
competencia constitucional para legislar en materias de las competencia del poder nacional; iii.
Fue dictado en usurpación de las funciones de la Asamblea Nacional, único órgano legitimado
constitucionalmente para sancionar leyes por el pueblo soberano mediante votaciones
universales, libres, directas y secretas; iv. Viola el principio de tipicidad del derecho penal al
pretender sancionar un sentimiento que es parte del fuero interno de las personas y no
contemplar una conducta objetiva que implique el hecho punible, dejando a la más absoluta
arbitrariedad del funcionario su aplicación; v. Su contenido viola expresamente normas
constitucionales al imponer obligaciones y sanciones como:

- la prohibición de inscripción en el Consejo Nacional Electoral de los partidos políticos (en


violación del derecho de participación libre en los asuntos públicos; y el derecho de libre
asociación con fines políticos, establecidos en los artículos 62 y 67 constitucionales);

- la revocatoria de concesión a los prestadores de servicio de radio y televisión y bloqueo de los


portales de medios electrónicos (trastocando la libertad de expresión, comunicación e información
establecidos en los artículos 57 y 58 de la Constitución);

- multas desde cincuenta mil a cien mil unidades tributarias y hasta prisión de diez a veinte años,
“sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados” (en expresa
violación del principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos humanos, el libre
desenvolvimiento de la personalidad y el debido proceso, artículos 19, 20 y 49 de la Constitución,
respectivamente).

La Ley Constitucional contra el odio, por la tolerancia y la convivencia pacífica representa un


instrumento de persecución que se ejecuta en el marco del golpe que al Estado de Derecho ha
supuesto la creación de este órgano presidencial con pretendidos poderes constituyentes y que se
pone por encima del ordenamiento jurídico. La Asamblea Nacional Constituyente presidencial es
ilegítima por su forma de creación y por ende también lo son todos los actos que produzca,
incluida esta vergonzosa y supuesta ley contra el odio, por la tolerancia y la convivencia pacífica
que es una prueba más de la ausencia del Estado de Derecho que hoy padece nuestro país.

4. Bibliografía

BADELL MADRID, Rafael, “Régimen jurídico del proceso constituyente en la Constitución de


Venezuela”, Conferencia dictada en la ¨Jornada sobre la Asamblea Nacional Constituyente:
Génesis y perspectivas¨, Academia Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 13 junio de 2017.
Disponible en: www.acienpol.org.ve

BREWER-CARÍAS, Allan , “El derecho del pueblo a participar directamente mediante referendo en
los procesos de reforma constitucional es, como se dijo, el signo más característico de la
democracia participativa que se regula en la Constitución y el mismo no le puede ser arrebatado
por los gobernantes en forma alguna”, disponible en:
http://allanbrewercarias.com/documentos/155-derecho-del-pueblo-participar-las-reformas-la-
constitucion-signo-mas-caracteristico-la-democracia-participativa-no-puede-arrebatado-los-
gobernantes/

ESCOVAR LEÓN, Ramón, “Sobre la “Ley contra el odio”, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/blogs/sobre-la-ley-contra-el-odio-por-ramon-
escovar-leon/

LORETO C., Jesús A., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”; en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/perspectivas/mas-sobre-la-ley-contra-
el-odio-por-jesus-alejandro-loreto-c/

RAFALLI, Juan Manuel, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, en Prodavinci, 11 de noviembre,
2017, artículo disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/actualidad/todo-sobre-la-ley-
contra-el-odio-por-juan-manuel-raffalli/

SANQUÍRICO PITTEVIL, Fernando, “Las facultades (i)limitadas de la Asamblea Nacional


Constituyente de acuerdo a la Constitución de la República”, en BREWER-CARÍAS , Allan, y GARCÍA
SOTO, Carlos (compiladores), “Estudios sobre la Asamblea Nacional Constituyente”, Editorial
Jurídica Venezolana. Caracas, 2017.

* Conferencia publicada en las “XLIII Jornadas J.M. Domínguez Escovar: La ausencia de juricidad en
el sistema legal venezolano”, Instituto de Estudios Jurídicos Ricardo Hernández Álvarez, Unidad
Académica del Colegio de Abogados del Estado Lara. Barquisimeto, 2018. Pp.43-64.

** Doctor en Derecho. Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.


Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (pregrado, postgrado y doctorado). Ocupó la
Cátedra Andrés Bello en la Universidad de Oxford durante el año académico 1998-1999. Senior
Associate Member de la Universidad de Oxford durante el año académico 2006-2007. Socio
fundador del Despacho de Abogados Badell & Grau 1985. Foreign Legal Consultant, admitido por
el Florida State Bar.

[1] Cfr. SANQUÍRICO PITTEVIL, Fernando, “Las facultades (i)limitadas de la Asamblea Nacional
Constituyente de acuerdo a la Constitución de la República”, en BREWER-CARÍAS , Allan, y GARCÍA
SOTO, Carlos (compiladores), “Estudios sobre la Asamblea Nacional Constituyente”, Editorial
Jurídica Venezolana. Caracas, 2017. p.432.

[2] Para mayor información sobre el tema véase BADELL MADRID, Rafael, “Régimen jurídico del
proceso constituyente en la Constitución de Venezuela”, Ob. cit. pp.13 y ss.

[3] Al respecto conviene precisar el alcance y significado de la voz “pueblo” a que se refieren los
artículos 5, 347, 350 y otros del texto Constitucional. En este sentido debemos tener presente la
decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 22 de enero de 2003,
mediante la cual, con base en la interpretación del artículo 350 de la Constitución en concordancia
con el artículo 5 eiusdem, se declaró que pueblo debe entenderse como “el conjunto de personas
del país y no una parcialidad de la población, una clase social o un pequeño poblado, y menos
individualidades” en los cuales reside la soberanía de manera fraccionada, por lo que pueblo son
“todos los individuos que componen la comunidad política general que sirve de condición
existencial del Estado Nacional, siendo cada uno de ellos titular de una porción o alícuota de esta
soberanía” (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia del 22 de
enero de 2003, con ponencia del Magistrado Iván Rincón Urdaneta).

[4] Si bien de conformidad con lo dispuesto en el artículo 348 de la Constitución, ciertos órganos
de los poderes constituidos, como son el Presidente de la República en Consejo de Ministros, la
Asamblea Nacional y los Consejos Municipales, y de otra parte, el 15% por ciento de los electores
inscritos en el registro civil y electoral, tienen un poder de iniciativa de convocatoria a la Asamblea
Nacional Constituyente, esto solo quiere decir que tienen la facultad de promover tal convocatoria
para que se consulte mediante un referendo consultivo al pueblo (de conformidad con los
artículos 70 y 71 de la Constitución), sobre si quiere o no convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente, no de convocarla por sí solos.

[5] En efecto, si el pueblo venezolano fue considerado y reconocido como soberano en el proceso
constituyente de 1999 para ejercer el poder constituyente a través de la convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente, previa consulta mediante referendo, a pesar de que la
Constitución de 1961 no lo preveía, y ello se acogió en el texto de 1999 como así lo indica a letra
expresa su exposición de motivos; en el 2017, menos aún podría alguien arrebatarle al pueblo su
derecho de decidir sobre el ejercicio de su soberanía: si convoca o no una Asamblea Nacional
Constituyente para crear un nuevo ordenamiento jurídico, redactar una nueva Constitución y
transformar el Estado.

[6] Tal como lo expresa el profesor Brewer-Carías, ¨El derecho del pueblo a participar
directamente mediante referendo en los procesos de reforma constitucional es, como se dijo, el
signo más característico de la democracia participativa que se regula en la Constitución y el mismo
no le puede ser arrebatado por los gobernantes en forma alguna¨. Vid.
http://allanbrewercarias.com/documentos/155-derecho-del-pueblo-participar-las-reformas-la-
constitucion-signo-mas-caracteristico-la-democracia-participativa-no-puede-arrebatado-los-
gobernantes/

[7] En efecto, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia mediante sentencia N°378 de
fecha 31 de mayo de 2017, pretendiendo legitimar la acción inconstitucional del Presidente de la
República de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, mediante una pretendida
interpretación de los artículos 347 y 348 de la Constitución, que no es tal, determinó que no es
necesario ni constitucionalmente obligante un referendo consultivo previo para la convocatoria de
una Asamblea Nacional Constituyente. En este sentido, la Sala Constitucional afirmó que el
artículo 347 define en quién reside el poder constituyente originario, es decir, en el pueblo como
titular de la soberanía, pero contrariamente a la más elemental lógica jurídica que de ello se sigue,
dispuso que el artículo 348 contempla que la iniciativa para ejercer la convocatoria constituyente
equivale, en el caso del Presidente, al poder de convocatoria, pues éste “actúa en ejercicio de la
soberanía popular”. La Sala Constitucional determinó que la Constitución de 1999, al reconocer la
soberanía popular en su artículo 5, dispone a su vez que dicha soberanía puede ejercerse tanto
directa como indirectamente, y declaró la Sala que si bien el pueblo puede ejercer la democracia
participativa, también puede ejercer la democracia representativa, en ejercicio indirecto de su
soberanía, para indicar que los órganos que ejercen el poder público pueden ejercer
indirectamente y por vía de representación la soberanía popular y por lo tanto, el Presidente de la
República en Consejo de Ministros, de acuerdo con el artículo 348 de la Constitución, puede
decidir convocar a una constituyente sin que sea necesario consultar al pueblo. Además, declaró
“opcional o facultativa” la “posibilidad” por la cual pueda convocarse a referendo consultivo las
“materias de especial trascendencia nacional”, establecida en el artículo en el artículo 70 de la
Constitución.

[8] Publicado en Gaceta Oficial N° 41.156 de fecha 23 de mayo de 2017.


[9] Publicado en Gaceta Oficial N°6.303 extraordinario de fecha 4 de junio de 2017.

[10] En este sentido, las “bases comiciales” están contaminados de los mismos vicios de
inconstitucionalidad que se atribuyen a los Decretos Nro. 2.830 y Nro. 2.831, en tanto que la
convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente no ha sido legitimada por la voluntad popular,
es decir, por el pueblo como único detentador de la soberanía nacional, y única entidad
competente para hacerlo según lo dispone el artículo 347 de la Constitución. Así pues, no podía el
Presidente de la República continuar el proceso constituyente mediante la presentación al Consejo
Nacional Electoral de unas bases comiciales para la elección de los miembros de la Asamblea
Nacional constituyente, cuando el proceso como tal no ha sido iniciado por el pueblo quien es
además el único competente para dictarlas.

[11] De conformidad con lo establecido en las bases comiciales, los integrantes de la Asamblea
Nacional Constituyente serían elegidos en el ámbito territorial y sectorial, “mediante el voto
universal, directo y secreto”, sin perjuicio de los integrantes de los pueblos indígenas que serán
elegidos de acuerdo a sus costumbres y prácticas ancestrales. Los sectores a los que se refieren las
Bases, según su punto PRIMERO, comprenden: 1) Trabajadores y Trabajadoras. 2) Campesinos y
Campesinas y Pescadores y Pescadoras. 3) Los y las Estudiantes. 4) Personas con discapacidad. 5)
Pueblos Indígenas. 6) Pensionados y Pensionadas. 7) Empresarios y Empresarias. 8) Comunas y
Consejos Comunales.

[12] De acuerdo con lo reseñado en la página oficial del Consejo Nacional Electoral, “Un total de
8.089.320 de votantes participaron este domingo en la elección de 537 miembros de la Asamblea
Nacional Constituyente (ANC), de acuerdo con el primer boletín del Consejo Nacional Electoral
(CNE)” (Vid. http://www.cne.gob.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3551), sin
embargo, sobre este proceso electoral, incontables fueron las denuncias de ventajismo, fraude, no
ya de los partidos opositores, sino de los ciudadanos y organizaciones civiles, e incluso del
proveedor del sistema computarizado operativo, Smarmatic, el cual manifestó el hecho de que no
podían garantizar resultados de la constituyente, puesto que creían que “la data para la elección
fue manipulada”,cfr. http://www.el-nacional.com/noticias/politica/smartmatic-denuncia-
manipulacion-eleccion-constituyente_196658 y http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-
latina-40804551

[13] artículo 20 de la Ley Constitucional


[14] artículo 22 de la Ley Constitucional

[15] artículo 23 de la Ley Constitucional

[16] artículo 24 de la Ley Constitucional

[17] Publicada en Gaceta Oficial Nro. 6.342 extraordinario de fecha 22 de noviembre de 2017.

[18] En efecto, bajo el simple pretexto de la “promoción de la paz”, “la tolerancia” y “la inclusión”
se podría revocar la inscripción de una organización política ante el CNE. Vid. Jesús Alejandro
Loreto C., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”; en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017, artículo
disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/perspectivas/mas-sobre-la-ley-contra-el-odio-
por-jesus-alejandro-loreto-c/

[19] En este sentido, “La existencia de partidos políticos libres, como expone la Carta Democrática
Interamericana, es un elemento consustancial a la democracia. Por ello, esta “ley” ratifica el
talante antidemocrático de la “ANC”, que pretende justificar la ilegalización de los partidos en una
supuesta política de prevención del odio.”, vid. José Ignacio Hernández G., “La “Ley contra el Odio”
y los derechos humanos: cinco apuntes”, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017, artículo
disponible en: http://prodavinci.com/blogs/la-ley-contra-el-odio2y-los-derechos-humanos-cinco-
apuntes-por-jose-ignacio-hernandez-g/

[20] … racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de género, orientación sexual, identidad
de género, expresión de género y de cualquier otra naturaleza que constituya incitación a la
discriminación, la intolerancia o la violencia

[21] En efecto, determina la Constitución en su artículo 57 que quien haga uso del derecho de libre
expresión asume plena responsabilidad por todo lo expresado, pero sin embargo, no se permite el
anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la
intolerancia religiosa.
[22]El prestador de servicio de radio o televisión durante la difusión de mensajes en vivo y directo,
en este caso, y de acuerdo con la “Ley Constitucional”, solo será responsable de las infracciones
previstas en la Ley Constitucional o de su continuación, cuando la Administración demuestre en el
procedimiento que aquél no actuó de forma diligente.

[23] De nuevo, “de conformidad con el procedimiento establecido en la Ley de Responsabilidad


Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos”

[24] En palabras de Loreto: “De las pocas afirmaciones que en Derecho no están sometidas a
debate y que son totalmente incuestionables a la luz de los Derechos Humanos, es que bajo
ninguna circunstancia puede una persona ser sancionada por actos u omisiones que no estén
previstos como delitos, faltas o infracciones en Leyes preexistentes. Esta afirmación es el eje
central sobre el que gira el derecho a la libertad y cualquier disposición que atente contra ella es
una expresión evidente de autoritarismo y arbitrariedad.”. Vid. Jesús Alejandro Loreto C., “Más
sobre la “Ley” Contra el Odio”.

[25] “Lo que los expertos penalistas denominan “tipos penales en blanco” (…) son normas
punitivas donde se establece la pena mas no se delimita con precisión el supuesto de hecho para
que proceda su aplicación. En el derecho administrativo, este tipo de normas se llaman cláusulas
abiertas y es precisamente esta amplitud y discrecionalidad junto a la magnitud de las sanciones,
lo que permite concluir que el verdadero objeto político de este instrumento es promover la
autocensura en tiempos de crisis y elecciones”. Vid. Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley”
Contra el Odio”, en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017, artículo disponible en:
http://prodavinci.com/2017/11/11/actualidad/todo-sobre-la-ley-contra-el-odio-por-juan-manuel-
raffalli/

[26] De modo que “Esta violación es más grave todavía pues la aplicación de penas no previstas en
la ley dependerá de valoraciones subjetivas sobre lo que es –o pueda ser– la incitación al odio”.

[27] Vid. Jesús Alejandro Loreto C., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”.
[28] El odio, tal como lo refiere Raffalli y, especialmente, Ramón Escovar León, es un sentimiento
que no tiene delimitación fáctica en los supuestos de hecho de una norma. Para explicar esta
posición, el Profesor Escovar León expone lo siguiente: “El odio es, según el diccionario de Maria
Molinar: “Sentimiento violento de repulsión hacia alguien, acompañado de deseo de causarle o de
que le ocurra algún daño”. Se trata de un estado de ánimo de quien padece el odio, que no pasa a
la acción. Por ser un sentimiento, no puede ser sancionado penalmente. Pretender hacerlo implica
una violación a los derechos humanos de los afectados, debido a que establece delitos de
imposible ocurrencia”. Así pues, el académico explica que “Lo mismo ocurre con el amor, con el
hambre, con la angustia o con la envidia. No son susceptibles de ser sancionados penalmente. Si
alguien sufre de envidia contra los demás, por alguna razón recóndita, este padecimiento no
puede ser tipificado como delito. Es un asunto psiquiátrico que escapa al radio del derecho penal”.
Vid. Ramón Escovar León, “Sobre la “Ley contra el odio””, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/blogs/sobre-la-ley-contra-el-odio-por-ramon-
escovar-leon/ y Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, ob. cit.

[29] Como lo especifica Juan Manuel Rafalli, “En este punto hay que recalcar que la información y
la opinión no están prohibidas per se. Los mensajes reprochables según este instrumento serían
únicamente los que promuevan el odio, la violencia, la intolerancia y la discriminación y será el
Juez quien determine a su criterio si el contenido de un mensaje en específico cae en esa
calificación.”. Vid. Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, ob. cit.

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