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Capítulo I
Disposiciones Generales
Objeto
Artículo 1. La presente Ley Constitucional tiene por objeto contribuir a generar las condiciones
necesarias para promover y garantizar el reconocimiento de la diversidad, la tolerancia y el
respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de odio, desprecio,
hostigamiento, discriminación y violencia, a los fines de asegurar la efectiva vigencia de los
derechos humanos, favorecer el desarrollo individual y colectivo de la persona, preservar la paz y
la tranquilidad pública y proteger a la Nación.
Valores y principios
2. Vida.
3. Paz.
4. Amor.
5. Democracia.
6. Convivencia.
7. Libertad.
8. Igualdad y no discriminación.
9. Fraternidad.
10. Justicia.
12. Hermandad.
13. Diversidad.
14. Reconocimiento.
15. Respeto.
16. Tolerancia.
17. Solidaridad.
18. Pluralidad.
19. Corresponsabilidad.
Derecho a la Paz
Artículo 4. El Estado, las familias y la sociedad, tienen el deber y derecho de promover una cultura
y valores de paz, diversidad, tolerancia, igualdad, respeto mutuo y convivencia solidaria para
prevenir y erradicar toda forma de violencia política, odio, discriminación e intolerancias, a los
fines de asegurar la efectiva vigencia de los derechos humanos.
Los órganos, entes del Poder Público, las Misiones, los Consejos Comunales, las Comunas, las
organizaciones políticas, culturales, deportivas, religiosas, de género, orientación sexual, identidad
de género, expresión de género, afrodescendientes, indígenas, personas con discapacidad, adultas
y adultos mayores, jóvenes y la sociedad en general, deberán realizar acciones educativas,
culturales, sociales, deportivas, artísticas, recreativas y comunicacionales, dirigidas a la promoción
de la cultura de paz, tolerancia, respeto, pluralismo y diversidad. Las obligaciones previstas en este
artículo son aplicables a las empresas públicas y privadas, así como las unidades socioproductivas
comunales.
Artículo 5. Todas las personas tienen el derecho y el deber de participar de forma directa y
protagónica en la construcción de la paz y la convivencia solidaria, entre otras, en la formulación,
ejecución y control de las políticas públicas en esta materia.Las organizaciones y movimientos
sociales, especialmente del Poder Popular, tienen la responsabilidad de promover en sus
comunidades y espacios territoriales una cultura y valores de paz, diversidad, tolerancia, igualdad,
respeto mutuo y convivencia solidaria. Así mismo, deben contribuir a prevenir y erradicar toda
forma de violencia política, odio, discriminación e intolerancias.
Principios de interpretación
Capítulo II
Artículo 9. El Sistema de Educación debe garantizar que los centros e instituciones educativos sean
espacios de y para la paz, diversidad, tolerancia, igualdad, respeto mutuo y convivencia solidaria. A
tal efecto, los Ministerios del Poder Popular con competencia en materia de educación básica y de
educación universitaria deben adoptar todas las medidas que sean necesarias y adecuadas para:
Efemérides
Artículo 10. Se declara el veintiuno de septiembre de cada año como Día Nacional de la Paz. Así
mismo, se declara el mes de mayo de cada año como Mes Nacional para la Promoción de la Paz, la
Convivencia y la Lucha contra la Intolerancia.
Durante estas fechas los órganos y entes del Poder Público deberán realizar acciones educativas,
culturales, sociales, deportivas, artísticas, culturales, recreativas y comunicacionales, dirigidas a la
promoción de la cultura de la paz, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la diversidad.
Artículo 11. Los partidos políticos y organizaciones políticas cuyas declaraciones de principios,
actas constitutivas, programas de acción política, estatutos o actividades se funden o promuevan
el fascismo, la intolerancia o el odio nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de
género, orientación sexual, identidad de género, expresión de género y de cualquier otra
naturaleza que constituya incitación a la discriminación y la violencia no podrán ser inscritos o
constituidos ante el Consejo Nacional Electoral. Así mismo, se revocará la inscripción de aquellos
partidos políticos y organizaciones políticas que incumplan lo previsto en la presente
disposición.Los partidos políticos y organizaciones políticas contemplarán dentro de sus normas
disciplinarias la medida preventiva de suspensión y la sanción de expulsión de las personas que
contravengan la presente Ley Constitucional. En caso de abstenerse de incluir dichas normas o de
iniciar, tramitar y decidir oportunamente los procedimientos disciplinarios por estos motivos, el
Consejo Nacional Electoral revocará su inscripción.Se prohíbe facilitar o permitir la constitución o
funcionamiento de personas jurídicas de derecho privado, así como de movimientos y
organizaciones sociales que incumplan con lo previsto en el presente artículo.
Capítulo III
A tal efecto, el Estado podrá ordenarle a los prestadores de estos servicios la difusión de estos
mensajes por un tiempo de treinta minutos semanales. En la difusión de estos mensajes se
otorgará prioridad a aquellos producidos por productores nacionales independientes y
organizaciones y movimientos sociales del Poder Popular.
Artículo 13. Se prohíbe toda propaganda y mensajes a favor de la guerra y toda apología del odio
nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de género, orientación sexual,
identidad de género, expresión de género y de cualquier otra naturaleza que constituya incitación
a la discriminación, la intolerancia o la violencia.
Artículo 14. La difusión de mensajes a través de las redes sociales y medios electrónicos que
promuevan la guerra o inciten al odio nacional, racial, étnico, religioso, político, social, ideológico,
de género, orientación sexual, identidad de género, expresión de género y de cualquier otra
naturaleza que constituya incitación a la discriminación, la intolerancia o la violencia a través se
encuentra prohibida. Las personas jurídicas que administran las redes sociales y medios
electrónicos se encuentran obligadas a cumplir estrictamente lo dispuesto en esta disposición y
adoptarán las medidas adecuadas para prevenir la difusión de estos mensajes. A tal efecto,
deberán retirar inmediatamente de su difusión cualquier propaganda o mensaje que la
contravenga.
Capítulo IV
Artículo 15. Se crea la Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica, como
espacio interinstitucional encargado de diagnosticar, organizar y formular las directrices de la
política pública destinada a promover y garantizar la dignidad humana, el reconocimiento de la
diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de
violencia, odio e intolerancia política, social y de cualquier otro tipo.
Mandato
Atribuciones
Artículo 17. La Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica tiene las
siguientes atribuciones:
2. Convocar y coordinar con los diversos órganos y entes del Poder Público para la formulación,
ejecución y control de la política pública destinada a promover y garantizar la convivencia pacífica.
10. Diseñar las medidas, políticas y normas que orienten las políticas de prevención y control
dirigidas especialmente a la reducción y erradicación de la violencia, intolerancia y otras formas de
odio, incluyendo la presentación ante la Asamblea Nacional Constituyente de las propuestas de
modificaciones a normativas, políticas y medidas que deban dictarse o implementarse.
Integrantes
Artículo 18. La Comisión para la Promoción y Garantía de la Convivencia Pacífica estará compuesta
por quince (15) integrantes designados y designadas por la Asamblea Nacional Constituyente, de
conformidad con los siguientes criterios:
Artículo 19. Todos los órganos y entes del Poder Público, personas jurídicas de naturaleza privada
y la sociedad tienen el deber, responsabilidad y compromiso de colaborar activamente y cumplir
con el propósito de asegurar el reconocimiento de la diversidad, la tolerancia y el respeto mutuo,
así como prevenir y procurar la erradicación de toda forma de violencia política, odio e
intolerancias, a los fines de asegurar la efectiva vigencia de los derechos humanos, evitar la
impunidad, favorecer el desarrollo social, preservar la paz y la tranquilidad pública y proteger a la
Nación.
Capítulo V
Artículo 20. Quien públicamente o mediante cualquier medio apto para su difusión pública
fomente, promueva o incite al odio, la discriminación o la violencia contra una persona o conjunto
de personas, en razón de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico,
religioso, político, de orientación sexual, de identidad de género, de expresión de género o
cualquier otro motivo discriminatorio será sancionado con prisión de diez a veinte años, sin
perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados.
Artículo 21. Será considerado como un agravante de todo hecho punible que sea ejecutado o
incrementado por motivo de la pertenencia, real o presunta, de la víctima a determinado grupo
racial, étnico, religioso o político, así como por motivos de género, orientación sexual, identidad de
género, expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio. En estos casos la sanción
aplicable será el límite máximo de la pena establecida para el hecho punible correspondiente.
En el caso de las redes sociales y medios electrónicos si la difusión de los mensajes a que hace
referencia este artículo, no es retirada dentro de las seis horas siguientes a su publicación, la
persona jurídica responsable de la misma será sancionada con multa desde cincuenta mil a cien
mil unidades tributarias. Así mismo, dará lugar al bloqueo de los portales, sin perjuicio de la
responsabilidad penal y civil a que hubiere lugar.
Artículo 23. El prestador de servicio de radio o televisión que incumpla la obligación de ceder los
espacios gratuitos destinados a la difusión de mensajes que promuevan la diversidad, la tolerancia
y el respeto recíproco, así como para prevenir y erradicar toda forma de violencia política, odio e
intolerancia, serán sancionados con multa desde el tres por ciento (3%) hasta el cuatro por ciento
(4%) de los ingresos brutos causados en el ejercicio fiscal inmediatamente anterior a aquél en el
cual se cometió la infracción, de conformidad con el procedimiento establecido en la Ley de
Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos. Esta multa será depositada en
el Fondo de Responsabilidad Social de Radio y Televisión.
Artículo 24. Será sancionado o sancionada con prisión de ocho a diez años:
Imprescriptibilidad
Artículo 25. Los hechos establecidos en la presente Ley tienen carácter imprescriptible por tratarse
de violaciones graves de los derechos humanos.
Disposiciones Transitorias
PRIMERA. Cualquier norma que colide con lo establecido en esta Ley Constitucional queda
derogada.
SEGUNDA. Todos los medios de comunicación deben difundir en su totalidad esta Ley
Constitucional. Asimismo, todos los medios impresos deben publicar íntegramente esta Ley
Constitucional.
Disposición Final
Dada y firmada en el Hemiciclo Protocolar del Palacio Federal Legislativo, Sede de la Asamblea
Nacional Constituyente, en Caracas, a los dos días de noviembre de dos mil diecisiete. Años 207°
de la Independencia, 158° de la Federación y 18° de la Revolución Bolivariana.
Cúmplase
COMENTARIOS SOBRE LA
Barquisimeto, 2018.
2.2.1 De la nulidad absoluta de todos los actos dictados por la inconstitucional Asamblea
Nacional Constituyente
2.2.2 Incompetencia de una Asamblea Nacional Constituyente para dictar leyes y usurpación
de las funciones de la Asamblea Nacional
i. Violación del pluralismo político, del derecho de participación en los asuntos políticos
y del derecho a la libre asociación con fines políticos (artículos 2, 62, y 67)
3. Consideraciones finales
4. Bibliografía
Las asambleas constituyentes son entonces órganos representativos, distintos a los poderes
constituidos, que se convocan y eligen por el pueblo soberano con la misión específica de elaborar
un proyecto de Constitución. De este modo, la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente
supone la previa decisión del pueblo de convocarla por la vía del sufragio, a través de un referendo
de consulta popular.
iii) La última fase se verifica con el referendo consultivo que ha de realizarse para que
el pueblo decida sobre la aprobación o no del proyecto de Constitución elaborado por la Asamblea
Nacional Constituyente, y de ocurir su aprobación, su posterior publicación y entrada en vigor[2].
El Decreto, al omitir la consulta a la voluntad del pueblo sobre la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente y convocar directamente este mecanismo de sustitución constitucional[4],
contraría además el principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos (artículo 19
de la Constitución), en especial el de participación ciudadana en el ejercicio de la soberanía
popular (artículo 62 y 70 de la Constitución).
En efecto, no sólo el contenido claro del artículo 347 de la Constitución, sino también la
experiencia de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999[5], elimina cualquier posibilidad de
que otro cuerpo, distinto al pueblo, sea quien pueda convocar una Asamblea Nacional
Constituyente, y de esta forma prohíbe que cualquier órgano del Estado, incluido su Presidente,
su Consejo Nacional Electoral y su Tribunal Supremo de Justicia, usurpen el poder constituyente
originario que sólo lo tiene el pueblo.
Sin embargo, el Decreto arrebata este derecho exclusivo del pueblo venezolano, como único
titular del poder constituyente originario, de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, en
completa violación de los principios y normas constitucionales establecidos desde el preámbulo de
la Constitución, y en los artículos 2, 3, 5, 6, 19, 62, 63, 70, 71, 347 y 348, de la Constitución[6], y lo
hace con la complicidad con otros poderes constituidos, la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia[7] y el Consejo Nacional Electoral, y todos otros aquellos que se manifiestan a
favor de este fraude constitucional, de forma expresa o por omisión.
También fueron dictados los decretos N° 2.878[8] de fecha 23 de mayo de 2017 y N°. 2.889[9] del
4 de junio del mismo año, mediante los cuales el Presidente de la República “en su cualidad de
convocante”, dictó unilateralmente y sin consulta popular, las bases comiciales territoriales y
sectoriales, sobre las cuales “se llevará a cabo la convocatoria, conformación y funcionamiento de
la Asamblea Nacional Constituyente”, y exhortó a que el proyecto de Constitución que se redacte
en su seno sea sometido a referendo aprobatorio popular, en los términos establecidos en el
artículo 70 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Estas bases comiciales son igualmente inconstitucionales por cuanto violan los artículos 5, 39, 42,
62, 63, 64, 67, 70 y 347 de la Constitución al usurpar la soberanía del pueblo, como único titular
del poder constituyente y desconocer la voluntad popular a través de la imposición de un proceso
constituyente y de las bases comiciales[10] (al igual que el Decreto de “convocatoria”); y además
porque limitan ilegítimamente el derecho de participación ciudadana en el ejercicio de su
soberanía al regular quiénes pueden postularse al cargo de constituyente, determinar elecciones
por sectores[11], excluir de los electores a los venezolanos por naturalización, todo ello en
violación del derecho al sufragio libre, universal, directo y secreto, y el principio de representación
proporcional.
También debemos señalar que el Consejo Nacional Electoral, a pesar de que no tenía
competencia para convocar elecciones de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente,
por cuanto su convocatoria no fue aprobada por el pueblo soberano a través de un referendo
consultivo, violó los artículos 292 y siguientes de la Constitución, en concordancia con los artículos
2 y 3 de la Ley Orgánica del Poder Electoral, al convocar y llevar a cabo el proceso electoral del 30
de julio del 2017 en el cual se eligieron fraudulentamente un total de 537 miembros de una
inconstitucional e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente[12].
1.1.2 Límites de la actuación de una Asamblea Nacional Constituyente
No existe razón alguna que justifique la alteración anticipada de ese ordenamiento jurídico
mientras no se dicte y apruebe el Proyecto de Constitución, pues como se ha dicho hay que tener
en cuenta que si el mismo no es aprobado por el pueblo, no hay transformación alguna y toda la
normativa preexistente se mantiene. Cualquier cambio anticipado del mismo es una manifestación
del órgano constituyente que no respeta que la decisión del cambio no le pertenece a éste, sino al
prueblo que es quien ha de decidirla mediante la aprobación del proyecto que éste cree.
De allí que siguen siendo de obligatorio cumplimiento todas las normas, principios y valores de la
Constitución vigente y le dan su estructura fundamental a los órganos y las instituciones previstos
en ella, tales como: el principio de la democracia y la soberanía popular (artículos 2 y 5 de la
Constitución), que comprende a su vez las bases federales del Estado venezolano como sistema de
organización democrática (Preámbulo y art. 4), el ejercicio democrático de la voluntad popular
(artículo 3), el pluralismo político (art. 2), el carácter democrático de las entidades políticas que
componen el Estado (art. 6), así como el respeto a los derechos políticos (art. 39), la participación
libre en los asuntos públicos (art. 62) y el derecho al sufragio (art. 63), entre otros; el principio
legalidad (art. 137); el principio de separación de poderes (art. 136); el principio de progresividad
de los derechos (art. 19); los principios y valores de nuestra historia republicana (art. 350); el
principio de responsabilidad patrimonial del Estado (art. 140); y por supuesto, el respeto de los
acuerdos y tratados internacionales (art. 23); asimismo el respeto a las normas de organización del
Estado y las competencias de los poderes constituidos.
Pero, además, una Asamblea Nacional Constituyente debe sujetarse a todos y cada uno de los
parámetros impuestos por la “voluntad del pueblo”, por lo que las bases comiciales también
condicionan el actuar de ese órgano y son de obligatorio cumplimiento.
Es cierto que en el proceso constituyente en curso las bases comiciales son también
absolutamente inconstitucionales en su contenido y forma de aprobación, pero son también
demostración de que la Asamblea Nacional Constituyente tampoco se siente limitada por ellas,
puesto que de las propias bases comiciales publicadas en Gaceta Oficial Nro. 6.303 Extraordinario
del 4 de junio de 2017 (que complementaron la propuesta de bases comiciales para la ANC de
fecha 23 de mayo de 2017) se desprende que el objeto de la Asamblea Nacional Constituyente es
exclusivamente la redacción de una nueva Constitución cuando en ellas se lee: “se exhorta a la
Asamblea Nacional Constituyente, a que, el proyecto de Constitución que se redacte en su seno
sea sometido a referéndum aprobatorio popular”. Asimismo, estas bases comiciales establecen
expresamente como límites del funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente los
valores y principios de nuestra historia republicana, así como el cumplimiento de los tratados
internacionales, acuerdos y compromisos válidamente suscritos por la República, el carácter
progresivo de los derechos fundamentales de los ciudadanos y las ciudadanas y las garantías
democráticas dentro del más absoluto respeto de los compromisos asumidos (Décimo Primera).
Es claro entonces que todas las actuaciones de esta Asamblea Nacional Constituyente distintas a la
redacción de un texto constitucional son ilegítimas y que así lo es la Ley contra el odio, por la
convivencia pacífica y la tolerancia, que nos corresponde analizar en este evento.
2. La “Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”
En fecha 8 de noviembre del 2017 fue publicada en Gaceta Oficial nro. 41.274 la denominada “Ley
constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia” (reimpresa por “fallas en
los originales” en Gaceta Oficial nro. 41.276 de fecha 10 de noviembre de 2017), dictada por la
Asamblea Nacional Constituyente, con el objeto de “generar las condiciones necesarias” para
“garantizar el reconocimiento a la diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco y para “prevenir
y erradicar toda forma de odio, desprecio, hostigamiento, discriminación y violencia” (artículo 1 de
la Ley Constitucional).
Esta ley tipifica como delitos una serie de hechos como la promoción o incitación al odio[13]; la
difusión de mensajes a favor del odio y la guerra[14], a través de medios de radio o televisión o a
través de redes sociales; la negativa de cesión de espacios para la promoción de la paz[15]; y la
abstención, omisión u obstrucción de funcionarios de los cuerpos policiales o personal médico en
el cumplimiento de las disposiciones de la “Ley Constitucional”[16].
Por el incumplimiento de los preceptos establecidos en esa “Ley Constitucional”, la misma dispone
sanciones de índole administrativa, tributaria e inclusive penal, tales como: la prohibición de
inscripción en el Consejo Nacional Electoral de los partidos políticos; la revocatoria de concesión a
los prestadores de servicio de radio y televisión; multas desde cincuenta mil a cien mil unidades
tributarias; bloqueo de los portales de medios electrónicos; y hasta prisión de diez a veinte años,
“sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados”.
Esta denominada “Ley Constitucional”, es paradójicamente totalmente inconstitucional, debido a
que viola expresamente los preceptos constitucionales (artículos 2, 3 y 7), las garantías a los
derechos humanos (artículos 19, 20, 49, 57, 58, 62, 67 y 68 de la Constitución) y fue dictada en
flagrante usurpación de funciones legislativas que corresponden a la Asamblea Nacional (artículos
187, numeral 1, y 202 de la Constitución).
2.2.1 De la nulidad absoluta de todos los actos dictados por la inconstitucional Asamblea
Nacional Constituyente
El primer vicio a señalar respecto de esta Ley es la ilegitimidad misma del órgano que la ha
producido. Como ha quedado expresado en el punto previo de esta conferencia, la Asamblea
Nacional Constituyente es por la forma como fue constituida, un órgano total y absolutamente
inconstitucional, de allí que todas sus actuaciones, inclusive la redacción de un proyecto de
Constitución, sean flagrantemente inconstitucionales y nulas de nulidad absoluta.
Por haber emanado esta normativa que hoy analizamos de un órgano ilegítimamente constituido,
ella resulta igualmente nula.
2.2.2 Incompetencia de la Asamblea Nacional Constituyente para dictar leyes y usurpación de las
funciones de la Asamblea Nacional
Pero no es sólo nula como consecuencia de la ilegitimidad del órgano que la produce, sino que
también es nula porque éste, ni siquiera si hubiese sido formado de acuerdo a la Constitución,
tendría competencia para emitirla.
Toda ley en Venezuela, como en cualquier otro Estado que se proclame de Derecho, debe
ser dictada por la Asamblea Nacional y con las garantías del procedimiento parlamentario. El
quiebre de este principio es un golpe al Estado de Derecho, que cesa en su existencia cuando se
arrebata al parlamento, órgano de la representación popular, la facultad de dictar las normas
limitativas de los derechos y garantías constitucionales. La Ley Constitucional contra el odio, por la
tolerancia y la convivencia pacífica no es Ley ni es Constitucional, es una mera vía de hecho, que se
ejecuta en el marco del golpe que al Estado de Derecho supone la creación de un órgano
presidencial con pretendidos poderes constituyentes y por encima del ordenamiento jurídico que
ha de limitar precisamente el ejercicio del poder del Estado.
Esta normativa que se ha dictado por este ilegítimo órgano mediante un inconstitucional
procedimiento ignora los postulados esenciales del derecho penal, bajo un Estado de Derecho. Se
trata de un acto propio de las dictaduras, o de los regímenes totalitarios, en los cuales se pretende
controlar el pensamiento de los individuos.
Nos recuerda este texto el espíritu del vergonzoso inciso sexto del artículo 32 de la
Constitución de 1936, según el cual establecía una muy criticada regulación que contenía lo que la
doctrina denomina el “delito de conciencia”, inadmisible en el Estado de Derecho. La norma en
cuestión diponía que se consideraban “contrarias a la independencia, a la forma política y a la paz
social de la Nación, las doctrinas comunista y anarquista, y los que las proclamen, propaguen o
practiquen serán considerados como traidores a la Patria y castigados conforme a las leyes”.
Respecto del fondo de lo regulado, esta Ley es igualmente inconstitucional por cuanto dispone
sanciones de índole administrativa, tributaria y penal que violan las máximas garantías a los
derechos humanos de los venezolanos.
En efecto, la misma impone normas y sanciones:
Asimismo exige a los partidos políticos y organizaciones políticas que contemplen dentro de sus
normas disciplinarias la medida preventiva de suspensión y la sanción de expulsión de las personas
que contravengan la referida Ley y en el caso de no hacerlo o de no iniciar, tramitar y decidir
oportunamente los procedimientos disciplinarios por estos motivos, el Consejo Nacional Electoral
revocará su inscripción.
Para hacer “efectiva” esta prohibición, y en contra del derecho a la libertad de expresión y el
principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos humanos, la “Ley Constitucional”
crea un tipo delictivo consistente en “fomentar, promover o incitar al odio, la discriminación o la
violencia contra una persona o conjunto de personas, en razón de su pertenencia real o presunta a
determinado grupo social, étnico, religioso, político, de orientación sexual, de identidad de
género, de expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio, públicamente o
mediante cualquier medio apto para su difusión pública”, y a cuya comisión le determina una
sanción con prisión de diez a veinte años, “sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria
por los daños causados” (artículo 20).
De esta forma, la “Ley Constitucional” prevé la imposición de medidas penales en contra de quien,
en ejercicio de su derecho constitucional a la libertad de expresión, emita opiniones,
pensamientos o ideas cuyo contenido pueda ser censurado -de manera subjetiva y arbitraria-
como “incitación al odio”, por la Asamblea Nacional Constituyente o sus órganos subordinados.
El uso de estas expresiones imprecisas y ambiguas como la “incitación al odio nacional” implica un
ataque frontal contra la libertad de expresión, derecho según el cual toda persona pueda expresar
libremente sus pensamientos, sus ideas y opiniones a viva voz, por escrito o mediante cualquier
forma de expresión, y además, de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y
difusión -incluyendo las redes sociales-, sin que pueda establecerse censura.
Es claro que, tal como se ha reconocido en el sistema interamericano de derechos humanos, los
límites a la libertad de expresión deben ser interpretados de manera restrictiva atendiendo a las
exigencias de una sociedad democrática[21]”, no a los intereses de un régimen totalitario y
mediante un acto inconstitucional y desprovisto de toda legitimidad como es la “Ley constitucional
contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia”.
De otra parte, la “Ley Constitucional” determina obligaciones y sanciones expresas para los
prestadores de servicio de radio o televisión que vulneran gravemente la libertad de comunicación
e información.
Estas imposiciones para los prestadores del servicio de radio y televisión son altamente arbitrarias
y se encuentran en extrema contraposición a las disposiciones constitucionales que establecen
que el derecho de comunicación es libre y plural (que aunque comporta deberes y
responsabilidades, esos deben adecuarse con los principios de la Constitución), y además al
derecho de información oportuna, veraz, imparcial y sin censura, que tienen las personas, de
nuevo, de acuerdo con los principios de la Constitución.
El numeral 6 del artículo 49 constitucional dispone todos los requerimientos para que ninguna
persona esté desprovista de las garantías de un debido proceso, tanto judicial como administrativo
al establecer que “Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren
previstos como delitos o faltas o infracciones en leyes preexistentes”.
Como hemos dicho ya, la Asamblea Nacional Constituyente no puede dictar leyes puesto que no
está habilitada para ello, no puede ejercer función legislativa, porque ella compete a la Asamblea
Nacional, por ende, el hecho de que los particulares puedan ser juzgados y sancionados con
fundamento a un instrumento no jurídico y muy ajeno a una ley sancionada por el organo
parlamentario es una situación que atenta contra el principio de legalidad y con ello al derecho de
libre desenvolvimiento de la personalidad[24].
Hemos destacado cómo en un Estado de Derecho, únicamente la ley, como expresión legítima de
la voluntad popular, puede establecer penas. Este es un requisito inherente al principio de
legalidad que determinó el nacimiento del Estado de derecho, en protección a los derechos y las
libertades individuales. Volver a un “derecho” que no requiere una norma dictada por el órgano
parlamentario ni bajo un procedimiento específico de construcción de la ley, ni define con
exactitud cuál es la conducta sancionada sino por el contrario abusa de los tipos penales en
blanco[25] para infligir sanciones desproporcionadas es, sin duda, volver a la utilización de un
instrumento propio de la represión política[26], y por lo tanto, volver al irrespeto y
desconocimiento de las garantías en el goce y ejercicio de los derechos humanos (artículo 19 de la
Constitución).
Es de resaltar al respecto la apreciación según la cual el principio de legalidad antes aludido exige,
además de que los delitos sólo puedan establecerse en leyes formales, que “esas leyes deben ser
claras y precisas para evitar que sean interpretadas y aplicadas arbitrariamente”. En este sentido,
es de criticar ampliamente que las conductas tipificadas como delitos en esa “Ley constitucional”
carecen de determinación y especificidad, de modo que dejan al arbitrio de jueces y fiscales, e
inclusive de los demás órganos subordinados a la Asamblea Nacional Constituyente, la
interpretación de conceptos subjetivos como el “odio”, la “intolerancia”, la “discriminación”, entre
otros[27].
Es por ello que es menester insistir en que la utilización del término “odio”[28], constituye un
cauce para la arbitrariedad en la imposición de sus sanciones-, en tanto que comprende, como ya
hemos dicho, no sólo un concepto que no esta definido en su texto sino que se trata de un
sentimiento, cuya interpretación no corresponde a persona alguna y cuya valoración dependerá
del Fiscal, del Juez o la autoridad administrativa, según el caso[29], trastocando cualquier
expectativa de seguridad jurídica que puedan tener los venezolanos en el ejercicio de su derecho a
expresar libremente sus opiniones, ideas o pensamientos.
3. Consideraciones finales
Una Asamblea Nacional Constituyente legítimamente constituida no tiene la facultad parar alterar
o impedir la vigencia de la Constitución durante su funcionamiento, al no detentar el carácter de
originario. Los artículos 7 y 333 de la Constitución de 1999 son claros: la Asamblea Nacional
Constituyente es un órgano constituido del Estado, y, por tanto, está sometida a lo que determina
la Constitución, y en este sentido: i. no puede desconocer a la estructura y funcionamiento de los
Poderes Constituidos establecidos en el ordenamiento constitucional vigente; ii. No puede dictar
actos, ni siquiera leyes, que modifiquen las normas constitucionales o legales vigentes; y iii. Debe
estar limitada a su única función, cual es la de redactar una nueva Constitución.
- multas desde cincuenta mil a cien mil unidades tributarias y hasta prisión de diez a veinte años,
“sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados” (en expresa
violación del principio de progresividad en el goce y ejercicio de los derechos humanos, el libre
desenvolvimiento de la personalidad y el debido proceso, artículos 19, 20 y 49 de la Constitución,
respectivamente).
4. Bibliografía
BREWER-CARÍAS, Allan , “El derecho del pueblo a participar directamente mediante referendo en
los procesos de reforma constitucional es, como se dijo, el signo más característico de la
democracia participativa que se regula en la Constitución y el mismo no le puede ser arrebatado
por los gobernantes en forma alguna”, disponible en:
http://allanbrewercarias.com/documentos/155-derecho-del-pueblo-participar-las-reformas-la-
constitucion-signo-mas-caracteristico-la-democracia-participativa-no-puede-arrebatado-los-
gobernantes/
ESCOVAR LEÓN, Ramón, “Sobre la “Ley contra el odio”, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/blogs/sobre-la-ley-contra-el-odio-por-ramon-
escovar-leon/
LORETO C., Jesús A., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”; en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/perspectivas/mas-sobre-la-ley-contra-
el-odio-por-jesus-alejandro-loreto-c/
RAFALLI, Juan Manuel, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, en Prodavinci, 11 de noviembre,
2017, artículo disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/actualidad/todo-sobre-la-ley-
contra-el-odio-por-juan-manuel-raffalli/
* Conferencia publicada en las “XLIII Jornadas J.M. Domínguez Escovar: La ausencia de juricidad en
el sistema legal venezolano”, Instituto de Estudios Jurídicos Ricardo Hernández Álvarez, Unidad
Académica del Colegio de Abogados del Estado Lara. Barquisimeto, 2018. Pp.43-64.
[1] Cfr. SANQUÍRICO PITTEVIL, Fernando, “Las facultades (i)limitadas de la Asamblea Nacional
Constituyente de acuerdo a la Constitución de la República”, en BREWER-CARÍAS , Allan, y GARCÍA
SOTO, Carlos (compiladores), “Estudios sobre la Asamblea Nacional Constituyente”, Editorial
Jurídica Venezolana. Caracas, 2017. p.432.
[2] Para mayor información sobre el tema véase BADELL MADRID, Rafael, “Régimen jurídico del
proceso constituyente en la Constitución de Venezuela”, Ob. cit. pp.13 y ss.
[3] Al respecto conviene precisar el alcance y significado de la voz “pueblo” a que se refieren los
artículos 5, 347, 350 y otros del texto Constitucional. En este sentido debemos tener presente la
decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 22 de enero de 2003,
mediante la cual, con base en la interpretación del artículo 350 de la Constitución en concordancia
con el artículo 5 eiusdem, se declaró que pueblo debe entenderse como “el conjunto de personas
del país y no una parcialidad de la población, una clase social o un pequeño poblado, y menos
individualidades” en los cuales reside la soberanía de manera fraccionada, por lo que pueblo son
“todos los individuos que componen la comunidad política general que sirve de condición
existencial del Estado Nacional, siendo cada uno de ellos titular de una porción o alícuota de esta
soberanía” (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia del 22 de
enero de 2003, con ponencia del Magistrado Iván Rincón Urdaneta).
[4] Si bien de conformidad con lo dispuesto en el artículo 348 de la Constitución, ciertos órganos
de los poderes constituidos, como son el Presidente de la República en Consejo de Ministros, la
Asamblea Nacional y los Consejos Municipales, y de otra parte, el 15% por ciento de los electores
inscritos en el registro civil y electoral, tienen un poder de iniciativa de convocatoria a la Asamblea
Nacional Constituyente, esto solo quiere decir que tienen la facultad de promover tal convocatoria
para que se consulte mediante un referendo consultivo al pueblo (de conformidad con los
artículos 70 y 71 de la Constitución), sobre si quiere o no convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente, no de convocarla por sí solos.
[5] En efecto, si el pueblo venezolano fue considerado y reconocido como soberano en el proceso
constituyente de 1999 para ejercer el poder constituyente a través de la convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente, previa consulta mediante referendo, a pesar de que la
Constitución de 1961 no lo preveía, y ello se acogió en el texto de 1999 como así lo indica a letra
expresa su exposición de motivos; en el 2017, menos aún podría alguien arrebatarle al pueblo su
derecho de decidir sobre el ejercicio de su soberanía: si convoca o no una Asamblea Nacional
Constituyente para crear un nuevo ordenamiento jurídico, redactar una nueva Constitución y
transformar el Estado.
[6] Tal como lo expresa el profesor Brewer-Carías, ¨El derecho del pueblo a participar
directamente mediante referendo en los procesos de reforma constitucional es, como se dijo, el
signo más característico de la democracia participativa que se regula en la Constitución y el mismo
no le puede ser arrebatado por los gobernantes en forma alguna¨. Vid.
http://allanbrewercarias.com/documentos/155-derecho-del-pueblo-participar-las-reformas-la-
constitucion-signo-mas-caracteristico-la-democracia-participativa-no-puede-arrebatado-los-
gobernantes/
[7] En efecto, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia mediante sentencia N°378 de
fecha 31 de mayo de 2017, pretendiendo legitimar la acción inconstitucional del Presidente de la
República de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, mediante una pretendida
interpretación de los artículos 347 y 348 de la Constitución, que no es tal, determinó que no es
necesario ni constitucionalmente obligante un referendo consultivo previo para la convocatoria de
una Asamblea Nacional Constituyente. En este sentido, la Sala Constitucional afirmó que el
artículo 347 define en quién reside el poder constituyente originario, es decir, en el pueblo como
titular de la soberanía, pero contrariamente a la más elemental lógica jurídica que de ello se sigue,
dispuso que el artículo 348 contempla que la iniciativa para ejercer la convocatoria constituyente
equivale, en el caso del Presidente, al poder de convocatoria, pues éste “actúa en ejercicio de la
soberanía popular”. La Sala Constitucional determinó que la Constitución de 1999, al reconocer la
soberanía popular en su artículo 5, dispone a su vez que dicha soberanía puede ejercerse tanto
directa como indirectamente, y declaró la Sala que si bien el pueblo puede ejercer la democracia
participativa, también puede ejercer la democracia representativa, en ejercicio indirecto de su
soberanía, para indicar que los órganos que ejercen el poder público pueden ejercer
indirectamente y por vía de representación la soberanía popular y por lo tanto, el Presidente de la
República en Consejo de Ministros, de acuerdo con el artículo 348 de la Constitución, puede
decidir convocar a una constituyente sin que sea necesario consultar al pueblo. Además, declaró
“opcional o facultativa” la “posibilidad” por la cual pueda convocarse a referendo consultivo las
“materias de especial trascendencia nacional”, establecida en el artículo en el artículo 70 de la
Constitución.
[10] En este sentido, las “bases comiciales” están contaminados de los mismos vicios de
inconstitucionalidad que se atribuyen a los Decretos Nro. 2.830 y Nro. 2.831, en tanto que la
convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente no ha sido legitimada por la voluntad popular,
es decir, por el pueblo como único detentador de la soberanía nacional, y única entidad
competente para hacerlo según lo dispone el artículo 347 de la Constitución. Así pues, no podía el
Presidente de la República continuar el proceso constituyente mediante la presentación al Consejo
Nacional Electoral de unas bases comiciales para la elección de los miembros de la Asamblea
Nacional constituyente, cuando el proceso como tal no ha sido iniciado por el pueblo quien es
además el único competente para dictarlas.
[11] De conformidad con lo establecido en las bases comiciales, los integrantes de la Asamblea
Nacional Constituyente serían elegidos en el ámbito territorial y sectorial, “mediante el voto
universal, directo y secreto”, sin perjuicio de los integrantes de los pueblos indígenas que serán
elegidos de acuerdo a sus costumbres y prácticas ancestrales. Los sectores a los que se refieren las
Bases, según su punto PRIMERO, comprenden: 1) Trabajadores y Trabajadoras. 2) Campesinos y
Campesinas y Pescadores y Pescadoras. 3) Los y las Estudiantes. 4) Personas con discapacidad. 5)
Pueblos Indígenas. 6) Pensionados y Pensionadas. 7) Empresarios y Empresarias. 8) Comunas y
Consejos Comunales.
[12] De acuerdo con lo reseñado en la página oficial del Consejo Nacional Electoral, “Un total de
8.089.320 de votantes participaron este domingo en la elección de 537 miembros de la Asamblea
Nacional Constituyente (ANC), de acuerdo con el primer boletín del Consejo Nacional Electoral
(CNE)” (Vid. http://www.cne.gob.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3551), sin
embargo, sobre este proceso electoral, incontables fueron las denuncias de ventajismo, fraude, no
ya de los partidos opositores, sino de los ciudadanos y organizaciones civiles, e incluso del
proveedor del sistema computarizado operativo, Smarmatic, el cual manifestó el hecho de que no
podían garantizar resultados de la constituyente, puesto que creían que “la data para la elección
fue manipulada”,cfr. http://www.el-nacional.com/noticias/politica/smartmatic-denuncia-
manipulacion-eleccion-constituyente_196658 y http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-
latina-40804551
[17] Publicada en Gaceta Oficial Nro. 6.342 extraordinario de fecha 22 de noviembre de 2017.
[18] En efecto, bajo el simple pretexto de la “promoción de la paz”, “la tolerancia” y “la inclusión”
se podría revocar la inscripción de una organización política ante el CNE. Vid. Jesús Alejandro
Loreto C., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”; en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017, artículo
disponible en: http://prodavinci.com/2017/11/11/perspectivas/mas-sobre-la-ley-contra-el-odio-
por-jesus-alejandro-loreto-c/
[19] En este sentido, “La existencia de partidos políticos libres, como expone la Carta Democrática
Interamericana, es un elemento consustancial a la democracia. Por ello, esta “ley” ratifica el
talante antidemocrático de la “ANC”, que pretende justificar la ilegalización de los partidos en una
supuesta política de prevención del odio.”, vid. José Ignacio Hernández G., “La “Ley contra el Odio”
y los derechos humanos: cinco apuntes”, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017, artículo
disponible en: http://prodavinci.com/blogs/la-ley-contra-el-odio2y-los-derechos-humanos-cinco-
apuntes-por-jose-ignacio-hernandez-g/
[20] … racial, étnico, religioso, político, social, ideológico, de género, orientación sexual, identidad
de género, expresión de género y de cualquier otra naturaleza que constituya incitación a la
discriminación, la intolerancia o la violencia
[21] En efecto, determina la Constitución en su artículo 57 que quien haga uso del derecho de libre
expresión asume plena responsabilidad por todo lo expresado, pero sin embargo, no se permite el
anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la
intolerancia religiosa.
[22]El prestador de servicio de radio o televisión durante la difusión de mensajes en vivo y directo,
en este caso, y de acuerdo con la “Ley Constitucional”, solo será responsable de las infracciones
previstas en la Ley Constitucional o de su continuación, cuando la Administración demuestre en el
procedimiento que aquél no actuó de forma diligente.
[24] En palabras de Loreto: “De las pocas afirmaciones que en Derecho no están sometidas a
debate y que son totalmente incuestionables a la luz de los Derechos Humanos, es que bajo
ninguna circunstancia puede una persona ser sancionada por actos u omisiones que no estén
previstos como delitos, faltas o infracciones en Leyes preexistentes. Esta afirmación es el eje
central sobre el que gira el derecho a la libertad y cualquier disposición que atente contra ella es
una expresión evidente de autoritarismo y arbitrariedad.”. Vid. Jesús Alejandro Loreto C., “Más
sobre la “Ley” Contra el Odio”.
[25] “Lo que los expertos penalistas denominan “tipos penales en blanco” (…) son normas
punitivas donde se establece la pena mas no se delimita con precisión el supuesto de hecho para
que proceda su aplicación. En el derecho administrativo, este tipo de normas se llaman cláusulas
abiertas y es precisamente esta amplitud y discrecionalidad junto a la magnitud de las sanciones,
lo que permite concluir que el verdadero objeto político de este instrumento es promover la
autocensura en tiempos de crisis y elecciones”. Vid. Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley”
Contra el Odio”, en Prodavinci, 11 de noviembre, 2017, artículo disponible en:
http://prodavinci.com/2017/11/11/actualidad/todo-sobre-la-ley-contra-el-odio-por-juan-manuel-
raffalli/
[26] De modo que “Esta violación es más grave todavía pues la aplicación de penas no previstas en
la ley dependerá de valoraciones subjetivas sobre lo que es –o pueda ser– la incitación al odio”.
[27] Vid. Jesús Alejandro Loreto C., “Más sobre la “Ley” Contra el Odio”.
[28] El odio, tal como lo refiere Raffalli y, especialmente, Ramón Escovar León, es un sentimiento
que no tiene delimitación fáctica en los supuestos de hecho de una norma. Para explicar esta
posición, el Profesor Escovar León expone lo siguiente: “El odio es, según el diccionario de Maria
Molinar: “Sentimiento violento de repulsión hacia alguien, acompañado de deseo de causarle o de
que le ocurra algún daño”. Se trata de un estado de ánimo de quien padece el odio, que no pasa a
la acción. Por ser un sentimiento, no puede ser sancionado penalmente. Pretender hacerlo implica
una violación a los derechos humanos de los afectados, debido a que establece delitos de
imposible ocurrencia”. Así pues, el académico explica que “Lo mismo ocurre con el amor, con el
hambre, con la angustia o con la envidia. No son susceptibles de ser sancionados penalmente. Si
alguien sufre de envidia contra los demás, por alguna razón recóndita, este padecimiento no
puede ser tipificado como delito. Es un asunto psiquiátrico que escapa al radio del derecho penal”.
Vid. Ramón Escovar León, “Sobre la “Ley contra el odio””, en Prodavinci, 10 de noviembre, 2017,
artículo disponible en: http://prodavinci.com/blogs/sobre-la-ley-contra-el-odio-por-ramon-
escovar-leon/ y Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, ob. cit.
[29] Como lo especifica Juan Manuel Rafalli, “En este punto hay que recalcar que la información y
la opinión no están prohibidas per se. Los mensajes reprochables según este instrumento serían
únicamente los que promuevan el odio, la violencia, la intolerancia y la discriminación y será el
Juez quien determine a su criterio si el contenido de un mensaje en específico cae en esa
calificación.”. Vid. Juan Manuel Rafalli, “Todo sobre la “Ley” Contra el Odio”, ob. cit.