Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
59
ESPIRITUALIDAD
LA ESPERANZA
MADRID
1970
CONCILIUM
Revista internacional de Teología
BOLETINES
DOCUMENTACIÓN CONCILIUM
Consejeros:
Juan Alfaro sj Roma-Italia
Marie-Dominique Chenu OP París-Francia
Yves Congar OP Le Saulchoir-Francia
Andrew Greeley Chicago-Estados Unidos
Rene Lautentin París-Francia
Jorge Mejía Buenos Aires-Argentina
Karl Rahner sj Münster-Alemania Occ.
Roberto Tucci sj Roma-Italia
Secretario general:
Jan Micklinghoff OP Nimega-Holanda
Secretario adjunto:
Juan Peters OCD Smakt-Holanda
Secretariado General:
1
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO
PRESENTACIÓN
Director:
Christian Duquoc OP Lyon-Francia La teología cristiana vuelve a recordar, después de haberlo tenido
olvidado por mucho tiempo, que los escritores bíblicos son testigos
Director adjunto: de una promesa. El futuro de Dios llenaba su presente. El futuro
preocupa hoy a nuestra conciencia moderna: E. Bloch construye
Claude Geffré OP París-Francia
una filosofía cuyo principio es la esperanza. E. Bloch se inspira en
Marx. Sin embargo, la presencia del futuro es ambivalente. Asisti-
Miembros: mos a un deslizamiento en la mentalidad contemporánea. Después
Hans Urs von Balthasar Basel-Suiza de la idolatría del progreso, que floreció durante el pasado siglo, se
Maurice Bellet París-Francia advierten los síntomas de una época dudosa. Los descubrimientos
Albert-Marie Besnard OP París-Francia
Ladislaus Boros Zurich-Suiza científicos y técnicos ya no son motivo de una confianza ingenua en
Johannes Bours Münster-Alemania Occ. su capacidad para cambiar la vida. Muchos acusan de «represiva»
Bernard Bro OP París-Francia a la organización industrial surgida de la técnica y de la ciencia,
Pietro Btugnoli OP Roma-Italia
Cario Caro2zo Genova-Italia achacándole que nos priva del espacio necesario para la libertad y
Michel de Certeau sj París-Francia la felicidad. Se exacerban los conflictos; la ciencia y la técnica han
Paul Duployé OP Estrasburgo-Francia resultado ineficaces para solucionarlos, y nuestro poderío ha hecho
Juan Esquerda Bifet Lérida-España
Antonin van Galem o. CARM. Aalsmeer-Holanda que se vuelvan infinitamente más nocivos que en otras épocas. Ha
Michel de Goedt OCD Jerusalén-Israel habido esperanzas que se han visto frustradas; los escritores del
Gustavo Gutiérrez Merino Lima-Perú
Henricus Hendrikx OCA Nimega-Holanda Este no dan muchas seguridades acerca de las consecuencias huma-
Marcel Henry OP París-Francia nas que traen consigo los sistemas políticos de inspiración marxista.
Hoáng-sy-Quy sj Saigón-Vietnam El futuro encantado suscita el crimen en nuestro presente. También
Patrick Jacquemont OP Le Saulchoir/Etiolles-Francia
Eugene Kennedy Glenn Ellyn/Ill.-U. S. A. las sociedades occidentales están desgarradas de contradicciones:
Ernest Larkin o. CARM. Washington-U. S. A. la abundancia mal repartida provoca revueltas, hastío también y
Jean Leclercq OSB Clervaux-Luxemburgo desesperación.
José Moran OSA Valladolid-España
Juan Peters OCD Smakt/Venray-Holanda Los cristianos no pueden eludir esta ambivalencia del futuro
Federico Ruiz Salvador OCD Roma-Italia en nuestro presente. Sufre erosión la confianza que tenían en sus
Charles Schleck esc Burlingame/Calif.-U. S. A.
Jean-Francois Six París-Francia iglesias. La introducción de los métodos sociopolíticos en el aná-
Josef Südbrack sj Munich-Alemania Occ. lisis de las instituciones eclesiales ha puesto en claro hasta qué
Willem Tillmans OCD Amsterdam-Holanda punto éstas son muchas veces elementos de regresión y constituyen
Francois Vandenbroucke OSB Clervaux-Luxemburgo
James Walsh sj Chipping Norton/Oxon-Inglaterra un obstáculo para la libertad. Sus posibilidades de evolución se
Friedrich Wulf sj Munich-Alemania Occ. presentan muy limitadas. La eficacia de su testimonio, su capacidad
de realización eficaz parecen en gran parte pura ilusión. Si lo que
302 Presentación \
CH. DUQUOC
C. GEFFRÉ CAUSAS Y FUNDAMENTOS DE LA CRISIS ACTUAL
[Traductor: J. VALIENTE.]
Si miramos a la complejidad de acontecimientos del mundo ac-
tual, resulta imposible hacer una presentación global de las crisis
y sus causas. Lo único que podemos hacer es señalar aspectos con-
cretos y motivos que repercuten en la crisis actual. Una típica crisis
de crecimiento nace del cambio de las estructuras sociales de la
sociedad agraria a la sociedad industrial, cambio que podría ser el
más importante en la historia de la humanidad. Si en 1850 estaba
304 K. Gastgeber / ' Nuevos modelos de esperanza 305
aún el 80 por 100 de nuestra población ocupado en el sector pri- I humana, surge un enajenamiento del hombre, que intenta en segui-
mario, el de la agricultura, y sólo un 10 por 100 en los sectores ( da buscar su seguridad en la rutina y la objetividad.
secundario y terciario —la industria y los servicios—, en 1950 La sociedad de consumo se basa en el uso, constantemente cre-
estaba ya el 50 por 100 ocupado en el sector secundario, y sólo un ciente, de bienes, y por ello moviliza multitud de seducciones se-
25 por 100 entre el primario y el terciario; para el año 2000 la cretas, a fin de inducir al hombre a un consumo cada vez mayor.
pirámide de la ocupación habrá quedado invertida; se calcula que Se le hace creer que su consideración social depende del standard
a lo más el 5 por 100 trabajará en el sector primario y un 10 de vida, del vestido, del automóvil, de la vivienda de lujo, etc. El
por 100 en el secundario, mientras que el sector terciario ocupará tan deseado tiempo libre no se utiliza en provecho individual, sino
a un 85 por 100 de la población activa. Por ello se dan en la vida 1 que está condicionado por la sociedad. El hombre ya no se ve hoy
familiar, en los procesos productivos y en el ámbito de las relaciones ) tan amenazado por enfermedades, epidemias, guerras y miseria
interhumanas e interestatales, considerables transformaciones, que i cuanto por esa automanipulación de la sociedad, donde un pequeño
se llevan a cabo entre tensiones múltiples. La democracia y la par- \ fallo mecánico puede aniquilar su existencia toda. La vida moderna
ticipación han disuelto la monarquía y el patriarcalismo, pues res- i de la gran ciudad y el rápido progreso científico traen consigo una
ponden mejor que éstos a las estructuras actuales. La socialización, \ carga intelectual a la que es incapaz de hacer frente. Se ve constan-
intensificada por el fuerte aumento de población, es una amenaza temente obligado a tomar decisiones en un modo de pensar abstrac-
para el individuo. Un particular no se encuentra ya en situación de to y racional, cuando le faltan las informaciones imprescindibles, el
atender por sí mismo a las tareas de la antigua familia patriarcal, saber o la madurez moral; de aquí pueden surgir angustias y com-
como lo eran el cuidado de los niños o de los ancianos. Son las i plejos de inferioridad. El hombre se asusta ante su propio deber
organizaciones sociales las que, cada vez más, deben atender al j de decisión y se refugia en las ideologías de masas.
bienestar general. ¡ Partiendo de este riesgo general de la vida humana, deben in-
Las superestructuras de los poderes secundarios, el establish- dicarse también algunos momentos de crisis dentro del sistema
social del Occidente. En primer lugar, hay que registrar la notable
ment y el aparato social son una especie de segunda naturaleza del j
merma de la confianza y credibilidad de las ordenaciones y concep-
hombre. Quien se resiste a este hecho, acaba bajo las ruedas. En ¡
ciones de la vida recibidas del pasado. Esto se manifiesta en la
este orden de cosas es evidente el fenómeno de la masificación. La ,
irrupción de la violencia y la brutalidad hasta el terrorismo (distur-
democratización fundamental del conjunto de la vida social no era \
bios raciales en los Estados Unidos, luchas confesionales en Irlanda,
más que un paso, necesario, hacia ese perfecto sistema de manipu- ' algaradas estudiantiles en París). Estas agresiones y actos crimi-
lación humana que se ha inventado en nuestros días y que supone , nales se deben en su mayor parte, según han reconocido los exper-
una amenaza para la libertad humana. Además, los sistemas plura- ( tos en psicología profunda, a la angustia y al desplome de la espe-
listas traen consigo la inseguridad y la necesidad de seguir tomando i ranza; no son otra cosa que un grito desesperado de socorro. Es
a cada paso importantes decisiones. La sociedad querría ayudar a también sorprendente el aumento de la criminalidad, que, en Norte-
todos a tomar esas decisiones mediante la manipulación de las ideo- américa, por ejemplo, ha ganado un 11 por 100, y en los atracos,
logías o los sistemas políticos. Aplicando métodos científicos, téc- un 18 por 100, en el último año. Cada hora se cometen cincuenta
nicos y psicológicos, se puede cambiar la mentalidad de las masas; asesinatos y muertes. Otro síntoma de disolución social es la fuerte
así tenemos la propaganda, los anuncios, el adoctrinamiento, los subida del consumo de drogas; según fuentes dignas de crédito,
lavados de cerebro. Su eficacia queda potenciada por los medios entre un 20 y un 35 por 100 de los estudiantes americanos ha
de comunicación de masas, que provocan en ellas desasosiego y caído en el consumo de haschisch u otros estupefacientes.
angustia. A causa de la racionalización y tecnificación de la vida Si el consumo de drogas es expresión de la protesta contra la
306 K. Gasigeber Nuevos modelos de esperanza 307
estructura social establecida y si, sobre todo el movimiento hippy, y eclesiásticos. La mayoría de los conservadores se ha retirado de
lo ha difundido con el fin de apartar a la juventud de los valores la publicidad y sólo unos pocos grupos radicales de derechas se han
e intereses recibidos, puede también advertirse en ello una duda animado a la defensa de la tradición y de la sociedad. Los hombres
del sentido de la vida y una profunda desesperanza. El movimiento de ciencia, los responsables de la política y los funcionarios públicos
no violento de los hippies se orientaba, siguiendo a Marcuse, a la se han puesto a preparar reformas programáticas o pragmáticas.
crítica de la sociedad represiva; quería imponer a la sociedad, bajo Más radical es, en el terreno eclesiástico, la actitud de esos refor-
el slogan «Make love not war», un nuevo estilo de vida. H. Mar- mistas que, más allá del derecho romano, del derecho natural es-
cuse se ha desprendido del optimismo que antes tenía el marxismo. colástico y neotomista, buscan, en constante retorno a la Biblia y a
Considera la sociedad actual como un sistema inhumano de explo- la tradición posapostólica, un nuevo camino para el pueblo de Dios
tación y opresión, al que el trabajador mismo se ha sometido. En que corresponda mejor a los conocimientos antropológicos moder-
la era industrial avanzada, los hombres están altamente unificados nos. Los reformadores revolucionarios pretenden acabar con ins-
desde el punto de vista espiritual, ya no tienen autonomía ni poseen tituciones y leyes. Se sitúan fuera del orden legal y creen que sólo
una esperanza definida de futuro. La manipulación de la conciencia así se podrá acabar con la represión. En el ámbito eclesial exigen
en la era técnica y científica es completa. La existencia toda del un cambio radical de la autocomprensión de la Iglesia, la implan-
hombre se hace unidimensional. La salida de esta situación es im- tación de un sistema consultivo, la desvinculación de la obediencia
posible. y el celibato; además, los fines religiosos de la Iglesia deben ser
De aquí deriva Marcuse consecuencias radicales. La crítica debe sustituidos por otros de índole puramente política. Los partidarios
proceder, en la forma más radical posible, contra el dominio del de semejante contestación radical se encuentran entre los movimien-
principio de la realidad, y no tiene por qué retroceder ante el absur- tos juveniles más comprometidos ideológica y políticamente, y de
do y la repugnancia. La sociedad de producción conduce necesaria- modo particular entre los estudiantes. En el fondo se manifiesta
mente a la rivalidad y a la guerra entre los pueblos. Marcuse ve la una disolución del sistema de valores y de las convicciones de fe,
salvación del hombre en una sociedad en la que éste no se encuentre así como las dificultades del joven para encontrarse consigo mismo
esclavizado por instituciones que le enajenan y le impiden, mediante y la aceleración de su proceso de maduración. La juventud se ha
la represión, venir al encuentro de sí mismo. Su antropología social apropiado una ideología social sincretística, entre neomarxista y
deriva de Karl Marx y Sigmund Freud, con la diferencia respecto freudiana, como consecuencia del exceso de educación de la inteli-
a este último de que rechaza la sublimación de los instintos. La gencia formal, a costa de un sensato saber objetivo. Con ello aparece
meta a alcanzar es, según él, la liberación ociosa y órfica de toda una dislocación del círculo interno y externo de las fuerzas forma-
represión. La salvación de la humanidad futura sólo será posible tivas; la familia pierde su función educadora; la sociedad, con sus
emancipándose de la orientación a la ganancia y del cuño impuesto perturbaciones y complicaciones, tiene escasísima fuerza educativa.
por los poderes alienantes y liberándose al mismo tiempo de la Es notable el elevado número de jóvenes en peligro de contraer en-
autodisciplina destructora. Se advierten paralelismos con las repre- fermedades psíquicas. Una falsa ética de la libertad les impulsa a
sentaciones agustinianas de la Ciudad de Dios, en la que la servi- proyectar un nuevo orden social sin continuidad y sin coactividad.
dumbre y la manipulación serán vencidas por la mayor libertad y el Sobre todo fracasan al llegar a la realidad, pues las ordenaciones
sentimiento de la paz; en ella no se dará tampoco el corto circuito y tradiciones de ésta resultan más resistentes y perdurables que lo
existencial de la búsqueda de sí mismo. que pudiera temerse de su proceso de sometimiento técnico. En
El movimiento mundial de crítica social no se limita hoy a los una reacción de corto circuito se rechazan, por principio, todas las
hippies ni a los partidarios de H. Marcuse, sino que ha implantado instituciones y se desposee de su autoridad a todos los que la de-
ya su actividad contestataria en los ámbitos ideológicos, políticos tentan; se asumen, sin más, para la propia sociedad capitalista,
308 K. Gastgeber
Nuevos modelos de esperanza 309
estructuras sociales de países en vías de desarrollo (el culto del
encuentran en peregrinación constante millones de personas. La
«Che» Guevara, de Mao y de Ho Chi Min). Se impide así una in-
creciente unidad humana lleva consigo una tupida trabazón de plani-
vestigación real sobre las propias necesidades de reforma de la
ficaciones y empresas económicas, de la que nace una interdependen-
situación social.
cia e influencia mutua cada vez más estrecha. La técnica, el tráfico,
Las «medidas» necesarias, esenciales hoy para la organización
los supermercados y los medios de masas exigen un desarrollo a
de la Iglesia y de la sociedad civil, en relación con el movimiento
tope del comercio mundial. El destino de la humanidad es un desti-
contestatario, son las siguientes:
no que concierne a todos y cada uno de los hombres; las crisis eco-
1) Renuncia a todo uso de la violencia en la ejecución de las
nómicas y las guerras tienen repercusión universal. Hasta en la aldea
reformas.
más apartada es hoy evidente la unidad de la historia humana. Se
2) Una planificación del futuro, sensata y amplia a la vez.
delinea cada día más una progresiva homogeneización de pueblos
3) Una nueva valoración de la sociedad, libre de cualquier tipo
y naciones. El progresivo crecimiento del modo de vida propio de
de «divinización» de la situación social.
las ciudades (urbanización), con el desarrollo de la alta cultura que
Sería fatal para la Iglesia y para la sociedad el ignorar a estos
esto supone, forma también un considerable factor dinámico. Los
grupos críticos y oposicionistas de izquierdas o hacerlos sospecho-
medios de masas facilitan no sólo un poderoso influjo sobre la
sos de inobjetividad. Ante la oposición intelectual, la Iglesia acaba-
psique del hombre, sino también la continua difusión de la cultura
ría pagando muy caro el que lo «católico» y lo «intelectual» se
por la sociedad, que se desarrolla con resultados cada vez más pro-
convirtieran en dos términos irreconciliables. Detrás de estos mo-
vimientos oposicionistas hay también algo de ese inconformismo metedores. Mediante la diferenciación y división del trabajo nace
que nos exige el evangelio y que nos inculca San Pablo diciendo que una sociedad pluralista, en la que el individuo debe muchas veces
no debemos acomodarnos al tiempo. Lo demuestra la misma fuerza desempeñar diferentes cometidos.
activa interna de estos grupos.
PERDIDA DE LA SIGNIFICACIÓN RELIGIOSA
si se la juzga de acuerdo con los caracteres del mesianismo tradi- piedras en pan, seducir con prodigios, empujar hacia la felicidad a
cional. Pero hace que resulten más coherentes ciertos datos del las muchedumbres mediante el ejercicio del poder político, tales
Evangelio: el secreto mesiánico en Marcos, la estructura literaria de habrían sido, aparentemente, los métodos mesiánicos. La fuente
las tentaciones, los relatos de la agonía y de la muerte. Abre tam- de la revolución o de la transformación de la sociedad hubiera sido
bién camino a la inteligencia de la esperanza subjetiva de Jesús. sobrenatural, pero no por ello habría dejado de ser mundana, pues
La recomendación que Jesús hace, en Marcos, de no decir nada el signo de su mesianidad seguiría siendo el poder, y para entender
acerca de su mesianidad {hace callar a los demonios y ordena a los lo que significa el poder no es necesaria la «conversión del cora-
apóstoles que a nadie cuenten la gloria de su transfiguración) es un zón». Jesús se encuentra en la máxima debilidad por lo que se refiere
procedimiento redaccional que da a entender que su mesianidad a medios. Para convencer sólo cuenta con su actitud y su palabra.
no es inteligible sino a partir de la fe en su resurrección. Esto no Esta debilidad extrema, esta renuncia a todo aparato de poder, has-
quiere decir que el pueblo no le reconociera como Mesías o que su ta dejarse acusar de impostor, constituyen el signo de la más grande
mesianidad estuviera desprovista de todo signo. Las acusaciones esperanza en Dios: él cumple lo que promete allá donde se revela
del proceso insinúan todo lo contrario. Pero estos signos nunca la autenticidad de su rostro. Dios no es fiel a un plan, sino a sí mis-
llegaron a organizar un comportamiento mesiánico conforme a la mo, es decir, al amor que concede a los hombres. Imponerse por
imagen preestablecida. El malentendido explica que se le pudiera el poder no hubiera sido lo mismo que manifestar su vida, sino
calificar de impostor con un mínimo de verosimilitud. El análisis amoldarse a aquello que instintivamente adora el «mundo» en sen-
de los relatos de las tentaciones, de la agonía y de la muerte nos tido joánico. Jesús, Profeta y Maestro de Revelación, asume el ries-
llevaría a observaciones idénticas. La mesianidad llevaba consigo go de proclamar la venida del reino en la debilidad de la palabra.
una manifestación del poder de Dios en beneficio de su pueblo. El El peligro no era imaginario, como lo probarían la condenación y la
enviado tenía que ser mediador de este poder. Pero no se produjo muerte.
nada parecido. Jesús no puede ser el esperado. Al parecer, Jesús La muerte de Jesús no fue «natural»: no se extinguió saciado
se encuentra en la situación del justo cuya plegaria recoge el sal- de días, como era el deseo de todo judío piadoso. Fue consecuencia
mo 22: se ve sometido a la irrisión porque Dios, según todos los de un proceso, una muerte infligida. La sociedad de entonces no
indicios, no se preocupa de él. Jesús, por muy Mesías e Hijo de pudo tolerar a Jesús. Aunque antes eran enemigos, los fariseos y los
Dios que fuese, no se ha beneficiado de una situación privilegiada herodianos se vuelven aliados para lograr que desaparezca este
si se le compara con los demás justos del Antiguo Testamento. Es- «profeta» cuya libertad resulta inquietante y cuya palabra desba-
pera que Dios cumplirá sus promesas, pero esta esperanza queda, rata las certezas más comunes. Se declara subversivo a Jesús y se le
aparentemente, sin base y sin verificación. El Mesías tradicional, condena como a tal.
por el contrario, debía certificar, mediante un despliegue de la La esperanza de Jesús explica esta lucha contra las potestades
potencia de Dios frente a los enemigos de su pueblo, que la promesa establecidas que se arrogan el derecho a definir el camino de Dios.
no se reducía a vanas palabras. La esperanza del pueblo, la mani- Para él, «el Espíritu sopla donde quiere, y nadie sabe de dónde
festación del poder de Dios rompiendo su ya largo silencio, en eso viene o adonde va». El reino de Dios que él anuncia y espera se
consiste la tentación de Jesús. Jesús se ve frente a una contradicción da a conocer en su actitud: entrega de sí mismo en manos de Dios
más profunda que la de los justos del Antiguo Testamento. Ellos y audacia serena en medio de toda oposición.
esperaban el cumplimiento de la promesa; Jesús anuncia la irrupción Entrega de sí mismo en manos de Dios. La despreocupación
inminente del reino. que revelan los dichos de Jesús es desconcertante. «Mirad los lirios
El reino viene, pero Jesús no apresura el momento. Espera en del campo cómo crecen: no hilan ni tejen» (Mt 6,28). «No os pre-
Dios lo suficiente como para no violentar el destino; cambiar las ocupéis del día de mañana, pues el día de mañana se preocupará de
La esperanza de Jesús 321
320 Ch. Duquoc
él mismo. Ya le basta a cada día su mal» {Mt 6,34). Y, sin embargo, cas exigen que ésta sea inmediata. Sin embargo, la diferencia entre
Jesús no es ni un soñador ni un optimista bobo. Esas palabras ex- la actitud de Jesús y lo que le sugiere la tentación no es de orden
presan paradójicamente el carácter incomparable del reino de Dios temporal; no se trata de diferir la satisfacción hasta el fin de los
con respecto a cualquier otra preocupación, al mismo tiempo que tiempos o en pedir que se realice inmediatamente. Es de carácter
sugieren hasta qué punto Dios se apasiona por el hombre. El Dios cualitativo: la esperanza de Jesús no consiste en una economía de
de Jesús es aquel que se describe en la parábola del hijo pródigo. medios o en una política de la satisfacción de los deseos. Lo que
No pide cuentas, sino que exulta de alegría igual que el hijo. Este diferencia una y otra actitud es el fin, no sólo el plazo.
no es un Dios celoso o dominador. La única actitud que cabe con Las tentaciones mesiánicas, en efecto, no rechazan en principio
respecto a él es la absoluta confianza. el que se retarde el reino. Lo que hacen es desnaturalizar la comu-
La confianza de Jesús nada tiene de incauta. Sabe muy bien nicación divina. La fascinación de lo inmediato, la prisa por conse-
lo que hay en cada hombre. Las maldiciones que pronuncia contra guir la abundancia, el ansia de poder denuncian la cualidad del
los fariseos, los escribas y los ricos son prueba de que está animado deseo, que demuestra ser malo por expresarse de ese modo. Sólo
de una pasión clarividente por el reino y de que sabe los obstáculos el deseo «convertido» puede soportar el aplazamiento, es decir,
que su implantación habrá de superar. Conoce cuál es el destino dominar el tiempo y la satisfacción. Sólo el deseo convertido inter-
de los profetas: todos ellos fueron entregados a la muerte. No se preta el silencio de Dios sin recurrir al esquema de la indiferencia
hace ilusión alguna sobre su propio final, pero no por ello deja de o la blasfemia. Las bienaventuranzas no anuncian una economía
seguir su camino audazmente. Con audacia serena, es cierto. Auda- del deseo; lo que hacen es desplazar los valores. Es dichoso quien
cia paciente. Conoce los riesgos de su predicación. Mide bien la ahora sufre persecución por la justicia; éste es el que, en una situa-
miseria de sus contemporáneos. Valora el alcance de los medios ción desdichada, vive ya la felicidad prometida por Dios. A Pedro,
que tiene a su disposición. Milagros y prodigios podrían cambiar que se niega a admitir la pasión del Mesías, Jesús replica: «Atrás,
el curso del destino. «No tendrías ningún poder sobre mí si no se Satanás, que tú no tienes la inteligencia de las cosas de Dios.» La
te hubiera dado desde arriba», replica a Pilato, que se pavonea muerte del Mesías no es un lamentable accidente. Por el contrario,
de su cargo (Jn 19,11). «¿Crees que no puedo invocar a mi Padre en un mundo que vive fascinado por lo inmediato y por el poder
y me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles?», dice es el lugar donde se produce la revelación. El «es preciso que el
a Pedro cuando éste se encuentra al borde de la violencia (Mt 26, Cristo muera» subraya una necesidad de hecho. La persecución
53). Implantar el reino mediante el poder hubiera sido tanto como del justo es inherente al devenir de nuestro mundo. La esperanza
ocultar el rostro de Dios y entrar en contradicción con el mismo de Jesús no se apoya en un optimismo ciego, sino que tiene sus
sentido de la revelación. Instaurarlo en la debilidad y en la libertad raíces en una experiencia: la felicidad va unida a algo muy distinto
equivalía a correr el riesgo de no verlo nacer. Jesús se adentra de la «abundancia de bienes». El reino está ya ahí, en la persecu-
positivamente en este riesgo. Uno es el sembrador, otro el segador. ción y en la pobreza.
Dios es fiel y el reino prometido adviene en el «ahora» de esa Los antiguos teólogos expresaban esta experiencia atribuyendo
fidelidad. al Cristo terrestre la visión inmediata de Dios y, por consiguiente,
La repulsa de las tentaciones mesiánicas revela la calidad y el la beatificación de su alma. Una vez llegado a su término, sólo le
sentido de la esperanza de Jesús. Ceder a ellas hubiera sido tanto quedaba por esperar la glorificación de su cuerpo y de su Iglesia. ^
como decidirse por la inmediatez del reino: «abundancia de bienes», Más sensibles hoy a la verdad de la condición humana de Jesús;
como lo describe un salmo. La abundancia de bienes es una conse- más atentos a la humillación del Hijo de que habla San Pablo en
cuencia, no un punto de partida. Las morales y las religiones pare- la Epístola a los Filipenses, ya no nos imaginamos a Jesús hombre
cen diferir el momento de la satisfacción. Las tentaciones mesiáni- contemplando a Dios cara a cara. Sin embargo, en aquella manera
322 Ch. Duquoc ( La esperanza de Jesús 323
)
poco feliz de describir la alegría de Jesús se esbozaba una intuición extremado conseguirá aplacar el «deseo» y que la debilidad del
auténtica: la conciencia humana de Jesús no puede separarse de su Mesías se transformará en fuerza de «conversión». El mal sólo pue-
condición de Hijo; requiere una experiencia, por incoativa y progre- de vencerse con un exceso de bien.
siva que sea, de una realidad inimaginable a nuestro conocimiento: Después del optimismo que se produjo a continuación de la
el hecho de ser aquel que, amado de Dios Padre, constituye el mo- guerra de 1940-45, en la Iglesia y en las agrupaciones políticas, ha
tivo de su felicidad. «Este es mi hijo amadísimo, en quien tengo seguido ahora una gran lasitud. Por lo que hace a la Iglesia, el Con-
todas mis complacencias.» Ver a Dios es la consecuencia de la ma- cilio no ha producido aquellos frutos abundantes que muchos espe-
nera en que nuestro deseo acierte a referirse a él. San Pablo, en el raban. En el mundo se han olvidado ya los crímenes y las violencias
himno de Filipenses, precisa que Jesús no se ha referido a Dios de la guerra, pero por todas partes renace la pasión de destruir.
«como a una presa». Su gozo consiste en hacer la voluntad del que Muchos creían que el poco impacto que el Evangelio ha hecho en
le ha enviado. Expresiones como «deber» u «obediencia» ponen de nuestro mundo se debía esencialmente al arcaísmo de la Iglesia.
manifiesto la realidad. Se trata de algo infinitamente más radical; Hay incluso quienes desearían «deshacer el tenderete», como dicen
sólo una alegría recibida y vivida en la más absoluta inocencia y en ellos, para que el Evangelio se manifieste al fin en toda su pureza.
el más grande amor servirían para evocar esto de que ahora trata- El nerviosismo crece, y la escasa eficacia de todas las reformas viene
mos. El reino es, ante todo, esta vinculación entre el Padre y el Hijo a aumentar la irritación. Unos desesperan mientras que otros se
Jesús. Es esta comunión en la que se excluye toda mira de poderío. impacientan. Coquetean con la violencia, tratan de imaginarse qué
Es la experiencia de Jesús en la oscuridad del silencio de Dios. Esta tipo de revolución llevaría a cabo Jesús si volviese. Creen que
experiencia es el cimiento de lo que él espera: que Dios lo sea todo terminaría por cambiar la vida.
en todos. La esperanza de Jesús nunca adoptó la forma de un sueño ni,
El «ahora» del deseo convertido, la realidad de la comunión, quizá, la de una utopía. Apuró hasta el extremo la experiencia de lo
cambian la calidad de los bienes mesiánicos. Para el tentador, el difícil que es «cambiar la vida». Se negó a revelar a sus discípulos
reino es una demostración de poder; para Jesús, es la autenticidad cuándo vendría el reino, ni le faltó tampoco el fracaso de su predi-
de una comunión. El primero espera satisfacerse: su deseo sería de cación; lloró por Jerusalén; se inflamó de cólera contra la mez-
orden narcisista. El segundo espera que el amor que brota de Dios quindad de los escribas y la ceguera de los fariseos; supo por sí
sea la piedra angular en toda edificación del futuro. La debilidad mismo la cortedad de miras de sus propios discípulos. Pero nada de
de los medios utilizados por Jesús con vistas a la implantación del esto le llevó a desesperar, pues el reino se encuentra allí donde
reino proviene del objetivo que se propone la misma revelación. no hay consideración para consigo mismo ni demostración de poder,
A pesar del fracaso de su palabra, a pesar de las burlas de sus con- sino comunión con Dios. Puede compartirse la alegría de Dios en
tradictores, Jesús no cede a la tentación de salvarse a sí mismo: no medio de la más fuerte decepción. Si la esperanza de Jesús se hubie-
ha venido a ser servido. «Si el grano no muere, no da fruto.» Sus- ra fundado en una estimación de la evolución de las sociedades, en
traerse al silencio de Dios en la cruz hubiera sido errar el blanco una mejora de las relaciones entre los hombres, se habría quedado
de su mesianismo; negar, en una palabra, el contenido original de en un optimismo a falta de comprobación. Pero nunca fue nada
su esperanza: «El amor es fuerte como la muerte» (Cant 8,6). La de todo esto, y éste es el motivo de que pudiera arriesgarlo todo
debilidad de Dios para salvar a su enviado es la fuerza de su amor. para que la comunión eterna de Dios fuera compartida también
Elevado sobre la tierra —según Juan—, Jesús atraerá todas las por los hombres.
cosas hacia sí. Incapaz, por el momento, de justificarse, perdida su CH. DUQUOC
reputación, sabe ya, sin embargo, lo que cuesta negarse a jugar el [Traductor: J. VALIENTE.]
juego del mundo, el juego del poder. Pero espera que este amor
Esperanza 325
Según esta concepción, el comportamiento impulsivo e instinti- habremos de decir que los resultados de las ciencias de la evolución
vo del hombre no tiene futuro; no puede establecerse puente al- son suficientes como para aclarar el estado presente del mundo y su
guno entre el dejarse empujar y el fijarse una finalidad. Esto puede prehistoria. Con todo, no justifican la planificación de unas muta-
aplicarse al corto espacio de la vida del hombre, e incluso al espacio ciones ante las cuales sólo cabe una actitud de espera. Esperar
de la historia humana accesible a la investigación histórica. Pero no entusiásticamente en un mejor futuro no debe nublar nuestra visión
es exacto si lo referimos al impulso vital en su conjunto, es decir, de la realidad presente.
a esa fuerza inmanente que empuja a todos los seres vivos a su Incluso el intento de Teilhard de Chardin de reconciliar el pen-
progresivo desarrollo. El que nadie pueda predecir la trayectoria de samiento científico con la fe cristiana lleva en sí algo de ilusorio.
la evolución no quiere decir que no se dé evolución alguna. Los Teilhard intenta, partiendo de la encarnación, trazar la dinámica
comportamientos impulsivo e instintivo significan, ciertamente, que integra el principio, el medio y el fin del proceso de transfor-
un estrechamiento del poder tendencial en orden a asegurar accio- mación. Teilhard patrocina la concepción de que la humanidad está
nes conformes a la vida. No obstante, el desarrollo vital de esas ahora a punto de llegar a su estado adulto, de que conoce sus posi-
fuerzas es lo suficientemente dilatado como para forzar, en las bilidades y de que por ello debe también obedecer a la grandiosa
situaciones límite, un cambio de dirección, por pequeño que sea. responsabilidad y al espléndido afán de hacerse. La tierra y el hom-
Por eso no se puede excluir que el impulso vital haya alcanzado en bre están a punto de dar un salto comparable al salto de la materia
el hombre, a través de múltiples cambios de dirección, un estadio primitiva a la vida. Se impone, no obstante, la pregunta siguiente:
de lucidez. Podría decirse que el impulso vital llega a tener con- ¿no se tratará también aquí de una ilusión que deja tras sí, con
ciencia de sí en el hombre, y se hace capaz de reflexión y finaliza- demasiada ligereza, la realidad? El pensamiento evolucionista no
ción. Nada obsta a que designemos dicho comportamiento con el puede equipararse a la esperanza, pues esperar es una actitud del
nombre de esperanza. No lo contradice ni la concepción de Gehlen presente, que no es responsable del pasado ni del futuro, sino del
sobre el especial lugar del hombre ni las exigencias de ordenación presente.
racional de las facultades sensitivas según la teología tomista.
tener fuertes reacciones y una elevada energía apetitiva. Nos ha- carriles. Esto no acontece sin conflictos, que contribuyen al creci-
llamos aquí ante un modo adquirido de control de la energía. Con miento de los impulsos y a su canalización en otras direcciones. Las
esto no está todavía dado el fin ni el motivo del posible compor- pasiones son, según eso, el resultado de las pretensiones impulsivas
tamiento. El comportamiento pasional es en sí mismo ciego. Pueden insatisfechas. Cuanto más pronto y con más frecuencia tienen lugar
derivar de él el amor y el odio, la alegría y la tristeza, la audacia y los conflictos tanto más fuerte resulta el ensamblaje de las pasiones
el temor, la exigencia y la timidez, la esperanza y el desaliento. con las estructuras del carácter.
Es verdad que la palabra «pasión» es poco importante en la moder- Surge aquí la cuestión de si existe alguna instancia capaz de
na antropología. Esto podría provenir de que Sigmund Freud se influir en forma correctiva sobre las estructuras del carácter ya
interesó menos por las sensaciones y los sentimientos que por sus afincadas y de dirigir los impulsos pasionales. Al carecer el hombre
motivaciones. Freud buscaba el fundamento del comportamiento de una fijación instintiva del movimiento impulsivo, se hace precisa
humano. Esto le condujo a la aceptación de los impulsos incons- una instancia que señale fines a la organización impulsiva del hom-
cientes y, finalmente, al descubrimiento del subconsciente. Descu- bre, a la dirección y conexión de los impulsos. Como quiera que
brió en distintos modos del comportamiento humano (por ejemplo, esto no es posible si no es partiendo de la comprensión de un todo
el chuparse los dedos, el juego, la competición, la dependencia de con sentido, debe darse en el hombre, en su acción, una compren-
otras personas, las relaciones sexuales) motivaciones y necesidades sión de lo viviente. En cualquier otro caso acabaría autoaniquilán-
semejantes. Por eso partía de un impulso fundamental que pudiera dose. Es indiferente el determinar con precisión en qué consiste
expresarse de diversas formas. La intensidad del impulso es una esa comprensión, qué ideas y experiencias supone; lo cierto es que
dimensión biológica; su objetivo es la satisfacción. «Los instintos de todos modos dicha comprensión pertenece a esa actitud humana
se dirigen hacia algo, hacia una persona, una cosa, una actividad que dentro de la acción presente apunta ya hacia el futuro.
que ayuda a reducir la tensión del impulso. El objeto que aplaca
el hambre es el alimento; el que satisface el apetito sexual es nor- 2. La espera del futuro como satisfacción sustitutiva
malmente una persona del otro sexo» 6. Es verdad que las circuns-
tancias impiden con frecuencia el contento y la satisfacción. Enton- La antropología moderna debe tomar en serio los conocimien-
ces la necesidad crece hasta constituir el deseo y el apetito. El im- tos psicoanalíticos en relación con las posibles satisfacciones susti-
pulso puede, finalmente, llegar a ser tan poderoso que impele hacia tutivas de las tendencias impulsivas. Ahora bien: los deseos insa-
su satisfacción sin más consideración de la realidad. Sus efectos son, tisfechos no se refieren principalmente al futuro. Como ejemplo
en este caso, destructores, aun cuando de suyo tienda a la conserva- típico de anhelo equivocado del futuro puede servir la siguiente
ción y desarrollo de la vida. opinión de Robespierre: «Oh posteridad, esperanza dulce y tierna
En el animal es el instinto el que impone su limitación protes- de la humanidad, tú no nos eres extraña; por tu causa hacemos
tora al impulso. En el hombre, los instintos son reducidos. Su meta frente a todos los golpes de la tiranía; tu bienaventuranza es el
no está tan unívocamente fijada como en el caso del animal; el premio de nuestras dolorosas luchas; ante los obstáculos que nos
instinto es controlable. En esto consiste la ventaja y el peligro del rodean y con frecuencia nos desalientan, sentimos necesidad de tus
hombre. Las pasiones son productos secundarios, resultantes de consuelos; a ti confiamos la tarea de llevar a cabo nuestros esfuerzos
las tendencias impulsivas, de las influencias del mundo exterior y y bajo tu protección ponemos el destino de todas las generaciones
de las normas sociales. Las normas sociales y el mundo exterior humanas que aún no han nacido... ¡Apresúrate, oh posteridad, a
reprimen la satisfacción del impulso o la dirigen por determinados acelerar la hora de la igualdad, de la justicia, de la felicidad!»7.
6
K. Menninger, Das Leben ais Balance, Munich, 1967, 113. ' Según E. Fromm, Jenseits der Illusion, Zutich, 1967, 66.
22
330 J. Hofmeier Esperanza 331
El psicoanálisis ha indicado cómo de la evasión de la realidad fenómeno psíquico, esta fe tiene, además, semejanza con la depre-
surgen las ilusiones. El hombre puede diferir hasta un cierto grado sión, que originariamente se basa en los mismos mecanismos im-
la satisfacción de sus tendencias. Pero el impulso sigue actuando y pulsivos. De todas formas, el hombre, en sus depresiones, sueña
se hace cada vez más fuerte. En la ilusión, la psique aplica en cierto no con un paraíso futuro, sino pasado. La depresión sólo queda
modo un artificio, al ofrecer, mirando al futuro, el sustitutivo de la superada cuando el hombre es capaz de liberarse de su añoranza de
satisfacción que aún no se ha alcanzado. Un futuro mejor sirve de la seguridad infantil; según la teoría freudiana, podríamos decir:
consuelo de un presente insatisfactorio. Soñando con un futuro cuando se llega a hacer conscientes los impulsos del subconsciente,
mejor, el hombre vuela lejos de la realidad. De ahí se sigue un a subordinarlos a la razón. No dirigen ya primariamente la acción
desplazamiento de energías impulsivas, que se aprovechan de la los impulsos del instinto, sino los condicionamientos de la realidad,
orientación del hombre hacia el futuro. Desde el momento en que en medio de los cuales se lleva a cabo tal acción. Corresponde a la
la ilusión {podríamos hablar de «esperanza pasional») se presenta razón controlar si la acción se refiere a la realidad. Por ello la
en forma optimista e idealista, aparece como algo particularmente esperanza puede no ser pasional, aun cuando se apoye en el impul-
positivo y favorable a la vida. Ernst Bloch ha indicado en su obra so vital; tiene que ser más bien una esperanza inteligente.
ya mencionada Das Prinzip Hoffnung hasta qué punto es y ha
sido múltiple esta «esperanza pasional». Bloch designa la esperanza
como el sentimiento de espera frente a la angustia y el temor. La III. PRIMACÍA DEL ENTENDIMIENTO
esperanza dirige el afecto a un horizonte más amplio; se convierte
en pasión si implica en ese afecto al hombre entero 8 . 1. Función de la esperanza
El psicoanálisis facilita la crítica del seudomesianismo en sus Al hombre no le basta seguir viviendo; tiene que saber cuál
diversas formas. Cuando está de por medio la «esperanza pasional», es el sentido de su vida. De acuerdo con lo que llevamos dicho,
dirige al hombre hacia representaciones finalistas que no tienen podemos caracterizar la esperanza como una actitud que dirige el
nada que ver con la realidad. Las esperanzas que no están orienta- esfuerzo humano y su impulso vital hacia una meta futura, racional
das a la realidad deben ser calificadas como resultado del proceso y deseable. La meta debe ser consciente y racional. Como quiera
psíquico que mira a la búsqueda de la satisfacción sustitutiva. El que la esperanza debe estar dirigida por la mirada a las condiciones
impulso apremia; pero como admite dirección, el hombre puede
de la vida, corresponde al entendimiento el cometido de gobernarla.
desviarlo de la satisfacción actual hacia el futuro. Se vive en el hoy,
Evidentemente, se conservan las fuerzas vitales, así como todas las
pero con el pensamiento estamos ya en el mañana. El ahora se sacri-
estructuras del carácter, que clasifican los impulsos y los conducen
fica al futuro. Una generación vive en esclavitud para que la otra
por determinados caminos. El pensamiento mantiene al hombre
pueda vivir en libertad, igualdad y justicia. En la ilusión religiosa,
abierto al futuro y le señala objetivos. El carácter, por el contrario,
el cielo se convierte muchas veces en sustitutivo de la felicidad que
debe ser considerado como una estructura del comportamiento en
falta en la tierra; la falta de interés por la actualidad queda discul-
la que se han estabilizado hábitos y modos de pensar. Representa
pada con el anhelo de la felicidad futura. La fe de nuestro tiempo
en el progreso y en el futuro es comparable, desde muchos puntos el elemento que persevera y se conserva en el hombre. Al entendi-
de vista, con los movimientos quiliastas de los siglos pasados, que miento debemos tratarlo como elemento que se desarrolla, en cuan-
esperaban el advenimiento de un «reino milenario». En cuanto to que es la capacidad del hombre de hacer lúcido el impulso vital.
Este entendimiento es parte integrante de la esencia de la esperanza.
8 Carácter y esperanza no pueden separarse. Más bien represen-
Cf. E. Bloch, Das Prinzip Hoffnung, en Wtssenschaftl. Sonderausgabe, I,
tan los aspectos estabilizador y dinámico de la vida, que se comple-
Francfort, 1968, 77-84.
332 J. Hofmeier
Esperanza 333
mentan mutuamente en su polaridad. Mantener la esperanza sólo
es posible si el futuro está asegurado, o sea, si la vida sigue evolu- ha tenido al hombre como colaborador. Esta colaboración tiene su
cionando. El carácter nace al experimentar la plenitud de sentido modelo completo en Cristo. Decimos actuación divino-humana
con que está ordenada la vida, mientras que la esperanza surge de en cuanto que el hombre se adentra en el fundamento creador de la
la comprensión de la realidad total, empujándola hacia una confi- realidad y deja en él su obra. Es verdad que para ello no es tan
guración vital de sentido más pleno. Así, pues, esta última no se decisiva la referencia al origen, sino, sobre todo, la orientación al
identifica con el optimismo, ya que el optimismo no es realista y fin. El fin de la esperanza cristiana es la salvación del mundo y, más
deja intactos los obstáculos. La esperanza incluye la visión de la directamente, la unidad de los hombres entre sí, que se alcanza
realidad dada y el afán de aprovechar nuevas posibilidades. Utiliza mediante la unión de los hombres con Dios. La esperanza cristiana
las oportunidades del ahora, a fin de hacerse con el futuro. es ese comportamiento que ordena las fuerzas todas del hombre al
Cuanto más complicado se va haciendo el mundo, tanto más fin. Se distingue de la esperanza ilusoria de un mejor futuro en que
debe arriesgar el hombre para configurarlo. Convenimos con Erich no deriva su fuerza de las inclinaciones impulsivas, irracionales.
Fromm en que un mundo por venir sólo será llamado a la existencia La exige, más bien, la situación de la humanidad, y la confirma,
si existe un hombre nuevo: un hombre que se comprende como como a todo servicio humanitario, la experiencia, puesto que cual-
ciudadano del mundo y que, como tal, orienta su pensamiento al quier servicio al hombre constituye no sólo una experiencia llena
de sentido, sino también una experiencia comprobable.
conjunto de la vida y a la humanidad entera. Pero, para vivir de esa
forma, la humanidad tiene que despertarse. Debe aprender a utilizar Por último, la fuerza de la esperanza cristiana procede de la
la razón, pues sólo partiendo de ella puede avanzar hacia la realidad experiencia de todo aquel que intenta vivir del espíritu de Cristo.
y advertir lo ilusorio de la mayor parte de los ideales 9 . Esta razón Por eso precisamente la esperanza cristiana no es un aguardar in-
no consiste en una colección de principios o verdades, sino sobre activamente la felicidad eterna por venir, sino que es una realización
todo una fuerza preñada de futuro, una conducta humana que lla- del presente. Esto se basa en la experiencia de que el amor es en este
mamos esperanza. La posibilidad de supervivencia del hombre es- mundo una fuerza invencible. El hombre vive el amor como funda-
triba en que ponga bajo su dominio las fuerzas de la naturaleza. mento de unidad, y partiendo de esa experiencia, concluye que el
Pero siempre queda abierta una pregunta: ¿por qué hay vida?, fin es alcanzable. En la esperanza, el hombre se decide a prestar su
¿cuál es el secreto último de esa fuerza que mantiene la vida y la modesta aportación a la perfección de la humanidad. Su acción tiene
impulsa hacia adelante? eficacia imperecedera; desde el momento en que él configura su
acción histórica a partir del espíritu de Cristo, o sea, en el amor,
afirma el significado del presente para el futuro. Las energías impul-
2. Esperanza cristiana
sivas y las estructuras pasionales del carácter no pierden su signifi-
La esperanza se funda, generalmente, en la capacidad de des- cación ni en la esperanza humana ni en la cristiana; en la esperanza
arrollo del ser vivo. ¿Qué es entonces lo específico de la esperanza humana se benefician de una inteligencia, fundada en determinada
cristiana? Ella debe tener, en todo caso, la misma estructura psíqui- visión del mundo, de alcance global; en la esperanza cristiana se
ca que toda esperanza humana. Debe ser un esperar inteligente, es benefician, además, de la experiencia del amor efectivo.
decir, contrastable con la realidad. Por eso constituye más una tarea
y un reto que un regalo.
J. HOFMEIER
El esperar cristiano está ligado a la historia y comprometido a [Traductor: J. REY.]
un fin. Se apoya en la acción de Dios en la historia, en la que
9
E. Fromm, Jenseils der Illusion, 202-2^.
Los senderos de la utopía cristiana 335
La fuerza de una moral se mide por su capacidad para atraer a I. ALGUNOS VESTIGIOS DE DISCURSOS UTÓPICOS
los hombres y a los grupos humanos, impulsar su acción y hacerlos
libres, más allá de la acción, para la alegría. Ahora bien: la moral La utopía es una realidad compleja. Puede ser estudiada como
que hoy propone oficialmente la Iglesia da la impresión de quedarse fenómeno cultural, históricamente perceptible, que se ha sedimen-
en el vacío, que es cosa tan grave, por lo menos, como perder terre- tado en los documentos literarios y artísticos; como método de in-
no. Es una moral que no termina de encajarse, que se queda despla- vestigación que no deja de presentar ciertas afinidades con la hipó-
zada por incapaz de echar raíces en las voluntades uniéndolas para tesis de las ciencias experimentales; como reacción psicológica ori-
lograr un objetivo capaz de suscitar su fe y además realizable; que ginada en los confines de lo imaginario y lo racional; como resorte
no llega a constituirse en fundamento de una manera de ser y de indispensable para el progreso de las sociedades. En cualquiera de
actuar haciendo que esas voluntades converjan hacia una liberación estas posiciones subsiste una ambigüedad: según los presupuestos
y un desarrollo del hombre. Cuando esto ocurre, es que ya no habla de cada cual, la utopía será la mejor o la peor de todas las cosas.
a la persona. Su topología se vuelve errante, se relaja la fuerza de
A Ernst Bloch corresponde el mérito de haber limpiado este
sus exigencias, se esfuman sus criterios. Ya sólo subsiste en forma
término de los matices peyorativos —futilidad, esterilidad— que
de discurso, y ésta es la razón de que los discursos continúen mucho
lo habían marcado ya en sus mismos orígenes, hasta por fuerza de
tiempo después de haber desaparecido las costumbres que antes
su etimología. Bloch ha convertido la utopía en una noción filosófica
regulaban. No mueren por el hecho de carecer de un lugar propio;
mayor, definiendo su estatuto epistemológico y fundando ontológi-
se desarrollan en el «espacio maravilloso y terso de la utopía» 2.
camente su valor moral práctico: «Ser hombre quiere decir tener
Creo que no es casualidad el que desde hace algún tiempo los una utopía» 4 . Desde hace unos veinte años, este término se va acli-
teólogos deslicen de buena gana en sus discusiones y en sus escritos matando poco a poco en filosofía, pero no termina de encontrar
un término mágico: utopía. Es una moda, por supuesto, condicio- un uso bien definido.
nada por numerosos factores; no es posible soslayar el hecho: en La teología, bastante menos exigente, parece haberlo homo-
la conciencia aflora el sentimiento oscuro y obsesivo de estar fuera logado sin excesivas protestas. ¿En qué sentido, exactamente, lo ha
de lugar, de estar cada día menos situado y más incapaz de situarse. aceptado? ¿Cumple una función nueva o sustituye a alguna otra
AI confirmarse esta impresión, es integrada inmediatamente en las
racionalizaciones del discurso, tematizándola. La moral cristiana se 3
Para una exposición de esta noción, cf. C. Levi-Strauss, La Pensée Sau-
presenta entonces como una utopía que inspira y regula la acción, vage, Plon, París, 1962, 29-33. Es discutida por P. Ricoeur, Structure et her-
sin caer en la cuenta de que así se deja al descubierto su herida. méneutique- «Esprit» (noviembre 1963), 596-627, sobre todo 613-615. La hace
Para no engañarse sería preciso esclarecer, en el sentido psico- suya, a propósito de la teología, A. Casanova, Vahean II et l'évolution de
l'Eglise, Ed. Sociales, París, 1969, 124.
4
1
Texto publicado anteriormente en «Lumíére et Vie», 95 (1969), 87-110. E. Bloch, Philosophische Grundfragen, I, Francfort, 1961, 36. El título
2
La expresión es de M. Foucault, Les Mots et les Choses, Gallimard, Pa- de esta conferencia es Zur Ontologie des Noch-Nicht-Sein (Sobre la ontología
rís, 1966, prefacio, 9. del no-ser-todavía).
336 M. Demaison Los senderos de la utopía cristiana 337
noción caída en desuso? El favor con que ha sido acogido, ¿oculta libros o pasajes de la Biblia que puedan incluirse en el género de la
una especie de miedo al vacío? Hasta el momento no han sido acla- utopía.
rados estos puntos, como si los usuarios no temiesen, a fuerza de
emplear una terminología no criticada, verse manipulados por ella. Utopía y escatología,
¿expresiones literarias de una misma necesidad?
La utopía como género literario
Es preciso partir de un punto de vista diferente. El discurso
En la herencia cultural de Occidente, las utopías aparecen en utópico presta una configuración original a unas constantes psico-
una fecha relativamente tardía como tal género literario. Se pre- lógica y sociológica que cubren la necesidad de formarse una re-
sentan, en general, bajo la forma de discursos, relatos o diálogos. presentación de algo que no está presente al conocimiento sensible;
Participan simultáneamente del carácter propio de la obra literaria es cuando el hombre sitúa ese algo distinto en una ciudad o en una
y filosófica, pero tienen una intención fundamentalmente moral y isla, suprime toda duración para fijar lo definitivo, borra los obs-
política. La imaginación construye un orden ideal de la naturaleza táculos y los límites para hacer tangible lo perfecto; abre el instante
y de la sociedad, lo proyecta sobre un lugar distinto de nuestro presente a la irrupción posible de un algo último siempre inminente.
mundo y lo describe muchas veces con gran lujo de detalles. Confe- Sólo la imaginación es capaz de conseguir que estas exigencias pue-
sado o no, el fin es desarrollar una crítica del orden existente y dan acceder al nivel del lenguaje. De esta forma se sedimentan en
orientar, si es caso, su transformación. unas obras en que sus diversas expresiones se conjugan para dar al
No es precisamente una definición lo que se propone. Hay mil deseo de felicidad una significación humana universal.
variantes posibles sobre el tema de la organización perfecta de la La tarea consiste en examinar si en la Escritura hay unos ele-
felicidad universal, muchas de las cuales desbordan el marco de la mentos literarios, culturales y jurídicos que traten de dar expresión
literatura; otras artes y la ciencia moderna, por ejemplo, amplían a estas mismas necesidades partiendo de un contexto social y reli-
aún más la parte que corresponde a la imaginación en los sueños gioso particular, poniendo en circulación unos símbolos y una racio-
de los utopistas, si bien el coeficiente de lo quimérico irreal tiende nalidad específicos. ¿Acaso no se descubre un esfuerzo paralelo al
a desaparecer en las anticipaciones de la ciencia-ficción. Mucho antes de las utopías en la explotación de los temas de la alianza y la pro-
de que apareciera La utopía, de Tomás Moro, filósofos y poetas mesa, en la actividad de los profetas y de los movimientos mesiá-
venían presentando sus ofrendas al mito de la ciudad justa y feliz, nicos, en la literatura apocalíptica? Esta misma pregunta podría
empezando por Platón en La república y Las leyes. plantearse en relación con las nociones neotestamentarias de reino,
Un breve repaso de lo que ha significado la corriente utópica Iglesia, parusía, vida eterna, resurrección de la carne, últimos tiem-
en la historia basta para que su ausencia en la tradición bíblica salte pos y a propósito de todo el libro del Apocalipsis.
a la vista; no ha conseguido expresarse en ésta como fenómeno La respuesta exige, necesariamente, una primera labor de elu-
cultural depositado en los documentos o en los monumentos 5 . Es cidación que corresponde a los escrituristas. Estos no dejarán de
inútil, porque sería tanto como meterse por una pista falsa, el buscar señalar que los temas del Antiguo y del Nuevo Testamento a que
hemos aludido están ya henchidos y coordinados por una significa-
5
Lo que más se le aproximaría es el género apocalíptico, en que confluyen ción: unos y otros confluyen para formar algo que más tarde ha
las corrientes sapiencial y profética, y que está vuelto hacia la «revelación de recibido el nombre de escatología. La dimensión escatológica es
los misterios divinos» y «el tiempo del fin». El sentido del detalle que revela justamente el ángulo de visión bajo el que la revelación judeo-
en sus descripciones y ciertos aspectos de su función social hacen pensar en el
género utópico, pero las diferencias son mucho más radicales que estas ana- cristiana aborda el problema de la felicidad perfecta del hombre.
logías. Con el apoyo de los análisis exegéticos, la confrontación de la uto-
338 M. Demaison
alguna de recurrir a la utopía. Basta con la teoría clásica de la fina- del cristiano? La otra cara de la cuestión sería: ¿es o no es el reino
lidad. Si lo que se afirma es que la potencia de la imagen suscita de Dios la reproducción imaginaria de unas satisfacciones proyec-
la potencia del deseo, que la evocación de lo posible rompe la triste tadas en el plano de lo ideal, no siendo la totalidad de lo real otra
aceptación de lo ineludible y moviliza unas energías dormidas para cosa que las exigencias humanas en lucha con sus correspondientes
liberar el prado que se oculta debajo de los adoquines, entonces no limitaciones?
se hace más que recordar una constante elemental de la vida huma- Los teólogos no tienen más remedio que plantearse estas pre-
na, y más específicamente de la psicología y de la sociología reli- guntas por el hecho mismo de haber decidido utilizar la noción de
giosas. ¿Cómo entender, si no, unos fenómenos como, por ejemplo, utopía, aunque preferirían limitarse a su simple aspecto funcional.
los gestos de los primeros cristianos, que esperaban una parusía La junción no puede disociarse del sentido cuando se trata de com-
inminente, las tentativas de crear un «orden social» cristiano, cier- prender la posibilidad y la especificidad de una vida conforme con
tas formas actuales de rebeldía en que se conjugan Evangelio y el Evangelio. Ahora bien: cuando se habla de utopía cristiana, ¿qué
revolución? otra cosa se busca sino la manera de dar una cierta interpretación
Llegados a este punto de nuestra investigación, yo afirmaría de la vida cristiana?
que la función utópica del cristianismo se apoya en la actividad de
lo imaginario que determina y estimula un conjunto de represen-
taciones referentes al advenimiento de un reino en que el amor III. LOS RIESGOS DE UNA INTERPRETACIÓN UTÓPICA
es la única ley. Esta función asume el papel de revelador del fin
La utopía, ¿horizonte de la práctica?
único de la existencia humana; el papel de fermento que, sirvién-
dose de las energías del deseo, derriba los hábitos y los valores del No es casual el que se haya elegido interpretar la fe mediante
mundo viejo; el papel de modelo para unas costumbres y unas ins- la utopía. Ello se explica por la naturaleza del proyecto de vida cris-
tituciones renovadas. tiana tal como éste es concebido y justificado por el mismo creyente.
Un actuar que se inscribe voluntariamente en el horizonte del reino
La cuestión ética de Dios no puede medirse adecuadamente ni ser juzgado a partir
de los criterios del conocimiento experimental, incapaz de expresar
Una explicación de este tipo permite un enfoque necesario de la la totalidad de su significación. Es necesario aplicarle otra medida,
práctica efectiva de los cristianos. Pero ¿llega acaso a agotar la sig- inconmensurable con la de la ciencia, pero homogénea con la fe del
nificación del concepto de utopía que los teólogos se apropian? sujeto que actúa. Este conocimiento de fe es el único capaz de ex-
Por muy esclarecedora que sea en cuanto a determinar la parte que plicitar el sentido último de los actos del creyente.
corresponde a lo imaginario y al sueño en los diferentes niveles de Pero como resulta que en este caso la noción de conocimiento
la acción, la función utópica jamás dice si el hombre debe actuar sólo se da de manera analógica, se comprende que el término de
de una manera determinada o por qué no debe actuar de otra. Se utopía haya parecido preferible en el contexto cultural de la actua-
mantiene en el umbral de la cuestión específicamente ética. Inútil lidad. ¿Acaso no se trata de captar el «algo más significado», como
reprochárselo, pues en modo alguno pretende ni plantear ni resol- dice P. Ricoeur, más allá del sentido inmediato, más presentido que
ver tal cuestión. Pero no resultará vano preguntarse por qué razón representado, anticipado simbólicamente, ya que no es sistematiza-
no puede pronunciarse sobre el momento constitutivo de la mora- ble, y se trata de algo deseado más que poseído? La utopía de la fe
lidad. Este silencio es la prueba de que la utopía sigue su marcha sería entonces el horizonte del reino prometido, que, sin dejar de
al margen del campo en que podría presentarse esta cuestión: ¿por estar situado más allá de toda práctica histórica, proyecta sobre ella
qué ha de ser realizado en la práctica aquello que el Evangelio exige la luz de una significación definitiva, perfecta, última.
344 M. Demaison Los senderos de la utopía cristiana 345
¿Escapará esta posición al reproche de no ser más que una ideo- tazón de la historicidad del hombre, el punto fijo, Jesucristo, no
logía? Porque da a entender que podría definirse la esencia de un puede ser establecido como un puro hecho que sería captado en la
actuar evangélico al señalar la relación con la utopía del reino inmovilidad de su pasado, y el punto variable, el reino escatológico,
como el rasgo distintivo gracias al cual podría reconocerse este ac- queda inevitablemente perdido a menos que sea referido al aconte-
tuar como específicamente cristiano. El término cómodo de «hori- cimiento pasado de la encarnación.
zonte» corre el riesgo de abarcar una realidad viva tan diferenciada ¿Cómo identificar esta tensión con el panorama utópico, que
que terminaría por traicionarla en virtud misma de su generalidad; por su parte, se dedica a construir, a base de largas descripciones,
nada hay más fácil de falsear por las formulaciones unívocas que la el futuro de la sociedad, dejando la historia del pasado hundida en
relación histórica del hombre con la trascendencia. El recurso a la el silencio del olvido? Esta desemejanza dista mucho de ser algo
utopía se justifica en la medida en que el «horizonte del reino» puramente superficial. Señalándola en tres niveles distintos, se verá
queda determinado no especulativa, sino existencialmente, en fun- hasta qué punto es problemática la utilización teológica de la utopía.
ción de aquello que el hombre ha sido, es y tiene el proyecto de ser. 1. La utopía imagina un estado ideal de la sociedad, en cuanto
De otro modo, ¿qué alcance podría tener la pretensión de captar la a su conjunto y sus particularidades, y proyecta estas representacio-
identidad del actuar evangélico si éste es previamente abstraído del nes en un lugar y en un tiempo indefinidos. Incluso si sus miras son
impulso que encarna históricamente la fe? A mi modo de ver, no más avanzadas, su impulso propio se limita al arte de construir.
es ésta la dirección en que habría de buscarse una interpretación Ahora bien: estas construcciones, por muy futuristas que pretendan
de la fe a partir de la utopía. ser, o más bien en cuanto que sólo pretenden ser puro fruto de la
imaginación, toman sus materiales de aquello que ya tienen a
Las coordenadas de un espacio para la utopía cristiana mano. Inventan a base de lo antiguo, incluso de lo arcaico. La uto-
pía, en el fondo, siente el temor al futuro del que pueden surgir lo
Hay que renunciar a definir la práctica cristiana como la puesta inesperado, lo imprevisible, lo totalmente nuevo. Y en este sentido
en práctica de una utopía cuyo único defecto consistiría en no llegar se opone a lo escatológico. Pues si los cristianos se han hecho y se
nunca a ser realidad. El problema está en ver bajo qué condiciones siguen haciendo necesariamente unas representaciones del reino
se constituye una práctica según el Evangelio. Esas condiciones se de los cielos para proyectarlas después sobre el futuro, las aceptan
realizan concretamente en esta doble dirección: partiendo de una únicamente como imágenes enigmáticas, oscuras y abiertas, al estilo
historia humanamente viva para manifestar el misterio y partiendo de las que se harían de su patria los hijos de unos exiliados, que no
del misterio en que se cree para hacer viva la historia. También han nacido en ella. Después de afirmar que «todas las cosas serán
podría decirse, para mejor determinar la unidad de este movimien- nuevas», ya no pueden ir más allá; en todo caso podrían enumerar
to, que es preciso dar a lo que se cree como una realidad en la fe las cosas realmente importantes de este tiempo presente y califi-
una realización histórica tal que consiga hacerlo creíble como mis- carlas una por una de nuevas. Esta es una sobriedad intencionada,
terio en el mundo. Utilizando el vocabulario clásico de la teología pues el «todavía no» de la salvación es fundamentalmente algo muy
diríamos: en un mismo y único impulso se prolonga la encarnación distinto de lo puramente imaginado o deseado. Los utopistas pue-
y se anuncia la escatología. den permitirse el lujo de la locuacidad, pues su tarea consiste en
El ritmo indisolublemente binario del acto y del sentido, del reactivar los viejos potenciales de unas necesidades, arquetipos,
hecho y del fin, que el creyente adopta como acto de encarnar y símbolos y sueños. El creyente tiene que ser conciso porque nece-
como sentido escatológico circunscribe el espacio dentro del cual sita mantenerse libre para crear, a fin de que, mediante su actividad,
podría manifestarse algo así como una utopía cristiana. Este espacio quede despejado el camino para que venga lo nuevo que espera.
semántico se extiende entre un punto fijo y un punto variable; en 2. Ya hemos subrayado la función crítica de la utopía. Sin em-
23
346 M. Demaison Los senderos de la utopía cristiana 347
bargo, esta crítica del presente se ejerce desde tal distancia que re- pies balbuceos o de actos fallidos todo cuanto ha sido ya realizado
sulta incapaz para guiar la voluntad de cambio que suscita al remo- por la historia? Al igual que la ontología del «no ser todavía»,
ver las aguas de lo imaginario. La potencia imaginativa, cuando se también la teología del futuro podría terminar por despojar al
desentiende de las exigencias del saber y del querer, se convierte pasado de su significación histórica, desentendiéndose por las bue-
en incapacidad para actuar. Se escamotea inevitablemente el mo- nas de las determinaciones ineludibles derivadas de lo que ya ha
mento ético desde el punto en que la reconciliación del hombre con sido hecho. Se pondría a sí misma en situación de no poder captar
la naturaleza y de los hombres entre sí se propone únicamente a la realidad. En efecto, las categorías de futuro y de utopía no tienen
modo de una anticipación simbólica; desde el punto en que es abo- por sí mismas los medios para abordar el acontecimiento como tal
lida toda limitación sin antes haber utilizado la fuerza de su nega- a fin de analizarlo teóricamente e integrarlo en una praxis.
tividad 7 . Lo problemático está en la relación de la utopía con el
El punto fijo y obligado para toda interpretación de la vida
tiempo. Prisionera y nostálgica de un pasado mítico, evadida hacia
cristiana es lo ocurrido una sola vez, en que vinieron a confluir las
un futuro intemporal, se ausenta cada vez que es preciso actuar.
preparaciones de los acontecimientos anteriores, y que a su vez iba
Ante el tribunal del moralista, la utopía se beneficia de un «no ha
a pesar sobre todos los acontecimientos que habrían de seguir. La
lugar» permanente, a no ser que hayamos de tacharla de contumaz.
fe, nacida de unos acontecimientos y fundada en ellos, tiene una
El Evangelio, justamente porque su perspectiva final es de orden capacidad natural para captar todo lo que es acontecimiento, juz-
escatológico, remite urgentemente a la tarea de hoy. Impone la gándolo y siendo juzgada por ello, actuando en función de ello
necesidad de inventar la acción que dará cuerpo al deseo del reino, también. Al margen de la historia, la fe resulta incomprensible.
habida cuenta de las condiciones objetivas y de la información del
sujeto. Los actos de fe y de esperanza se conjugan en presente. Para La esperanza pone fin a la utopía
un proyecto de vida cristiana, quemar el momento ético sería tanto
como destruirse a sí mismo; rechazando cualquier verificación me- En los tres niveles que hemos enumerado, la utopía ha sido
diante la práctica, hace que la escatología se hunda en la pura sorprendida en flagrante delito de «ucronía». En efecto, para la
ilusión. utopía, el tiempo y la historia es como si no existieran; los aconte-
cimientos ofrecen una serie de ilustraciones para sus tesis y unas
3. Desde hace algunos años, determinadas corrientes teológi- referencias preciosas para extrapolar y protestar, pero han perdido
cas manejan con fruición la categoría de «futuro». Sus razones toda su sustancia y su inteligibilidad. Desde ese momento, el cre-
tendrán. Esta insistencia procede de aquel mismo cambio de men- yente se encuentra desorientado y divaga como en estado de in-
talidad que explica el favor de que disfruta la utopía: en las pre- gravidez. Pues su tierra es la historia y su ley de la gravedad el
ocupaciones intelectuales y prácticas de los cristianos, el acento se conocimiento de Jesucristo.
ha desplazado del pasado al futuro. Lo que ya no está tan claro es
que unas sistematizaciones centradas en torno al futuro y la utopía De hecho, todo dependerá de la idea que se tenga acerca de la
como categorías filosóficas sean capaces de satisfacer la inquietud fe. Para el incrédulo basta pronunciar la palabra fe para que todo
que se esconde detrás de estas preocupaciones, evitando los peligros caiga del lado de la utopía, en el sentido trivial de quimera e ilusión.
de una nueva ideología. ¿Acaso no se relega a la categoría de sim- Para el creyente basta con pronunciarla para que todo quede fuera
de la utopía. El cristiano cree firmemente que no puede vivir en la
7 utopía, pues de lo contrario es que no cree de verdad. Tomás Moro
Hay en ello una cierta afinidad con la actitud psicológica de «esteticis-
mo». Nada de común, sin embargo, con la creación artística, que no anticipa
termina su Utopía con esta observación sutil y un tanto melancólica:
simbólicamente la reconciliación si no es jugando con su limitación esencial, «Confieso sinceramente que entre los habitantes de Utopía hay
la materia y sus leyes propias. muchas cosas que yo desearía ver implantadas en nuestras ciudades.
348 M. Demaison Los senderos de la utopía cristiana 349
Lo deseo, pero no lo espero» 8. La distancia infranqueable que hay su halo utópico sería, una vez más, comportarse como si le fuera
del deseo a la esperanza es la misma que media entre la utopía y imposible encontrar su propia identidad si no es volviendo sobre
la fe. sí misma en un movimiento narcisista. ¿Acaso no forman parte de
La noción que, ya en la Biblia, expresa el comportamiento su propia historia, y de la historia de todo creyente, el miedo a la
auténtico del creyente en la historia no tiene otro nombre que el de novedad, la falta de responsabilidad ante las tareas presentes, la in-
esperanza, porque esperar es el acto que religa el presente al punto capacidad de asumir su pasado, por no hablar más que de ciertos
fijo del Jesús histórico y al punto variable escatológico. La vida aspectos negativos? Como si Tamar, Rut y Betsabé no tuviesen un
cristiana no puede reducirse a una interpretación por la utopía, en lugar propio en la genealogía de la fe.
la medida en que es esperanza de lo que se cree y no deseo de lo Dentro de las múltiples formas de vivir y expresar el mensaje
imaginado. En el centro de la experiencia viva, la línea divisoria es del Evangelio, la mediación utópica aflora más o menos explícita-
clara y no hay confusión posible. Queda aún por ver si ambas expe- mente según los modos de estructuración de la conciencia creyente;
riencias, la de lo imaginario y del deseo, la de la fe y de la esperanza, pero siempre es posible reconocerla a través de unos hechos revela-
pueden coexistir en el mismo sujeto que actúa. dores, y sin ella sería imposible explicar todos los aspectos de unos
¿No serán acaso las razones de esta coexistencia lo que desearían comportamientos colectivos, así como de sus motivaciones. Esta
abarcar los teólogos cuando hablan de utopía cristiana? mediación es necesaria en la existencia concreta de la fe en la misma
medida en que ser hombre es ser capaz de tener utopías. Señalaré
brevemente, y para terminar, cómo la utopía es mediadora de la
IV. LA BAZA DE UNA MEDIACIÓN UTÓPICA esperanza escatológica, siguiendo dos líneas que polarizan la activi-
dad utópica: liberación de lo imaginario y voluntad de racionalizar
En el momento en que su inadecuación se manifiesta claramente, la política en toda su amplitud.
el recurso a la utopía se impone por un nuevo motivo: no ya como
ámbito hermenéutico para una interpretación renovada de la prác- La verdad en el ámbito de lo imaginario
tica de los cristianos, sino como una mediación, que puede resultar
incluso indispensable, para que la fe y la esperanza se vivan con una Más allá de las funciones que asume, lo imaginario tiene valor
plenitud de significación humana, llegando a una expresión inteli- y significación por sí mismo. Es el medio vital en que se desarrolla
gible y comunicable. la actividad simbólica, y por esta razón, su liberación en la utopía
En los textos bíblicos y todo a lo largo de la tradición patrística constituye una mediación necesaria para la vida cristiana. La fe no
y teológica se pueden discernir ciertos vestigios de estructuras utó- llega a convertirse en compromiso humanizador sino para quien
picas. Hay repercusiones sociales de las utopías que se entreverán llena simbólicamente la distancia que separa sus palabras y sus ges-
con determinadas iniciativas de la cristiandad. Las motivaciones tos del reino esperado. Ahora bien: esta actividad simbólica se ejer-
que gobiernan las reacciones de los cristianos se aproximan mucho ce plenamente cuando se enraiza en la necesidad típicamente utópica
a los papeles que cumple la función utópica. ¿Será todo ello for- de evocar un orden ideal de relaciones entre los hombres. Entonces,
tuito o deleznable? Y puesto que acabamos de reafirmar la relación explotando el conocimiento indirecto del mito, de la alegoría, del
esencial que hay entre la fe y la historia, no podemos rechazar este símbolo, tiende a restablecer un equilibrio psíquico y ético amena-
conjunto convergente de fenómenos, que en parte se integran en zado por el totalitarismo de otros medios de conocimiento. Tam-
la historia de la fe, sin caer en una contradicción. Desligar la fe de bién la fe, para poder subsistir, tiene que «vendimiar» el sentido
en todos los ámbitos en que se encuentre repartido, comprendido
8
T. Moro, L'Utopie, Ed. Sociales, París, 1966, 201. también el campo de la utopía. ¿Qué hubiera sido del Evangelio
350 M. Demaison Los senderos de la utopía cristiana 351
\
de haberse transmitido únicamente a través de los documentos del imágenes referentes a la escatología. En su ambición de racionali-
magisterio y de los tratados teológicos? zar las relaciones de una colectividad, la misma política no puede
La celebración litúrgica del misterio cristiano es, indudable- dispensarse de una actitud que se adentra por los caminos de lo
mente, el ámbito privilegiado en que se desarrolla la mediación imaginario. Y ésta es precisamente la aportación irreemplazable de
utópica. Por de pronto, en él abundan los medios indirectos de las utopías.
conocimiento y de comunicación: espacio, cánticos, imágenes, ritos, Por consiguiente, la mediación utópica es necesaria para que la
sacramentos. Y, más aún, el dinamismo que organiza todos estos esperanza del reino se despliegue también en el registro que tiene
elementos opera una especie de anticipación de la escatología, no a su cargo dar expresión imaginaria a la dimensión política de toda
ya a la manera de un «como si» ilusorio, sino por el anuncio y el realidad humana. Este enfoque habrá de mantenerse también den-
testimonio, pronunciados y vividos conjuntamente, de que el «to- tro de la perspectiva escatológica del Evangelio. Y ello es posible
davía no» del reino está ya presente, de manera simbólica, en la ya que el fin último se manifiesta a la razón por los caminos del
celebración actual. conocimiento indirecto, una de cuyas formas clásicas es la utopía.
Y es también necesario porque la escatología privada de sus reso-
De cualquier forma que se desee expresarlo, la relación de depen- nancias sociales y políticas deja de ser cristiana.
dencia del hombre con respecto a la última meta pone en movimien-
Cuando los cristianos impiden que lo escatológico y lo político
to los recursos de lo imaginario. Cuando esto último se presenta
se constituyan en esferas autónomas y suficientes, y cuando además
desde el punto de vista de una felicidad que es preciso repartir a
sostienen esta dura tensión, logran dejar espacio libre a la ética
una multitud, la dependencia se organiza a través de unas construc-
evangélica y entonces pueden los teólogos hacerse solidarios de este
ciones utópicas. mismo combate. La expresión imaginaria de la plenitud de este
crecimiento, de la resolución de esta tensión, pertenece a la utopía.
Utopías políticas y reino de Dios Si se quiere, ésta sería la inevitable utopía cristiana.
Las representaciones imaginarias de la escatología no pueden Pero, a decir verdad, es tanto lo que hay que esforzarse por no
eliminar el punto de mira político: el reino de los cielos, la ciudad huir de esta tensión, por seguir respondiendo a las exigencias que
de Dios, la Jerusalén celeste, el Cuerpo de Cristo y tantos otros se presentan en todos los niveles; es tan difícil reconocer la auténti-
temas en que la multitud de los elegidos aparece reunida según ca vanguardia del reino y buscar juntos unas soluciones siempre
unas relaciones completamente nuevas. Aun cuando resultaría in- provisionales, que me pregunto si su urgencia no hará que los cris-
útil intentar comprender la coherencia de ese orden a base de nues- tianos se aparten habitualmente de los senderos de la utopía. En
tros conceptos, lo cierto es que existe con su lógica y su racionalidad cuanto a los teólogos, si han trabajado bien toda la semana, dejé-
propias. Y éstas deben ser precisamente aquello que llamamos la mosles la diversión de pasearse como utopistas domingueros.
gracia o la caridad.
La dimensión política del acontecimiento último se explícita en M. DEMAISON
lo absurda que sería la salvación en solitario, en la alegría compar- [Traductor: J. VALIENTE.]
tida por todos, en la comunión permanente de los miembros, en la
referencia a un principio de unidad, en la exaltación, dentro de cada
uno de nosotros, de unas fuerzas personalizantes inexploradas. No
es posible que el creyente aspire a unirse con Dios sin desear al mis-
mo tiempo todas estas cosas, y por este motivo todas esas exigen-
cias se mantendrán incluso en la eflorescencia de las visiones y las
Las esperanzas intramundanas 353
para nosotros. Esta llamada a esperar, común y superior a todos inútil buscar «seguros de vida» contra la seguridad de la muerte.
porque trasciende a cada uno y a todos (cada uno representa un Cada hombre lleva en su conciencia la certeza de su propia muerte:
valor absoluto para todos los demás), revela el fundamento común es la experiencia de la radical inseguridad de su existencia, de su
y superior a todos los hombres: es la llamada del porvenir tras- finitud creatural, de su propia nulidad. La muerte está presente
cendente. en nosotros como destino inevitable y como amenaza continua. Con
«Qué debo hacer», «qué debo esperar» son, según Kant, las dos su anticipada presencia relativiza todo nuestro existir, decidir y
cuestiones fundamentales del obrar humano 2 . ¿No sería más exacto obrar en el mundo: nos guste o no nos guste, ella pone punto final
decir «qué debo esperar»? Porque la esperanza emerge en la con- absoluto a nuestras esperanzas intramundanas.
ciencia como interpelación del hombre, como llamada a la decisión La muerte es tan intransferiblemente personal como la concien-
radical y totalizante de la existencia. Lo quiera o no lo quiera, cada cia del propio «yo»: como cada uno vive su vida, cada uno muere
hombre debe optar por abrirse a la aspiración ilimitada de su su muerte. En ella se revela a cada hombre el fondo de no ser,
espíritu hacia su propia plenitud (que él no puede lograr en su ac- oculto en su propio ser. Pero precisamente en esta negatividad de
ción sobre el mundo) o por encerrarse dentro del horizonte inevi- sí misma se descubre a cada hombre el nivel más profundo de su
tablemente limitado de sus esperanzas intramundanas. Esta es la existencia. En la muerte experimenta el hombre la impotencia abso-
opción fundamental del hombre; en ella decide el sentido definitivo luta para salvarse por sus propios medios, el hundimiento de la fatal
de su existencia. Plenitud como don o autorrealización autónoma ilusión de su autosuficiencia. No puede cumplir por sí mismo el paso
sin plenitud. Cada hombre vive o como quien no espera sino dentro a una existencia ultramundana ni garantizársela con evidencia por
del mundo o como quien espera plenamente. su propia razón. No le queda otra posibilidad que dejarse llevar
por la muerte a la muerte, dejarse morir (experiencia de su suprema
pasividad). Su existencia ultramundana se derrumba totalmente.
II. LA MUERTE, «SITUACIÓN LIMITE» DE LA ESPERANZA Ha llegado a la frontera de lo inverificable, del silencio absoluto
EN SU DIMENSIÓN PERSONAL (despojo de todas sus representaciones): ¿adonde va? La angustia
del hombre ante la muerte surge de la autopresencia de su espíritu,
Toda interpretación de la existencia, que prescinde de la muer- que afirma su existencia a su propia luz. No puede ahogar su querer
te, es fatalmente inexistencial, porque la muerte es la posibilidad vivir, porque no puede suprimir su autopresencia; no puede resig-
suprema de la existencia: existir es ir al encuentro de la muerte. narse a caer en la nada, porque no puede resignarse a la desapari-
La existencia humana recibe de la muerte su carácter decisivo e ción de su conciencia, último refugio de sí mismo. Si la muerte fuera
irreversible; por eso la muerte pone al hombre ante la cuestión el término absoluto del hombre, toda la existencia humana tendería
radical sobre sí mismo. al absoluto no ser, es decir, estaría sostenida por la nada. Pero la
Sumergiéndose vertiginosamente en las esperanzas y cuidados conciencia del hombre excluye la negatividad como nivel último de
de cada día (es decir, viviendo como si no hubiese de morir), el su ser; porque lleva en sí misma la experiencia autoluminosa de su
hombre moderno trivializa la muerte; pero no se da cuenta de que propio ser.
por eso mismo trivializa la vida. Una existencia alienada de la muer- En su misma cercanía a la nada es, pues, la muerte frontera de
te es paradójicamente una existencia alienada de sí misma. El in- trascendencia, llamada radical a la decisión de la esperanza. En su
tento de enterrar la muerte bajo el creciente cúmulo de las espe- impotencia total a asegurar su existencia, el hombre puede única-
ranzas intramundanas está de antemano condenado al fracaso: es mente esperar el don de una existencia nueva. La muerte pone al
hombre ante la opción de una existencia autónoma, limitada a sus
2
E. Kant, Kritik der reinen Vernunft, A 804-805. posibilidades dentro del mundo (opción en el fondo idéntica, ya
356 J. Alfaro Las esperanzas intramundanas 357
tome la forma de la desesperación heroica o fatalista, de la náusea Por otra parte, la permanencia de esta diástasis es condición aprió-
de vivir o de una existencia alienada en el olvido de la muerte), o rica de la posibilidad del obrar humano en el mundo. En el momen-
de una existencia abierta con coraje, confiado a la esperanza de un to en que el mundo viniera a ser plenamente manipulable por el
porvenir trascendente. La muerte es, pues, «situación límite» para hombre se convertiría en un mero juguete del hombre, en una
la libertad del hombre en su opción de esperar o de no esperar realidad carente de valor para él. El hombre no tendría nada que
más allá del mundo. Y porque la muerte está permanentemente buscar ni crear en el mundo; habría construido con sus propias
presente en la existencia humana, ésta es toda ella «situación límite» manos la prisión maravillosa de su libertad. Paradójicamente se
de la esperanza. En la respuesta a su «esperanza trascendental» habría convertido de manipulador del mundo en manipulado por su
cada hombre interpreta su propia existencia (no hay interpretación propia manipulación; la humanidad, nivelada plenamente a las
de la existencia propia sin opción) y decide su definitivo sentido. posibilidades del mundo transformado por ella, se habría degra-
dado a la condición del más perfecto «robot» 3.
Es preciso admitir, por consiguiente, que el obrar de la huma-
III. LA HISTORIA, «SITUACIÓN LIMITE» DE LA ESPERANZA nidad sobre el mundo implica en sí misma la imposibilidad de una
EN SU DIMENSIÓN COMUNITARIA plenitud definitiva de la humanidad en su acción transformadora
del mundo. La humanidad podrá conseguir indefinidamente nuevos
La existencia humana no se agota en su dimensión personal. porvenires provisionales, que quedan superados en el hecho mismo
Como miembro de la comunidad humana, cada hombre está llama- de ser logrados. El porvenir de la humanidad, si lo hay, no podrá
do a colaborar en la empresa de transformar el mundo y de crear ser una conquista del hombre. El futuro de la historia tendrá que
la historia. Su existencia está integrada en el avance de la humani- ser no un futuro histórico, sino un futuro trascendente de la historia,
dad hacia su porvenir; por eso la cuestión del futuro de la huma- algo «totalmente otro», anunciado en el mismo devenir histórico.
nidad toca el sentido mismo de la existencia de cada uno: el futuro Dentro de sí misma la historia de la humanidad no llega a su ple-
de la humanidad es también mío. El hombre moderno es cada vez nitud.
más consciente de su proyección comunitaria hacia el porvenir. El recurso a una supervivencia ilimitada de la humanidad en
En su acción sobre el mundo a lo largo de la historia la huma- el mundo es vano. No solamente porque se trata de una hipótesis
nidad crece en socialización y en dominio de la naturaleza. Pero gratuita (inverificable e indemostrable; más aún, amenazada hoy
sería utópico pensar que este crecimiento llegará un día a suprimir día seriamente por la posibilidad de una autodestrucción de la
los antagonismos humanos, unificando plenamente las libertades humanidad), ni principalmente porque no resuelve la grave cues-
individuales en la armonía de un orden comunitario (la tensión tión de la desaparición de cada hombre en la muerte y de la des-
entre el autocentrismo y el heterocentrismo del hombre se presenta aparición sucesiva de todas las generaciones humanas (ni la persona
como insuperable), o a nivelar las aspiraciones de la humanidad con humana es un momento anónimo de la generación presente ni ésta,
el mundo transformado por ella. La acción del hombre sobre el a su vez, es puramente una fase preparatoria de la siguiente), sino
mundo es inevitablemente objetivante, es decir, creadora de nuevas sobre todo porque tal hipótesis deja intacta la cuestión fundamen-
posibilidades de transformación del mundo. En el acto mismo de
obrar se le escapa a la subjetividad del hombre el resultado de su 3
Cf. K. Rahner, Marxistische Utopie und christlicbe Zukunft des Men-
acción; queda objetivado, «cosificado» ante él. La diástasis «sujeto- schen, en Schriften zur Theologie, VI, Einsiedeln, 1965, 77-88; J. B. Metz,
objeto» («hombre-mundo») es restablecida automáticamente por Gott vor uns. Statt eines theologiscben Arguments, en Ernst Bloch zu ehren,
la acción misma del hombre sobre el mundo; es ineliminable dentro S. Unseld, Francfort, 1965, 227-242; M. Moltmann, II futuro come nuovo
de la relación mutua «humanidad-mundo transformado por ella». paradigma di trascendenza. Un tentativo: «Riv. Internaz. di Dialogo», 2 (1969),
6-25.
358 } . Alfaro Las esperanzas intramundanas 359
tal del sentido del mismo devenir histórico. ¿Por qué la humanidad como amor de Dios cumplido en el amor y servicio desinteresado
no puede obrar sobre el mundo sino trascendiendo siempre todo de los hombres), la caridad constituye el vínculo unificante y per-
cumplimiento de su misma acción? ¿Por qué crear la historia y tras- feccionante de la fe y de la esperanza; de ella recibe la existencia
cenderla son la misma cosa? ¿Qué fuerza misteriosa empuja la cristiana su unidad y su último sentido.
humanidad hacia el «siempre adelante» o, mejor dicho, la atrae sin La esencia del cristianismo (su «cuestión de ser o no ser») está
fin y se le escapa sin fin? Si la respuesta a esta cuestión radical se en la presencia personal de Dios en la historia, es decir, en el carác-
busca únicamente dentro del sistema cerrado de la mutua relación ter personal divino del hombre Jesús. En la encarnación, muerte
inmanente «humanidad-mundo», se deberá admitir que la huma- y resurrección de Cristo (tres fases inmanentes de un mismo miste-
nidad está regida en último término por la ley férrea e impersonal rio) ha cumplido y revelado Dios su acto salvífico definitivo; en
de la evolución del mundo; el hombre queda reducido a un mero Cristo ha quedado irrevocablemente establecido el destino de la
producto del dinamismo inmanente de la naturaleza y no tiene otra comunidad humana y del mundo a participar con él en la vida
razón de ser que la de contribuir al desarrollo de este dinamismo. eterna de Dios 4 .
Pero ¿puede el hombre interpretar la conciencia de su libertad Cristo es el ésjaton ante todo en sí mismo y para sí mismo.
creadora simplemente como un momento privilegiado del meca- Su existencia en la historia estaba orientada en sí misma a trascen-
nismo fatal de la evolución inmanente del mundo? No queda en- der la historia (identidad del crucificado y del resucitado: Act 2,36;
tonces a la humanidad sino otra alternativa: interpretarse como 3,13; 4,10). Su auténtico «ser hombre como nosotros» implicaba el
llamada a la esperanza de un porvenir trascendente, que ella misma destino a la muerte; su ser personal divino garantizaba su victoria
no puede crear, pero sí puede recibir como don. La historia se re- sobre la muerte: como Hijo de Dios hecho hombre, Cristo estaba
vela entonces como nueva frontera de trascendencia, es decir, como destinado a pasar por la muerte a la vida con Dios más allá de la
«situación límite» para la opción de la esperanza. En su acción historia (Heb 2,10-18; 7,24.28; 9,14; Act 2,24; Jn 1,14; 10,15-18).
creadora de historia la humanidad debe optar entre un devenir sin El misterio de Cristo lleva en sí mismo el carácter del «una vez
porvenir (un devenir de pura inmanencia ultramundana) o un de- para siempre» (Heb 7,27; 9,12.28; 10,10.12), es decir, de lo irre-
venir abierto al don del porvenir trascendente. vocable e irrepetible, de lo definitivamente victorioso sobre el pe-
cado y la muerte.
Como miembro y jefe de la humanidad (solidaridad del Hijo
IV. LA ESPERANZA CRISTIANA EN SU DIMENSIÓN PERSONAL de Dios, hecho hombre, con todos los hombres), Cristo es el ésja-
ton también para nosotros y para el mundo. Su presencia en la his-
La existencia cristiana se caracteriza por las actitudes personales toria representa el comienzo del fin de la historia; en él y por él
y comunitarias de la fe, la esperanza y la caridad, estrechamente uni- toda la humanidad (y en ella el mundo creado para el hombre) está
das entre sí y centradas en la revelación-donación de Dios en Cristo. destinada a participar en su vida gloriosa más allá del tiempo (Rom
La fe mira preferentemente a lo que Dios ha hecho ya en Cristo 8,19-23.28-30; 1 Cor 15,20-23; Ef 1,10; 2,6; Col 1,15-18; Fil 3,
para la salvación de la humanidad y del mundo; solamente dentro 21). Este destino es interiorizado en el hombre durante su existen-
de ella es posible comprender la esperanza y la caridad, porque so- cia en el mundo por el don del Espíritu Santo, que le llama a la
lamente en ella se conoce el misterio de Cristo y la participación comunión de vida con Dios; la presencia de Cristo glorificado por
del hombre en él. La esperanza, que mira ante todo hacia la futura su Espíritu es en el hombre garantía y anticipación de la resurrec-
plenitud de la revelación de Dios en Cristo, confiere a la fe y a la ción futura (Rom 5,5; 8,11.14-17; 2 Cor 1,22; 5,5): ya desde ahora
caridad su dimensión escatológica. Como comunión de vida del
hombre con Dios y de los hombres entre sí en Cristo (es decir, 4
Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, n. 48.
360 J. Alfaro
el hombre recibe de Cristo la «vida eterna» (Jn 3,36; 6,40; 10,
10.28; 1 Jn3,15). V. LA ESPERANZA CRISTIANA EN SU DIMENSIÓN COMUNITARIA
Como cumplimiento y revelación supremos del amor salvífico Y EN SU RELACIÓN A LA HISTORIA
de Dios a todos los hombres, la muerte y la resurrección de Cristo
invitan a una esperanza sin límites; la cruz tiene un significado in- El cristiano espera la salvación no solamente para sí mismo,
menso para nuestra esperanza (Rom 5,8; 8,31-39; Ef 1,7; 2,4; sino también para la comunidad humana y para la obra del hombre
1 Tim 2,3-6; 4,10; Jn 3,6; 1 Jn 4,9-16). La presencia del Espíritu en el mundo, la historia. El fundamento de su esperanza (la muerte
Santo en el corazón del creyente le hace comprender el misterio y resurrección de Cristo) tiene sentido universal. Cristo glorificado
de Cristo, como llamada a confiar sin reservas en este Dios, que se es salvador y señor de todos los hombres (Act 4,12; 10,36; Jn 4,
ha manifestado en Cristo como el Dios amor (Rom 5,1-5; 8,14-17; 42; 12,32); en él tiene la creación entera su centro de sustentación
15,13; 1 Jn 4,8-16). La respuesta del hombre a esta llamada del y finalización (1 Cor 8,6; Ef 1,11; Col 1,16-18; Heb 1,3; Jn 1,3).
amor de Dios en Cristo es la esperanza cristiana: una decisión radi- La esperanza cristiana no es auténtica si no tiene dimensión univer-
cal en la que toma con arrojo confiado su existencia en sus manos sal; en lo más profundo de sí misma incluye la autodonación del
para abandonarse incondicionalmente a la promesa de Dios. El cre- hombre al Dios amor y el amor a Dios es inseparable del amor a
yente tiene conciencia de su condición de pecador y de su destino los hombres (1 Jn 4,7-12.20-22). La caridad, plenitud de la espe-
a la muerte; sabe que su frágil libertad representa un riesgo inevi- ranza, exige del cristiano esperar para los demás como para sí mis-
table para su salvación y que su misma fe no le permite hacer cálcu- mo, es decir, amor al prójimo como a sí mismo.
los humanos sobre su suerte personal más allá de la muerte; sabe
y vive el drama de su existencia. Pero vence esta incerteza (que Que la humanidad y su historia caminan hacia un porvenir tras-
constituye para él una tentación permanente) en la audacia de la cendente es para el cristiano un misterio de fe, no una constatación
entrega total de sí mismo a la palabra salvífica de Dios en Cristo. o previsión humana. No es el hombre quien con sus propios recur-
La esperanza cristiana es «existencia en éxodo», es decir, salir de sos llevará la historia a su definitiva plenitud. En cuanto es obra
sí mismo renunciando a toda garantía de salvación en todo aquello del hombre, la historia se desarrolla en un movimiento indefinido
de que se puede disponer mediante los propios cálculos, para confiar de etapas siempre superadas. El porvenir absoluto es don imprevi-
únicamente en la promesa divina: romper las amarras de toda segu- sible, que no puede llegar sino como libertad y gracia: es el misterio
ridad en sí mismo y en el mundo y lanzar el áncora en el abismo de la autocomunicación de Dios en Cristo; el creyente mira hacia
insondable del misterio de Dios en Cristo. En esta entrega radical él en la actitud de la esperanza. La escatología cristiana es una es-
de sí mismo a la gracia de Dios en Cristo (que constituye el núcleo catología de esperanza.
mismo de la esperanza cristiana), el creyente cumple su donación Porque cree en la muerte y en la resurrección de Cristo (a saber:
a Dios como respuesta al amor de Dios para con él; acepta y se en la presencia personal de Dios en la historia, en la dimensión
apropia la gracia de Dios en Cristo. En el acto de esperar vive la histórica y metahistórica de un mismo Cristo), el cristiano cree que
experiencia de ser amado por Dios; tiene conciencia (conocimiento la autocomunicación de Dios es anticipada ya desde ahora en la
atemático) del amor de Dios para con él. Esta es la certeza de la existencia del hombre guiado por el Espíritu de Cristo 5 . Todo hom-
esperanza cristiana: certeza de que Dios es para mí el Dios de la bre está llamado a la comunión de vida con Dios («existencial cris-
gracia, certeza vivida (no refleja) en la decisión misma de esperar; tico»). La realidad presente de la transformación del hombre por
certeza que capta la promesa y por eso tiende hacia la salvación el Espíritu Santo (el «ya» de la justificación por la fe) anticipa el
futura. «Justificación por la fe» quiere decir «salvación en espe-
ranza» (Rom 5,1-5; 8,24-25). 5
Cf. E. Schillebeeckx, Algunas ideas sobre la interpretación de la escato-
logía: «Concilium», 41 (1969), 43-58.
24
362 J. Alfaro Las esperanzas intramundanas 363
«todavía no» de la salvación esperada. La presencia de la gracia ponsabilidad como actor de la historia (como el don de la justifica-
de Cristo en el hombre orienta su existencia y su acción en el mun- ción no suprime, sino que se cumple en la libre respuesta de su fe);
do hacia la plenitud definitiva de la humanidad y de la historia. La la salvación del hombre y del mundo tienen lugar en el diálogo en-
transformación del mundo por el hombre recibe, pues, de la gracia tre la libertad absoluta de Dios en su autocomunicación al hombre
de Cristo un sentido absolutamente nuevo: en su respuesta a Dios y la libertad responsable del hombre ante la interpelación del Dios
(fe, esperanza y caridad), cumplida en su relación a los otros y al amor. La caridad, plenitud de la esperanza, exige del cristiano su
mundo (la acción del hombre en el mundo no es mera expresión empeño radical en las tareas intramundanas al servicio de la huma-
de su ser, sino su auténtico cumplimiento), la humanidad «cristi- nidad. Precisamente en el cumplimiento de la responsabilidad ante
forme», y por ella el mundo y la historia, tienden hacia el porvenir la humanidad, el mundo y la historia, la esperanza cristiana anticipa
absoluto, Dios. Pero la gracia de Cristo no es algo de lo que el hom- la venida del reino de Dios en Cristo.
bre pueda disponer como de una cosa o de una energía del mundo
J. ALFARO
ni un medio para su salvación; como autocomunicación de Dios en
sí mismo al hombre, trasciende siempre al hombre, cuya libre acep-
tación es siempre un recibir el don de Dios en la actitud de la espe-
ranza. Es, pues, Dios mismo (porvenir absoluto, porvenir como
gracia absoluta) quien en su autodonación al hombre lleva la huma-
nidad y su historia hacia su plenitud. La historia de la humanidad
y la historia de la salvación no se identifican, pero la historia de la
salvación tiene lugar en el hombre dentro de su existencia en el
mundo 6 . Es el hombre mismo, su mundo por él transformado y su
historia los que «ya desde ahora» están siendo salvados por Cristo.
«El que ha de venir» está ya viniendo: el reino de Dios está llegan-
do (Me 1,15; Le 11,20). El cristiano espera su definitiva venida
como la revelación de Dios en sí mismo (el totalmente otro) más
allá de toda previsión y representación humana.
Lejos de alienar al hombre de su misión de transformar el mun-
do, la esperanza cristiana le estimula en su tarea ultramundana e
integra su compromiso (engagement) con el mundo en su respon-
sabilidad misma ante Dios y ante los hombres, hermanos suyos en
el primogénito de la humanidad, Cristo. El cristiano vive de la
esperanza (fundada en la fe) de que la obra del hombre en el mundo
no terminará en el fracaso ni se perderá en la búsqueda indefinida
de una plenitud que no llegará nunca; su esperanza en la definitiva
plenitud le sostiene en su acción sobre el mundo. Por otra parte, la
gracia del porvenir absoluto no suprime, sino que radicaliza su res-
6
Cf. J. Alfaro, Hacia una teología del progreso humano, Barcelona, 1969,
93-104.
¿Qué es desesperarse? 365
es decir, la regeneración repentina. Esto significaría que, mediante bien inseguro su arraigo «abajo». La consecuencia antropológica es
la experiencia del morir ( = renunciar a todo lo de hasta ahora), el la ruptura, característica de nuestro tiempo, entre el «arriba» y el
impulso vital queda afectado y transformado. Por la noche, en me- «abajo» del hombre. Ambos polos se van haciendo independientes.
dio de una inexplicable tranquilidad, es posible aceptar todo lo que La actividad espiritual degenera en intelectualismo, y la argumenta-
ocurre y volver hacia las demás cosas. ¿Quedaban allí reservas ción no tiene fin ni en sociología ni en teología4. Una imagen de
biológicas, excluidas hasta entonces de la actividad vital? ¿Es po- esta situación la da el «laboratorio esterilizado» como espacio de
sible que el impulso vital (es decir, la fuerza vital básica, biológica) trabajo, e incluso como lugar de pensamiento. El enraizamiento en
se retire de los reductos vitales del pasado y se dirija a la construc- el plano vegetativo queda estrangulado: los hombres no pueden
ción de una nueva vida, mediante la fuerza vital del instinto? Cierto hacer fondo en el ritmo de su fundamento último y sufren de in-
que esto sólo sería posible en el caso de que la fuerza biológica no somnio y de otras muchas molestias vegetativas. O bien la ruptura
con lo vegetativo estalla en fenómenos como el de los hippies y su
estuviera destruida, sino sólo agotada. Una regeneración semejante
búsqueda del éxtasis (aunque aquí medien las drogas y los colores
sería vivida por la conciencia como un imprevisto volver a esperar
psicodélicos; de modo particularmente indicativo, en forma de plan-
contra todo, como un acontecimiento, como un regalo, una gracia,
tas, es decir, de elementos vegetales). En correspondencia con el
lo mismo que un «cambio repentino», un salto. Hay que añadir
laboratorio está la cava del jazz y, en el cementerio, la cripta. Al
que a esto no da explicación cumplida el aspecto puramente bio-
perderse la dimensión cosmológica «arriba-abajo» desaparece la
lógico. Una regeneración provocada por la experiencia de la muerte
conciencia originaria de la trascendencia, como también la rítmica
parece incluir una cierta elaboración psíquica, esto es, el aspecto
inmersión inconsciente en el fondo vegetativo de que se nutre. Las
biológico de hombre está en relación recíproca con los restantes consecuencias de esa ruptura son el absurdo y el hastío de vivir 5 .
aspectos del ser humano, el psíquico en primer lugar. Se hunde toda una visión del mundo, se pasa por una experiencia
de la muerte, y la araña de la desesperación sale de su escondrijo.
Resignación, suicidio y «cambio repentino» son, una vez más, las
II tres reacciones posibles; en relación con nuestro tema tiene espe-
cial interés la última. ¿Cómo podría formarse una tercera realidad,
El juego de fuerzas del plano psíquico puede representarse un «medio de unión», de modo que el «arriba» y el «abajo» pu-
concretamente mediante la línea «arriba-abajo». Cierto que las dieran encontrarse? 6. En ese caso, el trabajo profesional sería
dimensiones arriba-abajo están desmitizadas, es decir, no son di- soportable, y la búsqueda espontánea de la profundidad no tendría
mensiones cosmológicas; sin embargo, siguen siendo antropológica- que refugiarse en la cripta. El entendimiento y la base vegetativa
mente válidas, si atendemos en su perspectiva simbólica a la con- hallarían en el interior un domicilio común. Esto que ocurre en el
figuración del hombre, afincado en la tierra y abierto hacia el
cielo 3 . El impulso vital del hombre no se puede concebir sólo 4
«Los modelos de pensamiento de la teología del pasado han perdido su
fisiológica, sino también psicológicamente; esto es, se afinca me- sentido y función, y son tan extraños a la fe como los modelos atómicos de la
diante sus raíces en el fundamento último vegetativo que duerme física clásica en comparación con el desarrollo posterior de esta ciencia»
en la psique, y depende, a la vez, del acontecer espiritual de la (Clemens Münster, Bericht von Draussen, Existenzprobletne des Vriesterbild.es
heute, Munich, 1969, 177-197, 189).
conciencia. La altura y la profundidad se condicionan mutuamente, 5
«El absurdo es hoy uno de los síntomas más corrientes de neurosis (antes
y cuando la trascendencia «de arriba» pierde su lugar, se hace tam- lo era la represión de las tendencias).» Cf. Johanna Herzog-Dürck, Probleme
menschlicher Reifung, Stuttgart, 1959, 13. El absurdo de la vida es, según
3
El grano, así como el retoño y la raíz, sirven de esquema antropológico. E. Ringel, uno de los principales motivos del suicidio. Op. cit., partim.
6
Puede verse August Vetter, Persónate Anthropologie, Friburgo, 1966, 18, 55s. August Vetter, op. cit., 93s.
368 J. Goldbrunner ¿Qué es desesperarse? 369
ámbito psíquico, el «atrio de lo religioso», podría muy bien ser mismo. Mi intimidad es llamada, y por lo mismo, realizada y for-
también el presupuesto de una «orientación religiosa». mada. El «arriba» y el «abajo» vuelven a encontrarse aquí, vincu-
lados de un modo nuevo. A un hombre así le será aburrida la inte-
lectualización, y si habla encontrará en seguida imágenes, no hablará
III en abstracto. La fuerza de la imaginación se despierta, el «arriba» y
el «abajo» se encuentran en el medio, el ámbito del espíritu con-
Para realizar este cambio repentino, este salto de la desespera- verge con las bases vegetativas de la vida en el sentimiento, se
ción, del absurdo y del hastío, se nos ofrece una ayuda a través del descubre una nueva posibilidad de vivir: la desesperación se va
entramado de la vida humana: la dualidad «objetivo-personal». El apagando. Este paso de los mecanismos psíquicos al plano personal,
paso de lo objetivo ( = impersonal), de la intelectualización y la ¿no debería representar el estadio previo en el que crear los pre-
discusión, a lo personal, del ello al tú, equivale a la apertura de una condicionamientos tendentes a superar la desesperación religiosa?
coraza, a renunciar a la propia defensa, a quedar desarmado. Al jo- Con todo, podría ser necesario para ese «salto hacia lo perso-
ven que tenga una auténtica experiencia del amor, este brote le viene nal» un puesto de socorro: un prójimo 7 . Hasta qué punto es posi-
a la sangre casi instintivamente, como por arte de encantamiento; ble esta ayuda es cosa que se debe determinar en la relación analí-
pero a quien nunca le haya llamado lo personal, y esto parece ocurrir tica terapeuta-paciente, como a través de un cristal de aumento. El
con frecuencia, la realización de lo personal le resultará una tarea terapeuta no es tanto un clarificador cuanto un posibílitador. Este
difícil. El refugiarse en lo objetivo y el buscar abrigo en lo social, modo de ser —y tal sería el auténtico secreto de un terapeuta efi-
la discusión y la intelectualización, van haciendo de todos y cada caz— es efecto de una especie de osmosis o como el provocar una
uno un ello. No hay entre los hombres contacto alguno, ni siquiera resonancia. Dicho sin imágenes, esto significa que su existencia,
el contacto objetivo de los participantes en un negocio. Lo personal realizada personalmente, su tuidad, posee fuerza personal de con-
podría hoy llamarse «dimensión perdida». El aislamiento va avan- vocatoria. Las inteligencias pueden chocar y provocarse mutua-
zando hasta la desesperación. Cada cual está metido en su propia mente a la discusión, las fuerzas de la voluntad pueden rivalizar, las
prisión; puede sentirla, pero no definirla. emociones pueden crecer, influyéndose alternativamente; pero la
El salto del ello al tú, de lo objetivo a lo personal, se da, a su personalidad puede también influir en la personalidad durmiente,
vez, sólo mediante una experiencia de la muerte. La ley «muere soterrada, inmadura y angustiada del otro, llamándola, solicitándo-
y llega a ser» parece estar inscrita en el cosmos, también en el cos- la, invitándola 8 . El que hoy no todos encuentren (siquiera una vez
mos humano. Renunciar a mí mismo, abandonarme y confiarme en la vida) semejante vocación personal, el que la personalidad del
indefenso al otro, arriesgarme {incluso con peligro de que se me hombre está hoy tan poco realizada, el que incluso el hombre se
explote y se abuse de mí): todo ello viene a ser, según aumenta la encuentre hoy casi incapacitado para ello es causa de que la deses-
edad, una experiencia de la muerte. El «cambio repentino a una peración se mantenga en el interior de los mecanismos psíquicos 9 .
nueva cualidad», la de lo personal, sólo es posible mediante la muer-
7
te de ese mundo protector que nos hemos construido. Quien no se Cf. la doctrina sobre la vida de la persona en Josef Goldbrunner, Reali-
«entrega», no rompe el aislamiento, no salta del calabozo del ab- sation, Friburgo de Brisgovia, 1966, 79-206. Hay traducciones al inglés (Rea-
lizatzon, University of Notre Dame Press, 1966), al portugués (Realizagáo,
surdo, ése no puede abrirse y confiar, pedir, perdonar, amar. Sao Paulo, 1968) y al italiano (Realisatio, Turín, 1970).
!
Cambio repentino, transformación, metamorfosis, renovación, Cf. James Hillmann, op. cit., 148: «El único instrumento de que dispone
resurrección, son todas imágenes que transcriben el acontecimiento el analista... en la sesión analítica es su propia persona.»
que sale al encuentro de cada uno, llamándole: la instancia que ha- ' La psicoterapia, al no incluir la personalidad en su imagen del hombre,
opera exclusivamente sobre los mecanismos psíquicos, lo mismo que un mecá-
brá de responder no será el entendimiento o una emoción, sino yo nico que intenta poner en marcha un motor. Pero no se pregunta adonde se
370 J. Goldbrunner ¿Qué es desesperarse? 371
Lo personal, en cuanto «dimensión perdida», es causa determinan- bres en el plano religioso sólo sería posible si el destino roturase su
te de la imposibilidad de muchos para seguir viviendo, de su deses-
personalidad hasta el fondo. No obstante, están aún en el ámbito
peración. Desde el punto de vista histórico-salvífico, esto pertenece
de irradiación del pneuma, en el ámbito intercesor de la comunidad,
incluso a la táctica de los poderes anticristianos de impedir el des-
y por eso no se les puede desahuciar. Están en la periferia de la
pertar de la personalidad del hombre mediante un proceso de ma-
comunidad, en el más externo de una serie de círculos concéntricos
sificación. El aplanamiento en la masa entierra la personalidad, la
(si nos representamos a la Iglesia con ese esquema); como los mar-
aplasta 10 y la incapacita para recibir el mensaje cristiano del Dios
ginados a la sociedad, como los mares polares al globo terrestre
personal, como veremos en seguida.
pertenecen también ellos a la cristiandad.
Suicidio y desesperación religiosa significarían que el absurdo
de la vida «va de parte a parte» y que cada impulso vital es algo
IV pasado. «Ya no me gusta nada», dice el Gran Tirano en la novela
del mismo nombre de Bergengruen. En el fondo de la existencia
La desesperación directamente religiosa parece también estar
ya no hay nada, y esa nada influye, seduciendo y atrayendo al
vinculada a una directriz del entramado vital humano: la línea
impulso vital que aún persiste, lo mismo que a algunas personas
«presente-ausente». Dios ya no está presente. Es una especie de
les atrae la profundidad cuando pasan por un puente.
milagro que aún se siga creyendo en él, pero él ya no existe, ya no
Seguramente el puesto de socorro no consiste en saltar por
es real, ya no tiene efectividad alguna, es una pura y escuálida teo-
encima de dicha desesperación, sino en un diálogo sobre su «sen-
ría, no tiene realidad. Es menos que algo simplemente pasivo,
tido», con el fin de poder articularlo. La posibilidad de un cambio
¡es que no existe! Y, a pesar de todo, el alma corre como herida
por el deseo de adquirir alguna certidumbre suya. Su ausencia repentino sólo se da en ese «juego peligroso» que es la entrada de
duele, hace enfermar. Y se teme que la enfermedad pueda propa- un consejero en el impulso de autodestrucción n .
garse como una pústula y pueda corroer la fe del pasado. La araña «Cambio cualitativo repentino» es lo que en el aspecto religio-
va paseándose lentamente por la conciencia con su veneno. so se llama conversión a Dios. El eje del diálogo (aunque no el
punto más eficaz, que indicaremos después) será la ausencia de
En esta peligrosa situación de la desesperación religiosa entra
Dios. Estar ausente significa no sólo no ser visto, sino que las re-
en juego, aumentado, todo lo que llevamos dicho: las tres posibili-
presentaciones, figuras e ideas tradicionales en la vida religiosa ya
dades de reacción (resignación-suicidio-cambio repentino), la expe-
riencia de la muerte, el socorro del exterior. No sólo los impulsos no sirven de ayuda, e incluso más bien bloquean el camino hacia
son forzados al máximo; ocurre con frecuencia que todos los as- Dios. La ausencia de Dios puede aparecer como una «divinidad
pectos de que hemos hablado —el biológico, el psicológico y el desnuda» (Matilde de Magdeburgo) n, si procedemos a descolgar
personal— se compenetran y refuerzan el fondo de la desesperación de nuestra habitación los cuadros y dejamos la «pared desnuda».
religiosa. Esto supone una experiencia de la muerte. La escritora mística
La resignación religiosa está hoy tan extendida que puede ha- 11
blarse de una «oleada de huelgas religiosas». Mover a estos hom- Cf. James Hillmann, op. cit., 50: «Al psicoanalista le preocupa menos
el suicidio como tal que el ayudar al paciente a comprender el sentido de su
opción, siendo ésta la única que ha exigido la concreta experiencia de la
intenta viajar. Ahora bien: precisamente el desconocimiento del «sentido» es muerte.»
la causa de muchas molestias psíquicas. Cf. Josef Goldbrunner, Persónate 12
Seelsorge, Friburgo de Brisgovia, 21955, 88. Cf. Gertrud von Le Fort, Die Abberufung der Jungfrau von Barby,
10 Munich, 1946, 62: «No tengo ya imagen alguna de Dios... Todas nuestras
La pintura más negra de esta situación es la que nos ha dejado Orson imágenes han sido destruidas. Las vi caer como las hermosas estrellas del cielo,
Welles en su novela futurista 1988.
y ya no existe más que el desierto de la divinidad desnuda.»
372 J. Goldbrunner ¿Qué es desesperarse? 373
revestía semejante experiencia con las palabras siguientes: «En el un tú. Ese salto del ser (el dios de los filósofos) al tú (el Dios de
amor, vivir y morir son una misma cosa» 13. Este es el lenguaje Abrahán, Isaac y Jacob, el Padre de Jesucristo) es, más que todas
místico. Hoy podría formularse así: lo mismo que a través de la las regeneraciones y cambios repentinos previos, un secreto impe-
barrera del sonido, deberíamos intentar penetrar con nuestro pen- netrable de disponibilidad, coraje, regalo, gracia y libertad. Si al-
samiento, o mejor, con nuestro sentido, a través de la barrera del guien se abre a un tú, ello será una decisión libre. Una situación
tiempo y del espacio (¡nuestro espacio moderno!) —esto es, a tra- favorable puede prepararse mediante la presencia de un ayudante,
vés de la zona de la muerte—, y esto constituye un proceso real de de un hombre sacerdotal, cuyo tú sirva de testimonio del secreto
muerte del entendimiento, así como de las facultades imaginativas del ser: la personalidad de Dios. Este ayudante dispone personal
y del sentimiento vital interno. Esto viene a ser una mística moderna y religiosamente la situación de llamada mediante resonancia, os-
—natural—. La meditación de los monjes del Oriente ante la roca mosis e invitación. Si un hombre entra en ese movimiento existen-
es semejante a este proceso. El hombre está sentado ante un muro cial y se abre al encuentro con el tú de Dios, ello se basará igual-
de piedra, sin salida ni por la izquierda ni por la derecha, ni por mente en una decisión libre. Un riesgo, un salto confiado, el único
arriba ni por abajo, ni por el medio; sólo es posible el movimiento que puede superar completamente la desesperación es difícil, de-
de retorno a la propia interioridad. En ese proceso de muerte en masiado difícil, para quien no haya sido llamado personalmente.
que todo se abandona y en la experiencia de la falta de salida y de Se seguiría de aquí una mirada retrospectiva a un cometido
esperanza puede surgir una nueva dimensión, un cambio cualita-
esencial de todo hombre sacerdotal, de la pastoral en todos los
tivo repentino, un salto no biológico ni psíquico, sino ontológico.
terrenos —predicación, consejo, liturgia—: dar testimonio, me-
En términos filosóficos, esto sería el abandono y la muerte de los
diante la presencia, personalmente despierta, de la tuidad del ser,
entes todos a fin de conseguir el contacto con el ser. ¡Del ente al
es decir, de la personalidad de Dios, que sólo nos puede salir al
ser! ¡De las criaturas al principio fundamental! Parece que esta
encuentro en la persona del Dios hombre, Jesucristo. El remedio
experiencia de muerte es el sentido más íntimo de la auténtica
para la enfermedad de la desesperación sería el disponer, mediante
desesperación religiosa en la actualidad, y si aún permanece in-
la realización de la propia persona, la invitación al encuentro con
fructuoso se debe a que no es suficientemente comprendido ni pro-
movido. Sin embargo, a través del clima espiritual de la cultura el Dios de los cristianos. La necesidad religiosa de nuestro tiempo,
industrial, puede esta «mística natural», basada en experiencias o sea, la pérdida de la esperanza hasta llegar a la desesperación,
de muerte, tal como aparecen en la desesperación religiosa, ser in- únicamente podrá ser socorrida mediante un «cambio repentino»
cluso una experiencia típicamente moderna de la fe; es la expe- hacia lo personal. Toca a los fieles cristianos la tarea de recobrar
riencia de la cruz en la actual vida de fe. la «dimensión perdida», para ellos y para hacerla resonar en los
demás. La «dimensión personal» sería un signo del cristianismo
Si el axioma escolástico Omne ens est bonum debe mostrar su en el mundo de hoy, un remedio para la desesperanza y el camino
efectividad, será preciso que del contacto con el ser surja como para la realización del cristianismo.
un sedante la sensación de que la desesperación es veneno, pero J. GOLDBRUNNER
también medicina, y de que el morir es una forma de vida. El resul- [Traductor: J. REY.]
tado sería vivir en esa ambivalencia, marcada su forma caracterís-
tica por una distancia, casi inhumana, del pagano que se rinde al
destino.
¿Es posible dar un paso más? Sí, en el caso de que el ser fuera
13
Op. cit., 61.
Broma, ironía, esperanza 375
Ludvik, satisfecho y feliz, saborea su victoria, hasta que inmediatamente se da mano considera como otras tantas excepciones y errores? Pero si la historia
cuenta de que entre Helena y Pavel ya no queda nada, que su unión estaba no es ese maestro de escuela severo que orienta hacia la justicia y la compren-
rota por completo, que ya ni siquiera se hablan desde hace años. Helena apa- sión entre los hombres, si la historia no es más que un chasco, entonces quiere
rece entonces «en una absoluta miseria, sin marido ni lazos conyugales, redu- decirse que es impenetrable y que no hay tales valores. Las palabras y los ges-
cida a sí misma», sin otra cosa que su fealdad. De golpe, la escena que acaba tos, la poesía, la música y los ritos con que se trata de perpetuar aquello que
de desarrollarse, que para Ludvik tenía una significación tan rica, queda redu- fue alguna vez rico y estuvo cargado de sentido no son más que un idioma
cida a un puro absurdo. Más aún: el cuerpo desnudo de la enamorada Helena desconocido. «Por ahora la historia no es ya más que el tenue hilillo del re-
—este cuerpo que se trataba de humillar al utilizarlo como instrumento para cuerdo tembloroso sobre la masa abisal de lo olvidado; pero la duración avanza
una venganza— parece exultar ahora en un triunfo arrogante, infligiendo a y llegará el tiempo de los milenarios, y la memoria de los individuos, incapaz
Ludvik un extraño suplicio. de abarcarlos, se declarará en quiebra. Al paso de las centurias y los milenios
El fracaso de la venganza, la imposibilidad de rescatar el pasado, no de- caerán en avalancha siglos enteros de pinturas y de música, siglos de descubri-
pende tan sólo de este hecho contingente que es la ruptura entre Helena y mientos, de batallas, de libros, y ello constituirá un daño, porque el hombre
Pavel. De una manera aún más inflexible el tiempo había privado de sentido perderá la noción de sí mismo, mientras que su historia, inconcebible, imposi-
al proyecto de Ludvik. Por puro azar, éste se encuentra de manos a boca con ble de abarcar, se encogerá hasta convertirse en unos cuantos resúmenes es-
Zemanek, y tiene que reconocer la evidencia: «El tipo parecía haber abando- quemáticos desprovistos de sentido.»
nado radicalmente sus maneras de ver y sus actitudes de antaño, de suerte que Un domingo a mediodía, al acabar su almuerzo, Ludvik establece este ba-
si yo viviese ahora cerca de él, las dificultades con que él tuviera que enfrentarse lance negativo: «De pronto lo vi claro. La mayor parte de los seres se entregan
me obligarían, quieras o no, a situarme de su lado. Comprenderlo así equivalía al espejismo de una doble credulidad: creen en la perennidad de la memoria
para mí a un golpe muy duro, pues justamente era a lo que no me había hecho (de los hombres, de las cosas, de los hechos, de las naciones) tanto como en la
idea, lo que nunca había entrado en mis previsiones.» Sólo el paso del tiempo posibilidad de redimir (las conductas, los errores, los pecados, las injusticias).
es responsable de que haya llegado a borrarse aquella diferencia que daba Lo uno es tan falso como lo otro. La verdad es exactamente todo lo contrario:
motivos a Ludvik para odiar a Zemanek. Entre ambos enemigos ha llegado a todo se olvidará y nada se perdonará. La función de enmendar (ejercicio de
formarse una escandalosa semejanza por culpa del «fluir aquietador del tiem- la venganza o del perdón) será realizada mediante el olvido. Nadie podrá
po, hábil, como sabe todo el mundo, para cegar las grietas que separan épocas borrar los errores cometidos, pero todos los errores serán olvidados.» Ludvik
inmensas, cuánto más a dos pobres diablos». La presencia de la pequeña Bro- se libera de su pasado, pero esta liberación sólo le llega a través de la pérdida
zova, la joven amante de Zemanek, hace aún más sensible la obra de disolución del mundo. Todas las cosas —el tilo, la mesa, los manjares, el mozo, el alber-
realizada por el tiempo: «la visión de unos jóvenes de su edad nos hace parecer gue, la puerta abierta sobre el pasillo— se le presentan como sumergidas en el
más iguales a nosotros, y en aquello mismo en que nos enfrentábamos con diluvio de la amnesia que se abate sobre ellas. La aventura se ha acabado, o
tanta furia», transformando en ficción literaria aquel lejano acontecimiento al mejor aún, nunca ha habido tal aventura.
que Ludvik se empeña todavía en conceder algún valor. Pero quedan todavía unas horas antes de tomar el coche y regresar a Praga.
Al final tiene que reconocerlo: su pasado, que ha evocado para tomarse la Para huir de sus obsesiones, Ludvik se aleja de la ciudad y se pierde por los
revancha sobre él, fluye y se desliza a su alrededor «tan flemático como si el campos, por las orillas del Morava. Casualmente tropieza con Jaroslav. Pero
que le saliera al encuentro no fuera más que un desconocido». Ludvik ya no no puede decirse que se trate de una verdadera casualidad, ya que este en-
quiere otra cosa que «meterse bajo tierra, solo, para borrar toda esa historia, cuentro imprevisto hace que en Ludvik emerja y se libere un amor olvidado,
fango y mentira, esa broma idiota; tachar a Helena y Zemanek; anular el ante- rechazado, pero nunca destruido, que va creciendo ahora hasta casi estallar al
ayer, el ayer y el hoy; eliminar toda esa estampa, hasta el último rasgo». La borde de las lágrimas. Jaroslav es la ciudad natal, la juventud y la amistad,
venganza ha sido un chasco, mucho más irrisoria que la broma cuyas conse- la música, el folklore, la región morava y sus tradiciones. Sin reflexionar, ciega-
cuencias quería aniquilar. No se puede recuperar el pasado. Correr tras de él mente, pero al compás que le marca el ritmo de su corazón, Ludvik pide a su
es «una prueba de fondo tan vana como la ceniza». El tiempo, que nos arrastra amigo que le permita ocupar de nuevo el puesto que antiguamente le corres-
hacia el porvenir, nos lleva en dirección contraria del fin hacia el que corre- pondía en la orquesta. Como en un relámpago recupera el mundo del que
mos, inviniendo el sentido de todos nuestros proyectos. tanto tiempo antes había huido, ese mundo terriblemente lejano y distante, al
En este momento aparece la broma de la historia, que nos arrebata el de- que ahora pide que le conceda asilo y salvación.
seo de venganza convirtiéndolo en pura vanidad. ¿Cómo podría Ludvik reparar ¿A qué obedece esta reconciliación, que parece aportar bruscamente una
sus errores, pues realmente no fueron suyos, pues si en resumidas cuentas no salida positiva a la búsqueda del protagonista? ¿Por qué este amor al pasado
hubo ni faltas ni errores que pudieran constituir una contradicción del orden que, de pronto, acaba de resucitar? Ludvik no se hace ilusiones. Si le resulta
de las cosas, ya que este «orden» es aquello mismo que el entendimiento hu- tan fácil regresar al folklore moravo es porque éste ha sido expulsado del mun-
25
378 J--Y. Jolif "Broma, ironía, esperanza 379
do real, porque está ya «tan completamente abandonado, tan desechado por
la blanca ambulancia, «en medio del rumor arremolinado de los pisaverdes
la ampulosidad y el exhibicionismo de la propaganda política, de las utopías ebrios sobre la acera».
sociales, de esas tropas de funcionarios de la cultura, de la adhesión mentirosa
La búsqueda de Ludvik, por consiguiente, no consigue eludir la abstrac-
—a base de retórica— que presentan los hombres de mi generación, de Zema-
ción. Llega a crear una ruptura con el mundo pervertido, pero no logra ins-
nek (que en el fondo es el mismo Ludvik), que gracias a todo este abandono taurar un mundo nuevo, en el que los valores llegarían a ser efectivamente
viene a ser como agua lustral; cargado de amargura, este abandono se parecía reales; es una búsqueda fundamentalmente incompleta. La Plaisanterie ilus-
mucho al aseo que hace por última vez alguien a quien ya le queda poco. tra admirablemente la fórmula con que Lukács define el género novelesco:
Iluminado por una última aureola de belleza, este abandono me lo restituía». «Se empieza el camino; se termina el viaje.» El camino de Ludvik llega a su
Los valores que descubre Ludvik sólo son valores precisamente porque han término antes de que se sepa dónde acaba; el destino finaliza mucho antes de
sido degradados, destruidos; porque ya no caben en el mundo real; porque la muerte.
están agonizando... Extraño desenlace, cuyo significado aclaran hasta cierto
Y ésta es la razón por la que Ludvik no es Milán Kundera; entre el autor
punto las últimas páginas de la novela.
y su personaje media toda la distancia de la ironía. Por ello mismo, Kundera
Ludvik ha recuperado su puesto en la orquesta, que actúa en el jardín no puede ser definido en virtud de su novela, que el autor no puede tomar
del albergue. La música le hace evocar una imagen, la de Lucía, aquella mu- (tomándose a sí mismo) completamente en serio. Mucho más que la postal de
chacha a la que amó y a la que perdió por querer amarla, pues su destino de Ludvik, la broma es la novela de Kundera. Cierto que la ironía no establece
muchacha violada le prohibía el amor. Se dio cuenta de lo cerca que estaban una distancia insalvable entre el autor y su héroe, pues la búsqueda empren-
él y ella, justamente ahora que ya estaban separados. Pues los dos habían vivi- dida por éste corresponde a una necesidad sentida por el autor. Kundera no
do la misma historia, la historia de una devastación. Su inocencia había sido habría escrito esta novela si no se tratase también para él —y ante todo para
destruida por un crimen mucho más vasto, que había asolado toda la galaxia. él— de renunciar a un mundo configurado de antemano, en que la historia
Se aclara el significado de aquel amor: no hay que encolerizarse por las cosas adopta la forma del destino, y que resulta igualmente incapaz de mantener
bellas que han sido destruidas; no hay que desviarse por la fuerza del resen- viva la riqueza del pasado y de crear un porvenir. Pero precisamente porque
timiento; hay que sentirse lleno de compasión por este mundo arruinado. siente en sí esta exigencia, el autor sabe que el héroe es incapaz de llevar a
Los músicos siguen con su concierto ante un público al que ahora viene a término sus aspiraciones penetrando en un mundo en que tomarían cuerpo
sumarse un buen grupo de muchachos y muchachas. Brutal intromisión del los valores que anda buscando. Al distanciarse de esta forma con respecto a
presente, de la realidad, que da ganas de huir, de seguir tocando sólo para sí su personaje, al juzgarle, el novelista se juzga a sí mismo como autor de la
mismo, de buscar en la música un recinto protector, «un batiscafo lastrado novela; sabe que el ideal —que él mismo opone a la realidad al darle forma
en el fondo de un mar de hielo». Jaroslav cae de pronto al suelo, víctima de de novela— es una pura exigencia y no una realidad efectiva; conoce también,
un infarto. Se detiene la música. Una vez más sólo es posible la compasión. como dice Lukács, «lo fútil de semejante combate y la victoria final de la
«Abrumado por una pena terrible, yo acariciaba su nuca calva, sus largos y realidad». En una palabra: un autor capaz de ponerle a su obra el título de
finos cabellos que tristemente intentaban cubrir su calvicie, y caía en la cuenta, La Plaisanterie demuestra haber llegado a la plena lucidez, a la «virilidad
aterrorizado, de que este viaje a mi aldea natal, donde yo había pretendido madura».
castigar al objeto de mi odio, Zemanek, me había llevado, en fin de cuentas, Esta ironía no es ni indiferencia ni desesperación. Si la novela es una bro-
a sostener en mis brazos a aquel camarada caído en tierra (sí, en aquel momen- ma, sin embargo, no resulta anodina; no es un simple truco, como la postal
to me veía a mí mismo sujetándolo, teniéndolo abrazado y llevándolo, enorme del joven Ludvik. La sociedad ha llegado a ser irrecuperable, por ello la
y pesadísimo, como si con él llevara también mi propio pecado oscuro; me arranca toda entera de raíz poniendo a la luz su degradación, revelando el va-
veía llevándolo a través de una barahúnda indiferente). Y me eché a llorar.» cío de todos los conformismos oficiales. Sólo el hecho de que exista esta no-
«Un destino se acaba las más de las veces antes de que llegue la muerte; vela está diciendo a gritos que es necesario inventar un futuro; su sola presen-
el momento del fin no coincide con el de la muerte.» Esta convicción, que se cia es una brecha abierta hasta el corazón de la sociedad inmóvil. Si bien la
le impone a Ludvik, es también el final de la novela. El protagonista ha espa- novela no crea este futuro, al menos muestra que es necesario y posible. Es
pado del conformismo; el mundo ha dejado de parecerle serio; la venganza ha la última, o la primera, esperanza que supera la resistencia de las cosas. Entre
cedido su puesto a la compasión. Digamos, si así nos place, que ya es libre. la novela y la práctica política; entre La broma y la primavera de Praga es
Pero libre ¿para qué? Pues no encuentra ya valor alguno más que en las cosas preciso, por tanto, admitir que existe una continuidad invisible, pero constan-
acabadas, muertas incluso antes de haber desaparecido por completo, en un te; puede, incluso, que muy real.
pasado condenado ya al olvido; su ideal es algo irrealizable, y no puede ser J.-Y. JOLIF
sino objeto de compasión; sólo es posible velar sobre él en medio de la in- [Traductor: J. VALIENTE.]
diferencia general. Lo mismo que es llevado ahora el cuerpo de Jaroslav hacia
Dos filosofías de la esperanza 381
y otra que recalque la misteriosa certeza con respecto al Absoluto como fuente
de esperanza. En el ensayo Sobre una metafísica de la esperanza, en Homo
Viator, Marcel nos dice que la esperanza es «esencialmente la disponibilidad
de un espíritu que se ha embarcado lo bastante íntimamente en la experiencia
de comunión como para realizar, a despecho de la voluntad y el conocimiento,
un acto trascendental, el acto que establece la regeneración vital de que esta
GABRIEL MARCEL Y ERNST BLOCH, experiencia apronta tanto la prenda como las primicias» 2 . En otro ensayo
DOS FILOSOFÍAS DE LA ESPERANZA define Marcel la esperanza como un acto que consiste en «afirmar que en el
centro del ser, más allá de todos los datos, más allá de todos los cálculos y to-
dos los inventarios, hay un principio misterioso que está en connivencia con-
INTRODUCCIÓN
migo, que no puede querer sino lo que yo quiero, con tal de que eso que yo
quiero merezca la pena de quererse y sea querido, de hecho, por todo mi ser» 3 .
Charles Péguy expresó de manera inimitable el asombro que le producía
la virtud de la esperanza. En uno de sus poemas presenta a Dios exclamando: Esperanza y cautividad
«Puedo entender la fe y el amor. Pero ¡la esperanza! La esperanza es una ma-
ravilla, un milagro, un misterio, un inesperado rayo de luz en medio de un Según Marcel, la esperanza, tomada en su nivel más elemental, cuando,
inundo en que la pertinacia de la locura humana parece socavar todo funda- por ejemplo, no centro mi preocupación en cosas realmente importantes (como
mento para creer que será capaz de mejorarse»'. sería el caso de esperar que haga buen tiempo) y las razones que tengo para
Siguiendo esta visión del poeta, los teólogos han vuelto a descubrir recien- esperar resultan exteriores a mi propio ser, es decir, no tienen sus raíces «en
temente el misterio de la esperanza y se han sentido cautivados por la luz que las profundidades de lo que yo soy» 4 , no pasa de ser un cálculo de probabili-
emana de su centro, bañando todo el mensaje cristiano y llenándolo de sentido. dades. Pero en su punto de mayor tensión, cuando el asunto me importa con
Pero los teólogos no hubieran podido tener éxito en sus esfuerzos si antes los toda el alma (como sería el esperar que sobreviva mi hijo, que ha entrado en
filósofos al estilo de Gabriel Marcel y Ernst Bloch no les hubiesen proporcio- combate), la esperanza constituye la respuesta de todo mi ser a una situación
nado unos conceptos y un lenguaje nuevos de la esperanza. Estos dos pensa- de cautividad, de prueba, en que me siento hundido. «La esperanza se sitúa
dores en concreto han fijado su atención en la experiencia de la esperanza, dentro del marco de la prueba no sólo porque se corresponde con ella, sino
han analizado sus componentes, han descrito sus fases y han señalado su fun- porque constituye la respuesta auténtica de nuestro ser» 5. En la esperanza
ción en la conciencia que el hombre habrá de formarse para el futuro. ansio la liberación que pondrá fin a la prueba en que me hallo. El «yo espero»
En este artículo nos proponemos pasar revista brevemente a estas dos filo- tiende a la salvación, aspira a «salir de las tinieblas en que por el momento
sofías de la esperanza; en primer lugar nos fijaremos en Gabriel Marcel, este me encuentro hundido» 6 , trátese de la enfermedad, la separación, el destierro,
neosocrático cristiano que se ha interesado especialmente por la creatividad la esclavitud o la imposibilidad de «elevarme a una cierta plenitud de vida,
interna del acto de esperanza, tratando también de relacionar su misteriosa que puede situarse en el terreno de la sensación o incluso del pensamiento en
consistencia con su fuente en el tú absoluto; después fijaremos la atención en
el pensamiento de Ernst Bloch, el teórico marxista que prefiere centrarse en * Homo Viator, Introduction to a Metaphysie of Hope, Victor Gol-
las posibilidades de la esperanza en el mundo, y en ligar el poder de la espe- lancz Ltd., Londres, 1951, 67 (cf. también 29-67), citado en adelante por HV.
Título original: Homo viator: prolégoménes á une métaphysique de l'espéran-
ranza con la función del futuro en nuestro pensamiento, el «aún no». De esta ce, Aubier, París, 1947. Cf. también G. Marcel, The Philosophy of Existentia-
forma nos hallaremos en condiciones de destacar determinadas diferencias y lism, Citadel Press, Nueva York, 1956, 9-46; On the Ontological Mistery, ci-
similitudes entre estos dos filósofos de la esperanza. tado en adelante por OM, es traducción de Position et approches concretes
du mystére ontologique, Nauwelaerts, Lovaina, 1949; Id., Being and Having,
Harper and Row, Nueva York, 1965, 74-92, citado en adelante como BH.
Titulo original: Étre et Avoir, Aubier, París, 1935, 108-135; Id., The Mystery
I. GABRIEL MARCEL. of Being, Faith and ReaHty, Henry Regnery Co., Chicago, 1960, vol. II, 163-185.
«YO ESPERO EN TI, POR NOSOTROS» Título original: Le Mystére de l'étre: Foi et realité, Aubier, París, 1951;
id., Philosophical Fragments 1909-1914, University of Notre Dame Press,
South Bend, Ind., USA, 1965, 92-102. Título original: Fragments Philosophi-
Sería conveniente empezar dando dos definiciones de la esperanza: una que ques 1909-1914, Nauwelaerts, Lovaina, 1962, 78-92; R. Troisfontaines, De
subraye la relación de la esperanza con la experiencia de la intersubjetividad l'cxistence á l'étre, Nauwelaerts, Lovaina, 1953, vol. II, 173-204.
' OM, 28.
' HV, 29.
' Le Porche du mystére de la deuxiéme vertu (reedición por NRF, París), ' HV, 30.
15-23. En un lugar del poema dice Dios: «Mais l'espérance — voilá ce qui ' HV, 30, 32.
m'étonne moi-méme. Ca c'est étonnant!»
382 L. Blain Dos filosofías de la esperanza 383
7
el sentido estricto del término» . La esperanza surge como una respuesta a la fórmula de la esperanza. Cuanto más se acerca la esperanza a la caridad, más
condición humana de cautividad o alienación, en particular o en general (es participa «de esa cualidad incondicional que es el verdadero signo de la pre-
decir, la existencia humana experimentada como cautiverio). sencia» y «esta presencia se encarna en el 'nosotros' por cuyo bien 'yo espero
Paradójicamente, cuanto mayor conciencia tengo de la vida como un con- en ti', es decir, en una comunión cuyo carácter indestructible proclamo»ls.
finamiento, más capacitado estaré para experimentar el brote de la esperanza Amor y esperanza suman sus fuerzas para superar la tentación de cerrarse en
y «ver el brillo de esta luz, velada y misteriosa, que... ilumina el mismo centro sí mismo, evitar la desvitalización de la persona y salvarla de un empirismo
del lugar en que mora la esperanza» 8. La esperanza es un misterio, no un sistemático que no sería otra cosa que un volverse atrás, una deslealtad íntima ".
problema; esto quiere decir que a través de la esperanza yo alcanzo la certeza
que brota de la participación en el Ser con la totalidad de mi ser'.
Según Marcel, la esperanza «tiende inevitablemente a trascender los obje- Esperanza, tiempo y experiencia
tos particulares a que está referida según las apariencias inmediatas»10. La
Para el hombre sin esperanza, el tiempo está cerrado; el futuro no es más
auténtica expresión de la esperanza no es «yo espero que...», sino la afirma-
que un vacío, un espacio para la pura repetición. La esperanza, por el contrario,
ción absoluta, «yo espero». Puedo empezar esperando un bien en concreto, permite al hombre avanzar a través de un futuro real hacia algo verdadera-
por ejemplo, curarme en un determinado espacio de tiempo. Pero conforme mente nuevo. Es lo que Marcel da a entender cuando habla del «carácter pro-
va madurando la esperanza, dentro de mí se va efectuando una transformación fético de la esperanza» ".
y una purificación que afecta a la misma noción de recuperarse, de tal modo
que si la curación no se produce, no obstante yo me encontraré en disposición Pero no hemos de imaginarnos la esperanza como un camino para penetrar
de hacer frente al futuro sin desesperación alguna: habría adquirido una nueva en los secretos de Dios, para ver lo que tiene que ocurrir. Sin embargo, la es-
libertad interior desde el momento en que la idea de curación ha sido elevada peranza afirma de hecho como si ya hubiera visto, porque «a ello está auto-
a un nivel superior, transmutándose y situándose por encima de la inseguridad rizada por una visión oculta que le permite contar con aquello que aún no ha
del «tener» ". alcanzado» ls. Si el tiempo tiende a separar, la esperanza se esfuerza por lograr
«la reunión, la reconciliación...; en este sentido puede ser llamada memoria
Las fuentes de la esperanza del futuro» ".
En nombre de una cierta sabiduría del sentido común, de la «experiencia»,
La esperanza tiene sus fuentes en lo invisible. «Los estuarios de la espe-
hay personas que oponen la esperanza a la visión de algo, como si aquélla
ranza no caen por completo dentro de los límites del mundo visible»12. La
fuera simple ilusión. Marcel se pregunta, sin embargo, si este empirismo no
esperanza es respuesta a una llamada, a una invitación; es respuesta de la
será otra cosa que el resultado de haber elegido permanecer en la oscuridad
criatura «al ser infinito al que tiene conciencia de debérselo todo, y al que no
y eludir cualquier riesgo. Más aún: para Marcel, la esperanza echa sus raíces
puede imponer condición alguna sin que ello signifique un escándalo» u . Por
en aquella parte de nuestro ser que aún no ha sido mancillada. La esperanza
consiguiente, fe y esperanza están íntimamente conectadas. La fe en el tú
está ligada a «un cierto candor, una cierta virginidad que no ha sido aún
absoluto hace que yo considere la desesperanza como una especie de traición,
tocada por la experiencia»20. Un cierto tipo de experiencia me dice que no hay
ya que la fe es «la disposición íntima de alguien que, al no poner condición
salida para mi problema o para mi enfermedad. Otro tipo de experiencia —en
o limitación alguna, y abandonándose en una absoluta confianza, sería capaz
cuyo centro está la esperanza— me asegura que cuanto más real es la realidad,
de superar por ello mismo toda posible desconfianza, experimentando con todo
menos se presta a un cálculo de posibilidades sobre la base de la experiencia
su ser una seguridad... que se opone a la inseguridad radical del «tener» 14.
comúnmente aceptada (la que se entiende en el primer sentido del término).
La persona que espera se parece más a un inventor o a un descubridor que a
Esperanza y amor un técnico. Este último nunca distingue entre el fin y los medios para conse-
La plenitud de la esperanza sólo puede darse allí donde existe esa inter- guirlo, mientras que el primero sólo se fija en el fin, y luego piensa que debe
conexión espiritual llamada amor. «Yo espero en ti, por nosotros» es la mejor haber algún medio para alcanzarlo21. En este sentido, «en la esperanza yo no
intento crear nada, en el sentido estricto de la palabra, sino que apelo a la
' HV, 30.
' HV. 32. '" HV, 57-58, 60, 65-66.
' OM, 29. " HV, 60.
" HV, 32. " HV, 53.
" HV, 46. " Ibld.
" B H , 77 •' Ibíd.
" HV, 47, 63. '" HV, 51.
" H V , 46. " Ibíd.
384 L. Blain Dos filosofías de la esperanza 385
existencia de un cierto poder de creación que hay en el mundo, o más bien un «apetito», una tendencia hacia el futuro, hacia lo nuevo. En la realidad
a los recursos efectivos que se encuentran a disposición de este poder de «ocurren cosas verdaderamente nuevas... Cosas que jamás le habían ocurrido
creación» n. a hombre alguno... Cosas que verosímilmente aún no le habían ocurrido a
ninguna realidad» 31 . De la materia básica del universo procede la distinción
I I . ERNST BLOCH. entre materia y espíritu, es decir, la relación sujeto-objeto, relación dinámica
«SOLO EL HORIZONTE DEL FUTURO DA A LA REALIDAD que tiende a la unidad final. «El substrato de lo real hierve en un fuego dia-
SU VERDADERA DIMENSIÓN» léctico... Todavía es preciso sacar la sustancia a un mundo que no conoce su
camino ascendente y que, por consiguiente, necesita del hombre» 32 .
Bloch define la esperanza como «la existencia avanzada que nosotros, los Puesto que la realidad se divide en sujeto y objeto, espíritu y materia, el
humanos, empujamos hasta los límites extremos del proceso mundano» ". El impulso o apetito permanece en ambos. En el hombre o sujeto, el apetito
hombre está llamado «a avanzar más allá del horizonte hasta aquel difícil puede volverse esperanza; en el objeto, posibilidad, es decir, algo no comple-
grado de la realidad que no es el 'Ser presente' (Verhanden-Sein) ni el 'Ser tamente determinado. «La posibilidad —dice Bloch— no es un abracadabra,
en proceso' (Im-Vrozess-Sein), sino el 'no ser todavía' (Noch-Nicht-Sein), sino un concepto exactamente definible; en concreto, una condicionalidad par-
penetrando en la esfera del Novum, de la mediación del actuar, del temer y el cial. El mundo aún no está completamente determinado, sino que está todavía
esperar» 24 . La esperanza es una «expectación creadora» 25 . La esperanza perte- parcialmente abierto, algo así como el tiempo que hará mañana. Hay condicio-
nece «al conocimiento de que en el mundo exterior la vida está aún sin perfi- namientos que nosotros no conocemos aún, o que ni siquiera existen por aho-
lar del todo, al igual que en el Ego que trabaja en ese mundo exterior» M. ra... Vivimos rodeados de la posibilidad, no sólo de la presencia. En la prisión
de la mera presencia ni siquiera podríamos movernos o respirar» 3 \
La esperanza y la patria futura del hombre
Según Bloch, el hombre es un ser incompleto, «algo que está todavía por Fluidez de la realidad
encontrar» ". De ahí que el tema fundamental de la filosofía haya de ser «la No se debe imaginar la realidad como algo estático, simple y sólido. No
patria humana que todavía no ha empezado a existir, no ha sido aún realizada». debemos consentirnos a nosotros mismos el creer en la absoluta inmovilidad
«El ideal de la esencia humana no ha llegado a ser aún en toda su realidad» 2S . de los «hechos». De hecho, la realidad no tiene una dimensión definida. Ni
El hombre se siente íntimamente arrastrado hacia el futuro, hacia una plenitud tan siquiera está delimitada. Los hechos son elementos de un proceso, elemen-
situada en el futuro, y éste es un impulso que debe mantener y orientar con tos que han sido hechos, producidos; y si es verdad que han sido producidos,
valor en el riesgo. Como fuente de inspiración —dice Bloch— el hombre también será posible rehacerlos, podrán set cambiados, son fluidos M.
tiene las grandes obras de arte, que son «una estrella de anticipación y un En la realidad queda mucho espacio para la contingencia. «Las cosas tam-
cántico de aliento en el camino hacia la patria a través de la oscuridad», así bién pueden ser de otra manera. Esto significa que pueden también volverse
como una «visión anticipatoria» del novum ultimum de la utopía 29 . de otra manera: orientarse hacia el mal, que debería evitarse, o hacia el bien,
La fuente de la esperanza que debe fomentarse» 35 . Podemos convertirnos en prisioneros de los «hechos»,
esos trozos de materia muerta ajenos a la historia; también podemos condes-
Para el marxista no hay Dios; el mundo se basta a sí mismo 30 . La materia cender con los «hechos evidentes» (por ejemplo, el poder de un sistema eco-
primordial del universo es movida por un oscuro impulso cósmico inmediato, nómico injusto). Pero ese quietismo ha de ser llamado por su nombre: cobar-
día. O bien podemos oponer resistencia al mal, al mal que nos sobreviene
" HV, 52.
" Man as Possibility «Cross Currents», 18 (1968), 3, 280, citado en adelan- desde fuera, tenaz, que nos cierra el paso, mal que los hombres pueden elimi-
te por MP, cf. pp. 273-283. Traducción de Der Mensch ais Moglichkeit: «Forum. nar, puesto que también fue producido por los hombres. Bloch da por su-
Osterreichische Monat-Blatter für Kulturelle Freiheit», XIII (1965), 140-141, puesto que «el mundo está abierto, que en él se dan posibilidades reales
357-361. objetivas, y no simplemente una determinada indigencia o un mero determi-
" Ibíd.
" E. Bloch, Tübinger Einleitung in die Pkilosophie, Francfort, 1964, nismo mecánico» 36 . Rechaza la filosofía de Hegel justamente porque no da
vol. II, 176. Todas las traducciones inglesas de las obras de Bloch, excepto cabida a un futuro real ni deja abierto un margen a posibles sorpresas 37 .
MP, antes citada, están tomadas de Gerald O'Collins, Man and Bis New Hopes,
Herder and Herder, Nueva York, 1969. " MP, 279.
" E. Bloch, Das Prinzip Hoffnung, Francfort, 1959, vol. I, 285, citado en " MP, 279, 282.
adelante como PH. " MP, 281.
" E. Bloch, Spuren, Francfort, 1959, 32. *' MP, 274-275.
•« PH, 8, 1526, 1406. Cf. también 1515ss. " Ibíd.
" PH, 929ss; 247. " PH, 242; MP, 274, 279.
" PH. 1413. "' MP, 274, 279.
Dos filosofías de la esperanza 387
Sueños y realidad concreta bajo un determinado conjunto de condiciones que bajo otro. El «apetito» se
muestra más activo en el espíritu cuando se dan las condiciones en que es
Las ensoñaciones diurnas son la única cosa —dice Bloch— de que no po-
demos prescindir. Necesitamos soñar si es que pretendemos edificar el mundo mayor la proporción de lo aún no consciente: en la juventud, en las épocas
de mañana. «Los que hoy no son más que castillos en el aire mañana serán de transición y en la productividad. En estas circunstancias, la esperanza esta-
palacios, o ciudades, o incluso la sociedad del futuro» 38. lla de la manera más sorprendente; el futuro, lo «todavía no», entra en el
presente fluido, y a pesar de no estar completamente definido, tiene la sufi-
El problema que plantean los sueños es que la obstinación circundante
ciente consistencia como para conferir a la vida una autenticidad completa-
tiende a reducirlos a nada. Pero éste no tiene por qué ser el destino fatal de
mente nueva. Es entonces cuando hacen su aparición las utopías, los sueños
los sueños. Quizá no haya motivo para que el nombre de la utopía esté tan
desacreditado; quizá no haya tazón para descartar las utopías como puros y los ideales revolucionarios, que provocan el comienzo de un proceso de
ideales irrealizables. Ahora bien: para que produzcan algún fruto, el hombre transformación41.
tiene que acostumbrarse a mirar de una forma nueva y distinta el mundo; Pero nada hay que esté ya completamente predeterminado. Hace falta el
ha de caer en la cuenta de que a su alrededor está ocurriendo algo realmente, hombre. «El hombre es el que toma la decisión con respecto a lo que está aún
y debe advertir qué clase de conflictos se producen en la realidad, «de manera por decidir.» La realidad movediza exterior al hombre necesita de éste para
que esta búsqueda por adelantado de las cosas que aún no han empezado a que la guíe en dirección hacia el bien. El hombre tiene que hacer algo. Y él
existir pueda tener una base firme de apoyo, y pueda consistir en algo concre- necesita coraje para aceptar el desafío de la esperanza y el riesgo ineludible
to, que efectivamente realice una mediación en el mundo»39. que entraña la edificación del futuro. «La natura naturans sale al encuentro
del hombre a mitad de camino y le da una orientación sólidamente fundada
Esto significa que el hombre debe «asir algo no como algo que ya era, no
como lo que ya ha llegado a ser, sino como lo que está llegando a ser, una de manera que se encuentre capacitado para actuar con espíritu creador, de
cosa que todavía no ha salido por completo de sus manos para moverse in- forma concreta y con absoluta seriedad; no con confianza, pues para ello sería
dependientemente, que está aún a la búsqueda de lo que le es propio y que, preciso fundarse en un mundo ya determinado, sino con temor y esperanza,
por encima de todo, tiene necesidad del hombre para hacer realidad el poten- que tienen su base en lo aún no determinado»42.
cial que aún queda pendiente de realización en el proceso mundano». Esperar
significa mirar el mundo como una tarea, como un modelo, como un análisis
del ejemplar que todavía no ha podido ser alcanzado. Para que esta empresa CONCLUSIÓN
pueda tener éxito, el hombre necesita poseer una docta spes, una esperanza
fundada en una ciencia especulativa, metafísica, «que no sólo comprende el Las dos filosofías de la esperanza que hemos analizado tienen entre sí al-
azul del cielo, sino también el ultravioleta», una ciencia capaz de proporcionar gunas semejanzas interesantes, al par que difieren en algunos puntos muy
la convicción de que «esa presencia que usualmente llamamos realidad está fundamentales. Ambas hacen hinctpié en la idea de que el hombre es un ser
rodeada por un océano terriblemente grande de posibilidad objetivamente en peregrinación; Marcel insiste en la condición de cautividad como correlato
real» ">. de la esperanza, mientras que Bloch considera al hombre como un ser que
acecha el momento en que su verdadera patria esté ya edificada, cuando el
Aparición de lo «aún no» ideal de la esencia humana haya sido realizado ya. Ambos critican la actitud
de capitulación ante lo que se considera «hechos» o «experiencia» obstinados,
Según Bloch, el «no ser todavía» se presenta bien como «lo aún no llega- al mismo tiempo que subrayan la fluidez de estos hechos (Bloch) y la forma
do a ser», bien como «lo aún no consciente» (lo preconsciente creador). Lo de experiencia más elevada que abre nuevos horizontes al hombre (Marcel).
aún no consciente es una expresión esperanzadora de lo que todavía no es, Según los dos filósofos, la esperanza desencadena un proceso de creación, o
pero está en trance de llegar a ser; representa lo aún no llegado a ser. más bien registra los recursos que ya están presentes y activos en lo real
Lo aún no consciente puede identificarse algunas veces con lo ya no cons- —Dios según Marcel y una realidad dialéctica para Bloch— y nos muestran
ciente «caído en la bodega de la conciencia, donde se hunde lo que antes fuera el futuro sin permitirnos entrar en los secretos de Dios o de la realidad. Am-
consciente, donde va decayendo o es evocado de nuevo». bos autores son conscientes de los riesgos que entraña la esperanza; Bloch
Bloch afirma que lo aún no consciente puede hacerse visible sin que sea insiste en que al miedo puede hacerse frente con el coraje, mientras que Mar-
preciso ponerlo en circulación a nivel de lo consciente. Lo aún no consciente cel sostiene que la función de la esperanza es superar la tentación de aceptar
se muestra con mayor claridad, hace sentir su presencia con mayor seguridad como inevitable la bancarrota de la vida y la realidad. Ambos destacan el lado
social e intersubjetivo de la esperanza; Marcel afirma que la experiencia de la
" MP, 273.
" MP, 274, 279. " MP, 2 8 1 ; P H , 16, 1404, 1317.
'• MP, 280-281; Verfremdungen, F r a n c f o r t , 1962, vol. I, 219. " MP, 282-283.
388 L. Blain
comunión en el amor es la puerta de la esperanza, mientras que Bloch ve cómo
se edifica el futuro por obra de toda clase de hombres que comparten unos
mismos ideales y avanzan hacia una sociedad sin clases. Marcel contempla la
consumación de la esperanza al otro lado de la muerte en la unidad sobre-
natural de los hombres unidos en un reino de amor bajo el tu absoluto. N o
excluye en modo alguno la necesidad de participar activamente en la edifica-
ción de un mundo mejor, de un futuro terreno. Una esperanza inactiva sería
una pura ilusión. Pero toda su filosofía transparenta la convicción de que la LA TEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA DE LA ESPERANZA
muerte del amado constituye una prueba de presencia y de fidelidad que ter- EN ALEMANIA. BIBLIOGRAFÍA CRITICA
minará en la presencia del tu absoluto. Por otra parte, la perspectiva de Bloch
es inequívocamente naturalista. Vibra con la certeza de que en la realidad I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
—sujeto y objeto— estalla la novedad. Sin embargo, todo consuelo y satis-
facción posibles para el individuo residen en la proyectada realización de la A principios de siglo, Ch. Péguy introducía así su libro La puerta del mis-
esencia del hombre: la sociedad sin clases. terio de la esperanza: «La fe que yo prefiero, dice Dios, es la esperanza.» La
teología se encuentra ya en disposición de entender el alcance de esta frase
._ , L. BLAIN profética. Desde 1960 aproximadamente, la esperanza ha comenzado a ser uno
[Traductor: J. VALIENTE.] de los temas centrales de la teología, un tema que se puede decir está de moda
y que suscita por doquier enorme cantidad de publicaciones.
El primer impulso no partió primariamente de consideraciones teológicas,
sino de u n cambio fundamental operado en el horizonte mental y experimental
en que se capta la realidad. A lo más tarde, desde la tesis 11 de Marx sobre
Feuerbach: «Los filósofos han interpretado la realidad de diversos modos;
ahora se trata de transformarla», es claro que el mundo, incluyendo el contor-
no social, no puede entenderse ya como un ámbito de la vida humana dado
previamente, sino como material para construir u n futuro mejor, como una
tarea de transformación, no de contemplación. Al mismo tiempo, mediante el
progreso científico-técnico y la industrialización, han crecido las posibilidades
de realizar esa tarea. La nueva apertura al futuro y la búsqueda de una orien-
tación se expresa en numerosas obras de conjunto, con artículos de diversas
especialidades y distintas aportaciones críticas sobre los temas progreso, futuro
y esperanza'. Lo mismo la teología tradicional (católica) de la esperanza, según
la cual se trata de esperar que este mundo y su historia llegan a su absoluta
plenitud en Dios 2 , que la teología dialéctica (evangélica), con su comprensión
de la fe escatológica como desmundanización, no habían crecido al ritmo de
la conciencia moderna; hubieron de considerarse evadidas del nuevo plantea-
miento. Aquí no vamos a hacer un análisis de esta evolución; nos limitaremos
al intento de esbozar el estado actual de la cuestión en torno a la teología
de la esperanza 3 .
1
E. Burck, ed., Die Idee des Fortschritls, Munich, 1963; H. Kuhn y
F. Wiedemann, Die Philosopliie und die Fraga nach dem, Forlaehritt, Munich,
1964; Die Hoffnungcn unscrer Zeit, 10 Beitrage, Munich, 1964; U. Schon-
dorfer, ed., Der Fortschrittsglaube. Sinn und Cefaliren, (Jraz, 1965; Siikulari-
sation und Utopie. Ebrachcr Stiidicn (Festschrift E. Forsthoff), Stuttgart,
1967; Das Umstrittene Experiment: der Mensch (27 científicos discuten los
elementos de una revolución biológica), Munich, 1906 (Man and his future.
A Ciba Foundation Volume, editado por (J. Walstenholmo, Londres, 1963).
' Los numerosos tratados de escatología hasta el de M. Schmaus: Katholi-
sche Dogmatik, IV, 2, Munich, "1959, omiten el tema de la esperanza.
* Existen al respecto dos nuevos resúmenes de teólogos católicos (con nu-
merosas indicaciones literarias): G. Greshake, Auferstehung der Toten, Ein
La teología de la esperanza en Alemania 391
Desde el yahvista a la apocalíptica va ampliándose el marco de la historia, en nuevo futuro comprometer a los hombres y al mundo en esa resurrección
vez de acontecimientos aislados, van comprendiéndose como revelación divina suya La «diferencia escatológica» entre la resurrección de Jesús y la resurrec
términos históricos cada vez mayores, cuya influencia alcanza no sólo a Israel, ción de los muertos deja abierto el espacio de la verdadera historia, el espacio
sino a todos los pueblos, hasta que por fin es el cosmos entero, en el conjunto de la negación y la responsabilidad, el de la misión y el de la nueva configu-
de su historia, el que aparece como revelación de Dios Este mensaje de futuro ración del mundo según el futuro prometido que acaba de irrumpir Con ello
despierta la esperanza, que, al igual que la paciencia, no significa pasividad, la escatología sale de su aislamiento al final de la dogmática y se capta la di
sino capacidad de perseverar, confianza activa en Dios, que no desmaya ni en mension escatológica de toda la existencia cristiana La teología cristiana es,
el apuro más extraordinario ni en el fracaso de un momento histórico Sería pues, en todas sus disciplinas «noticia de la resurrección y del futuro de Cris-
éste el principio fundamental para entender la cruz y la resurrección de Jesús to» n La discusión actual se refiere sobre todo a tres puntos - el carácter de
Las cuestiones sobre la apocalíptica están aún sobre el tapete El creciente acontecimiento de la resurrección de Jesús, el modo de la experiencia pascual
número de publicaciones da a entender la significación de este tema dentro de los discípulos y la significación del mensaje pascual para el futuro del
de la cuestión, recientemente suscitada, de las relaciones entre la esperanza, mundo
la historia y el mundo La recepción del mensaje pascual tiene lugar en el momento en que el
hombre penetra en la tendencia histórica inaugurada por la resurrección de
Cristo, por medio de la fe, que se extiende, con carácter de esperanza, al
III LA TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA EN EL NUEVO TESTAMENTO cumplimiento de las promesas, y se desarrolla, con carácter de tendencia, a la
transformación de este mundo mediante la praxis cristiana La esperanza
La exégesis neotestamentana se ha ocupado durante largo tiempo del pro no es un acto sobreañadido a la fe, sino un momento interno de la fe misma 13
blema de la proximidad y el retraso de la parusía, así como de la discusión
sobre escatologia presente y futura El conocimiento de la hermenéutica vete
rotestamentana, las investigaciones sobre la mentalidad semítica, así como la IV ALGUNAS CONSIDERACIONES SISTEMÁTICAS
cuestión teologico-sistematica de la esperanza y el futuro en el horizonte actual
del pensamiento, han puesto recientemente en movimiento la exegesis neo Además de los conocimientos exegéticos, y a una con ellos, ha sido impor-
testamentarla Aquí nos vamos a detener exclusivamente sobre la teología de tante para la teología la discusión sobre la obra de Teilhard de Chardin 14 y
la esperanza derivada de la teología de la resurrección de Jesús I0 de Ernst Bloch 15 Los diálogos con pensadores marxistas, patrocinados por la
La resurrección de Jesús desempeño en la teología católica un papel secun- Paulusgesellschaft, profundizaron el punto de vista teológico sobre la signifi-
dario constituía la prueba apologética de la divinidad de Cristo Esta función cación del futuro en el mensaje cristiano y su runción de iniciativa histórica "
del mensaje pascual ha cedido a una discusión hermenéutica diferenciada, que,
" J Moltmann Theologie der Hoffnung, 177
a la vez, ha puesto de manifiesto la significación de la resurrección de Jesús " O Kuss Der Romerbrief, Ratisbona 1957, 195198 H Schher, über
para el conjunto de la teología El mensaje pascual se entiende como profecía die Hoffnung, en su Besmnung auf das NT, Friburgo '1967, 135 145, N Brox
en su más alta expresión posible, la de los últimos tiempos, como promesa Die Hoffnung der Chnsten, Viena, s f , E Kasemann, Pauhnische Perspek
tiven Tubmga, 1969, W Thusmg, Der Gott der Hoffnung (Rom 15,13), en la
real de un futuro que ya comienza en la vida nueva del creyente y que se ha obra editada por W Hemen y J Schremer Erwartung Verheissung Erfullung,
realizado de antemano " Con esta prolepsis del futuro prometido queda abier 63 85
to el esquema apocalíptico de la resurrección de los muertos Ahora bien no ' Sobre el significado de Teilhard de Chardm para la teología, véase
todo le ha ocurrido aún a Cristo El tiene ante sí, en cuanto resucitado, un G Crespy, Das theologische Denken Teilhard de Chardms, Stuttgart, 1963
** Para la significación teológica de E Bloch S Unseld, ed , Ernst Bloch
zu ehren Beitrage zu semem Werk, Francfort 1965, sobre todo los trabajos
10
F Mussner, Die Auferstehung Jesu, Munich, 1969 con abundante biblio de Metz, Moltmann y Pannenberg, E Kimmerle, Die Zukunftsbedeutung der
grafía P Hoffmann, Die Toten in Christus (Neutest Abh, Neue Folge, Hoffnung Ausemandersetzung mit dem Hauptwerk Ernst Blochs, Bonn
vol 2), Munster, 1966, K Lehmann, Auferweckt am dritten Tage nach der 1966 W D Marsch, Hoffen worauf Eme Ausemandersetzung mit Ernst
Sthrift (Quaest disp , vol 38), Friburgo 1968, J Moltmann, Theologie der Bloch, Hamburgo 1963, G Sauter, Zukunft und Verheissung, 277 348
Hoffnung, 125 209, y su Perspektiven der Theologie, Gesammelte Aufsatze, '" K Rahner R Garaudy y J B Metz Der Dialog oder Andert sich das
Munich Maguncia, 1968 W Pannenberg Grundzuge der Christologie, Guters Verhaltnis zwischen Kathohzismus und Marxismus Hamburgo 1966, Schop
loh, 1964 asi como su Offenbarung ais Geschichte (ed ), Greshake 239 304, fertum und Freiheit (Dokumente der Paulusgesellschaft, 19), Munich, 1968,
Kerstiens 123128 K Rahner, über die theologische Problematik der uNeuen Erde-n, en Schriften
" K Kertelge, «Rechtfertigung» bei Paulus (Neutest Abh , Neue Folge, zur Theologie, VIII, Emsiedeln 1967, 580 592 e Immanente und transzendente
vol 3) Munster 1967 P Stuhlmacher, Gerechtigkeit Gottes bel Paulus Vollendung der Welt, vol cit, 593-612, ademas de Marxistische Vtopie und
(Beitr zur ev Theol vol 49), Munich 1968, W Dantme, Rechtfertígung christhche Zukunft des Menschen, en Schriften zur Theologie, VI Emsiedeln
und Gottesqerechtigkeit «Verkundigung und Forschung», Beih zur «Ev 1965, 77 90, G Sauter El problema del futuro en el dialogo con los marxistas
Theol » t 2 (1966), 68 100 «Concilium», 41 (1969), 124 134
26
394 F. Kerstiens La teología de la esperanza en Alemania 395
Para la nueva teología de la esperanza es característico el diálogo con la socio- correctivo para todas las interpretaciones trascendentales, existenciales y per-
logía crítica, con la hermenéutica filosófica y con la futurología científica y sonalistas del mensaje de Jesús, que huyen de la discrepancia entre religión
técnica. La teología ha vuelto a entrar en relación con las corrientes espiritua- y sociedad, privatizando el mensaje y la fe (ya desde la Ilustración), en vez de
les y políticas de la actualidad ". Las líneas de esta nueva teología se cruzan superar críticamente esa discrepancia. Y, además, se comprende dicha teología
de muchas maneras entre sí y con los proyectos extrateológicos. La termino- política como el intento de comunicar el mensaje escatológico-universal con
logía es tan movida que surgen malos entendidos y falsas controversias. Por arreglo a los condicionamientos de la sociedad actual, de su estructura y pu-
eso no es posible presentar aquí más que algunos campos de discusión. blicidad, de sus aporías y posibilidades. Esta comunicación no puede reducirse
a) La Teología de la esperanza, de J. Moltmann, ha provocado una am- al plano puramente teórico, sino que debe manifestarse y responsabilizarse en
plia discusión 18 . La ruidosa aprobación y la negación crítica de este reciente una nueva praxis. El mensaje escatológico es, en sí mismo, crítica abierta del
planteamiento demuestran que Moltmann ha puesto el dedo en una «llaga» presente, descubrimiento de sus necesidades de cambio e iniciativa para su
teológica, que ha tocado un vacío existente en la teología, en la conciencia humanización. Ahora bien: esa comunicación del mensaje escatológico-crítico
creyente y en la responsabilidad profana. El intento de esta teología es poner no podrá lograrse mientras la Iglesia no penetre, con su crítica ideológica, su
de relieve que la esperanza, encendida en la resurrección de Jesús, tiene una propia praxis, conocedora de la diferencia entre el mensaje y su propia reali-
concreta referencia a la praxis, y que aquel hecho exige un constante éxodo zación, y tienda a superarla 2 ". Los problemas que aquí se discuten son si con
de la comunidad de todo lo establecido. Como punto de partida, esta teología todo ello no se está reduciendo el mensaje de Jesús a una iniciativa política,
se reduce a entender el mensaje de la resurrección como relato histórico (in- en el sentido de una teología politizada, y si la Iglesia es capaz y está llamada
sostenible), o bien como simple llamada a la decisión, y la reconoce como un a comportarse como una instancia crítica de la sociedad.
mensaje prometedor que abre la historia y que compromete a actuar en orden c) La Teología de la revolución, de R. Shaull 21 , no tiene las mismas raí-
a su transformación. La Iglesia se libera así de la función sustitutiva que la ces que la teología política. Es, sobre todo, fruto del enfrentamiento con la
actual sociedad le ha impuesto para los fenómenos de decadencia social, y viene situación social de la Iglesia y de su responsabilidad social en orden a un
a ser la vanguardia de un mundo más humano, el aguijón en la carne del pre- mundo más humano. Su horizonte experimental es, más que nada, la situación
sente. La libertad que Cristo nos regaló y que él mismo experimentó, el men- en Latinoamérica, que, en opinión de muchos, sólo tiene salida mediante una
saje del reino de Dios significan no solamente libertad y bienaventuranza, sino revolución. La acción de Dios tiende a la transformación del mundo. La venida
al mismo tiempo también schalom para el hombre entero, en sus relaciones de Cristo y la obra de su Espíritu introducen en la historia fuerzas perturba-
sociales, paz en la tierra y liberación de la vanidad. Dios no es el «completa- doras. Dios mismo entra en la lucha por un mundo más humano. El cristiano
mente distinto», sino «el que todo lo va cambiando». Ello es debido a que el tiene experiencia de ese Dios cuando entra él mismo en ese movimiento,
futuro condiciona ya el pasado en Cristo, impulsando así el presente. La discu- cuando impulsa el proceso revolucionario. El vocabulario político revolucio-
sión sobre la teología de la esperanza se refiere sobre todo a tres puntos: de- nario se convierte en interpretación secular del mensaje del advenimiento del
terminar si Moltmann ha futurizado en demasía la salvación, cegándose a la reino de Dios. La dificultad de interpretar esta teología de la revolución es-
nueva vida que ya se nos regala en la justificación; cómo se pueden deducir triba, ante todo, en la falta de claridad del concepto de revolución, que cada
de las promesas imperativos concretos de acción, y cómo se relaciona el fu- autor aplica como mejor le parece. Otra dificultad está en la mezcolanza (ne-
turo intramundano con el mundo prometido. cesaria) de la teología con conocimientos sociológicos, psicológicos y económi-
b) La Teología política, de J. B. M e t z " , intenta dos cosas: servir de co-políticos. Todavía no se ha acabado de discutir sobre el problema de la
violencia dentro de la revolución.
17
G. Sauter, Zukunft und Verheissung; J. Pieper, Hoffnung und Geschich- d) Empieza a dibujarse una nueva teología espiritual de la esperanza. La
te, Munich, 1967; W. D. Marsch, Zukunft, Stuttgart, 1969; W. Heinen y
J. Schreiner, Erwartung-Verheissung-Erfüllung; B. Schillebeeckx, Gott und teología de la esperanza, desde sus comienzos, no se quedó en puro problema
die Zukunft des Menschen, Maguncia, 1969 (Büthoven, 1969); Greshake: de teólogos especializados, sino que constituye un problema de vida cristia-
321-411; Kerstiens: 189-229.
" Cf. junto a las obras de Moltmann ya mencionadas, W. D. Marsch, ed., editor, Diskussion zur «Politischen Theologie», Maguncia-Munich, con abun-
Diskussion über die «Theologie der Hoffnung», Munich, 1967, con abundantes dante bibliografía.
indicaciones bibliográficas; W. Kreck, 2Die Zukunft des Gekommenen, Grund- *" J. B. Metz, Reform und Gegenreformation heute, Maguncia-Munich,
probleme der Eschatologie, Munich, 1966. Anteriormente a Moltmann ya 1969.1
había planteado problemas críticos de la teología actual y llamado la atención - E. Feil y R. Weth, eds., Diskussion zur «Theologie der Revolution»,
sobre una nueva teología de la esperanza P. Schütz; sobre esta teología han Maguncia-Munich, 1969, con documentación y rica bibliografía; Tr. Rend-
vuelto más tarde Moltmann y otros, aunque sin referirse a Schütz. torff y H. E. Todt, Theologie dera Revolution. Analysen und Materialien, edi-
Cf. P. Schütz, Freiheit-Hoffnung-Prophetie. Von der Gegenwartigkelt des ción Suhrkamp, 258, Francfort, 1966; H. Cox, Stadt ohne Gott?, Stuttgart,
Zukünftigen, en Ges. Werke, vol. III, Hamburgo, 1963; Kerstiens: 120-157. 1966 (The secular city, Nueva York, '1966), y también su Der Christ ais Rebell
19
J. B. Metz, Zur Theologie der Welt, Maguncia-Munich, 1968, 99-146, y oder Streitreden wider die Tragheit, Kassel, "1968 (God's Revolution and
su Politische Theologie, en Sacramentum Mundi, III, 1232-1240; H. Peukert, Marís Responsibility, Valley Forge).
396 F. Kerstiens
Cuando en este boletín se hable de la Black Theology como signo de espe- den ser vistas como motivaciones que excluyen la motivación teológica, sino
ranza debe entenderse esperanza como esperanza a largo plazo. No se entienda más bien como motivaciones que constituyen un desafío a la teología para que
esperanza como un optimismo superficial que canta victoria con la aparición no pierda de vista este fenómeno ni lo dé de lado en su camino.
de la primera golondrina en la primavera de la teología. Nosotros queremos
entender esperanza aquí, expresamente, como esperanza a largo plazo, que
entra en la perspectiva que ella misma crea. Esperanza a largo plazo con ries- I. EL FENÓMENO DE LA «BLACK THEOLOGY» EN PERSPECTIVA
gos responsables de pérdida de vista. La justificación de semejante esperanza «ADVENT0RISTA»
(pues también hay que dar razón de esta esperanza que vive en nosotros, 1 Pe
3,15) está situada precisamente en la perspectiva que se abre'. Por tanto, Empleamos aquí esta extraña palabra —«adventorista»— para indicar que
dependerá mucho de si nosotros, en esta contribución que hacemos, podemos no pretendemos una perspectiva futurista, ni siquiera futurológica, sino una
mostrar esta perspectiva en el complejo total que viene expresado con las pa- perspectiva que se obtiene mirando con los ojos de la fe al adventus Domini
labras Black Theology. Para esto parece muy provechoso ver, en primer lugar, como un acontecimiento histórico todavía no realizado plenamente. La distin-
el fenómeno de la Black Theology 2 más de cerca en su contexto social. Pues ción empleada aquí entre adventus y futurum, entre alguien que viene hacia
precisamente entonces puede aparecer si este fenómeno actúa ampliando pers- nosotros y el futuro, parece sutil. Sin embargo, señala, por lo menos, una
pectiva cuando se lo ve conjuntamente con el modelo de esperanza de la espe- diferencia de nivel. Aquello que el hombre histórico tiene ante sí como toda-
ranza cristiana: el advenimiento (adventus) de su reino. No se trata, por con- vía futuro es siempre inseguro y por lo mismo amenazador. El hombre puede,
siguiente, de señalar la esperanza que vive en personas aisladas como Luther mediante el progreso de las ciencias, reducir este margen de amenaza introdu-
King, Abernathy o Jackson, sino de la explicación de un fenómeno colectivo ciendo en el futuro, ahora ya, logos, perspicacia. La convicción cristiana expe-
en el mundo de color como motivación de la esperanza en el futuro del cris- rimenta, sin embargo, ese futuro incluso como un Dios personal que viene a
tianismo. nosotros. Esta venida del Dios personal a nosotros se ha hecho una realidad
Todavía no se ha dicho de antemano que el fenómeno de la Black Theo- histórica en Jesús de Nazaret, realidad que no está consumada todavía: Dios
logy viene declarado, a la vez, por factores políticos, económicos, jurídicos, es todavía el que viene. El no es solamente aquel que se ha revelado ya. Es,
psicológicos y racistas. La motivación de la Black Theology, partiendo desde al mismo timpo, aquel que sigue revelándose todavía, que jamás cae en el
las ciencias, apenas podrá ser explicada en este boletín 3 . Estas ciencias no pue- silencio absoluto. En virtud de esta convicción, el futuro no sólo da que pen-
sar, sino también que esperar en sentido cristiano: el futuro no es puramente
1
Para la distinción que hace Ricoeur entre le perspectif y le prospectif, impersonal, como un anónimo «frente» al hombre. El futuro tiene también el
véase su Previsión économique et choix etique, en Histoire et vérité, París, «rostro» de uno personal, bien dispuesto para con los hombres, que viene ha-
=1967, 301-316. cia nosotros y a quien se debe esperar: adventus Domini.
' Para una rápida información, cf. Charles Gafer, White reflections on
Black Power, Granó Rapios, 1970, y Sterling Tucker, Black reflections on En otro artículo de este número, en relación con los negro-spirítuals, se
White Power, Granó Rapios, 1970. Para un análisis profundo del trasfondo
y de la ideología: Nathan Wright, Jr., Black Power and Urban Vnrest, Nue- caracteriza al cristianismo de los negros como la vivencia de un evangelio re-
va York, 1967; Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, Black Power: The cortado. Esta reducción guarda relación con la situación social de los negros
politics of Liberation in America, Nvieva York, 1967; Vincent Harding, The en los Estados Unidos (existencia de esclavos) y con su limitada toma de con-
religión of Black Power, en D. Cutler, ed., The Religious Situation 1968, ciencia. El cristianismo solamente llevó luz, provisionalmente, a su situación
Boston, 1968. La Black Theology cuenta apenas dos años; teólogos que apa-
recen en primer plano son, entre otros, Archie Hargraves, del Theological real: su expulsión de la vida de los blancos y el comprender su situación asocial
Seminary de Chicago, y Thomas Ogletree, de la Lutheran School of Theology, como una cruz, un sufrimiento como identificación con el siervo doliente de
junto a Charles Wesley y Eric Lincoln, del Union Theological Seminary de Isaías, el pueblo de Israel siempre errante y peregrino, con el Cristo doliente
Nueva York, que también reaccionó inmediatamente al llamado manifiesto o un síntoma elocuente de su sentimiento de inferioridad con Simón de Cirene.
negro. Con mucha menos resonancia se ha tratado este problema en África:
V. Mulago, Le probléme d'une Théologie Africaine revu á la lumiére de Va- Se puede tratar de ver por qué el cristianismo de los negros ha hecho una
tican II: «Revue du Clergé Africain», 24, nn. 3-4 (mayo-julio 1969), 277-314, selección de la Escritura. Entonces se topará con los abusos sociales y precisá-
y con reservas muy grandes, en favor de una teología universal, A. Vanneste, i s . A. S. P., Nueva York, 1967 (W. A. S. P. es una abreviación de White Anglo-
Théologie universelle et théologie africaine: ibíd., 324-336; Horst Bürkle,
Théologie und Kirche in Afrika, Stuttgart, 1968. Muy instructiva, en este Saxon Protestant); E. Digby Baltzell, The Protestant Establishment. Aristocra-
contexto, es la génesis de una pequeña iglesia cristiana independiente en cy and Caste in America, Nueva York, 1964. Es típico que la mayor parte
Yorubaland: H. W. Turner, African Independent Church, Londres, 1967, con de los libros publicados sobre problemas negros sean de autores blancos. Del
extensa bibliografía. Véase también Die zweite Allafrikanische Kirchenkon- total de libros publicados en 1969 (22.000 nuevos títulos), solamente 35 eran
ferenz: «Herder Korrespondenz» (octubre 1969), 455-457.
8
Cf., entre otros, Otto Klineberg, Characteristics of the American negro, títulos de autores negros. La promoción de un programa propio de estudios
Nueva York, 1944; Gunnar Myrdal, An American Dilemma. The Negro universitarios para los negros hizo aumentar en pequeña medida el reducido
Problem and Democracy, vol. I, Nueva York, 1944; Julius Horwitz, The número de librerías negras.
400 J. Peters La «Black Theology» y la esperanza 401
mente con las diferencias raciales. Fuera de los Estados Unidos —por ejem- ciencia revolucionaria de los cristianos negros en los Estados Unidos. Con esto
plo, en los países americanos que estuvieron bajo el colonialismo español—, hemos señalado las tres grandes tendencias en las que se mueve por el momento
la separación entre blancos y negros no fue nunca tan profunda como en los la Black Theology. Estas tres tendencias empalman con las tres corrientes que
Estados Unidos 4 . La mayoría de los cristianos negros de los Estados Unidos se presentan actualmente en la América negra: el movimiento de integración,
pertenecen a la Black Church. Estas iglesias negras son las instituciones más simbolizado de la forma más clara y mejor por Martin Luther King; un movi-
antiguas de los negros en los Estados Unidos. De los dieciséis millones de miento que va hacia un estado dentro del Estado, una iglesia dentro de la
cristianos negros, catorce pertenecen a denominaciones cristianas que han sido Iglesia, de un nacionalismo negro, de una propia cultura y formación univer-
fundadas por los negros mismos, y solamente dos millones a denominaciones sitaria negras que tiene estima sobre todo entre los jóvenes; un movimiento
cristianas con una mayoría blanca. En este contexto no es de extrañar que sola- de orientación marxista como el de los -panteras negras, de los black militants
mente 800.000 negros pertenezcan a la Iglesia católica (1,7 por 100 del nú- y del Black Power. Esta última tendencia es ciertamente la más radical y plan-
mero total de católicos de los Estados Unidos). Por la estructura central de la tea a la Black Theology tantos problemas como los movimientos revoluciona-
Iglesia católica es incluso imposible llegar a una Iglesia católica propia para los rios de toda teología. Para la idea de la mayor parte de estos black militants
negros 5 . En la estimación social de la burguesía blanca, el cristianismo de los cambió la marea cuando, en junio de 1966, sobre un camino polvoriento,
negros es una especie de cristianismo de segunda clase. En este aspecto, una Stokely Carmichael dejó oír el grito «Black Power». Aquel grito llegó a los
primera misión de la Black Theology es eliminar esta separación entre cristia- oídos de toda la nación y alcanzó el corazón del hombre negro alegrándolo con
nos blancos y negros. Sería fariseísmo el hacer como si la teología blanca no una nueva esperanza 6 . El manifiesto negro de James Forman (4 de mayo
tuviera que aprender nada de este proceso. Una de las primeras adquisiciones de 1969) parece ser todavía solamente un comienzo. Un grupo de trabajo in-
de la Black Theology es la expansión de la conciencia cristiana. Esto lleva fluyente, formado por líderes eclesiásticos negros, aceptó el manifiesto como
consigo, sin embargo, también para la teología blanca, una pregunta acerca de «justo, humano y teológicamente correcto». «Si los cristianos blancos sufren
su identidad. De ambos lados se deberá llegar a una renovación de la identi- un choque, esto es una intervención salutífera de Cristo mismo.» La última
dad cristiana. El pensamiento negro de la Black Theology hace consciente al parte de esta afirmación viene ya un poco demasiado rápida para un teólogo.
teólogo blanco en qué medida su pensamiento teológico «universal» es un Con todo él no se podrá ocultar que el manifiesto ha tenido un efecto de
mito: era un pensamiento «blanco» de la revelación cristiana. De este modo, shock, de estremecimiento, y entre muchos negros ha despertado la idea de
la Black Theology significa una renovación para el negro y el blanco. Puede que la Iglesia de nuevo, «como componente ideológico del establishment»,
llevar a una nueva forma de pluriformidad en la teología. Puede conducir a una ha ido a parar al lado opuesto de la revolución (actualmente negra). La cues-
integración de las teologías blanca y negra y puede llevar a una toma de con- tión es cómo entenderán luego las iglesias negras el pasado y cómo les ayudará
a ello la Black Theology. El texto mismo del manifiesto negro no deja lugar
4
Arnold J. Toynbee, The Protestant Background of Our Modern Western a dudas en este p u n t o ' : «El nuevo hombre negro quiere vivir, y vivir quiere
Race Feeling, en A Study of Hlstory, Londres, 1934, 211-227. Frank Tannen- decir que no nos debemos resignar con la situación actual de las cosas y no
taaum, Slave and Citizen - The Negro in the Americas, Nueva York, 1947, ha
mostrado que, según la opinión angloamericana, el esclavo era una cosa y no debemos creer solamente en una autodefensa. Debemos salir de ella y atacar
podía tener ninguna pretensión a exigir los derechos fundamentales del hom- los centros de poder del mundo blanco y del Occidente. Las iglesias cristianas
bre, como matrimonio y competencia para ejercer el comercio. La legislación blancas son una especie de segundo gobierno en este país para explotar a los
hispano-portuguesa declaraba al esclavo un prisionero de guerra que conti-
nuaba siendo sujeto de derechos. Su amo estaba obligado a educarlo en el hombres de Latinoamérica, Asia y África, pero esto no durará más... Pero a
cristianismo; su matrimonio era un sacramento y su familia sacrosanta. Era fin de lograr que nuestros deseos sean concedidos por la Iglesia, que es una
capaz de ejercer el comercio y podía tener posesiones. Si devolvía a su amo con el gobierno de los Estados Unidos, no debemos olvidar que alcanzaremos
el precio original de compra, entonces debía ser puesto en libertad. Eric von la victoria definitivamente mediante la violencia y la fuerza. No amenazamos
Kuehnelt-Leddihn, Zur Rassenfrage in den Vereinigten Staaten: «Hochland»,
62, 1 (enero-febrero 1970), 56-57; Francis John Quinlivan, New American a las iglesias. Solamente decimos que sabemos que las iglesias han llegado
Dream for Blacks: «America» (9 mayo 1970), 498-499. con la fuerza armada de los colonizadores y que encontraron apoyo en esa
' La valoración social de las diferentes denominaciones cristianas en los
Estados Unidos es también, entre los mismos blancos, muy pronunciada: los ' Walter R. Banks, Two imposible Revolutions? Black Power and Church
episcopalianos (anglicanos) son tenidos por muy distinguidos, así como los Power: «Journal for the Scientific Study of Religión», VIII, 2 (otoño 1969),
«reformados» holandeses; los presbiterianos representan el mismo rango, 263-268; Gary Maceoin, The Church and the Black Man: «National Catholic
más o menos. Los metodistas y los de la Ciencia Cristiana son ya de un rango Repórter», 15 (1970), anexo; Rosemary Ruether, Education in Tándem: White
inferior. Los luteranos están entre estos dos grupos. Los católicos tienen Liberal, Black Militant: «America» (30 mayo 1970), 582-584; A. E., Potere
cierto rango solamente en Maryland, Louisiana, Nuevo Méjico y California; Negro: «II Gallo», 7-8 (julio-agosto 1969), 139.
en los restantes estados se considera al católico, con frecuencia, como a real ' La traducción del manifiesto negro se encuentra en «IDOC Internaziona-
gentleman. Esta discriminación es mantenida también, conscientemente, por le», 11 (1969), 32-43: Manifesté chrétien; «IDOC Internazionale», 3 (1970),
los llamados Social Registers, que solamente registran hombres de buena po- 9-12: Dichiarazione sul Black Power; «De Bazuin» (31 agosto 1969): Het
sición social. Zwarte Manifest: ibíd., 21 (1970), 8: Kerkelijke reacties op zwarte Manifest.
402 J. Peters La «Black Theology» y la esperanza 403
fuerza armada de los colonizadores. Por tanto, si las iglesias fueron afirmadas las finalidades de la Black Theology es precisamente hacer posible este diá-
en los países coloniales con la ayuda del poder armado, sabemos, en lo pro- logo. Lo cual sólo será posible cuando la Black Theology posea una identidad
fundo de nuestro corazón, que debemos estar dispuestos a hacer uso de la clara y cuando su compañera de diálogo, llamémosla por gusto White Theology,
violencia... Nuestro principal objetivo no es un ataque a las convicciones no se identifique con esa Black Theology. Con razón dice el profesor John C.
religiosas de los hombres negros, aunque sabemos que no éramos cristianos Bennett, del Union Seminary: «Es imposible que nos dejemos paralizar por
cuando fuimos traídos a este país, sino que se hizo uso del cristianismo para lo que nuestros antepasados los negros han hecho. Es suficiente profesar nues-
ayudarnos a promovernos y educarnos. La finalidad que perseguimos con la tra solidaridad con el pecado común de nuestra sociedad actual, que está domi-
proclamación de este manifiesto es obligar a la Iglesia cristiana blanca y racista nada por blancos. La sociedad ha fallado en el cambio de sus actitudes racistas
a comenzar las reparaciones que pertenecen a todos los negros, no sólo de par- fundamentales y de sus actuaciones prácticas de gobierno. Se ha quedado corta
te de la Iglesia, sino también de parte de las empresas particulares y del Go-
en la liberación de nuestros ciudadanos negros de la pobreza y humillación
bierno de los Estados Unidos. El dirigirnos a la Iglesia cristiana lo considera-
causada a ellos por la sociedad aun después de que las leyes habían sido me-
mos como una empresa a la cual se pueden asociar todos los negros.»
joradas... Sin acontecimientos que produzcan conmoción no abrimos los ojos
Expresamente piden un control total en favor de todos los negros del para ver, continuamos indiferentes, aplazamos, hacemos poco donde se espera
mundo. Mediante el «control total» pretenden que los negros, que son los mucho»8.
que más han sufrido bajo la explotación y la discriminación racial, deben lle- En todo esto es grave la pregunta de hasta qué punto la toma de conciencia
gar a defender sus intereses negros tomando en sus manos la dirección de los teológica de los negros americanos se puede llamar ejemplar para otros cris-
Estados Unidos. No es bastante, sin embargo, que un hombre negro pronosti- tianos negros en África (por ejemplo, donde se levantan también voces en
que o apunte esto. El debe ponerse como objetivo el crear una nueva sociedad: favor de una théologie noire). El NCBC (National Committee of Black Theo-
«Nuestro corazón se dirige hacia los vietnamitas, pues sabemos lo que es sufrir logy) comenzó, en 1966, a tomar contacto con la AACC (All África Conference
bajo el imperio de la América racista. Nuestro corazón, nuestra alma y toda of Cburches). Es una nueva clase de ecumenismo que tropieza con una masa
la compasión que hay en nosotros se dirigen hacia nuestros hermanos de Áfri- imprevista de dificultades. La Iglesia negra de América descubre que la Iglesia
ca, Santo Domingo, Latinoamérica y Asia, que son siervos del poder de los negra de África tiene que luchar con problemas totalmente diferentes a los
Estados Unidos... Nosotros, los hombres negros, debemos interesarnos en la que a ella le ocupan. En primera instancia parece incluso que ambas no tienen
suerte de todos los negros del mundo.» Corazón, alma y toda la compasión ningún problema común, aparte su posición hacia los cristianos blancos. Es
serán insuficientes si la reflexión teológica no se une a esto. significativo que, cuando el NCBC pidió ayuda financiera a la rica United
Precisamente, en relación con este manifiesto, la Black Theology señalará Methodist Church (hay tres grandes denominaciones metodistas en los Estados
dos ilusiones: Unidos, que cuentan millón y medio de miembros negros), ésta se la negó,
1) tampoco el hombre negro puede retroceder: es ilusorio buscar un ca- pero al mismo tiempo se dedicó una suma extraordinariamente grande a la
mino de regreso hacia una cultura africana y más ilusorio todavía esperar que All África Conference of Churches. La AACC africana trata todavía con mu-
todos los negros del mundo reconozcan sus problemas en la Black Revolution cho respecto a las iglesias blancas de América y quiere, en contraposición con
de los Estados Unidos; el NCBC, continuar su buena amistad con ellas. Mejor dicho: su toma de con-
2) el encontrar la propia identidad no puede ser el objetivo definitivo ciencia teológica no debe ser manipulada por la llamada teología universal,
para el negro; deberá haber una fase intermedia para superar tanto el pensa- sino que debe crecer conjuntamente hasta una reflexión propia acerca de un
miento «negro» como el «blanco» en una pluriformidad humana y cristiana; modo propio de ser cristiano'.
una experiencia común de la libertad cristiana. Las iglesias negras no sólo son Hay también, naturalmente, más matices que hacer en lo que, dentro de
las instituciones negras más antiguas de los negros en los Estados Unidos, sino la Black Revolution, se presenta como Black Theology. Lo expuesto ofrece,
que también son actualmente las más influyentes, de manera que es evidente no obstante, suficientes elementos para plantearnos de nuevo la pregunta de
que la Black Theology cuenta como una tarea propia el hacer a las Iglesias si esta Black Theology es un signo de esperanza.
móviles de dentro afuera: algunos, como el sucesor de Luther King, el prag-
mático y todavía poco orientado teológicamente Jesse Jackson, quieren esta " P. F. Th. Aalders, Het geestelijk leiderschap van Union Seminary New
movilidad para lo que ellos llaman «the black future»; otros, como el 'National York: «Wending» (septiembre 1969), 373-381; J. W. Schulte Nordholt, Ethiek
Committee of Black Churchmen (NCBC), no quieren saber nada de un futuro en praktijk van de geweldloosheid van Dr. Martin Luther King, en Ethiek
separado de los blancos, sino un futuro común para blancos y negros. La aser- ais Waagstuk, Nijkerk, 1969, 75-87.
' Gayroud S. Wilmore, Jr., África and Afro-Americans: «The Ghristian
ción pragmática de Jackson «separados pero independientes» debe llevar más Century» (3 junio 1970), 686; A. Sanon, Communication sur les responsabili-
adelante todavía a la interrupción de comunicación entre cristianos blancos y tés de la théologie afrieaine: «Revue du Clergé Africaine», XXIV, 3-4 (mayo-
negros, de modo que no se pueda hablar ya de un diálogo cristiano. Una de julio 1969), 337-350; L. Kaufmann, Cincinnati, August 1969: «Orientierung»,
17 (septiembre 1969), 181-184.
La «Black Theology» y la esperanza 405
" Harvey Cox, Politische Theologie: «Evangelische Theologie», 11 (no- " Soren Kierkegaard, Philosophische Brochen, en Werke, V (Rowohlt),
viembre 1969), 567. Munich, 1964, 79.
Un grito de esperanza: los espirituales negros 407
zaron por enseñar a sus esclavos sólo aquellos pasajes de la Biblia que robus-
tecían su propia autoridad y podrían contribuir a mantener a los negros en
actitud sumisa, humilde y obediente. No se puede negar que los blancos tu-
vieron verdadero éxito aplicando este método. Pero sería injusto achacar al
cristianismo la responsabilidad de lo que sus representantes ofrecieron como
mensaje bíblico a los esclavos. Estos, que, por ser analfabetos, no podían leer
UN GRITO DE ESPERANZA: LOS ESPIRITUALES NEGROS la Biblia por sí mismos, no recibieron más que una antología bíblica. La para-
lización del pensamiento revolucionario de los esclavos y el humilde reconoci-
La nostalgia de los hombres que han perdido su patria ha encontrado en miento de su sumisión al poder de los blancos fue, ciertamente, conseguida con
todas las épocas su más profunda expresión en el canto. Las canciones de los ayuda de la Biblia, pero de una Biblia recortada, de la que se abusaba como de
esclavos negros de Norteamérica tenían la misma función que los salmos de los instrumento útil para corroborar la autoridad de la clase (en este caso, de la
israelitas de la cautividad: servir de puente hacia la patria perdida. Pero este raza) dominante. Los levantamientos de esclavos negros dan a entender la
«puente» no solamente conducía a los negros hacía el África, su vieja patria, fuerza revolucionaria que brotaba de la Biblia cuando podía ser leída en su
sino que tenía, a la vez, una nueva dirección. Tendía el camino hacia una patria totalidad por los negros2. Los negros intentaban justificar sus levantamientos
que no está en esta tierra, sino al otro lado del deep ríver, del «río profundo», mediante pasajes bíblicos, lo mismo que hacían los blancos para justificar su
una patria por la que suspiraba la ardiente nostalgia del pueblo oprimido, la teoría de la inferioridad del negro. No se enfrentaban aquí dos exégesis dis-
promised latid, where di is peace, «la tierra prometida, donde todo es paz». tintas, una blanca y una negra, sino dos caras de la Biblia, que esgrimían unos
La esperanza en la patria celestial y en la terrena, en la liberación de la escla- contra otros. Los diversos levantamientos mostraron, en todo caso, que la
vitud que sufrían bajo los hombres y bajo el pecado, en la paz y la justicia con- Biblia había perdido su papel de instrumento de opresión tan pronto como
fluía en los cantos espirituales de los esclavos negros en un solo grito de re- los negros fueron capaces de leerla por sí mismos. La Biblia se convirtió, en
dención. En la fe expresada por los espirituales negros se mezclaban indisolu- manos de los negros, en arma peligrosa y en principal apoyo para sus exigen-
blemente objetivos terrenos y celestes. Las canciones fueron el puente que cias de libertad. La consecuencia más importante de los levantamientos fue,
condujo a los negros a tales objetivos durante el tiempo de la esclavitud. en diversos estados de esclavos, la promulgación de leyes en virtud de las
cuales se prohibía enseñar a leer a los negros. Incluso les fue prohibida la
predicación, sobre todo tras el levantamiento de Nat Turner3, y sus mítines
1. LA IGLESIA DE LOS NEGROS se celebraban bajo control de los blancos, etc. Al reaccionar los blancos a las
revueltas de los negros prohibiendo que aprendieran a leer y que se ocuparan
El período de la esclavitud pertenece, por un lado, a los capítulos más te- de la Biblia con independencia, estaban admitiendo en la práctica que se daban
nebrosos de la historia de la Iglesia. Pero, por otra parte, el establecimiento perfecta cuenta de que en la esencia del mensaje bíblico no estaba el hacer de
de la Iglesia entre los negros durante el siglo xvm y su poderoso crecimiento los hombres subditos manejables, sino que dicho mensaje tenía como conse-
a lo largo del xix cuenta entre los acontecimientos más significativos de la cuencia la resistencia a toda opresión y la llamada a la libertad. Debe afirmar-
historia de la cristiandad. El siglo xix pasa por ser el gran siglo de las misiones. se, por eso, que no era la fe cristiana lo que paralizó la resistencia de los ne-
A fines de 1914, las iglesias protestantes tenían casi tantos miembros entre los gros, haciéndoles devotos y resignados a su destino, sino que esta fe sólo al-
negros americanos como entre los pueblos de Asia y África'. Esto significa canzaba un cristianismo amputado y desfigurado por los amos en orden a sus
que el conjunto de esfuerzos misioneros de Europa y América no había pro- propios fines.
ducido mayores números que el solo trabajo realizado entre los negros de
América. En 1914, el número de cristianos negros en América alcanzó los dos
tercios del total de católicos de Asia y África. Hay que tener en cuenta que 2. PAPEL DE LA BIBLIA EN EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN
entre estos últimos se venía trabajando durante siglos, mientras que la misión La Biblia se había convertido en manos de los esclavos en dinamista, que
entre los negros americanos se desarrolló como en tromba, merced a la vigo- comprometía la posición de los poderosos y que henchía la situación de explo-
rosa conciencia misionera de los negros. sivo revolucionario. La fe cristiana fue el motor más potente en la lucha de los
Lo singular del establecimiento de la Iglesia entre los negros es tanto más negros por su libertad. Esto lo pasan por alto todos los que equiparan al Tío
sorprendente por haberse llevado a cabo durante la esclavitud, es decir, porque Tom con el cristiano negro y condenan de un golpe todo aquello que tiene
los oprimidos abrazaron la fe de sus opresores. Los opresores blancos se esfor- relación con la esclavitud, y por lo mismo, también el cristianismo. Ha habido
1
K. S. Latourette, The Great Century in Europe and the United States of * H. Aptheker, American Negro Slave Revolts, Nueva York, 1964.
America 1800-1914, Nueva York, 1914, 341. • H. Aptheker, Nat Turner's Slave Rebellion, Nueva York, 1966.
408 Tb. Lehmann Un grito de esperanza: los espirituales negros 409
épocas en que incluso los negros han rechazado los espirituales por provenir
otros» 6. En el centro de los cantos espirituales de este pueblo de esclavos,
del trágico período de la esclavitud. Esta reacción es perfectamente compren- cuya esperanza se alimentaba especialmente a base de las actuaciones salvíficas
sible. Entre tanto, se ha ido imponiendo una consideración histórica más dife- de Dios en el Antiguo Testamento, está el Cristo paciente y crucificado. Los
renciada. El papel del cristianismo en la historia de los negros aparece en una negros mostraban particular interés por los relatos en que se narran las inter-
luz diferente cuando se estudia la lucha por su identidad, la reflexión sobre venciones de Dios en la historia y su actividad liberadora en favor de los hom-
su pasado, sobre sus peculiaridades y valores culturales. Es un hecho que la bres cuando se ven en necesidad. En los espirituales dominan iguales motivos
Biblia, convertida en medio de opresión en manos de los amos, ha contribuido que en el arte paleocristiano, tal como aparece en las catacumbas: Noé en el
más que cualquier otra medida a domesticar a los esclavos. Pero también arca, Jonás en el vientre del pez, Daniel en la fosa de los leones, los tres jóve-
es un hecho que los negros americanos deben a esa misma Biblia los impulsos nes en el horno y, sobre todo, la liberación de los israelitas oprimidos por el
esenciales de su lucha por la libertad, desde los primeros tiempos hasta la más faraón. Desde el momento en que los negros supieron la historia del pueblo
reciente historia del movimiento en favor de los derechos civiles. La historia de Israel, su cautiverio y su liberación de Egipto, reconocieron en los relatos
del negro americano hubiera seguido, sin la Biblia, una trayectoria completa- bíblicos su propio destino. Y se dijeron: Si es verdad que vive ese Dios que
mente distinta. Pero con la Biblia se depositó en sus manos un poder que ha- una vez liberó a su pueblo de la esclavitud, ¿por qué no habría también de
bía de influir decisivamente sobre su destino personal y sobre el destino de su liberar de su esclavitud a los negros? Por ello esperaban que Dios les enviaría
pueblo y que habría de ser el fundamento de su lucha por la libertad. A través igualmente un Moisés, y cantaban el más majestuoso de los espirituales: Go
de la figura del hombre que presenta la Biblia llegaron los negros a conocer el down Moses.
concepto de la dignidad humana. Contrariamente a la doctrina y praxis oficiales El destino del pueblo negro es tan parecido al destino del pueblo de Israel,
del mundo que les rodeaba, llegaron los negros, en contacto con la Biblia, a que la comparación de sus respectivas canciones resulta natural. De hecho, los
percatarse de que todo hombre tiene la dignidad propia de una criatura divina espirituales guardan, en muchos puntos, una estrecha relación con los salmos.
y de que, ante Dios, todos los hombres son iguales. Este descubrimiento tuvo No obstante, se distinguen de ellos en un punto decisivo. Así, por ejemplo, el
enorme importancia para un pueblo como aquél, al que se había negado una salmo 137 es un salmo totalmente ensimismado en pensamientos de venganza
vida digna de hombres a causa del color de la piel y en cuya memoria se había y de odio. Por el contrario, las canciones de los esclavos negros, cuyo sufri-
grabado indeleblemente la idea de que era inferior y maldito de Dios. Los miento es sólo comparable con el del pueblo de Israel, se elevan a la pura ala-
filósofos y los teólogos «demostraban» esta afirmación en sus libros4 y los banza divina, sin un rastro de odio a los opresores, sin alusión alguna a pensa-
amos traducían a sus esclavos los eruditos tratados valiéndose del látigo. De mientos de venganza. Estos cantos han nacido del espíritu de Cristo, que sufrió
este lagar de la esclavitud brotaron los espirituales como un grito desde el sin odiar, y están transidos del Espíritu del Nuevo Testamento, el Espíritu
abismo, como una expresión de la esperanza, como un documento demostra- Santo.
tivo de sus ansias de libertad y de su fe robusta.
La experiencia fundamental del negro americano y el motivo básico en el 4. CARÁCTER GLOBAL DE LOS ESPIRITUALES
conjunto de sus manifestaciones artísticas —desde los espirituales al jazz y a
la moderna lírica negra, pasando por los blues5— es el sufrimiento. Al grito Arnold Toynbee ve en los espirituales una significativa respuesta de tipo
desde el profundo opone su contrapunto el grito de esperanza y la certeza ju- espiritual a la provocación del envilecimiento y la esclavitud material. El carác-
bilosa de la redención, tal como se expresa con singular claridad en el conocido ter espiritual de estas canciones aparece con especial claridad en su escatología.
espiritual Nobody knows the trouble l've seen, en el que la alabanza a Dios El retorno de Cristo, el juicio final, la resurrección de los muertos, el cielo:
resuena en lo más hondo del dolor humano. éstos son los temas en los que se manifiesta más claramente la apasionada
esperanza de los esclavos de cara al futuro. La liberación del pecado y de la
esclavitud confluyen aquí en una sola meta anhelada, y sería un malentendido
3. GRITO DESDE LO PROFUNDO querer establecer dos compartimientos estancos en los dos niveles de esa liber-
tad tan compleja a la que cantan los espirituales. No tenemos aquí dos con-
En el contexto en que H. Heine describe su conversión al cristianismo ceptos de libertad —«profano» y «espiritual»— simplemente yuxtapuestos,
habla también del libro La cabana del tío Tom, y describe acertadamente el sino que se trata de un único concepto de libertad que comprende a la vez
punto central de la inteligencia de la Biblia por parte de los negros: «Un pobre ambos aspectos. Sería por eso erróneo interpretar unilateralmente los espiri-
esclavo negro lee con la espalda, y por eso entiende mucho mejor que nos- tuales como si fueran cantos de protesta profana, cuando sirven exclusivamen-
1 te a una terminología religiosa, o entenderlos simplemente como si fueran
H. Hughes, Treatlse on Sociology, Theoretical and Practical, Füadelfia, cantos que no tienen ante los ojos más que la liberación del poder del pecado.
1954; J. Priest, A Bible Déjense of Slavery, L/ouisville, 1864.
• Th. Lehmann, Blues and Trouble, Berlín, 1966.
' H. Heine, Gestandnisse, Hamburgo, 1868, 293.
27
420 Th. Lehmann
El que en este indisoluble y pluriforme entretejerse de lo «profano» y lo «espi-
ritual» no vea más que una contradicción, no ha entendido el carácter unitario 6. UNA ESPERANZA PARA EL CANTO DE IGLESIA EN EL FUTURO
y totalizador de la devoción que estos cantos expresan. Justamente ese carácter
global de los espirituales, esto es, su desconocimiento de la separación entre No puede pasar inadvertido el hecho de que los espirituales han hallado
lo «espiritual» y lo «profano», es lo que constituye su peculiaridad. Esta tota- una consideración cada vez más valiosa en los esfuerzos por la renovación del
lidad de los espirituales es evidente en su forma de aparición musical, así como canto de Iglesia en Europa. El descontento por los cantos tradicionales de
en su relación con el jazz, que también se presenta como una unidad de música Iglesia, por sus textos y melodías, es un descontento creciente entre la juven-
profana y espiritual7. Es también éste el punto en el que los espirituales pue- tud, y el clamor por un nuevo estilo de canto es cada vez más fuerte. Por
den servir de esperanza para el nuevo canto de Iglesia en nuestro tiempo. todas partes se intenta crear nuevos cantos que por su texto y melodía sirvan
de expresión a la actual experiencia de la fe y a la mentalidad propia de los
cristianos del siglo xx. En este proceso, los espirituales desempeñan un papel
5. UN REGALO PARA LA CRISTIANDAD central. Su proceso de formación no está cerrado; nacen aún hoy día nuevos
Los espirituales no son solamente la más significativa aportación de los ne- espirituales, de acuerdo con los mismos principios de hace cien años, y se pre-
gros a la cultura americana. Son, además, su aportación al arte de la Iglesia y sentan actualmente en una forma de la que no se puede prescindir, por ser
su más bello regalo a la cristiandad. Heinz Werner Zimmermann, quien ha parte integrante del lenguaje musical de nuestro tiempo. La ola de canción folk,
señalado los espirituales como «la prestación más característica de la liederísti- que salió de América, es hoy un fenómeno internacional. Su estructura básica
ca cristiana del siglo xix» 8, indica después que «exactamente por la misma es igual en todos los países, y las diferencias afectan a lo más al acento de las
época en que se obstruía la creación liederística en Europa empezaba a correr, particularidades nacionales, nunca al fundamento. El American way of singing
a distancia y de modo totalmente independiente, una corriente nueva»'. El ha venido a ser un estilo que no se puede ya concebir como una importación
nacimiento de los espirituales se llevó a cabo durante los siglos xvm y xix extranjera, sino que condiciona desde hace decenios los ambientes musicales.
Desde este punto de vista, es natural que el canto contemporáneo de Iglesia
en el crisol de aquel resurgir que se dio en América, que arrastró a los negros
se sirva de este lenguaje musical actual, cuanto más que el núcleo y el punto
en su remolino. En este contexto se llegó a una mezcla de las corrientes tradi-
de partida de este modo de cantar es el canto mismo de Iglesia, concretamente
cionales europeas y africanas sobre la base de ciertos elementos comunes al los cantos espirituales de los negros norteamericanos.
modo de cantar de blancos y negros (particularmente el esquema invocación-
respuesta), de modo que los espirituales no derivan unilateralmente de África El procedimiento que suele seguirse en el primer exceso de entusiasmo,
o de Europa, sino que son el producto de un cruce de dos culturas 10. El esto es, la simple adopción e imitación de los espirituales negros, no es un
proceso de este cruce se desarrolló, al principio, de un modo totalmente in- camino practicable. Por lo que atañe al texto, la mayor parte de ellos no son
advertido. La primera vez que se conocieron los espirituales en Europa no fue adaptables a la mentalidad europea por razón de sus figuras y símbolos. Por
en su forma original, sino en una adaptación para concierto, a cargo del coro eso, los intentos que hasta ahora se han presentado en el orden de las traduc-
de la Universidad de Fisk, los Fisk Jubilee Singers ". Sólo después de la ciones musicalizadas han resultado insatisfactorios. Por lo que respecta al lado
segunda guerra mundial conoció Europa en mayor medida la forma folklórica musical, el interpretar los espirituales en su auténtico sentido habría de quedar
de los espirituales, y, en un principio, precisamente por medio del jazz. Desde reservado a unas pocas personas instruidas y dotadas; no hay comunidades
hacía tiempo, y antes de que las Iglesias europeas conocieran la existencia de enteras que se encuentren en tal situación. Descartada la pura imitación, queda
los espirituales (en su forma moderna, jazzística, se les llama Gospel Songs), todavía la posibilidad de adoptar las melodías, vinculándolas a un texto com-
ya formaban parte del repertorio habitual de numerosos conjuntos de Dixieland pletamente nuevo. En este orden de cosas existen ejemplos convincentes y
melodías como When the Saints go marching in o Down by tbe riverside. La comprobados. Es verdad que en este caso no se puede hablar de un espiritual
oleada de gospels a lo largo de los años sesenta ha contribuido a que los cantos en sentido estricto, pero esto no es lo decisivo. Lo decisivo es que el resultado
espirituales de los negros —aunque sea en la forma trivializada de la música final es un canto cuya melodía responde a las pretensiones actuales, que es
ligera— hayan pasado a ser patrimonio universal. cantable, pegadizo y entusiasmante. Entre los espirituales hay suficientes me-
lodías de este tipo. Sólo necesitan que se les ponga un texto nuevo para em-
'I Th. Lehmann, Negro Spirituals, Geschlchte und Theologie, Berlín, 1965. prender su camino como cantos de Iglesia en la Oikoumcne. Los espirituales
H. W. Zimmermann, Kirchenmusik heute, en Berendt-Uhde, Prisma der
geqenwártigen Musik, Hamburgo, 1959, 242. negros no son solamente un grito de esperanza que resuena en nuestra actua-
' H. W. Zimmermann, Neue Musik und Kirchenlied: «Musik und Gottes- lidad como un eco del pasado. Son, a la vez, una esperanza para el canto de la
dienst», 6 (1962), 156. Iglesia en el futuro.
" H. Lilje, K. H. Hansen y S. Schmidt-Joos, Das Buch der Spirituals und
Gospel
II
Songs, Hamburgo, 1961. Tu. LEHMANN
J. B. T. Marsh, The Story of the Jubilee Singers, with their Songs, Lon- ^Traductor: J. REY.]
dres, 1877.
Crisis occidental y religiones asiáticas 413
otra confesión. Ahora, a los veinticinco años, el hijo de esta pareja sigue par-
ticipando todavía en ese sentimiento de desarraigo de sus padres.
O consideremos el caso típico de una persona desplazada, que se ha mu-
dado desde la campiña a una ciudad descomunal, donde no puede encontrar un
auténtico vecindario y la mayor parte de los contactos que establece a lo largo
LA CRISIS OCCIDENTAL del día es con extraños sin rostro. Conforme la moderna tecnología va exten-
Y LA ATRACCIÓN DE LAS RELIGIONES ASIÁTICAS diendo su influencia sobre la sociedad, el habitante de las ciudades va perdien-
do el sentimiento de su propia identidad para convertirse en un número. Se le
asigna un número para que vote, es contratado o despedido y hasta se le
A los lectores de CONCILIUM debe sonarles ya a tópico la afirmación de entieira un día haciendo referencia tan sólo a su número. Estas personas se
que el Occidente atraviesa un período crucial. En la crisis actual viene a cul- sienten muchas veces incapaces de abordar unos problemas que no hubieran
minar un malestar que ha durado ya mucho. La dolencia de nuestra sociedad presentado dificultad alguna en el contexto de las relaciones comunales de su
obedece a numerosos factores y presenta un síndrome cuyos aspectos se mani- familia tradicional o de la vida en el pueblo. Esta falta de relaciones normales
fiestan a todos los niveles de la existencia humana, tanto personal como social. y de adhesión a otras personas convierte a estos individuos en presa fácil de
Mucho se ha escrito sobre las posibles causas y los remedios de esta enferme- los filósofos totalitaristas, que, con sus halagos, tratan de arrastrar a los hom-
dad, pero las fuerzas que se combinan para provocarla resultan difíciles de bres a la adhesión «más elevada» a la clase, a la raza o al estado. Hay algunos
detectar, ya que son tan complejas y escurridizas como la misma naturaleza que, en vez de esto, en su búsqueda de un sentimiento comunitario, de her-
humana. Al mismo tiempo, esta «crisis del espíritu» podría ponerse más en mandad y de paz en medio de un mundo caótico, se vuelven con la esperanza
claro examinándola a la luz de una faceta determinada del panorama contem- de hallar todo esto en las religiones asiáticas.
poráneo. Y una de estas facetas es la fascinación que en la actualidad sienten
muchos europeos y norteamericanos por las culturas y las religiones asiáticas. Este sentimiento de desarraigo y despersonalización se acentúa aún más
Este interés va íntimamente asociado a un creciente descontento con respecto con la decadencia de los objetivos y valoies tradicionales, que deja a la persona
a las normas y valoraciones de la cultura occidental. En este artículo me pro- desamparada ante los terrores y el sentimiento de desesperación tan marcado
en nuestra sociedad tecnológica. La tradición judeocristiana ha experimentado
pongo analizar cuatro posibles causas de este descontento, para estudiar a con-
una continua erosión de la escatología bíblica, con su promesa de un futuro
tinuación brevemente algunas de las formas que adopta este interés por las
asegurado en las manos de Dios. Los recientes avances científicos han intensi-
cosas de Asia, concluyendo con una valoración de su alcance e importancia ficado el desafío, planteado desde hace siglos, a la fe tradicional, mientras que
relativa. acontecimientos tales como los recientes alunizajes han hecho tambalearse la
fe literal, incluso de los más ortodoxos, en un cielo y un infierno espacialmente
CUATRO CAUSAS DEL DESCONTENTO OCCIDENTAL localizados, ayudando a la difusión de un creciente escepticismo con respecto
a una vida futura, sin proporcionar, en cambio, nada que pueda sustituir a la
Una de ellas ha de buscarse en el hecho de que son millones las personas antigua esperanza. El sentimiento de terror, tan difundido ante la posibilidad
que han visto su vida desarraigada por las fuerzas de la guerra y de los cambios de una guerra atómica, y, en América, el alistamiento militar y la locura per-
sociales. Dos guerras de mayor importancia y varias más de menor escala han manente de la guerra en el Sudeste asiático han hecho que muchos se limiten
traído consigo la liquidación de innumerables familias, cuyos miembros pere- a vivir al día, abandonando las sanciones religiosas de la moral tradicional.
cieron en combate o por culpa del hambre y la enfermedad, sumándose a todo Dentro de la misma Iglesia, este relativismo ha encontrado su expresión en la
esto la destrucción de hogares y comunidades. Gran número de refugiados han «nueva moral» y en la teología de la «muerte de Dios». Otro indicio de la
tenido que establecerse en nuevos territorios, a veces muy lejos de su patria difusión que ha alcanzado este sentimiento de una ruina que nos amenaza
natal. Se ha producido una mayor movilidad de las personas debido a las mi- y de la consiguiente desesperación se encuentra en el descomunal interés que
graciones del área rural a los centros urbanos y a las nuevas formas de empleo se presta a la astrología, los horóscopos y la adivinación del futuro en sus
propias de una sociedad cada día más industrializada. Puede uno imaginarse, diferentes formas. Por estos medios buscan muchos dar sentido y energía a su
por ejemplo, el caso de un joven soldado de un país centroeuropeo que regresa vida, ya que no pudieron encontrar tales cosas en la tradición bíblica. Otros
a su hogar ancestral en 1945, después de varios años de una guerra cruel. Quizá acuden a las drogas a fin de estimular sus experiencias religiosas, mientras que
se trata de un católico que ahora se encuentra casado con una mujer protestante tampoco faltan quienes recurren a las religiones asiáticas en busca de unos
de un país enemigo. Ahora resulta que sus padres murieron durante la guerra, objetivos y de un sentido orientador para sus vidas empobrecidas.
los negocios de su familia están en la ruina y sus mismos parientes no le
reciben muy bien debido a que ha contraído matrimonio con una mujer de Toda gran cultura presenta siempre una fuerte medida de orgullo por sus
logros. En Occidente, sin embargo, junto al sentimiento de orgullo, parece que
D. Bradley Crisis occidental y religiones asiáticas 415
414
ción manejada con vistas a la vida en una sociedad tecnológica y eludir la
se da una desordenada proporción de autocrítica y hasta de rebeldía contra
autoridad de una Iglesia dogmática.
nuestra propia cultura. La anomalía de que las llamadas naciones cristianas
se hayan embarcado en innumerables guerras a lo largo de muchos siglos, cul-
minando en dos guerras mundiales organizadas esencialmente por estas mismas
naciones, es algo que no necesita comentarios. La práctica tan extendida de la EL ATRACTIVO DE LAS RELIGIONES ASIÁTICAS
discriminación racial, sancionada o hasta propugnada por algunos sectores de la
cristiandad, junto con el colonialismo en Asia, África y Sudamérica, ligado a Durante los últimos cien años, varias generaciones de investigadores han
la historia de las naciones cristianas de Europa, ha hecho que se mire el cris- trabajado para traducir los más importantes textos religiosos de la India, China
tianismo como la religión del hombre blanco, al menos por una gran parte de y el Japón a los idiomas europeos, de forma que los han hecho fácilmente
los pueblos de color. Pero resulta que la ciencia y el humanismo, dos movi- accesibles a todos. Autores como Somerset Maugham, Hermann Hesse, Alan
mientos opuestos muchas veces a la Iglesia, también han sido sometidos a esta Watts y Aldoux Huxley han divulgado sus visiones del mensaje y el desafío
crítica. La idea de un progreso gradual pero inevitable bajo las banderas ge- que plantean las religiones asiáticas. Los misioneros hindoístas y budistas, así
melas de la ciencia y el humanismo ha perdido mucho de su atractivo. La como los maestros espirituales, que desde hace varias décadas vienen infiltrán-
ciencia ha producido muchas y maravillosas cosas, pero también ha preparado dose en Occidente, han conseguido en estos últimos años un éxito espectacu-
lar al atraerse numerosos seguidores, especialmente entre los miembros más
las armas atómicas y bacteriológicas y ha contribuido a crear una sociedad
influyentes del mundo del espectáculo. Con las facilidades para conocer las
tecnológica en la que el hombre se queda reducido al nivel de las máquinas.
religiones asiáticas, y con grupos de creyentes entusiastas trabajando por difun-
La tradición humanística ha ayudado a producir un alto grado de conocimien- dir sus convicciones religiosas, muchos que sólo habían conocido la tradición
tos, ha logrado la educación masiva, ha contribuido a suprimir la esclavitud y bíblica se encuentran ahora con la posibilidad de optar por otras alternativas
el colonialismo, y junto con la ciencia, ha conseguido erradicar enfermedades diferentes de su credo tradicional. Son éstos los que miran a Asia esperando
y ha hecho posible el bienestar y el ocio a muchos millones de hombres más que de allí les venga la ayuda para hacer frente a los problemas que les crea
que en otros tiempos. Y, a pesar de todo, entre estas mismas personas que se la vida en nuestra moderna era tecnológica. Lo que más les atrae puede resu-
benefician de los avances económicos y tecnológicos cunde la infelicidad, el mirse en cuatro categorías, que responden, poco más o menos, a las cuatro
alcoholismo, el suicidio, el divorcio y el asesinato; en las autopistas se produce causas de descontento que hemos expuesto anteriormente.
una continua carnicería y son millones los que viven en la miseria. La ciencia
y el humanismo, que prometieron hacer realidad la utopía, se han visto bur- Es cosa muy humana suponer que «la hierba es más verde en la otra lade-
lados por los problemas monstruosos de la polución, la presión demográfica ra», y muchos que se sienten ahogados por la vida en una sociedad urbanizada
y la guerra ininterrumpida. Una vez más, quien rechaza la ciencia amoral y el y tecnológica buscan en cuanto viene de Asia la oportunidad de recuperar su
humanismo vacío se aparta con disgusto de la cultura occidental y mira a Asia identidad perdida. A veces, esta búsqueda adopta la forma de una peregrina-
esperando las posibles respuestas. ción real a los países del Himalaya o al río Ganges. Para quien no puede em-
prender este viaje, el deseo de poseer lo que Asia puede ofrecerle se canaliza
En la rebeldía de nuestra juventud contra la autoridad se puede ver una en la lectura del Dhammapada budista, o del Bhagavad-Gita hindú, o de los
cuádruple expresión de descontento. Por los años treinta, la Hitlerjugend negó Upamshades. En estos libros descubren una belleza moral y unas enseñanzas
la autoridad de los padres, los maestros y los pastores. Su ideal era abandonar espirituales de cuya existencia ni siquiera tenían noticias. Al paso que la Biblia
el hogar y desplazarse en grupos buscando una nueva forma de vida comuni- sigue siendo para muchos de ellos un libro cerrado, encuentran en aquellas
taria en que les fuera posible dar vida a sus propios ideales y ejercer su propia otras lecturas muchas cosas que les resultan enormemente atractivas. Otro ejem-
autoridad. Intentaron convertir este movimiento en una fuerza política de plo de la fascinación que ejerce la religiosidad asiática es el interés con que
nuevo cuño. En 1970 también está muy extendida la rebelión de un gran se ha seguido la vida del Mahatma Gandhi. Este no se limitó a observar las
número de gente joven contra sus padres. La naturaleza, el valor y los obje- enseñanzas hindúes sobre la no violencia y la fuerza del espíihu, sino que ins-
tivos de la educación son puestos en tela de juicio, y la Iglesia, con sus pre- piró al líder cristiano Martin Luther King en su lucha por la igualdad de los
tensiones de autoridad, es atacada unas veces, ignorada otras por estos mismos negros americanos. Es cierto que el doctor King era ministro de la Iglesia
jóvenes. Junto a esta repulsa del hogar, la escuela y la Iglesia se da también baptista, pero también es verdad que el Ku-Klux-Klan pretende, por su parte,
una crítica cada vez más intensa de las instituciones políticas occidentales, y la representar el verdadero cristianismo, y muchos piensan que lo importante en
llamada a crear una juventud idealista ha desembocado en la revuelta contra la el doctor King fue la influencia de Gandhi. La aparición del movimiento de
democracia constitucional. De nuevo aquí tropezamos con el interés hacia las los musulmanes negros en América debe mucho de su éxito a un mensaje de
cosas de Asia por parte de quienes ven ahí la posibilidad de encontrar la liber- hermandad musulmana, que ha hecho posible a un negro americano levantar
tad con respecto a la educación paternal, escapar de la trampa de una educa- la cabeza con un sentimiento de libertad y de estima de sí mismo que antes
416 D. Bradley Crisis occidental y religiones asiáticas 417
no pudo encontrar en el cristianismo. Tales son las maneras en que el Oriente mientras que el hindoísmo exhibe su actitud tolerante en contraste con la
«espiritual» presenta un mensaje positivo para muchos que se encuentran a insistencia de las religiones bíblicas en que es preciso elegir entre fe o conde-
sí mismos como atrapados en el Occidente «materialista». nación. La doctrina bíblica de un Dios creador y de un ser humano constitui-
La teología de la «muerte de Dios» y la «nueva moral» son síntomas del do señor de la naturaleza queda desmentida por la destrucción sistemática de
grado en que las sanciones, ideales y esperanzas tradicionales se han desvane- la belleza natural y por la actual crisis de polución. Por otra parte, la doctrina
cido, dejando tras sí un vacío espiritual. Muchos, en vez de seguir las últimas china del taoísmo enseña que el camino ideal es la armonía con la naturaleza.
novedades teológicas, se han vuelto hacia el Oriente buscando algo con qué Resulta también muy atractiva la insistencia de las doctrinas asiáticas en la
sustituir la vieja escatología. Se han dedicado a estudiar el budismo Zen, y libertad de espíritu y de religión como condiciones para la armonía y la paz.
algunos han encontrado en él un estilo de vida que satisface verdaderamente
sus interrogantes. Otros han dedicado su atención a los diferentes aspectos
del yoga, e incluso al estudio del Libro tibetano de los muertos, quizá anima- ALGUNAS IRONÍAS IMPLICADAS EN ESTA PREFERENCIA POR ASIA
dos, en parte, por el interés que han suscitado los escritos del psiquíatra
C. G. Jung en torno a ese texto. El consumo del haschich y las drogas psico- Este atractivo que ejercen hoy las religiones asiáticas no deja de estar eri-
délicas, cada día más difundido en Europa y América, constituye un síntoma zado de ironías. En el diálogo con mis alumnos no he dejado de advertir que
indudable de un sentimiento muy difundido de frustración, así como de la idealizaban la cultura asiática quizá en el mismo grado en que se sublevaban
necesidad de encontrar una escapatoria al carácter asfixiante de nuestra socie- contra su propia cultura. Muchas veces toman conciencia de que Asia está
dad, pero también en ello hemos de ver una clara conexión con las religiones hundida también en una crisis igual a la que sufre el Occidente. A quien le
asiáticas. Las drogas están relacionadas con diferentes cultos asiáticos, y la preocupe la situación del individuo ahogado en nuestra moderna sociedad no
atención que los orientales dedican a las experiencias místicas han hecho que le pasará inadvertido el hecho de que también en Asia se plantea este mismo
muchos den por supuesto que este atajo puede llevarles directamente a la problema por todas partes. Así, ocurre que, a pesar de su ideal de no violencia,
experiencia mística. la India es hoy uno de los países más violentos, con un triste récord de dis-
Un sustitutivo muy difundido de la fe bíblica se encuentra en el empleo cordias sociales y personales y de crueles conflictos. Las continuas luchas entre
de horóscopos y en la práctica de la nigromancia y la astrología. Esto es algo hindúes y musulmanes durante el otoño de 1969 o la violencia permanente
que, en realidad, forma parte del tapiz cultural del Asia Oriental y del Sur. en Calcuta no son sino los ejemplos más recientes de la indescriptible violen-
Una forma de adivinación que casi ha llegado a convertirse en una especie de cia que se instauró entre la India y el Pakistán a partir de la partición en 1947.
culto en Occidente es el uso del libro clásico chino, el I Ching, o Libro de los Quien pretenda buscar en Asia un refugio contra los crueles conflictos
cambios. La traducción alemana de Richard Wilhelm y la inglesa de Cary raciales de Occidente tropezará con ese mismo tipo de inhumanidad también
Baynes (incluyendo una larga Introducción por C. G. Jung) han conocido una allí. La diferencia de castas en la India, aunque ha sido proscrita por la Cons-
enorme difusión entre los estudiantes americanos, que por millares lo emplean titución nacional, sigue imperando como un elemento importante de la vida
ahora como guía para su vida diaria. normal entre los indios. La discriminación racial y religiosa está muy difun-
Una tercera categoría es la que integran cuantos se sublevan contra el mili- dida en Pakistán, Ceilán y el Japón, aunque muchas veces se trata de algo
tarismo, el racismo y el materialismo de Occidente. Para éstos, la doctrina encubierto que no aparece a primera vista ante el visitante casual. Resulta
india del ahimsa o no violencia, que con tanta eficacia aplicó Gandhi, resulta verdaderamente irónico el hecho de que muchos asiáticos que han recibido
sumamente atractiva. Los ejemplos negativos del Ku-Klux-Klan americano o el una buena formación intelectual participen en la «fuga de cerebros» hacia
apartheid de Sudáfrica son, para ellos, la prueba concluyente de que el cris- Occidente, al paso que muchos jóvenes idealistas occidentales hacen grandes
tianismo ha pasado a ser la religión del hombre blanco. Por otra parte, el sacrificios a través del servicio voluntario a los asiáticos, a los que consideran
budismo tiene a su favor el no haberse manchado con ningún recuerdo de colo- menos privilegiados. Se puede afirmar con toda seguridad que la actitud ge-
nialismo o de guerra permanente. Para aquellos que se sienten culpables de neral de los asiáticos con respecto a los occidentales es de envidia. Las perso-
poseer riquezas, mientras que más de la mitad de los habitantes del mundo nas se parecen mucho unas a otras en todas partes, y no es para sentirse sor-
nunca tienen lo suficiente para alimentarse, Asia representa un lugar donde prendido el enterarse de que en Asia cunde mucho más la avaricia materialista
es posible evadirse del materialismo y la avaricia que parecen caracterizar a que la «espiritualidad», exactamente igual que en Occidente.
Occidente. El occidental que se siente oprimido bajo el peso de la disciplina y la auto-
Finalmente, para quienes han decidido alzarse contra la autoridad, las re- ridad acude muchas veces al Zen en busca de libertad y alivio para sus respon-
ligiones asiáticas representan la oportunidad de encontrar su salvación al mar- sabilidades. Pero si es seria su decisión, comprueba en seguida hasta qué punto
gen de los dogmas opresivos que imponen las revelaciones autoritarias de las resultan rigurosas las exigencias del Zen en cuanto a autodisciplina, hasta
religiones bíblicas. El budismo ofrece una religiosidad libre de tales dogmas, llegar a uft control absoluto de la propia vida. Y, para mencionar una ironía
418 D. Bradley
final, muchos que rechazan la mitología bíblica y la oración se muestran luego
dispuestos a creer en la adivinación, la astrología asiática y en las mitologías
del hindoísmo y del budismo mahayana.
EL PAPEL DE LA IGLESIA
Documentación Concilium *
Aunque parezca que a nuestra actual situación le conviene el término de
crisis, puede que suponga cierto alivio el recordar que en los primeros tiempos
del cristianismo ya se produjo una «pérdida de nervio» semejante en el mundo
grecorromano, al que la Iglesia se había dirigido con éxito. Él cristianismo fue LA DESESPERACIÓN COMO SÍNTOMA DE ANGUSTIA
capaz de competir con otras religiones que también mostraban un camino de
salvación, las prácticas adivinatorias y la astrología, y que entre sus objetivos
incluían la búsqueda de la armonía con el mundo de la naturaleza. La Iglesia Una desventaja palmaria de todo número temático es lo que, con una
ha continuado respondiendo a este mismo desafío durante siglos, ofreciendo imagen tomada de la óptica, se llama estenosis, la reducción de perspectiva.
su mensaje capaz d e orientar a cuantos se sienten asfixiados por las realidades Esto es lo que ocurre también cuando se dedica u n número especial, como el
de la vida. Ello se ha debido, en parte, a que el cristianismo sigue siendo presente, a la esperanza'. Da la impresión de que toda la realidad puede verse
portador de las energías necesarias para una autorrenovación. Existe el peligro bajo el prisma de la esperanza. Pero la percepción no matizada d e quien vive
permanente de que el Evangelio quede preso y bloqueado por las instituciones comprometido en nuestra sociedad habla ya en contra de esta concepción:
de la Iglesia, de que la enseñanza de ésta desplace la energía de la verdad de junto a los rasgos innegables de esperanza creciente se encuentra una serie
Dios. Un peligro como el que acabamos de describir —el atractivo que sobre de hechos y convicciones que no impresionan menos y que parecen justificar
muchos ejercen las religiones asiáticas— evidencia un fallo por parte de la la óptica de la desesperación. La finalidad de este número es colocar, en una
Iglesia, que no ha acertado a poner remedio a las necesidades de sus fieles; perspectiva sinóptica y utilizable pastoralmente, algunos de estos hechos y
pero también es cierto que siempre ha habido cristianos dispuestos a trabajar concepciones en la medida en que se deja oír su voz en las publicaciones teo-
en pro de los cambios y reformas necesarios. lógicas actuales. De este modo se relativiza, de una parte, la necesaria unilate-
ralidad del tema «esperanza», pudiéndose crear de esta manera algunas opor-
Esta afirmación de la capacidad renovadora de la Iglesia, como ya ocurrió tunidades para la dialéctica viva que existe entre esperanza y desesperación.
en el pasado, debería convertirse en motivo de optimismo frente a esta crisis
concreta. Pero la verdad es que, a despecho de la disposición a cambiar que
impera en toda la Iglesia, es muy poco lo que se hace en ella para tener infor-
mados a sus miembros acerca del carácter y el valor de las religiones asiáticas.
¿No será posible que esta materia, reconocidamente difícil y peligrosa, se pa- * Bajo la responsabilidad del Secretariado General.
1
rezca al problema del enfoque correcto de la sexualidad? Si los jóvenes no son Por extensión vale esto también para las ciencias: toda ciencia, metodo-
instruidos acerca del sexo en el hogar o en la iglesia, ciertamente aprenderán lógicamente, debe limitarse a su método y a su objeto; con esto surge, sin
muchas cosas referentes a este tema en muchos otros sitios. Así ocurrirá tam- embargo, una reducción de perspectiva. Incluso si la teología considera como
su tarea el presentarse corrigiendo frente a esta reducción de perspectiva de
bién que si alguien llega a sentir la llamada de los credos orientales única- las ciencias, deberá permanecer consciente de que el mal de esta reducción de
mente a través de sus amigos, lo más probable es que termine por seguir el perspectiva no le es extraño a sí misma como ciencia. Cí. E. Leppin, Denle-
ejemplo de tantos otros, cada día más numerosos, que han cedido al brillo de modelle des Glaubens. «Zeitschrift für Theologie und Kirche», 66, n. 2 (julio
1969), 210-244, sobre todo p. 240: III. Bedeutung und Gebrauch der Denk-
lo orienta], volviendo las espaldas al cristianismo. modelle. Si la fe no quiere replegarse a un ghetto cristiano ni contentarse con
D. BRADLEY un consentimiento entre los que piensan igual que ella, debe tener en cuenta
[Traductor: J VALIENTE.] la observación de William W. Bartley (Flucht ins Engagement, 1962, 161 y
160): que el teólogo debe prescindir de una justificación panracional y que
ninguno de sus puntos de partida puede escaparse a la crítica so pretexto
de que el creer o un compromiso extrarracional puede ser, sin más, principio
para un modo de ver que no puede resistir la crítica. Cf H. Grass, Theologie
und Kritik, Gotinga, 1969; K. R. Popper The Logic of Scientific Discovery,
Londres, 1959; E. Schillebeeckx, Het «rechte geloofi,, zijn onzekerheden en
eritema: «Tijdschrift voor Theologie», 9 (1969), 125-150 (con resumen);
S. Ijsseling, De verwevenheid van universiteit en theologie: «Tijdschrift voor
Theologie», 10 (1970), 123-138 (resumen: Université et theologie, p. 138).
La desesperación como síntoma de angustia 421
* G. Hasenhüttl, Der Glaubensvollzug, Essen, 1963, 255: «Der Glaube ais Llama la atención que Bloch se complazca en unir las ilustraciones del prin-
Hoffnung». cipio «esperanza» al fenómeno «tener éxito», «salir bien»: obra de arte acer-
'• J. M. Robinson y J. B. Cobb (eds.), Theologie ais Geschichte, Zurich-
Stuttgart,
11
1967; M. Buss, Der Sinn der Geschichte, en op. cit., 171-196. 14
W. Bergmann, Zur Wissenssoziologischen Analyse kirchlicher Phano-
Buena explicación y amplia bibliografía se ofrece en Goddijn y otros, mene: «Internationale Zeitschrift Dialog», 2 (1969), 156-162; Th. Luckmann,
Terzake. Gesprekhen van sociologen en theologen over kerkverniewing (Kerk Invisible Religión, Nueva York, 1967; L. Schneider (ed.), Religión, Culture
buiten de Kerk, 4), Utrecht, 1969. and Society, Nueva York, 1964, 164 y 273.
11
N. Greinacher, Wissenssoziologie und Religión: «Internationale Zeit-
schrift Dialoga, 2 (1969), 97-101; P. L. Berger y Th. Luckmann, The social *" K. Mannheim, Wissenssoziologie, Berlín, 1964, 309s.
Construction of Reality, Nueva York, 1966; P. L. Berger, The Sacred Canopy. " C. Geertz, Religión as a Cultural System, en R. Cutler (ed.), The Religious
Elements of a Sociological Theory of Religión, Nueva York, 1967; J. Matthes, Situation, Boston, 1968; G. Gurvitch, Vocation actuelle de la Sociologie, Pa-
Die Emigration der Kirche aus der Gesellschaft, Hamburgo, 1964. rís, "1957, I, 441; R. Bastide (ed.), Sens et usages du terme Structure dans les
11
W. Kasper, Die Methoden der Dogmatik. Einheit und Vielheit, 1966, sciences humaines et sociales, La Haya, 1962; número doble de «Revue Inter-
71 y 68 (traducción francesa: Renouveau de la méthode théologique, 1968); nationale de Philosophie», 19, nn. 73-74, pp. 249-441.
J. B. Metz, Zur Theologie der Welt, 1968; C. Dumont, De trois dimerisions " A. Rüstow, Ortsbestimmung der Gegenwart, Zurich, 1950, 262.
retrouvées en theologie: eschatologie, orthopraxie, herméneutique: «Nouv. *• Th. F. O'Dea, Sociological dilemmas: five paradoxes of Institutionalisa-
Rev. Théol.», 102 (1970), 583. tion, en E. A. Tyriakan (ed.), Sociological Theory, valúes and socio-cultural
change, Glencoe, 1963, 71-91.
424 El Secretariado General La desesperación como síntoma de angustia 425
tada, música con éxito, película lograda, etc.". La ciencia histórica moderna también los fracasos, que, no obstante, no son hechos menos históricos que
señala que hay una unilateralidad en la historia que es debida al hecho de que los éxitos. A veces el objeto de la afirmación de Bloch parece una excesiva
la historiografía parece tener preferencia por consignar las empresas afortuna- anticipación racional de la posibilidad del futuro.
das. En realidad, en las gestiones humanas para construir la historia hay más Dentro de la consideración cristiana de la historia, el hablar sobre el final
conatos fracasados que logrados. Estos fracasos, no obstante, no pueden pa- de la historia ha sido encubierto necesariamente, puesto que el cristianismo
sarse por alto. Metz ha señalado que la historia eclesiástica ha ocultado muchos ve la plenitud en el, para nosotros, indisponible acto de Dios cuyo misterio no
fracasos, pero con ello se causa perjuicio a sí misma y al cristianismo, pues por puede penetrar el hombre. Dios es, sin embargo, el final de la historia, en el
esto mismo pueden caer en olvido ciertas misiones del cristianismo, y éste es sentido de que él es también su plenitud final, porque él la acepta y la afirma
ceñido a aquello que la historia ha demostrado que es susceptible de una rea- sin mezclarse y sin separarse. Esto significa que se debe ver la terminación de
lización cristiana 20 . Por tanto, si la historiografía escrita debe mantener viva la historia no sólo desde arriba, en el sentido de una teología encarnacional
la memoria, le corresponde también como misión propia el señalar siempre unilateral, sino también desde abajo, en un desarrollo en el tiempo. La historia
los fracasos de manera que el cristianismo se lanzaría siempre de nuevo a la alcanza su plenitud únicamente per viam crucls, su plenitud en un misterio
realización de las empresas que han resultado imposibles al primero o segundo pascual, una autosuperación hecha posible por la gracia. Este éxodo obediente
intento. Para el historiador actual no está determinado de antemano que el de la historia hacia Dios no es, sin embargo, una negación de la historia, sino
proceso histórico vaya a tener un happy end y que, por consiguiente, el hom- que ella misma es la realización del histórico superarse del hombre por encima
bre pueda arrojarse lleno de esperanza en el proceso histórico. Bloch no des- de sí mismo. Dentro de este contexto, la esperanza significa un animoso comen-
conoce esta ambigüedad fundamental de la historia. El sigue manteniendo zar lo siempre nuevo, con el riesgo de los fracasos, pero con la garantía cre-
abiertos los ojos ante el hecho que será el resultado definitivo de la historia yente de la fidelidad de Dios. Como confianza en Dios, esta esperanza, con
das Nichts o das Alies. El escoge das Alies, pero sabe que a esta elección, en una conciencia histórica, está frente a un mesianismo fanático, revolucionario,
última instancia, no se puede dar una respuesta. El ve en el éxito de la obra y frente a un optimismo pueril del progreso.
de arte, en lo que él llama «el sueño anticipado», en la armonía musical, en la
anticipación de los sentimientos, en la gentileza (o salir al encuentro) con la
que la materia —en primera instancia pertinaz— se ofrece a la tendencia de 4. SECTAS
los deseos llenos de esperanza; en todo esto ve él signos de que ese deseo,
originariamente vacío, de la esperanza humana será colmado por el esfuerzo Si la esperanza marcha demasiado en la dirección de una anticipación racio-
humano: el enigma que es entregado por el alfa del nebuloso comienzo es nal de la posibilidad del futuro, entonces lleva consigo el peligro de identificar
llevado a plenitud por la realización colmante de esperanza de la omega. No demasiado el futuro con lo deseado. Una pregunta seria es en qué medida se
es por nada que se ha llamado a Bloch el Teilhard de Chardin del marxismo, debe identificar la esperanza, para la cual el kerigma puede ser garantía, con
el pregonero de un «reino», pero sin «Dios». Nosotros estaríamos —dice lo deseado. El kerigma cristiano comporta, por naturaleza propia, una separa-
Bloch— precisamente en un preestadio de la historia, pero porque se ha reali- ción entre lo existente y lo deseado, sin que esto nos ponga en situación de
zado ya mucho en la dirección de una historia plena, la esperanza no es una aceptar solamente lo deseado como última realidad. El recurso a una Iglesia
utopía, sino un principio director de la humanidad que se realiza en la histo- invisible para deshacerse así de todas las imperfecciones de la Iglesia visible
ria. No se puede negar el atractivo y el encanto de semejante representación. es, con toda razón, una huida. El kerigma se realiza siempre en concreto: este
Una visión semejante, sin embargo, deberá pasar por la pregunta planteada por pueblo de Israel, este hombre Jesús, este caos completo de las comunidades
la sociología del saber, es decir, si esta visión tiene en cuenta toda la realidad, eclesiales. La esperanza, que se hace ciega ante esta situación concreta, que
contiene elementos de desesperación, lleva a la formación de sectas. En este
contexto, el aumento del número de sectas 21 podría ser muy bien un indicio
" Véase en vol. III de Das Prinzip Hoffnung, Francfort, 1968, que lleva
como subtítulo Wunschbllder des erfüllten Augenblicks; cf. también su ensayo " W. J. Hollenweger, Enthusiastisches Christentum, Die Pfingstbewegung
über bildende Kunst im Maschinenzeitalter, en Litcrarische Aufsatze, Franc- >n Geschichte und Gegenwart, Zurich, 1969, donde (pp. 517-575) se encuentra
fort, 1965, 568-574. un enjuiciamiento sociológico y teológico del Movimiento Pentecostal (este
" 3. Mouroux, he mystére du Temps, París, 1962, 162; J. Glrardl, Amour autor no quiere contarlo entre las sectas). Allí se señala que este movimiento
chrétien et violence revolutionnaire, París, 1970; S. Sandmel, The first encuentra eco entre personas que están «auf der Schattenseite des Lebens»
christian century in Judaism and Christianity. Certainties and Uncertainties, en el aspecto económico-material o en otro. Véase también Südkoreas Ent-
Nueva York, 1969; K. Flick y Z. Alszeghy, Teología della Storia: «Gregoria- wicklungskrise: Christentum im Schatten uneuer Religionens: «Herder
num», S5 (1954), 256-298; E. Castelli, I presupositi di una teología della histo- Korrespondenz», 11 (1969), 517-518; Man for all seets: «Time», 55 (17 octu-
ria, Milán, 1952; I. Berten, Histoire, révélation et fol, Bruselas, 1969; bre 1969); E. Fülling, Neue Religionen in Brasilien heute: «Lutherische
J. B. Metz, Welt-Verstandnis im Glauben, Maguncia, "1966; W. Kasper, Monatshefte», 12 (diciembre 1969), 616-620; Virginia H. Hiñe, Pentecostal
Geschichstheologie, en Sacramentum Mundi, Friburgo de Br., 1967-1969, Glossolalia: Toward a functional Interpretation: «Journal for trie Scient.
según Register en vol. IV, s. v.: Geschichte. Study of Religión», 2 (1969), 211-226.
28
426 El Secretariado General La desesperación como síntoma de angustia 427
de desesperación camuflada que, bajo la máscara de la esperanza, quiere pre- No podemos pretender, naturalmente, caracterizar con esto toda la cultura
sentar un cristianismo victorioso mediante la reducción de perspectivas. La hippy. El simbolismo de la situación paradisíaca, creado por el aislamiento
esperanza presupone una solidaridad con todos los hombres. El individuo lla- del caos, está presente. Este simbolismo está presente incluso en el problema
mado y feliz es siempre sustituto de toda la humanidad y solidario con ella: suscitado por la generation-gap: la demanda de la agrupación de jóvenes y las
la humanidad está, en la salvación y la condenación, siempre como totalidad revoluciones estudiantiles tiene también algo de cancelación de la posibilidad
ante Dios. Impuesta así esta solidaridad con todos los hombres e introducido de salvación para la vieja generación ". En el fondo, esto es también una for-
el principio de élite, se hace más fácil la realización de lo deseado. De hecho, mación de élite y una expresión de desesperación con relación a la vieja gene-
sin embargo, entonces se impone la esperanza a todos y se reserva el futuro ración y la manifestación de un estrecho patrón de esperanza para los jóvenes.
para un pequeño grupo: aquello que, a causa de la pesantez antropológica Movimientos como el de los hippies parecen ser llevados por esta ideología
producida por la carga de todos los hombres, parece que no puede tener éxito de «una esperanza para las élites» que excluye de antemano la universalidad
umversalmente puede realizarse con éxito en un grupo pequeño. Esto es real- de lo esperado. Se ha llamado alguna vez a los hippies el «proletariado freu-
mente una expresión de desesperación porque, mediante la formación de secta, diano» 25 . Las razones para ello pueden ser que los hippies creen poder invocar
se confiesa que no se ve salvación para todos. Se podrá tratar de legitimar a Freud 26 como el creador de una «teoría de despliegue de todas las energías
ideológicamente esta manera de proceder apelando, unilateralmente, al dato vitales»: lo que se puede esperar de la vida es el libre despliegue de las inclina-
escriturístico del pequeño resto o del pequeño rebaño; en realidad, se mani- ciones primitivas. Esta apelación a Freud no está justificada de ninguna mane-
fiesta la desesperación en una salvación universal. La historia de las sectas ra. Leary ha aconsejado a los hippies «turn-on, tune-in and drop out: do your
muestra que hay que buscar su principio entre personas que desesperan de la own thing». La capa superior de los hippies no se contenta con esto; ellos ven
cristiandad concreta y buscan, en una experiencia pietística, la afirmación para este consejo como una recta para el individualismo extremo.
su ideología de grupo-élite. En este sentido, el aumento del número de sectas
dentro del cristianismo es un indicio de desesperación camuflada. De ahí que
la secta encuentre sus adeptos principalmente entre los underdogs, la capa 5. AISLAMIENTO
inferior de la sociedad, que no puede llegar a identificarse ni recibe afirmación
de parte de la sociedad. Un estudio reciente de Kitzinger 22 sobre la secta Estrechamente ligada a lo anterior parece darse una nueva forma de aisla-
Rastafari de Jamaica no sólo confirma esta visión, sino que muestra que la miento y alienación 27 . Este aislamiento afecta, en primer lugar, a aquellos que
reducción de perspectiva llega a tanto, que dentro de esta secta hay salvación —según se llama eufemísticamente— han llegado a la fase final. Con esto se
únicamente para los hombres; la mujer es allí una figura marginal. No sólo es quiere designar a aquellas personas que son inútiles para la sociedad de pro-
reducido y anticipado el objeto de esperanza estableciendo como deseo central ducción, porque ya no pueden producir, y a aquellas personas que han sido
el volver de nuevo a África, sino que además se reserva el futuro exclusiva- desahuciadas por la ciencia médica y que no reciben ninguna señal inteligible,
mente para los hombres. Esto último podría ser, ciertamente, la exacerbación de parte de la sociedad, que pueda servir como afirmación para sus vidas 28 .
de una tendencia que se presenta, en un nivel aceptable, dentro del cristianis- Ambas formas de fase terminal fomentan más bien una desesperación que una
mo tan pronto como se habla del lugar de la mujer en el servicio ministerial esperanza. Se ha llamado ya a esta fase terminal una muerte anticipada 29 .
de la Iglesia. Se podría expresar este aislamiento como un fenómeno extremo, que no
Cabe plantear aquí la cuestión de si los que usan drogas B no persiguen afecta, por tanto, a toda la sociedad; pero esto, incluso como fenómeno extre-
una misma esperanza extraviada. Parece característico que los que usan drogas mo, debe acompañar críticamente nuestro lenguaje teológico, nuestro teologar
lleguen a ser integrados en la sociedad por medio de una secta u otra. El paso
de consumidor de drogas a miembro de la secta y luego a miembro integrado " L. Yablonski, The hippie trip, Nueva York, 1968; cf. N. Beets, Drugs:
de la sociedad apuntaría en la dirección de una ampliación constante de pers- «Dux» (junio 1970), 313-320; M. Cornaton, Perspectives et limites de la psy-
pectiva, prescindiendo del resultado terapéutico. Mas con esto se sugiere una chosociologie: «Etudes» (abril 1969), 540-553.
" J. van Ussel, Oude en nieuwe mythen: «Dux» (mayo 1970), 245-255;
valoración que, en primer lugar, debería ser verificada por ulteriores estudios. cf. ibíd., 258; J. D. Bown (ed.), The hippies, Nueva York, 1966.
La misma tendencia que acabamos de señalar en la formación de sectas se " P. Ricoeur, De l'interprétation, París, 1968, 154-185; L. Beirnaert,
Introduction á la psychanalyse freudienne de la religión: «Etudes» (febrero
vuelve a encontrar, en otro nivel, en movimientos como los de los bippies, 1968), 200-210.
" H. P. Dreitzel, Einsamkeit ais soziologisches Problem: «Wissenschaft
" S. Kitzinger, Protest and Mysticism: The Rastafari Cult of Jamaica: und Praxis», 59 (marzo 1970), 102-120.
«Journal for the Scient. Study of Religión», 2 (1969), 240-262. " E. Goffman, Stigma. Notes on the management of spoüed Identity,
" T. Robbins, Eastern Mysticism and the resocialization of drug Users: Nueva York, 1963.
«Journal for the Scient. Study of Religión», 2 (1969), 240-262; véase también " S. de Beauvoir, La víeillesse, París, 1970, 230-299: «La vieillesse dans
el artículo de Salman sobre las drogas psicodélicas en «Concilium», 49 (1969). la société d'aujourd'hui».
428 El Secretariado General La desesperación como síntoma de angustia 429
sobre la esperanza. Hay, sin embargo, una forma de aislamiento que ha seña- todavía una monografía sobre la correlación entre desesperación y suicidio, se
lado Gadamer30 y que penetra más profundamente en toda la sociedad: el ve que es una de las motivaciones más importantes3S. Tampoco la finalidad de
abismo o ruptura entre la actividad humana y una sociedad tecnificada31. esta documentación puede ser penetrar más en esto; únicamente queremos
Marx señaló que la sociedad capitalista ha alienado al hombre de su trabajo. mencionar el crecimiento del suicidio como un indicio de desesperación, puesto
La alienación que aquí se indica comprende a todas las clases y no solamente que también esta realidad se debe traer a cuento al teologar sobre la esperanza.
a la clase obrera: no ven ya el sentido de su actividad; algo que se manifiesta Pero sí se afirma positivamente una correlación entre suicidio e incredulidad.
ya como una nueva forma de quietismo en una desgana ante el trabajo entre Casi todos los investigadores3' creen que existe relación entre suicidio e irre-
grupos de jóvenes. Supongamos que el hombre, en esta sociedad tecnificada, ligiosidad. Según Masrijk ", incluso la inclinación al suicidio es causada siem-
no solamente cumple un papel", sino que es su trabajo. Entonces resulta claro pre, en última instancia, por la incredulidad. Durkheim, que en este terreno
que aquí se presenta una especie peculiar de alienación colectiva que evidencia ha realizado un trabajo que marca nuevos rumbos para despojar al suicidio de
un obstáculo más largo y más difícil de vencer para el hombre con el objeto de un tabú41 moralista, ha descubierto que el número de suicidas es inversamente
llegar a una identificación que se encuentra al mismo nivel de su conciencia- proporcional al grado de integración en el grupo social al que pertenece el
ción histórica ". No sin razón David Riesman " ha dado a su libro un título individuo. Todos los casos de suicidio estudiados parece que pueden ser atri-
muy expresivo: La masa solitaria, puesto que la creatividad personal del sujeto buidos a la desintegración social y a la desinstitucionalización. El destierro
es frustrada, porque el hombre recibe únicamente misiones de una sociedad- que la sociedad hace de la muerte y el mantener alejada la reflexión sobre la
masa tecnificada y él se convierte exclusivamente en ejecutor de lo que una misma fomentan semejante mal. Este problema mundial es una de las mani-
sociedad anónima ha planeado para él: desprivatización de todas las tareas y
festaciones de desesperación más serias con las que se ve enfrentada la socie-
estigmatización de toda formación de personalidad35. El hecho de que esta
dad moderna ".
sociedad necesariamente vaya a ser más tecnificada en el futuro difícilmente
puede alimentar la esperanza, sino que lleva más bien a la desesperación, pues-
to que no se puede descubrir ya el sentido de una sociedad semejante. 7. ABANDONO DE DIOS
" H. G. Cox, On not leaving it to the Snake, 1968, 12; E. Schillebeeckx, MICHEL DEMAISON
Het «rechte geloof», loe. cit., 135-137; J. Leclercq, L'amour des lettres et le
désir de Dieu, París-Brujas, 1957.
" W. Kasper, loe. cit., 280. Dominico. Nació el 7 de julio de 1938 en Gaíllard (Francia) y fue ordenado
" Citado en C. J. Dippel, Tolk en getuige in een tijd zonder herinnering en sacerdote en 1964. Estudió en la Escuela Superior dominicana de teología de
zonder verwachting: «Wending» (junio 1970), 228.
432 Colaboradores de este número
\
Arbresle (Francia), en el Instituto Católico de París y en la Universidad de \
Münster. Licenciado en teología, explica esta materia y es capellán de estudian- FERDINAND KERSTIENS
tes en Lyon. Podemos citar entre sus publicaciones Les sentiers de l'utopie
chrétienne: «Lumiére et Vie», 95 (1969). Nació el 23 de marzo de 1933 en Münster (Alemania) y fue ordenado
sacerdote en 1959. Estudió en las Universidades alemanas de Friburgo, Münster
y Munich. Doctor en teología (1968), desde 1968 es capellán de estudiantes
JUAN ALFARO en la Universidad de Münster. Ha publicado Hoffnungsstruktur des Glaubens
(La esperanza en la estructura de la fe), Maguncia, 1969.
Jesuíta. Nació el 10 de mayo de 1914 en Carcastillo (Navarra) y fue orde-
nado sacerdote en 1944. Estudió en la Facultad teológica de Oña (España),
en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y en la Universidad Gregoriana. JUAN PETERS
Doctor en teología (1949), es profesor de teología dogmática, desde 1952, en
la Universidad Gregoriana. Entre sus publicaciones destacan Lo natural y lo Carmelita descalzo. Nació el 25 de abril de 1921 en Esloo (Holanda). Es-
sobrenatural. Estudio histórico desde Santo Tomas hasta Cayetano, Madrid, tudió en las Universidades de Lovaina y Nimega. Doctor en teología (1957),
1952, y Hacia una teología del progreso humano, Barcelona, 1969. ha sido profesor (de 1949 a 1966) de teología dogmática y espiritualidad en el
Theologicum carmelitano de Smakt-Venray (Holanda). Actualmente es experto
en el Concilio pastoral de Holanda y secretario de la Sociedad Científica de
Teólogos Católicos de Holanda. Podemos recordar entre sus publicaciones
JOSEF GOLDBRUNNER
Geloof en mystiek. Een theologische bezinning op de geestelijke werken van
St. Jan van het Kruis (Fe y mística. Reflexión teológica sobre las obras espiri-
Nació el 25 de julio de 1910 en Munich (Alemania) y fue ordenado sacer-
tuales de San Juan de la Cruz), Lovaina, 1957, y God tegemoet (Encuentro con
dote en 1936. Doctor en filosofía y teología, es profesor de teología pastoral en
la Universidad de Ratisbona. Ha publicado entre otras obras Individuation. Dios), Hilversum-Amberes, 21963.
Die Tiefenpsychologie von C. G. Jung (Individuación. La psicología profunda
de C. G. Jung), Friburgo, 31966.
THEODOR LEHMANN
Directores de sección:
Edward Schillebeeckx OP Nimega-Holanda CONTENIDO DEL TOMO III
Hermán Schmidt sj Roma-Italia ARTÍCULOS
Alois Müller Friburgo-Suiza
Hans Küng Tubinga-Alemania Occ. Alberigo, G.: ¿Nuevas fronteras en la Historia de la Iglesia? 66
Franz Bbckle Rbttgen-Alemania Occ. Alfaro, J.: Las esperanzas intramundanas y la esperanza cristiana 352
Johannes Baptist Metz Münster-Alemania Occ. Aubert, R.: La Historia de la Iglesia, clave necesaria par interpretar las
Roger Aubert Lovaina-Bélgica decisiones del Magisterio 98
Teodoro Jiménez Urresti Madrid-España
Christian Duquoc OP Lyon-Francia Calvo Otero, J.: Relaciones modernas entre la Iglesia y el Estado: Sín-
Pierre Benoit OP Jerusalén-Israel tesis de las nuevas planificaciones a la luz del Vaticano II y los tiem-
Roland Murphy o. CARM. Washington-Estados Unidos pos actuales. Crítica de estas planificaciones 251
Ciprotti, P.: Santa Sede: su función, figura y valor en el Derecho In-
ternacional 207
Consejeros: Cobb, J. B.: Hacia una superación del historkismo y del positivismo ... 30
Congar, Y.: La Historia de la Iglesia, «lugar teológico» 86
Juan Alfaro sj Roma-Italia De Jong, A.: Los Concordatos y el Derecho Internacional: valor e in-
Marie-Dominique Chenu OP París-Francia
Yves Congar OP Le Saulchoir-Francia flujo 242
Andrew Greeley Chicago-Estados Unidos Demaison, M.: Los senderos de la utopía cristiana 334
Rene Laurentin París-Francia Duquoc, Ch.: La esperanza de Jesús 314
Jorge Mejía Buenos Aires-Argentina Fink, K. A.: En torno a la historia de la organización eclesiástica 153
Karl Rahner sj Münster-Alemania Occ. Gastgeber, K.: Crisis actual y nuevos modelos de esperanza 303
Roberto Tucci sj Roma-Italia Goldbrunner, J.: ¿Qué es desesperarse? 364
Greeley, A.: Sociología y estructura de la Iglesia 166
Secretario general: Hofmeier, J.: Esperanza: instinto, pasión, inteligencia 324
McBrien, R. P.: La Iglesia, signo e instrumento de unidad 186
Jan Micklinghoff OP Nimega-Holanda Martín, I.: Presencia de la Iglesia cerca de los Estados 233
Monnich, C. W.: La Historia de la Iglesia en el conjunto de las ciencias
humanas 40
Secretario adjunto: O'Dea, Th.: La Iglesia como «sacramentum mundi» 176
Plongeron, B.: La Historia de la Iglesia en la encrucijada de las cien-
Juan Peters OCD Smakt-Holanda cias religiosas 51
De Riedmatten, H.: Presencia de la Santa Sede en los organismos in-
Secretariado General: ternacionales 218
Rodes, R.: Estructuras de la presencia de la Iglesia en el mundo actual
Arksteestraat, 3-5, Nimega (Holanda) a través de las mismas instituciones de la Iglesia 195
Weiler, A.: La Historia de la Iglesia y la nueva orientación de ta cien-
cia histórica , , 9
CONCILIUM
BOLETINES
Blain, L.: Gabriel Marcel y Ernst Bloch: dos filosofías de la esperanza. 380
Bradley, D.: La crisis occidental y la atracción de las religiones asiáticas. 412
Cuatro profesores: Recientes Historias de la Iglesia 111
Gadille, J.: La sociología aplicada a la Historia de la Iglesia 122
Huizing, P.: Iglesia y Estado en el Derecho público eclesiástico
Jolif, J.-Y.: Broma, ironía, esperanza
Kerstiens, F.: La teología contemporánea de la esperanza en Alemania.
263
374 Revista internacional
Bibliografía crítica
Lehmann, Th.: Un grito de esperanza: los espirituales negros
Peters, J.: La «Black Theology» como signo de esperanza
389
406
397
de Teología
DOCUMENTACIÓN CONCILIAR
I
EDICIONES CRISTIANDAD
Blasco de Garay, 13
MADRID