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INTELIGENCIA:

Como potencia, le permite captar lo universal, a diferencia de los sentidos que


tienen límites.
- Principal accidente de nuestra alma espiritual porque fluye de la forma
sustancial. Es espiritual porque no inhiere en ningún órgano, capta la
esencia de las cosas materiales y puede reflexionar sobre si misma cosa que
no hace ningún órgano.
- Los actos de la inteligencia no dependen de lo orgánico, pero los objetos
sobre los que ejercen si guardan dependencia.
- Todo hombre nace con inteligencia por el mismo hecho de ser hombre. Lo
demás depende del individuo.
Acto de la inteligencia:
- Simple aprehensión: Se capta lo exterior, no se generan juicios, no se sabe si
es verdad o no.
- Juicio: Cuando la inteligencia relaciona conceptos, se afirma o se niega.
- Razonamiento: Relaciona juicios, ordenándolos. Tiene como fin demostrar
una verdad. El hombre es mortal, Luis es hombre, Luis es mortal.
- Aristóteles: “Nada hay en nuestro entendimiento que no haya pasado
previamente por nuestros sentidos”.
La inteligencia esta muy relacionada con los sentidos.
EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL PARTE DE LAS IMÁGENES SENSIBLES
OBTENIDAS POR EL CONOCIMIENTO SENSIBLE INTERNO.

VOLUNTAD:
Se define como apetito elicito racional. Apetito porque es tendencia al bien. Es
elicito porque es despertada por un conocimiento previo. Es racional porque el tipo
de conocimiento que genera la tendencia es racional-
- Depende de la inteligencia. La voluntad maneja las pasiones (odio, amor
sensible, aversión, placer, alegría). Trata de regularlas, encauzarlas.
La inteligencia mueve la voluntad. En la simple aprehensión la inteligencia
presenta algo como bueno en sí a la voluntad. De eso brota el amor espiritual que
es querer alcanzar ese bien que nos presenta la inteligencia. Después viene el
juicio, la inteligencia le presenta a la voluntad ese algo como valioso para mí. De
ahí nace el deseo. La inteligencia determina el mejor medio y lo presenta a la
voluntad, que a través de la elección, elige conseguir el bien propuesto a través del
medio del a inteligencia juzgo como el mejor. Después se elabora un plan de
acción. Por ultimo al alcanzar el bien propuesto, la voluntad experimenta el gozo-
La voluntad depende de la inteligencia pues el apetito solo es despertado por el
conocimiento de un bien. Una vez despierto, existe reciprocidad entre ambos. La
inteligencia mueve a la voluntad presentándole un bien que debe ser amado, y la
voluntad mueve a la inteligencia aplicándola la consideración de su objeto.

Inteligencia: palabra que proviene del latín intus legere ("leer adentro"), que
designa a la facultad del alma por la cual el hombre es capaz de comprender –
aunque en ocasiones no sea más que de un modo confuso– «lo que las cosas son»,
esto es, la verdad de su ser. Por su inteligencia el hombre también es capaz de
conocer el «fin» al cual debe tender con sus actos y las leyes morales que lo
acercan al bien y lo alejan del mal. A la inteligencia se la llama también «razón» o
«entendimiento», y puede ser de dos maneras:

«Especulativo»: es la inteligencia en cuanto se aplica al conocimiento y la


contemplación de las verdades más profundas en relación al mundo, al hombre y a
Dios. Las verdades fruto de este uso especulativo de la razón llevan el nombre de
«Sabiduría» o «filosofía primera».
«Práctico»: es la inteligencia en cuanto se ocupa de discernir el modo en que los
principios generales de la moral se aplican a las situaciones contingentes de la vida
cotidiana; es la inteligencia en cuanto or¬dena e ilumina el obrar. Las verdades
fruto de este uso práctico de la razón llevan el nombre de Ética o filosofía moral.

Es conveniente destacar que la inteligencia funciona de tal manera que no puede


tener nunca dos pensamientos a la vez. El poder pensar en una cosa por vez, de
manera cierta y sin mezcla o desviación, se ve favorecido por el silencio, la
tranquilidad del espíritu y el dominio (aunque no la subyugación, claro está), del
placer proporcionado por los sentidos.

Los actos «contrarios» al adecuado desarrollo de la vida de la inteligencia son,


entre otras cosas, el aplicarse a «pensamientos superficiales», inútiles, que desvían
nuestro pensamiento hacia lo banal, hacia lo que no tiene una auténtica
importancia, haciéndonos perder un tiempo precioso que podría ser utilizado para
nuestro bienestar espiritual y para el bien de las personas que amamos. También la
«ignorancia voluntaria», sobre todo en disciplinas teóricas como la filosofía –
particularmente la ética– y la Teología, son cuestiones que «empobrecen»
seriamente el pleno desarrollo de la vida del espíritu. Es perjudicial también la
desmesurada «curiosidad» hacia todo aquello que alimenta las pasio¬nes o los
goces de los sentidos; el meterse en vidas ajenas para desnudar sus defectos frente
a los demás (sólo basta prender la televisión 10 minutos por la tarde para entender
esto); el «juzgamiento» apresurado de las situaciones y las personas; la «soberbia»
de creerse dueño absoluto de la verdad, sin tener la apertura necesaria para
escuchar a las personas sabias y virtuosas.

b) Voluntad: palabra que proviene del latín volo (querer), que designa la facultad
espiritual por la cual el hombre busca conquistar (quiere) aquellas cosas que la
inteligencia le muestra como «buenas»; es la facultad de querer el «bien» conocido
por el entendimiento. Su objeto es, entonces, el bien (aunque siempre queremos
un bien concreto), y su acto propio es amar (entendido como la «tendencia» hacia
lo bueno). Ahora, quizá pueda ocurrir que el bien perseguido por la voluntad sólo
sea un bien «aparente» para la persona.

Ello puede ocurrir al menos por dos razones: una de ellas sería que la inteligencia,
oscurecida quizá por las pasiones, no «comprendió adecuadamente» el ser de la
cosa querida (amada), y por ello «confundió» lo que era bueno para sí misma con
lo que podía hacerle daño. Nuestro entendimiento en esta vida es imperfecto,
sobre todo a causa del desorden de las pasiones; debido a ello a nuestra voluntad
puede presentársele como bien algo que realmente no lo es y, por tanto, puede
elegir mal. Otra posibilidad surge cuando la inteligencia comprende
adecuadamente el ser de la cosa, pero la voluntad (que es libre) «prefirió» un
«bien inferior» (quizá de naturaleza sensible) en desmedro de un «bien superior»
(quizá de naturaleza espiritual). La voluntad posee una propiedad fundamental
que es la libertad, la cual le permite «elegir o no» aquello que la inteligencia le
presentó como un bien. Nuestra voluntad se vuela hacia el bien que le "ofrecen" las
cosas conocidas por la inteligencia, aunque libremente, no obligadamente.

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