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Lucio Sergio Catilina es el protagonista de los hechos tratados en la monografía, y


es el jefe de la conjuración; a él Salustio le dedica todo un capítulo descriptivo: el quinto.
Es la figura emblemática de la decadencia de la sociedad romana, un hombre cruel pero
que tiene también una grandeza ambigua, exactamente como se presentaba la Roma del
siglo I aC4

Su figura está por encima de los demás personajes. Esto se debe en gran parte a la
técnica del «retrato paradojal», un método que Salustio usa para tratar y describir
personalidades combatidas por grandes pasiones, en las que se unen grandes vicios con
virtudes excepcionales.
Lucio Catilina, de noble estirpe, tuvo un ingenio vivaz y un cuerpo vigoroso, pero era de ánimo
perverso y depravado. Desde niño le resultaron atractivos los desórdenes, las violencias, los robos,
la discordia civil y desde su juventud ejercitó tales cosas.20

Hay buenas razones para afirmar que Catilina no es un personaje completamente


negativo, aun cuando Salustio le atribuya dotes diversas de las del «monstruo» de
corrupción y de malignidad, pero algunos estudiosos,21 sostienen que bajo la figura
grandiosa de este personaje se proyecta la fascinación de un final heroico, el mismo que
circunda a quienes combaten y mueren por defender sus propios ideales —sean estos
justos o erróneos. Un fin heroico, buscado por él mismo, combatiendo sin casco en la
batalla y un aspecto noble, casi de estatua: son imágenes profundamente arraigadas en la
mentalidad romana.
Catilina fue encontrado lejos de los suyos, entre los (cadáveres de sus) enemigos, respiraba todavía
un poco y mantenía en el rostro la ferocidad de alma que tuviera vivo.22

Durante la batalla, Catilina murió, pero fue una muerte honrosa, digna de un héroe
épico. El historiador Lucio Anneo Floro (del siglo I d. C.) afirmó en una epítome:
Fue una muerte hermosísima, ¡si al menos hubiese sido por la patria! 23

Surge así el retrato de un hombre extraordinario, sea en su grandeza sea en un


malignidad, una figura ambigua hacia la que el autor no nutre una aversión ni condivide
plenamente el juicio negativo de Cicerón.

Por lo demás, las convicciones de Catilina, según cuanto refiere en sus discursos,
no se separaban mucho de las de Salustio. La diferencia sustancial era que el
historiador, dado su pasado y su condición social, no habría apoyado jamás una solución
distinta de la moderada y respetuosa legalidad en relación con la clase senatorial.24

Papel de César[editar]
Un papel particular dentro de la historia está reservado a la figura de César. En
efecto, según los historiadores modernos es muy verosímil, aunque no se diga
abiertamente en el curso de la obra, que el futuro dictador de Roma, hubiera puesto
más de una esperanza en el éxito de la conspiración catilinaria, como ya había hecho
en la primera conjuración aun cuando jamás se menciona su nombre. Entre los principales
objetivos de Salustio, cesariano convencido, está el de limpiar la fama de César de
cualquier sospecha. Por ese motivo habría tratado de las motivaciones morales o
generales de la conspiración sin entrar en las políticas o económicas.11

El escritor no pierde ninguna ocasión para subrayar la preocupación de César por la


legalidad. Esto se nota principalmente en el momento en que toma la palabra en el
Senado, el 15 de diciembre del 63 a. C., para oponerse a la condena a muerte25 de los
conjurados: la pena sería inconstitucional y por tanto, contraria —sostiene— a las mores
patrum (‘costumbres de los padres’) y a toda la tradición romana.

El César descrito por Salustio no aparece como revolucionario y su oposición al partido


senatorial no tendría nada que ver con el programa eversivo de Catilina. Al contrario,
César aparece como el fiel guardián del mos maiorum tradicional y por ello, puesto al
mismo nivel de Catón el menor, hombre extremadamente conservador, como su célebre
antepasado de quien lleva el nombre. Partiendo de premisas análogas (la tradición y
la prisca virtus, la antigua virtud del pueblo romano), Catón llega a conclusiones opuestas:
pide y sostiene la pena capital para los conjurados.
...

Estilo de la obra[editar]

Salustio es considerado el fundador de la historiografía latina. Su estilo está fundado en


la inconcinnitas37 y se origina en dos ilustres modelos: el historiador griego, Tucídides (en
particular su obra sobre la Guerra del Peloponeso) y su predecesor Marco Porcio Catón, el
Censor.

Esta doble inspiración se nota en la «archaeologia» (capítulos del 6 al 13): la investigación


de las causas más profundas de la conjuración, de influencia típicamente tucididiana, se
une con los tonos solemnes de la denuncia de la crisis moral propia de Catón.
nn. que compone como si fuera una ragedia, como Tucídides,
que enfoca la historia con una visión trágica o dramática,
teatral, de la historia, en Tucídides la protagonista
trágica es Atenas, en salustio es el personaje trágico
Ctilina, tanto por su aspecto positivo como negativo, pero
la cosa es que el personaje es un carácter excesivo, como
los personajes trágicos, exceivo, desmedido, incontrolable
en sus pasiones, y con un fin también trágico y ambiguo, no
sabemos si finalmente fue un personaje totalmente negativo
o positivo
- la historia se mueve por determinados personajes que
encarnan una virtus
- la obra d está centrada, a veces excesivamente, en
catilina, no aparece una visión historica más global, que
aparezcan motivos sociales, económicos o políticos
- tiene una visión moralista de la historia, centrada en la
decadencia de la nobleza romana, sin embargo, parece que
este énfasis en el aspecto moral y de las costumbres, tapa
los intereses económicos que había detrás.
- esto último algunos lo interpretan como un intento de
defeder la participación de César
- su estilo hay que contraponerlo al de Cicerón, frente a
la abundancia y profusión verborum de Cicerón, Salustio es
el conceptismo, la brevedad y concisión, además del uso de
arcaísmos (¿??)
- Salustio no estuvo animado solo por motivos de carácter artístico e histórico, como
sostiene en el proemio de la obra, sino que se dejó llevar por el clima político vigente,
componiendo un «libelo muy polémico y tendencioso»
nconcinnitas y arcaísmo[editar]
Al contrario de Cicerón que se expresaba con un estilo amplio, articulado, rico de
proposiciones subordinadas, Salustio prefiere el discurso irregular, lleno de
asimetrías, antítesis y variaciones de construcción. El control de una técnica tan
irregular crea un efecto de gravitas, dando una imagen esencial de cuanto se describe.38

De Tucídides, Salustio toma

- la esencialidad expresiva,

- las sentencias bruscas y elípticas,

- la irregularidad del texto,

- un período paratáctico lleno de frases nominales,

- la omisión de conjunciones,

- la elisión de verbos auxiliares (con un uso rítmico y continuo del modo infinitivo
narrativo y del quiasmo): se evitan las estructuras balanceadas y las cláusulas rítmicas
del discurso oratorio. De Catón toma el modo solemne, la actitud moralizante, la lengua a
veces severa y a veces popular, austera: el período esencial y enriquecido por
arcaísmos39 que exaltan las frecuentes aliteraciones y asíndeton.

Un estilo arcaizante pero al mismo tiempo innovador, capaz de introducir un léxico y


una sintaxis en contraste con los cánones del lenguaje literario de la época. Salustio evita
volver a proponer los efectos dramáticos del estilo trágico tradicional y prefiere suscitar
emociones partiendo de una descripción realista del evento (definido por algunos como
«sobriedad trágica»).4

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