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Sandra Rodríguez
Pastor: Jair
Alguna vez estuvimos cautivos del pecado no éramos nada ni nadie ,porque
estábamos en nuestros deleites, en nuestras pasiones desordenadas, estábamos
muertos espiritualmente, condenados , como pájaros sin alas ,vivíamos en la carne,
no teníamos temor a Dios, creíamos en otros dioses ,adorábamos a otros dioses,
no éramos obedientes como nuestros padres y las generaciones pasadas que
nunca tuvieron en cuenta las recomendaciones de Jehová de los ejércitos ,cuando
Dios los saco de Egipto a la tierra prometida, seguimos sus pasos ,sus tradiciones,
y nunca cumplimos sus mandatos, por eso muchos de los descendientes fueron
destruidos por manos del Señor.
Pero el mismo Dios partió su historia en dos cuando decidió que iba a nacer un
Salvador, para liberar al mundo. Fue cuando entonces nació Emanuel (Dios con
nosotros), nuestro libertador, él que iba a cambiar y a remover la tierra perdida a
una tierra fructífera. Profesáis dichas por los profetas antiguos los cuales fueron
cumplidas, fue algo evidente el nacimiento del Salvador.
Una vez nacido el salvador tenía que seguir cumpliendo la promesa, que iba a ser
entregado en manos de los romanos.
A salvación fuimos llamados toda la humanidad, pero Dios no obliga a nadie para
que la obtenga.
El ya hizo su sacrifico en la cruz del calvario, lo hizo una vez y para siempre, lo hizo
porque tuvo misericordia y gracia para con los hombres, por su gran amor. Nunca
nos merecimos ese amor tan grande, porque estábamos destituidos de la gracia de
el por el pecado que nos accedía. Su amor con su muerte fue la historia más
hermosa que tuvo él con la humanidad, gracias a ese sacrificio, hoy tenemos
entrada al trono celestial, somos libres para servir, para llevar las buenas noticias
de Cristo.
Desafortunamente muchas personas no quieren reconocer esa inmolación que hizo
Jesucristo, porque no quieren comprometerse a una vida de santidad, porque les
hala más el mundo y les parece mejor estar en el, que vivir a la manera de
Jesucristo.2 Pedro 3:7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados
por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición
de los hombres impíos.
Por ese motivo muchos no serán salvos en el día del juicio. La meta de Dios es que
todos sean salvos, pero tristemente no será así. El mismo vivió una vida de santidad
y nunca cayo en pecado; fue el mejor ejemplo que nos dejo que siempre fue tentado
por el diablo, pero no se hundió en las artimañas de él.
1 Pedro 1:16 «Sean santos, porque yo soy santo»
Si el mismo nos dejó esta gran enseñanza; es porque nos doto de habilidades y
capacidades para ser santos como él.
Él mismo nos dice que somos santos, esa santidad debe ser alimentada en el
Espíritu Santo para que sea eficaz y perdure para siempre, además la lectura de la
biblia, la adoración, la oración, la obediencia y la sujeción, el arrepentimiento
genuino son prácticas que ayudan a vivir en santidad, para entrar y cenar con el
Señor en aquel día, que el mismo nos tiene destinados
Debemos ser imitadores de Cristo como buenos hijos de Dios, tener la mente y el
carácter de Cristo nos ayuda a seguir la carrera de la fe, sin desistir, porque nada ni
nadie nos debe separar del amor de Cristo, con la ayuda de él, levanta al caído y le
da nuevas fuerzas para continuar.
Efesios 5 Por lo tanto, imiten a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus
hijos queridos. Vivan una vida llena de amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos
amó[a] y se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros, como aroma agradable
a Dios.
La fe debe ser desarrollada constantemente para no perder las esperanzas de un
mejor futuro en Cristo, porque por fe y la gracia de Dios somos salvos.
Efesios 2:8-9 Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen
ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las
cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de
ser salvo.
Biografía
contenido: Reglamento interno de la iglesia asociada pg.58