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CAPÍTULO I. Los antecedentes teórico-históricos:

Consideraciones biográficas:
Comencemos dibujando el perfil biográfico de Anthony Giddens, tan sólo hasta
el año de publicación de La Constitución de la sociedad (1984). De nacionalidad inglesa
nace el 18 de enero de 1938 en Edmonton, al norte de Londres. En la década de los
cincuenta ingresó a la Universidad de Hull a estudiar filosofía pero pronto declinó
optando por estudiar sociología y psicología en la misma institución, graduándose con
honores en 1959. Fue el primer miembro de su familia en terminar una educación
universitaria. Posteriormente, continuo sus estudios en una de las universidades de
mayor legitimidad –o si se quiere una de las instituciones educativas que goza de mayor
simpatía y difusión por parte de los medios de comunicación, tanto masivos como
especializados–: la London School of Economics and Political Science, presentando en
1961 su tesis de maestría titulada Deporte y Sociedad en la Inglaterra contemporánea.
Ese mismo año, comienza a dar clases en la Universidad de Leicester, en donde, Ilya
Neustadt y Norbert Elias eran las principales figuras del área sociológica. Según
mencionan Christopher Bryant y David Jary, el propio Giddens ha señalado que
Neustdat fue la influencia intelectual más importante que tuvo en esta etapa de su vida,
aunque reconoce haberse nutrido también del pensamiento de Elías.
En 1966 se traslada a América donde dio clases, primero en Canadá y
posteriormente en la Universidad de California, donde llegará a ser ayudante de Robert
K Merton. Para 1969 obtiene, después de varios intentos, una cátedra en Cambridge por
lo que se traslada de nueva cuenta a Inglaterra. Ahí, en 1974, adquiere su doctorado y
once años más tarde se convierte en el director del área sociológica de esa universidad,
en sucesión de John Barnes. Desde 1974 hasta 1984 año de la publicación de la
Constitución de la Sociedad, Giddens permanece en Cambridge dando cátedra de
sociología. Si bien desde finales de los sesenta escribe varios artículos en revistas
especializadas será en 1971 que publica su primer libro El capitalismo y la moderna
teoría social. A continuación de este, sus principales publicaciones fueron: Política y
sociología en el pensamiento de Max Weber (1972), La estructura de clases en las
sociedades avanzadas (1973), Las Nuevas Reglas del Método Sociológico: crítica
positiva de las sociologías interpretativas (1976), Estudios de teoría política y social
(1977), Emile Durkheim (1978), Problemas centrales de la teoría social (1979), Una
Crítica Contemporánea al materialismo histórico (1981), Perfiles y criticas de la teoría
2

social (1982). Finalmente, en 1984 presenta La constitución de la sociedad. Bases para


la teoría de la estructuración.
En términos generales podríamos decir que Giddens se ha avocado a la
investigación de dos áreas de estudio. En primera, tenemos lo que podríamos distinguir
como un esfuerzo por revisar los fundamentos de la teoría social –donde se inscriben
todas las obras mencionadas–. Él mismo enuncia esta veta de investigación en Las
Nuevas Reglas…, donde la divide en tres propósitos básicos: “Elaborar una visión
crítica de la evolución de la teoría social del siglo XIX…definir y someter a crítica
importantes problemáticas del pensamiento social del siglo XIX que se integraron en las
teorías sobre la formación de las sociedades avanzadas. El tercero es elaborar, pero
también reconstruir, problemas suscitados por las ciencias sociales, desconcertantes
siempre porque su “objeto” consiste en lo que esas mismas “ciencias” presuponen: la
actividad social humana y la intersubjetividad… [Estos proyectos] confluyen en un
intento de construir un análisis crítico de lo que ha legado al periodo contemporáneo la
teoría social del siglo XIX y de comienzos del XX” 1. En otras palabras, Giddens se ha
interesado por llevar acabo una reconstrucción del marco teórico conceptual, no sólo de
la sociología, sino de la teoría social. La constitución de la sociedad. Bases para la
teoría de la estructuración es la síntesis de este esfuerzo, y por ende su aportación más
acabada al mismo.
La segunda área en la que ha concentrado bríos es la del estudio de las
características de las sociedades modernas. En relación a ésta podemos mencionar obras
como Las consecuencias de la modernidad (1990), La transformación de la intimidad
(1992), Un mundo desbocado (1999), etc. En los últimos años, como parte de esta
empresa, se ha dedicado a desarrollar un análisis del campo político –sobre todo
europeo y más específicamente inglés– arribando a su muy criticada teoría de la tercera
vía. Obras como La tercera vía. Renovación de la social democracia (1998), La tercera
vía y sus críticos (2000) y su último libro Over to You, Mr Brown -How Labour Can
Win Again (2007,) son ejemplos de ello.
Ahora bien, desde mi perspectiva en la introducción de La constitución…
Giddens posiciona a la teoría de la estructuración como parte integrante de lo que
considera un proceso histórico atravesado por la teoría social entre inicios de la segunda
mitad del siglo XX y la década de los ochenta del mismo siglo. Según parece, para

1
Anthony Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu editores, Argentina, 2001, p 9.
De aquí en adelante, nos referiremos a esta obra como NRMS.
3

Giddens ese proceso se desarrolla más o menos de la siguiente manera. Un primer


momento, antecedente directo a su generación, sería el periodo que corre entre 1945 y
principios de la década de 1960, en este, una visión –una forma de teoría social–
empirista y estructural funcionalista se hace con la hegemonía del campo de las ciencias
sociales. Esta hegemonía intelectual, que será compartida por varios discursos, es
denominada por Giddens “el consenso ortodoxo”, y lo concibe como dado en relación a
“la naturaleza y las tareas de la sociología y las ciencias sociales como un todo.” 2 Pero,
para finales de los 60 y principios de la década de 1970, comienza a generarse una
andanada de críticas –en la cual se inscriben varios trabajos del propio Giddens– al
consenso ortodoxo. Éstas se construyen, sobre todo, a partir de la recuperación de ideas
provenientes de la tradición de pensamiento hermenéutico y de lo que Giddens
denomina las sociologías de la comprensión. Ninguna de estas fuentes teóricas tenía
representación en el mencionado consenso. Esta situación –desmoronamiento de la
hegemonía de un conjunto teórico a partir de las críticas mencionadas– posibilitó, al
parecer de nuestro autor, que para mediados de la década de los setenta se incubara un
desorden teórico. En el marco de este proceso es que Giddens se plantea el esfuerzo por
revisar los fundamentos de la teoría social. Por más que él señale que la teoría de la
estructuración no pretende constituirse en una ortodoxia nueva, el hecho es que con ella
intentó superar ese estado “caótico” en el que percibía se encontraba la teoría social a
principios de los ochenta. Con su propuesta teórica buscaba pues re-constituir o re-
ordenar un discurso (hegemónico) para la teoría social.
Así las cosas, a mi parecer, estamos hablando de que la teoría de la
estructuración surge como un nuevo intento por superar el enfrentamiento histórico –
ontológico y epistemológico– entre dos paradigmas de estudio de lo social.
Enfrentamiento que, hay que decirlo de una vez, es reconocido por Giddens para las
décadas del siglo XX señaladas en el binomio funcionalismo y estructuralismo, por un
lado, y el binomio de la hermenéutica y las sociologías de la comprensión por el otro.
Detrás de ambos binomios se encuentran entonces dos paradigmas de pensamiento
científico que, desde los orígenes mismos de las ciencias sociales, han venido
intentando explicar la relación existente entre sujetos (actuantes) / estructuras (poniendo
a veces muy claramente el énfasis analítico de un sólo lado, en el despliegue de un sólo
elemento) El origen de tal enfrentamiento lo podemos ubicar en las fuentes filosóficas
2
Anthony Giddens, La Constitución de la Sociedad, Bases para la Teoría de la Estructuración, Amorrortu
editores, Argentina, p15. De aquí en adelante nos referiremos a esta obra como LCS .Ésta y Las NRMS
podemos considerarlas como las fuentes centrales para este trabajo.
4

mismas que dieron a luz a las ciencias sociales y en específico a la sociología, es decir,
en lo que podríamos denominar la tradición de las ciencias naturales –imbricada al
positivismo– y, por otro lado, la tradición de las ciencias del espíritu o
geisteswissenschaften. De estas dos fuentes filosóficas modernas, irán surgiendo
entonces, desde finales del siglo XIX, la mayor parte de los enfoques y aproximaciones
para el estudio de lo social, un conjunto de objetos de preocupación, criterios de validez
y procedimientos para aproximarse al conocimiento de la realidad social.3
A continuación, trataré de exponer una imagen general, lo menos somera
posible, de la plétora de escuelas y autores –sobre todo del siglo XX– con los que
Giddens dialoga para erigir su teoría, es decir que, expondré el despliegue de los dos
binomios teóricos reconocidos por Giddens, así como lo concerniente a algunos autores
y escuelas que debido a su trascendencia para la teoría giddensiana debemos tratar por
separado –tal es el caso, por ejemplo, de Karl Marx e Irving Goffman–. Mi exposición
se concentrará en presentar las características que Giddens enfatiza de las diversas
escuelas y autores, ya sea para criticarlas y rechazarlas o para recuperarlas e
3
Cabe aquí hacer algunos señalamientos. En primera, de manera sintética e introductoria podríamos
definir dicha distinción entre dos fuentes originarias de la sociología y las ciencias sociales en general
siguiendo al sociólogo peruano Orlando Plaza, quien en una conferencia expuso las diferencias entre las
“dos tradiciones de conocimiento” que se encuentran detrás de estas de la siguiente manera: 1) en
primera, tendríamos a la tradición de “las ciencias naturales”, que influyó para que se generasen
tendencias tales como: el observar en las ciencias naturales un modelo para las sociales, asignar
preeminencia a lo estructural sobre de lo individual y de la acción, tomar la explicación como eje y
característica de un conocimiento científico basado en la predictibilidad, objetividad, etc. En suma, una
matriz objetivista, naturalista, positivista y organicista. 2) La tradición de las ciencias del espíritu, que
cruza distintos enfoques que influyeron para conformar tendencias como: una diferenciación del método
con las ciencias naturales, tomar la acción social como elemento básico, ver en la comprensión o
interpretación el eje fundamental de un conocimiento científico de lo social, basado en la captación del
sentido de la conducta observable de los sujetos, la capacidad de los mismos para asignar sentidos a sus
acciones, etc. En suma, una matriz centrada en el sujeto, antipositivista y culturalista. (Orlando, Plaza,
Retos actuales de la teoría sociológica. Obtenido el 21/09/07 en la siguiente dirección electrónica:
http://www.pucp.edu.pe/departamento/ciencias_sociales/docs/retos_actuales_oplaza.pdf p, 4-7) En
segundo lugar como sugiere, por ejemplo, J.M Mardones, podríamos sostener que detrás de la
constitución, no sólo de las ciencias sociales, sino de la ciencia moderna en general existen dos
tradiciones filosóficas que les dan sustento: la aristotélica y la galileana. Cada una plantea un conjunto de
características a satisfacer por parte de una explicación que se quiera denominar científica; algunos de
esos elementos son identificables al interior del debate actual de las ciencias sociales. (Véase J.M
Mardones, Filosofía de las ciencias humanas y sociales, Anthropos, España, 1991, p 20-26) En tercera,
respecto de la relación entre las ciencias sociales y las ciencias naturales no debemos olvidar que, como
Narciso Pizarro señala, “entre las representaciones sociales de la naturaleza, las del hombre y las de la
sociedad existe una compleja red de metáforas: después de haber conferido al mundo natural una
organización categorial tomada de la representación del orden social, en el discurso que la sociedad
produce sobre sí misma encontramos metáforas naturalistas.” ( Narciso Pizarro, Tratado de metodología
de las ciencias sociales, Siglo XXI, España, 1998 p 41.Véase capítulo 1 y 2) Finalmente, hay que señalar
que para comenzar a hacernos de una imagen respecto de la forma concreta en que se fue configurando la
institucionalización de las ciencias sociales y la historia durante el siglo XIX y principios del siglo XX
resulta indispensable consultar la investigación coordinada por Imannuel Wallerstein, donde, entre otras
cosas, se muestra como se desplegó una diferenciación entre labores ideográficas y nomotéticas ( I.
Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, siglo XXI editores, México, 2001 )
5

incorporarlas a su propuesta teórica. Por lo tanto, me baso, sobre todo, en la


interpretación del propio Giddens; lo que nos será útil en la medida en que de esa
comprensión surgirá la síntesis estructuracionista.
Consenso ortodoxo y funcionalismo:
Como se dijo, tras finalizar la segunda guerra mundial y hasta entrada la década
de los sesenta el “consenso ortodoxo” dominó el panorama de la academia en ciencias
sociales, generando un terreno común para el debate de la mayor parte de sus discursos
(antropológico, histórico, sociológico, político, etc). Su figura intelectual más relevante
sería, sin lugar a dudas, el sociólogo norteamericano Talcott Parsons, principal
representante del estructural funcionalismo, la corriente dominante dentro de dicho
consenso. Para Giddens, el consenso ortodoxo estaba definido por tres ismos: el
naturalismo, el funcionalismo y el objetivismo. Estas tres características, a mi parecer,
se encuentran profundamente imbricadas con la llamada filosofía positivista, aunque,
como veremos más adelante, Parsons, de hecho intentaba alejarse de cierta versión del
positivismo que, podríamos decir, frente a él aparecía como el “consenso ortodoxo” de
las ciencias sociales de su época. A continuación, presento una breve explicación sobre
el trabajo de Parsons y sus similitudes con el trabajo giddensiano, así como una
explicación sobre las mencionadas categorías con las que Giddens define al consenso
ortodoxo –y sobre algunas de las características de la filosofía positivista–. Antes de
ello, resta recordar que el consenso ortodoxo se fue constituyendo en el contexto de la
conquista de la hegemonía mundial por parte de los Estados Unidos, es decir, en su
proceso de entronización como centro del sistema mundo capitalista, posición que
durante el siglo XIX ocupó Inglaterra, y que fue perdiendo desde finales de ese mismo
siglo. Así, al finalizar la segunda guerra mundial, los Estados Unidos afianzaron su
hegemonía multidimensionalmente, es decir, en los campos de lo político, lo
económico, lo militar, lo cultural, etc. Las ciencias sociales, en tanto disciplinas
institucionalizadas, no estuvieron exentas de este proceso.
La obra de Parsons que posibilitó que lo que posteriormente se conoció como
funcional estructuralismo se convirtiera en la principal fuente del consenso ortodoxo fue
La estructura de la acción social (1937) Como dice Jeffrey Alexander ésta “por virtud
de su poder intrínseco y su influencia intelectual extrínseca… jugó un papel clave,
quizás el papel clave, en el establecimiento del vocabulario básico para la sociología
6

moderna.”3 En ese libro, selecciona e interpreta a cuatro clásicos de la ciencia social:


Durkheim, Weber, Pareto y Marshall. A partir de ellos, funda un discurso que ejercerá
enorme influencia en la sociología, empírica y teórica hasta, al menos, mediados de la
década de 1960 –teniendo hoy día presencia a través de la obra de Habermas y
Luhmann. Podemos decir que, La estructura de la acción social en términos generales,
tuvo como eje de análisis la compleja relación entre tres nociones: orden, acción y
valores. Para Giddens, en resumen, dicho estudio derivó en la conjugación de una
versión refinada de funcionalismo con una concepción naturalista de la sociología.
Antes de continuar hablando del trabajo teórico de Parsons, nos parece necesario
analizar más detenidamente lo que fue el consenso ortodoxo partiendo de las tres
categorías que utiliza Giddens para definirlo. Pero si aceptamos esa caracterización,
entonces, de entrada, debemos plantear lo que sería, desde mi perspectiva, una raíz de
filosofía positivista en dicho consenso.
Giddens señala en un artículo escrito en 1977 que podemos distinguir al menos
dos acepciones para la noción de positivismo. Una muy específica y otra más general. 4
La primera se refiere a los autores que en el siglo XIX -Comte, Durkheim, etc- y
después en el XX -Círculo de Viena- se auto posicionaban como positivistas. La
segunda, a la que denomina filosofía positivista, de manera más amplia refiere a un
conjunto de discursos que han adoptado una serie de perspectivas epistemológicas
conexas que resume en lo siguiente5: 1) La suposición de que la realidad consiste en
impresiones sensoriales, en lo empírico, idea a la que a veces se le denomina
fenomenismo. 2) Una aversión a la metafísica, condenada por la imposibilidad de su
demostración y los peligros de hipostatización (véase capítulo II, sección sobre la
dimensión ontológica) 3) A su vez, desde esta trinchera filosófica, se cree posible y
necesaria la separación de ciencia e “ideología”, de hechos y valores. 4) También, se

3
Jeffrey Alexander, “Parsons Structure in American Sociology”, en Jeffrey Alexander, Raymond Boudon,
et al, The classical tradition in sociology .The American tradition, Vol II, SAGE, London, 1997 p 231.
4
Anthony Giddens, “El positivismo y sus críticos”, en Tom Bottomore, Historia del análisis sociológico,
Amorrotu, Argentina, 1988, p 273-274. Giddens distingue una tercera categoría en este artículo, la de
sociología positivista. Esta refiere al marco lógico propuesto por Comte y mediado por Durkheim que ha
sido incorporado en el funcionalismo moderno. En líneas generales, este escrito analiza las similitudes y
diferencias existentes entre el positivismo representado por Comte y aquél del Círculo de Viena, para
después analizar las críticas esgrimidas a la filosofía positivista por la filosofía post-positivista
anglosajona y por la escuela de Francfort.
5
A mi parecer, se puede sostener que ambos sentidos del positivismo están informados o influidos por las
reflexiones metodológicas de Descartes, y a su vez, por la razón empirista planteada por John Locke, y
por los principios teóricos de la filosofía ilustrada. En suma, por la tradición de pensamiento que da forma
a las ciencias naturales, y que se fundamenta en una perspectiva objetivista, naturalista y racionalista. Así
por ejemplo, comparten una concepción de la razón como fuente de la metodología del conocimiento
objetivo.
7

parte del presupuesto de que la sociedad puede ser epistemológicamente asimilada a la


naturaleza y que en ambas reina una armonía natural: leyes o fuerzas independientes de
la voluntad y de la acción humana. 5) Esto, nos lleva a la presuposición de un
fundamento lógico compartido, y por ende, a la idea de la unidad metodológica entre las
ciencias naturales y sociales.6
Me parece que, si definimos al consenso ortodoxo a partir de los tres “ismos”
anteriormente señalados, éste integró entonces varios presupuestos de la filosofía
positivista. Así por ejemplo, desde el mismo se percibía a la conducta humana como
resultado de fuerzas no controladas ni comprendidas por los actores. Se pensaba una
relación de determinación del objeto, la sociedad y sus estructuras constrictoras, sobre
del sujeto, el agente humano y su voluntad. También le identificaba un naturalismo, en
el sentido de que a pesar de reconocer cualidades específicas del mundo social, se
asumía que, en lo general, las ciencias sociales debían seguir el mismo esquema lógico
de las ciencias naturales –lo que se encuentra en consonancia evidente con el punto 5–.
Como consecuencia de esto, el consenso ortodoxo se inclinó por entender la “teoría”
únicamente en relación a un conjunto de leyes o generalizaciones en una cadena
deductiva, es decir, tal y como es comprendida por las ciencias naturales. Ahora bien, el
tercer ismo, específicamente en su forma de estructural funcionalismo parsoniano fue, a
mi parecer, el eje del consenso ortodoxo, por lo que, cabe a continuación analizarlo más
detenidamente.
Desde sus orígenes el funcionalismo –con la influencia de la filosofía positivista
como telón de fondo– se ha caracterizado por interesarse en las problemáticas de
organización institucional y por su oposición al subjetivismo en la teoría social.7 La obra
de Durkheim fue tal vez la influencia más importante en su desarrollo durante el siglo
XX, aunque la labor de Malinoswky y Radcliffe Brown en la antropología fue también
central. En términos generales, podemos decir que el funcionalismo considera a la
sociedad como un conjunto de partes –instituciones al interior de un sistema– que
marchan con el fin de mantener el orden existente, el cual, hace posible dicho conjunto.
Es de señalarse aquí que si bien el funcionalismo moderno tiene como uno de sus
fundamentos la crítica a las teorías evolucionistas, no obstante, como señala Giddens,
muy pocos funcionalistas han abandonado la idea de su quehacer en las ciencias tiene
6
Anthony Giddens, “El positivismo y sus críticos”, op.cit, p 273
7
Giddens, “Functionalism: après la lutte”, en Anthony Giddens, Studies in social and political theory,
Basicbooks, UK, 1997, p 97. (aparecido por primera vez en Social Research num 43, 1976) La imagen
que presento aquí del funcionalismo está basada principalmente en lo expresado por Giddens en este
artículo, así como en los capítulos sobre el tema de Las NRMS.
8

elementos lógicos en común con su contraparte en la biología. Aunado a esto, hay que
recordar que tanto en Comte, como en Spencer, Durkheim y Parsons “la terminología
funcionalista ha aparecido en conjunción con un rechazo de políticas radicales en favor
de la necesaria reconciliación entre orden y progreso. Por supuesto tal observación,
como Merton señaló, no muestra que el funcionalismo esté lógicamente atado a esos
puntos de vista.” 8 A decir de nuestro autor, existen cuatro conceptos cardinales para el
funcionalismo –cabría acotar nosotros, en primer lugar el desarrollado por Merton, y en
segundo, el de Parsons–: 1) Sistema, entendido como interdependencia de la acción, la
cual a su vez es concebida como lazos causales homeostáticos, es decir, como una
interdependencia entre elementos (acciones) que se orientan por fines autoregulativos
que buscan conducir al mantenimiento de la constancia de la propiedades y composición
de cada uno de esos elementos y del sistema en su conjunto. 2) Estructura, como el
patrón estable de una acción 3) Función/Disfunción, donde la primera se refiere a
contribuciones de las partes en la empresa por mantener el orden, o la integración del
sistema; la segunda, en contraposición, se vincula al desorden y la desintegración. 4)
Funciones manifiestas y latentes. Las primeras se refieren a acciones con intención y
anticipación en busca de la integración del sistema. La segunda a acciones que sin
intención ni anticipación contribuyen a la integración del sistema. En principio, ambas
categorías son aplicables también a la disfuncionalidad del sistema. 9
Concentrémonos en Parsons. Como ya habíamos mencionado el orden, la acción
y los valores son sus tres categorías clave, al menos en La estructura de la acción
social. A decir de Giddens, esta obra se puede observar también como un intento por
reconciliar el voluntarismo supuestamente inherente al enfoque weberiano con la idea
de la exigencia funcional del consenso moral introducida por Durkheim.10 Según el
sociólogo norteamericano Jeffrey Alexander, Parsons desarrolló en dicho escrito la
siguiente lógica: la sociología se debe enfocar en el problema del orden, el problema
hobbesiano: ¿Qué mantiene unida a la sociedad? ¿La fuerza y la estafa? ¿Un
compromiso con los valores? ¿O ambos? Cualquier solución plausible a dicho
problema, Parsons argumentaba, debía estar vinculada al concepto de acción. Para
eludir la solución hobbesiana del Leviatán, que considera que el actor sólo se ve forzado
a realizar acciones, intenta fundamentar la existencia de una libertad esencial de la
acción, o lo que llegó a llamar voluntarismo. Mantener esto, a su parecer, sólo es posible
8
ibid, p104 ,105
9
ibid, Véase, p 115-122
10
Véase, NRMS, p120
9

si se acepta el carácter interpretativo (no racional) de la acción, esto es: que los actores
se esfuerzan por generar significado, por dar un sentido a su acción. Para ello, se
orientan a sí mismos mediante “normas” que les proveen de bases comunes para la
evaluación; en tanto que esas bases son compartidas por los miembros de la sociedad
pueden ser llamadas valores, y en tanto que estos son internalizados el problema del
orden puede ser resuelto de una forma antihobbsiana. 11 Según el mismo autor, puede
decirse que para Talcott Parsons, Durkheim, Weber, Pareto y Marshall, descubrieron y
promulgaron las ideas que el presentó articulas de la manera descrita. Desde la
perspectiva de Giddens, para el autor de La estructura de la acción social el núcleo de
las mismas concierne al concepto de la interiorización de valores, elaborado según
señala, por Durkheim y Freud, cada uno de manera independiente.12
Las ideas de Parsons que hemos señalado tienen en el llamado marco de
referencia de la acción una de sus principales conclusiones.13 Desde la perspectiva de
Giddens, la noción de valor sería el elemento central de ese marco pues “vincula las
disposiciones de necesidad de la personalidad (valores introyectados) y (por la vía de las
expectativas de rol normativas en el nivel del sistema social) el consenso cultural.” 14
Este vínculo será entonces la última expresión del intento parsoniano por fundamentar
la existencia de capacidades creadoras e innovadoras por parte de los individuos. Pero
desde la perspectiva de nuestro autor, y muchos otros, ni el Parsons de La estructura de
la acción social, ni el posterior, logrará dar cuenta satisfactoriamente de las capacidades
del agente, las cuales intentaba captar a través del llamado voluntarismo. En ningún
momento logra dar cuenta de que la sociedad es resultado de una producción diestra de
los actores u agentes. La libertad del sujeto actuante, que en un principio trataba de
integrar a su discurso, en sus últimas obras –en especial en El sistema social– se
reducirá, como acabamos de señalar, a “las disposiciones de necesidad de la
personalidad”, identificándose con la interiorización de valores, con ello, como plantea

11
Jefrey Alexander, op.cit, p231. Por otro lado, a decir de Giddens la manera en que Parsons plantea y
busca resolver el problema hobesiano tiene las siguientes consecuencias: en primera, supone que el
voluntarismo puede ser incorporado a una teoría partiendo de la tesis de que los valores son a la vez
componentes motivacionales de la acción y elementos centrales del consenso social. En segunda, supone
que el conflicto en la vida social se centra en la relación individuo-sociedad; ello tiene por consecuencia
conceptualizar el disenso como desviación tal y como lo hizo Durkheim (Giddens, NRMS, p 120)
12
ibid, y Giddens, NRMS, p35
13
A decir del propio Parsons el marco de referencia de la acción tiene lo que Husserl denomina un status
fenomenológico. “Es el marco lógico indispensable por el cual describimos y pensamos acerca del
fenómeno de la acción”. (Talcott Parsons, La estructura de la acción social. Cit en Zygmunt Bauman,
“Hermeneutics and modern social theory”, en David Held, John Thompson, Social theory of modern
societies: Anthony Giddens and his critics, Cambridge, UK, 1989, p38)
14
NRMS, p120.
10

Giddens tan sólo se esgrime “un desideratum de complementación entre sociología y


psicología”, es decir, tan sólo se plantea un proyecto incumplido de relacionar las
características psicológicas del agente con la instituciones sociales. En el análisis de
Parsons el actor social acaba convertido en un “autómata cultural” y está muy lejos de
ser “un agente con conocimiento, dueño en parte de su propio destino.”15
No obstante el balance negativo que hace Giddens respecto de la obra de
Parsons, podríamos decir que existen algunas afinidades entre los proyectos teóricos de
ambos autores. En primera, como Zygmunt Bauman sostiene, la teoría parsoniana
emerge de preocupaciones muy similares a las que atañen a la teoría de la
estructuración; ambas intentan fundamentarse como teorías hermenéuticamente
informadas. La primera, sobre todo en La estructura de la acción social, y la segunda en
La constitución de la sociedad obra en la que, como veremos, Giddens busca reconocer
la inexorabilidad del elemento hermenéutico para la teoría y la investigación social. 16
Por otro lado, según señala el mismo autor, Parsons propone su teoría como una
respuesta a la infructuosa forma en que el positivismo de la década de 1930 aplicado al
estudio de la sociedad, resolvía el dilema central de la condición humana que puede
expresarse, como dice Bauman, como el hecho de que la gente hace historia (sociedad,
sistema, estructuras, etc) en la misma medida en que ésta hace a la gente. Parsons,
articuló esta problemática como una disyuntiva entre el voluntarismo y el carácter
evidentemente no azaroso de la acción humana. A sus ojos, el positivismo de su época
estaba atrapado en un tratamiento infructuoso de tal problemática 17, y como tal,
podríamos decir, aparecía como “el consenso ortodoxo” a superar. El núcleo de los
esfuerzos argumentativos de la teoría de la estructuración se halla precisamente en la
construcción de una teoría social, de carácter ontológico, que comprenda cabalmente el
dilema expresado por Bauman.

15
A.Giddens, Política, sociología y teoría social, Paidós, España, 1997, p 253
16
Bauman, op.cit, p 36. Cabe aclarar que a decir de este autor, el trabajo de Parsons fue, ante todo, una
investigación fenomenológica sobre la esencia de la acción social, así como del proceso lógico a través
del cual dicha esencia genera condiciones trascendentales de la acción como la personalidad o la
sociedad.
17
Para Parsons el pensamiento positivista se ve encerrado en el dilema utilitario. O sea, que: o bien la
mediación activa del actor en la elección de los fines es un factor independiente de la acción, y el
elemento final debe ser fortuito; o bien se niega la implicación reprensible del carácter fortuito de los
fines. Pero, en este último caso, su independencia desaparece y son asimilados a las condiciones de la
situación; es decir, a elementos analizables en términos de categorías no subjetivas, especialmente de la
herencia y del medio” (Talcott Parsons, La estructura de la acción social, p 104) A decir de Bauman,
Parsons percibe que en tanto el modelo científico natural sea forzado por el consenso positivista al estudio
de la realidad social, la única manera de dar cuenta de la regularidad empírica del comportamiento de los
actores es el supuesto de alguna clase de determinismo. (Bauman, op.cit, p 37)
11

Como parte de la crítica a la forma en que el positivismo trató este dilema es que
Parsons, como mencionamos, busca generar, dentro del marco de una concepción
voluntarista, una idea del sujeto que le reconozca como knowledgeable, es decir, como
un sujeto diestro, entendido, capaz de aprender a actuar mediante un monitoreo de las
circunstancias o contextos concretos. Tal capacidad cognitiva-comprensiva sería para él
la forma en que se vehiculiza el sentido de la acción. 18 De acuerdo con Bauman
podemos decir que esos intereses parsonianos, que para Giddens no llegaron a buen
puerto, encontrarían eco en uno de los conceptos esenciales de la teoría de la
estructuración: la conciencia práctica. Aparte de este tipo de similitudes podemos
mencionar algunas otras: ambos autores erigen su andamiaje teórico, su síntesis
conceptual, partiendo del estudio previo de una amplia gama de teorías, ambos
consideran que el resultado de sus esfuerzos teóricos sirve para orientar el desarrollo de
las investigaciones sociales, además ambos esquemas teóricos pueden ser concebidos
como formas de teoría de la acción.
También, por supuesto, existen varias diferencias entre los proyectos de estos
dos autores, por ejemplo, la insistencia por parte de Giddens en la centralidad de la
reflexividad para el comportamiento humano, su crítica al evolucionismo y el
naturalismo, así como su crítica al determinismo característico de la teoría de sistemas y
a las jerarquías de la teoría cibernética, las cuales informan en gran medida a la teoría
parsoniana.19 No obstante estas diferencias, y el diagnóstico de Giddens sobre el
consenso ortodoxo, y la obra de Parsons en particular, congeniamos con autores como

18
Bauman, op.cit, p 37 Este autor también nos recuerda que como parte de la búsqueda de Parsons por
superar a las teorías sociológicas que le precedían prometía trascender el dilema nominalismo
social/realismo, es decir, el problema de la primacía del objeto o el sujeto. De manera similar, Giddens
tratará de superar una serie de “dualismos”, entre los cuales se encuentra el de individuo/sociedad. Ambos
autores como consecuencia concordarían en observar en las prácticas recurrentes a la única unidad
empírica accesible al conocimiento.
19
Richard Kilminster,“Structuration Theory as a World-View”, en Christopher G.A. Bryant & David Jary,
Anthony Giddens Critical Assessments, Vol. I, Routledge, London, 1997, p 100-101 Hay que recordar
que el trabajo teórico de Parsons se nutre de la teoría de sistemas y de la teoría cibernética. La primera es
una teoría que analiza sistemas complejos como la sociedad, o la naturaleza. Básicamente busca dar
cuenta de la relación que se gesta entre un grupo de objetos que se desarrollan en conjunto para generar
resultados. A menudo se le reconoce como una ciencia de los de sistemas, basada en los trabajos de
Ludwig von Bertalanffy. La segunda, puede verse como el estudio interdisciplinario sobre las estructuras
de sistemas regulados que se basan en lenguajes. Su principal objetivo es analizar las funciones y
procesos de los sistemas que se conforman en el seguimiento de metas, mediante procesos circulares de
retroalimentación. La teoría de Parsons muestra influencias de las jerarquías cibernéticas en el llamado
esquema AGIL que propone para analizar el desarrollo de las funciones que los sistemas deben seguir
para existir. Las jerarquías las asigna de acuerdo al nivel de información de los sistemas. El sistema
cultural, por ejemplo tiene como función el mantenimiento de patrones y se encuentro en lo alto de la
jerarquía, seguido por el sistema social y su relación con la función de integración, ambos son los más
relacionados con la función de control. Por debajo de ellos, presenta al sistema de la personalidad con la
función de establecer el alcance de metas de los sujetos.
12

Richard Kilminster y Bauman en que existen ciertas similitudes entre las teorías de
Parsons y Giddens.
Más allá de estos aspectos destacados por Bauman, para Giddens, además de la
reducción del obrar humano a la interiorización de valores y la concomitante omisión
del carácter activo de la constitución de la vida social, existen otras dos carencias
esenciales de Talcott Parsons y el funcionalismo. La primera sería su tratamiento
deficiente del poder, en tanto que lo aborda como un fenómeno secundario. La norma o
el valor aparecen como el rasgo central de la actividad social y por ende de su teoría. En
segunda, y en relación también a aspectos de poder, la teoría parsoniana no otorga
importancia al carácter negociado de las normas, al hecho de que están abiertas a
interpretaciones divergentes, en relación con los intereses también divergentes que
existen en la sociedad.20 Por lo demás, para Giddens el trabajo teórico de Parsons
termina por convertirse en un discurso determinista que privilegia el análisis de la
coacción de las estructuras sobre el sujeto. En el funcionalismo ortodoxo parsoniano “el
miembro de una sociedad no figura… como un agente diestro, creador, capaz de
regular reflexivamente su conducta ( ¡ y en principio capaz de hacerlo a la luz de algo
que creería que puede aprender de las teorías de Parsons.)” 21 A continuación, haré una
breve exposición del mencionado rechazo de Giddens a las tendencias evolucionistas –y
por ende al pensamiento teleológico– para después exponer algunas de las
características del estructuralismo europeo, otra de las fuentes de las que nutrirá su
teoría.
Evolucionismo:
El rechazo de teorías evolucionistas en el quehacer de las ciencias sociales será
central para la elaboración de la teoría de la estructuración, sobre todo en lo que se
refiere a la reflexión respecto del cambio o la transformación social. Desde la
perspectiva de Giddens, el evolucionismo –y el pensamiento teleológico que
regularmente le acompaña– suele estar directamente implicado con el funcionalismo,
con lo que llamamos la filosofía positivista, e incluso, con algunas versiones de
marxismo. Básicamente, para nuestro autor las teorías evolucionistas forman parte de
los intentos por explicar el cambio que buscan “especificar ciertos principios limitados
de determinación del cambio a los que se atribuye algo semejante a una validez

20
NRMS, p 37. Estas críticas se refieren específicamente a Durkheim y Parsons, y las desarrolla
principalmente en el capítulo 3 de esta obra.
21
ibid, 189
13

universal.”22 Por lo tanto, “evolución” no se reduce a ser un término aplicado de manera


fortuita, tan sólo para señalar cambio o transformación. Regularmente, como una de sus
principales características, las teorías evolucionistas comparten con el funcionalismo y
el estructuralismo el énfasis en la existencia de determinaciones generadas por una
amplia gama de fuerzas sociales que los actores, generalmente, no controlan ni conocen.
Para que las teorías evolucionistas en las ciencias sociales tengan un significado preciso
deben de cumplir con varias características, entre las que se encuentran, cierta
continuidad conceptual con el discurso biológico de la evolución y la especificación de
mecanismos de cambio, como por ejemplo, el tratamiento de una concatenación
concreta de procesos como una fórmula general del movimiento para sociedades que
comparten características estructurales.23
Para nuestro autor, las ideas evolucionistas y teleológicas presentes en los
esfuerzos de la teoría social por comprender el cambio son, en última instancia, nocivas,
razón por la cual en la teoría de la estructuración se tratará de romper explícitamente
con ese tipo de pensamiento. Así pues, en La Constitución de la Sociedad, Giddens
concluye su análisis sobre el tema enumerando cuatro peligros que corre el pensamiento
evolucionista, y que recomiendan una radical ruptura con este como el mejor modo de
evitarlos. A saber: 1) La comprensión unilineal, que refiere a una tendencia de ciertos
discursos a generalizar, erróneamente, procesos concretos de transformación social.
Verbigracia, sostener que el feudalismo es una etapa universalmente necesaria para la
evolución del capitalismo. 2) La comprensión homológica, la cual la podríamos definir
como la tendencia a desarrollar una visión evolutiva-lineal de la relación entre el
desarrollo del individuo (psicológico/sociológico) y el desarrollo de la sociedad. Esta
herramienta analítica, a decir de Giddens, fue expuesta nítidamente por vez primera en
la concepción de la cultura freudiana y posteriormente fue trabajada por autores como
Norbert Elias y Herbert Marcuse. Para Elias, por ejemplo, las coacciones externas,
administradas y organizadas por las instituciones sociales se interiorizan como auto-
coacciones. 3) La ilusión normativa. Este “peligro” se encuentra íntimamente
relacionado con lo anterior y se puede definir como la pretensión de que las sociedades
con las posiciones más elevadas en la escala evolutiva, son, en algún sentido, mejores
puesto que “están ahí”; en otras palabras estamos hablando de una inclinación a
22
LCS, p 256. Según nuestro autor el significado más general del concepto de evolución, nacido en el
siglo XVII, sería: proceso regular de cambio que recorre etapas discernibles. (ibid, p257). El capítulo 5
de LCS está dedicado a exponer lo que Giddens considera una desconstrucción de las teorías del cambio
social y del poder.
23
ibid, Véase p 257-260.
14

equiparar un mayor poder de las instituciones de una sociedad dada a una superioridad
moral en una escala evolutiva. 4) La distorsión temporal, por último, refiere a una
confusión entre historia e historicidad, que conlleva a sostener que el fluir del tiempo
siempre conlleva el cambio.21
En suma, siguiendo a Ian Craib, podríamos concluir que la principal
impugnación teórica de Giddens al pensamiento evolucionista se da en referencia a la
idea de que exista algún mecanismo específico de cambio social al interior de una
sociedad que la empuja a ir hacia adelante en una escala evolutiva. Dentro del
funcionalismo dicho mecanismo no es sino la adaptación al medio ambiente material.
Además, los riesgos del evolucionismo arriba señalados convergen en un aspecto:
tienden a considerar la acción y la vida humana como determinadas por fuerzas ajenas a
la misma. Por tanto, al renunciar al pensamiento evolucionista, nuestro autor, busca
enfatizar el carácter activo-reflexivo de los agentes, así como concebir el cambio social
como un fluir sin curso predeterminado, resultado de la suma de factores internos y
externos a una sociedad en particular, conjugados en un momento especifico.22
Estructuralismo y postestructuralismo:
En lo que respecta al estructuralismo y al post-estructuralismo hay que
mencionar brevemente lo siguiente. Como es sabido, ambos florecen en varias
disciplinas sociales a partir de la recuperación crítica del trabajo teórico del lingüista
suizo Ferdinand de Saussure, a nuestro parecer, uno de los pilares del llamado giro
lingüístico. Como apunta el mismo Giddens, podemos observar al estructuralismo tanto
como “un movimiento dentro del ámbito lingüístico como un intento de demostrar la
importancia de los conceptos y métodos de la lingüística para una amplia variedad de
problemas de las disciplinas humanísticas y de las ciencias sociales.” 23 Sobre todo,
resulta relevante para el análisis social la distinción hecha por Saussure entre langue y
parole –así como algunas otras categorías a ellas vinculadas, verbigracia, la sincronía y
diacronía–, a decir de varios autores la idea clave en su pensamiento. Muy
esquemáticamente podríamos decir que la langue es la totalidad del sistema del que
echamos mano para producir nuestros actos de parole, o formas concretas en las que se

21
Véase Giddens, LCS, p 267-271 e Ian Craib, Anthony Giddens, Routledge, N.Y, 1993, p 18-19
22
Ian Craib, op.cit, p 19
23
A. Giddens, “estructuralismo, post-estructuralismo y la producción de la cultura”, en A. Giddens,
Jonathan Turner (editores) La teoría social hoy, Alianza editorial, Madrid, 1998, p 255. En este artículo
nuestro autor ofrece su balance respecto de las contribuciones y limitaciones de la gama de autores que se
suelen incorporar dentro de los rótulos de estructuralismo ( Sausurre y Levi-Strauss,) y post-
estructuralismo (Foucault, Derrida, Lacan, Barthes, Kristeva, etc)
15

despliegan nuestros actos de habla. Así, en su nivel más básico un lenguaje (langue) es
una estructura de signos y de reglas que gobiernan la manera en que esos signos pueden
ser relacionados. Para Saussure una langue puede, o mejor dicho, debe ser analizada
como una totalidad de naturaleza relacional, es decir, como una totalidad en la que cada
una y todas las palabras (elementos) que le componen se constituyen diferenciándose
del resto y no en sí mismas, y por ende, mantienen una relación arbitraria con el objeto
al que refieren. 24
Estructuralismo y post-estructuralismo comparten con el estructural
funcionalismo el énfasis analítico en las estructuras. El primero, las comprende como
elementos internos a los actores humanos, como códigos soterrados que terminan por
fungir como productores de sujetos, mientras que éstos son tratados sólo como producto
de las mismas, con lo que se minimiza la capacidad de los agentes para producir
activamente esas estructuras. El ser humano es percibido así como un receptáculo en el
que inciden diversas estructuras. No obstante estas deficiencias, como veremos en el
tercer capítulo, cuando Giddens desarrolla su propio concepto de estructura en definitiva
emplea, al menos por analogía como dice Craib, algo muy parecido a la
conceptualización estructuralista de la misma, si bien claro, tratando de evitar los vicios
que apunta. De igual forma recupera otras categorías estructuralistas como la
diferenciación entre lo sintagmático y lo paradigmático, la cual utiliza para distinguir
dos ámbitos de análisis de la estructura, como veremos más adelante. Incluso utiliza
ideas de esta escuela para introducir la importancia de las categorías de tiempo y
espacio en la teoría de la estructuración. 25
24
Además de lo señalado podríamos decir que Saussure comprende al lenguaje como un proceso de
construcción de la realidad a comunicar. Los signos lingüísticos (entidades de dos caras: significado y
significante) interrelacionados, es decir, las relaciones de signos con otros signos, crean significados y por
ende realidad. Cabe señalar también que la tesis del carácter arbitrario del signo, permitirá, por ejemplo,
esgrimir la tesis del descentramiento del sujeto, en tanto que el significado no depende del significante
sino de la totalidad. La realidad es pues para Saussure construida significativamente, los elementos
lingüísticos no tienen ninguna realidad independientemente de su relación con el todo. El poder
significativo del signo lingüístico está condicionado por las relaciones que lo unen a otros signos de la
lengua, de manera que no es posible aprehenderlo sin reubicarlo en una imbricada red lingüística. Véase
Giddens, “Estructuralismo, post…”, op.cit p 261, 267, además Ian Craib, op.cit p 26 y Ferdinand de
Saussure, Curso de lingüística general, fontamara ed, México, 1994.
25
Ian Craib, op.cit, p26-27 Cabe señalar que en lingüística la distinción entre lo sintagmático y
paradigmático es planteada por Sausurre y refiere a la existencia de dos clases de relaciones simultáneas
entre los elementos lingüísticos que componen el juego de relaciones de la lengua. El ámbito
paradigmático refiere a la relación de un elemento con los otros elementos que son mutuamente
sustituibles, en donde la presencia de una supone la ausencia de los demás. La relación sintagmática se da
entre un elemento con otros elementos simultáneamente presentes. En este ámbito se estudia pues la
relación entre los diferentes elementos de la cadena hablada, mientras que lo paradigmático refiere a la
elección de cada uno de los elementos en lugar de los otros que también pueden ocupar el lugar. Se puede
decir que las relaciones sintagmáticas son relaciones de presencia mientras que las relaciones
paradigmáticas refieren a las opciones que no se halla presente en la oración.
16

Al post-estructuralismo lo podemos comprender como una radicalización de las


posturas estructuralistas. Los autores identificados con esta escuela igualmente critican
la noción clásica que concibe al sujeto como origen de las acciones, como tomador de
decisiones y así sucesivamente, pero como dice Craib “el énfasis no recae tanto en las
dificultades de generar sentido en nuestras vidas, de encontrar significado, sino en la
ausencia de significados.”26 A partir de esto se desarrolla una idea del self como
naturalmente dividido y /o fragmentado. Por otro lado, en lugar de hablar de estructuras
soterradas, se habla del constante juego entre lenguaje y sentido. Las ideas planteadas
por esta escuela nutrirán el pensamiento de Giddens, verbigracia, el análisis que Derrida
realiza sobre la relación de interacción entre presencia y ausencia, con el cual da cuenta
de que en todo momento se tejen imbricadas relaciones entre ambos aspectos, le
permitirán retomar el concepto de “huellas mnémicas” para desarrollar su definición de
la estructura. Los trabajos de Foucault respecto de la convergencia entre discurso y
poder, así como su sociología histórica, serán también fuentes importante para la
27
elaboración del discurso estructuracionista. Para resumir podemos decir, siguiendo a
Hans Joas, que el estudio que Giddens realizó del estructuralismo y el post-
estructuralismo tuvo, al menos, tres consecuencias para el proceso de constitución de su
propia teoría. En primera, a través de estas fuentes recupera la crítica a la filosofía
introspectiva de la conciencia, conocida como el descentramiento del sujeto –que
plantea desde varias aristas una crítica a la primacía del sujeto (y por ende del yo). El
actor humano, como dijimos, se concibe como producto de estructuras y no como
productor de éstas, el yo, se argumenta por ejemplo, no es dueño de su propia casa 28–.
Aunque, como veremos, se rehúsa a convertir ese descentramiento en una eliminación
del sujeto. Para Giddens, un uso productivo de las ideas esgrimidas por estas escuelas
requeriría una teoría de la estructura que no soslaye las capacidades del sujeto en tanto
agente. En segundo lugar, su revaloración de la temporalidad y la espacialidad de la
existencia humana para la teoría social, a decir de Joas, es deudora de estas escuelas –y
en última instancia de Heidegger-. En tercera, a decir de este autor, el contenido y la
forma que adquiere el concepto de poder en la teoría de la estructuración recupera en
parte el pensamiento elaborado por estas dos escuelas, en especial los trabajos de

26
ibid, p27
27
ibid, p28
28
Giddens desarrolla su análisis sobre la tesis del descentramiento del sujeto en su artículo “El
estructuralismo, el post…”, op.cit, p 267-269.
17

Michel Foucalt29 –como veremos en el siguiente capítulo Giddens reconoce la deuda


con este autor, pero también asegura ofrecer un concepto de poder distinto.
Como vimos, el estructural funcionalismo, y más en general lo que Giddens
define como el consenso ortodoxo, están relacionados íntimamente con varios
presupuestos implicados en lo que llamamos la filosofía positivista. De esa imbricada
correlación entre el positivismo, el consenso ortodoxo y el funcionalismo –usualmente
acompañado de pensamiento evolucionista– se genera una multiplicidad de formas de
explicar la realidad que, no obstante sus singularidades, mantienen un núcleo de
postulados y tesis en común. Si bien el estructuralismo y el post-estructuralismo se
apartan de la filosofía positivista y se constituyen delineando marcados contrastes con el
funcionalismo, a decir de Giddens, comparten no obstante algunas similitudes notables
que se condensan en el énfasis puesto en el análisis de las estructuras. Así las cosas,
“estructuralismo como funcionalismo insisten con vigor en la preeminencia del todo
social sobre sus partes individuales (o sea, los actores que lo constituyen, los sujetos
humanos.”)30 Para finalizar, enunciemos lo que sería para Giddens la caracterización
más general del despliegue de este binomio (el funcionalismo-estructuralismo),
representante durante gran parte del siglo XX de uno de los dos paradigmas o
tradiciones de teoría social que han constituido a gran número de expresiones de las
ciencias sociales: estas escuelas denotan una inclinación por el naturalismo y el
objetivismo –tal y como los definimos–; además, se trata a la subjetividad como un
fenómeno residual, mientras que “la estructura (en las acepciones dispares que se
atribuyen a este concepto) alcanza el primado sobre la acción, y se acentúan con fuerza
(sus) cualidades restrictivas.”31 En suma, esta tradición se funda en la plena orientación
de los esfuerzos analíticos al estudio del objeto social, por sobre de los sujetos o
agentes. Es posible que a algunos lectores les parezca que en este retrato faltaría el
trabajo de Marx y de los marxismos, sobre todo en su expresión sociológica. Sin duda,
esta apreciación sería adecuada para el caso de algunos marxismos, pero no para el
trabajo de Marx. A mi parecer, es más justificado exponer lo concerniente a su
pensamiento de manera separada; tanto por su significación específica y nuclear en
relación a la teoría de la estructuración, como por las características mismas de su
pensamiento.
29
Hans Joas, “La teoría de la estructuración de A. Giddens: apuntes introductorias sobre una
transformación sociológica de la filosofía de la praxis”, en Sociológica, año 3, números 7/8, mayo-
diciembre 1998, UAM Azcapotzalco, México p 217-218
30
Giddens, LCS, p 39
31
ibid, p 40
18

Karl Marx:
Giddens realiza un tratamiento ambivalente de lo obra de Marx. Por un lado,
tiende a considerar que algunos de sus escritos –así como los de otros autores influidos
por éstos– son compatibles con el consenso ortodoxo y más en general con la tradición
del funcionalismo estructuralismo, sobre todo, en cuanto al reconocimiento de fuerzas
que controlan a los sujetos y que están por encima de ellos. Aunado a esto, reconoce y
pretende recuperar críticamente, sus aportes en relación al análisis de los procesos
sociales, el conflicto y el cambio, así como su tratamiento de los intereses, y el poder al
interior de la dialéctica de clase.32
Pero además de esto, Giddens reconoce que en reflexiones muy específicas de
Karl Marx, en las que enseguida nos detendremos, existen elementos cruciales para el
desarrollo del punto de vista que trata de sostener con su teoría de la estructuración.
Esas reflexiones se hallan en diversos pasajes de El 18 brumario (1852) y de los
Grundrisse (1857-1858). El primero, un famoso análisis que Marx realiza sobre la
coyuntura histórica francesa de la que fue contemporáneo: el golpe de Estado por parte
de Luis Napoleón Bonaparte en 1851. El segundo, las extensas notas de investigación
sobre economía previas a la redacción de El capital (1867). Las reflexiones que retoma
Giddens de los Grundrisse se ubican en el contexto del análisis sobre la producción-
reproducción del capital elaborado por Marx. Nuestro autor llega a sugerir en varias
ocasiones que en estos escritos se encontraría el germen, o mejor, el teorema de la
posición teórica que él trata de desarrollar. A continuación, me parece pertinente, dado
su importancia para el desarrollo de la reflexión estructuracionista, presentar, primero,
el pasaje del 18 Brumairo y después, uno de los pasajes de los Grundrisse:
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su albedrío, bajo
circunstancias que ellos mismos escojan, sino bajo circunstancias con las que se encuentran de
una manera inmediata, dadas y heredadas. La tradición de todas las generaciones pretéritas pesa
como un íncubo sobre el cerebro de los vivos. Y precisamente cuando parecen ocupados en
subvertirse y subvertir las cosas, en crear lo que aún no existe justamente en esas épocas de
crisis revolucionaria hacen angustiosos conjuros para poner a su servicio los espíritus del
pasado, les toman prestados sus nombres, sus consignas, su ropaje, para representar, con este
vetusto disfraz y este lenguaje prestado, la nueva escena de la historia universal.” 33
“A medida que se desarrolla el sistema de la economía burguesa, se desarrolla también
la negación de sí misma, que es su último resultado. Todavía tenemos que seguir con el proceso

32
Véase por ejemplo, Giddens, NRMS, p 125-127
33
Cit en LCS, p23
19

de producción inmediato. Si consideramos la sociedad burguesa en su totalidad, la sociedad


misma, es decir, al hombre mismo en sus relaciones sociales, se presenta siempre como último
resultado del proceso de producción social. Todo lo que tiene una forma definida, como
producto, etc., se presenta solo como momento evanescente en este movimiento. El mismo
proceso de producción inmediato se presenta aquí exclusivamente como momento. Las
condiciones y objetivaciones del proceso son igualmente momentos del mismo, y solamente los
individuos aparecen como sujetos del mismo; pero los individuos en relaciones reciprocas, que
ellos reproducen y producen de nuevo. Su propio y constante proceso de movimiento, en el
que ellos se renuevan tanto así mismos como al mundo de las riquezas que ellos
crean”34.
¿Qué es lo que Giddens observa en estos y algunos otros pasajes de la obra
marxista –en especial de los Grundrisse–? Pues bien, a mi parecer, encuentra una forma
plausible de aprender aquello que señalaba Bauman como el carácter contradictorio de
la acción humana: el hecho de que el ser humano hace la historia en la misma medida en
que ésta lo hace a él, es decir, que le ofrecen una perspectiva sobre la relación acción-
estructura que trata de no perder de vista el carácter activo de ambos aspectos, tal y
como Giddens intentará plantear de manera extensa con la teoría de la estructuración y
su concepto de la dualidad de estructura. Precisamente por ello, en este tipo de pasajes
reconoce también un tratamiento adecuado del problema de la producción/re-
producción (social). En suma, las ideas que Marx plantea en este tipo de reflexiones nos
remiten a lo que Giddens llama “la ontología marxista de la praxis”; si se quiere, el
sentido más general –y el único pertinente a decir del británico– que puede darse al
rótulo de materialismo histórico. Estas ideas suponen para nuestro autor un impacto
crítico en los dualismos sujeto-objeto y objetividad-subjetividad pues retoman los
términos de esas relaciones de tal manera que, ni el agente, ni la estructura, aparecen
como elementos externos, ni determinantes uno sobre otro, con lo que se disuelve, de
hecho, tal dualismo. Dicho lo anterior, pasemos a presentar una breve exposición del
otro binomio teórico con el que dialoga nuestro autor.
Las respuestas al consenso ortodoxo:
Como ya se ha mencionado en la década de 1960 el consenso ortodoxo comenzó
a ser minado por una amplia gama de críticas esgrimidas desde diversos ámbitos y por
varios autores. Estas críticas además –e incluso antes– de provenir de científicos
sociales que podríamos ubicar en las coordenadas de la tradición de la hermenéutica y
34
Karl Marx, Grundrisse, Lineamientos fundamentales para la crítica de la economía política, Vol II,
Crítica Grupo Ed Grijalvo, 1978, México, p 98
20

las sociologías comprensivas –y por lo tanto en la orbita europea– vinieron de


sociólogos norteamericanos como Charles Wright Mills (La imaginación sociológica,
1959) y Alvin Gouldner ( La Crisis de la sociología occidental, 1970), así como de
autores vinculados al llamado interaccionismo simbólico que criticaron, al igual que
Giddens, la tendencia de la teoría parsoniana a privar al sujeto de su papel activo en la
definición de situaciones, así como de su existencia como productor de significados en
marcos de referencia intersubjetivos. También, a decir del propio Giddens, autores como
Ralf Dahrendorf y John Rex representantes de la llamada escuela europea del conflicto,
no obstante que compartían algunos de los supuestos básicos del consenso ortodoxo,
criticaron la poca atención o deficiente conceptualización del poder, el conflicto y la
división de clase que se hallaba al interior de la teoría de Parsons.
A decir de Giddens, con la manifestación de estas críticas y de las que podemos
enmarcar en el binomio de la hermenéutica y las sociologías comprensivas, el núcleo de
las aportaciones teóricas dominantes regresaría a Europa. Para decirlo en breve, la
nueva discusión que se generó es resumida por nuestro autor en torno a tres núcleos
temáticos: una insistencia de la mayoría de las escuelas de pensamiento en cuestión en
el carácter activo, reflexivo, de la conducta humana, una mayor atención en el papel del
lenguaje y las facultades cognitivas en la explicación de la vida social y, finalmente, un
reconocimiento de que el declive de la filosofía empirista en ciencia natural –originado
por un amplio espectro de trabajos de autores como Wittgeinstein, Karl Popper, Kuhn,
y por otro lado, por resultados teórico-empíricos de las mismas ciencias naturales como
el teorema de incompletitud de Gödel, el principio de incertidumbre de Heisenberg, etc–
tiene también profundas consecuencias para las ciencias sociales. 35 Según palabras del
35
LCS, p 17-18. Los primeros tres autores señalados ofrecieron nuevos elementos para concebir el devenir
de la actividad científica y los discursos que ésta genera más allá de la filosofía empirista y positivista
dominante. Wittgeinstein pasó de tratar de ordenar y librar de confusiones al lenguaje con su Tractatus
(1921) a la aceptación y comprensión de la existencia de diversos “juegos del lenguaje” en la vida social
irreductibles a una sola racionalidad, con los Cuadernos azul y marrón e Investigaciones Filosóficas. Karl
Popper buscó dar cuenta de la lógica de las ciencias de una forma novedosa planteando el concepto de
falsabilidad, con el cual en parte trataba de enfatizar el hecho de que una teoría se corrobora o acepta
provisionalmente de acuerdo a la información empírica, pero sin ser verificada de forma irrefutable.
Thomas Kuhn, con una mirada más socio-histórica desarrolló el concepto de paradigma para dar cuenta
de las transformaciones de los discursos científicos y sus límites. Por otro lado, hay que apuntar que el
principio de incertidumbre de Heisenberg da cuenta de la imposibilidad de la mecánica cuántica para
conocer exactamente, en un instante dado, los valores de dos variables de manera conjugada (posición-
impulso, energía-tiempo, etc). Así, según el principio de incertidumbre, ciertos pares de variables de la
física cuántica, como la posición y el momento de una partícula, no pueden calcularse simultáneamente
con una medición precisa. El conocer una de ellas implica una total indeterminación en el valor de la otra.
El objeto de estudio se ve pues afectado por el sujeto y sus mediciones. Gödel, por otro lado, plantea en el
campo de la lógica matemática el famoso teorema de la incompletitud el cual básicamente pondrá fin a
los esfuerzos por formalizar totalmente las matemáticas, por demostrar formalmente su consistencia.
Según las investigaciones de Gödel ningún sistema formal puede auto comprenderse así mismo en su
21

propio Giddens, en las conexiones de esos “tres núcleos temáticos” recae gran parte del
interés de la teoría de la estructuración. Pasemos entonces a exponer las principales
ideas esgrimidas desde el segundo binomio que hemos acordado reconocer.
La hermenéutica:
En Las Nuevas Reglas del Método Sociológico se encuentra lo que bien
podríamos considerar una introducción a las problemáticas y aportaciones teóricas
generadas desde la hermenéutica y las denominadas sociologías comprensivas. El perfil
que en esa obra ofrece Giddens de este binomio será la principal –pero no lo única–
fuente en la que nos basaremos para caracterizar al mismo en sus líneas generales.
Comencemos exponiendo pues lo referente al primer término del binomio.
En una primera aproximación, la hermenéutica puede ser considerada “sinónimo
de teoría de la interpretación.”36 Suele considerarse la reforma protestante de Lutero
como su origen. Esta en lugar de aceptar la interpretación de la iglesia romana como la
única posible, abogaba por la libertad de interpretación de la Biblia para cada creyente –
aunque con ciertas restricciones–. En la Alemania de finales del siglo XVIII y principios
del XIX la noción comienza a adquirir nuevos matices con la obra de Schleiermacher, y
posteriormente con la de Dilthey, Droysen, y otros. Ésta hermenéutica fue concomitante
de las Geistwissenschaften o ciencias morales y “procuró establecer las bases de una
discrepancia radical entre el estudio de la conducta humana y la ocurrencia de sucesos
en la naturaleza”37, concluyendo que el estudio de lo social puede y debe ser realizado
partiendo del estudio de la subjetividad de la conducta, mientras que los sucesos
naturales sólo pueden ser captados desde el exterior, mediante la explicación. La
comprensión (Verstehen) mediante la re-vivencia psicológica de la experiencia del otro
se convierte en el concepto central de ésta, la primer hermenéutica moderna. 38 Para
Droysen, por ejemplo, “la manifestación de lo singular es comprendida (Verstanden)

totalidad, existen pues proposiciones que no pueden ser aceptadas o negadas en base a la axiomática del
sistema. Véase: Ernest Nagel, James Newman El teorema de Gödel, , México, CNCT, 1981, Stephen
Hawking, Historia del tiempo, México, Editorial planeta, 1994, Wittgenstein Investigaciones filosóficas,
México, Crítica/UNAM, 2002, Thomas Kuhn La estructura de las revoluciones científicas, México,
FCE , 1971, Karl Popper La lógica de la investigación científica, México, Rei, 1991 (1934)
36
Lidia Girola, “Giddens y las sociologías interpretativas”, en Lidia Girola (coordinadora) Una
introducción al pensamiento de Anthony Giddens, UAM-Azcapotzalco, 1999, p 15
37
NRMS, p 75
38
Es importante señalar que para esta, la primer hermenéutica moderna, existe un contraste entre
Verstehen (comprender) y Erklaren (explicar); la diferencia se funda en lo que acabamos de señalar: la re-
vivencia psicológica o reconstrucción imaginativa de la experiencia del objeto (sujeto) de estudio.
(ibid,p75). Droysen, a decir de Mardones, será el primero en utilizar la distinción entre verstehen y
erklaren con intención de fundamentar el método de la historia (comprender) en contra posición al de la
física-matemática (explicar) y al de la tecnología y filosofía (conocer ) (Mardones, op.cit, p 31)
22

como una manifestación o expresión de lo interior en cuanto se retrotrae al interior.” 39


Así también, cabe señalar que entre los autores del siglo XIX inscritos en la tradición de
las Geistwissenschaften se conformará un rechazo al monismo metodológico del
positivismo: a la idea de que la física matemática es el canon ideal regulador de toda
explicación científica, y un rechazo del afán predictivo y causalista, así como de la
reducción de la razón a la razón instrumental.
Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, el trabajo de Max Weber
enriquece algunas de las tesis propuestas por el pensamiento hermenéutico, y a la par,
populariza las ideas de esta filosofía entre los científicos sociales de habla inglesa. En
breve, podemos decir que para Weber la Verstehen es el método de investigación propio
de las ciencias sociales, y de la sociología en particular. Pero, a su parecer, ésta no es un
proceso intuitivo, como llegó a sostener Dilthey, sino que implica la contextualización
del hecho o el proceso a estudiar. Como dice Girola, “a partir de la ubicación en su
contexto, de las regularidades que la experiencia del investigador le permite detectar en
el proceso observado, y de la comparación con otros hechos, para extraer sus
semejanzas y diferencias y por lo tanto las características que tienen en común con otros
procesos ( lo que a la vez lo hace singular y único) Weber va a “comprender” y por lo
tanto interpretar un hecho social histórico.”40
Para la década de 1960 del siglo XX, Hans-Georg Gadamer generaría nuevas
aportaciones dentro de la tradición de la filosofía hermenéutica. Con su obra Verdad y
Método (1960) ejerció gran influencia en la teoría social. En ella el concepto de
Verstehen cobra nuevas dimensiones al destacarse que la comprensión, tal como opera,
por ejemplo, cuando se interpretan acciones de gente del pasado, no es un proceso
subjetivo, “sino más bien un ingreso en otra tradición, tal que pasado y presente
constantemente se median entre sí.” 41 Para este autor, el hiato entre la explicación de lo
natural y la comprensión de lo social se mantendrá, aunque rechaza la idea de que ello
se deba a un proceso de re-vivencia psicológica del sentido de las vivencias y acciones
de aquellos a quienes se trata de comprender. Más bien, a su parecer, ese hiato obedece
al mencionado “ingreso a otra tradición”, o bien al intercambio entre dos marcos de
referencia o dos marcos culturales. Así pues, para Gadamer lo particular de los objetos

39
Mardones, op.cit, p30.
40
Girola, op.cit, p16. Así pues, la Verstehen weberiana tratará de ubicar en su contexto los hechos a
explicar. Hay que señalar que en este mismo texto Girola plantea que la concepción que Giddens posee
sobre la hermenéutica de Weber no reconoce adecuadamente sus diferencias fundamentales con la
hermenéutica de Dilthey. (p16-17)
41
Gadamer, Verdad y Método, Cit en NRMS, p76
23

(sujetos) que estudian las Geisteswissenschaften es que, “en principio, el observador


puede –y en un sentido preciso incluso debe– entrar en diálogo con ellos para
comprender como actúan.”
La Verstehen en Gadamer, entonces, no consiste en un intentar encontrar la
empatía con la experiencia subjetiva del autor de un texto, sino en tratar de comprender
el arte literario, “la forma de vida” que le da sentido; la comprensión se consigue por
tanto a través del discurso, gracias al lenguaje, medio de la intersubjetividad y expresión
concreta de formas de vida, o lo que veíamos llama, “tradiciones”. 42 En suma, para
Gadamer la Verstehen esta ligada al lenguaje, manifestándose el ser en el mismo. En
este punto, converge con el Wittgeinstein de las Investigaciones filosóficas (1953), para
el cual, los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Cabe señalar que como
parte de esta reconceptualización de la Verstehen el filósofo alemán realiza una crítica
de la concepción ilustrada de los prejuicios, aduciendo que querer evitar los conceptos
propios en la interpretación no sólo es imposible sino un absurdo evidente. Interpretar
supone poner en juego los propios preconceptos, con lo que la intención del texto se
hace evidente para nosotros a través de la lengua. 43 Finalmente hay que decir que, tal
vez, el aporte central de Gadamer sea su conclusión de que la hermenéutica, no obstante
la especificidad del mundo social, de hecho, no se limita a ser una característica propia
de las Geisteswissenschaften sino que resulta concomitante de todas las formas de
investigación: “la hermenéutica es un modo universal de filosofía” y “no meramente el
fundamento metodológico de las llamadas ciencias humanas.”44
Algunos otros autores como Jürgen Habermas (La lógica de las ciencias
sociales 1967) Karl Otto-Apel (Analytical Philosophy of language and
Geisteswissenschaften, 1967), y Paul Ricoeur (El conflicto de las interpretaciones 1986)
también han realizado importantes contribuciones a la tradición hermenéutica
contemporánea. A continuación cabe plantear esquemáticamente la aproximación de
Habermas a la misma, la cual, por su naturaleza, nos conducirá a trazar también su
concepción de lo que hemos identificado en este trabajo como la otra tradición
filosófica constitutiva de las ciencias sociales: la filosofía positivista.
Habermas retoma las aportaciones de la tradición hermenéutica, principalmente,
a través de los escritos de Gadamer para vincularlas a otras formas de análisis de las
ciencias sociales. Básicamente, plantea que el estudio de la actividad humana no puede
42
ibid, p 77
43
Girola, op.cit, p 18-19
44
Gadamer, Cit en NRMS p78
24

generarse y mantenerse exclusivamente en una dimensión hermenéutica –conclusión a


la que según la lectura de Giddens también llegan Gadamer en Verdad y Método (1960)
y Peter Winch en The idea of Social Science (1963)–. Pero tampoco en ninguna otra
dimensión que actué por sí sola. Lo destacable del aporte de Habermas, desde el punto
de vista de Giddens, es su intento por romper con las pretensiones de universalidad
tanto de la hermenéutica, como del positivismo. Ambas, en la mayor parte de sus
expresiones, se han caracterizado por intentar acceder al conocimiento del mundo social
en su conjunto utilizando únicamente el esquema lógico propio.
Por el contrario de ese proceder, Habermas comprende que el estudio de lo
social debe ser a la vez hermenéutico y nomológico –esto último en el sentido de
empírico analítico cuasi-naturalista–, pero que además debe preocuparse por integrar los
fundamentos de la llamada teoría crítica: el interés emancipador. 45Así pues, para
Habermas existirían tres tipos de interés cognitivo a tener en cuenta en el proceso de
conocimiento de la relación del ser humano con el mundo social y con el natural: la
hermenéutica, en tanto búsqueda por comprender la participación de los actores en una
“forma de vida” intersubjetiva, con el propósito de mejorar la comunicación humana o
la comprensión de uno miso y el entorno. En segunda, el conocimiento nomológico
asociado al positivismo, que se orienta por “el control técnico o dominio técnico de un
conjunto de relaciones causales” 46, y en tercera, la teoría crítica, que como dijimos, trae
consigo intereses emancipadores –y por lo tanto, me parece, éticos– que tienen por fin
liberar al individuo de la dominación, tanto de los otros sujetos, como de fuerzas que
operan en los agentes, y que no controlan ni comprenden.47
Esos tres intereses cognitivos de las ciencias sociales son directamente
vinculados por Habermas a “grandes y sustantivas divisiones conceptuales” que vale la
pena tener en cuenta: en primera, la acción racional con arreglo a fines que denota la
conjunción de elección racional y acción instrumental basada en el conocimiento
45
NRMS, p 80
46
ibid, p81. Recogiendo el análisis de autores marxistas como Lukacs, y aquellos de la primera
generación de la escuela de Francfort, Habermas da cuenta de que el conocimiento nomológico nunca es
“neutral”, ni es el único modelo legítimo para acceder al conocimiento, como han pretendido considerarle
desde el positivismo. Lo que, por otro lado, muestra su carácter ideológico en tanto formas enmascaradas
de legitimación.
47
A decir de Giddens, en los primeros escritos de Habermas se mostraba al encuentro psicoanalítico como
modelo de conjugación de los tres elementos mencionados. En una relación psicoanalista-paciente, el
primero, se orienta a tratar de “comprender” las verbalizaciones que el segundo expone sobre la memoria
de su experiencia. El psicoanalista busca de esta manera penetrar por debajo de las verbalizaciones del
paciente para “explicarlas causalmente”, dando cuenta de por qué son representaciones distorsionadas
que afectan sus capacidades. Un impulso “emancipador” se halla detrás de esta interacción entre lo
hermenéutico y lo nomológico, pues el objetivo es contribuir a que el agente supere estados de angustia,
fijaciones, o cualquier otro desorden. (Véase ibid, p 80)
25

nomológico. En segunda, tenemos la interacción social, la cual denotaría “una


comunicación intersubjetiva y un simbolismo gobernado por normas consensuales”. En
tercera instancia está el hecho de que la generación de sentido en la vida cotidiana debe
ser aprendida hermenéuticamente, tanto por el observador científico como por los
participantes mismos de las acciones. Por ultimo, además de la acción racional, y por
otro lado de la interacción y la mediación hermenéutica, en la dimensión de la teoría
crítica se ubica una “evaluación de la conducta humana a la luz de formas totalizadoras
de la razón.”48
Desde mi perspectiva, los tres tipos de interés cognitivo y su despliegue
conceptual en lo que acabamos de apuntar fungirán como importantes instancias de
interlocución para el desarrollo de la teoría de la estructuración. Por último resta decir
que Giddens, al menos en Las Nuevas Reglas…presenta algunas críticas a la
hermenéutica de Gadamer, a partir de las cuales, irá construyendo su propia noción. De
ellas, me parece que la más importante a destacar aquí sería su planteamiento de que la
hermenéutica “no encuentra su dominio central de problemas en la comprensión de los
textos escritos como tales, sino en la mediación de los marcos de sentido en general.” 49
Pasemos ahora a la exposición de lo que serían los principales rasgos del segundo
elemento de este binomio.
Las sociologías comprensivas:
Estas expresiones sociológicas básicamente se constituyen a partir de la
recuperación de las ideas de tres escuelas filosóficas: 1) La hermenéutica, que acabamos
de reseñar, 2) La fenomenología, cultivada por Husserl y sus principales discípulos tales
como Heiddeger, Schutz, Merlau-Ponty, etc. 3) Una expresión de la filosofía del
lenguaje originada en la obra del segundo Wittgenstein, de su Investigaciones
filosóficas y en la llamada filosofía del lenguaje ordinario, cultivada por Jonh L. Austin
y algunos otros filósofos del Oxford de la posguerra. Aquí, no nos ocuparemos de la
exposición de las principales ideas de las dos últimas escuelas sino sólo de la
48
ibid, p82
49
ibid,p 85. Además, para Giddens, existen dos órdenes de problemas hermenéuticos interrelacionados
que atañen a las ciencias sociales y naturales que hay que tener en cuenta. El primero refiere a una
condición pre-reflexiva de la experiencia, ya sea como carácter “preinterpretado” de la realidad social, o
bien, por el fundamento teórico previo existente en las observaciones de las ciencias naturales. Para
Giddens existen actividades interpretativas y “componentes de la corriente vital” constituidos por estas.
Así, actividades como el leer una novela o mantener una interacción fugaz con un desconocido no serían
propiamente actividades interpretativas en sí mismas, sino lo segundo; esas actividades adquieren sentido
a través de presuposiciones adoptadas tácitamente. A la par se debe tener en cuenta que ni siquiera los
intercambios diarios de la vida cotidiana son enteramente pre-reflexivos, las acciones, posturas y gestos
básicos que supone y que se dan por sentados, necesitan de un mínimo conciencia para llevarse a cabo, la
aplicación reflexiva de formas de narración es elemental para su continuidad. (ibid, p 86)
26

apropiación sociológica de las mismas. Sin embargo, debemos señalar a manera de


presentación que 2) y 3) fincaron su atención de maneras diversas en el estudio de la
vida-cotidiana, en el ámbito de lo no-científico (positivista), en el momento de la re-
producción y en la subjetividad e intersubjetividad, entre otros. Conceptos como el de
“mundo de vida” y “juegos del lenguaje”, por ejemplo, surgirán del intento por generar
explicaciones acabadas sobre esas temáticas. Así pues, la fenomenología primero, y
luego el trabajo del segundo Wittgenstein y de Austin, serán origen de una revaloración
del sentido común, de la dimensión subjetiva, y de las formas explicativas ajenas a las
de la ciencia (positivista) moderna como fuentes relevantes para el conocimiento
filosófico. De estas fuentes filosóficas, aunadas a la hermenéutica, se constituirán las
llamadas sociologías comprensivas, de entre las cuales Giddens destaca a la
etnometodología de Garfinkel, el trabajo sociológico de Schutz y la obra sociológica de
Peter Winch. A continuación, cabe exponer brevemente algunos de los conceptos y
razonamiento de estos autores que Giddens destaca, específicamente en Las NRMS.
Alfred Schutz:
Giddens comprende la labor teórica de Alfred Schutz como una fenomenología
existencial en clave sociológica. Influida por el trabajo de Husserl, pero también, por la
lectura de Max Weber. De manera esquemática podemos decir que, a su parecer, Schutz
buscó analizar y describir el ámbito de la vida cotidiana, de la actitud natural y su
sentido común, lo cual le llevó a plantear una fenomenología del mundo de vida en la
que aparece la intersubjetividad como un problema sociológico central. Para Schutz este
ámbito de la vida se erige a partir de una actitud pragmática, en la cual se suspende el
dudar respecto de si la realidad material y social pueden ser algo distinto a lo que
parecen ser. A esto le llama también la epojé de la actitud natural.50 Su estudio,
complementaría el análisis de lo que Weber definió como la acción provista de sentido –
a la que, a su vez, esgrime una serie de críticas–. De aquí surgirá su interés por la
significatividad de la acción social, por el análisis de los sistemas de significatividad
implicados en el proceso de vida. Dichos sistemas son constituidos por los agentes a

50
ibid, p 44. Esta forma de comprender la epojé – una puesta entre paréntesis de la duda sobre si el
mundo es otra cosa de lo que parece ser–, es muy distinta, por no decir contraria, a la forma en que
Husserl comprendía ese término, que por otro lado él re-funcionalizó. Para Husserl es a través de la epojé
que se pone entre paréntesis la totalidad de los particulares empíricos, para así penetrar en la esencia de lo
consciente. No sólo de las doctrinas respecto de la realidad, sino también en la realidad misma. Así pues,
la époje de Husserl refiere a la esencia de las cosas, y no a su existencia o presencia. Es a través de este
concepto que Husserl buscará explicar el mecanismo de reducción eidética, es decir, la sustitución de la
experiencia en el sentido usual, por la consideración de las esencias.
Obtenido de: http://symploke.trujaman.org/index.php?title=Epoj%E9
27

partir de una jerarquización de proyectos: “el flujo de vivencias se puede analizar en


función de una serie de temas y horizontes superpuestos.” 51 Así, los sistemas de
significatividad se tejen en relación a una serie de elementos que se escogen,
subjetivamente, como relevantes para una situación o acción que preocupa al actor
(temas) y en relación a los aspectos de una situación que se desechan por ser
irrelevantes respecto de lo que el actor procura conseguir en un momento dado
(horizontes). El flujo de vivencia se va constituyendo pues, entre asuntos actualmente
significantes y asuntos actualmente marginales. Aunado a esto, Schutz se interesa por la
“tipificación” que los agentes realizan constantemente en su interacción, es decir, la
comprensión de la conducta de otros por la que “el actor aplica esquemas comprensivos
aprendidos para capturar los sentidos de lo que aquellos hacen.” 52 Este proceso de
tipificación del otro se sustenta en acervos de saber de índole pragmática, en “recetas”
para responder, que se conocen, principalmente, de manera práctica. Estos
planteamientos, como veremos, serán de gran ayuda para Giddens al desarrollar su
análisis de las capacidades de los agentes y en especial al desarrollar el concepto de
conciencia práctica.
Para Schutz, entonces, resulta de gran importancia comprender que el ser
humano vive en el mundo constituyéndolo intersubjetivamente. Existen así una serie de
supuestos que nos permiten vivir en él, como la reciprocidad de perspectivas, o el
hecho de que agentes supongan que otros agentes ven el mundo de la misma manera.
Hay que recordar también que como señala Girola, “una reflexión propuesta por la
fenomenología, que tiene mucho que ver con las aportaciones de la sociología derivada
de la filosofía del lenguaje y con las afirmaciones acerca del mundo pre-interpretado de
la hermenéutica, es que la realidad no es una sola: existen realidades múltiples” 53, que se
construyen en el tiempo subjetivo de la experiencia personal. Finalmente, cabe recordar
que para Schutz, el método de la sociología comprensiva parte de “establecer
constructos teóricos de “modos típicos” de conducta que iluminen los fundamentos
subjetivos de la acción (para) la mayor clarificación posible de lo que piensan sobre el
mundo social quienes viven en él.”54
Harold Garfinkel:

51
NRMS, p 46
52
ibid
53
Girola, op.cit, p 22
54
Schutz, Fenomenología del mundo Social. Cit en NRMS, p 47. Giddens esgrime una serie de críticas al
trabajo de Schutz en NRMS, p48-50
28

En el proceso de elaboración de la teoría de la estructuración, el trabajo de


Harold Garfinkel resulta de gran relevancia para poder comprender como se sostiene la
interacción social cotidiana. Este autor básicamente analiza, a través de la llamada
etnometodología –un programa de estudio social orientado a la investigación empírica–
el mundo del lego, específicamente, la vida cotidiana y sus mecanismos de comprensión
de la acción a través del lenguaje. Alguna vez alumno de Parsons, va a criticar el trabajo
de su maestro apoyándose en las argumentaciones de Wittgenstein, Schutz y Austin.
Fundamentalmente le criticará el papel que asigna en su teoría a las normas; como
vimos Parsons “sostenía que el teorema fundamental de la estabilidad en los sistemas
sociales es que los sistemas se mantienen porque las personas internalizan las normas y
se comportan luego conforme a lo que las normas prescriben.” 55 Como parte de su
investigación, Garfinkel desarrolla un interés por los rasgos contextuales de la acción y
los sentidos de la misma, lo que le lleva a abandonar la idea de que sólo se puede aplicar
una norma única de racionalidad (medios-fines) para la comprensión de la conducta
social. Siguiendo a Schutz plantea, en cambio, la existencia de varias racionalidades, o
al menos, de dos conjuntos de éstas: la racionalidad de la ciencia, fundada en la
abstracción de la experiencia empírica para el desarrollo de generalizaciones que
puedan manejarse como leyes de causalidad, y la racionalidad del sentido común. 56
Aunado a estos intereses se preocupa por estudiar lo que llama la “indicialidad” y las
“expresiones indiciales”, es decir, el análisis del hecho de que “un signo puede tener
diferentes significados en diferentes contextos, y que “los mismos” componentes
semánticos pueden ser expresados por signos distintos, según el contexto (y
viceversa)”57
Desde la perspectiva de Giddens, la principal proposición en la que se basa la
etnometodología de Garfinkel es que “las actividades por las cuales los miembros de la
sociedad producen y manejan escenarios de asuntos cotidianos organizados son
idénticas a los procedimientos que esos miembros emplean para hacer “narrables” esos
escenarios.”58 O sea que las actividades y la comprensión de las mismas deben
entenderse como interdependientes. La acción, desde la perspectiva de la

55
Girola, op.cit, p 18.
56
NRMS, p 52-53. En lo que respecta al ámbito de la racionalidad del sentido común haciendo eco de la
epojé de la actitud natural de Schutz señala que “como teórico social práctico, el actor lego consigue
ordenar su experiencia de suerte de sustentar la suposición de que el mundo (tanto el natural como el
social) es lo que parece ser…” (ibid, 53)
57
ibid, p 54
58
Garfinkel Estudios en Etnometodología Nueva Jersey, 1967 Cit en ibid, p 58
29

etnometodología, puede ser tratada como racional sólo en tanto sea “narrable” o
intelegible. En lo que concierne al mundo de la vida cotidiana y sus escenarios se parte
de que el agente constituye una racionalidad de manera práctica y reflexiva. 59 Según
señala Giddens, para Garfinkel, la etnometodología debe limitarse al estudio del
despliegue empírico de la variedad de expresiones indiciales de la vida cotidiana, sin
intención de remediarles; aunque a la par y de manera algo paradójica, sostiene también
el llamado círculo hermenéutico de las Geisteswissenschaften, es decir, el supuesto de
que “no es posible descripción alguna exenta de interpretación a la luz de
presuposiciones.”60
Para finalizar, apuntemos las temáticas tratadas por Garfinkel, y la
etnometodología en general, que destaca Giddens en la elaboración de su propio
trabajo.61 En primera, busca incorporar en la teoría sociológica la argumentación a favor
de la trascendencia de la acción en tanto agencia humana, capacidad transformadora
supuesta por la actividad intencional de los sujetos o actores en constante interacción
con diversas estructuras. En contra del determinismo parsoniano, la etnometodología
sostiene que la sociedad es siempre una realización “inteligente” de los agentes u
actores y para Giddens este será un elemento a recuperar para su reflexión. En segunda,
y vinculado a lo anterior, destaca un interés por el análisis de la reflexividad en tanto
capacidad de auto-reflexión del sujeto, de control y auto control mediante un monitoreo
de las circunstancias que se halla vinculado al monitoreo reflexivo de otros agentes;
Giddens, como veremos, suele subrayar que la etnometodología es de las pocas
aproximaciones que no tratan a la reflexividad como un estorbo, sino que se encarga del
estudio de su despliegue. Por otro lado, destaca la concepción etnometodológica del
lenguaje como medio para la actividad práctica, como un modo de hacer cosas. Un
rasgo que se despliega dentro de modos de vida determinados, y que es utilizado
rutinariamente como medio de organización de la conducta ordinaria. Esta concepción
implica un énfasis en la riqueza del lenguaje ordinario. La localización temporal y
contextual de la acción adquiere también relevancia a través del análisis del carácter
“indexal” de los significados en la interacción. Giddens retoma también la preocupación
de Garfinkel por mostrar la importancia que poseen los acuerdos tácitos o el conjunto de

59
Existe un uso de expresiones indiciales en el discurso ordinario que “implica… que los actores son
capaces de utilizar un saber que se da por supuesto, en cuyos términos pueden localizar su sentido”; este
saber depende de la reflexividad. (ibid, p55).
60
ibid, 72.
61
Todo lo que sigue ha sido tomado de A. Giddens, “Garfinkel, etnometodología y hermenéutica”, en
Política, sociología y teoría social, Paidós, España, 1997, p 252-254.
30

elementos que “se dan por sentado” en la interacción social y que por tanto resultan
condiciones ordinarias, aunque inexplicadas, de la misma.62 En parte, este autor da
cuenta de la relevancia de dichos aspectos a través de investigaciones empíricas sobre la
disrupción de la confianza, “experimentos” con los elementos que organizan la acción
de la vida cotidiana. Estos experimentos, como veremos, servirán a Giddens al estudiar
la interacción en copresencia, y la importancia de la rutina y del desarrollo de la
seguridad ontológica.
Peter Winch:
Finalmente tenemos a Peter Winch quien basado en gran medida en el trabajo
del segundo Wittgenstein mantiene una preocupación por la acción y su sentido,
tratando de explicarlas mediante el análisis de motivos, intenciones, razones, etc. De ahí
surge su interés, parecido al de la etnometodología, por la contextualidad de las
acciones aunque desde otra perspectiva: destacando que toda acción está gobernada por
reglas. El análisis crítico del desarrollo que Winch hace de esta relación último será
central en el proceso de elaboración de la teoría de Giddens.
Así pues, este autor trata de mostrar una supuesta correspondencia universal
entre conducta provista de sentido del mundo social y las conductas gobernadas por
reglas. Para que una conducta esté gobernada por reglas, sostiene, no hace falta que el
agente sea capaz de formularlas concientemente, sino sólo que sea “capaz de distinguir
entre un modo correcto o incorrecto de hacer las cosas en relación con lo que hace.” 63
Según Winch, las consecuencias del reconocimiento de la reciprocidad entre reglas y
conducta provista de sentido “son profundas y muestran que existe una discrepancia
radical entre los métodos de la ciencia natural y de la ciencia social.” 64 Destaca además
que en la labor de explicar las acciones observadas el científico social debe distinguir
entre dos dimensiones de generación de conceptos: los que pertenecen a los mismos
actores, es decir el estudio de las reglas particulares a las que se remiten las acciones
estudiadas, y, aquellos conceptos de tipo técnico que sólo deben ponerse en práctica en
tanto se pueda comprender los primeros.65

62
ibid, p 255
63
NRMS, p 64
64
ibid. En este sentido, Winch señala que la labor del científico social sería más parecida a la utilización
del conocimiento de un lenguaje para mantener una conversación que a la aplicación de generalizaciones
científicas para comprender, por ejemplo, como funciona una pieza de una máquina. Así, la labor del
científico social se parecería más a la de un aprendiz de ingeniero que estudia qué es la actividad de la
ingeniería, es decir, las actividades de sus colegas, que a la comprensión de los sistemas mecánicos que la
ingeniería implica (ibid, 65/69)
65
ibid, 65
31

Por otro lado, apoyándose en la obra del segundo Wittgenstein va a sostener que
la plétora de conductas sociales, verbigracia las que se guían por las reglas
pertenecientes a “lo científico”, frente a aquellas que desde ese ámbito se juzgan como
reglas guiadas por principios “mágico-religioso”, no son sino formas de vida
divergentes, por lo que buscar juzgar a unas con las otras sería como tratar de entender
las reglas de un juego con las de otro. 66 Así para este autor, culturas diferentes
representan juegos del lenguaje diferentes que por ende deben ser entendidos en sus
propios términos, lo que implica sostener una noción contextual de lo racional. El
evidente carácter relativista que surge de este reconocimiento tratará de contrarrestarlo
planteando la existencia de ciertas constantes, desde las que se podrían interpretar
distintas culturas. Hay que recordar también que una de las ideas centrales que recupera
Winch de Wittgenstein, y que repercute en general en la filosofía posterior, así como en
las ciencias sociales es que “la dilucidación filosófica de la inteligencia humana, y las
nociones asociadas con esta, requieren que esas nociones se sitúen en el contexto de las
relaciones entre los hombres en sociedad.”67 Así, como señala Giddens, se descubre la
relevancia de la “convención” social o las “reglas” sociales, se da cuenta de que muchos
de los procesos de intercambio entre el individuo y el mundo que lo rodea derivan de
una conducta social y se expresan en ella. Pero al tiempo que Winch y otros autores
asumen esto, “las formas de vida social” son tomadas como lo dado, lo que es preciso
aceptar para poder generar un análisis.68
Finalmente, hay que señalar algunas de las principales críticas que se han
esgrimido al trabajo de Winch y que son suscritas por Giddens. En primera, la noción
que utiliza de regla resulta demasiado laxa, no obstante que es su concepto eje. Ello,
deriva en un análisis pobre respecto de la relación reglas-poder. Además, Winch tiende a
confundir el sentido de la acción con su ocurrencia; el seguir una regla no queda
explicado con averiguar cuál es el sentido de una acción. Por otro lado, al parecer de
varios autores exagera las diferencias entre ciencias naturales y sociales, además de que
no da suficiente indicación de la relación existente entre conceptos legos y técnicos, por
lo que no resulta claro por que la necesidad de recurrir a estos últimos.69
Aportes y limitaciones de la hermenéutica y las sociologías comprensivas:

66
ibid, 66, 67. Cabe señalar que para Wittgenstein, “las reglas de un juego especifican un universo de
sentido inherente a la esfera del juego” (ibid, p 66)
67
Peter Winch, The Idea of Social Science ,Cit en ibid, p 71
68
ibid
69
Estos puntos los desarrolla en ibid, p 67-69
32

Las relaciones existentes entre los componentes de este, el segundo binomio


teórico reconocido por Giddens, son igual de imbricadas que las existentes en el
binomio del funcionalismo-estructuralismo. A continuación cabe concluir resumiendo lo
que Giddens considera como sus principales posturas, así como algunas posibles
críticas.
Las geisteswissenschaften o filosofía hermenéutica, como vimos, pone en el
centro de la discusión el concepto de comprensión (verstehen), el cual, trabaja
atendiendo a la ubicación específica de los procesos a estudiar, es decir, a los contextos
históricos concretos. Así, se le presta atención a la incidencia de la historia en la
constitución del objeto de estudio, pero también, en el sujeto que lo aprende. Se
reconoce una historicidad de la comprensión, algo que no suele encontrarse en el
pensamiento positivista. Además, la hermenéutica logra dar cuenta de que la acción
social genera una multiplicidad de significados, concientes e inconscientes. También da
cuenta de que el mundo es pre-interpretado por los sujetos, de tal manera que se genera
una multiplicidad de lo que podríamos denominar marcos de sentido. Así pues, la
hermenéutica muestra interés en cuestiones de historia y transformación institucional,
así como en los sentidos de la acción, la comunicación y el obrar en la vida social.
Ahora bien, según Giddens, las sociologías comprensivas –el trabajo de
Garfinkel, Schutz y Winch en particular– contribuyeron a esclarecer la lógica y el
método de las ciencias sociales, coincidiendo en varios puntos. En primera, mostraron la
Verstehen, no como un método exclusivo de las ciencias sociales, sino como instancia
inherente a toda interacción social como tal en tanto es, con palabras de Schutz, “la
forma vivencial particular en la que un pensar de sentido común toma conocimiento del
mundo sociocultural.”70 En segunda instancia, y como consecuencia de lo anterior, las
sociologías comprensivas han dado cuenta de que el científico social, en su búsqueda
por comprender e interpretar los mundos provistos de sentido del lego, utiliza recursos
del mismo tipo que aquellos de los que echan mano sus mismos objetos de estudio para
comprender, analizar y explicar su propia experiencia. Los conceptos del científico
social tienen que surgir de una previa comprensión de los conceptos que genera el lego.
La teorización práctica de los objetos (sujetos) de estudio, por tanto, no puede ser
tratada como sí constituyese un estorbo para el conocimiento científico de la conducta
humana, pues se trata de hecho de uno de los principales elementos mediante los cuales
los actores producen esa conducta. Por ello Giddens señala que “generar descripciones
70
Cit en ibid, p 73
33

de conducta social supone la tarea hermenéutica de penetrar en los marcos de sentido a


los que recurren los mismos actores legos para constituir y reconstituir el mundo
social.” 71 En tercer lugar, las sociologías comprensivas mostraron que esos “acopios de
saber a los que recurren rutinariamente los miembros de la sociedad para producir un
mundo social provisto de sentido se basan en un saber orientado pragmáticamente,…
esto es un saber que el agente raras veces puede expresar en forma proposicional, y al
que no se aplican los ideales de la ciencia.” 72 Esta, como veremos, será una enseñanza
fundamental para la teoría giddensiana. En suma, estas escuelas nos ayudan a
comprender que el mundo social se debe observar como una creación diestra de sujetos
humanos activos, como un mundo provisto de sentido y narrable que depende del
lenguaje, entendido como medio de actividad practica,73como una forma de vida.
Por otro lado, Giddens destaca las siguientes deficiencias de las sociologías
comprensivas como conjunto: en primera, su tratamiento de la acción como sentido y no
como praxis o compromiso de actores con la realización práctica de intereses. En
segunda, un tratamiento deficiente de la centralidad del poder para la vida social. En
ninguna de sus expresiones logra avizorar que la producción de un mundo con sentido
no puede ser tratada como un proceso en donde la relación entre las partes es
únicamente de colaboración; las asimetrías de poder entre las partes es también un
aspecto central. En tercera, las sociologías comprensivas no dan cuenta de que las
normas o reglas sociales son susceptibles de interpretación diferencial. Por último,
ninguna de la escuelas pone atención en las consecuencias no esperadas de la acción, ni
en la fuerza estructurante de la historia.74
En suma, las sociologías comprensivas y la hermenéutica han enfatizado la
existencia de una discrepancia radical entre ciencias sociales y naturales. “En el
pensamiento hermenéutico, como lo expuso Dilthey, el hiato entre sujeto y objeto social
es máximo.”75 La subjetividad, por otro lado, es considerada el soporte, el bloque desde
el que se vive la cultura y la historia, fundamento sobre el que se edifica el objeto. En
las sociologías de la comprensión, acción y sentido reciben el primado para explicar la
conducta humana; los conceptos estructurales no tienen un relieve notable, y se habla
poco de constreñimiento.76 Así pues, en conjunto, estas escuelas se fundan en la plena

71
ibid, p 187
72
ibid, p 73
73
ibid.
74
Girola op.cit, p 23.
75
LCS, p 39
76
ibid, 40
34

orientación de lo esfuerzos analíticos al estudio del sujeto o agente y su producción


intencional de acciones por sobre de las estructuras sociales y sus implicaciones; se
genera, como dice Giddens (capítulo I de LCS página 40), un imperialismo del sujeto
sobre del objeto.
Algunos otros elementos de la síntesis de Giddens:
Si bien la teoría de la estructuración tiene como eje principal a la discusión con
las dos tradiciones ya mencionadas, aunada a una recuperación del trabajo de Karl
Marx, también recobra otras elaboraciones teóricas expresadas durante el siglo XX, que
aunque podrían compartir supuestos expresados en las escuelas de pensamiento
reseñadas muestran cierta autonomía. Ian Craib, en el segundo capítulo de su libro
titulado Anthony Giddens, propone la metáfora del “omelet” teórico para hacernos de
una imagen que permita ubicar las principales fuentes que se encuentran detrás de la
elaboración de teoría de la estructuración. 77 Lo primero que hay que decir es que esta
metáfora no refiere únicamente al resultado: haber producido un “omelet” a partir de la
conjunción o síntesis de varios elementos o ingredientes, sino que refiere también al
proceso de elaboración. Así, en el proceso de preparación de este omelet hay unos
“huevos” que se deben usar, así como algunos otros que se dejan de lado dado que se
aprecian “rancios”. Además, están aquellos ingredientes con los que se suele hacer un
omelet, con los que se suele combinar los huevos, así como otros más innovadores. El
“hambre” de comprender el cambio social en el mundo moderno es como señala Craib,
lo que lleva a Giddens a preparar su “omelet teórico.” Además, habría que tener en
cuenta que existen múltiples formas concretas en las que se puede utilizar un mismo
conjunto de ingredientes –y Giddens tendrá la suya–: utilizar más de una cosa que de
otra, consume todo el ingrediente o sólo una parte, etc.
“La canasta de huevos” con la que trabaja Giddens contiene los logros de la
sociología de finales del siglo XIX y principios del XX de donde destaca Marx,
Durkheim y Weber, y ya entrado el siglo XX, el funcionalismo parsoniano –que
recupera a su modo a estos dos últimos autores, aunados a otros ya señalados–. Como
decíamos, algunos huevos mostrarían indicios de descomposición: el positivismo, las
teorías evolucionistas sobre la historia, y el funcionalismo. De otros, como en el caso de
Marx que ya hemos analizado, rescata lo que considera esencial y el resto lo desecha.
Por otro lado, está la gama de nuevos ingredientes para el omelet que estaría compuesta
de, por un lado, el estructuralismo y el post-estructuralismo, y por otro, de la
77
I. Craib, op.cit, p 13-14.
35

hermenéutica y las sociologías comprensivas –filosofía del lenguaje, fenomenología


sociológica, etnometodología y hermenéutica–. Ahora bien, continuando con esta
metáfora podemos decir que hay más “ingredientes” utilizados para elaborar la teoría de
la estructuración de los cuales prácticamente no hemos hablado y a los que, a
continuación, basándonos sobre todo en Craib, les dedicaremos un breve espacio, a
saber: el psicoanálisis, el trabajo de Erving Goffman, la filosofía de Heidegger y la
geografía del tiempo; en este contextoo también señalaré algunas características
generales del llamado giro lingüístico.
El trabajo de Erving Goffman, sociólogo canadiense, como se verá más adelante,
es un “ingrediente” que sirve para articular y dinamizar importantes conceptos de la
teoría de la estructuración relacionados con la naturaleza rutinaria de la acción e
interacción social. De hecho, en La Constitución de la Sociedad Giddens dedica un
espacio importante para recuperar una de las principales preocupaciones de Goffman: el
estudio de la forma en la que los agentes trabajan mutuamente para mantener el curso y
las propiedades de la interacción del día a día de manera que se asegure su plausible
realización.78 Así, Giddens va a recuperar de este autor el estudio del manejo de los
escenarios por parte de los agentes o la manera en la que estos organizan el espacio en
la presentación de sí mismos; el análisis del “tacto” y de las actitudes correspondientes a
las “entradas” y “salidas” de esos espacios o escenarios serán elementos centrales en
esta labor. En suma, para Giddens la relevancia de Goffman radica en su interés por el
estudio de las propiedades formales de la interacción social, no en su contenido
especifico, sino en la forma en que se organizan los encuentros en sí. A esto, el mismo
Goffman le llamará frame analysis, o análisis de marcos. Cabe señalar que como parte
de este interés, al igual que Garfinkel, estudia las características del conocimiento que
se da por sentado respecto al cómo actuar; de hecho la forma en la que Goffman aborda
este aspecto, como señala Craib, le servirá a Giddens para tratar de vincular el análisis
de los sistemas sociales con el de la acción social.79
En cuanto al psicoanálisis, hay que decir que Giddens recurre a él para subrayar
la importancia de la rutina en nuestras vidas cotidianas, y por ende, la importancia de lo
que llamará la seguridad ontológica, que aquí sólo presentaremos como la certeza del
agente de que tres cosas son lo que parecen ser: él, en tanto un ser con identidad clara
para sí mismo, y el mundo social y natural que le circundan. Recurre también a esta

78
ibid, p 23.
79
ibid
36

disciplina cuando analiza situaciones límite o críticas en las que se rompe la rutina
humana. A decir de Craib, trata de comprender estas situaciones a través de la psicología
de masas freudiana, así como acudiendo a la argumentación de regresiones a etapas
infantiles de desarrollo y a la identificación con una figura-líder como intentos de
recuperar la seguridad pérdida. Por otro lado, recurre a Eric Erikson representante de la
llamada psicología del Ego, quien se preocupa por el estudio de las formas en que los
agentes se adaptan a su medio. Concretamente, su teoría de relaciones-objeto resulta
importante para Giddens ya que se ocupa de aspectos de la dinámica interna de la
existencia del individuo, así como de ofrecer una explicación sobre la interrelación con
las formas externas de la organización social. En este sentido hay que señalar que
Erikson plantea ocho estados de desarrollo psico-social en el infante, cada uno marcado
por una oposición, positiva y negativa, de cualidades personales. A través de dichas
etapas el infante inicia una constitución de la confianza básica en el mundo que le
permitirá desarrollarse como agente. Como veremos más adelante, Giddens va a
relacionar estos estudios con el concepto de seguridad ontológica y enfatizará también
con ellos la naturaleza rutinaria del cumplimiento adecuado de ciclo de
cuidado/protección, a través del que el infante alcanzará a comprender que es la misma
persona en distintos momentos y lugares. 80
A decir de Craib, la obra de Heidegger es interesante para Giddens debido a su
apropiación de la fenomenología para la investigación sobre la naturaleza de la
existencia, el significado de la vida y las características de nuestra relación con el
mundo que nos rodea. En el trabajo de este filósofo hay pues una investigación sobre el
mundo de la experiencia que se halla detrás del conocimiento del ser-humano, es decir,
una investigación ontológica, sobre lo que llama Dasein, el ser-ahí. De esta labor
Giddens también tratará de recuperar para la teoría social la noción del tiempo como
aspecto vital de nuestra existencia en tanto seres-temporales. Además hay que tener en
cuenta que, “como en otro casos Giddens retoma importantes elemento de Heidegger, y
después de un tiempo la mención a Heidegger tiende a desaparecer de sus escritos.” 81
En La constitución de la Sociedad, por ejemplo, apenas reconoce a Heidegger (y a
Wittgenstein) como el punto de partida de nuevas brechas para la comprensión de la
relación entre decir y hacer. Además de lo señalado, para Craib, Giddens retoma la idea

80
ibid, p 24 – 25. Los aspectos más relevantes ofrecidos por el análisis de las etapas de desarrollo de
Erikson para la teoría de la estructuración los exponemos brevemente sobre todo en el parágrafo 1 del
capítulo III
81
ibid, p 30
37

heidegeriana del carácter constitutivo del tiempo y el espacio y la distinción entre el


tiempo en su nivel ontológico y nuestro mensurable tiempo, el tiempo óntico, al que la
investigación científica ordinaria concierne. También observa una recuperación del
supuesto de la contradicción existencial entre nuestra aparente inmortalidad como seres
simbólicos y nuestra existencia física finita.82
La teoría de la estructuración toma al tiempo y al espacio como referentes para
estudiar y comparar sociedades, ello, mediante el análisis de las formas en que cada
sociedad concreta “ata” o combina ambos aspectos. La insistencia de Giddens en la
relevancia del tiempo y el espacio lo llevará a retomar algunas ideas de la llamada
escuela de la geografía del tiempo, que tiene en el geógrafo sueco Torsten Hägerstrand
a su principal representante. Esta escuela ha desarrollado, por ejemplo, formas de trazar
patrones y construir modelos del movimiento de las personas a través del tiempo y el
espacio, las cuales serán retomadas por Giddens para mapear sistemas sociales. En
general, los trabajos de esta escuela le ofrecerán luz para la comprensión de interacción
social en espacios determinados, así como sobre los límites que suponen tiempo y
espacio para el agente.83
Finalmente, cabe hacer algunos señalamientos sobre el llamado giro lingüístico.
En La Constitución.. Giddens admite la importancia del giro lingüístico, en particular la
forma introducida por la fenomenología hermenéutica y la filosofía del lenguaje
ordinario, expresiones a las que ya nos hemos referido. Sin embargo, mantiene reservas
frente a estos, sobre todo, insiste en abandonar la idea de que la sociedad es como un
lenguaje. Como Gabriel Bello destaca, en su momento el giro lingüístico fue una
corriente que se proponía disolver los problemas filosóficos tradicionales, partiendo de
la consideración de que estos habían surgido de usos incorrectos de los lenguajes en los
que habían sido formulados. El giro lingüístico supone pues la existencia de un uso
incorrecto o un uso desviado respecto a una supuesta forma lógica y una gramática
ordinaria de un lenguaje, por las cuales se debería de proceder.
Como parte de este enfoque, existía el objetivo de que el giro lingüístico se auto
constituyese en ciencia estricta, “ya fuera sobre el objeto de una forma lógica (la
filosofía como analítico constructiva de un Lenguaje Ideal: el primer Wittgenstein
(Tractatus, 1921), Ayer (Lenguaje, Verdad y Lógica, 1936), Carnap (Sintaxis lógica del
lenguaje, 1934); ya sobre el de la gramática ordinaria susceptible de ser abordada

82
ibid
83
ibid, p 31
38

mediante el análisis conceptual el segundo Wittgenstein, (Investigaciones filosóficas,


1953), Austin (Cómo hacer cosas con palabras: Palabras y acciones,1982) y Strawson
(Subject and Predicate in Logic and Grammar, 1974), etc: la filosofía como analítica del
lenguaje ordinario, o bien mediante los métodos de la lingüística empírica Fodor
(Conceptos: donde la ciencia cognitiva se equivocó, 1988), Katz (The Philosophy of
Language 1966), etc: la filosofía del lenguaje como filosofía primera).” 84 En pleno auge
de la filosofía del lenguaje, Richard Rorty escribía que ésta puede ser entendida como
“el punto de vista de que los problemas filosóficos pueden ser resueltos (o disueltos)
reformando el lenguaje o comprendiendo mejor el que usamos en el presente” 85, aunque
cabe señalar que tal concepción es cierta sobre todo en relación al trabajo de
Wittgenstein. Algunos problemas de la filosofía se perciben pues como problemas del
lenguaje; esto supone una revolución metodológica que tendrá ecos en las ciencias
sociales en general. Como ya planteábamos, para Giddens en lo que concierne a las
elaboraciones de teoría social, más que un giro hacia el lenguaje se necesita “una visión
distinta de la intersección entre decir (o significar) y hacer, a fin de ofrecer una
concepción novedosa de la praxis.” 86
Todo este capítulo lo he dedicado a exponer un esquema general de las fuentes
teóricas con las que dialoga Giddens para construir el discurso denominado por él
mismo como la teoría de la estructuración; una teoría que pretende superar, en su
dimensión ontológica, como veremos, la contraposición teórica que subyace al conjunto
de esas fuentes. Hacer esto antes de comenzar a hablar directamente sobre la propuesta
teórica de Giddens se nos presentó como menester para empezar a comprenderla. El
mismo, al principio de La Constitución de la Sociedad nos dice que “en el trance de
ofrecer una exposición preliminar de las principales conceptos de la teoría de la
estructuración, parece atinado partir de las divisiones que han separado al funcionalismo
(incluida la teoría de sistemas) y al estructuralismo, por un lado, de la hermenéutica y
las diversas formas de sociologías de la comprensión, por el otro.” 87 Con la teoría de la
estructuración, según sus propias palabras, busca “poner fin a esas dos ambiciones
imperiales” Aunque, poco antes, aclara que tampoco es su intención generar una

84
Richar Rorty, El giro lingüístico, Paidós, España, 1990, p 14, introducción de Gabriel Bello.
85
ibid, p 50. Pasados los años de auge de la filosofía del lenguaje Rorty ve a ésta como un último intento,
de nueva cuenta fracasado, por resolver el problema del conocimiento. La solución termina siendo una
sustitución de las ideas por los significados en el papel de engarzadores entre sujeto cognoscente y
realidad (ibid, p 15).
86
LCS, p 23
87
ibid, p 39
39

ortodoxia nueva. Así entonces, en gran medida lo que busca no es sino superar las
diferencias existentes entre las dos tradiciones que aquí hemos reseñado, basándose en
una lógica de articulación más que de negación. ¿Qué diferencias? “La especificación
misma de los conceptos de acción, sentido y subjetividad, y su nexo con nociones de
estructura y constreñimiento.”88 A continuación, expongo brevemente cinco guías para
la comprensión de los alcances de la teoría de la estructuración, ello nos permitirá
orientarnos cuando en el tercer capítulo expongamos la forma, contenido y articulación
de los principales conceptos de la teoría de la estructuración.

88
ibid, p 40

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