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CURSO: SOCIOLOGÍA DE LA SALUD

MAESTRÍA EN CIENCIAS DE LA ENFERMERÍA

ALVARO BUITRAGO DÍAZ


Matricula: mmco18786. Número de identificación: CC 91´534.082

Actividad 4.2 Ensayo. “biopoder y cultura narcisista”


Unidad 4. Problemáticas sociales y su pertinencia en las investigaciones de
ciencias de la salud

Docente: Norma Leticia Perea Estrada


13 de Octubre de 2018

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“EL IMPACTO DE LA CULTURA NARCISISTA ACTUAL SOBRE LA SALUD”

“El hombre y la vanidad mueven el mundo”

“Que los anormales sean excluidos, no significa que no sean importantes”

-Foucault-

INTRODUCCIÓN

El presente ensayo está basado en el texto “Los anormales”, escrito por Paul-Michel Foucault

(1926-1984) fue un filósofo, historiador de las ideas, psicólogo y teórico social francés. Fue

profesor en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de los

sistemas de pensamiento. Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias

sociales y las humanidades.

El curso sobre “Los Anormales” Foucault analizó la cuestión del saber y el poder: poder

disciplinario, poder de normalización y biopoder. A partir de múltiples fuentes teológicas,

jurídicas y médicas, Foucault enfoca el problema de esos individuos “peligrosos” a quienes, en el

siglo XIX, se denomina “anormales”. Define sus tres figuras principales: los monstruos, que hacen

referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se

encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas.

Los análisis de Foucault toman como punto de partida los peritajes médico legales que aún se

practicaban en la década de 1950.

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DESARROLLO DE LA TEMÁTICA

El libro los anormales parte de una análisis sociológico de las conductas anormales, el texto es

una compilación de algunos seminarios de Foucault, que tiempo después fueron escritos. Foucault

en todos sus seminarios te va guiando por un viaje sobre el tiempo para llegar a lo que él llama

“los anormales”. Se inicia con el análisis de algunos casos dados por la pericia psiquiátrica donde

pone en evidencia la incapacidad de la pericia para realizar este tipo de casos. Muy al estilo

Foucault comienza con una crítica hacia el poder donde lo tacha de grotesco.

El autor nos deja ver que lo que en verdad están castigando en las pericias psiquiátricas es la

moral, que no están haciendo una relación o una observación de posible patología o analiza r qué

es lo que sebe de hacer a través de la justicia, sino que las evaluaciones están hechas para que sean

juzgados a través de juicios morales. Los peritajes se convierten en un análisis poco profundo y

lleno de juicios morales como el mismo autor lo menciona no se busca ver si esta persona pudo o

no haber hecho el crimen sino como era desde antes de haber cometido el crimen y si sus conductas

son consistentes con el crimen cometido, los análisis llevan frases como estas “jugaba con armas

de madera”, o sea que un posible delincuente si había mostrado en otras áreas de su vida o en otro

tiempo no estar apegado a la norma posiblemente puede ser juzgado. Categorizando a todos estos

no como criminales, delincuentes o perversos sino más bien en una categoría llamada anormales,

el castigo va sobre el que no está en la línea estándar. El control anormal desde siempre ha sido

confinado al gobierno, a los que “están arriba”, el autor nos hace referencia a los casos de leprosos

que estos por su condición enferma son retirados de la sociedad, embargaban sus bienes y hasta en

algunos lugares tenían una ceremonia fúnebre porque esta personaba pasaba a estar muerta.

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La exclusión de los “locos” también era así, no es que los locos hayan tomado el lugar de los

leprosos pero la ciudad no podía tener dentro de ella a este tipo de personas porque atentaba contra

la “razón” y eran excluidos de la sociedad, el perseguir a sujetos que no cumplan con la normalidad

era su trabajo.

Hubo movimientos para perseguir a los vagabundos, mendigos, ociosos, libertinos, etc. Todos

estos eran sujetos que podían poner en riesgo a la sociedad. Así bien nos deja ver que en la peste

aunque por mucho tiempo también eran retirados y que las ciudades que padecían este “mal” eran

clausuradas, nadie podía entrar ni salir de ellas aunque en estas si se realizaron métodos de

inclusión y no de exclusión para los enfermos. La norma la estandarizaba el poder, entonces se

convierten en jueces de la normalidad.

Foucault empieza con una división de 3 figuras, al monstruo humano, el individuo a corregir y

al niño masturbador. Después el autor nos guía por la universalidad de la desviación sexual y la

condena de esta misma, donde hace referencia a los siameses, a los hermafroditas que en los juicios

eran tomados como hijos del diablo porque su madre se había acostado con el mismo padre de los

males. A demás de condenar todo lo anormal, el incesto y otro tipo de “desviaciones sexuales”.

La búsqueda de la normalización de todo aquel que atenta la norma desde mi propio punto de vista

es lo que hace el poder, el encierro es lo que practica, es su fórmula de solución de problemas.

¿Pero qué relación tiene Foucault con el narcisismo? En sus escritos él analiza el poder que

impone la sociedad sobre las personas diferentes llamadas anormales, demuestra como ciertas

mayorías de la sociedad es sobrevalorada creyéndose con mayor poder y superioridad sobre otros.

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Podemos ver el narcisismo a flor de piel todo los días, el excesivo individualismo, culto a lo

privado, ansia de éxito, de imagen y de poder... Vivimos en la "cultura del yo", en "la generación

de Narciso". Atrás queda la solidaridad, "la pasión por el nosotros". Según RAE nos define el

narcisismo como excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras.

Vale la pena recordar que fue el bello y vanidoso “Narciso”, personaje de la mitología griega

incapaz de amar a otras personas que murió por enamorarse de su propia imagen, quien inspiró el

término narcisista. El concepto fue luego reinterpretado por Freud, el primero que describió el

narcisismo como una patología. Y en los setenta, el sociólogo Christopher Lasch convirtió la

enfermedad en norma cultural: determinó que la neurosis y la histeria que caracterizaban a las

sociedades de principios del siglo XX habían cedido el paso al culto al individuo y la búsqueda

fanática del éxito personal y el dinero. Un nuevo mal dominante. Casi cuatro décadas después ha

cobrado fuerza la teoría de que la sociedad occidental actual es, todavía más narcisista.

En primer lugar, hay que señalar que es un error confundir el narcisismo con la posesión de una

autoestima alta. Aunque sin duda un cierto narcisismo es necesario y resulta esencial si lo

entendemos como un sentido de auto valía; en una persona sana, esto contribuye a que se sienta

digna y valiosa por el mero hecho de ser ella misma, se sienten valorada, y persiste en obtener sus

metas y sueños. Este es un desarrollo sano y saludable; la autoestima es un proceso y debe

entenderse como tal. Sin embargo, para el narcisista este proceso se convierte en un fin en sí

mismo, en la meta final de su existencia y, al ser tan vital, se mantiene a costa de cualquiera,

degenerando en una búsqueda de referencias externas constante, en la que los demás se convertirá n

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a menudo en obstáculos u objetos a manipular, al servicio de su ansia de ser reconocido como

alguien realmente grandioso y único.

Este comportamiento narcisista parece expandirse como una plaga en la sociedad

contemporánea, tanto a nivel individual como colectivo. Y no solo entre los adolescentes y jóvenes

que inundan las redes sociales. Las cualidades narcisistas están en alza, basta con observar el

consumismo rampante, la autopromoción en las redes sociales, la búsqueda de fama a cualquier

precio y el uso de la cirugía para frenar el envejecimiento. El narcisismo como culto al yo suele

darse más en adultos que en adolescentes. Son personas inmaduras dominadas por una vanidad y

arrogancia que en la sociedad actual se presenta como algo normal. Esto les lleva, por ejemplo, a

prestar una exagerada atención a su apariencia física y a priorizar el éxito económico sobre otros

valores. Con frecuencia están muy influidos por los personajes famosos del cine y de la televis ió n;

quieren parecerse a ellos y vivir como ellos, y como no lo consiguen lo simulan. Algunos crean

imágenes falsas de sí mismos con fotos en las redes sociales.

El narcisista patológico difícilmente logra una convivencia sana con sus congéneres. No soporta

las críticas, no se siente parte de algo; todo ello mina sus emociones, lo que repercute en su

estabilidad psicológica y lo aleja de las comunidades en las cuales forzosamente tendría que

interactuar: el colegio, el trabajo, la familia, etc. El narcisismo lo aísla y, tarde o temprano, esta

enfermedad terminará por afectar su salud física. Regularmente, un narcisista patológico será

calificado de inadaptado. Este simple hecho puede llevarlo incluso al suicidio, porque nadie estará

al pendiente de él. Por eso es que el narcisismo es considerado una conducta grave y que requiere

de atención psiquiátrica.

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CONCLUSIONES

La obra de Foucault constituye una caja de herramientas importante a la hora de hacer

inteligibles ideas, acciones y simbolismos que permiten una coherencia explicativa y descriptiva

de la abrumadora evidencia de las relaciones sociales. Su percepción del poder pasó por

comprender la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que

se ejercen, o al contrario, los desplazamientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras, por

último, cómo se tornan efectivas, y cuyo esquema general o cristalización institucional toma forma

en las normas culturales, en las hegemonías sociales.

Foucault especifica que todo discurso, y toda relación de poder, implican un saber, un campo

analítico, así en relación al consumo podemos ver que las grandes empresas a fin de lograr mayor

consumo han recurrido a psicólogos, semiólogos, publicistas, sociólogos, etc. Con el fin de ver el

impacto de ciertas imágenes o productos en la mente del consumidor.

El narcisismo es una enfermedad psicológica de la que podemos ser víctimas indirectas y muy

sufridas en lo individual y en lo colectivo. Frente a ella cabe la vacuna de la prevención, que nace

de la información sobre el proceder del narcisista para evitar ser arrastrados por los fantasmas que

nacen de su delirio, manipulación y ambición.

La prepotencia y la arrogancia son síntomas del narcisismo, junto a una apariencia de gran

seguridad, y ejercen el poder entre la tiranía y el despotismo: Hitler, Stalin, Franco, Mussolini,

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Pinochet, Videla, Pol Pot, Mao Zedong, Karadzic y Alvaro Uribe son ejemplos de narcisismo en

la historia.

Vivimos en una cultura que exalta la imagen; capaz de destruir el medio donde se vive,

contaminando el agua, el aire y la tierra; capaz de anteponer el dinero y la riqueza material a las

vidas humanas. Una de las causas principales de la conducta narcisista es sobrevalorar y halagar

excesivamente a los hijos para elevar de forma artificial su autoestima. Por eso, la educación debe

destacar sólo logros reales. Una educación que no se centre en afirmar nuestra propia importanc ia,

sino en servir a un propósito más grande que nosotros mismos.

Es fundamental desmitificar los pseudovalores de la cultura narcisista y promover en la familia,

en la escuela y en los medios de comunicación, la cultura basada en el estudio de las humanidades

y en la práctica de las virtudes, los principios y los valores.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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psicoanálisis. En-claves del pensamiento, 7(13), 51-65. Recuperado en 14 de octubre de

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Trechera, José Luis; Millán Vásquez de la torre, Genoveva; Fernández Morales, Emilio. Estudio

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Colombia.

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