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La transferencia y la pulsión (I) (Cap.

10 a 11)

Lacan, después de dar una definición inédita del inconsciente y de la repetición, se interesa por el
tercer concepto en juego en este Seminario: la transferencia. Se trata de salvar los adelantos del
descubrimiento freudiano, olvidados con la práctica de los post- freudianos.
En el contexto político, Lacan es excluido de la comunidad analítica internacional, un drama subjetivo
del que saldrá triunfante, funda la escuela freudiana de París y propone el Seminario Los 4 conceptos
fundamentales del Psicoanálisis. Emerge un Lacan despegado de Freud, por lo que necesita
reformular algunos conceptos.
En cuanto a la transferencia lo que cuenta es la función que hay en una praxis, entendiendo praxis
como acción que pretende un resultado. En el Seminario VIII, Lacan ya se había interesado por la
transferencia desde el punto de vista fenomenológico, en el S. XI la diferencia es radical, se trata de
un objeto que ha cambiado de estatuto, adquiriendo un valor de real: el objeto a bajo la forma del
objeto pulsional. Este objeto a es la única invención reivindicada por Lacan como suya y no es
especularizable (esquema de Bouasse). En este Seminario, está más presente la dimensión real de la
transferencia.
Vamos a ver como articula Lacan la transferencia y el objeto a, con el fin de dar una nueva e inédita
definición de la transferencia.
Críticas a la IPA. Lacan parte de una pregunta básica ¿Qué es la transferencia?, para lo cual empieza
diciendo lo que la transferencia no es. Pone en cuestión las ideas de la Doxa ipaista. Los post-
freudianos reducen la transferencia a una relación de objeto con el analista (identificación con él para
pasar a la práctica analítica), tesis que Lacan refuta por tratarse de una identificación imaginaria
(lógica que pertenece a la psicología, pero no al psicoanálisis). Lacan denuncia la confusión entre la
instancia del Sujeto y el Yo, ya que el Sujeto lacaniano se define a partir de los significantes que lo
fundan. La única relación válida para un Sujeto es la relación con lo que Lacan llama el objeto interno.
Lacan sostiene que transferencia y repetición deben confundirse y hace una crítica a la concepción
lógico positivista sobre la transferencia al final del análisis: la verdad alojada en el lugar de Sujeto
Supuesto Saber que encarna el analista, no le permite concebir la caída del Sujeto Supuesto Saber
cómo momento terminal de la cura. Hablemos pues de qué propone Lacan como concepto inédito
de transferencia.
Presencia del analista y realidad sexual. La preocupación de Lacan es encontrar una fórmula de la
transferencia coherente con los conceptos de inconsciente, repetición y pulsión. Freud en 1909
subraya un primer lazo entre transferencia e inconsciente: la transferencia no siempre es aliada de
la cura: es la transferencia como resistencia. Cuando el analizante se instala en el silencio, la
asociación libre y la rememoración se paran. Para Freud, esta interrupción del trabajo significante de
la cura corresponde al surgimiento de una representación pulsional ligada a la persona del analista.
¿Qué es lo que hace resistencia? ¿Por qué el Sujeto se ve impedido de realizarse a través de la palabra
por el hecho mismo de la transferencia?, ¿Cómo Lacan explica esto? En el Seminario XI para nombrar
la causa del sujeto del inconsciente hay dos aspectos: la causalidad significante y la causación del
sujeto por el objeto. Este Seminario introduce la pulsión en el concepto del inconsciente, y la pulsión
no es un material significante. La pulsión surge en el dispositivo analítico anudándose a la
transferencia: es el inconsciente como discurso del Otro y como lugar de los significantes dónde
circula el deseo. Eso es el inconsciente freudiano. El Sujeto no es el individuo viviente, ni la persona,
el Sujeto es un efecto del significante articulado. Lacan tiene la llave de la nueva definición del
inconsciente: una pulsación temporal dónde alternan apertura y cierre. Y ¿Qué es lo que cierra el
campo del inconsciente? Es la transferencia. Con una concepción así de la transferencia el
inconsciente ya no es más un desarrollo infinito de significantes librando al Sujeto a la
indeterminación. La transferencia aporta un límite que pone término a la indeterminación del Sujeto.
La indeterminación es el Sujeto que no sabe quién es él, no sabe lo que quiere: está afectado por la
“falta en ser”. Digamos que la transferencia da una ganancia de ser. He ahí porqué Lacan sitúa por
un lado el amor y el odio, dos efectos de la transferencia como “pasiones del ser”, a las cuales añadirá
la ignorancia. Esta concepción lacaniana de la transferencia tiene consecuencias prácticas: por un
lado, no podemos tranquilizarnos diciendo que todo es, por parte del analizante un error de
conexión, de dirección. Por otro lado, si la transferencia se concibe como una consecuencia
espontánea del diálogo analítico, entonces el analista no es responsable de lo que pasa. Por el
contrario, Lacan piensa que el analista es responsable del color de la transferencia, porque él es mejor
sujeto supuesto saber que el analizante sobre la realidad que está en juego en la transferencia, la
realidad sexual y pulsional. Por eso hay una asimetría de las posiciones en ese vínculo entre el
analizante y el analista.
Mentira y verdad. La realidad pulsional toma la delantera sobre el lugar de la verdad: Lacan responde
a los analistas de la IPA que la realidad de la cual el analista debe ocuparse es la realidad sexual del
inconsciente. La verdad queda en segundo lugar; en otras palabras, la verdad del deseo pierde su
primer lugar en provecho de lo que llegará a ser lo real, un saber sobre lo real de la pulsión. Esto
plantea el problema del porvenir de la verdad. Lacan no está de acuerdo en reducir la práctica
analítica a una investigación de una verdad escondida, pone en cuestión la noción de verdad. La
cuestión es saber qué es lo que pasa cuando el mentiroso dice “yo miento”, este ejemplo muestra
hasta qué punto la palabra es embustera. Es uno de los avatares del significante. Con la palabra, dice
Lacan, el Sujeto se aventura por un camino de engaños. Lacan soluciona la paradoja del “Yo miento”
diferenciando enunciado y enunciación. Invita a distinguir el Yo del enunciado que acompaña a toda
demanda articulada, y el Yo de la enunciación, que es un Yo del deseo, un Yo que no se pronuncia
como tal: es el Yo del sujeto del inconsciente escondido detrás del Yo del enunciado. Por eso Lacan
dice que el analizante no desea lo que pide y no pide lo que desea. Deseo y demanda no se sitúan en
el mismo plano. Cuando el Sujeto habla, miente sobre su deseo inconsciente, aunque él no lo sepa.
En el corazón del “Yo miento” hay a veces un “tú dices la verdad” que le devuelve el analista con su
interpretación. El mismo esquema con el síntoma como protón pseudos freudiano: es un primer
engaño, pues oculta una verdad enmascarada y es necesario pasar por la experiencia engañosa de la
transferencia para abrir un acceso a la verdad. La identificación no es la identidad: ¿Qué ser tenemos
detrás de las máscaras identificadoras?, ese ser. ¿lo puedo conseguir a partir de un “yo pienso” ?,
Lacan nos dice que no, ya que cuanto más apuesto por el pensamiento más dudo. El Sujeto de la
duda no es otra cosa que el Sujeto dividido, barrado. El Sujeto lacaniano busca su certeza, pero no la
encuentra en el universo significante, ¿dónde la halla?, el Sujeto al cortar con la alienación
significante puede separarse del objeto a: el analista se hace semblante del objeto a.
Abertura y cierre. El inconsciente significante se cierra cuando surge la realidad sexual debido a la
presencia del analista. Lacan usa dos alegorías para explicar esta dialéctica:
“La bella detrás de los postigos”. Los postigos representan la realidad sexual del inconsciente. Este
inconsciente significante es el discurso del otro a la espera de apropiación subjetiva. El inconsciente
está fuera: ya que es constituido al inicio por el deseo del otro. La bella sería el Sujeto en tanto pura
suposición y que aún no ha encontrado el saber inconsciente. La idea de Lacan es abrir los postigos
para que el inconsciente pueda ir al encuentro del Sujeto. No es el Sujeto quien sale, sino el
inconsciente quien entra. ¿Cómo se abren los postigos? El analista situado fuera de la casa hace
alianza con el inconsciente como discurso del Otro. Gracias al acto interpretativo el analista abre los
postigos.
Esquema de la nasa. El inconsciente está en el exterior y tiene que entrar en la nasa para realizarse:
en el momento que sacamos la nasa para ver que hemos pescado, tiene que estar cerrada por el
objeto a, que constituye la presencia del analista. En la nasa siempre hay un pez ausente: el sujeto
no encuentra su ser. Uno acaba por darse cuenta que “nuestro yo” no existe. A partir de ahí mi ser
aparece cono un lugar vacío dónde falta algo, hay coloco el objeto pulsional a, que, al no ser
significante se convierte en el tapón que cierra la nasa y separa el sujeto del significante. Es el analista
quién tendrá que quitar el tapón transferencial gracias al acto analítico.
Para concluir:
Con estas alegorías Lacan empieza a describir las operaciones de alienación y separación.
El objeto pulsional que designa mi ser es él mismo un vacío dibujado por el trayecto de la pulsión.
La causa que el psicoanálisis debe cernir debe ser concebida como una causa perdida, que es la única
forma de esperar ganarla.
No olvidar que lo real como pérdida, como agujero está en el centro del inconsciente, de la neurosis,
del sufrimiento. Está en el centro de la causalidad.
La transferencia como cierre es la única manera de traer la pulsión a la escena analítica.
El objetivo es el fin de la cura analítica y el único medio de transmitir el deseo del analista y de la
práctica que se desprende. Por eso tres años más tarde, Lacan inventa el dispositivo del pase.

La transferencia y la pulsión (II) (Cap. 12 a 15)

Para abordar los capítulos de este seminario. Dos textos guía. Se trata de:

-Los paradigmas del goce. Capítulos XIII y XIV del seminario de J. A. Miller “La experiencia de lo real
en la cura psicoanalítica”.
- “Nuevas inquisiciones clínicas”, de J. A. Miller, publicado en Caracas, 1999, en la revista Entredichos.
En este último texto JAM subtitula a este Seminario 11 de Lacan como “Lo abrupto de lo real”.
Traduciendo la experiencia de lo real en la cura. No se trata de la experiencia vivida como dialéctica,
si no de la experiencia vivida como algo inasimilable.
En el momento de crisis por la denominada “excomunión”, Lacan se pregunta desde una posición
ética en qué está él autorizado. Ese es el inicio del seminario.
La crisis no es ocasión para una síntesis, que sólo sirve para tapar el agujero en juego, sino
justamente para esclarecer el abrupto de lo real, el tropiezo de lo real (pag. 174). Y por eso elabora
una segunda teoría de la repetición, la repetición significante antes, y ahora la repetición como
tropiezo.
Hay que tener presente que, en este momento de su enseñanza, para Lacan lo real es el objeto a,
aunque luego esto cambiará a partir de los años 70: el objeto a será un semblante, y lo real será un
real sin ley, como dirá en el Seminario 23.
La transferencia devendrá puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente, puesta en acto
quiere decir que ante el enigma del analista afloren las respuestas fantasmáticas del analizante. Esta
realización del inconsciente viene de algo que ya dice en el Seminario X: el síntoma se diferencia del
acting out, porque el síntoma llama a la interpretación.
Pero el síntoma es autista. Por tanto, el síntoma no es un mensaje. Si algo que es autista puede
vestirse a la manera de un mensaje es mediante la intervención de otro, por eso es fundamental la
presencia de un analista, ya que el inconsciente no es sin el otro, como dice Lacan. Eso hace que la
transferencia no pueda encerrarse en la mera repetición.
Para trabajar la transferencia, Lacan la aborda por el lado de las dificultades que ésta impone al
analista. De ahí el abordaje desde una perspectiva histórica.
Hannah Arendt decía: frente a una crisis no podemos reproducir esquemas viejos, ya que si no
producimos una catástrofe. Lacan, ya en su obra “La dirección de la cura” dice que hacemos la crítica
como “balizas para señalizar la ruta”, para estar advertidos de la posibilidad de las desviaciones, es
por tanto, una crítica desde una dimensión ética. Ya que el analista no es independiente del concepto
que tenga del inconsciente. El concepto del inconsciente como algo del orden de lo no realizado que
necesita de la interpretación del analista para existir como tal, y que la posición que el analista tome
puede hacer que la hiancia de lo pulsátil se cierre, y que sería función del analista hacer posible esa
apertura.
En el capítulo XII se plantea la cuestión de que la realidad del inconsciente es sexual. El inconsciente
estructurado como un lenguaje necesita de algo que circule bajo la cadena significante. La
transferencia no es la puesta en acto de la ilusión de una identificación alienante, sino la puesta en
acto de la realidad sexual del inconsciente.
A este punto del recorrido de Lacan, JAM lo denomina del goce normal, se trata del goce fragmentado
en objetos a. El goce pulsional realiza la integración y transgresión. En el paradigma anterior el goce
se alcanza por transgresión, Seminario 7.
Se plantea una nueva alianza entre el significante y el goce a través de la alienación y de la separación.
El inconsciente ordenado como una cadena significante tiene otra cara, la cara de la discontinuidad,
se trata de la idea de borde. Por eso cuando dice lo de apertura y cierre del inconsciente está en
juego esta idea de borde; homogeniza el inconsciente como una zona erógena: para eso pone el
ejemplo de la laminilla de la pág. 207.
En este sentido hay continuidad de estructura entre el inconsciente y el funcionamiento de la pulsión
y aparece la cuestión del cuerpo. Hay que recordad aquí el estadio del espejo; hay algo que no es
especularizable.
¿Cómo entender que el objeto es un vacío? para esto toma el esquema de la vasija y la libido entonces
aparece como un órgano y matriz de los objetos perdidos. El objeto a es un elemento de goce,
funciona como mediación entre la cosa y el otro. La función del objeto a señala la afinidad entre los
enigmas de la sexualidad y el juego significante.
No sólo se trata de la crítica a Jung, sino también de la crítica a la hermenéutica.
Si la hermenéutica trata de las teorías de la interpretación, ¿cuál es la diferencia con el psicoanálisis?
En la pág. 160 también hará una crítica a Ricoeur. La hermenéutica lo que hace es una infinitización
de la interpretación, del lado significante siempre se puede añadir un significante más. Freud ubica
un punto de detención en la interpretación como es el ombligo del sueño, la interpretación no puede
infinitizarse y eso es lo que hace la hermenéutica, añadir sentidos. Pero la realidad sexual del
inconsciente hace de límite. Es la crítica realizada por la vía del resto metonímico.
Por eso dice que el peso de la realidad sexual se inscribe en la transferencia, ya que es por la
transferencia que se realiza el inconsciente, pág. 161.
Por eso es que no todo es interpretable y que el análisis no se termina por una interpretación
maravillosa.
En el campo de la demanda se presentifica la discontinuidad del inconsciente, lo pulsátil con la
cuestión sexual.
A partir de la posición del deseo del analista en la transferencia y en concreto en el análisis de los
post freudianos, en lo que ellos esperaban de sus pacientes, Lacan va analizando la posición de estos,
encontrando desde posiciones divinas hasta posiciones maternales, etc.
Se trata de la historia del deseo de los analistas y de las marcas que dejaron en la historia del
psicoanálisis.
Lo que tenemos entre manos es el trabajo que Lacan hace con la pulsión.
¿Por qué cuatro conceptos y no más? ¿Cuál es la definición que Lacan da al inicio del seminario y la
que da en la pág.? 170? Si este concepto, pulsión, permanece es porque traza su definición en la vía
de lo real que se ha de penetrar. Después, ya en el Seminario XX dirá que lo real se interpela por la
vía del semblante. Por ahora utiliza el término ficción, que remite a Bentham. No se trata de un
modelo, que estaría del lado de lo imaginario.
El tema de la pulsión es formulada como el goce, a partir de la pulsión de vida y pulsión de muerte
en Freud. Pero va a decir también que la pulsión es un montaje, ya que como dijo Freud, la pulsión
no trae el objeto fijado. Idea que viene de Kant. Para Kant el animal trae al nacer un plan de conducta
prefijado por el instinto y el ser humano no, por tanto, tendrá que fijar su plan de conducta en la
relación con el otro: se trataría del imperativo categórico.
Por tanto, esta fijación implica un montaje. En este montaje está en juego la satisfacción.
En la pag. 173 pone en juego el asunto de la satisfacción. Los pacientes no están satisfechos con lo
que son, pero los síntomas tienen que ver con la satisfacción. Hay una contradicción en la
satisfacción. El paciente sufre de su malestar, pero hay algo en ese malestar que contenta al paciente.
¿Cómo es que el ser humano puede trabajar contra sí mismo? Aquello que los pacientes satisfacen
por la vía del displacer es al fin y al cabo la ley del placer. Lo que ocurre es que para una satisfacción
de esta índole se pena demasiado.
¿Qué haría en este asunto el psicoanalista? El estado de satisfacción hay que rectificarlo a nivel de la
pulsión, así es para Lacan en este momento de su trayectoria. No es el borrado de la satisfacción,
sino una modificación de este penar de más.
La paradoja de la satisfacción nos remite a la categoría de lo imposible. El camino del sujeto pasa
entre dos murallas de imposibles: la sexualidad en los desfiladeros del significante. Imposible que no
se entiende como opuesto a lo posible, sino que se entiende lo real como lo imposible. Se trata del
tropiezo de lo real. Lo real como el obstáculo al principio del placer. El hecho de que las cosas no se
acomodan de inmediato. Lo real es el objeto a por el hecho de su des-sexualización.
Hebe pasa entonces a explicar la cuestión de la zona erógena y el borde. Lo que define una zona
erógena es su estructura de borde. En las páginas 71 y 72 ya aparece el tema del borde y del
desarrollo libidinal, haciendo una crítica a los estadios evolutivos.
El borde es lo pulsátil, lo que se abre y se cierra. Y la definición del inconsciente en este seminario se
homologa al funcionamiento de la zona erógena.
Las perspectivas teleológicas, finalistas, sobre la sexualidad... la famosa genitalidad no tiene nada
que ver con la idea del objeto a. Por eso dice Lacan que la pulsión si se parece a algo es a un montaje
que se presenta como algo sin ton ni son, sería como un collage surrealista, el desmontaje de la
pulsión no sería sino la cuestión de la rectificación de la satisfacción pulsional.
Respecto a la pulsión parcial y su circuito, del cap. XIV, Lacan remite a un texto de Freud, Las pulsiones
y su destino. En la pag. 183 dice que la pulsión es el montaje a través del cual la sexualidad participa
en la vida psíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia
característica del inconsciente.
La pulsión puede satisfacerse sin alcanzar su finalidad biológica. Por eso, por ejemplo, no hay
alimento alguno que satisfaga la pulsión oral, a no ser contorneando el objeto que eternamente falta.
Esa falta, ese vacío puede ser ocupado por un objeto cualquiera.
El capítulo termina con la pregunta de Miller y la respuesta sobre la dimensión acéfala de la pulsión
que se puede ver muy bien en la compulsión.
Del cap. XV señala que la integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo requiere que entre en
cuestión algo del cuerpo, que podríamos designar con el nombre del aparejo. Aparece también otro
punto, que es el tema del amor, aunque no queda definitivamente trabajado. Para Freud el amor
solo puede considerarse como pasión sexual. Y Lacan hace la crítica al autoerotismo, señalando que
hay objeto desde el inicio.
Termina el capítulo haciendo referencia a su propio mito, que es el de la laminilla, que enlace la
pulsión con la dimensión de lo perdido.
Ante las preguntas sobre la satisfacción Hebe dijo que Lacan plantea un fin de análisis como
rectificación de la satisfacción pulsional, aunque en la última enseñanza dice que el análisis termina
en un incurable, en un saber hacer con eso de otra manera. Un sujeto responsable de esa satisfacción.
Se trata de un final ético del análisis.
A la pregunta sobre el penar y el rigor en el sufrimiento, Hebe acude al trabajo de Freud sobre las
histéricas en su clínica, el síntoma en estos casos aparecía como transacción, algo como lo evitado y
rechazado estaba ahí. Lacan también añade que hay ahí algo de lo inadecuado en el ser humano,
Freud acude al Edipo, a un padre que impide gozar, Lacan dice que el Edipo imaginariza un goce, pero
la cuestión de la castración está en juego, el goce es pulsátil, la cuestión es lo que hace el sujeto con
eso.
En la conversación, comentó la particularidad de este seminario en el sentido de la búsqueda que
Lacan lleva a cabo en estos momentos de su recorrido, así como también que se debe tener en cuenta
el hecho de las cuestiones paralelas que pueden surgir en el estudio de cualquier seminario con la
filosofía, o la hermenéutica en este caso, la crítica a la psicología, a los post freudianos...
Sobre la continuidad en el desarrollo infantil, y su aspecto con respecto a las posibles etapas del
mismo, Hebe habló del matrimonio desafortunado entre Freud y Piaget, que podrían llevar a una
especulación respecto a la idea de una maduración natural, armónica, o biológica.
Lo difícil de entender es que la naturaleza del ser humano no es tal, el lenguaje perturba incluso a la
misma llamada naturaleza, y Lacan muestra el caso de los psicólogos de la conducta animal. Lo
natural para el ser humano es este mundo del Otro, del lenguaje, de lo pulsional. Lo que tendríamos
es una imaginarización del mundo natural en la que debería haber una armonía.
Ante explicaciones antropológicas o sociológicas del comportamiento humano el psicoanálisis acoge
como esencial la relación con el otro, ahí aparece el sujeto humano. Lo primero que hay es un otro
que da una significación al viviente que acaba de nacer. Lo que hacen las posturas biologicistas es dar
un salto del mapa genético al psiquismo, con lo que esto implica sobre la posibilidad de caer en
posiciones totalitarias; se ha visto a lo largo de la historia, el ejemplo es Lombroso, la eugenesia o
incluso el higienismo. El racismo se ha sostenido en esas cuestiones. Es el riesgo de pensar que el
sujeto es reflejo de lo orgánico.
Lo que hace en gran parte diferente al ser humano de los animales es que en estos no está el objeto
de la pulsión. Por eso Freud habla de pulsión y no de instinto. Es en el instinto de los animales donde
sí hay un objeto fijado para cada especie. En cada ser humano el objeto se fijó dentro de su
contingencia particular, y una vez que se fijó es cuando deviene necesario. Aún en estas
circunstancias dadas, se da lo que Freud llamó elección de objeto, que no es una elección consciente,
pero que en ella participa la responsabilidad del sujeto.

El campo del Otro y el retorno de la transferencia (I)(Cap. 16 y 17)

Cap. XVI: El sujeto y el Otro: la alienación.

La relación entre el ser viviente y el sujeto articulado en los significantes lo reconoció Lacan, en el
capítulo anterior, como una carencia de su discurso, ¿de qué carencia se trata? Eso concierne a estos
dos capítulos, cómo se articulan el campo pulsional y a la vez los lugares de articulación del sujeto
con respecto a la cadena significante, a lo simbólico, al campo del Otro. En el mismo Freud está
también esta división, es un problema epistemológico fundamental: cómo se articula el mundo
pulsional, al que consideramos real con el mundo en el que el sujeto se constituye en el orden
simbólico, cómo se injerta algo del orden pulsional con algo que tiene que ver con el orden
significante. Se puede admitir que son dos órdenes heterogéneos ¿cómo articularlos? En este punto
hay disensiones con Lacan, entre los defensores de la dinámica y los defensores de la estructura (el
lenguaje). Estos dos capítulos son uno de los intentos de reapropiarse de los conceptos freudianos
interviniendo sobre ellos estableciendo un nuevo orden y va a tratar (en una de sus tantas
elaboraciones al respecto) de afrontar este problema mediante los conceptos de alienación y
separación. Va a demostrar que estos dos ámbitos heterogéneos están articulados, y el problema de
cómo intervenir por la vía del significante en la pulsión, que atraviesa toda su enseñanza, tiene en
estos capítulos la elaboración de dos operaciones: alienación y separación. El sujeto surge en el
campo del Otro, el inconsciente es el discurso del Otro, el significante representa a un sujeto para
otro significante, son tres variaciones sobre el tema del sujeto en el campo del Otro, son tesis
referidas a la estructura y no incluyen lo dinámico. Para incluir dos términos heterogéneos es
necesario la topología, una espacialidad que le haga posible reunir estos términos heterogéneos y
esa topología va a a comenzar con alienación y separación. La cuestión de lo simbólico y lo real le
rompe la cabeza a Lacan a lo largo de toda su enseñanza. El problema de la cura analítica y del
psicoanálisis acaba siendo la manera en que lo real afecta al ser que habla.
No hay ninguna pulsión que represente la totalidad de la sexualidad (como pensaban los
postfreudianos) todas las pulsiones son parciales porque ninguna pulsión es ni macho ni hembra, la
pulsión se reduce a un movimiento de actividad y pasividad. Pero además esto es aparente porque
la pulsión es activa, incluso en el masoquista, por pasivo que se nos presente el sujeto la pulsión es
un actor permanente.
La pulsión no está hecha para el vínculo con el Otro, sale, rodea un vacío y vuelve sobre su zona
erógena, es la parte de la vida que queda en cada ser que habla que realiza una satisfacción solitaria.
No nos reúne con nadie.
En el psiquismo no hay nada que nos permita saber que hay que hacer como hombre y como mujer,
hay que aprehenderlo en una trama, captarlo en el campo del Otro, pero siempre hay un obstáculo
interno que es que hay una parte de sí mismo que no puede ser definido y que es la pulsión, algo en
la propia identidad de cada uno que difiere. Como no hay una naturaleza masculina y femenina todo
está encomendado al semblante. En esta época la vía que privilegia para designar el campo del Otro
es la estructura del Edipo.
La sexualidad se instaura en la vida del sujeto por la vía de la falta. Toda la historia de la humanidad
es la invención de artificios e instituciones que resuelvan este problema de que la pulsión es parcial
y no vincula a un sexo con otro y eso le toca al Otro resolverlo por lo que cambia históricamente,
pero el progreso nunca podrá cambiar una pulsión parcial en una pulsión total, las pulsiones no
cambian, cambian los artificios simbólicos que las acogen. No hay que dar tanta importancia a las
trasformaciones históricas en la elaboración de síntomas.
La pulsión hay que captarla en su mismidad así como al significante lo captamos en su alteridad.
Una teoría misteriosa en este capítulo es que se superponen dos faltas: la falta del sujeto por ingresar
al significante y esa falta retoma otra falta en el ser viviente: todos los organismos sexuados mueren,
el surgimiento del ente siempre va acompañado de restos que se pierden. Esto rompe con el mito de
complementariedad de Aristófanes en el banquete de Platón, que lo sustituye por el mito de la
laminilla. Se parece a la teoría de la separación. Las pérdidas en el sujeto, aunque sean pérdidas que
están en el Otro también están en el sujeto es lo que se nombrará con el término de extimidad.
La pulsión es parcial y toda pulsión es pulsión de muerte, por la repetición, aunque paradójicamente
es lo más vivo que tiene el sujeto.
Para Lacan el amor es lo que viene al lugar donde no hay pulsión total, haciendo algo más que puro
narcisismo o pura demanda, es la experiencia de una diferencia (que dos que están habitados por
una pulsión parcial hagan algo juntos). No habría nada en la pulsión ni en el deseo que sostenga bien
al amor.
Para Freud el amor es la continuación de la pulsión por otros medios, para Lacan no, él le pide al
amor que no sea el tapón de la no relación sexual de manera fallida, que tenga una cierta dignidad
en su existencia. Le da un estatuto importante.
Al sustituir el mito de Aristófanes por el de la laminilla designa la libido no como un campo de fuerzas
(al contrario que los postfreudianos), la libido es un órgano irreal, es una primera aproximación al
problema que planteaba al principio ¿cómo se injerta la libido en el sujeto que se aloja en el campo
del Otro?, a través de un órgano irreal, como lo que se encarna, un montaje que tiene tomado al
cuerpo. Pero ser irreal no impide a un órgano encarnarse, lo llama irreal porque no puede demostrar
paso a paso como se encarna en cada ser que habla. ¿qué pruebas hay de cómo se encarna la libido
en el ser del significante? ¿Cómo impacta en el cuerpo del que está atravesado por significantes? el
tatuaje, una de las formas más antiguas de encarnar en el cuerpo este órgano irreal, la escarificación.
El sujeto sabe que la pulsión no le dice como ser hombre y mujer que tiene que aprehenderlo en el
campo del Otro, en medio de la trama. La libido encarnada no le dice como ser hombre o mujer
entonces viene el tatuaje, tratando de materializar ese órgano irreal. Da un lugar en el Otro (una
escritura suplementaria que lo fija) y cumple una función erótica.
La dialéctica de la pulsión, el amor y el bien están en lados diferentes (el neurótico quiere que estén
juntos) el perverso se identifica con la pulsión, no pretende reunir lo que está separado, por eso hay
un fracaso del amor en la perversión (es Kant con Sade, dividir al otro en beneficio propio)
Punto 2: Todo surge del significante, esto ya lo sabemos, la función del corte como función topológica
del borde, esto es lo nuevo, va a ser el eje de la construcción del eje de la separación y la alienación,
la propia cura analítica va a ser el modo como se mueven esos bordes. Y este borde tiene que ver con
la relación del sujeto con el Otro que se engendra en un proceso de hiancia, hiato (la abertura, lo que
no se puede cerrar). Hegel habla de esta hiancia, aunque al final promete un saber absoluto, sería lo
que se llama el fin de la historia (que nada en el fondo ya cambia el destino de la ciencia, que ya no
hay corte nuevo), en la versión de Lacan esta hiancia no se cierra nunca.
El proyecto de Descartes también era cerrar esta hiancia con las ideas claras y distintas “pienso luego
soy” de lo que no puedo dudar, una vez que llegó a este punto lo garantiza, vuelve eterna la verdad
llamando a escena, y ahí cierra la hiancia, a un dios no engañador.
Para Lacan esta hiancia no se cierra nunca, ni en la sexualidad ni en el significante se pueden cerrar
estas hiancias y la primera manera en que va a explicar esto es la alienación (pág. 219).
Lacan nos va a explicar el rombo entre el sujeto tachado y el objeto a en el fantasma, e introduce una
topología de bordes.
La alienación es relativa al discurso del Otro, la separación es relativa al deseo del Otro.
Cada vez que hay una elección hay pérdida, todas las elecciones son forzadas, una decisión es siempre
una apuesta sin garantías y a la que uno está forzado. Las elecciones más importantes son las que
actúan en nosotros, no son pensadas.
Lacan incorpora algo nuevo, aquí la verdadera matriz de la alienación es que en lo que elijo hay
pérdida, eso que se elige queda agujereado, en la elección entre el sujeto y el Otro hay esta hiancia.
En la alienación se trata del sujeto y el discurso del Otro y en la intersección de ambos está el
significante amo que identifica al sujeto de tal manera que queda fijado a él, porque el sujeto es un
conjunto vacío que queda desaparecido y petrificado en el mismo significante que lo atrapa, que lo
nombra y lo incluye en el campo del Otro (a eso Miller llamó más adelante insignia) la interpretación
debe de llevar a esos significantes amo, el sujeto ha quedado coagulado en ellos , ha elegido el
sentido y ha quedado por fuera del sentido, mordido por el sinsentido.
Las dos inercias que se van a poner de manifiesto en la cura es la relación con los significantes amo
(la alienación) y la relación con el objeto a (la separación). Cuanto más puede, el sujeto, percibirse
como objeto a más se aferra a los significantes amo, a las insignias.
El significante amo produce en la cura una especie de reducción que el sujeto a veces tiene que
construir. Es un significante fuera del sentido que obliga a que la interpretación no esté abierta a
todos los sentidos, sino que tiene que captar ese significante que viene del Otro para ver cómo el
sujeto fue capturado por el discurso del Otro.
El sujeto en psicoanálisis está entre los significantes amo y la pulsión, no tiene una sustancia a priori
tiene que dársela produciendo los significantes amo de su historia.
Lacan habla de una alienación más estructural que en Marx porque no es histórica, sino que es una
alienación que viene dada por el lenguaje, por eso los significantes amo no es algo de lo que te puedas
desprender por una práctica, no es su aniquilamiento, porque el sujeto no tiene sustancia, sólo se
puede hacer un nuevo pacto con los significantes amo, no hay una subjetividad radical (como piensan
algunos filósofos).
El sujeto queda identificado por los significantes amo S1 para unos significantes S2 que son
inconscientes por los que hay que pasar para poder separarse de la buena manera pues la separación
no es una cancelación de la alienación sino un retorno sobre la misma, hay que pasar por ella. Igual
ocurre al seguir a Lacan hay que pasar por sus significantes, para que el texto te capture.

Cap XVII: El sujeto y el Otro. La afánisis

La segunda operación también es difícil de entender.


La intersección que es el modelo lógico de teoría de conjuntos que propone Lacan para pensar la
separación también está alterado, al igual que lo está el de la reunión que utiliza para pensar la
alienación.
Es una intersección que se va a jugar entre dos faltas, en la separación que es con respecto al deseo
del Otro, el sujeto logra engendrarse a sí mismo, separarse (autoengendramiento del sujeto, como si
adquiriera su propio estatuto gracias a que se recubren dos faltas: el vacío del sujeto y el vacío del
Otro) separación es donde el sujeto hace coincidir su propia falta con la falta en el Otro. Se pone en
juego en el final del análisis donde el sujeto accede a lo que él es como objeto. Cuando ambas faltas
se recubren aparece el sujeto en su condición de objeto a, es cuando emerge esa idea de que en el
Otro no está la completud frente a la miseria del sujeto.
Cuando salimos del discurso del Otro al deseo del Otro pasamos a cuestiones muy delicadas porque
ahora la cuestión es qué soy en el deseo del Otro, ¿podría perderme? Lo que asemeja la separación
al pasaje al acto.
Es importante que en el discurso del Otro haya intervalos para que el sujeto capte el deseo del Otro
colocando en ese intervalo la posibilidad de su propia pérdida y que pueda haber separación.
Para responder a quién es uno está el significante amo pero para responder a qué es uno para el Otro
no hay respuesta directa, cada uno se lo inventa con su ser de objeto que tiene carácter de resto, de
deshecho.
Es una lógica que explica la propia posición política de Lacan en ese momento.
Siempre podemos ser perdidos, el Otro no te tiene garantizado.

El campo del Otro y el retorno de la transferencia (II)(Cap. 18 y 19)

Lacan es excluido de la IPA por desviarse respecto a los postulados de ésta, sobre todo en lo referente
a la técnica y a la enseñanza.
Lacan va a reiniciar, a tomar una posición en el Psicoanálisis, que le lleva a una nueva orientación y a
aportar un nuevo elemento (heterogéneo) a los 4 conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Este
elemento es el objeto a. Este es el gran invento de Lacan en el Psicoanálisis, que le permite leer toda
una serie de fenómenos en la clínica y de objetos del fantasma en el sujeto.
Introducción a los Cap. 18 y 19, encuadrados por J.A.Miller en la parte IV del Seminario y que lleva
por título “El campo del Otro, y retorno de la transferencia” . Nos señala la importancia de los títulos
en el Seminario ya que marcan la significación del texto. Los capítulos 18 y 19 abordan 2 temas o ejes
que se entrecruzan en la enseñanza de Lacan a partir de 1964. Enumera 2 diadas que se articulan:
Relación, o no relación, entre Ciencia y Psicoanálisis. El Psicoanálisis no se incluye en la Ciencia, pero
tampoco es excluyente. Si se tuviera que incluir sería en las Ciencias del lenguaje, en las logo ciencias.
Hay una zona de intersección entre ambas y aquí Lacan, a través del diagrama de Bent y la teoría de
los conjuntos, se preguntará cuál es.
Delimitar el campo del sujeto y el campo del Otro. Estos 2 campos no se incluyen, pero tampoco son
excluyentes. También tienen una intersección y Lacan tomará el concepto de transferencia para ver
cuál es esta intersección. Lacan vincula el sujeto con el Otro (analista).
Estas diadas o parejas que Lacan elabora y analiza en la transferencia a través de 2 operaciones
lógicas: la alienación y la separación, que se identifican con otras 2 operaciones de la lógica de
conjuntos: unión e intersección y que Lacan reelaborará con su perspectiva lógica en: y y o. Incluirá
también las operaciones inclusión y exclusión, reuniendo finalmente todo este juego de símbolos en
su famoso rombo. Rombo que está entre el sujeto y el objeto y que condensa los 4 símbolos
mencionados. Estas relaciones diádicas, insiste Bassols, son variadas y se van entrecruzando.
A partir de las referencias filosóficas de Descartes y Hegel, Lacan toma el saber de la ciencia y el
pensamiento que introduce la idea de un sujeto en relación a un saber. Toma una novela de R.
Queneau para ilustrar irónicamente esto. El sujeto de la ciencia es un sujeto plácido, que promete
felicidad y saber absoluto de las cosas de un día para otro (la autoconsciencia hegeliana). El sujeto
del inconsciente lacaniano no tiene descanso, trabaja todos los días. No hay plácido domingo
(J.L.Chacon).
La enseñanza de Lacan va a girar en torno a este elemento: el objeto a, que es el producto de esta
intersección entre el campo del sujeto y el campo del Otro. Un nuevo objeto que subvierte la propia
noción de sujeto. Dentro del proceso de transferencia, Lacan va a dar más importancia a la lógica que
a la dinámica. Y a partir de esta lógica se pregunta cuál es el sujeto de la experiencia analítica. Este
sujeto no es la persona, el yo, … Es el efecto del lenguaje, pero no sólo basta con la palabra dicha,
condición necesaria para un psicoanálisis, sino que hace falta entrar en otra lógica, el objeto a.
En este punto, Bassols nos señala un problema de traducción de la frase francesa (Sujeto al que se
supone un saber)) que es crucial para entender este nuevo concepto lacaniano. De entrada, la
transferencia supone un saber al Otro (médico), hay un saber que se supone al sujeto, pero Lacan vá
más allá y subraya: el Sujeto que se le supone al saber. Lo que es supuesto no es el saber, es el Sujeto
a un saber. Suponer un Sujeto al saber (por ej. el sueño me atañe). Lacan cambia la perspectiva de la
transferencia y le supone un Sujeto al propio Inconsciente. La transferencia no es sólo suponer un
saber al analista, es suponer un Sujeto a mi propio inconsciente. La transferencia funciona como
estructura transferencial y no sólo como fenómeno intersubjetivo. Lacan lo formula así: Sujeto
supuesto al saber (SsS). Y aquí el Sujeto cobra una nueva significación. Este es el Sujeto lacaniano.
Señala el esfuerzo lógico que Lacan hace con la introducción de la lógica de la unión, la intersección,
la exclusión…y escribir todo este movimiento del SsS en la trasferencia. La intersección del objeto a
como el punto nodular de la transferencia. ¿Qué sabe el Sujeto en la transferencia ¿se pregunta
Lacan. Simplemente la significación de lo que yo digo (en el caso de las neurosis). Así, la transferencia
introduce un nuevo amor dirigido no al analista sino al saber inconsciente. El analista no debe
suponer lo que el sujeto dice y hay que re interrogar la transferencia.
Todo esto plantea una serie de temas: los efectos de las terapias psi, la formación analítica, la noción
de transferencia (Lacan hace aquí una crítica a Leclaire y Laplanche), el deseo del analista, … Y lacan
es excluido de la IPA.
Se concretizará diversos pasajes de estos 2 capítulos.
Respecto al Cap. 18:
Resalta la importancia que para Lacan tenía la formación de los analistas (recordemos también que
en este Seminario incluye Lacan la formación de los no analistas).
Diferencia la fenomenología de la transferencia de la estructura y hace una crítica de las simulaciones
en las que caían los analistas en su tiempo. Si la transferencia incluye 2 personas se produce un juego
de espejos, de imaginarios y ambas se pueden tomar como sujetos. En este juego no hay salida. En
la estructura transferencial sólo hay un solo Sujeto y no hay simetría, por tanto, la
contratransferencia no debe ser la brújula para interpretar (Winnicot). Lacan dice que en el
dispositivo analítico hay un solo Sujeto y el analista está más bien como objeto que causa un trabajo,
un deseo en el sujeto y que causa que el analizante suponga un sujeto a su saber (un sujeto a su
Incons. Sueños, lapsus...). De la transferencia entendida como estructura intersubjetiva se pasa a la
transferencia entendida como un vínculo donde el analista está en el lugar de objeto, objeto a, y el
analizante como Sujeto dividido que va a suponer un saber a su inconsciente. No hay reciprocidad.
No hay 2 sujetos. No hay contratransferencia, como en las reflexiones cartesianas. Si uno se analiza
con su analizante a través de la contratransferencia la cosa puede ir muy mal.
¿Cuándo se hace presente la estructura transferencial? Cuando el otro se pregunta por el engaño. La
estructura de la transferencia tiene un primer momento: de entrada, al analista se le atribuye un
saber, está en posición de sujeto. La dimensión objeto del analista se produce en el momento en que
Lacan dice: “es el peligro de que el analista se deje engañar por él”, Que yo sin saberlo pueda estar
engañando al otro; si el otro se puede estar engañando con lo que yo le estoy diciendo, sin yo saberlo.
Esta torsión que hace Lacan ocurre siempre en un análisis e introduce la dimensión del Deseo del
Otro. Aquí vacila la estructura transferencial y aparece la dimensión inconsciente de la transferencia,
el Sujeto del Inconsciente, específico del ser humano.
La estrategia del engaño está en la naturaleza, pero lo propio del ser humano no es engañar al otro
para escapar sino fingir que finge. El doble engaño. Es importante captar esta torsión. Y esta
estrategia sólo puede ser aprehendida desde la posición femenina. La lógica fálica no finge. La
transferencia se feminiza y no se puede hablar de auténtica transferencia hasta que esta torsión del
objeto se produce.
Esto produce, en el análisis, efectos terapéuticos distintos a las terapias psi (sugestión). Lacan pasa
de lo intersubjetivo a lo analítico. Es el momento de separación del objeto, del objeto a, no del
analista.
Lacan toma el ejemplo del fort-da para apuntalar este paso de la transferencia y ver la lógica de la
separación. No hay aquí sin ahí; no hay una cosa sin la otra. Solo puedo constituirme en la medida
que me separo de algo. Es un proceso de automutilación pero que permite simbolizarse como
presente y ausente en el Otro. Para vivir hay que perder y esto se ve en cualquier acto clínico. Este
ejemplo también le sirve para llevar el tema placer-displacer a la transferencia y a la lógica pulsional
del sujeto., incidiendo en que no hay experiencia de placer sin experiencia de displacer. El objeto que
causa el deseo no es el objeto del placer. El deseo nos introduce a una lógica del fracaso del principio
del placer. Cuando hay algo displacentero algo del objeto a se pone en juego, y hasta que no aparece
esto no sabemos nada del deseo del sujeto, del verdadero objeto de su deseo.
Se pregunta a Bassols sobre la pulsión del analista. Esta pulsión no es gozar de su posición en el acto
analítico y le está prohibido satisfacerla ahí. Tendrá que gozar de otras cosas, en otros sitios.
Capítulo 19:
Lacan se plantea la relación entre interpretación y transferencia. Tema complejo, pues siempre se
decía, y actualmente también, que había que interpretar la transferencia. Es el mismo problema visto
anteriormente (transferencia y contratransferencia) y en este capítulo Lacan plantea problemas
topológicos, de lugar. Hay que partir de la idea de que no se puede interpretar sin, en y desde la
transferencia, pero el analista no es algo exterior al sujeto, su lugar está determinado por el
inconsciente del Sujeto y debe calcular el lugar que tiene en la transferencia para saber dónde el
Sujeto recibirá su interpretación.
Enfatiza Bassols que la interpretación no es algo extrapolable a todos los casos, ni está abierta a todos
los sentidos, como se enseña en otros espacios. La interpretación tiene un valor en sí misma y no se
puede interpretar desde un supuesto exterior. Por eso, en cada análisis hay que reinventar.
Esto nos lleva a la cuestión de la formación de los analistas, que siempre han tendido a identificarse
con su formador y a utilizar en la práctica clínica rasgos de éste. Había en esos años una teoría general
de final de análisis como identificación con el analista, originándose una grupalizacion de analistas
según el analista que se tuviera. Lacan insiste en que hay que distanciarse de estos procesos
identificativos inherentes a la transferencia, de este rasgo unario, para poder interpretar. “El rasgo
unario está en el campo del deseo, allí donde hay relación entre el sujeto y el Otro”, dice Lacan. La
identificación no es la salida de la transferencia.
Este año 1964, el Lacan que retomaba a Freud se separa de él, analizando el deseo de éste, y funda
una escuela con otros parámetros, distanciándose de ser el padre ideal y poniendo el énfasis en el
deseo del analista. Es decir, la posición de Freud (deseo del padre ideal) nos llevaría a la IPA: la
posición de Lacan se dirige al deseo del analista, que se funda en lugar del objeto a (inconsistente e
incompleto).
Este capítulo está hecho para separar el lugar del ideal del yo del lugar objeto de deseo; el lugar del
rasgo unario de la identificación del lugar del objeto causa de deseo.
Lacan hará en estas páginas una crítica a Leclaire y Laplanche sobre la lectura de su enseñanza años
antes, reduciendo a Lacan a lo más lingüista, al de los juegos significantes, etc. Estos autores, a través
de su fórmula Poordjeli (condensación de significantes), decían que el inconsciente es la condición
del lenguaje y que no encontraban distinción entre sgte y sgdo, que se identificaban, que por tanto
un análisis se podía resolver en esta lógica sgte y que la interpretación estaría abierta a todos los
sentidos, según arbitrara el analista. Lacan critica esto y dice: “La interpretación no está abierta en
todos los sentidos. No es cualquiera. Es esencial que el sujeto vea, más allá de esta significación, a
qué significante, está sujeto como sujeto”.
La relación sgte-sgdo no es arbitraria, como decía Saussure, es una relación contingente. Hay unas
leyes internas en la lengua para que las palabras adquieran el significado y la historia que tienen. Lo
importante es la relación de un significante con otro, para introducir efectos contingentes de
significado. Se trataría, dice Lacan, de aislar un hueso, un sin-sentido, y pone como ej. el caso del
Hombre de los lobos, de Freud.
Señala que el sujeto no se deja aprehender por ninguna relación significante sino que su ser está en
el objeto. Separamos al sujeto de sus identificaciones significantes para localizarlo en la mirada. Esto
nos lleva a la clínica de la neurosis y la psicosis. Es fundamental que el analista, en la transferencia,
está como un objeto reducible a esa mirada y dese ahí será recibida su interpretación. Esto es lo que
el analista debe poder calcular en la transferencia.
Aquí hay consecuencias clínicas importantes, en función del lugar que el analista tenga en la
transferencia. Lacan remarcará la diferencia del lugar para el Ideal y el lugar del objeto, y concluirá
Bassols diciendo:” El deseo del analista es el deseo de obtener la diferencia absoluta entre el lugar
del Ideal y el lugar del objeto. Mostrar que lo que hay es un resto, un objeto no significante, el objeto
a”.
Espacio discusión. El dispositivo analítico nos permite dar diagnósticos e interpretaciones de una
fenomenología compleja. Y esto sólo se puede hacer desde la singularidad de cada analista. Sobre el
DSM y el tratamiento para todos. Las demandas transferenciales en SM y los problemas que
presentan en la red asistencial.

Queda por concluir. Epílogo (Cap. 20)

Este seminario se expone a partir de la excomunión de Lacan de la IPA. Dicho seminario es dictado
en sustitución de el “Nombre del padre”. Dentro de estos capítulos se tratará un tema trascendental
que contiene un mensaje encriptado y oculto y que tendrá que ver con la situación por la que está
atravesando el mismo Lacan, al ser excomulgado.
La gran pregunta hace referencia a si el psicoanálisis es una impostura. Es entonces, donde Lacan
ubicara al “objeto a”. Si bien es tratado antes en el seminario de la angustia, es aquí donde lo termina
de establecer, y le da el valor en la experiencia analítica. El valor y la influencia hace que se modifique
el concepto sobre la transferencia y el objetivo de la misma en el tratamiento, e introducirá el
concepto de la liquidación de la transferencia para el trabajo analítico. Es entonces que aportará
insumos de gran trascendencia para el trabajo psicoanalítico, se cuestionará acerca de la verdad del
psicoanálisis, así como de la impostura y en el manejo de la transferencia. Este mensaje encriptado
sobre el que trabajara en este capítulo final, viene dirigido a alguien, pero: ¿a quién o a quienes? No
es arbitrario que se plantee dichas preguntas en el momento en que se encuentra.
Es entonces, en este punto, que comienza a hablar de la diferencia existente entre la demanda y la
pulsión. El matema de la pulsión es el sujeto en relación al “objeto a”, con el signo de alienación y
separación, sujeto vacío en la demanda, concepto que ampliara. “Dice el analizante a su interlocutor
el analista: “me entrego a ti, pero ese don de mi persona se trueque o misterio inexplicablemente en
regalo de mi mierda” El analista será quien reciba esa mierda del analizante. El punto fundamental
se da en el sujeto con un conjunto vacío en relación con esa demanda que trae a la consulta. Es así
que el analizante entrega algo que cobra el sentido de la demanda, pero ¿qué es lo que demanda
verdaderamente el sujeto? Lacan sostiene que el sujeto no encontrará satisfacción en esos apetitos,
y de ahí parte su postura con respecto a la transferencia y su liquidación y la demanda y en su
satisfacción en relación a la pulsión, cuestión que ira develando.
En este seminario se trata un punto trascendental, dentro de los cuatro conceptos fundamentales
del Psicoanálisis y su agrupación, la IPA, partía de un binomio el cual Lacan cruza, y que son la
transferencia y pulsión, este par que intenta abordar se encontraba separado en repetición y
transferencia y pulsión e inconsciente.
En la demanda para que algo de la pulsión se ponga en juego será a través de la transferencia, en
relación al fantasma de entonces, un sujeto vacío con el objeto. Aquí empieza a descifrar y dice: “el
analista no solo responde al deseo alimentario del sujeto, sino que debe tener tetas” con lo cual hace
referencia a que debe entonces no ocupar solo el lugar de ese objeto, sino que deberá tenerlo, ¿para
así satisfacerse? Para que el sujeto pueda ¿qué? El objetivo surgirá en ver como se llega a ese final
del análisis y de cómo el sujeto viva esa pulsión de ahí en más.
Cita entonces la frase que bajo ese manto de amor dice: “amo a ti algo más que a ti y por eso te
mutilo” Amo en ti, te amo, el fantasma, y te doy mi mierda. Amo al analista y te doy mi mierda.
Quedará, entonces el “objeto a”, que es lo que se juega para el sujeto dentro del análisis. Será la
transferencia la que se ponga en juego en la pulsión y donde veremos que el “objeto a” podrá estar
actuando como tapón o causa. Si este objeto sirve como tapón para el sujeto la pulsión quedara
oculta tras ese objeto.
Es entonces que se empieza a develar lo encriptado. El sujeto llega con su demanda, como en la vía
hacia la identificación, pero lo que demanda el sujeto no es la pulsión. El problema parte en que si
en un punto de la transferencia esta se desvía hacia la identificación y eso es lo que según Lacan no
deberíamos dejar que suceda, no irá entonces el deseo a lo pulsional, que sería su objetivo, ese
“objeto a” que causa el deseo, que existía de tapón, si dirigirá hacia una proliferación a lo yoico.
Hace referencia a “Psicología de las masas y análisis del yo” para hacer una comparación. Habla sobre
el final de análisis y su punto de desvío de la transferencia y la demanda. Esta es la crítica que hace a
la ipa, en la promoción de dicho final de análisis. Es entonces que lo cuestiona fuertemente, es aquí
donde dice que se pone en juego la voz y la mirada. ¿Cuál es el objetivo del analista?, es llevar al
analizante a obtener la diferenciación total entre el ideal del objeto y el “objeto a”, pero no es lo que
se ha hecho, sino que se ha llevado a la identificación desde la transferencia. El paralelismo que utiliza
Lacan para la IPA, es de actuar como los nazis, y esto ¿por qué? Hace este razonamiento; el objeto
que es mío lo pongo entonces en el exterior, pasa a ser mi ideal y quedan pegados, la mirada como
un objeto y la voz, entonces ocurre la identificación. Por ejemplo de la película “El Dr. Mabuse” y en
como las masas lo seguían, se explica el proceso por el cual han pasado para que suceda, el poner el
objeto en el lugar del ideal del yo.
“Sostengo que ningún sentido de la historia es capaz de dar cuenta, son muy pocos los sujetos en
una captura monstruosa a una ofrenda de sacrificio a los dioses oscuros” (pág. 282).
La excusa será entonces el que haya un dictador, sin embargo, es un fenómeno que trasciende a esto,
y es como se puede ver a las masas ir detrás, el mecanismo por el cual esto se logra. Dice Lacan: lo
que él llama objeto yo lo llamo el “a”, Freud da entonces status a la hipnosis y la define, donde supone
al “objeto a” como tal, con su significante que es el ideal del yo. Y lo traduce diciendo cuidado con
transformar la práctica en una práctica hipnótica.
Por ej los fenómenos de las plazas del 15M. refiriendo de cómo el sujeto pega el objeto en el exterior
y lo convierte en ese ideal del yo, y de los objetos electrónicos y su rol.
¿Qué se debe hacer para que la demanda no termine entonces en la vía de la identificación? ¿Qué le
queda al analista? ¿Cuál es su deseo?
El analista deberá desprenderse de sus propios ideales, el ideal del bien, etc., y es por eso que debe
atravesar su propia experiencia psicoanalítica. Lacan dice que todo análisis es didáctico, el ideal por
un lado y el objeto por otro. ¿Cómo puede entonces el sujeto sostener el deseo luego de la
experiencia analítica? ¿Cómo un analista quiere ser tal?, si no es aquel a quien se le entrega la mierda.
Lo anal entonces vinculado al don, pero no debe dejarse engañar por esos objetos amalgamáticos,
no dejarse hipnotizar por esa mancha, será el signo entonces lo que nos muestre la pulsión del sujeto,
un gesto o matiz, dice. Si quedamos desde el lugar del hipnotizado caeremos en el peligro de ser
hipnotizados. Debemos jugar a eso, pero no hacerlo. Aquí se pone en juego el deseo del analista. La
intervención se dirige, entonces, a conectarse con la pulsión, ver de ese objeto que es lo que le causa
la satisfacción pulsional. Es por esto que es importante la escucha, la atención flotante, pero sin
dormirse, crítica que les hace a los de la IPA. Hacer que uno ha sido hipnotizado, jugar a ese juego,
pero no quedar hipnotizado por el analizante y así vislumbrar el tapón del vacío del paciente.
Sucede cuando el sujeto sigue repitiendo sin querer hacerlo, y se pregunta qué le pasa entonces al
sujeto cuando lo hace. El ideal del yo no se encuadra dentro de eso, no lo puede cerrar, no lo haría,
pero de todas maneras lo hace. Entonces el ideal sobre lo que quisiera ser se aleja de lo que lo
satisface. Diferencia entre el ideal y el objeto, esto es lo que se pone en juego en el análisis. Lo que
el analista entonces busca es el punto de separación entre el ideal del yo y el objeto “a”, por lo cual
es importante no llevar la transferencia a la identificación, sino no se cumplirá el objetivo del análisis.
Historia de “Jazz hall”. De cómo el personaje se pone en el lugar de mancha, no de la que mira a esa
pareja, sino en un ser de a tres. Es por esto que el analista no debe tener prejuicios con respecto a
cómo ve esa realidad. Es así como la protagonista consigue darse un ser, no quiere ser mirada por él,
él la mira y ve la mancha y se fascina. Entonces es importante ver qué pulsión se juega ahí, qué pide
el sujeto.
El objetivo será entonces no frustrar la demanda sino no satisfacerla, darle nada, para convertirla en
una demanda de amor.
La IPA llamaría a esto contratransferencia, mantener el deseo, amor y odio en la intervención sí, pero
no que el analista se convierta en sujeto. Cuando el analista hace algún imperativo durante el proceso
sin pensar en cómo será tomado por el paciente, aquí utiliza un ejemplo de la transferencia negativa
en un caso con una paciente sobre el cobro de las sesiones a las que no había asistido y la reacción
de la misma al dejarle un sobre con el dinero y no volver.
A partir de aquí se comienza a trabajar en el epilogo del seminario. Dice; “el amor que en la opinión
de algunos hemos querido degradar, tras engaños, solo puede postularse en ese mas allá donde para
empezar da renuncia a su objeto, esto nos permite en todo refugio donde puede, también requiere
la intervención de ese médium que es la metáfora paterna, en eso radica la enseñanza del
Psicoanálisis, no es que hemos querido degradar al amor sino hemos mostrado lo que el amor vela y
lo que permite en una relación temperada, para no terminar en quiero algo más que a ti por eso te
mutilo…” (pag 283)
“El deseo del análisis no es un deseo puro, es el deseo de obtener la diferencia absoluta la que
interviene cuando el sujeto confrontado al significante primordial accede por primera vez a la
posición de la sugestión a eso… solo allí puede surgir la sugestión de un amor sin límites por estar
fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir.”
Se abren las preguntas y se habla sobre el amor sin límites y el deseo del sujeto. Aquí se aborda el
que es importante dentro del análisis y que implica no quedarse en la metáfora paterna y sus
significaciones sino intentar que se afronte ese significante primordial, ver a cuál se ha sujetado.
En el caso de las psicosis la dirección de la cura se encuentra en el anudamiento, el cuarto nudo es la
metáfora paterna. Si ya la tenemos encontraremos el síntoma, no será por esta, sino que uno será
capaz de ver ese síntoma, en el caso de las neurosis, aquí se estará entonces por fuera de esa ley
edípica.
El analista escucha, pero no piensa, se despoja de sus fantasmas, dice. Preguntar lo que parece obvio,
porque un significante con un sentido nos aleja del sentido que puede tener para el mismo sujeto y
nos impide llegar a obtener verdaderos hallazgos. Leer entonces lo que le paciente dice.
Cita y dice; “ no estaría mal, que se entendiese el leerse adecuadamente entre los que tienen el deber
de interpretar que sea justamente la palabra donde no se lee lo que dice es algo que sobresalta el
analista una vez pasado el momento en que se estima en la escucha hasta no tener certeza”
Haciendo crítica a los 50 minutos de la IPA, uno escucha entonces no las palabras sino lo que está
escrito, lo que sirva de referente para sus identificaciones.
¿Qué nos pasa en relación al goce? La religión dice como la prohibición y la filosofía como el pánico,
es por esto que toma el poema como la única manera de decir lo real.
Se cita un poema de Lacan.
Se realiza una pregunta acerca de la lógica de separación y como se relaciona, a esto se le responde
diciendo que el demandar nada, no un objeto, nada en concreto, el no satisfacerlo será para que se
abra la demanda, no como una demanda de nada sino de amor.

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