Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Síntesis: El debate planteado por los recurrentes concierne a la sustracción del banco
demandado a su obligación de celebrar el mutuo prometido, aprobar el crédito y
rehusarse infundadamente al desembolso causando daños con su conducta. En tal caso,
la promesa de mutuo es diferente al contrato de mutuo por su definición, elementos,
función y contenido obligacional. La promesa de contrato de mutuo, no obstante la
argumentación doctrinaria, a más de su expresa mención legal, es perfectamente
admisible, pues no hay obstáculo normativo alguno para su celebración, en tanto el
contrato preliminar y el prometido son diversos en sus elementos esenciales, función y
efectos obligatorios, y en todo caso, el último es ulterior y definitivo. En la promesa de
contrato de mutuo celebrada con una institución bancaria, las precisas condiciones
acordadas o dispuestas para el mutuo, por sujetar a su verificación la celebración del
contrato prometido, son obligatorias y de ineludible observancia, siempre que se hayan
pactado con absoluta claridad, y no se trate de exigencias desproporcionadas,
desprovistas de utilidad, ilícitas, abusivas o se estructure cualquier hipótesis de
ejercicio abusivo de la posición dominante.
«(…)
CONSIDERACIONES
Igualmente, tiene dicho la Corte, “(…) que para que haya contradicción, es de la
esencia que la providencia contenga más de una decisión en su parte resolutiva, y que
la una excluya la ejecución de la otra. Se trata de una exigencia lógica, de evidente
razonabilidad, ya que si la ley exige que la contradicción sea en la parte resolutiva, de
una vez está excluyendo de la prosperidad del ataque en casación tanto a las sentencias
que tengan una única resolución como a las que, teniendo varias decisiones
resolutorias que guardan coherencia entre sí, presentan contradicciones entre la parte
resolutiva y la motiva, evento, este último, en el cual el ataque debe intentarse con
fundamento en la causal 1a. de casación. En otras palabras, para que este ataque se
abra paso se exige la pluralidad de decisiones antagónicas (…).” (cas. civ. sentencia de
22 de junio de 1995, Exp. 4227).
3. El cargo no prospera.
CARGO SEGUNDO
1. Al abrigo del artículo 368, numeral 1º del Código de Procedimiento Civil, acusa
la violación directa del artículo 304 ídem.
CONSIDERACIONES
Por consiguiente, per se, carece de suficiencia para edificar una acusación por violación
de la ley sustancial al amparo de la causal primera de casación, en la cual el censor,
debe señalar una cualquiera de las normas de esa naturaleza que, constituyendo base
esencial del fallo impugnado o habiendo debido serlo, a juicio del recurrente haya sido
violada.
El citado artículo 304 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1°
del Decreto Ley 2282 de 1989, señala el contenido general de la sentencia, es decir,
regula un aspecto de la actividad judicial, no atribuye derechos subjetivos ni
obligaciones correlativas y la Sala lo ha señalado como norma no sustancial
(CCXXXIV, 385; Cas. Civ. sentencia de 20 de febrero de 2003, exp. 6345), por lo cual,
el cargo resulta inidóneo.
3. El cargo, no prospera.
CARGO TERCERO
c) No dar por demostrado, estándolo, el destino del crédito para inyectar capital
directamente a la sociedad e indirectamente al núcleo familiar propietario de la empresa
y deudores en la promesa de mutuo, desconociendo la prueba documental contenida en
los certificados expedidos por la Cámara de Comercio donde figuran las personas
naturales demandantes como sus “propietarios”, y la Escritura Pública número 1479 de
1° de julio de 1998 constitutiva de la hipoteca a favor de (…), en la cual no consta la
destinación del crédito para comprar una bodega, por ser de libre inversión.
Desde esta perspectiva, oportuno recordar la facultad del sujeto de derecho, en ejercicio
de la autonomía privada, libertad contractual o de contratación para celebrar en forma
inmediata el negocio jurídico consagratorio de la función práctica o económica social
procurada o después de agotar un procedimiento, técnica o iter formativo dinámico y
progresivo o, de estipular un contrato preliminar, preparatorio o promesa de contrato,
pactum in contrahendo, de ineundo contractu, “cuya función y prestación esencial
consiste precisamente en asegurar la celebración de otro ulterior” (cas. civ. sentencia
de 7 de febrero de 2008 [SC-007-2008], exp. 2001-06915-01).
Baste destacar, al respecto, el carácter real del mutuo, “contrato en que una de las
partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir otras
tantas del mismo género y calidad”, en tanto no se “perfecciona”, nace, existe o
constituye, “sino por la tradición, y la tradición transfiere el dominio” (artículos 2221 y
2222 del Código Civil), es decir, la figura legis, exige esentialia negotia, para su
existencia o constitución (quoad constitutionem), la entrega de la cosa prestada a título
de tradición “de manera real o material, como también en forma ficta o alegórica,
atendidas las modalidades que enuncia el artículo 754 del Código Civil” (cas. civ.
sentencia de 22 de marzo de 2000, [S-031-2000], exp 5335), con la cual se transfiere la
propiedad (mutui datio), por el mutuante al mutuario, quien las recibe no “para usarlas
y devolverlas, sino para consumirlas, natural o jurídicamente, con cargo a devolver
otras de la misma especie y calidad” (cas. civ. sentencia del 27 de marzo de 1998, exp.
4798, CLII, 649-650), esto es, estricto sensu, versa sobre cosas fungibles, sustituibles e
intercambiables por otras entre sí, y susceptibles de consumición, cuyo dominio se
adquiere, con el deber de restituir igual cantidad de su misma especie y calidad.
La cuestión central de este contrato, se remite, por tanto, a la tradición cuanto
presupuesto iuris imprescindible para la constitución del mutuo, consistente en la
entrega a tal título de determinada cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir otro
tanto de idéntico genero y calidad.
Desde luego, la promesa de mutuo debe acatar los presupuestos de validez de todo
contrato y, en particular, los exigidos para su existencia por el ordenamiento jurídico.
Por elementales razones, las condiciones pactadas para la celebración del contrato
prometido, deben cumplirse como se acordaron.
Así, en la promesa de contrato de mutuo celebrada con una institución bancaria, las
precisas condiciones acordadas o dispuestas para el mutuo, por sujetar a su verificación
la celebración del contrato prometido, son obligatorias y de ineludible observancia,
siempre que se hayan pactado con absoluta claridad, y no se trate de exigencias
desproporcionadas, desprovistas de utilidad, ilícitas, abusivas o se estructure cualquier
hipótesis de ejercicio abusivo de la posición dominante (cas. civ. sentencias de 19 de
octubre de 1994, CCXXXI, II Semestre, pp. 709-777; 2 de febrero de 2001, exp. 5670).
Incluso, satisfechas todas las exigencias del préstamo, el promitente mutuante puede
abstenerse de cumplir el contrato de promesa de mutuo, “si las condiciones
patrimoniales del otro contratante se han alterado en tal forma que hagan
notoriamente difícil la restitución, a menos que el promitente mutuario le ofrezca
garantía suficiente” (artículo 1169 del Código de Comercio).
A este propósito, “‘por vía de la causal primera de casación no cualquier cargo puede
recibirse, ni puede tener eficacia legal, sino tan solo aquellos que impugnan directa y
completamente los fundamentos de la sentencia o las resoluciones adoptadas en ésta;
de allí que haya predicado repetidamente [la Corte] que los cargos operantes en un
recurso de casación únicamente son aquellos que se refieren a las bases fundamentales
del fallo recurrido, con el objeto de desvirtuarlas o quebrantarlas, puesto que si alguna
de ellas no es atacada y por sí misma le presta apoyo suficiente al fallo impugnado éste
debe quedar en pie, haciéndose de paso inocuo el examen de aquellos otros desaciertos
cuyo reconocimiento reclama la censura’ (Se subraya; cas. civ. 23 de junio de 1989,
Exp. 5189, reiterada en cas. civ. 15 de diciembre de 2003, Exp. 7565)” (cas. civ.
sentencia de 19 de diciembre de 2005, expediente No. 1989-01859-01), en cuanto, si la
sentencia “se basa en varios motivos jurídicos, independientes, pero cada uno con
fuerza suficiente para sustentar la decisión jurisdiccional, no es difícil descubrir que si
la censura en casación es ineficaz para desvirtuar todos los soportes del fallo, porque
permanece en vigor alguno que le mantiene su firmeza en derecho, el recurso no es
susceptible de prosperar, aún en el supuesto de que fueran destruidos los motivos
restantes de la sentencia acusada” (cas. civ. sentencia 134 de 27 de junio de 2005,
reiterando G. J. Tomos LXXXVIII-596 y CLI-199).
De igual manera, en casación, “la actividad ‘ex officio’ de esta Corporación, en lo que
se refiere a la demanda interpuesta, es harto restringida, habida cuenta de que le
impide auscultar ‘…defectos de la sentencia que no hayan sido denunciados
formalmente por el recurrente y decidir la invalidación del fallo por errores no
invocados en la demanda de casación’ (G.J., t. LXXXI, p.426)”, ni “le es permitido…,
sin resquebrajar caros axiomas que estereotipan el recurso en comento, suplir o incluso
complementar la tarea impugnativa asignada al recurrente, en atención a que -en línea
de principio- debe circunscribirse a la demanda respectiva, la cual se erige en carta de
navegación para todo Tribunal de casación”, al punto que “le está vedado recrear el
cargo o enmendar por su cuenta los defectos que éste contiene (…)’ (Cas. Civ.,
sentencia del 23 de marzo de 2000, expediente No. 5259; se subraya)” (reiterada en cas.
civ. sentencia de 26 de febrero de 2010, exp. 11001-3103-039-2001-00418-01).
De su parte, el juzgador tuvo por “acreditado en el expediente tal y como consta a folio
uno a tres del cuaderno número dos al igual que se puede establecer de la carta de
fecha mayo 8 de 1998, dirigida por el gerente de la sucursal Tunja de (…) a los señores
(…) y (…) que el crédito se generaría para compra de un bien inmueble,
concretamente la adquisición de una bodega (…)”; “(…) lo consignado y oficialmente
convenido es que el crédito se haría con una [a]signación específica cual era la
adquisición de una bodega (…)” (fl. 41 cdno. 9); la mencionada solicitud de crédito
consigna en el espacio de destinación del crédito, “compra de activos fijos productivos.
Bodega ubicada en la carrera 11 N° 10-21 Tunja Área 4.091.85 m” (fl. 2, cdno. 2), y la
comunicación de aprobación, “remodelación diferente de vivienda ubicado en la
carrera 11 N° 10-21/31 de Tunja”.
En todo caso, tiene dicho la Corte que, “el juzgador no se encuentra imperativamente
obligado a acatar el dictamen pericial, ya que el Código de Procedimiento no consagra
una tarifa científica” (cas. civ. sentencia del 30 de noviembre de 1999, exp. 5361), en
ejercicio de sus funciones puede acogerlo, apartarse y aún prescindir del mismo,
apuntalando su decisión en las restantes pruebas del proceso, sin que por ello, su fallo
deje de estar soportado en derecho y en los elementos de convicción.
En efecto, expresó: “(...) no le asiste razón a la parte demandante cuando insiste en que
(…) debió hacer el desembolso y que ellos cumplieron con todo lo exigido para que el
mutuo se perfeccionara. De una parte estaba[n] probada[s] las dificultades
económicas de Conboy y de otra se encuentra que habiendo asumido los compromisos
a que se refiere la carta de mayo 8 de 1998, vista a folio 94 consistente en la
suscripción de un convenio con (…) para el recaudo de los cánones de arrendamiento
de las bodegas a que (sic) allí se indican, dicho convenio no se realizó” (fl. 42, cdno.
9).
d) Invoca el censor, la omisión de las cartas remitidas por (…) a la DIAN, Fiscalía
General de la Nación, (…), Almacenes (…). y (…) S.A., comunicando la pignoración
de los cánones de arrendamiento de unas bodegas a (…) y solicitándoles consignarlos a
su nombre a partir de julio de 1998 en cuenta de ahorros en esa corporación (fls. 76-80,
cdno. 2), y las declaraciones de (…), Director Administrativo y Financiero de la Fiscalía
General de la Nación, Seccional Tunja, y (…), Gerente de Almacenes (…) (fls. 109-114,
cdno. 3), pruebas éstas que con la del literal d), demostrarían el cumplimiento por los
demandantes de todas las condiciones establecidas por el demandado para el
otorgamiento del crédito, por lo cual debía otorgarlo y, al no hacerlo, incumplió el
contrato de promesa de mutuo.
4. El cargo no prospera.
DECISIÓN
(…).»