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Lo que hubiera necesitado saber cuando empecé en el

ministerio juvenil
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21 de septiembre de
2016

Por un segundo creí que le había roto el cuello y, en mi inmadurez egoísta, mi primer
pensamiento no fue si Bárbara se encontraba bien, sino que pensé de qué manera sus
gritos estaban llamando la atención negativamente hacia mí.

Era mi segunda semana como ministro de jóvenes practicante en mi iglesia local , a los 19
años. Era un a iglesia grande, con un próspero ministerio juvenil . Yo estaba en un hermoso
campamento en el norte de Michigan con unos cincuenta estudiantes secundarios
preparando el lugar para el ministerio de verano y con toda una tarde entera de recreo por
delante para nadar en las gélidas aguas del lago Hurón.

Bárbara era una preadolescente y le encantaba coquetear. Y le seguí el juego. De modo que
cuando la agarré y la puse sobre mis hombros estaba demostrando, en mi propia opinión,
lo macho y lo divertido que era y cómo todos los adolescentes del viaje podían relacionarse
conmigo como pares. Entré chapoteando al agua, mientras los gritos juguetones de Bárbara
atraían justo el tipo de atención que quería.

Pero el agua del lago no se hacía honda lo suficientemente rápido y yo ya me había cansado
de cargarla. Así que simplemente la solté allí, en más o menos 30 centímetros de agua, de
cabeza.

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Después de que hubo parado el llanto y la tarde se calmó, el pastor juvenil (mi jefe y
mentor) se sentó y me dijo: “Bueno Mark, hasta donde yo sé, lo has arruinado todo”.

Ese suceso fue el comienzo de un despertar para mí: era evidente que no tenía todo
resuelto. Aún después de haber crecido en un fabuloso ministerio juvenil y haber ido a la
universidad para entrenarme para el trabajo con los jóvenes, tenía un cargamento
completo de concepciones erradas sobre este ministerio y me tomó un montón de
elecciones torpes y largos años descubrirlas y derrotarlas.

Ahora bien, ¡¡estoy seguro de tú eres significativamente mucho más brillante de lo que yo
era!! Leerás todo esto y pensarás: ¡¡Este tipo era un completo idiota!! Lo alarmante es que yo
no lo era. Al menos, no más incompetentemente idiota de lo que puede ser el próximo líder
juvenil, veinteañero, sabelotodo y superseguro de sí mismo.

Espero que ya hayas detectado esas concepciones erróneas de la cuales yo tuve que
aprender a la fuerza. Pero sólo por las dudas aquí van:

Concepción errónea: Mi rol como trabajador juvenil es sobre todo ser amigo de los
estudiantes.
“Si puedo lograr que los chicos me vean como su compañero, entonces compartirán sus
vidas conmigo,” pensé. Bueno, funcionó- ¡¡¡desafortunadamente!!! Ese verano, como
seminarista practicante, tenía un buen número de chicos espiritualmente marginales que
me trataban como a un amigo. Pero había un pequeño problema: me puso en una posición
de impotencia. Me había ganado su confianza, pero no me había ganado un lugar de
autoridad espiritual en sus vidas y el derecho a hablarles de sus temas desde una
perspectiva divina. Sólo era uno de ellos, nada más. En términos ministeriales, era una calle
sin salida.

Recuerdo a Juan. Estaba en su segundo año en la secundaria, pero actuaba como si fuera
más grande. Juan tenía una tranquila confianza que lo hacía verse bien. Yo hasta admiraba
su seguridad. Pasaba largos ratos con él esperando ganarme su favor, esperando tener un
entre con él. Esto era , hasta cierto punto, motivado con pureza. Yo quería tener un impacto
espiritual en la vida de Juan, a pesar de no tener idea de cómo iba a hacer esto o cómo se
vería. Escuchaba y me reía de sus bromas inapropiadas, haciendo caras de “Oh,
compórtate”, ocasionalmente. Hice concesiones para ganar su confianza y la conseguí.
Confiaba en mí lo suficiente como para dejarme entrar en su vida. Pero no tuve un impacto
espiritual en su vida en absoluto. Ninguno. Nulo. Hasta quizá haya tenido un impacto
negativo.

El rol del trabajador juvenil no es ser un amigo o compañero. Si estás saliendo con
adolescentes todo el tiempo y los ves como pares o mejores amigos, algo anda mal contigo
y no deberías estar en el ministerio juvenil. Claro, deberás entablar una amistad con los
muchachos. Pero tú eres su líder y eso te define como una clase diferente de amigo. Sí, vas
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a salir con ellos y vas a hablar de otras cosas aparte de Jesús. Pero tu relación con los
estudiantes, tan amistosa como pueda verse de a ratos, necesita estar basada en el
entendimiento de que la razón primordial para estar con ellos no es la de ser su amigo sino
que es la de tener un impacto espiritual en sus vidas.

Concepción errónea: Mi rol es identificar y confrontar todo el pecado en la vida de los


estudiantes.
Yo también pensaba que una vez que me hubiera escabullido en sus vidas, muchas veces
manipulándolos, y ganado su confianza , podría tratar con sus más profundos y oscuros
pecados. El error de este tipo de pensamiento no estaba en mi habilidad para descubrir sus
pecados más profundos y oscuros. El error estaba en pensar que eso era hacer un buen
ministerio.

Enfrentémoslo. ¡¡Yo estaba intentando ser el Espíritu Santo!!! ¡Qué tonto es eso!! Continuo
encontrándome con trabajadores juveniles de entre 30 y 40 años que siguen trabajando
bajo la falsa idea de que su trabajo es convencer a los adolescentes de pecado. Dejémosle el
trabajo de Dios a Dios.

No es que no debas confrontar el pecado. Debes hacerlo. Pero no es tu rol principal.

Más tarde, durante ese verano en que lancé a Bárbara al lago, el pastor de jóvenes detectó
esta idea errada en mí y me sentó nuevamente. El dijo algo como esto: “Los chicos no
necesitan un faro sobre ruedas, recorriendo todos los lugares y alumbrando todos los
rincones oscuros de sus vidas. Necesitan un faro sobre la roca, constantemente
alumbrando en la misma dirección, confiable y predecible, de manera tal que mientras ellos
corretean y dan vueltas, tengan un punto consistente al cual mirar, un faro de luz predecible
como punto de referencia”.

Esta analogía cambió la manera en la que encaro el ministerio uno a uno. Sí, desafío a los
chicos. Sí, confronto el pecado en manera regular. Pero mi perspectiva es diferente.
Entiendo que mi mayor influencia no va a estar puesta en desafiar o confrontar, sino en ser
un ejemplo constante de Cristo viviendo en mí.

Concepción errónea: Puedo arreglar a cualquier estudiante.


Con el tiempo necesario, con la mezcla justa de interacción divertida y desafío espiritual,
con mis brillantes habilidades atrae- adolescentes, estaba seguro de poder “parlarme” a
cualquier adolescente y después llevarlo a un caminar más profundo con Jesucristo. Ahora,
yo no era lo suficientemente tonto como para creer que podía hacer esto con cualquier
adolescente. Eso significa demasiados chicos. Pero sí creía que podía manejar a cualquier
adolescente individualmente que pusieras en mi camino. ¡Cuanta arrogancia!

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Trevor era un preadolescente y era bastante popular en su escuela. Ni siquiera recuerdo
cómo fue que comenzó a asistir a nuestro grupo juvenil. Realmente, no encajaba. Trevor
estaba metido en break dancing y yo también lo había estado (eso fue a principios de los
ochenta) y usé ese interés compartido para entablar una relación con él. Fue un buen
comienzo. Pero no importaba cuánto tiempo pasara con Trevor, cuán buen ejemplo yo
fuera, cuánto pudiera desafiarlo ni a cuántos eventos del grupo juvenil asistiera: él no
parecía cambiar demasiado. Supongo que habrá cambiado un poquito. Pero me
sorprendería si me enterara de que hoy está en el camino del Señor.

¿¿Y sabes qué?? El fracaso de Trevor de “comprometerse con Dios” no es un reflejo de mi


fracaso como trabajador juvenil. No sé por qué Trevor no experimentó un cambio de vida
significativo y desarrolló una apasionada comunión con Cristo. Oye, hay chicos a los que
apenas si les había prestado atención y que hoy son misioneros. El Espíritu Santo trabaja en
la vida de los chicos de maneras y en tiempos distintos. Y los adolescentes responden al
Espíritu Santo en maneras diferentes. Mi parte en la ecuación es, francamente, muy
pequeña.

Necesito ser fiel en representar a Cristo a mis adolescentes pero la manera cómo ellos
respondan escapa a mi control.

Concepción errónea: Debo tener buena onda, hablar su idioma y andar tirando
constantes referencias de la cultura juvenil.
Oh, sí. Ese era yo. Yo era el maestro juvenil excéntrico, fuera de lo convencional. Sabiendo
que me perfilaba hacia el ministerio juvenil, le pedí a mis padres una guitarra para mi
graduación de escuela secundaria. Ocasionalmente , los estudiantes pensaban,
probablemente, que yo tenía buena onda. A menudo habrán pensado que era un patético
perdedor.

Y seré dolorosamente honesto contigo: todavía lucho con esta concepción errónea. Y la
probabilidad de llegar a tener “buena onda” está decayendo día a día. Pero, como muchos
trabajadores juveniles, quiero que los chicos crean que tengo buena onda. Y es fácil caer en
el pensamiento falso de que tener buena onda incrementa la efectividad del ministerio
juvenil. ¡No es necesariamente así!

Matías era un trabajador juvenil en mi última iglesia. A decir verdad, Matías sea
probablemente la persona más rara que jamás conocerás. Está completando su doctorado
en química teórica. Ni siquiera es química real. Usa computadoras para jugar juegos sobre
“qué pasaría” si mezclan compuestos y moléculas. Él es una de esas personas que todo el
mundo menosprecia por su forma rara de vestirse, por su combinación de pantalones de
diseño escocés y camisa a rayas, y por ser el estereotipo de deficiencia rítmica. Y él es uno
de los mejores trabajadores juveniles que alguna vez conocí. Él alcanza a chicos que yo

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nunca alcanzaría. Y no quiero decir que es solamente bueno con aquellos futuros geniecitos
en química teórica. Él ama a los adolescentes y se les pega sin reparos. Los estudiantes lo
aman y respetan su autenticidad.

Toda la buena onda que puedas llegar a tener quizá consiga un poco de atención inicial con
los estudiantes pero te no llevará muy lejos. El mejor regalo que Dios le hizo a tu ministerio
eres tú mismo. Y tú eres la mejor herramienta del programa. Sé tú mismo.

Concepción errónea: Los padres son enemigos; los padres son el problema.
“Los padres malcrían a sus hijos por quince años y luego pretenden que nosotros los
arreglemos en tan solo unas horas semanales.”

He escuchado a trabajadores juveniles hacer esta declaración. Puede que hasta yo mismo la
haya hecho. Es una declaración extremadamente seductora… uno puede creerla
secretamente.

Como ya sabes, los adolescentes están atravesando un tiempo de individualización,


van adquiriendo independencia y están formando sus propias identidades. Es poco común
que esto no cause al menos una pequeña cantidad de tensión entre los adolescentes y sus
padres. Y debido a que el trabajo con adolescentes es tan duro, muchos padres
experimentan una mezcla de éxito y fracaso. Al menos algunos de sus errores son cosas
que tu y yo, entendidos estudiosos de la cultura juvenil, no hubiéramos hecho (hubiéramos
cometido otro tipo de errores completamente distintos y probablemente mucho peores). Es
fácil llegar a la conclusión de que todos los problemas que nuestros estudiantes están
enfrentando son el resultado de una mala crianza.

Ahora, agrega el hecho de que indudablemente tendrás algunos padres que te harán
demandas irracionales. Esta concepción errónea es el resultado de esto. Pero aquí hay
algunas realidades en las cuales detenerse:

Realidad 1: la influencia nº 1 en la vida de los adolescentes todavía son los padres, mu


´tiples estudios los confirman.

Realidad 2: los padres tienen incontables veces más horas de influencia en la vida de sus
hijos que tú.

Realidad 3: los padres tienen la responsabilidad espiritual primaria de criar a sus hijos y
llevarlos a Cristo. Tú no tienes esa responsabilidad.

Estos hechos no significan que todos los padres se preocupen por el bienestar espiritual de
sus hijos y tampoco niegan el hecho de que muchos estudiantes son criados en ambientes
opresivos y carentes de amor.

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Pero he visto esto vez tras vez y lo he experimentado en carne propia: a medida que los
trabajadores juveniles envejecen (¡tanto como un anciano de 30!) comienzan a darse cuenta
de que son más efectivos cuando se ponen a la par de los padres en vez de ocupar su lugar.

Concepción errónea: Los equipos consejeros y los concejos son inútiles y retrasan tu
trabajo.
Creí que sabía mucho más sobre el ministerio juvenil que ellos. Y estaba seguro de que ellos
estaban espiándome y poniéndome vallas en mi camino, de modo que no los tomaba
mucho en cuenta. Los trataba con condescendencia y “maquillaba” los informes de tal
forma que hubiera impresionado a un político. Sólo les pedía que tomaran decisiones sobre
cosas que no me importaban.

Así que no debería haberme tomado por sorpresa cuando el concejo juvenil de mi iglesia se
me puso en contra. Cuando tuve que enfrentar a algunos ancianos de mi iglesia y estaba en
una situación difícil, necesitaba la protección del consejo ¡y no estaba allí!!

En las siguientes dos iglesias en las que trabajé, creé un equipo de padres consejeros y
decidí que la única manera en la que podían funcionar completamente era si yo les daba el
poder. Les pedía que aprobaran nuestro programa de enseñanza. Incluso les contaba, en
detalles, cuando había tomado alguna decisión incorrecta. ¡Eso me protegió a menudo!

La sabiduría de Dios viene del trabajo en equipo. Rodéate de personas en las que confíes y
luego decide confiarles a ellos algunas cosas, aún cuando parezca riesgoso. Sí, puedes
quemarte, pero puedes salvarte cuando te estés ahogando. Vale la pena tomar el riego.

Concepción errónea: Yo tengo mejores ideas que otros líderes juveniles.


Observé algunas de las otras iglesias o trabajadores juveniles que llevaban a cabo
programas locos y divertidos y rápidamente quedé convencido de que yo era superior en mi
habilidad para pensar y diagramar el ministerio juvenil y generar grandes ideas. Visitaba las
iglesias más grandes y llamativas de la zona y todo lo que veía eran las cosas que estaban
haciendo mal. Muchos trabajadores juveniles tienen la misma enfermedad : quizás tú
también la tengas..

Supongo que no hay otro nombre para llamar a esto sino arrogancia y es muy común, en un
grado alarmante, en el mundo de los ministerios juveniles.

Justamente esta semana recibí un artículo de un joven líder juvenil intitulado: “Por qué
Especialidades Juveniles debe cambiar o de otro modo, morir”. Bastante dramático, ¿no?
Verdaderamente recibí de buen agrado su participación y hasta llegué a entregarles copias a
otros miembros de Especialidades Juveniles, esperando poder extraer algunas gemas de
esta carta acerca de cómo deberíamos evolucionar y crecer. Al final, era una perorata de un
líder juvenil veinteañero, que estaba superadamente más que seguro de su visión del
ministerio juvenil y del mundo.
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Puede que sea el estereotipo, pero una personalidad renegada y semirebelde es más
propensa a ser atraída al ministerio juvenil. Estas personas están inclinadas a delirios de
competencia pero a medida que creces en el ministerio juvenil ( y en la vida), sucederá una
de estas dos cosas:

1) te darás cuenta de lo poco que sabes…


2) te convertirás en una persona de 30 años inmadura, agrandada, que araña ideas
acabadas y percepciones en forma de holograma, es decir, que vive fuera de la realidad.

Cada tanto, encuentro un líder juvenil como Luis. Conocí a Luis en una convención nacional
de líderes juveniles un par de años atrás. Almorzamos juntos. El tipo es humilde. Tiene un
espíritu dulce que refleja a Jesucristo y él ha estado luchando en el ministerio juvenil en la
misma iglesia por más de 10 años. De veras, el tipo es un santo del mismo calibre que la
Madre Teresa o Billy Graham o cualquier otro. Desearía que los seminarios y las escuelas
bíblicas tuvieran una materia llamada: “Cómo ser como Luis”.

Concepción errónea: El mejor material es el que yo escribo.


De acuerdo, lo admito. Esta concepción errónea es en la que dejo entrever mi inclinación
como editor de Especialidades Juveniles. A decir verdad esta es la única concepción errónea
en mi lista de 16 que nunca he tenido realmente pero tuve que incluirla porque es
horriblemente común.

En realidad es el monstruo de la arrogancia levantando su fea cabeza nuevamente. Esto es


lo que oigo todo el tiempo:

“No confío en el material de las editoriales; prefiero escribir el mío”.

“Nunca encontré nada sobre este tema así que lo escribí yo”. (Generalmente esto viene
acompañado de una propuesta para un libro que ya tiene otros cincuenta parecidos en el
mercado).

Este es el hecho. Puedes tener la habilidad de escribir buenos materiales pero te llevará
mucho tiempo—tiempo que puede ser utilizado en otras funciones ministeriales.
Ocasionalmente puedes enseñar sobre un tema que realmente no esté tratado por ningún
recurso disponible pero la realidad es que hay buenos editores que ya han preparado
material para que uses en tu ministerio, y gran parte de él es bueno.

Por otra parte, corrigiendo solo una palabra de esta concepción errónea hacemos de ella
una oración maravillosa: “El mejor material es el que yo modifico”: nunca enseño
directamente del material impreso. Aún el mejor escritor de programas juveniles no conoce
mis estudiantes, mi vecindad, mi iglesia, a mí mismo… tengo que modificarlo. Podría seguir
con esto por cincuenta páginas más, pero ya he dicho suficiente.

Concepción errónea: Los adultos jóvenes son los mejores líderes juveniles.
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Quizás tengas esta concepción errónea revoloteando en tu mente—sobre todo si tienes
menos de 25 años, pero ésta no es una concepción errónea sólo para trabajadores juveniles
jóvenes: es común en la Iglesia en general. Se desprende de la noción de que los adultos
jóvenes se relacionan mejor con los chicos, después de todo , relacionarse con los
estudiantes es a lo que se resume el ministerio juvenil.

Ahora, no me malinterpretes- los adultos jóvenes pueden ser líderes juveniles grandiosos.
Por lo general son solteros y tiene horarios flexibles y disponibilidad. Son energéticos y
pueden integrarse y mezclarse con lo estudiantes: por lo general están en sintonía con la
actual cultura juvenil, ya que muchos de ellos son parte de ella, y tienen una marcada
ventaja sobre los trabajadores juveniles más grandes ya que todavía se acuerdan de cómo
era ser un adolescente.

Pero hay otra cuestión: un adulto maduro puede traer la madurez al ministerio juvenil que
les puede faltar a los jóvenes adultos. Los padres les ofrecerán su total confianza a
voluntarios más grandes que tiene más experiencias de vida sobre las cuales basarse
cuando toman decisiones con respecto al bienestar en la vida de los chicos. Y es más
factible que tengan más sabiduría (de nuevo, debido a sus experiencias de vida) cuando
establecen una conexión con las necesidades más profundas de los chicos.

Espero que ya hayas desarrollado un sano compromiso con el ministerio (al menos
cognitivamente) basado en un trabajo en equipo a lo largo de tu entrenamiento y
experiencia personal, por lo tanto no predicaré sobre este tema. Así es como lo entiendo:
para aprovechar mejor los beneficios del ministerio en equipo debe haber diversidad
(diversidad de sexos, de edad, y en el mejor de los casos, de origen étnico).

– Un adulto joven se relaciona con los estudiantes como un hermano/a mayor.


– Un líder de 30 años a menudo toma el rol de tío o tía.
– Un líder de mediana edad se convierte en una figura paterna/ materna secundaria.
– Y es totalmente “cool” si puedes tener algún tipo de “abuelos” en tu equipo también.

Concepción errónea: Estoy en competencia con otras iglesias.


Mi primera iglesia tenía un buen tamaño: alrededor de 700 personas. Nuestro ministerio
juvenil tenía alrededor de 80 chicos. Pero yo estaba en un suburbio con dos megaiglesias,
ambas con más de 2000 miembros y sus ministerios juveniles sobrepasaban los 100. Yo me
sentía “el patito feo”. Ellos tenían presupuestos grandes, seminaristas, secretarias y recursos
a granel. Yo tenía una habitación oscura para el ministerio, un chiste de presupuesto y
acceso a muy pocos recursos. Y con regularidad “perdíamos” chicos que se iban a las
dos megaiglesias.

Yo era cordial con los otros dos pastores juveniles, e incluso hacíamos algunos eventos
juntos. Pero yo estaba siempre tratando de mostrar nuestro valor como ministerio juvenil.
Quería que ellos nos reenviaran a nuestros chicos, pero les tendía la alfombra roja a
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cualquier visitante de cualquiera de las dos megaiglesias.

¡Qué pérdida de tiempo, energía emocional y pensamiento! ¡Y qué pecado!

Hay demasiados estudiantes dando vueltas. Si los chicos se “enganchan” en otra iglesia,
¡que Dios los bendiga! Sé fiel a tu llamado, ama a los chicos que Dios puso en tu camino y no
caigas presa de la mentalidad consumista que dice que estás en competencia con otras
iglesias.

Concepción errónea: Mi meta es ser grande.


Estoy trabajando de voluntario en el ministerio juvenil estos días, ya que paso mi “tiempo
de trabajo” en Especialidades Juveniles ayudando a otros líderes juveniles. Y me encuentro
regularmente con mi pastor de preadolescentes que tiene 23 años. Él es un tipo grandioso,
lleno de confianza y habilidades naturales. Pero como muchos líderes juveniles jóvenes y
viejos, tiene la enfermedad de los números (oye, ¡incluso el viejo y buen rey David la tenía!).

Tenemos alrededor de 125 preadolescentes en un domingo promedio estos días. Bastante


grande. Pero recientemente, este pastor de preadolescentes le comunicó a su equipo de
voluntarios que una de nuestras metas es tener 700 preadolescentes en 5 años.

Desde entonces, he estado molestándolo y he intentado convencerlo de su cuestionable


meta. Es completamente irreal, por empezar. Pero aún más importante, es una meta
asquerosa.

Claro, claro, queremos alcanzar a tantos chicos como sea posible. Sí, nos sentimos urgidos
por Cristo a llevar el evangelio a los estudiantes. Pero en ningún lugar en las Escrituras se
nos da un indicio de que Dios prefiere un grupo de 700 chicos sobre un grupo de ocho. De
hecho, la mayoría de lo que encuentro en la Biblia parece apuntar justamente hacia el lado
opuesto: Dios quería que Gedeón tuviera menos hombres en su ejército; Dios mandó a
Josué a Jericó sin un gran número de armas; David se metió en grandes problemas por
contar sus tropas.

Nada te consumirá más rápidamente que ser pequeño y esforzarte por ser grande. Nada te
conducirá al orgullo más rápidamente que tener un grupo grande y enfocarte en ese hecho.
Fíjate en la historia de Usías si quieres saber el resultado del orgullo.

Concepción errónea: El ministerio juvenil es el ministerio más importante de la iglesia.


Yo llevé esta concepción errónea un paso más lejos. Amo absolutamente el ministerio con
preadolescentes. Le he dedicado mi vida al ministerio con jóvenes adolescentes con la idea
de que (e incluso lo he dicho) el ministerio con preadolescentes es el ministerio más
importante de la iglesia.

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Creo que la mitad de esta concepción tenía que ver con un complejo de mártir (buaaah….
nadie entiende el ministerio con preadolescentes, así que les mostraré que mi ministerio es
superior). La segunda mitad de esta idea era inseguridad. Y la tercera mitad de ella (¡!) era
pasión, sólo que mal enfocada.

Es grandioso tener pasión. Es esencial. Y es muy importante que tengas un sentido del
llamado sobre la importancia y la naturaleza estratégica del ministerio juvenil. Pero anda
con cuidado. Es fácil dejar que esta pasión importante y buena mute y se convierta en
arrogancia. Aquí está esa palabra nuevamente.

Por años, trabajadores juveniles han estado desparramando el infundamentado “hecho”


que el 80% de los cristianos toman su decisión por Cristo antes de los 18 años. Y hemos
usado este “hecho” liberalmente para lanzarnos sobre la gente con nuestra convicción que
el ministerio juvenil es el Billy Graham de todos los ministerios. Hay malas noticias: nuevas
investigaciones demuestran que el momento de quiebre es realmente anterior a los 14
años. Y la mayoría de estas decisiones se toman en el ministerio con niños. ¿Quiere esto
decir que el ministerio con jóvenes no es importante? ¡ Por supuesto que no!! Solo
desacelerémonos un poco y tomemos nuestro lugar entre todos los importantes ministerio
de la esposa de Cristo.

Ya no creo que el ministerio juvenil es más importante que otros ministerios en la iglesia.
Solo estoy contento de que Dios no me llamó al ministerio del estacionamiento o al de la
biblioteca.

Concepción errónea: Los asuntos de seguridad son para otras personas y otras
iglesias.
Siempre había escuchado cómo debíamos contar cabezas cuando los chicos se apilaban en
una camioneta o autobus- siempre y en viajes largos, con muchos chicos, siempre hice esto.
Pero era muy desordenado en viajes con diez chicos o menos.

Hasta que perdí una adolescente de 13 años en una de las vecindades más peligrosas del
centro de Chicago.

Estábamos en un viaje de misión en el centro de la ciudad y tarde en la noche, cuando


regresábamos a nuestro semi- abandonado pero seguro apartamento, que era nuestro
hogar mientras estábamos fuera de casa, hicimos una parada en Mc Donald´s para comer
algo. Miré a mi alrededor para ver si todavía quedaba alguien en el restaurante cuando nos
estábamos yendo, pero no había contado o controlado los nombres. Cuando nos fuimos,
Laura estaba en el baño.

Ella esperó en el restaurante por media hora esperando que yo me diera cuenta de que
faltaba y volviera por ella. Cuando eso no sucedió, y como ella conocía el camino, procedió a
caminar cinco cuadras llenas de terror. Miembros de una pandilla le gritaban obscenidades
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y amenazas. Cuando finalmente llegó a nuestro apartamento, nosotros teníamos la puerta
asegurada y estábamos tranquilos y protegidos en el tercer piso.

Nunca olvidaré el sentimiento de fracaso total, pánico y agradecimiento que sentí cuando
uno de los estudiantes entró corriendo a mi habitación para decirme que Laura estaba
golpeando la puerta. ¡Yo todavía no me había dado cuenta de que ella no estaba!

Cada líder experimentado tiene historias espantosas como esta, llenas de huesos rotos y
amenazas y demandas legales debido a que las precauciones de seguridad son tediosas e
innecesarias y tomas los atajos.

Ser meticuloso con las autorizaciones es una pesadez. Tomar lista en los buses te hace
sentir un General de la GESTAPO; y si no te sientes así, los estudiantes te lo recordarán.

Los formularios para voluntarios y el proceso de elección parecen consumirnos tanto


tiempo cuando necesitamos trabajadores…

Los juegos riesgosos son más divertidos…

De modo que tendrás que hacer lo que no sale naturalmente. Tendrás que decidir que el
tedio, la burocracia, el proceso y al precaución valen la pena. Al riesgo de sonar como un
viejo excéntrico, te diré la dura y dolorosamente obvia verdad: (con un toque de
melodrama): creerás que los asuntos de seguridad son sólo para otros trabajadores
juveniles hasta que tengas que enfrentar una demanda legal o una muerte.

Concepción errónea: Si ignoras los problemas, desaparecerán.


Los ancianos de la iglesia me habían hecho un pedido ridículo: querían un informe formal
por escrito sobre un asunto personal que no tenía incidencia alguna en mi ministerio.
Honestamente, estaban un poco fuera de lugar en pedírmelo.

Yo debería haber hecho una de dos cosas: debería haberles entregado el informe, o debería
haberles informado muy respetuosamente dónde podían meter ese informe. Pero yo elegí
tomar una actitud pasivo- agresiva e ignorarlos. Mala elección. Un año más tarde me
despidieron.

Aquí está el pronóstico: no hay iglesia perfecta. Te toparás con problemas. Te encontrarás
con problemas ocasionados por ti mismo y problemas impuestos. Ignorarlos es un signo de
inmadurez. y los problemas sólo se harán más grandes. De modo que en vez de obviar los
problemas, enfréntalos.

Concepción errónea: Se puede lograr mucho en el primer año.


Cuando aterrizas en una iglesia hay una gran expectativa. Puedes percibirla. Es una pesadez
que casi puedes degustar, o quizás una liviandad en el aire, como si todos y cada uno de los
que tienen algo que ver con el ministerio juvenil hubieran tomado un profundo respiro y
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estuvieran esperando con sonrisitas pequeñas y expectantes en sus rostros, pero ninguno
exhala. Quizás sea demasiado melodramático. Pero tu sientes la presión y pones esa
presión sobre ti mismo también.

El trabajador juvenil llega a la ciudad con una bolsa llena de trucos, eventos brillantes,
historias que vuelan los sesos y mucho movimiento. Bueno, los trucos se acaban. Pueden
repetirse solo un par de veces. Así que el trabajador juvenil se dice: “Creo que ya he hecho
todo lo que puedo en esta iglesia”, empaca su linda bolsita de trucos y luego de 18 meses se
muda a otra iglesia.

Puedes crear muchas “luces” en el primer año pero no tendrán un efecto duradero.

Fíjate en Jesucristo. Ni siquiera hizo una aparición muy espectacular para comenzar su
ministerio. De hecho, si observas la vida de Cristo cronológicamente, verás que “hizo muy
poco ministerio” en el primero de sus tres años. Casi no hizo ningún milagro y los que hizo
eran más que nada en manera privada. No se paró en la ladera de las montañas y les
predicó a miles, ni siquiera a 700 preadolescentes, en ese primer año.

¿Qué hizo? Construyó relaciones.

Aquí hay algo en esta concepción errónea: esta oración no es una concepción errónea. El
primer año de tu ministerio en una iglesia es vital, y puedes lograr mucho. Pero a menudo
no es lo externo y atrayente.

Luego de trabajar en cuatro iglesias, esto es lo que he descubierto: el ministerio juvenil no


empezó haciendo ruido, no llegó al punto en donde yo estaba contento con lo que estaba
sucediendo sino hasta mi tercer año. Tomó un largo tiempo para infiltrar el sistema con la
visión y estrategia que Dios me había encomendado. Me tomó al menos todo ese tiempo
para formar un equipo de voluntarios efectivo (por lo general los mejores voluntarios se
esconden por un par de años para ver si vale la pena trabajar contigo). Me tomó al menos
todo ese tiempo para construir la confianza de los padres, del consejo de ancianos de la
iglesia y del pastor. Me tomó al menos todo ese tiempo conocer la cultura de la comunidad
y de la iglesia local.

De modo que relájate. Date tiempo. Tienes que estar a cargo del programa pero enfócate
en la base: las relaciones, localizar y construir un liderazgo de estudiantes y adultos,
transmitir la visión y comunicar los valores.

Concepción errónea: Con el tiempo, entenderé todo acerca del ministerio juvenil.
¿Te adhieres a esta concepción errónea? Sé honesto. Quizás no quieras considerar esto una
concepción errónea.

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Veo a otros trabajadores juveniles quienes, desafortunadamente, sí piensan que tiene todo
resuelto en el ministerio juvenil. Son aquellos que empacan su programa y lo llevan consigo
cada vez que salen (“Oye, así es como se trabaja en el ministerio juvenil, ¡justo como yo lo
hago!). Son los adecuados para vender este tipo de programa que ellos solos comprarían,
porque ya han perdido su efectividad en la vida real de los estudiantes.

Lo admitiré. Tengo un trabajo muy “cool”. Trabajar en Especialidades Juveniles es como un


sueño para mí. Y alrededor de un mes luego de haber comenzado en Especialidades
Juveniles, un amigo muy cercano me sorprendió con esta pregunta directa: “ahora que
tienes acceso a tantas cosas y tanta influencia, ¿cómo harás para que todo esto no se te
suba a la cabeza?

Era una gran pregunta. Mi respuesta (no tan buena como la pregunta, pero honesta, sin
embargo) fue: “Cuanto más trabajo en el ministerio juvenil, más obvio se hace lo poco que
sé. El darme cuenta de lo poco que entiendo cuando Dios trabaja en la vida de los
adolescentes me hace sentirme humillado”.

Seguramente crecerás en tu conocimiento del ministerio, de los adolescentes y de la iglesia.


Tus mensajes se afilarán, mejorarás tus programas y tus habilidades relacionales.
Aprenderás de tus fracasos y tus éxitos y probablemente serás un líder juvenil bastante
bueno, con el tiempo.

Pero mi experiencia con el ministerio juvenil puede compararse, “a grosso modo”, con mi
experiencia con Dios. Cuando tenía ocho años, sabía todo acerca de Dios. Cuando tenía
dieciocho, sabía que había mucho más para entender acerca de Dios, pero también sabía
más. Mientras que mi entendimiento e intimidad con Dios continuaba creciendo, ese
crecimiento me permitía tener una nueva visión de lo que yo no sabía o entendía.

Cuando recién comencé en el ministerio juvenil estaba bastante seguro de que entendía a
los estudiantes y el ministerio. Luego de un año, creí que tenía todo bajo control. Luego de
un par de años, creí que entendía algo considerable. Hoy, con mis instintos, habilidades,
filosofía, visión y entendimiento mucho más desarrollados, comprendo lo poco que sé y
entiendo.

¡Esas son buenas noticias!

El ministerio juvenil siempre es un desafío.

El ministerio juvenil está constantemente cambiando.

El ministerio juvenil es regularmente sorprendente.

.
El ministerio juvenil es fresco y nuevo todo el tiempo.
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.....

Que Dios te bendiga en tu ministerio, ya sea que este sea tu primer año, tu cuarto año o tu
año número catorce. Y que tú y yo continuemos creciendo en nuestro conocimiento de Dios
y su amor por los adolescentes.

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