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Queridos confirmandos: dentro de unos días recibirán en sus vidas un hermoso regalo, para lo que es
necesario que se preparen bien, el sacramento de la Confirmación, es el Sacramento de la afirmación de
la fe, de la fuerza vital que surge en Pentecostés, día en que muchos comenzaron a ser distintos, a hablar
en lenguas extrañas, a realizar milagros y donde todos comenzaron a entender que hay ALGUIN ESPECIAL
QUE ESTABA cambiando sus vidas, haciéndoles VALIENTES, ARRIEZGADOS, CAPACES DE DIOS. En
ese momento comienzan a comprender todo lo que habían vivido con Jesús; y la fuerza del Espíritu los
IMPULSA Y ANIMA a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Tengo la certeza al decir que la Confirmación es un “Pentecostés” personal para aquel que la recibe. La
preparación que han tenido en la catequesis les ha hecho comprender más las palabras de Jesús y, sobre
todo, lo que desea es que comprendiéndolas las vivan; para ello DIOS les da la fuerza del Espíritu Santo.
Si ustedes son receptivos y dejan que el Espíritu Santo viva y actúe en ustedes, todos los dones que Él les
ha dado los acompañarán y ayudarán a lo largo de toda su vida. Así, los dones del Espíritu: sabiduría,
inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y santo temor; que el ministro del sacramento –el obispo o
su delegado- pedirán para ustedes en la oración de la celebración de la Confirmación, les acompañarán y
ayudarán toda su vida.
No tengan miedo a acoger estos dones y a vivir como hijos de Dios y como cristianos auténticos; para ello
sigan formándose en su vida cristiana, no sean del montón, hagan la diferencia, con sus palabras, con sus
actitudes, con su testimonio de vida y de creyentes en Cristo, sean también ustedes sus “apóstoles”.
En el sacramento de la Confirmación se ungirá sus cabezas con el Santo Crisma que es un aceite
perfumado y bendecido por el obispo, que hace presente al Espíritu Santo. Ese aceite significa la “gracia”
abundante que se derrama sobre sus almas y, la gracia, es la fuerza del mismo Dios que siempre los
acompañará en sus vidas, aunque a veces no somos totalmente conscientes de ello. Este aceite es también
“bálsamo”, es decir, hace presente la capacidad de Dios de curarnos en el corazón, sobre todo en los
momentos de dolor o de dificultad; es el bálsamo del amor de Dios que cura y fortalece, que nos da vigor
para vivir como hijos de Dios amando y sirviendo a los demás.
Es, asimismo, un aceite perfumado, una materia olorosa que nos recuerda y hace presente que, aunque el
mundo viva en la corrupción, nosotros somos fortalecidos para huir de ella, y que a través de nuestro
testimonio vamos llevando y difundiendo en todas partes el “buen olor de Cristo”.
Recuerden también que no están solos, si desean vivir como cristianos, la Iglesia comunidad de vida,
siempre estará a su lado, les ayudará a conocer y amar más a Jesucristo, a rezar, y tendrá siempre las
puertas abiertas para que puedan celebrar su fe y fortalecerse en la celebración de la Eucaristía y de los
demás sacramentos.
Pido al Señor, en este día que todo esto se cumpla en ustedes y si alguno oye la voz de Dios que lo llama
a una vocación a servirle, sin miedo respóndale “Hágase en mi tú voluntad”
Jóvenes, no se olviden de vivir una vida nueva, es decir: vivir como cristianos, hijos de Dios, impulsados
por Espíritu Santo que es nuestra fuerza: “Sin esta no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da
fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de
la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu”.
Ánimo, sean felices y den lo mejor de sí, cambien su mente, sus pensamientos y cambiará su entorno.
Jorge Salvador.
Encuentro con confirmandos: La Confirmación: consolidación de la vida cristiana.
Encuentro con confirmandos: La Confirmación: consolidación de la vida cristiana.
Oh Espíritu Santo,
y mi propia Santificación.
Espíritu Santo,
Dame agudeza
para entender,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Encuentro con confirmandos: La Confirmación: consolidación de la vida cristiana.
3. Una nueva oportunidad para llegar a ser cristiano feliz. Desea hacerlos felices,
llenaros de humanidad y de dignidad.
4. Para reconocer a Jesús como mi Salvador, mi Señor. El Apóstol San Pablo nos
recordaba que “nadie puede decir que Jesús es el Señor si no es por el Espíritu”
(1Co 13,3). Sí, la Confirmación nos introduce en esta gran realidad, pues actualiza,
aquí y ahora, el gran acontecimiento de Pentecostés, en el que la Pascua de Jesús
adquiere toda su resonancia y visibilidad a través del testimonio de los apóstoles.