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Presentación

Otra vez los maestros… tanto de ahora como de antaño; lo


que no invalida esa pléyade de nue-
y ahora,
vos discursos que aluden a fines in-
¿pidiéndoles qué? manentes, menos dirigidos al futuro
Hay quienes cifran en la excelen- y más comprometidos con resulta-
cia docente grandes esperanzas, dos de aquí y ahora.
celebraciones y expectativas por- Colocados en esta deriva, hemos
que creen ver en ella posibilidades considerado relevante la elabora-
de respuesta a crisis e inequidades ción de una respuesta académica y

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que aún nos faltan como sociedad y política al estudio Tras la excelencia
que se podrían enfrentar por medio docente de la Fundación Compartir,
un documento acogido con excesi-

Primer semestre de 2015


de la educación. Otros, por el con-
trario, insisten en que la excelencia vo entusiasmo por parte de gober-
docente no alude a un maestro que nantes, empresarios, asesores mi-

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se potencia en sus relaciones con nisteriales y algunos investigadores
el conocimiento y el pensamiento, que se suman al consenso técnico
sino que como expresión da cuenta de algo que suponen encuadra y N.º 68
de un proceder aséptico, capaz de racionaliza sus decisiones políticas.
describir individuos sin experiencia Afirmar que la educación es la 13

pero altamente calificados en cuan- variable clave para lograr que una
to recurso docente. sociedad progrese es la consigna
Estas posiciones en tensión atra- que repiten por igual individuos,
viesan el presente número mono- medios de comunicación, políticos
gráfico de la Revista Colombiana de y expertos de la economía. Se tra-
Educación, y comprometen a aca- ta de una consigna poco novedosa
démicos, grupos de investigación aunque es indudable que su sentido
y expertos que tienen en común la común conlleva un profundo valor
certeza de considerar la educación redentor: la educación nos redime
como problema político de primer hasta un punto en el que solo fun-
orden, aunque se diferencian en la ciona como coartada. Tras la exce-
diversidad de posiciones que asu- lencia docente persiste en un juego
men. Por supuesto, habrá quienes preposicional, ya conocido, que no
acudan a los discursos de la peda- hace mucho tiempo se reiteró po-
gogía, la historia y la filosofía para líticamente como tras el desarrollo.
renovar convicciones y finalidades
Todo este proceso se inició en la década de los años sesen-
ta, cuando la educación cambió drásticamente de horizonte, o
mejor de geometría; su mundialización significó que los orga-
nismos internacionales por primera vez se erigieron estratégica-
mente en los productores principales del régimen de verdad
sobre esta nueva educación en la que se estrecha la relación en-
tre sociedad, economía, cerebro y aprendizaje. Mundialización
que consolidó una doble discursividad: primero, la educación
como piedra angular del desarrollo, y segundo, las teorías del
capital humano.
La educación, según la entienden hoy las agencias interna-
cionales, adquiere valor en la medida en que se conecta con
los sistemas globales de producción, información, consumo
e innovación, es decir, si entra en el juego del incremento de
las competencias económicas. Más allá de cualquier nostalgia
humanista, esta educación destaca el papel económico de una
Universidad Pedagógica Nacional

conceptualización que pasa tanto por el derecho a la educa-


ción como por el servicio educativo, o por su sofisticación en
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términos de educapital. No es de extrañar que la vieja promesa


educativa, de la que hablan las corrientes clásicas de la pedago-
gía, sean objeto especial de críticas: no logran avanzar porque
precisamente no hablan de esta nueva veta econométrica, o si
lo prefieren, la educación que dicen impartir no es la educación
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que el mundo actual necesita y demanda.
14 Algunas voces sugieren que estamos ingresando en una edu-
cación poshumana. Valdría la pena preguntar: ¿qué clase de
sociedad queremos? Tal vez una sociedad altamente competitiva
y algo más más hostil. ¿Qué consecuencias podrían acarrearnos
estos sugestivos desafíos? Tal vez una universidad que se com-
promete solo con lo productivo, y que abandona lo que hoy
parece ponerse en crisis: la formación, la experiencia y el pensa-
miento que ahora en más se califican de inútiles. ¿Qué convie-
ne decidir? Tal vez apostarle ciegamente a ese enunciado vacío,
pero abarcador, que nombran los discursos como educación de
calidad. En resumen, hemos vuelto a retomar con la excelencia
docente las teorías del capital humano, afinadas primero como
calidad de educación y actualizadas ahora, por su evidente des-
gaste, con el discurso de la excelencia.
Los menos ingenuos saben que la excelencia docente conser-
va en su interior una vieja sospecha, encarnada precisamente en
ese sujeto que, por conveniencia, señalan ahora como héroe.
De los maestros se ha sospechado desde hace mucho tiempo
y tanto disciplinas como tecnolo- de cualquier reflexión pedagógica,
gías y dispositivos, por ejemplo el como si esta discursividad nunca
currículo o la tecnología instruccio- hubiera existido. Buscan intervenir
nal, han pretendido gobernarlo y asépticamente en un asunto que no
dirigirlo. En el fondo los discursos conocen en profundidad, y del que
de la rimbombante excelencia di- reflexionan desde una sola parte de
simulan con aquella palabra unos lo actuado: su analítica económica.
compromisos menos grandiosos y Desde esta perspectiva, podemos
convincentes, los de la economía debatir y cuestionar. Ni la tradición
educativa, el educapital y el mana- como nostalgia de un supuesto
gement educativo. maestro anterior, ni acaballarse en
Podríamos partir del supuesto de esas tendencias descarnadas de una
ver la educación como un factor de gestión que al tiempo que controla
progreso económico que contribu- todo olvida las tradiciones y despre-
ye, de por sí, a la disminución de cia la experiencia. Ni colocarse en

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los problemas de equidad en los el campo de la utopía, pero tampo-
que vivimos. Semejante afirmación co en el pragmatismo más burdo. Si
expresa un sofisma publicitario que los protagonistas centrales de estos

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se construye sobre datos endebles y asuntos fueran los “docentes” im-
maleables a las pruebas. Ya aprendi- portarían su voz, sus trabajos, sus

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mos de otro viejo sofisma, que con preocupaciones, asuntos suscepti-
el tiempo perdió vigencia, y que bles de ser problematizados y que
aseguraba que la educación promo- sirven como elementos de debate,
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vía la movilidad social. Los benefi- reformulación y ampliación, pero
cios económicos de la educación ya sabemos que no hay manera de 15
no son los mismos para todos y hay conciliar una opción ética con el
demasiadas evidencias empíricas menudeo de una economía para po-
para descreer de este entusiasmo. bres. No obstante, la Revista Colom-
Más que una política, la excelen- biana de Educación entrega a su co-
cia define prácticas muy precisas, munidad de lectores estos trabajos,
prácticas donde la educación es tal vez porque seguimos pensando
intervenida desde los derroteros del que tiene mucho valor descifrar pú-
gerenciamiento, entre más gestión blicamente cómo los problemas que
del aula, del aprender a aprender, nos acosan, no son tan individuales
mayor excelencia docente. como parecen, y que es posible en-
Al lado de esta suposición, Tras contrar salidas comunes.
la excelencia docente repite una ca-
rencia común a otros informes ela- Alberto Martínez Boom
borados por economistas en el pasa- Editor invitado
do: ignoran la realidad histórica de
la escuela, del sistema educativo,
de la propia educación y carecen

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