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TEMA CUATRO: DESARROLLO PSICOSEXUAL DEL HOMBRE
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Partimos de la definición de sexualidad de Laplanche:
- Por un lado, el marco temporal de cada estadio es tan breve que cuando
predomina una fase, las otras todavía permanecen activas y con capacidad
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para producir gratificación. Es una función que va a permanecer siempre, la
catectización de una zona no excluye a las demás... Es ello lo que vamos a
encontrar privilegiado en la perversión, sí, pero también en los preliminares
de una relación sexual llamada normal.
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cuanto al fin (por ejemplo, sublimación) y en cuanto a la fuente de la
excitación sexual (diversidad de las zonas erógenas)”.
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llamará narcisismo primario. En él, no hay relación con el ambiente y no
hay diferenciación entre el yo y el ello. Su prototipo sería la vida
intrauterina.
Lo que llama Lacan estadio del espejo es un símil que parte del
reconocimiento gozoso que el infans tiene cuando se mira en el espejo, aún
cuando no tiene la suficiente madurez corporal como para poder coordinar
sus movimiento y tener un control sobre el cuerpo... esta imagen funciona a
modo de anticipación de lo que el sujeto puede ser. Pero tengamos en
cuenta que desde el punto de vista simbólico, ese espejo es, en realidad, la
mirada de la madre.... Es en el reconocimiento de la madre donde el bebe
ve validada esa imagen anticipatoria... Es allí donde Lacan establece el
narcisismo primario, en la relación con el otro, con la madre... Se trata del
investimento pulsional, deseante, amoroso, que el sujeto realiza sobre sí
mismo o, más exactamente, sobre esa imagen de sí mismo con la que se
identifica.
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El ideal del yo se construye a partir de este deseo y este engaño...
En todo caso, tanto para Freud como para Lacan, el narcisismo remite al
mito de Narciso... Una historia de amor en la que el sujeto termina por
conjugarse tan bien consigo mismo que, por encontrarse demasiado
consigo, encuentra la muerte. Este es, según Chemama, el destino
narcisista del sujeto, ya sea que lo sepa o que se engañe: el enamorarse de
otro que cree que es él mismo, o al apasionarse por alguien sin darse
cuenta de que se trata de sí mismo, pierde en todas las ocasiones, y sobre
todo se pierde.
La noción de objeto parcial: Tipo de objetos a los que apuntan las pulsiones
parciales, sin que esto implique que se tome como objeto de amor a una
persona en su conjunto. Se trata principalmente de partes del cuerpo,
reales o fantaseadas (pecho, heces, pene...) y de sus equivalentes
simbólicos. En realidad, incluso una persona puede ser identificada con un
objeto parcial.
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El primer objeto parcial constituido y escindido sería el pecho materno, de
esta forma el pecho bueno se convierte en el prototipo de todos los objetos
protectores y gratificadores, y el pecho malo en el de todos los objetos
perseguidores externos e internos.
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Lacan opone a objeto, la cosa (das Ding), que sería el objeto absoluto, la
Madre absoluta, el objeto perdido de una satisfacción mítica (acordémonos
aquí del Fort-da y la pérdida que se constituye en ese momento).
Mas este mismo proceso origina un efecto paradójico que esta en la base
para entender más profundamente el efecto destructivo de lo traumático...
Es la compulsión a la repetición que Freud asociará con la pulsión de
muerte... Con el juego del carrete, el niño anticipa y simboliza el
movimiento de la madre y con esto se aleja cada vez más del mundo
natural y se mete en el mundo simbólico. El reencuentro con el placer que
representa la presencia de la madre ya no será el mismo. El niño repite el
juego, pero la ganancia de placer es relativa porque nunca se encuentra lo
que se perdió. Dicho de otra forma, en la repetición el niño intenta volver al
encuentro originario, allí donde antes del principio del placer, hubo una vez
un supuesto encuentro satisfactorio y único... Este encuentro queda dentro
de lo mítico, en realidad probablemente nunca se ha dado en la medida en
que ya nacemos marcados por un lugar simbólico, en la medida en que
somos un nombre que tiene que ver con el deseo de los padres.
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Complejo de Edipo.
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madre, como este juega para poder convertir a la mujer en madre, en
deseo de serlo en completud con este niño que simboliza aquello que en ella
parece no estar y que desea buscar como objeto perdido. En este primero
tiempo del complejo de Edipo el deseo de sujeto queda sujetado al deseo de
la madre. Lo que el niño busca es hacerse deseo del deseo, poder satisfacer
el deseo de la madre. Ser su falo en definitiva.
El niño debe luego de esto, renunciar a su posición de Ser falo para esa
madre. Así, lo que se pone en juego en esta realidad imaginaria es el pasaje
del objeto fálico de eso que él era para su madre hacia eso que posee el
padre conduciendo al niño a encontrar la Ley del padre. Esto pone en juego
en el niño una relación dialéctica que lo va a hacer pasar del ser este objeto
de deseo para este otro, a querer tener este objeto de deseo. Este padre
Real que aparece como representante de la ley va a ser investido por el
niño con una significación nueva, la de poseedor del objeto de deseo para la
madre convirtiéndose así en padre Simbólico. ”Esta Ley fundamental es
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sencillamente una ley de simbolización. Esto quiere decir Edipo, el niño es
forzado por la función paterna a aceptar que no es más el objeto de deseo
para esta madre y sobre todo, no es capas de ser poseedor de este objeto,
que la madre parece buscar allá, donde este supuestamente va a ser
encontrado. De esta manera se introduce al niño en la Castración, donde
este objeto imaginario va a perder su referente Simbólico, desplazándolo
por esto que el padre parece tener pero que él no puede alcanzar.
El paso a ser dado para que este niño pueda llegar a ser poseedor del falo
nos lleva al tercer momento, en el cual el niño, ya resignado de ser objeto
de deseo pasa a querer tenerlo, lo que nos conduce directo al juego de las
identificaciones. Según el sexo, el sujeto se va a inscribir en la lógica
identificatoria donde el niño, al renunciar a ser este falo materno se
identifica con el padre, poseedor del falo. En la niña, esta relación es
distinta, como nos trae Lacan: Para la mujer la realización de su sexo no se
hace en el complejo de Edipo en forma simétrica a la del hombre, por
identificación a la madre, sino al contrario, por identificación al objeto
paterno, lo cual le asigna un rodeo adicional. Ella entra en al dialéctica del
tener sobre la forma del no-tener, pero sabiendo que eso se encuentra ahí,
al lado del padre.
Sexuación y falo:
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Freud atribuye un papel central al falo, y para los dos sexos, anunciando ya
con ello que las cosas van más allá de lo anatómico, la cosa sexual tiene
que ver con el símbolo, especialmente con el símbolo fálico.
- La mujer es sin tenerlo (es semblante del falo pero sin tenerlo).
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la especificidad de su goce. Todo parece hacer objeción a la primacía del
falo.
Lejos de ello, en realidad esto nos está indicando que no todo es con la
mujer de la misma forma, esto nos habla de las diferentes posiciones
sexuales frente al significante... “la mujer no toda es” dice Lacan.
Sin embargo por esta exclusión, que corresponde a una pérdida de goce, se
provoca el deseo. Excluida del circuito del saber fálico, del circuito de los
significantes, la mujer permanece en el centro de su organización...
Goce
Para entender el concepto del goce, partamos del de deseo. El deseo es una
función dialéctica ya que siempre implica al Otro. El deseo se puede definir
como una metonimia de la demanda, la cual también implica al Otro, es una
demanda al Otro.
Desde este punto de vista, el deseo hace barrera al goce, el deseo es una
barrera al goce fundada en el lenguaje.
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Ya al hablar del superyó, hacíamos referencia al goce. Son dos conceptos
articulables en su descripción. El superyó está justamente en la conjunción
de lo simbólico y de lo real. El superyó, tal y como lo articula el psicoanálisis
es una ley que se articula apuntando al goce, haciendo de él un imperativo:
¡Goza!. Como comentábamos antes, Freud sitúa al superyó en el declinar
del complejo de Edipo porque el superyó es un llamado al goce puro, un
llamado a la no castración.
En todo caso, el superyó, como ley insensata, está muy cerca del deseo de
la Madre, antes de que este deseo sea metaforizado por el Nombre del
padre. Se trata de la Madre sin capricho y sin ley.
En el goce fálico, la mujer no toda es... Se implica otro goce que el del falo.
Motivo de un goce suplementario, la vagina no reemplaza al clítoris, cuyo
descubrimiento es solamente la consecuencia de la envidia del pene. El
desconocimiento de la vagina, que le valió a Freud tantas críticas, no
concierne tanto a su existencia como a su erogeneidad...
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El goce que la relación con el Otro del lenguaje implica es mortífero, porque
el cuerpo mismo es entonces lo que viene a paliar la incompletud del deseo
materno...
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Dado que el objeto de nuestro curso tiene que ver con la relación de pareja
y la violencia que puede darse en ella, consideramos esclarecedor y
necesario hacer una referencia a los destinos posibles del desarrollo
psicosexual. Comenzaremos con un apunte sobre la posible degradación de
la vida amorosa para pasar a los estilos de vida eróticos, considerados estos
como el destino del desarrollo psicosexual en pareja. Terminaremos
aludiendo a la estructura perversa, pues es desde allí desde donde se
producen más reacciones de violencia y maltrato.
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sexual femenino. Esto acarrearía una inhibición en la historia del desarrollo
de la libido. En tal caso no confluyen dos corrientes que serían la tierna y la
sensual, cuya reunión es lo único que asegura una conducta amorosa
plenamente normal.
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desarrollo que siguen a la pubertad. Tras esta explicación Freud se pregunta
cómo alguien puede escapar a dicha dolencia, si tales factores que inhiben
el desarrollo de la libido son comunes a todos los hombres. Podemos
observar que la conducta amorosa del hombre en el mundo cultural
presenta universalmente el tipo de impotencia psíquica. La corriente tierna
y la sensual se encuentran fusionadas entre sí en las menos de las personas
cultas, casi siempre el hombre se siente limitado en su quehacer sexual por
el respecto a la mujer, y solo desarrolla su potencia plena cuando está
frente a un objeto sexual degradado, en donde entran componentes
perversos, ya que solo le es deparado un pleno goce sexual si puede
entregarse a la satisfacción sin miramientos, cosa que no se atreve a hacer
con su esposa. A ellos se debe su necesidad de un objeto sexual degradado,
de una mujer a quien no se vea precisado a atribuirle reparos, que no lo
conozca en sus otras relaciones de vida, ni pueda enjuiciarlo. A una mujer
así consagra de preferencia su fuerza sexual, aunque su ternura pertenezca
a una de superior condición.
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se precipita anticipadamente y a destiempo sobre el objeto, y por querer
encontrarlo demasiado rápido, lo pierde.
Veamos ahora cómo se expresa cada uno de los modos del estilo histérico.
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El estatuto precario del narcisismo de las mujeres embarcadas en conductas
promiscuas, supone un marcado déficit en la posibilidad de amar. La
multiplicidad simultánea de vínculos eróticos da cuenta de una exigencia
pasional de que “nada falte”, en cuanto se entroniza al falo, más allá del
sexo de un hombre, signado por la erección y detumescencia de su pene.
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forma de autoproscripción. Sabe que el final de la historia está destinado al
fracaso, que la completad es imposible y que la enrancia continuará
permanentemente, por lo que opta por la postergación indefinida, al seguro,
por otra parte, territorio de la ilusión.
Veamos ahora los dos modos en los que se despliega este estilo de vida
erótica.
El obsesivo, muchas veces opta por una mujer indiferente a su deseo, para
mantener la figura de Ella anclada como pura imposibilidad en su fantasía.
Se compromete, pues, con la que no desea para poder seguir deseando
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fantasiosamente a la imposible “dama de su pensamientos”: he aquí el
origen de muchas elecciones matrimoniales fallidas. Al elegir a la indiferente
se precave de encontrarse con la mujer más idealizada – cercana al modelo
edípico original – aquella que podría conmoverlo, pero al precio de una
angustia intolerable. Los modos y los estilos del “defecto femenino” se
categorizar en relación con la castración, y no en función del supuesto ideal
de belleza, el que siempre opera como restitución estética de la perfección
fálica. De ahí que ninguna mujer lo contente, y cuando alguna lo hace, se
preocupa por el deterioro posible que le generará a ésta el inevitable paso
del tiempo.
Las elecciones de pareja deben instalarse, pues, sobre un objeto erótico que
sea suficientemente cercano para despertar el deseo sin bloquearlo, y
suficientemente lejano para alejar del goce sin dejar de atraer. Difícil
distancia ésta, abierta a la proximidad excesiva de lo incestuoso y a la
distancia exagerada de lo indiferente. ¿Cómo desear sin extraviarse en el
goce? En definitiva, las conductas promiscuas delatan la incapacidad de
sostener una posición heterosexual, dado que de un modo u otro se recusa
a la mujer en su realidad, para terminar en la soledad existencial, y en la
espera vana de la madre fálica.
La estructura de la perversión
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temible (por lo menos cuando es inteligente) y un retórico particularmente
apto para manejar y manipular el valor de verdad del discurso para tener
siempre razón.
2. El Edipo perverso
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el sádico exigirá de su víctima que ella misma le pida, acusándose de una u
otra falta, el castigo que va a infligirle - castigo que aparecerá entonces
como "merecido".
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Para terminar...
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La lógica femenina es la del no-todo. No existe la mujer, existen mujeres,
toda mujer es una excepción... Se plantea una paradoja actualmente en el
movimiento feminista. Al defender la igualdad, se plantea el peligro a que
esta se realice mediante la inclusión de todos iguales, bajo el modo hombre,
todos en el discurso masculino.
Estas son dos posiciones tradicionales ante el amor y el goce pero estas
distinciones pueden perder relevancia hoy, ya que muchas mujeres se
sitúan también al margen del discurso amoroso, en la metonimia, la serie
de parejas múltiples. Estamos en un momento de entredicho...
PREGUNTAS:
BIBLIOGRAFÍA
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Diccionario: Burness E. Moore y Bernard D. Fine. Biblioteca nueva. Madrid.
1997.
DSM IV
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