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COLOSENSES Capítulo 4

Estamos en la sección de esta epístola que trata sobre la santidad en el trabajo, en el lugar
donde desarrollamos nuestra profesión. El capítulo 3 concluyó con exhortaciones a
empleados y jefes. El capítulo 4 continuará con exhortaciones a los jefes o empresarios.
Leamos entonces el versículo 1:

"Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros esclavos, sabiendo que también
vosotros tenéis un Amo en los cielos."

Ya dijimos que este fue el consejo de Pablo en una sociedad que aceptaba la esclavitud.
Nosotros aplicamos los principios generales de fidelidad y respeto, que son válidos para
cualquier época.

Recto puede traducirse aquí como equitativo. La idea no es de rebajar sino de elevar al
mismo nivel. El jefe tiene que actuar con justicia con su empleado.

Y continúa el versículo: sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos. El
jefe algún día se presentará delante de Cristo. Cada jefe, y cada empleado, se presentarán
ante Dios. Esto nos muestra que el evangelio debe llegar a todos los aspectos de nuestra
vida diaria, al nivel en que vivimos y actuamos. En este caso, penetra con nosotros en
nuestro lugar de trabajo, en una oficina, o en una fábrica. Y cualquier cosa que hagamos,
hemos de hacerla como para el Señor, porque los que somos hijos Suyos, algún día
tendremos que rendirle cuentas.

Ahora en los versículos siguientes el apóstol presentó tres áreas más de conducta cristiana
que son importantes. Ellas son la oración, nuestra vida pública y la conversación.

Leamos entonces el versículo 2 de este cuarto capítulo de Colosenses:

"Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias."

Estas dos palabras van juntas: perseverad y orad. Y son muy importantes. Recordemos la
experiencia de Nehemías. Cuando el enemigo trató de detenerle cuando estaba
reedificando los muros de Jerusalén; él no se dio por vencido ni clamó diciendo que no
podía continuar con la tarea. Ni dijo simplemente: "Bueno, haremos de esto un asunto de
oración y continuaremos como hasta ahora". No. En el libro de Nehemías 4:9 vemos que
dijo: entonces oramos a nuestro Dios, y por culpa de ellos montamos guardia contra ellos
de día y de noche. Y esto es lo que Pablo nos estaba diciendo aquí, velad y orad.

En cierta ocasión un predicador dijo que cuándo un agricultor ora pidiendo una buena
cosecha, Dios espera que él diga "amén" con un azadón en su mano. Y si usted está orando
acerca de alguna cosa, entonces, usted tiene que ocuparse activamente en aquello por lo
cual está orando. Es como una espera activa a la respuesta de Dios.

Y este versículo concluye con acciones de gracias. Debemos expresarle a Dios siempre
nuestro agradecimiento, porque Él oye y contesta la oración. Quizás no será la respuesta
que esperábamos, pero Él responde.

Luego, él dijo aquí en los versículos 3 y 4:


"Orad también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la
palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para
que lo dé a conocer anunciándolo como es debido."

Pablo dijo: Orando también al mismo tiempo por nosotros. Pablo rogó que no se olvidaran
de orar por él. Y el apóstol continuó diciendo para que el Señor nos abra puerta para la
palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual estoy preso. Recordemos
que Pablo se encontraba en la prisión cuando escribió estas palabras. Él quería ser liberado
y salir por una puerta abierta para poder continuar predicando el evangelio.

Nosotros consideramos cada aspecto de nuestro ministerio como una puerta, y le pedimos
a Dios que mantenga las puertas abiertas. Y Él ha prometido que lo hará. El versículo que
hemos escogido como lema para nuestro ministerio se encuentra en Apocalipsis 3:8 y
dice: he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar, pues aunque
tienes poca fuerza, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. La verdad es
que Él ha puesto muchas puertas abiertas ante nosotros, y le pedimos que nos abra aún
más. Continuemos leyendo el versículo 5 de este cuarto capítulo de Colosenses:

"Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo."

Este es un consejo muy significativo. Andad sabiamente. El hijo de Dios tiene hoy una
responsabilidad ante el mundo. Como hijos de Dios no debemos ser imprudentes.

Y a ese consejo le sigue uno muy práctico, aprovechando bien el tiempo. Esté usted
pendiente de las oportunidades y cuando surge alguna, tiene que orar para que el Señor le
guíe. No imponga su presencia a nadie. Simplemente ore y pídale al Señor que le abra la
puerta, y Él la abrirá. Quisiéramos tener más tiempo para poder contarle hoy, cómo el
Señor no solo en mi vida, sino en la de muchos otros lo ha hecho así. Así que, deje que
Él abra la puerta, antes de actuar precipitadamente y cometer un error. Hay que orar
mucho antes de cruzar por una puerta abierta. Y continuó diciendo el versículo 6,

"Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo
debéis responder a cada uno."

Otra versión traduce: "Que vuestra conversación sea siempre amena y de buen gusto".
Hay muchas personas a quienes, como sucede con la comida, se les pasa el punto de sal
y realmente hieren a los demás con sus observaciones sarcásticas. Recordemos el consejo:
que se una conversación con gracia, sazonada como con sal. Un hijo de Dios debería tener
una conversación que disuade del mal, que lo impide, en vez de promoverlo. Creemos
que este versículo también significa que un cristiano no debería ser aburrido. Deberíamos
ser entusiastas. Y el consejo tiene un buen motivo; dijo Pablo, para que sepáis como
debéis responder a cada uno.

Y llegamos ahora una última sección que hemos titulado

Cordialidad en el compañerismo de los creyentes

Ahora llegamos a una destacada lista de nombres de personas a quien Pablo conoció.
Fueron hombres y mujeres que vivieron en el primer siglo. Viajaron por los caminos
romanos, vivieron en las ciudades romanas, y estuvieron bajo el gobierno romano. Se
encontraban en medio de una sociedad pagana, pero eran hijos de Dios.

Muchos de ellos vivieron en Éfeso. Cuando uno puede visitar ese lugar puede subir a un
teatro al aire libre, sentarse en la parte más elevada y desde allí puede observar un
magnífico boulevard de mármol. Ese era un camino que llevaba directamente al puerto
que existía en aquél día. Y uno se pone a pensar y se imagina que por ese boulevard habría
podido ver acercarse al Apóstol Pablo. Allí estarían también Tíquico, Onésimo, Aristarco
y Epafras, Todos ellos eran cristianos. Eran los hombres de Dios en aquel lejano primer
siglo.

Lo interesante de todo esto es que Pablo nunca había estado en Roma, ni había estado en
Colosas. Y, sin embargo, él nos dio una lista de personas que él había conocido, y muchos
de ellos provenían de esas dos ciudades. Esto nos revela que Pablo había guiado a muchas
personas a Cristo, que regresaron a sus hogares en ciudades a las cuales él nunca había
logrado visitar directa o personalmente. Verdaderamente, su ministerio fue un ministerio
trascendental y de gran alcance. Bien, examinemos entonces la lista de estas personas. Y
lo haremos rápidamente. Leamos los versículos 7 y 8:

"Todo lo que a mí se refiere, os lo hará saber Tíquico, amado hermano y fiel ministro y
consiervo en el Señor. Os lo he enviado a vosotros para esto mismo, para que conozca lo
que a vosotros se refiere y conforte vuestros corazones."

Tíquico era el pastor de la iglesia de Efeso. (Fue mencionado en Efesios 6:21, Hechos
20:4 y en 2 Timoteo 4:12.) Fue un destacado hermano en la fe. Y continúa diciendo el
versículo 9:

"Lo acompaña Onésimo, amado y fiel hermano, que es uno de vosotros. Todo lo que acá
pasa, os lo harán saber."

Onésimo era un esclavo de Filemón en Colosas. Había huido de su amo, había sido guiado
al Señor por medio del ministerio de Pablo, y estaba en aquel momento siendo enviado
por Pablo de regreso a su amo. Pablo le escribió una carta a Filemón, cuando envió de
regreso a Onésimo, y le dijo a Filemón que Onésimo era su "amado hermano". En aquel
incidente podemos ver que había una nueva relación en Cristo. Porque el amo y el esclavo
eran entonces hermanos en Cristo Jesús. Luego, en el versículo 10, leemos:

"Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda; y también Marcos, el sobrino de


Bernabé, acerca del cual habéis recibido instrucciones; si va a visitaros, recibidlo."

Aristarco era un amigo de Pablo y compañero en la prisión

Luego, se mencionó a Marcos el sobrino de Bernabé (hijo de su hermana). El fue el autor


del Evangelio de Marcos. Recordemos que Marcos había dejado a Pablo y a Bernabé en
su primer viaje misionero y, a causa de ello, Pablo no quiso llevarlo en el segundo viaje
misionero. Pablo se equivocó al juzgar a Juan Marcos. Este terminó saliendo bien y Pablo
aquí lo reconoció. Y así, Pablo les dio a los Colosenses las siguientes instrucciones, en el
v. 10: Os saluda Marcos, el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido
instrucciones; si va a visitaros, recibidle. Y posteriormente, Pablo mencionó a Juan
Marcos en su segunda carta a Timoteo 4:11, diciendo: Toma a Marcos y tráelo contigo,
porque me es útil para el ministerio. Continuemos leyendo el versículo 11:

"También os saluda Jesús, el que es llamado Justo. Estos son los únicos de la circuncisión
que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo."

En la listo luego se mencionó a Jesús, llamado Justo, que equivalía a Josué en el idioma
hebreo. El ser de la circuncisión indicaba que era judío. Esto nos muestra que había
algunos israelitas, judíos, en la iglesia de Colosas. Sin embargo, no eran muchos; la
mayoría en esa iglesia no eran judíos. Estos hombres eran eficaces colaboradores de Pablo
y, ellos mismos, grandes misioneros. Y dice el versículo 12:

"Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo. Él siempre ruega
encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y
completos en todo lo que Dios quiere."

Epafras era el pastor de Colosas. Pero en ese momento se encontraba en la prisión, así
que entonces tenía un nuevo ministerio. El ministerio de la oración. Cuando Dios le retira
a uno del ministerio activo, puede orar por los siervos de Dios. Y continúa diciendo el
versículo 13:

"De él doy testimonio de que se preocupa mucho por vosotros, por los que están en
Laodicea y los que están en Hierápolis."

Estas tres ciudades se encontraban muy cerca la una de las otras, a pocos k. Hierápolis y
Laodicea se encontraban a unos 10 kilómetros, y ambas, a unos 15 kilómetros de Colosas.
Y el versículo 14 nos dice:

"Os saluda Lucas, el médico amado, y Demas."

Conocemos ya a Lucas. Y, luego añadió Pablo: Y Demas. La primera vez que le mencionó
lo citó como un colaborador. Aquí le llamó simplemente por su nombre. Esto podría
indicar que Pablo no estaba realmente muy seguro de él en ese momento. Un poco más
adelante, Demas le abandonaría. Luego, en el versículo 15, dijo Pablo:

"Saludad a los hermanos que están en Laodicea, a Ninfas y a la iglesia que está en su
casa."

Estas ciudades tenían grandes templos paganos, pero los cristianos se reunían en
diferentes casas. Solíamos creer y aun pensamos así, aunque hoy no lo enfatizamos tanto
como antes, que la iglesia comenzó en un hogar, y que va a regresar a un hogar. Luego,
en el versículo 16, leemos:

"Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia
de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros."

Aquí se mencionó una epístola para Laodicea. Pablo no dijo haber escrito esa epístola.
Aparentemente, las cartas de Pablo circularon ampliamente y los cristianos de Laodiciea
habían leído una de ellas. Muchos eruditos que ésta puede haber sido una referencia a la
epístola a los Efesios. Pablo les estaba diciendo a los Colosenses que leyeran también esa
epístola y que compartieran la de ellos con los de Laodicea. Y en el versículo 17 dijo:

"Decid a Arquipo: «Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor»."

Aquí tenemos a Arquipo, No sabemos de él más que lo que dice aquí. El tenía un don y
Pablo le estaba animando a que lo usara. Leamos ahora el versículo 18:

"Esta salutación es de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia


sea con vosotros. Amén."

Pablo acostumbraba a dictar la mayoría de sus cartas, aunque la que fue enviada a los
Gálatas, al menos en una parte, la escribió él mismo. Y aquí el puso su firma a esta. Carta
que había dictado.

Esta fue la segunda vez que Pablo dijo: Acordaos de mis prisiones. Les estaba pidiendo
que oraran por él.

Y finalmente les dijo: La gracia sea con vosotros. Amén. ¿No ha sido esta breve carta,
sublime y práctica? Pablo escribió a una Iglesia, que él nunca había visitado, pero conocía
a muchas personas a quienes había guiado al conocimiento del Señor Jesucristo.

Y aquí, amigo oyente, concluimos nuestro estudio de esta gran epístola a los Colosenses.
Dios mediante, en nuestro próximo programa, volveremos al Antiguo Testamento para
iniciar nuestro estudio del libro de Isaías, y le invitamos a que nos acompañe. Al
despedirnos, dejamos con usted estas palabras del Apóstol Pablo: Perseverad en la
oración, velando en ella con agradecimiento.

2 Corintios 1:4-20
Estuvimos observando en esta primera sección de esta Segunda epístola a los Corintios,
que abarca los capítulos 1 al 7 en nuestro Bosquejo General de esta carta, que nosotros
tenemos el consuelo de Dios para los planes de la vida, párrafo que se extiende desde el
versículo 3 al 24. Y al finalizar el programa anterior, hablando del Espíritu Santo surgió
la pregunta: ¿Qué es un consolador? Escuche estimado oyente, no es alguien que
simplemente se limita a besar la herida. Es un ayudante, alguien que fortalece, un
abogado. Alguien llamado para ayudarme, para darme fuerzas, para aliviar mi soledad,
para mitigar mi dolor, y para calmar mis temores. Él quiere ser mi auxilio en momentos
de sufrimiento o problemas sin solución. El Salmo 30:10 dice: "Escucha oh Señor, y ten
piedad de mí; oh Señor, se tú mi socorro". Ése es el lamento de un alma que necesita el
Consolador; y Él es el Dios de toda consolación. O sea, que el origen de todo consuelo
en medio de las aflicciones, es Dios mismo, a quien el apóstol Pablo dio tres títulos:
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de toda consolación.

Ahora, en el versículo 4 de este capítulo 1 de 2 Corintios, leemos lo siguiente:

"el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros
consolar a los que están en cualquier aflicción, con el consuelo con que nosotros mismos
somos consolados por Dios".
Así como los dones espirituales no estaban destinados únicamente para el beneficio de
quienes los recibían sino que cada creyente, a su vez, tenía que usarlos para el provecho
espiritual de otros, así también, el consuelo recibido de Dios capacitaba a los creyentes
para consolar a quienes lo necesitaban.

Eso es lo más importante que debemos destacar en esta ocasión. Es algo maravilloso lo
que tenemos en Dios, quien nos puede consolar en todas nuestras aflicciones. Una cosa
es tener consuelo cuando está el sol brillando y todo parece ir bien, y cuando alguien nos
anima y estimula; pero cuando realmente necesitamos consuelo es en los momentos de
tristeza o cuando tenemos dificultades y problemas.

Y vamos a poder ver más adelante que el apóstol Pablo experimentó esa clase de consuelo
cuando se enfrentó con aflicciones y dificultades. Es que nosotros necesitamos la
seguridad de la presencia de Dios en todas las circunstancias de la vida. El área de mayor
necesidad para nosotros es cuando sentimos la soledad en las horas de desesperación de
nuestra vida.

El cristianismo es solo una teoría para muchas personas. Para otros es una profesión. Y
para muchos creyentes profesantes, es simplemente algo como un traje o un vestido que
uno se pone en ocasiones especiales, y que resulta cómodo. Es un ritual estancado y un
vocabulario vacío de significado, que no revela vida espiritual. Estimado oyente,
permítanos decirle que la prueba del cristianismo está en la forma de vivir esta vida. Para
el apóstol Pablo, no era simplemente una teoría, porque él dijo en los versículos 5 y 6 de
este capítulo 1 de la Segunda epístola a los Corintios:

"Así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el
mismo Cristo nuestro consuelo. Pero si somos atribulados es para vuestro consuelo y
salvación; o si somos consolados es para vuestro consuelo y salvación, la cual se realiza
en el soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos".

Los sufrimientos que Pablo experimentaba eran una consecuencia de su relación con
Cristo. A medida que el apóstol continuaba predicando el Evangelio sufrió a manos de
los hombres (2 Corintios 11:23-26, donde se relatan las agresiones que sufrió), y también
a causa de las privaciones que eran una parte de su tarea (2 Corintios 11:27). Al avanzar
en nuestra lectura encontraremos que el apóstol Pablo habló extensamente sobre las
aflicciones y problemas que estaba soportando en esa época de su vida, así como también
aclaró que a través de todas esas circunstancias estaba recibiendo el consuelo de Dios.
Continuando con esta lectura en el primer capítulo de esta Segunda epístola a los
Corintios, vemos los versículos 7 al 10, donde Pablo nos dijo:

"Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois
compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación. Hermanos, no queremos
que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados
en gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza
de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró y
nos libra y esperamos que aún nos librará de tan grave peligro de muerte".

La esperanza de Pablo en Dios, que le sostuvo en sus relaciones con los Corintios, también
fue efectiva en su propia vida. En vez de explayarse en la desesperación e impotencia de
estas situaciones, en estos versículos Pablo resaltó enfáticamente y de manera
convincente, cuan impotentes eran él y los Corintios si no fuera por el poder de Dios. Esto
nos recuerda la importancia de la oración como un medio para provocar la intervención
de Dios a favor de los suyos, que es algo maravilloso. Esto explica por qué Dios permite
que nosotros tengamos problemas y dificultades, o que estemos enfermos. Pablo estaba
diciendo que él estaba enfermo de muerte, y que había hasta perdido la esperanza de
continuar con vida. En realidad, él dijo que la sentencia de muerte pendía sobre él. Una
posibilidad es que se encontrase tan gravemente enfermo que quizá el médico le había
dicho que iba a morir. Ahora hay también otras personas que piensan que se refiere a esa
ocasión en Éfeso, cuando la multitud trató de darle muerte. Instigada por Demetrio y sus
compañeros plateros, en el incidente relatado en Hechos 19:23, habrían despedazado a
Pablo en esa ocasión y hubieran hecho de él un mártir. Aunque, en realidad, en dicho
incidente, no se habló de que Pablo hubiera sufrido algún daño. Otras opiniones más
recientes prefieran relacionar estas aflicciones con el incidente mencionado en 2 Corintios
11:24, en el que Pablo fue azotado por los judíos, ocasión en la que estuvo cerca de la
muerte. Podría haberse referido a cualquiera de estas experiencias, la enfermedad o los
citados incidentes; pero en cualquier caso, ambas le dejaron la sensación de tener una
sentencia de muerte. Así que éstos y otros puntos de vista son meras conjeturas. Pero el
no poder identificar a qué experiencia concreta se refiere el apóstol, permite a los
creyentes actuales aplicar este pasaje a sus propias experiencias, especialmente cuando se
encuentran en circunstancias desesperadas, y de las cuales, humanamente hablando, no
pueden librarse. Y cabe destacar aquí que pasar por esas experiencias con tanta confianza
en los propósitos de Dios es algo realmente hermoso. Es algo que todos nosotros
deberíamos experimentar. Ahora, Pablo añadió en el versículo 10: "10Él nos libró y nos
libra y esperamos que aun nos librará de tan grave peligro de muerte". Pero el caso fue
que Pablo pensó que iba a morir. Ciertamente, para él la vida cristiana no fue precisamente
un lecho de rosas. Algunos han sugerido que esta experiencia alteró de manera irrevocable
la perspectiva de Pablo de su propio destino. Antes de ella, él había expresado su
esperanza de que podría encontrarse entre aquellos que estuviesen con vida en el
momento de la venida de Cristo, como expresó en 1 Corintios 15:51 y en 1 Tesalonicenses
4:15-17. Al parecer, a partir de dicha experiencia, se centró más bien en la resurrección
de los muertos, como dijo en este mismo versículo, al manifestar su confianza en un Dios
que resucita los muertos, y como escribió en Filipenses 3:10 y 11.

En primer lugar queremos decir que Dios permite que los cristianos sufran, tiene una
buena razón para que ello ocurra, tiene un propósito especial en todo ese proceso aunque
nosotros a veces no lo podemos entender. Él tiene por objeto que esa experiencia resulte
para el bien de los creyentes. Él tiene la intención de que sirva para un buen propósito,
para que los creyentes puedan consolar a otros.

Todo lo que usted y yo tenemos se debe a la misericordia de Dios. Y lo tenemos también


para beneficio de otros. Indiferentemente de lo que poseamos, Dios nos lo ha dado para
que lo podamos compartir con otros. Nos lo ha dado como una muestra de su misericordia.
Si tenemos salud, bienes materiales, talentos o dones, Él quiere que los utilicemos
compartiéndolos con los demás. Y también recordemos que si tenemos que enfrentarnos
con el sufrimiento, o si estamos sufriendo por causa de Cristo, es porque Él lo permite.

Al Dr. McGee, autor de esta serie de estudios, se le reprodujo el cáncer en varias


ocasiones, y nos contó que el médico no le dio muchas esperanzas de recuperación. Pero,
Dios le libró de esa enfermedad durante años, aunque él sabía que podría recaer en
cualquier momento. Sin embargo, él mantuvo su confianza en que Dios continuaría
librándole de ella.

Aquí vemos que, a pesar de estar viviendo bajo grandes presiones, presiones que iban
más allá de su capacidad humana para soportarlas, Pablo tenía confianza en que Dios le
libraría del peligro de muerte hasta que hubiera acabado su carrera cristiana y su tarea se
hubiera cumplido. Por ello podía decir confiadamente, nos libró de tan gran peligro de
muerte, y refiriéndose al futuro podía afirmar sin jactancia, el aún nos ha de librar. Pablo
sabía en quién había depositado su confianza y su esperanza. Humanamente hablando, no
conocía sus posibilidades de supervivencia, pero creyó que Dios le libraría. Y así como
Pablo la tenía, ésta es también nuestra esperanza, que está basada en Aquel que resucitó
de los muertos. A Pablo, esa esperanza le hizo alegrarse por el hecho de que Dios le estaba
permitiendo proclamar el Evangelio en aquellos días. Y entonces, solicitó que los
creyentes de Corinto oraran por él. Veamos lo que dijo en el versículo 11:

"Para ello contamos con vuestras oraciones a nuestro favor; y así, siendo muchos los que
interceden por nosotros, también serán muchos los que darán gracias por el don concedido
a nosotros".

Aquí las oraciones de los Corintios fueron parte de su liberación, y un medio dispuesto
por Dios para cumplir Su voluntad entre Su Pueblo. Así es que creemos que Dios permite
que nos enfrentemos con dificultades para que estemos capacitados para consolar a
aquellos que lo necesiten. De esa manera, la experiencia adquirida por nuestro sufrimiento
puede beneficiar a otras personas. El Dr. McGee siempre dijo que su experiencia con el
cáncer le permitió consolar a otras personas en su dolor.

Escuchemos otra vez lo que dijo Pablo en el versículo 8: "8Hermanos, no queremos que
ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados en
gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida".

Usted posiblemente recordará la fábula de Esopo sobre el viento y el sol. Esopo dice: "El
Sol y el Viento disputaban un día encarnizadamente sobre su respectivo poder. No
pudiendo convencerse el uno al otro con razones, como sucede a menudo, decidieron que
ganaría el que consiguiera despojar a un viajero de la capa en que iba embozado.
Comenzó el Viento primero a soplar con desusada furia sobre el pobre hombre; pero éste,
al ver que la capa se le iba por todos lados, se la ciñó al cuerpo y desafió con éxito la
fuerza del vendaval. El Viento se declaró vencido.

Le tocó al Sol la prueba, y después de disipar las nubes acumuladas por su adversario,
empezó a dejarse caer sobre las espaldas del viajero con sus mejores rayos de mediodía.
Poco después, el hombre detuvo su marcha, y no pudiendo resistir más el calor, se quitó
la capa, la tiró al borde del camino y corrió a refugiarse sudoroso bajo la sombra de un
árbol". O sea, que el sol logró lo que no pudo conseguir el viento.

Ahora bien, generalmente, el viento de la adversidad no nos apartará de Dios.


Figurativamente hablando, cuando el viento comienza a soplar, y cuando todo se pone
difícil y duro, inmediatamente queremos volvernos a nuestro Padre que nos puede alentar
y consolar. Pero nos encontramos en una situación peligrosa cuando las cosas nos van
demasiado bien. Cuando el sol está brillando, los cristianos parecen tener la vida
demasiado fácil. Y entonces, es como si se quitaran el manto de la justicia práctica, y
comienzan a comprometerse con el sistema mundano que se opone a Dios, cediendo en
sus posiciones ante él. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido con muchos en la
actualidad.

Sigamos entonces observando lo que Pablo dijo aquí en el versículo 12:

"Nuestro motivo de orgullo es este: el testimonio de nuestra conciencia, de que con


sencillez y sinceridad de Dios (no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios), nos
hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros".

Al ver éste y los versículos siguientes nos preguntamos quién habrá provocado en los
Corintios dudas sobre la falta de compromiso de Pablo con la iglesia, o su presunta falta
de sinceridad. Nadie lo sabe con certeza. Pero una conclusión razonable es que los
Corintios fueron influenciados por apóstoles falsos, que buscaban desacreditar a su
principal rival. Y aunque Pablo estaba reservando su confrontación abierta con sus
oponentes para el final de esta carta, la polémica parece insinuarse en estos primeros
capítulos.

Pablo estaba diciendo que él podía alegrarse a causa de su testimonio en la vida. Dejó
bien claro que tenía un motivo de orgullo; que la conciencia le decía que se había portado
limpia y sinceramente en este mundo, y que ello no se había debido a su propia sabiduría,
sino que Dios en Su bondad, le había ayudado a vivir de esa manera. Estimado oyente,
así es que no es por medio de nuestros propios conocimientos, que nuestras vidas
constituyen un testimonio para aquellos que nos rodean. Si tenemos un testimonio
efectivo para Dios será por haber vivido nuestra vida en la santidad y sinceridad que
proviene de Dios. Pablo estaba diciendo que por la gracia de Dios el sufrimiento había
producido en él ese estilo de vida. Es que el sufrimiento es una misericordia de Dios, que
produce en nuestra vida unas cualidades que deben ser compartidas.

Luego dijo en los versículos 13 al 15, de este capítulo 1 de la Segunda epístola a los
Corintios:

"No os escribimos otras cosas de las que leéis o también entendéis; y espero que hasta el
fin las entenderéis; como también en parte habéis entendido que somos vuestro motivo
de orgullo, así como también vosotros lo seréis para nosotros en el día del Señor Jesús.
Con esta confianza quise ir primero a vosotros para daros una doble alegría"

O sea que la intención había sido visitarles dos veces, la primera visita al ir de Éfeso a
Corinto, continuando después viaje a Macedonia, y luego una segunda escala en Corinto,
en su viaje de regreso, antes de continuar su viaje a Judea. Pablo dijo, "¿no he sido una
bendición para vosotros en mi primera visita? Pues os iré a visitar por segunda vez y
quiero ser una bendición para vosotros. Y luego continuó en los versículos 16 y 17:

"es decir, visitaros de paso a Macedonia y desde Macedonia regresar a vosotros para ser
encaminado por vosotros a Judea. Así que, al proponerme esto, ¿actué precipitadamente?
O lo que pienso hacer, ¿lo pienso según criterios meramente humanos, de manera que
diga Sí y No al mismo tiempo?"
Pablo había esperado poder ir a Corinto, pero todavía no había llegado allí porque cambió
su itinerario (como adelantó en 2:1) y sus oponentes aprovecharon la ocasión para
criticarle, presentándole como una persona poco fiable e informal. Ahora, algunos de sus
enemigos en Corinto estaban diciendo, que él nunca había pensado ir, que no había sido
sincero. Pero Pablo aquí les estaba reafirmando su sinceridad. Pablo dijo que cuando él
decía Sí, quería decir Sí; y cuando decía No, quería decir No. Estimado oyente, los
creyentes en el día de hoy deberían ser esa clase de personas. No deberían hablar con
ligereza, en lo que concierne a sus compromisos y arreglos, en lo que se relaciona al
mundo de los negocios y al concertar sus citas diarias. Necesitamos hombres y mujeres
creyentes que cuando digan algo mantengan su palabra y la cumplan. Eso es lo que Pablo
estaba diciendo. Luego continuó en el versículo 18 diciendo:

"Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No".

Pablo estaba afirmando que no decía las cosas con doble sentido, como si fuera
inconstante. ¿Por qué? Porque Dios le había guiado, estaba cumpliendo la voluntad de
Dios. Y continuó diciendo en el versículo 19:

"Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros,
por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No, sino solamente Sí en él"

Cristo es el Sí de Dios. El evangelio que él había predicado era un evangelio glorioso,


positivo, era un Sí. El Evangelio es algo que Dios ha hecho para nosotros y consiste en
buenas noticias. No sólo tenemos a un Dios fiel, sino también a un Señor Jesucristo
seguro. Y el versículo 20, dice:

"porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros,
para la gloria de Dios".

Otra versión traduce este versículo de la siguiente manera: "Pues en él se cumplen todas
las promesas de Dios. Por eso, cuando alabamos a Dios decimos "Amén" por medio de
Cristo Jesús". O sea, que todo es positivo en Cristo Jesús. Y Dios, estimado oyente, quiere
lo bueno para usted.

Estimado oyente, si usted da el paso de fe de confiar en el Señor Jesucristo como su


Salvador, aceptando que Él ocupó su lugar en la cruz, su vida entera comenzará a ser
transformada por el Espíritu Santo de Dios, quien hará realidad las promesas de Dios,
trayendo a su vida nuevos valores, nuevas metas, y una nueva perspectiva positiva sobre
este mundo y acerca de la vida eterna, después de la muerte. Le invitamos, entonces, a
poner a prueba a Dios y a Su Palabra, para que usted mismo compruebe su veracidad.
Porque Dios es fiel, y cumple todas sus promesas.

MARCOS 6:36
"Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto
y ya es muy tarde; despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se
compren algo de comer. Pero respondiendo El, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y
ellos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les
demos de comer?"
El les ordenó realizar una tarea imposible. Ellos tendrían que aprender, así como también
nosotros, que El siempre manda realizar lo imposible. La razón es evidente. El tiene la
intención de llevar a cabo el trabajo. Veamos como dispuso las cosas leyendo los
versículos 38 al 44:

"Y El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron: Cinco,
y dos peces. Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde. Y se
recostaron por grupos de cien y de cincuenta. Entonces El tomó los cinco panes y los dos
peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los
discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos. Todos
comieron y se saciaron. Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los
peces. Los que comieron los panes eran cinco mil hombres."

Este sí que fue un milagro. El Creador que en el principio creó el pez e hizo que el grano
se multiplicase en los campos, ahora, por su mandato creativo creó los alimentos para la
multitud. Esta debió ser la primera vez en la vida en que muchas personas de aquella
multitud quedaron satisfechas.

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