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Sofía Dolzani

Seminario de Literatura Argentina y Latinoamericana, 2019.

Dado que no descifro, invento. Apuntes para pensar Tuya de Claudia Piñeiro

Muchos son los interrogantes que surgen al momento de arrimarse a la novela Tuya (2008) de
Claudia Piñeiro. Más aún si nuestro marco de lectura es un seminario universitario que busca pensar
formas actuales del género policial. Un marco que condiciona nuestro ingreso al texto esperando
encontrar justamente eso: un relato policial. Ese atributo que posiblemente la novela de Piñeiro
resignifica o tensiona. No pretendemos aquí realizar el desarrollo de una lectura que se sostenga en
la discusión teórico y crítica a partir de la construcción de una hipótesis, sino más bien, acercar
algunas preguntas y reflexiones que señalan puntos a ser profundizados, posiblemente, en otras
instancias y que han marcado nuestra forma de pensar el texto.
Elegimos un título cuyos verbos se vinculan con el lugar que ocupa el saber. El lugar que ocupa
la portación del saber en el relato policial, y el lugar que ocupa también el saber en la posibilidad
de la invención. Porque es entre estos dos saberes donde leemos que se juega la figura de Inés en la
novela de Piñeiro. Inés, esa mujer cuya frustrada vida amorosa la lleva todo el tiempo a inventar
argumentos que justifiquen el crimen que vio cometer a su marido. Inés, esa figura que ocupa una
de las voces principales de la novela con su narración en primera persona y que pareciera sufrir de
una verborragia que monopoliza el discurso del texto. Porque el narrador en tercera persona que
poco aparece en la novela queda opacado ante esta voz que busca desesperadamente construirse un
lugar de poder y de saber para decir. Posiciones discursivas que habría que ver cómo funcionan en
el texto y cómo, asimismo, desestabilizan ciertas normas clásicas del género policial al mismo
tiempo que operan como arma desde la cual el relato se construye.
Dice Ricardo Piglia en Crítica y ficción que en “las reglas del policial clásico se afirma sobre
todo en el fetiche de la inteligencia pura” (1993:93). En la novela de Piñeiro ese fetiche parece
saturarse porque resulta imposible tomarse en serio la forma de razonamiento con que Inés va
tejiendo sus hipótesis. Si en un relato clásico del género policiar, la figura principal es caracterizada
por el uso de estrategias lógico-deductivos que van construyendo una especie de discurso verídico
respecto del crimen ocurrido; en la novela de Piñeiro, la figura de Inés se desplaza hacia el lugar de
la justificación y la invención. Así, no importa tanto lo que se ve o lo que no se ve, porque lo que va
a sostener el monólogo de Inés es su capacidad para inventar justificaciones que no rompan,
asimismo, con cierta ficción en la que pareciera querer vivir: ficción amorosa en un primer
momento, ficción policial después. Inés quiere ser protagonista de alguna historia, y por eso las
inventa. Escribe notas y hace cuadros conceptuales sobre posibles historias que involucran los
engaños de su marido y las va desechando, una a una, para quedarse, no tanto con la que le resulte
Sofía Dolzani
Seminario de Literatura Argentina y Latinoamericana, 2019.

más verídica, sino más bien con la que le permita seguir inventando, seguir escribiendo una historia
donde ella pueda salir triunfante. Así sucede al principio de la novela luego de presenciar el delito
cometido por Ernesto; así sucede también, cuando ve a Charo y Ernesto tomarse un avión a Río de
Janeiro. La alternativa 3 en la cual afirma el vínculo el vínculo amoroso entre la fotógrafa y su
esposo, la llevan a la decisión de realizar un llamado a la comisaría para dar a conocer el paradero
del cuerpo muerto de Alicia que en un primer momento quiso ocultar. Así, ante el fracaso de su
primera ficción -esa ficción amorosa elaborada luego de ver a su marido involucrado en un crimen
que da como resultado un fallecimiento, y que se desarma en el momento en que Ernesto le pide
“volver a vivir como si el accidente nunca hubiera existido”-, a Inés no le queda otra que inventar
una segunda: “un crimen pasional”. Ese crimen pasional donde se traza una lectura de los hechos
desde la perspectiva de esta esposa frustrada.
El problema es que, si bien Inés quiere ser narradora de la historia, las formas en que se
administra la información están sujetas a la tensión entre el saber que porta quien va narrando la
historia -Inés-, y el saber que se juega en eso que no se dice, en esa segunda historia, en esa historia
ausente que tiene que ver con cómo Ernesto fue organizando y prediciendo los posibles pasos que
Inés iba a dar.

Ernesto necesitaba asegurarse de que ella, bajo ninguna circunstancia, hablaría. Por eso tenía
que hacerla sentir parte de lo que estaba pasando, una parte fundamental. Con sólo eso Inés
funcionaría, y bien. Ernesto lo sabía. Dejarla al margen era peligroso. Como el engranaje de
una maquinaria que suelto no sirve para nada. Peor aún, hasta podría hacer saltar otras piezas
que estaban funcionando adecuadamente. (cap. 16)

La disputa, en este sentido, se produce en términos de la administración de la información y del relato


¿leemos, en realidad, la ficción que Inés inventa? ¿o leemos el relato que este personaje ejecutivo ha buscado
controlar? ¿Quién administra la información?
Si bien en un momento pareciera que todo se encamina según los planes de Ernesto, su capacidad de
delimitar el lugar fundamental que Inés tiene que ocupar en lo ocurrido queda desbordado por la capacidad
inventiva de Inés, quien pasará, ya hacia el final de la novela, a hacerse cargo del papel criminal en el que su
marido la ha querido ubicar. Inés no será protagonista del crimen cometido por Ernesto -la muerte de Alicia-,
sino de uno propio; de uno diseñado por ella misma, cuyos pasos pueda escribir y llevar a cabo. Porque si
hay un arma que Inés posee, no es la pistola con la que asesinará a Charo, sino ese saber con el que produce
y escribe una ficción en la que no sólo ocupa un lugar fundamental, sino todas las piezas: Inés es narradora,
encubridora, detective, víctima y asesina. Es desde ese saber que Inés puede hacerle trampas al lugar en el
Sofía Dolzani
Seminario de Literatura Argentina y Latinoamericana, 2019.

que Ernesto la quiere ubicar. A diferencia de su madre, a Inés el tiro no le “sale por la culata” (cap. 1), sino
bien direccionado hacia quien desea eliminar.

Referencias
Piglia, R. (1993) “Sobre el género policial”. Crítica y ficción. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Piñeira, C. (2008) Tuya. Buenos Aires: Alfaguara.

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