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El presente ensayo busca reflexionar acerca de la memoria, la construcción de identidades

y el patrimonio social, que podemos encontrar en el “reventón social” que se a


desarrollado desde el 18 de Octubre en Santiago y el resto de Chile, del cual, podemos
desarrollar reflexiones sobre la reformulación y re significación de la memoria y una serie
de transformación patrimoniales, llevadas a cabo por la ciudadanía, en un sentido
colectivo, demostrando su sentido de pertenencia y unidad social en pos de una causa
común y reconocida, avalada por una ciudadanía.
Desde mediados de Octubre de 2019 Chile a estado viviendo una serie de manifestaciones
sociales en diferentes puntos del país, con motivo del modelo neoliberal vigente. Este
descontento vivido se evidencia con la participación ciudadana reunida con
manifestaciones como multitudinarias marchas o “cacerolazos”, exigiendo verdaderos
arreglos en el sistema económico-social, pero toda esta motivación se sustenta en un
espíritu que a mutado y se a desenvuelta en diversos estilos y modelos de
manifestaciones, no solo con la espontaneidad y construcción o elaboración de elementos
materiales icónicos, como la creación de estatuas representativas de algunos personajes
heroicos o motivacionales (como una estatua del “Negromatapacos”, creada por los
mismo manifestantes), como también podemos encontrar la resignificacacion y
revalorización de algunos elementos ya presentes (como lo son los bustos de personajes
históricos, en plazas y distintas ubicaciones de algunas ciudades) y que en pos de esta
“reventón social”, han ido cambiando los valores y percepciones que tenían la ciudadanía,
y grupos de personas en particular (en rigor de sus particulares ubicaciones en donde se
han desarrollado estas manifestaciones) donde han sido modificados, han sufrido
transformaciones por parte de la misma ciudadanía (como el derribo de las mismas, o su
modificación estilista) que demuestran el actual y presente valor que aquellos elementos
tienen para la ciudadanía.
De esta forma, están transformaciones en algunos elementos patrimoniales y
representativos, con un significado propio del momento de su concepción, ahora
modifican sus valores y su memoria, de forma que comprendiendo esta como la capacidad
de retener y recordar información especifica (o seleccionada) que buscamos mantener y
preservar, sufre modificaciones por parte de los mismos individuos que conviven con ella
día a día como un elemento intrínseco de su cultura, pero que ahora en un contexto y por
manifestaciones colectivas, se reformula por la misma existencia de motivos colectivos
que se aprueban casi de manera automática por todos aquellos adherentes de aquella
causa a la cual se abogue en cuestión. Esta memoria colectiva que se intensifica a medida
que se van dando cuenta de que existe un sentido de aprobación y unidad, a la adherencia
de mas individuos fomenta y solidifica un “status” y una visibilizacion positiva, un sentido
de pertenencia a la causa.
Esta memoria se materializa y solidifica con la reinterpretación del patrimonio y la
revalorización de las identidades, por medio de diferentes elementos de la cultura
popular, en este caso particularmente, Bustos de algunos personajes icónicos en el
proceso de colonización y formación del Estado-Nación chileno, los cuales se
fundamentan en representaciones patrimoniales de identidades propios del periodo en el
cual fueron construidos, y que ahora, los procesos sociales del presenten son totalmente
contrarios y cuentan con un espíritu renovador, y en rigor de dinamismo propio de las
conductas sociales, y por lo tanto, la formación de la memoria e identidades, ahora este
símbolo que en algún momento contenía y mensaje especifico, ahora se ve modificado.
Este espíritu de cambio social, da lugar a variadas manifestaciones de este mismo, de
forma tal que encontramos entre ellas como ejemplo, el renombramiento de algunos
lugares emblemáticos como plazas o espacios públicos claves de reunión social, como en
este caso en especifico, se hace mención de la “Plaza Baquedano” o “Plaza Italia” en
Santiago, la cual simbólicamente, y con una notable aprobación ciudadana, se renombra
como “Plaza de la Dignidad” en relación a las especificas represiones que se han
evidenciado como una de las tantas consecuencias que traen las mismas manifestaciones,
esto, por medio de la representación material de la misma, con la instalación de una placa
conmemorativa, como idea propia de los mismos manifestantes.
El patrimonio como la practica de la memoria, elementos característicos y conscientes que
se buscan preservar por diferentes motivos, así como Néstor García Canclini (1999)
mencionaría al establecer tres tipos de agentes de que intervendrían en la gestión y
construcción del patrimonio, la acción privada, el Estado y los movimientos sociales, en
este caso en particular veríamos fuertemente la intervención de estos últimos,
movimientos sociales impulsados por las mismas motivaciones previamente mencionadas,
en donde, se busca revalorizar espacios físicos que han marcos un hito en el desarrollo de
las manifestaciones, espacios que materializan las demandas sociales y enlazan una
consciencia social que busca imprimir en la historia y en la memoria las demandas y las
desigualdades, que queden marcadas en la historia, para que no se vuelvan a reproducir,
que quede registrado aquellas falencias en las cuales las personas coincidían, y así no se
pierda el sentido de identidad, aquellas demandas sociales que marcaron una pauta y un
referente social en común.
Del mismo modo, mucho del apoyo y reproducción que encontramos en diferentes
manifestaciones (y al mismo la tiempo, la innovación y aparición de nuevas formas de
demostrar y evidenciar este descontento social), se sustenta en lo que Ballart (1997)
estipula como su “valor formal”, aquel que produce un goce estético, un bien cultural
produce una satisfacción a la vista, que cuente con un merito al construirlo, una atracción,
originalidad, pero que también, cuenta con una eficiencia en el mensaje que busca
comunicar, una fácil reproducción, lo cual se vuelve icónico y contingente a las
manifestaciones y el espíritu vivido, y que se vuelve un elemento patrimonializable.
De forma tal, que desde este “reventón social”, esta serie de manifestaciones sociales
vividas y llevadas a cabo por la misma ciudadanía, muestra una reproducción selectiva en
rigor a la tensión social acontecida, pero que también demuestra un espíritu de cambio,
una reproducción con sentido de pertenencia, un entendimiento social en común de las
demantas

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