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berlo puesto de relieve. Su profecía tuvo efecto en el orden de las ciencias, en la.
historia del capitaIísmo ... creando la tentación dt1 ser ateo y orig'inanclo una at,rnós-
fera propicia al respeto humano. En el orden cientifico tuvo enorme resonancia en-
tre la masa el biologismo ateo de Haeclcel.
(5) GAnetA BARBERENA, TOMAs: El matrim.onio en la legislaci6n soviética, "Revis-·
tll de Derecho Canónico", IV (1949), 383-413.
(6) LAUREl'{T, H.: Perspectiva c1'ist.iana y perspectiva marxista de la histo1'ia, en
"Razón y Fe", 1. 143' (195'1), 342-357.
EL DRAl'llA DEL I-iUl'llANISMO ATEO 47\
con todo, es que ,en el seno de est:e falso humanismo existe un vacío
inocultahle, que actuará como fermento de regeneración más tarde:
es el vacío de Dios.
Ateísmo-Antiteísmo
Sie ha dicho, y con razón, 'que al moderno ateísmo cuadra mejor
'el nombre de antiteÍsmo. Antes lo indicábamos y ahora lo repetimos
de nuevo; en los cerebros del moderno ateísmo nada hay maridado
con un materialismo de baja ralea, comodón y chato, de horizontes
estnechos ... , sino que su posLuraes de franco combate a cuanto res-
pira teísmo. Tratan de repetir la hazaña promeLeica de robar el fue-
go sagrado del Olimpo, o si se quiere, la de los gigantes bíblicosqur.
trataron de elevar una torre, que llegase hasta el cielo. Partiendo del
postulado ,del materialismo inmanentisla (7), que nada reconoce so-
bre el hombre y considera como un atentado contra su alutarquía
toda busca de principios superiores, llegan a la consecuencia d,el an-
titeísmo, que, en los cerebros del ateísmo, se traduce en feroz rebeldía
contra Dios., y en las masas, en ese espantoso engendro del siglo: el
ateísmo o antiteísmo milit3jlüe.
El hombre ¡quiere desterrar a Dios, sacudir el yugo de cuanto pre-
sente especie de trascendencia, llámese mist.erios en dogmática, prin-
cipios o8n moral... Quiere embriagarse con el vino de la más absoluta
libertad, en el amoralismo que no reconoce normas, en la indepen-
dencia, de tuda ascetismo ... El hombre se repliega sobre sí, se cierra
en sí, no reconociéndose religado a otro s,er y orden superior; al de-
clararse señor absoluto se ha apropiado las palabras bíblicas de 13-
bias de J'ehová: "No daré mi gloria a otro." Con ello, se llega a la
forma más cruda de lo 'que Si' ha llamado alienación del hombre: al
cerrar sus ojos ante la exigencia de infinito de su ser, al renegar de
su condición de hijo de Dios, al llegar, en el paroxismo de su orgullo,
a pensar que Dios mendiga el ser de nuestro ser individual. ¿Puedo
concebirse mayor absurdo que son1eter a plebiscito la ,existencia del
mismo Dios, aunque esto se haga entre ,quienes se mofarían de ta-
maña insensatez, si fuera cometida por el 'pueblo?
Ante Dios 'Y el -cristianismo no adopta la actitud frívola del enc.i-
clopedismo, la sonrisa volteriana., sino la actitud seria de quien des--
precia unos .dato~ que no precisa para la solución de un problema.
El .que su desprecio desemboque en el odio es explicable, porque es-
tima que el catolicismo ha sido infiel a su misión.
Dios y ·e1 catolicismo han sido 'puras formas históricas culturales
'que 11an rendido todo su fruto; hoy han sido superadas, al igual que
la física o biología antiguas. Eran formas provisionales, constituían
Proyecciones hist6ricas
¿Qué será de los pueblos, de la masa atea? No sabemos hasta dón-
de puede illegar ,el poder de una educación atea, desde la niñez. Lo
mismo puede afirmarse de los 'efectos de una propaganda estudiada
hasta en sus mínimos detalles. Mas, nadie,por otra parte, adivina los
tortuosos caminos que puede seguir la Prolvidencia con su gracia.
¿Será verdad 'que, ,en el fondo,es otro Absoluto lo que inconsciente-
mente se adora, 'Y que, por lo mismo, algún día llegará la transposi-
ción de ese .ser 'que se presenta como trascendente por parte de
esos que MARITAIN llama "pseudoateos"?
Sin quererlo viene a la memoria el texto en que San Pa¡blo des-
cribe 'el estado ,de la gentilidad: "Conociendo a Dios, no le glorifica-
ron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se ,entontecieron en
sus razonami'entos, viniendo a oscur,ecerse su insensato corazón, y
(8) BERDIAEFF, N.: Un nouveau Moyen Age, p. 69. Frente al pesimismo maniqueo
y al optimismo pelag'iano, la doctrina católica proclama el intimo ensamblaje y per-
feccionamiento de la naturaleza humana por la gracia. Cfr. CAPÁNAGA, VICTORINO,
O.' R. S. A.: Intl'oclucción geneml, Obras de San Agustin, B. A. C., t. 1 (Madrid, 1946),
pág's. 158-161: "( ... ) el hombre, para conservar su excelencia y dignielad superior
debe asemejarse a Dios, lo cual es efecto ele la gTacia. Y por aqui lleg'amos a una
conclusión importante: cómo Cristo es no sólo la flor y g'ala de la Humanidac!, por-
que atesora todos los valores del hombre, sino también la columna que la sostiene."
Ha aqui ,31gunos textos agustinianos: "En tanto vale el hombre alg'o en cuanto
vIve unido al que .lo creó, porque separándose de El no hay nada." "Si recedat
Spiritus Del, pondere suo spiritus hominis revolvitur in carnem." "Fiant catholici
(ariani) ut possint servare quod homines sunt: ut non in illis pereat Dei creatura,
accedat Dei g'ratia." "Antes de venir Cristo, el hombre era como una pared ag'rietada
y curva, y el demonio la estaba empujando para dercl'ibarla en el suelo. Vino Cris-
~o, y, arrimándose a ella, se hizo su sostén y columna." "Esta amenaza y ruina
-dice el P. 'Capánaga-signlfica la pérdida de ciertos valores como la libertad es-
piritual, el eJercicio sano de la razón, el sefiorlo sobre las pasiones, la prorunda in-
timidad de la vida."
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Meditando ...
Mas entretanto, y dejando a la Provic1eneia el regir los destinos
del 110mbre, ,primariamente nos toca hacer un sorio examen sobre
cuanto nos pueda 'enseñar este es.tudio del moderno ateísmo.
Camino ele ideas.-No se puede negar 'que un CmvlPTE, un HEGEL,
poseían vlÍva conciencia de ser los profetas de los novísimos tiem-
pos; pero si hubiésemos preguntado a cualquier conLemporáneo suyo
qué pensaba flcerca ele'l posible influjo sobre la humanidad ele las
ideas de es10.'; hombres, Ladas las posibilidades abonan una r'espuesta
escéptica. Sin embargo, no podemos olvidar est'l lección, que da re-
paro el enunciarla de puro lriv;al: son las ideas las que Iy,encen.
Napoleón sacuclió tronos y naciones enteras, abrigó sueños vanos;
mas, al fin, feneció cual est1'811a fugaz. La 18rga serie de filcJsofos que
une a DESCARTES con FEUERBACH y NIETZSCHE a través de KANT, HUME
Y HEGEL ha ido conquistando a Europa por un proceso lento, pero
eficaz, ,de r,alladaelectrólisis espiritual. Y hoy nuestra masa vive,
inconscienvemente en su n1f1yor parte, ele una atmósfera cargada de
ideas materia'¡¡stas y at'eas que se manifiestan de diyersas formas.
La restauración habrá ele seguir similar camino; hemos. de predicar
el mensaje ele esplritua.lidad en estilo directo, concreto, interesando
al homb1'e por entero. Es sencilla la lección, pero prácticamente no
parecemos estar convencidos cuanelo pretendemos derrocar "al hu-
manismo ateo" por medio de let fuerza y la victoria armada. Con
todo, ¿acaso será necesaria una más grave hecatombe humana, una
EL DRAMA DEL HUMANISMO ATEO 475
Conclusión,
La Historia, y para cuantos no sepan interpretar su lección, Pío XII,
nos indican 'SI camino de la Restauración. Sin duda, presenciamos las
postrimerías -elel ci'cl0 renacentista. A la excesiva hipostatización de la
naturaleza, rayana 'en la idolatría, acompaña el cOlJocinüent'O y dominio
más perfecto de la misma. A la proclamación orgullosal de la autarquía
del hombre, acompaña el sentimiento más vivo de su dignidad y una
más fuerte conciencia de centrar rectamente en torno al hombre los va-
lores inferiores, Esta labor nos incumbe, dentro de cauces cristianos.
"Si un human'ÍSmo. integral-diremos con MGR. CALVET-introdnce
a. Dios en el homb'I'C, a la religión en la vida, puede llegar el equilibrio,
seguido. de una triunfal explotación de las conquistas elel Renacimien-
to por el homb1'e completo.
El introduC'il' a Dios en la vida pOl' una recta concepción elel hom-
b)'e, no es solmnlmte para el pensado)' 1m acto de sana t'ilosot'ía, y para
el crisl'iano un aclo de auténtico cristianismo, es para la universalidad
de los hombres, que no pueden ccrl'aJ'se a la visión ele la realidad, un
acto ele salud lJública" (19).
JOSÉ IGNACIO TELLECHEA.