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Bases legales del sistema penitenciario

peruano
Nuestro sistema penitenciario se sustenta en una base legal moderna, cuyo
desarrollo autónomo se inició con la primera ley penitenciaria nacional, el Decreto
Ley 17581 del 15 de abril de 1969, modificado en parte por el Decreto Ley No.
23164 del 16 de julio de 1980 que incluyó la redención de penas por el estudio;
asimismo fue importante la Constitución Política de 1979 que rigió desde 1980, y
que recogió normativamente al Código de Ejecución Penal aún no existente en
dicho año; asimismo el Reglamento Penitenciario aprobado por Decreto Supremo
No. 023-82-JUS, aunque prácticamente no tuvo mayor vigencia o aplicación real,
y también el Código de Ejecución Penal de 1985, normas hoy derogadas.
El actual Código de Ejecución Penal, promulgado por Decreto Legislativo No.
654 del 31 de julio de 1991, y que consta de 153 artículos, establece los
lineamientos generales del vigente sistema penitenciario nacional, teniendo
como objetivo cardinal la resocialización del interno. Asimismo es importante
el Reglamento de dicho Código de Ejecución Penal, aprobado por el Decreto
Supremo No. 015-2003-JUS, y constituye otra de las bases legales de nuestro
sistema penitenciario. De igual modo, el actual Reglamento de Organización y
Funciones del INPE, que fue aprobado por el Decreto Supremo No. 009-2007-
JUS.
Igualmente, la Constitución política de 1993 es la fuente legal de mayor
rango, y sigue la tendencia acogida por la Carta política de 1979, estipulando
en el artículo 139, inciso 22: "El principio de que el régimen penitenciario
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad", en otros términos, el logro de la resocialización del
condenado.
No obstante este importante desarrollo normativo, anotamos que todavía el
divorcio entre lo que señala la ley y su plasmación concreta es muy notoria y
abismal, por ello decimos que hasta el momento tenemos un moderno
sistema penitenciario formal, pero no real o fáctico.
El Instituto Nacional Penitenciario
(INPE)
El sistema penitenciario peruano actualmente se halla bajo la dirección del
Instituto Nacional Penitenciario desde el año de 1985.
Antecedentes
La entidad encargada de dirigir el sistema penitenciario peruano, hasta antes
de la dación del Código de Ejecución Penal de 1985 fue la "Dirección
General de Establecimientos Penales y Readaptación Social", que constituía
una dirección importante del Ministerio de Justicia de esos años.
Como se puede recordar la existencia de una entidad a nivel nacional,
encargada de los centros carcelarios del país es obra del siglo XX. Al respecto
podemos rememorar que a inicios del siglo XIX, aún subsistió la práctica de
encargar en manos privadas el control de la POLÍTICA PENAL Y POLÍTICA
PENITENCIARIA, que luego pasaron a jurisdicción de los municipios,
posteriormente a las autoridades políticas, y más tarde por disposición del
artículo 136 del Código Penal de 1924 bajo la supervisión de la Inspección
General de Prisiones, dirigida por un funcionario denominado Inspector
General de Prisiones, entidad que recién se hizo efectiva en 1927.
Años después, en 1929, dicha Inspección se transformó en Dirección
General de Establecimientos Penales, habiendo sufrido cambios posteriores
en su denominación y estructura.
En 1985, con el primer Código de Ejecución Penal (C.E.P.), se creó el
Instituto Nacional Penitenciario (INPE), que sustituyó a la Dirección
General de Establecimientos Penales y Readaptación Social, como un
organismo público descentralizado, con autonomía normativa, económica,
financiera y administrativa, integrante del Sector justicia y con pliego
presupuestal propio.
Años después, con el nuevo C.E.P. de 1991, la estructura orgánica de la
entidad rectora del sistema penitenciario peruano sufrió algunos cambios, que
fueron delineados por el Reglamento de Organización y Funciones (ROF) del
INPE, del 11 de febrero de 1993; sin embargo, cinco años después, por
Resolución Ministerial No. 199-98- JUS, del 10 de setiembre de 1998, se
aprobó un nuevo Reglamento, el mismo que luego de más de dos años de
vigencia, fue reemplazado por el actual Reglamento de Organización y
Funciones del INPE, aprobado por el Decreto Supremo No. 009-2007-JUS,
del 9 de octubre del año 2007.
Organización del Instituto Nacional
Penitenciario
De acuerdo con el C.E.P. de 1991 y el Reglamento de Organización y
Funciones del INPE (Art. 2º.), se trata de un Organismo público
descentralizado del Sector Justicia, rector del Sistema Penitenciario
Nacional, con personería jurídica de derecho público y autonomía
normativa, económica, financiera y administrativa.
Objetivo principal del INPE (Art.134 del CEP y 4º. del ROF): Dirigir y
controlar técnica y administrativamente el Sistema Penitenciario Nacional,
asegurando una adecuada política penitenciaria tendiente a la resocialización
del interno. Además conforme al artículo II del Título Preliminar del Código
de Ejecución Penal, la ejecución de la pena, tiene por objeto, la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del interno a la sociedad.
Estructura orgánica del INPE: Actualmente se halla conformado por una
Alta Dirección (Consejo Nacional Penitenciario y Secretaría General),
órganos de control y de asuntos internos, órganos de asesoramiento, órganos
de apoyo, órganos de línea, órganos desconcentrados, y órganos de
capacitación e investigación.
El Consejo Nacional Penitenciario (Art. 137 del CEP y Art. 7º. del ROF),
es un órgano colegiado a cargo de la dirección del INPE, que conduce la
política del Sistema Penitenciario nacional, y que está integrado por el
Presidente, el Vicepresidente y el Tercer Miembro.
Los Órganos Desconcentrados, son las Oficinas Regionales que tienen a su
cargo las funciones de dirigir, evaluar y supervisar la ejecución de las penas
privativas de libertad y limitativas de derechos, en los diversos establecimientos
que se hallan bajo su ámbito jurisdiccional.
Estas oficinas regionales están a cargo de un Director Regional, y en la actualidad
existen ocho direcciones regionales que tienen sus sedes en las ciudades de
Chiclayo (Dirección Regional Norte), Lima (D.R. Lima), Arequipa (D.R. Sur),
Huancayo (D.R. Centro), Pucallpa (D.R. Oriente), Cusco (D.R. Sur Oriente), San
Martín (D.R. Nor Oriente) y Puno (D.R. Altiplano)
LA EJECUCIÓN DE LAS PENAS EN EL
PERÚ
Teniendo en cuenta los diversos tipos de penas establecidas por el Código
penal peruano, podemos apreciar diversas modalidades de ejecución
penal, en función a las particularidades de tales sanciones, como son:
- Ejecución de las penas Privativas de la libertad,
-Ejecución de las penas Restrictiva de libertad,
-Ejecución de las penas Limitativas de derechos, y
- Ejecución de la pena de Multa.
De todas ellas, el Código de ejecución penal encarga al INPE la ejecución
de las tres primeras, así como las medidas de seguridad, pero
fundamentalmente de las penas privativas de la libertad.
Regímenes de ejecución de las penas privativas de libertad
El régimen de ejecución de estas penas ha logrado mayor desarrollo debido a
que esta modalidad de sanción penal es la que prácticamente originó el
surgimiento de la Ciencia Penitenciaria y luego del Derecho Penitenciario o
de Ejecución Penal, debido al tiempo que demanda de su ejecución. Por ello,
gran parte del Código de Ejecución Penal está centrado en regular la
ejecución de esta pena, que evidentemente sigue siendo la más importante,
aunque sujeta a muchas críticas
En nuestra realidad, las penas privativas de libertad se ejecutan
generalmente bajo la modalidad de regímenes penitenciarios institucionales,
esto es dentro de un centro carcelario: Al respecto nuestro Código de
Ejecución Penal (CEP) considera tres regímenes de ejecución de la pena
privativa de libertad, dentro de una institución carcelaria, que son el:
cerrado, semiabierto y abierto. Sin embargo, en la práctica sólo existe el
régimen de ejecución cerrado de las penas privativas de la libertad.
Régimen Cerrado de Ejecución Penal
Que se cumple dentro de un establecimiento penitenciario cerrado, el mismo
que puede tener diversos grados de seguridad. Los lineamientos iniciales
de este régimen se estipularon por el Decreto Ley No. 17581 del 15 de abril
de 1969, que reguló por primera vez que el régimen aplicable a los
condenados a pena privativa de libertad sería de tipo (cerrado) progresivo.
Mas tarde, el Código de Ejecución Penal de 1985 estipuló también, que el
"tratamiento penitenciario se realiza mediante el sistema progresivo"; y el
vigente C.E.P de 1991, en su artículo IV repite lo mismo, empleando un
término inadecuado ya que debió decir Régimen cerrado progresivo.
Posteriormente, debido a los cambios en los tipos de penas del Código penal
y al haberse incluido la cadena perpetua en nuestra legislación, se pueden
considerar dos modalidades de sanción privativas de libertad: una temporal y
otra perpetua, cada una con sus propios regímenes de ejecución, el régimen
cerrado temporal de duración variable y el régimen cerrado perpetuo.
1) Régimen de ejecución penal Cerrado
Temporal (hasta 35 años)
1) Régimen de ejecución penal Cerrado Temporal (hasta 35 años)
Estipulado por el Código de Ejecución Penal (C.E.P), el Reglamento del
C.E.P.; el Decreto Legislativo No. 984 (21 de Julio 2007), entre otros. Este
régimen cerrado temporal es para la ejecución de las penas privativas de
libertad, cuyo máximo actual de privación de la libertad es de 35 años, y que
concordado con el inciso 1º. del artículo 97 y el artículo 98 del C.E.P. tiene
dos modalidades: un Régimen progresivo cerrado Ordinario y un Régimen
progresivo cerrado Especial.
 Régimen cerrado ordinario
Máxima seguridad 
Para sentenciados
Para procesados
Mediana seguridad y mínima seguridad
 Régimen cerrado especial
Máxima seguridad y mediana seguridad
Para delincuentes comunes y de difícil readaptación
Para delincuentes terroristas y excepcionalmente,
Procesados
1) Régimen de ejecución penal Cerrado Temporal (hasta 35 años)
Estipulado por el Código de Ejecución Penal (C.E.P), el Reglamento del
C.E.P.; el Decreto Legislativo No. 984 (21 de Julio 2007), entre otros. Este
régimen cerrado temporal es para la ejecución de las penas privativas de
libertad, cuyo máximo actual de privación de la libertad es de 35 años, y que
concordado con el inciso 1º. del artículo 97 y el artículo 98 del C.E.P. tiene
dos modalidades: un a.- Régimen progresivo cerrado Ordinario y b.-
Régimen progresivo cerrado Especial.
a.- El Régimen Cerrado (progresivo) ORDINARIO
Según las primeras leyes y en parte el art. IV del Título Preliminar y los
artículos 97 y 98 del CEP se estipuló esta modalidad, que en sus años
iniciales formalmente constaba de tres etapas. Actualmente el régimen
cerrado tiene un periodo de observación y otro de tratamiento (Art. 58
del Reglamento del CEP)
- Observación:
Esta fase está a cargo de un Equipo Técnico interdisciplinario que de acuerdo a cada legislación tiene
diversos nombres: "Equipo Técnico de Observación", Órgano Técnico de Tratamiento (Art. 108, CEP-
1991), y que en base a los exámenes médico, psicológico, social (Arts.62 y 63 del C.E.P y art. 98 del
Reglamento el CEP), debe establecer lo siguiente:
Diagnóstico criminológico.
Pronóstico criminológico.
Clasificación del interno según sus posibilidades de readaptación social, en el establecimiento
penitenciario o sección del mismo que le corresponda.
- Programa de tratamiento individualizado
Tratamiento: El programa de tratamiento individualizado se debe iniciar
con la ubicación del interno en el establecimiento o la sección que se haya
recomendado en la fase de observación. En este periodo el recluso será
sometido al tratamiento indicado, ya sea a través de métodos sociales,
educativos, psicológicos, médico-biológicos y otros que permitan su
resocialización.
También en esta fase o periodo, el interno puede acogerse a los siguientes
beneficios penitenciarios: Semilibertad, Liberación condicional,
Redención de la pena por el trabajo y la educación y Permiso de
Salida hasta por un máximo de 72 horas (Los dos últimos beneficios se
conceden también al interno procesado), en función de la pena cumplida y
ciertas particularidades establecidas por leyes especiales en cada caso.
Los internos procesados estarán sujetos a las reglas del régimen cerrado
ordinario, sin embargo excepcionalmente y previo informe
debidamente fundamentado del OTT (órgano técnico de tratamiento),
podrán ser ubicados en alguna de las etapas del régimen cerrado especial
según señala el Art. 11B del CEP, adicionado por el Decreto Legislativo
984.
Asimismo, de acuerdo al artículo 11C del CEP, adicionado también por el
Decreto Legislativo No. 984, y concordado con los artículos 58, 59 y 60 del
Reglamento del CEP, los internos que se hallan en el régimen cerrado
ordinario se clasifican en las siguientes etapas:
. Máxima Seguridad: caracterizado por estricta disciplina y mayor control
. Mediana seguridad, y
. Mínima seguridad.
Los procesados o sentenciados vinculados a organizaciones criminales
que no hayan sido clasificados en el Régimen Cerrado Especial,
necesariamente serán ubicados en la etapa de máxima seguridad (del
régimen cerrado ordinario)
• Los internos bajo el régimen cerrado ordinario se hallan sujetos a ciertas normas de vida dentro
del penal (Art. 60 del Reglamento del CEP)

• El interno puede permanecer en su celda, pasadizos o en el patio desde las 6 hasta las 18 horas

• Entre las 18 y 21 horas se les permite utilizar los pasadizos del pabellón

• El ingreso a su celda y encierro con llave es a las 21 horas.


• Visitas de familiares tres veces por semana en horario de 8 horas por día
(Art. 29 Reglamento del CEP).
• Evaluación de su comportamiento cada seis meses por el OTT

• Para la progresión a la siguiente etapa requiere 3 evaluaciones favorables


continuas.
b.- Régimen Cerrado (progresivo) ESPECIAL
Normado por la segunda parte del artículo 98 del CEP, y los artículos 62,
63, 64 y 65 del Reglamento del C.E.P., y el art. 11B del CEP adicionado
por el Decreto Legislativo 984. Este régimen se halla estipulado para
sentenciados de difícil readaptación y excepcionalmente procesados con
tal condición. (También para terroristas y autores de traición a la patria,
al haberse dejado sin efecto el D. Supremo 005-97-JUS (24 Junio de
1997).
Además el artículo 11 B del CEP, estipula que los internos vinculados a
una organización criminal y según la evaluación de su perfil criminal
serán ubicados en una de las etapas del Régimen Cerrado Especial.
Según el art. 62 del Reglamento del CEP este régimen tiene dos etapas
que “se cumplirán en los establecimientos penitenciarios
correspondientes o en los pabellones habilitados para tal finalidad (Art.
63 Reglamento del CEP).
Máxima seguridad, en la que el interno:
Está sujeto a estricta disciplina y vigilancia
Tiene derecho a 4 horas de patio
Las actividades de trabajo y educación se desarrollarán en ambientes
adecuados.
Tiene derecho a una visita semanal de hasta 4 personas
La visita tendrá una duración máxima de 5 horas
Es encerrado en su celda a las 21 horas
Sujeto a evaluación cada seis meses por el OTT
Si obtiene 2(o 3)evaluaciones favorables seguidas se le promueve a la etapa
siguiente
Tiene derecho a una visita semanal de hasta 4 personas
La visita tendrá una duración máxima de 5 horas
Es encerrado en celda a las 21 horas
Sujeto a evaluación cada seis meses por el OTT
Si obtiene 2 (o 3) evaluaciones favorables seguidas se le promueve a etapa
siguiente
Mediana seguridad: En esta etapa, el interno:
Continúa sujeto a estricta disciplina y vigilancia
Tiene 6 horas diarias de patio
Recibe visitas en condición similar al régimen ordinario
Tiene actividades de trabajo y educación que se desarrollan en ambientes
adecuados
El encierro en su celda a las 21 horas
Debe ser evaluado cada 6 meses por el OTT
Si obtiene 2(o3) evaluaciones favorables seguidas será promovido al
Régimen cerrado ordinario.
2.- Régimen de ejecución penal cerrado
PERPETUO

Estipulado por ley penal especial y modificado por el Decreto Legislativo


No. 921. Inicialmente la pena de cadena perpetua se instituyó para
condenados por terrorismo, pero luego fue ampliada para autores de
diversos delitos especialmente graves.
Actualmente la cadena perpetua se aplica a dirigentes terroristas y a los
procesados por ser parte de grupos de aniquilamiento y otros, así como a
delincuentes comunes de ciertos delitos graves como secuestro (Art.152,
última parte, si el agraviado es menor de edad o mayor de 70 años o sufre
discapacidad o se le causa lesiones graves o la muerte durante o como
consecuencia del acto);
Violación de menores (Art. 173, inc. 1º. víctima menor de 10 años de
edad, asimismo en caso de víctimas mayores de 10 y menores de 18 si
agente tiene vínculo familiar o cargo de autoridad sobre la víctima. Art.
173A, en caso de víctima mayor de 10 y menor de 18 años de edad si se
causa la muerte, lesión grave o se procede con crueldad. Art. 177, si se
produce muerte de la víctima o se le causa lesión grave en el supuesto de
la segunda parte del art. 172);
robo agravado (Art. 189, último párrafo, cuando agente actúa en calidad
de integrante de organización delictiva o si produce muerte o lesión grave
en la víctima); extorsión (Art. 200, última parte, si el rehén es menor de
edad o mayor de 70 años de edad, o persona con discapacidad, o si la
víctima resulta con lesiones graves o muere como consecuencia del acto).
Artículo 490 Cómputo de la pena privativa de
libertad
1. Si el condenado se halla en libertad y la
sentencia impone pena privativa de libertad
efectiva, el Juez de la Investigación Preparatoria
dispondrá lo necesario para su captura.
2. Producida la captura, el Juez de la Investigación
Preparatoria, una vez que esté plenamente acreditada
la identidad del condenado, realizará el cómputo de la
pena, descontando de ser el caso el tiempo de
detención, de prisión preventiva y de detención
domiciliaria que hubiera cumplido, así como de la
privación de libertad sufrida en el extranjero como
consecuencia del procedimiento de extradición
instaurado para someterlo a proceso en el país.
3. El cómputo será siempre reformable, aun de
oficio, si se comprueba un error o cuando
nuevas circunstancias lo tornen necesario.

4. La fijación del cómputo de la pena se


comunicará inmediatamente al Juzgado que
impuso la sanción y al Instituto Nacional
Penitenciario.
Este artículo establece la obligación y no la
discrecionalidad del juez de disponer la captura
inmediata del penado una vez emitida la sentencia
condenatoria que determinada su responsabilidad
penal por la comisión de una conducta delictuosa. Este
deber forma parte del principio de la Tutela Judicial
Efectiva, pues, la decisión judicial que no sea materia
de cumplimiento transgrede todas las normas básicas
jurisdiccionales y vulnera el derecho a la verdad y
satisfacción por el bien jurídico vulnerado a la víctima.
El inciso segundo precisa también la obligación
de realizar el cómputo de la pena, descontando
de ésta el tiempo en que la persona haya sido
objeto de detención en sus diversas expresiones
–Detención Domiciliaria, Preventiva, así como la
privación sufrida en el extranjero como
producto del proceso de extradición que
hubiere-.
Prescribe además que dicho cómputo será siempre
reformable a instancia de oficio cuando se presente los
presupuestos de error en su determinación o cuando
nuevas circunstancias lo tornen necesario. Éste apartado
esgrime una relativa capacidad discrecional por parte del
juez llamado por ley a realizar el cómputo de la sanción
penal, ya que el código no precisa de fórmulas objetivas
por las que el juez deba ceñirse y enmarcarse en su labor
de computar la pena privativa de libertad. La carencia que
se advierte en este inciso podría llevar a originar
arbitrariedades durante su aplicación.
Artículo 491 Incidentes de modificación de la
sentencia.-
1. El Ministerio Público, el condenado y su defensor,
según corresponda, podrán plantear, ante el Juez de
la Investigación Preparatoria incidentes relativos a la
conversión y revocación de la conversión de penas, a
la revocación de la suspensión de la ejecución de la
pena y de la reserva del fallo condenatorio, y a la
extinción o vencimiento de la pena.
2. Los incidentes deberán ser resueltos dentro del
término de cinco días, previa audiencia a las demás
partes. Si fuera necesario incorporar elementos de
prueba, el Juez de la Investigación Preparatoria, aun
de oficio, y con carácter previo a la realización de la
audiencia o suspendiendo ésta, ordenará una
investigación sumaria por breve tiempo que
determinará razonablemente, después de la cual
decidirá. La Policía realizará dichas diligencias, bajo la
conducción del Fiscal.
3. Los incidentes relativos a la libertad
anticipada, fuera de los beneficios
penitenciarios de semilibertad y liberación
condicional y de la medida de seguridad
privativa de libertad, y aquellos en los cuales,
por su importancia, el Juez de la Investigación
Preparatoria lo estime necesario, serán resueltos
en audiencia oral, citando a los órganos de
prueba que deben informar durante el debate.
4. Corresponde al Juez Penal Unipersonal el
conocimiento de los incidentes derivados de la
ejecución de la sanción penal establecidos en el
Código de Ejecución Penal. La decisión requiere
de una audiencia con asistencia de las partes.
5. Asimismo, las solicitudes sobre refundición o
acumulación de penas son de competencia del
Juzgado Penal Colegiado. Serán resueltas previa
realización de una audiencia con la concurrencia
del Fiscal, del condenado y su defensor.
6. En todos los casos, el conocimiento del
recurso de apelación corresponde a la Sala Penal
Superior
Artículo 492 Medidas de seguridad privativas de la libertad.-
1. Las reglas establecidas en esta sección regirán para las
medidas de seguridad privativas de la libertad en lo que sean
aplicables.
2. El Juez Penal examinará, periódicamente, la situación de
quien sufre una medida de internación. Fijará un plazo no
mayor de seis meses entre cada examen, y decidirá previa
audiencia teniendo a la vista el informe médico del
establecimiento y del perito. La decisión versará sobre la
cesación o continuación de la medida y en este último caso,
podrá ordenar la modificación del tratamiento.
3. Cuando el Juez tenga conocimiento, por informe
fundado, de que desaparecieron las causas que
motivaron la internación, procederá a su sustitución o
cancelación.
La medida de seguridad, al ser normativamente parte
del catalogo de consecuencias jurídicas que prescribe
el código penal; tiene a las personas inimputables o
imputables relativos como destinatarios directos de
estas mediadas y bajo control jurisdiccional del juez de
la investigación preparatoria.
Éste artículo señala que todas las reglas prescritas en ésta
sección serán también aplicables para efectos de la
determinación de las medidas de seguridad. Establece las
pautas necesarias para su imposición, así como los plazos y
circunstancias que deberá tomar en cuenta el juez durante
el internamiento del penado a un centro especializado. Se
observa la figura de los peritos, cuyas actuaciones se
enmarcan dentro de la auxiliaridad de sus actividades para
el órgano jurisdiccional y los fundamentos necesarios, como
presupuestos concurrentes para que dichas consecuencias
sean sustituidas o canceladas.
Artículo 493 Ejecución Civil y de las demás
consecuencias accesorias.-
1. La reparación civil se hará efectiva conforme a
las previsiones del Código Procesal Civil, con
intervención del Fiscal Provincial y del actor civil.
2. Para la ejecución forzosa del pago de la multa y
de la venta o adjudicación del bien objeto de
comiso se aplicará, en lo pertinente, las normas
del Código Procesal Civil.
3. Los incidentes que se plantean durante la
ejecución de la reparación civil y de las demás
consecuencias accesorias serán resueltos en el
plazo de tres días, previa audiencia que se
realizará con las partes que asistan al acto.
Contra la resolución que resuelve el incidente
procede recurso de apelación.
El derecho de Ejecución Penal y el Nuevo
Código Procesal Penal del 2004

Con la promulgación del Decreto Legislativo Nº 957 –Nuevo


Código Procesal Penal- cuya vigencia empezó a regir en
nuestro país desde el 01 de febrero del año 2006; el
ordenamiento jurídico referido a la ejecución penal de las
sentencias viene siendo objeto de un cambio significativo
en materia de derechos fundamentales y organización
penitenciaria, ello a saber de que se han creado nuevas
dimensiones cuyos efectos se dirigen directamente a las
partes integrantes del proceso, luego de dictada la decisión
jurisdiccional que dispone el internamiento de la persona a
un centro penitenciario- pena privativa de libertad.
Dichas circunstancias no son sino muestras de la extensión del
principio acusatorio-adversarial que ostenta el nuevo modelo
procesal penal a la etapa ejecutiva de la sentencia, que tomando
en cuenta el derecho fundamental a la defensa de las partes,
dispone instaurarlo dentro de todo el proceso de ejecución donde
no solo el pensado tendrá la posibilidad de ejercer contradicción a
las decisiones jurisdiccional o administrativas del ente ejecutor de
la sentencia, sino también, a las partes legitimadas para tales
acciones, llámense Ministerio Público, Tercero Civil y las Personas
Jurídicas afectadas. En adelante expondremos un breve análisis del
Libro Sexto, Sección I, del Nuevo Código Procesal Penal del 2004,
referido a la Ejecución de la Sentencia
LIBRO SEXTO
LA EJECUCION Y LAS COSTAS
• 1. El condenado, el tercero civil y las personas jurídicas
afectadas podrán ejercer, durante la ejecución de la
sentencia condenatoria, los derechos y las facultades
que este Código y las Leyes le otorgan.
• 2. El condenado y las demás partes legitimadas están
facultadas a plantear ante el Juez de la Investigación
Preparatoria los requerimientos y observaciones que
legalmente correspondan respecto de la ejecución de
la sanción penal, de la reparación civil y de las demás
consecuencias accesorias impuestas en la sentencia.
3. Sin perjuicio de lo establecido en los
numerales anteriores, corresponde al
Ministerio Público el control de la ejecución
de las sanciones penales en general, instando
las medidas de supervisión y control que
correspondan, y formulando al Juez de la
Investigación Preparatoria los requerimientos
que fueren necesarios para la correcta
aplicación de la Ley.
El Artículo 488º, tal y como lo expone, establece
prerrogativas para las partes legitimadas en el proceso;
tanto el tercero civil y las personas jurídicas que se hayan
visto afectadas por la sentencia condenatoria tendrán la
capacidad de ejercer o realizar actividad procesal destinada
a salvaguardas sus derechos durante la etapa de ejecución
de la decisión jurisdiccional. El sentido de este enunciado
recae sobre el derecho que poseen no solamente las
personas físicas, sino, los entes o sociedades que de alguna
manera ven mermadas sus oportunidades materiales por la
imposición de una consecuencia accesoria.
El nuevo Código Procesal Penal establece líneas
de acción procesal destinada a extender el campo
de contradicción inicialmente previstas para la
etapa de juzgamiento a la etapa de ejecución de
sentencia. Además de ello, dispone como
autoridad encargada del control de la ejecución
de la sentencia al Ministerio Público, cuyas
funciones estarán encaminadas a ejercer medidas
de supervisión y fiscalización según corresponda.
Artículo 489 Ejecución Penal.-
1. La ejecución de las sentencias condenatorias firmes, salvo
lo dispuesto por el Código de Ejecución Penal respecto de
los beneficios penitenciarios, serán de competencia del
Juez de la Investigación Preparatoria.
2. El Juez de la Investigación Preparatoria está facultado para
resolver todos los incidentes que se susciten durante la
ejecución de las sanciones establecidas en el numeral
anterior. Hará las comunicaciones dispuestas por la Ley y
practicará las diligencias necesarias para su debido
cumplimiento.
Este artículo determina la competencia para la ejecución
de la sentencia condenatoria al Juez de la Investigación
Preparatoria, cuya potestad no se enmarcará únicamente
a la declaración de responsabilidad penal del inculpado,
además de la determinación judicial de la pena que le
corresponda; sino, le otorga la facultad de ordenar el
cumplimiento efectivo de la condena dispuesta
previamente, cuyos efectos serán objeto de control
jurisdiccional tomando como principio básico la
oportunidad de contradicción que establece el artículo
488º para todas las partes integrantes del proceso.
Además de ello, las incidencias llamadas beneficios penitenciarios
que se originen dentro de dicha etapa, también serán cuestiones
que ocuparan parte de su capacidad. Si bien es cierto nuestro
ordenamiento jurídico en materia de ejecución penal ha suprimido
la figura del juez de ejecución, éste artículo supone el
otorgamiento de dichas facultades al juez de la investigación
preparatoria, convirtiéndolo de ésta manera en una especie de
nuevo juez de ejecución; situación que por demás está decir,
merece no pocas críticas respecto a su utilidad y funcionalidad
dentro de la estructura organizativa del poder judicial y la
demanda de atención a los distintos distritos judiciales donde no
se viene aplicando el nuevo código procesal penal.
Principios Rectores de la Ejecución Penal

De la lectura de distintos convenios internacionales


existentes en la comunidad internacional, nacionales y
locales podemos advertir la existencia de diferentes
principios, garantías y fines que deben orientar y perseguir la
ejecución de las penas privativas de la libertad, cuestiones
que muchas veces suelen confundirse terminológicamente,
ya sea que se los utilice como sinónimos o bien otorgándoles
un significado no adecuado a su real extensión. La
Constitución Política de 1993 ha prescrito determinadas
finalidades al régimen penitenciario que son: reeducar,
rehabilitar y reincorporar socialmente al penado
No parece lógico que tales términos hayan sido utilizados
como sinónimos por lo que es fundamental entenderlos bajo
su real dimensión y en concordancia con los preceptos
constitucionales. Así, cuando hablamos de Principios de la
Ejecución Penal aludimos a los postulados generales que
sirven de base y orientan la actividad del Estado en la
regulación y ejecución de la sanción penal impuesta por un
órgano jurisdiccional en pro de su correcto desenvolvimiento
administrativo y judicial. También les cabe a estos principios
la relevante función de servir como guía de interpretación y
aplicación de la ley penal en cuestiones penitenciarias.
Es necesario precisar que las normas rectoras son
principios reconocidos expresamente por la ley y
convertidos por ésta en derecho positivo. Es decir,
estamos en presencia de principios elevados al
rango de normas jurídicas, la Ley misma, con todas
las consecuencias que ello importa, empezando por
su carácter de obligatoriedad general y su primacía
sobre las demás leyes inferiores al momento de
resolver cualquier conflicto en materia de
interpretación o aplicación de la ley.
Y decimos “primacía sobre las demás”, ya que se trata de
normas jurídicas que por concretar postulados
inspiradores de todo el ordenamiento jurídico-penal
tienen rango superior a las demás. Así, aquellos
Principios Rectores de la Ejecución Penal son las pautas
o directrices que debe respetar el legislador al momento
de redactar las normas penales y que en la práctica se
cristalizan en los textos legales a modo de principios de
los que se derivan garantías y normas penales
programáticas u operativas, según sus consecuencias.
Principios en el Código de Ejecución Penal Peruano –
Decreto Ley Nº 654

Principio de Resocialización
En la exposición de Motivos del código de Ejecución
Penal de 1991, se establece que uno de los pilares
fundamentales del ordenamiento jurídico
penitenciario es el principio de resocialización del
penado a través de un tratamiento científico .
Recoge las reglas mínimas para el tratamiento
de los reclusos aprobadas por el I Congreso de
las Naciones Unidas sobre Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente y sus
Modificatorias, así como las Reglas Mínimas
adoptadas por el Consejo de Europa del 19 de
enero de 1973.
Algunos tratadistas han manifestado que el
principio de Resocialización comprende tanto
el proceso reeducativo como al resultado, la
reincorporación social, sin que se descuide
tampoco la comprensión jurídica de este
resultado y que es determinada por la
rehabilitación.
En otras palabras, este principio establece que la
finalidad de la ejecución penal será lograr que el
condenado adquiera la capacidad de comprender
y respetar la ley procurando su adecuada
reinserción social, estableciéndose así cuáles son
los objetivos que debe perseguir el Estado durante
la ejecución de la pena privativa de la libertad y a
los que deben estar orientados la actividad de los
operadores penitenciarios y judiciales.
Por otra Parte y dentro de éste contexto axiológico, la
reinserción representa un proceso de introducción del
individuo en la sociedad, es favorecer directamente el
contacto activo recluso-comunidad, lo que significa que los
operadores penitenciarios deben iniciar con la condena un
proceso de rehabilitación de los contactos sociales del recluso
y procurar atenuar los efectos negativos de la pena,
permitiendo que la interacción del interno en el
establecimiento penal se asemeje lo más posible a la vida en
libertad y, en la medida de la ubicación del penado dentro del
régimen y tratamiento penitenciario, promover y estimular las
actividades compatibles con dicha finalidad
Allí cobran especial relevancia aquellos institutos penitenciarios
o llamados en nuestro ordenamiento jurídico como beneficios
que promueven el restablecimiento de vínculos con la misma
sociedad que dispuso separarlos provisoriamente a causa del
perjuicio ocasionado a bienes jurídicos protegidos por la
legislación penal. De las normas receptoras del Principio se
trasluce que con la ejecución de la pena privativa de la libertad
se persigue fines de prevención especial, postura asumida por
la moderna doctrina penitenciaria que considera que el
objetivo fundamental de la resocialización del penado se
circunscribe a que este respete la ley penal y que se abstenga
de cometer delitos en el futuro.
Es dable mencionar que el ideal resocializado se
vincula con la finalidad de la ejecución de las penas
privativas de la libertad, ya que con la ejecución de las
medidas de seguridad se persiguen otros objetivos
vinculados con la rehabilitación, mientras que en las
penas de multa e inhabilitación prevalecen aspectos
retributivos. Más allá del ideal resocializador, no
podemos dejar pasar por inadvertido el inacabado
debate acerca de si la prisión y el medio carcelario
son los instrumentos aptos para alcanzar tal finalidad.
Al respecto no hacen falta profundas investigaciones
científicas para observar los daños que deja la cárcel en
quien la vivió, por ello es que creemos que le
corresponde al Estado, en primer lugar, arbitrar los
medios para evitar la
de socialización del condenado y luego ofrecer un
sistema de ejecución de la pena privativa de la libertad
que contenga medios y oportunidades que permitan su
reinserción social dentro de un ambiente que respete su
dignidad humana y el libre desarrollo de su personalidad.
Principio de Legalidad Ejecutiva

Dentro de las notas características de un Estado Democrático de


Derecho se encuentra en primer lugar el Principio de Legalidad.
Precisamente, este principio, que nace con el Estado de Derecho,
fue fruto de un largo proceso que se cristaliza con la Revolución
Francesa de 1789 a consecuencia del relevante influjo que
significaron las ideas de la Ilustración, representando el principal
límite impuesto contra el ejercicio de la potestad punitiva estatal
e incluye una serie de garantías a sus habitantes que
imposibilitan –en líneas generales- que el Estado intervenga
penalmente más allá de lo que la ley permite.
Este principio tiene un doble fundamento, uno político,
propio del Estado liberal de Derecho caracterizado por el
imperio de la ley, y otro jurídico, resumido en el clásico
aforismo de Feuerbach: “nullum crimen, nulla poena sine
lege”, del cual se derivan una serie de garantías en el
campo penal: la criminal, que establece la legalidad de los
delitos; la penal, que establece la legalidad de las penas y
medidas de seguridad; la jurisdiccional, que exige el
respeto del debido proceso; y la ejecutiva, que asegura la
ejecución de las penas y medidas de seguridad con
arreglo a las normas legales.
Así, el Principio de Legalidad recepcionado en nuestra
Carta Magna y en los Tratados Internacionales con
jerarquía constitucional, tales como la Declaración
Universal de Derechos Humanos, Art. 9 Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Pacto de San José
de Costa Rica y Art. 15 ap. 1 Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, resulta extensivo a la
ejecución penal o penitenciaria, lo que significa que toda
pena o medida de seguridad debe ejecutarse en la forma
prescripta por la ley, la cual debe ser anterior al hecho
que motiva la condena impuesta.
Ello significa que es la Ley la que debe regular de
antemano las características cualitativas de la pena y
de qué manera se va a desarrollar su ejecución. Como
vemos, el Principio de Legalidad Ejecutiva establece
claramente cuáles son las “reglas de juego” que
deben regir en la relación jurídica penitenciaría, y a
ellas deben atenerse los operadores penitenciarios,
más allá de desacuerdos personales con la sentencia
del juzgado o Tribunal sentenciador o de las
características del incidente de ejecución de condena.
Consecuencias directas de tal Principio
resultan la irretroactividad de la ley penal
salvo en el supuesto de la ley penal más
benigna y la vigencia de la ley como límite a la
facultad reglamentaria de la Administración
Pública.
También derivan del Principio de Legalidad Ejecutiva a
modo de sub-principios o consecuencias lógicas del
mismo, los siguientes:
Sub-Principio de Reserva
Mediante este principio se pone de manifiesto que el
penado puede gozar de todos aquellos derechos que
no se encuentren afectados por el ordenamiento
jurídico o por la sentencia condenatoria, reafirmando
así su condición de sujeto de derecho a pesar de la
creencia popular en contrario.
Principio de Humanidad
Los Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional
incorporados a nuestro ordenamiento constitucional (Art. 5 Inc.
1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Pacto de San José de Costa Rica) ponen de resalto la obligación
erga omnes de respetar la dignidad humana del penado y
promover una política penitenciaria humanista que tenga como
centro de atención a la persona, a quien se le debe garantizar
que la ejecución de la pena impuesta estará exenta de tratos
crueles, inhumanos o degradantes, estableciéndose la
responsabilidad penal del funcionario público o particular que
tuviera participación en supuestos de tales características.
Principio de Igualdad ante la Ley
Este Principio prohíbe cualquier tipo de
discriminación durante la ejecución de la pena
por cuestiones de raza, sexo, idioma, religión,
ideología, condición social o cualquier otra
circunstancia excepto de aquellas que resultaren
a consecuencia del tratamiento penitenciario
individualizado observado por el interno de
acuerdo a sus condiciones personales.
Principio de Progresividad del Régimen Penitenciario
Este principio establece que en pro de la reinserción social, el Estado
deberá utilizar dentro del régimen penitenciario todos los medios
necesarios y adecuados a dicha finalidad (entre ellos, el ofrecimiento al
penado de un tratamiento interdisciplinario), y que dicho régimen se
basará en la progresividad, esto es, que la duración de la condena impuesta
resultará dividida en fases o grados con modalidades de ejecución de
distinta intensidad en cuanto a sus efectos restrictivos, etapas a las que el
condenado irá accediendo gradualmente de acuerdo a su evolución en el
régimen (y en su caso, en el tratamiento voluntariamente asumido) y
procurando la incorporación del interno a establecimientos penales
abiertos basados en el principio de autodisciplina y, en su momento, su
egreso anticipado al medio libre a través de los institutos penitenciarios
previstos (beneficios penitenciarios).
Significará una amenaza a la operatividad del
Principio de Legalidad Ejecutiva aquellas
circunstancias que representan la vaguedad
de las definiciones legales-penitenciarias y la
excesiva remisión a determinaciones
reglamentarias, posibilitando que la facultad
administrativa reglamentaria pueda cercenar
derechos reconocidos normativamente.
Principio de Inmediación de la Ejecución Penal
Este Principio debe ser considerado de suma relevancia
en el ámbito de la ejecución penal, ya que su observancia
permitirá arribar a resoluciones más justas al evitar la
intromisión de factores ajenos a la valoración o la
incorporación de informes técnico-criminológicos no
ajustados a la realidad, que devienen en la mayoría de los
casos puestos en consideración judicial, en decisiones de
mérito que vulneran derechos penitenciarios y atentan
contra el objetivo primero de las normas de la ejecución
penal.
Su base legal la encontramos al momento de
sentar nuestra forma de gobierno, la de un
Estado Democrático, que exige dentro de sus
notas particulares, que previo a una
resolución judicial se observen una serie de
pasos que se sintetizan en un proceso oral y
público.
La inmediación como principio propio del procedimiento
penal, derivado del principio de oralidad, exige que los actos
procesales se practiquen en presencia directa del Tribunal de
mérito ya que sólo así se podrá obtener un adecuado
conocimiento en busca que las probanzas lleguen al ánimo del
juzgador sin sufrir alteración alguna por influjo que sea
extraño a su naturaleza, o sea que, los elementos de
convicción lleguen directamente al espíritu del sujeto que ha
de valorarlos, sin que se interpongan otras personas, porque
éstas pueden tergiversar, falsificar, desdibujar consciente o
inconscientemente la verdad, quitando o limitando la eficacia
de tales elementos .
En suma, estos principios cumplen la función de orientar
al legislador al redactar la ley penal; orientación que
regirá la actividad de los operadores penitenciarios con la
población privada de libertad; orientar al poder
administrativo al momento de establecer políticas
penitenciarias progresistas y respetuosas de los derechos
humanos; servir de guía de interpretación al juez a fin de
desentrañar el sentido y alcance de las normas penales y
establecer la primacía de éstas, declarando la
inconstitucionalidad de los reglamentos y de las normas
inferiores que se le opusieran.
El derecho de Ejecución Penal y el Nuevo
Código Procesal Penal del 2004

Con la promulgación del Decreto Legislativo Nº 957 –Nuevo


Código Procesal Penal- cuya vigencia empezó a regir en
nuestro país desde el 01 de febrero del año 2006; el
ordenamiento jurídico referido a la ejecución penal de las
sentencias viene siendo objeto de un cambio significativo
en materia de derechos fundamentales y organización
penitenciaria, ello a saber de que se han creado nuevas
dimensiones cuyos efectos se dirigen directamente a las
partes integrantes del proceso, luego de dictada la decisión
jurisdiccional que dispone el internamiento de la persona a
un centro penitenciario- pena privativa de libertad.
Dichas circunstancias no son sino muestras de la extensión del
principio acusatorio-adversarial que ostenta el nuevo modelo
procesal penal a la etapa ejecutiva de la sentencia, que tomando
en cuenta el derecho fundamental a la defensa de las partes,
dispone instaurarlo dentro de todo el proceso de ejecución donde
no solo el pensado tendrá la posibilidad de ejercer contradicción a
las decisiones jurisdiccional o administrativas del ente ejecutor de
la sentencia, sino también, a las partes legitimadas para tales
acciones, llámense Ministerio Público, Tercero Civil y las Personas
Jurídicas afectadas. En adelante expondremos un breve análisis del
Libro Sexto, Sección I, del Nuevo Código Procesal Penal del 2004,
referido a la Ejecución de la Sentencia
LIBRO SEXTO
LA EJECUCION Y LAS COSTAS
• 1. El condenado, el tercero civil y las personas jurídicas
afectadas podrán ejercer, durante la ejecución de la
sentencia condenatoria, los derechos y las facultades
que este Código y las Leyes le otorgan.
• 2. El condenado y las demás partes legitimadas están
facultadas a plantear ante el Juez de la Investigación
Preparatoria los requerimientos y observaciones que
legalmente correspondan respecto de la ejecución de
la sanción penal, de la reparación civil y de las demás
consecuencias accesorias impuestas en la sentencia.
3. Sin perjuicio de lo establecido en los
numerales anteriores, corresponde al
Ministerio Público el control de la ejecución
de las sanciones penales en general, instando
las medidas de supervisión y control que
correspondan, y formulando al Juez de la
Investigación Preparatoria los requerimientos
que fueren necesarios para la correcta
aplicación de la Ley.
El Artículo 488º, tal y como lo expone, establece
prerrogativas para las partes legitimadas en el proceso;
tanto el tercero civil y las personas jurídicas que se hayan
visto afectadas por la sentencia condenatoria tendrán la
capacidad de ejercer o realizar actividad procesal destinada
a salvaguardas sus derechos durante la etapa de ejecución
de la decisión jurisdiccional. El sentido de este enunciado
recae sobre el derecho que poseen no solamente las
personas físicas, sino, los entes o sociedades que de alguna
manera ven mermadas sus oportunidades materiales por la
imposición de una consecuencia accesoria.
El nuevo Código Procesal Penal establece líneas
de acción procesal destinada a extender el campo
de contradicción inicialmente previstas para la
etapa de juzgamiento a la etapa de ejecución de
sentencia. Además de ello, dispone como
autoridad encargada del control de la ejecución
de la sentencia al Ministerio Público, cuyas
funciones estarán encaminadas a ejercer medidas
de supervisión y fiscalización según corresponda.
Artículo 489 Ejecución Penal.-
1. La ejecución de las sentencias condenatorias firmes, salvo
lo dispuesto por el Código de Ejecución Penal respecto de
los beneficios penitenciarios, serán de competencia del
Juez de la Investigación Preparatoria.
2. El Juez de la Investigación Preparatoria está facultado para
resolver todos los incidentes que se susciten durante la
ejecución de las sanciones establecidas en el numeral
anterior. Hará las comunicaciones dispuestas por la Ley y
practicará las diligencias necesarias para su debido
cumplimiento.
Este artículo determina la competencia para la ejecución
de la sentencia condenatoria al Juez de la Investigación
Preparatoria, cuya potestad no se enmarcará únicamente
a la declaración de responsabilidad penal del inculpado,
además de la determinación judicial de la pena que le
corresponda; sino, le otorga la facultad de ordenar el
cumplimiento efectivo de la condena dispuesta
previamente, cuyos efectos serán objeto de control
jurisdiccional tomando como principio básico la
oportunidad de contradicción que establece el artículo
488º para todas las partes integrantes del proceso.
Además de ello, las incidencias llamadas beneficios penitenciarios
que se originen dentro de dicha etapa, también serán cuestiones
que ocuparan parte de su capacidad. Si bien es cierto nuestro
ordenamiento jurídico en materia de ejecución penal ha suprimido
la figura del juez de ejecución, éste artículo supone el
otorgamiento de dichas facultades al juez de la investigación
preparatoria, convirtiéndolo de ésta manera en una especie de
nuevo juez de ejecución; situación que por demás está decir,
merece no pocas críticas respecto a su utilidad y funcionalidad
dentro de la estructura organizativa del poder judicial y la
demanda de atención a los distintos distritos judiciales donde no
se viene aplicando el nuevo código procesal penal.
Artículo 493 Ejecución Civil y de las demás
consecuencias accesorias.-
1. La reparación civil se hará efectiva conforme a
las previsiones del Código Procesal Civil, con
intervención del Fiscal Provincial y del actor civil.
2. Para la ejecución forzosa del pago de la multa y
de la venta o adjudicación del bien objeto de
comiso se aplicará, en lo pertinente, las normas
del Código Procesal Civil.
3. Los incidentes que se plantean durante la
ejecución de la reparación civil y de las demás
consecuencias accesorias serán resueltos en el
plazo de tres días, previa audiencia que se
realizará con las partes que asistan al acto.
Contra la resolución que resuelve el incidente
procede recurso de apelación.
Artículo 494 Incautación y Comiso.-
1. Cuando en la sentencia se ordene el comiso de algún bien, el
Juez de la Investigación Preparatoria, de no estar asegurado
judicialmente, dispondrá su aprehensión. A los bienes materia
de comiso se le dará el destino que corresponda según su
naturaleza, conforme a las normas de la materia.
2. Los bienes incautados no sujetos a comiso, serán devueltos a
quien se le incautaron, inmediatamente después de la firmeza
de la sentencia. Si hubieran sido entregados en depósito
provisional, se notificará al depositario la entrega definitiva.
3. Los bienes incautados de propiedad del
condenado que no fueron objeto de comiso,
podrán ser inmediatamente embargados para
hacer efectivo el cobro de las costas del
proceso y de la responsabilidad pecuniaria y
civil declarada en la sentencia.
Artículo 495 Sentencia declarativa de falsedad
instrumental.-
1. Cuando una sentencia declare falso un instrumento
público, corresponderá al Juez de la Investigación
Preparatoria ordenar que el acto sea reconstruido,
suprimido o reformado. Si es del caso, ordenará las
rectificaciones registrales que correspondan.
2. Si el documento ha sido extraído de un archivo, será
restituido a él, con nota marginal en cada página, y se
agregará copia de la sentencia que hubiera establecido la
falsedad total o parcial.
3. Si se trata de un documento protocolizado, la
declaración hecha en la sentencia se anotará
al margen de la matriz, en los testimonios que
se hayan presentado y en el registro
respectivo.
Artículo 496 Otras competencias.-
1. Si en sede de ejecución un tercero alega
propiedad sobre bienes decomisados o, en su caso,
embargados definitivamente, el Juez de la
Investigación Preparatoria remitirá la decisión al
Juez Especializado en lo Civil competente por el
lugar, manteniendo mientras tanto la retención del
bien.
2. En estos procesos intervendrá como parte el
Fiscal Provincial en lo Civil.
El Artículo 496º prescribe la obligación del
juez de la investigación preparatoria de remitir
la decisión al Juez especializado en lo civil,
cuando algún tercero alegue la propiedad
sobre bienes que han sido decomisados o
embargados definitivamente durante la
sustanciación del proceso.
En los últimos artículos correspondientes al
Libro VI, Sección I, del Nuevo Código Procesal
Penal referidos a la ejecución de sentencia, se
hace mención a todos aquellos casos
circundantes al proceso y que tienen
incidencia a un aspecto patrimonial sobre los
bienes del penado y las partes integrantes del
proceso.
Esta actividad supone una reclamación por
parte de un tercero legitimado durante la
etapa de ejecución de sentencia al juez que
dispuso el embargo o el decomiso de bienes
que inicialmente se presentaron como
propiedad del penado.
La ley determina que la decisión del juzgado o tribunal
sentenciador sea remitido a un juez civil a fin de que
resuelva la situación jurídica de dichos bienes, ello en
atención a su especialización, quien con la experiencia y
la especialidad determinará objetivamente la propiedad
de dichos bienes, salvaguardando de esta manera el
derecho real de terceros que se hayan visto afectados
por la sentencia penal donde bienes patrimoniales han
sido afectados directamente como consecuencia de la
imposición de una sentencia condenatoria.
El segundo numeral establece la intervención
en dicho incidente del Fiscal Provincial
especializado en lo civil, lo que a nuestra
opinión, la norma trataría de constituir una
garantía adicional al proceso de
determinación de propiedad que se reclama.
Problemática de la Ejecución de la sanción
Penal – Las Penas Privativas de Libertad
Uno de los factores que promueven la grave
situación de sobrepoblación carcelaria en
nuestro país es la falta de normas específicas
que prevean mecanismos y medidas concretas
frente al alojamiento de personas por sobre la
capacidad de los establecimientos carcelarios.
Otro factor no menos urgente es la carencia
de autoridades Jurisdiccionales que
específicamente cumplan una función de
control de la ejecución de la pena, como así lo
cumplían los desaparecidos Jueces de
Ejecución Penal.
Frente a ello, es necesario reconocer que
además de estos vacios legales, procesales y
materiales, la cuestión de la sobre población
que tiene que ver directamente con la
capacidad operativa y logística con la que
debe contar la administración penitenciaria,
juegan un rol negativo para el cumplimiento
de los fines del estado mediante la pena
privativa de libertad.
El Código de Ejecución Penal Peruano
reconoce el derecho de los procesados y
condenados a la convivencia en un medio que
satisfaga condiciones de salubridad e higiene,
así como a un ambiente adecuado sea este
individual o colectivo, de acuerdo al
tratamiento que le corresponda .
Sin embargo, la disposición no es más que una
expresión de deseos por cuanto no establece
ninguna consecuencia jurídica —es decir, sanciones
o mecanismos correctivos— frente a su
inobservancia, nos referimos precisamente al
ámbito de salubridad e higiene penitenciaria. Por lo
demás, la norma es demasiado superficial en su
redacción y, por tanto, deja un margen de
arbitrariedad a la apreciación judicial y de la
administración Pública.
Las propuestas para mejorar nuestra situación
penitenciaria son abundantes siendo importantes para
menguar en algo nuestra realidad carcelaria y su control
jurisdiccional por parte de las autoridades judiciales,
crearse dentro del Poder Ejecutivo una Comisión
Permanente de Control y Seguimiento de la Capacidad
de Alojamiento de los Establecimientos Carcelario a nivel
nacional con la función de determinar esta capacidad en
los establecimientos del Instituto Nacional Penitenciario
destinados a alojar personas privadas de su libertad.
La Comisión deberá utilizar para el
cumplimiento de la función encomendada, los
criterios que surgen de las “Reglas Mínimas
para el Tratamiento de los Reclusos” de las
Naciones Unidas.
No menos importante, es que debería crearse una
ley que devuelva a la vida jurisdiccional a los
desaparecidos Jueces de Control de la Ejecución de
la Pena, ello con el fin de evitar arbitrariedades por
parte de la administración Penitenciaria que no
teniendo como facultades ciertas prerrogativas que
en su ejercicio vulneran derechos fundamentales de
los reclusos, se resuelva jurisdiccionalmente los
incidentes que se originen durante la ejecución de
una sentencia condenatoria.
Esto bajo la premisa de que una sentencia
condenatoria limita o priva a una persona de manera
temporal de la libertad ambulatoria, además de
imponer otras restricciones que guardan intrínseca
relación con el delito cometido; así, deja abierta la
posibilidad material del individuo de ejercitar todos
aquellos derechos que no fueron objeto de privación,
llámese así al derecho a la salud, al trabajo, a la
educación y claro, al derecho a la libertad de
expresión como ejemplo más contundente.
Puesto de esta manera, creemos que la
deliberación de estas situaciones durante el
trámite de la ejecución de una pena privativa
de libertad ha de ser resuelta formal y
jurídicamente por el Juez de la Ejecución,
quien investido de las facultades legales que
prescribe la norma, legitima la voluntad de la
constitución Política con sus actos
jurisdiccionales a favor o en contra del penado.
Respecto al factor de sobre población
carcelaria, es de público conocimiento que
existe un número de personas privadas de su
libertad que sobrepasa la capacidad de
alojamiento de los establecimientos de
detención con que cuenta nuestro sistema,
por eso deben establecerse mecanismos para
que esta situación pueda ser solucionada.
Una de ellas es la aplicación de medidas que
concluyan, atenúen o sean alternativas a la
privación de la libertad. Para ello resulta
necesario diferenciar la situación de los
procesados y de los condenados.
Para el caso de estos últimos, se establece que
el Poder Judicial deberá propiciar en esa
situación un mayor uso de los mecanismos
que ya establece el Código de Ejecución Penal.
El cambio del Derecho de Ejecución Penal,
especialmente las propuestas que se pretendan
desde todo escenario, deberían tomar como
fundamento principal a los Principios del Estado
constitucional de Derecho, los mismos que en
realidad serían Normas Rectoras para todo cambio
sustantivo, encabezando una sistematización de los
Principios Rectores de la Ejecución Penal que
estimamos más flexible y comprensiva de la
expuesta por la doctrina nacional dominante.
Asimismo dar mayor atención al principio de
Inmediación de la Ejecución Penal, cuya
operatividad es de suma relevancia para el
ámbito de la ejecución penal, con motivo de la
implementación de órganos judiciales
especializados (los Jueces de Ejecución Penal)
y en pro de la finalidad resocializadora
anhelada con la ejecución de las penas
privativas de la libertad.
EL TRATAMIENTO PENITENCIARIO
PERUANO
• Según el criminólogo Borja Mapelli, se entiende como tratamiento
penitenciario al conjunto de actividades terapéutico-asistenciales,
dirigidos a evitar la reincidencia de los sentenciados a penas privativas de
libertad y medidas penales, por otro lado Solís Espinoza indica que se
trata de una acción o conjunto de acciones enfocados a cambiar la
conducta del interno, pero basándose en las características peculiares y
personales de este, a fin de que se reincorpore a la sociedad y no reincida
en un acto delictivo.
• Por otro lado se puede entender al tratamiento penitenciario como la
acción o influencia dirigida a modificar la conducta delictiva del
condenado, que tiene sus peculiares características personales. Las
influencias o medidas que se adopten, pueden ser de las más variadas
dentro de cada régimen penitenciario. Además de ello nuestra
Constitución Política, establece en su Art. 139° inciso 22, lo siguiente: “El
régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad”.
• De otra parte el tratamiento penitenciario peruano, se encuentra regulado
normativamente en el título III del Código de Ejecución, comprendiendo
los Arts. 60° al 94°, estableciendo que el tratamiento penitenciario es
individualizado y grupal; ello a través de métodos médicos, biológicos,
psicológicos, psiquiátricos, pedagógicos, sociales, laborales así como
todos aquéllos que permitan obtener el objetivo del tratamiento de acuerdo
a las características propias del interno. Es en ese sentido que el
tratamiento penitenciario se da de la siguiente forma:
• Tratamiento Individual. Tal como establece el Art. 61° el tratamiento penitenciario puede
ser tanto individual como grupal; siendo que el tratamiento individual considera como su
nombre lo indica encargarse únicamente de una persona, ello en merito a que el individuo es
considerado por los terapeutas, como un caso especial cada uno. Si en un establecimiento
penitenciario se encuentran sometidos 27 individuos a penas privativas de libertad, los
terapeutas no vacilarían en determinar 27 casos diferentes los unos de los otros, ello debido a
la individualidad de cada sujeto, es por esa razón que los objetivos y técnicas terapéuticas, se
encuentran dirigidas a eliminar las perturbaciones que pueda tener cada persona , motivo por
el que se tiene que someter a cada persona un tratamiento distinto al de la otra, así como
someterle a ciertas conductas impuestas por la norma así como las reglas del centro
penitenciario.
• Tratamiento Grupal. Como ya se mencionó anteriormente el tratamiento
penitenciario grupal está establecido en el Código de Ejecución Penal, y
consiste en que un grupo de diagnóstico, donde un pequeño número de
personas son reunidas por los terapeutas para ser sometidos a un examen,
donde el especialista usa la psicoterapia de grupo como técnica.
• Trabajo. Este aspecto se encuentra regulado entre los Arts. 65° al 68° de nuestro Código
de Ejecución Penal, y establece que considera al trabajo como un derecho y un deber,
cuyo fin es contribuir en la rehabilitación, siendo que el trabajo que realizan los internos
es remunerado, siendo que el 10% de dicha remuneración servirá de forma obligatoria
para costear los gastos que genera la actividad laboral del interno, debiendo el resto ser
distribuido en la forma que establece el reglamento; por otro lado el (INPE, Trabajo) en
su página web establece que las modalidades de trabajo penitenciario se desarrollan a
través de actividades profesional, técnico, artesanal, productivo, artístico y de servicios
auxiliares. Las actividades que se desarrollan en los establecimientos penitenciarios a
nivel nacional son: talleres de carpintería, zapatería, tejido a máquina, electrónica,
mecánica automotriz, soldadura y forja, sastrería, hidroponía, confecciones, cerámica y
telares; además de actividades como agricultura, confección de carteras, taller de
cosmetología, artesanía, juguetería, tejido en yute, manualidades, lavandería, y otros.
• Además de ello establece que el trabajo es proporcionado por la
administración penitenciaria, a través de la implementación de los
diversos talleres laborales implementados en los establecimientos
penitenciarios, donde se ejecutan pequeños proyectos de inversión, así
como los propios medios del interno (o de sus familiares) y entidades
(públicas y/o privadas) por medio de la administración penitenciaria.
• Por otro lado, los internos que participan en el trabajo, tienen una serie de beneficios
como:
• Posibilidad de aprender una opción laboral que pueda desarrollar cuando obtenga su
libertad.
• Mantenerse ocupado desarrollando su creatividad e ingenio en el trabajo que desarrolla,
buscando su perfeccionamiento.
• Obtener ingresos económicos para él y sus familiares, obtenidos por los productos que
fabrica y vende.
• La Redención de la pena por el trabajo, si está facultado por las leyes vigentes.
• Educación. La educación se encuentra regula entre los Arts. 69° y 75° del
Código de Ejecución Penal, estableciéndose que en cada establecimiento
penitenciario se promueve la educación para la formación profesional u
ocupacional, siendo que los programas que se ejecutan de acuerdo a la
legislación vigente en materia de educación. Por otro lado las personas
analfabetas, participan obligatoriamente en los programas de alfabetización
y de educación primaria para adultos, además de ello cuando el interno no
posee una profesión u ocupación conocida se encuentra obligado al
aprendizaje técnico, de acuerdo a sus aptitudes, intereses y vocación.
• Es en ese sentido que los programas educativos al interior del penal, según
la página web del INPE (INPE, Tratamiento Penitenciario: Subdireccion
de Educación) son los siguientes:
• Programa de Alfabetización.- Consiste en el aprendizaje de la lectura,
escritura, cálculo matemático básico y el desarrollo de actitudes y valores
favorables para el logro de su resocialización de parte del interno
estudiante. Se desarrolla en coordinación con el Programa Nacional de
Movilización por la Alfabetización (PRONAMA) del Ministerio de
Educación.
• Programas de Educación No Formal.- Consiste en el desarrollo de
acciones complementarias a las actividades educativas y como programas
estructurados establecidos por el área de educación. Entre ellos pueden
ser: o Programas de Recreación y Deportes, con el apoyo del Instituto
Peruano del Deporte, a través de un Convenio de Cooperación
Interinstitucional. o Programas de Danzas y folklore, con el apoyo con la
Biblioteca Nacional, el Instituto Italiano de Cultura, etc.
• Programa de Educación para la Salud. Entre ellas figuran charlas para
la prevención del consumo de drogas, el VIH, enfermedades
infectocontagiosas, etc.
• Programa de Educación Ambiental, con el apoyo de la Universidad
Agraria la Molina y el Ministerio del Ambiente.
• Programa de Actividades Artísticas. Entre ellas tenemos: el teatro, las
tertulias literarias, los concursos de poesías, las escenificaciones,
dramatizaciones, mimos, etc.
• Salud. Regulado por los Arts. 76° al 82°, se tiene que según el (INPE,
Tratamiento Penitenciario: Salud), que el interno tiene derecho a alcanzar,
mantener o recuperar el bienestar físico y mental. La administración
penitenciaria, en este caso el INPE, proveerá lo necesario para el
desarrollo de las acciones de prevención, promoción y recuperación de la
salud de la población penal.
• Asistencia Social. La asistencia social es el apoyo que recibe el interno, la
víctima y los familiares de ambos, estando regulado entre los Arts. 83° al
86° del código ya mencionado párrafos arriba.
• El tratamiento social en los Establecimientos Penitenciarios cobra su vital
importancia al tener en cuenta que una persona privada de su libertad va a
producir un impacto psico social en la persona y su entorno familiar; que
trae como consecuencia la modificación de la dinámica familiar;
constituyendo este el campo de intervención de las trabajadoras sociales del
Instituto Nacional Penitenciario; quienes dirigen su accionar en la
restitución, mantenimiento y fortalecimiento del vínculo familiar para el
logro de la resocialización del interno y la prevención del delito (INPE,
Asistencia Social).
• Asistencia Legal. De acuerdo al cuerpo normativo citado anteriormente,
se tiene que conforme a los Art. 87° al 91°, en cada establecimiento
penitenciario funciona una oficina de asistencia legal gratuita,
encargándose de prestar asesoramiento y ayuda al interno sentenciado
para la organización y tramitación de los expedientes que necesita para la
obtención de los beneficios penitenciarios. Además de ello esta área de
acuerdo a (INPE, Asistencia Legal), esta área también se encarga de lo
siguiente:
• Asesoría jurídica.
• Difunde los alcances de la normatividad en materia penal. Procesal penal y de
ejecución penal, mediante charlas, talleres y otros medios.
• Apoyo en la organización y tramitación de expedientes de beneficios
penitenciarios.
• Evalúa y emite informes jurídicos sobre: beneficios penitenciarios, traslados,
gracia presidencial y cómputo del tiempo redimido y el tiempo efectivo de la
pena.
• Elaborar escritos, solicitudes y recursos para su tramitación ante las autoridades
correspondientes a petición de los internos.
• Participa en la clasificación y reclasificación de los internos.
• Asume la defensa del interno que no cuenta con capacidad económica para
contratar un abogado defensor.
• Asesora a la administración penitenciaria y coordina la prestación del servicio
legal gratuito con otras entidades públicas y privadas.
• Participa en la clasificación y reclasificación de los internos.
TRATAMIENTO SEGÚN
LAS NACIONES UNIDAS
Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos
Adoptadas por el Primer Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente, celebrado en Ginebra en
1955, y aprobadas por el Consejo Económico y
Social en sus resoluciones 663C (XXIV) de 31 de
julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de mayo de 1977.
Observaciones preliminares

1. El objeto de las reglas siguientes no es de describir en forma


detallada un sistema penitenciario modelo, sino únicamente
establecer, inspirándose en conceptos generalmente admitidos
en nuestro tiempo y en los elementos esenciales de los
sistemas contemporáneos más adecuados, los principios y las
reglas de una buena organización penitenciaria y de la práctica
relativa al tratamiento de los reclusos.
2. Es evidente que debido a la gran variedad de
condiciones jurídicas, sociales, económicas y
geográficas existentes en el mundo, no se pueden
aplicar indistintamente todas las reglas en todas partes
y en todo tiempo. Sin embargo, deberán servir para
estimular el esfuerzo constante por vencer las
dificultades prácticas que se oponen a su aplicación, en
vista de que representan en su conjunto las condiciones
mínimas admitidas por las Naciones Unidas.
3. Además, los criterios que se aplican a las materias
a que se refieren estas reglas evolucionan
constantemente. No tienden a excluir la posibilidad
de experiencias y prácticas, siempre que éstas se
ajusten a los principios y propósitos que se
desprenden del texto de las reglas. Con ese espíritu, la
administración penitenciaria central podrá siempre
autorizar cualquier excepción a las reglas.
4. 1) La primera parte de las reglas trata de las concernientes a la
administración general de los establecimientos penitenciarios y es
aplicable a todas las categorías de reclusos, criminales o civiles, en
prisión preventiva o condenados, incluso a los que sean objeto de una
medida de seguridad o de una medida de reeducación ordenada por el
juez. 2) La segunda parte contiene las reglas que no son aplicables más
que a las categorías de reclusos a que se refiere cada sección. Sin
embargo, las reglas de la sección A, aplicables a los reclusos
condenados serán igualmente aplicables a las categorías de reclusos a
que se refieren las secciones B, C y D, siempre que no sean
contradictorias con las reglas que las rigen y a condición de que sean
provechosas para estos reclusos.
5. 1) Estas reglas no están destinadas a determinar la
organización de los establecimientos para delincuentes
juveniles (establecimientos Borstal, instituciones de
reeducación, etc.). No obstante, de un modo general, cabe
considerar que la primera parte de las reglas mínimas es
aplicable también a esos establecimientos. 2) La categoría
de reclusos juveniles debe comprender, en todo caso, a los
menores que dependen de las jurisdicciones de menores.
Por lo general, no debería condenarse a los delincuentes
juveniles a penas de prisión.
Primera parte
Reglas de aplicación general
Principio fundamental

6. 1) Las reglas que siguen deben ser aplicadas imparcialmente. No se


debe hacer diferencias de trato fundadas en prejuicios, principalmente de
raza, color, sexo, lengua, religión, opinión política o cualquier otra
opinión, de origen nacional o social, fortuna, nacimiento u otra situación
cualquiera. 2) Por el contrario, importa respetar las creencias religiosas y
los preceptos morales del grupo al que pertenezca el recluso.
Registro

7. 1) En todo sitio donde haya personas detenidas, se deberá


llevar al día un registro empastado y foliado que indique para
cada detenido: a) Su identidad; b) Los motivos de su detención
y la autoridad competente que lo dispuso; c) El día y la hora de
su ingreso y de su salida. 2) Ninguna persona podrá ser
admitida en un establecimiento sin una orden válida de
detención, cuyos detalles deberán ser consignados previamente
en el registro.
Separación de categorías

8. Los reclusos pertenecientes a categorías diversas deberán ser alojados en


diferentes establecimientos o en diferentes secciones dentro de los establecimientos,
según su sexo y edad, sus antecedentes, los motivos de su detención y el trato que
corresponda aplicarles. Es decir que: a) Los hombres y las mujeres deberán ser
recluidos, hasta donde fuere posible, en establecimientos diferentes; en un
establecimiento en el que se reciban hombres y mujeres, el conjunto de locales
destinado a las mujeres deberá estar completamente separado; b) Los detenidos en
prisión preventiva deberán ser separados de los que están cumpliendo condena; c)
Las personas presas por deudas y los demás condenados a alguna forma de prisión
por razones civiles deberán ser separadas de los detenidos por infracción penal; d)
Los detenidos jóvenes deberán ser separados de los adultos.
Locales destinados a los reclusos

9. 1) Las celdas o cuartos destinados al aislamiento nocturno no deberán


ser ocupados más que por un solo recluso. Si por razones especiales, tales
como el exceso temporal de población carcelaria, resultara indispensable
que la administración penitenciaria central hiciera excepciones a esta regla,
se deberá evitar que se alojen dos reclusos en cada celda o cuarto
individual. 2) Cuando se recurra a dormitorios, éstos deberán ser ocupados
por reclusos cuidadosamente seleccionados y reconocidos como aptos para
ser alojados en estas condiciones. Por la noche, estarán sometidos a una
vigilancia regular, adaptada al tipo de establecimiento de que se trate.
10. Los locales destinados a los reclusos y
especialmente a aquellos que se destinan al
alojamiento de los reclusos durante la noche, deberán
satisfacer las exigencias de la higiene, habida cuenta
del clima, particularmente en lo que concierne al
volumen de aire, superficie mínima, alumbrado,
calefacción y ventilación.
11. En todo local donde los reclusos tengan que vivir
o trabajar: a) Las ventanas tendrán que ser
suficientemente grandes para que el recluso pueda
leer y trabajar con luz natural; y deberán estar
dispuestas de manera que pueda entrar aire fresco,
haya o no ventilación artificial; b) La luz artificial
tendrá que ser suficiente para que el recluso pueda
leer y trabajar sin perjuicio de su vista.
12. Las instalaciones sanitarias deberán ser adecuadas para
que el recluso pueda satisfacer sus necesidades naturales
en el momento oportuno, en forma aseada y decente.
13. Las instalaciones de baño y de ducha deberán ser
adecuadas para que cada recluso pueda y sea requerido a
tomar un baño o ducha a una temperatura adaptada al
clima y con la frecuencia que requiera la higiene general
según la estación y la región geográfica, pero por lo
menos una vez por semana en clima templado.
14. Todos los locales frecuentados regularmente por
los reclusos deberán ser mantenidos en debido estado
y limpios.
Higiene personal
15. Se exigirá de los reclusos aseo personal y a tal
efecto dispondrán de agua y de los artículos de aseo
indispensables para su salud y limpieza.
16. Se facilitará a los reclusos medios para el cuidado
del cabello y de la barba, a fin de que se presenten de
un modo correcto y conserven el respeto de sí mismos;
los hombres deberán poder afeitarse con regularidad.
Ropas y cama

17. 1) Todo recluso a quien no se permita vestir sus propias prendas


recibirá las apropiadas al clima y suficientes para mantenerle en
buena salud. Dichas prendas no deberán ser en modo alguno
degradantes ni humillantes. 2) Todas las prendas deberán estar
limpias y mantenidas en buen estado. La ropa interior se cambiará y
lavará con la frecuencia necesaria para mantener la higiene. 3) En
circunstancias excepcionales, cuando el recluso se aleje del
establecimiento para fines autorizados, se le permitirá que use sus
propias prendas o vestidos que no llamen la atención.
18. Cuando se autorice a los reclusos para que vistan sus
propias prendas, se tomarán disposiciones en el
momento de su ingreso en el establecimiento, para
asegurarse de que están limpias y utilizables.
19. Cada recluso dispondrá, en conformidad con los usos
locales o nacionales, de una cama individual y de ropa
de cama individual suficiente, mantenida
convenientemente y mudada con regularidad a fin de
asegurar su limpieza.
Alimentación

20. 1) Todo recluso recibirá de la administración, a las


horas acostumbradas, una alimentación de buena
calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo
sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de
sus fuerzas. 2) Todo recluso deberá tener la posibilidad
de proveerse de agua potable cuando la necesite.
Ejercicios físicos

21. 1) El recluso que no se ocupe de un trabajo al aire libre


deberá disponer, si el tiempo lo permite, de una hora al día
por lo menos de ejercicio físico adecuado al aire libre. 2) Los
reclusos jóvenes y otros cuya edad y condición física lo
permitan, recibirán durante el período reservado al ejercicio
una educación física y recreativa. Para ello, se pondrá a su
disposición el terreno, las instalaciones y el equipo necesario.
Servicios médicos

22. 1) Todo establecimiento penitenciario dispondrá por lo menos de los servicios de


un médico calificado que deberá poseer algunos conocimientos psiquiátricos. Los
servicios médicos deberán organizarse íntimamente vinculados con la administración
general del servicio sanitario de la comunidad o de la nación. Deberán comprender un
servicio psiquiátrico para el diagnóstico y, si fuere necesario, para el tratamiento de los
casos de enfermedades mentales. 2) Se dispondrá el traslado de los enfermos cuyo
estado requiera cuidados especiales, a establecimientos penitenciarios especializados o
a hospitales civiles. Cuando el establecimiento disponga de servicios internos de
hospital, éstos estarán provistos del material, del instrumental y de los productos
farmacéuticos necesario para proporcionar a los reclusos enfermos los cuidados y el
tratamiento adecuados. Además, el personal deberá poseer suficiente preparación
profesional. 3) Todo recluso debe poder utilizar los servicios de un dentista calificado.
23. 1) En los establecimientos para mujeres deben existir
instalaciones especiales para el tratamiento de las reclusas
embarazadas, de las que acaban de dar a luz y de las
convalecientes. Hasta donde sea posible, se tomarán medidas
para que el parto se verifique en un hospital civil. Si el niño
nace en el establecimiento, no deberá hacerse constar este hecho
en su partida de nacimiento. 2) Cuando se permita a las madres
reclusas conservar su niño, deberán tomarse disposiciones para
organizar una guardería infantil, con personal calificado, donde
estarán los niños cuando no se hallen atendidos por sus madres.
24. El médico deberá examinar a cada recluso tan pronto
sea posible después de su ingreso y ulteriormente tan a
menudo como sea necesario, en particular para determinar
la existencia de una enfermedad física o mental, tomar en
su caso las medidas necesarias; asegurar el aislamiento de
los reclusos sospechosos de sufrir enfermedades
infecciosas o contagiosas; señalar las deficiencias físicas y
mentales que puedan constituir un obstáculo para la
readaptación, y determinar la capacidad física de cada
recluso para el trabajo.
25. 1) El médico estará de velar por la salud física y
mental de los reclusos. Deberá visitar diariamente a
todos los reclusos enfermos, a todos los que se quejen
de estar enfermos y a todos aquellos sobre los cuales
se llame su atención. 2) El médico presentará un
informe al director cada vez que estime que la salud
física o mental de un recluso haya sido o pueda ser
afectada por la prolongación, o por una modalidad
cualquiera de la reclusión.
26. 1) El médico hará inspecciones regulares y asesorará al director respecto
a: a) La cantidad, calidad, preparación y distribución de los alimentos; b) La
higiene y el aseo de los establecimientos y de los reclusos; c) Las
condiciones sanitarias, la calefacción, el alumbrado y la ventilación del
establecimiento; d) La calidad y el aseo de las ropas y de la cama de los
reclusos; e) La observancia de las reglas relativas a la educación física y
deportiva cuando ésta sea organizada por un personal no especializado. 2) El
Director deberá tener en cuenta los informes y consejos del médico según se
dispone en las reglas 25 (2) y 26, y, en caso de conformidad, tomar
inmediatamente las medidas necesarias para que se sigan dichas
recomendaciones. Cuando no esté conforme o la materia no sea de su
competencia, trasmitirá inmediatamente a la autoridad superior el informe
médico y sus propias observaciones.
Disciplina y sanciones

27. El orden y la disciplina se mantendrán con firmeza, pero sin imponer más
restricciones de las necesarias para mantener la seguridad y la buena
organización de la vida en común.
28. 1) Ningún recluso podrá desempeñar en los servicios del establecimiento
un empleo que permita ejercitar una facultad disciplinaria. 2) Sin embargo,
esta regla no será un obstáculo para el buen funcionamiento de los sistemas a
base de autogobierno. Estos sistemas implican en efecto que se confíen, bajo
fiscalización, a reclusos agrupados para su tratamiento, ciertas actividades o
responsabilidades de orden social, educativo o deportivo.
29. La ley o el reglamento dictado por autoridad
administrativa competente determinará en cada caso:
a) La conducta que constituye una infracción
disciplinaria; b) El carácter y la duración de las
sanciones disciplinarias que se puedan aplicar; c)
Cuál ha de ser la autoridad competente para
pronunciar esas sanciones.
30. 1) Un recluso sólo podrá ser sancionado conforme a las
prescripciones de la ley o reglamento, sin que pueda serlo
nunca dos veces por la misma infracción. 2) Ningún
recluso será sancionado sin haber sido informado de la
infracción que se le atribuye y sin que se le haya permitido
previamente presentar su defensa. La autoridad competente
procederá a un examen completo del caso. 3) En la medida
en que sea necesario y viable, se permitirá al recluso que
presente su defensa por medio de un intérprete.
31. Las penas corporales, encierro en celda oscura, así como toda sanción
cruel, inhumana o degradante quedarán completamente prohibidas como
sanciones disciplinarias.
32. 1) Las penas de aislamiento y de reducción de alimentos sólo se
aplicarán cuando el médico, después de haber examinado al recluso, haya
certificado por escrito que éste puede soportarlas. 2) Esto mismo será
aplicable a cualquier otra sanción que pueda perjudicar la salud física o
mental del recluso. En todo caso, tales medidas no deberán nunca ser
contrarias al principio formulado en la regla 31, ni apartarse del mismo. 3)
El médico visitará todos los días a los reclusos que estén cumpliendo tales
sanciones disciplinarias e informará al director si considera necesario poner
término o modificar la sanción por razones de salud física o mental.
Medios de coerción

33. Los medios de coerción tales como esposas, cadenas, grillos y camisas de
fuerza nunca deberán aplicarse como sanciones. Tampoco deberán emplearse
cadenas y grillos como medios de coerción. Los demás medios de coerción sólo
podrán ser utilizados en los siguientes casos: a) Como medida de precaución
contra una evasión durante un traslado, siempre que sean retirados en cuanto
comparezca el recluso ante una autoridad judicial o administrativa; b) Por
razones médicas y a indicación del médico; c) Por orden del director, si han
fracasado los demás medios para dominar a un recluso, con objeto de impedir
que se dañe a sí mismo o dañe a otros o produzca daños materiales; en estos
casos, el director deberá consultar urgentemente al médico, e informar a la
autoridad administrativa superior.
34. El modelo y los métodos de empleo autorizados
de los medios de coerción serán determinados por la
administración penitenciaria central. Su aplicación no
deberá prolongarse más allá del tiempo estrictamente
necesario.
Contacto con el mundo exterior

37. Los reclusos estarán autorizados para comunicarse periódicamente, bajo


la debida vigilancia, con su familiar y con amigos de buena reputación, tanto
por correspondencia como mediante visitas.
38. 1) Los reclusos de nacionalidad extranjera gozarán de facilidades
adecuadas para comunicarse con sus representantes diplomáticos y
consulares. 2) Los reclusos que sean nacionales de Estados que no tengan
representación diplomática ni consular en el país, así como los refugiados y
apátridas, gozarán de las mismas facilidades para dirigirse al representante
diplomático del Estado encargado de sus intereses o a cualquier autoridad
nacional o internacional que tenga la misión de protegerlos.
39. Los reclusos deberán ser informados
periódicamente de los acontecimientos más
importantes, sea por medio de la lectura de los
diarios, revistas o publicaciones penitenciarias
especiales, sea por medio de emisiones de radio,
conferencias o cualquier otro medio similar,
autorizado o fiscalizado por la administración.
Biblioteca

40. Cada establecimiento deberá tener una biblioteca


para el uso de todas las categorías de reclusos,
suficientemente provista de libros instructivos y
recreativos. Deberá instarse a los reclusos a que se
sirvan de la biblioteca lo más posible.
Religión

41. 1) Si el establecimiento contiene un número suficiente de reclusos que


pertenezcan a una misma religión, se nombrará o admitirá un representante
autorizado de ese culto. Cuando el número de reclusos lo justifique, y las
circunstancias lo permitan, dicho representante deberá prestar servicio con carácter
continuo. 2) El representante autorizado nombrado o admitido conforme al párrafo
1 deberá ser autorizado para organizar periódicamente servicios religiosos y
efectuar, cada vez que corresponda, visitas pastorales particulares a los reclusos de
su religión. 3) Nunca se negará a un recluso el derecho de comunicarse con el
representante autorizado de una religión. Y, a la inversa, cuando un recluso se
oponga a ser visitado por el representante de una religión, se deberá respetar en
absoluto su actitud.
42. Dentro de lo posible, se autorizará a todo recluso
a cumplir los preceptos de su religión,
permitiéndosele participar en los servicios
organizados en el establecimiento y tener en su poder
libros piadosos y de instrucción religiosa de su
confesión.
Traslado de reclusos

45. 1) Cuando los reclusos son conducidos a un establecimiento o


trasladados a otro, se tratará de exponerlos al público lo menos
posible y se tomarán disposiciones para protegerlos de los insultos,
de la curiosidad del público y para impedir toda clase de publicidad.
2) Deberá prohibirse el transporte de los reclusos en malas
condiciones de ventilación o de luz o por cualquier medio que les
impongan un sufrimiento físico. 3) El traslado de los reclusos se
hará a expensas de la administración y en condiciones de igualdad
para todos.
Segunda parte
Reglas aplicables a categorías especiales

A.-Condenados

Principios rectores

56. Los principios que se enumeran a continuación tienen por objeto definir el
espíritu conforme al cual deben administrarse los sistemas penitenciarios y los
objetivos hacia los cuales deben tender, conforme a la declaración hecha en la
observación preliminar 1 del presente texto.
57. La prisión y las demás medidas cuyo efecto es separar a un delincuente del
mundo exterior son aflictivas por el hecho mismo de que despojan al individuo de
su derecho a disponer de su persona al privarle de su libertad. Por lo tanto, a
reserva de las mediadas de separación justificadas o del mantenimiento de la
disciplina, el sistema penitenciario no debe agravar los sufrimientos inherentes a
tal situación.
58. El fin y la justificación de las penas y medidas privativas de
libertad son, en definitiva, proteger a la sociedad contra el crimen.
Sólo se alcanzará este fin si se aprovecha el período de privación de
libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente una vez liberado
no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino
también que sea capaz de hacerlo.
59. Para lograr este propósito, el régimen penitenciario debe emplear,
tratando de aplicarlos conforme a las necesidades del tratamiento
individual de los delincuentes, todos los medios curativos,
educativos, morales, espirituales y de otra naturaleza, y todas las
formas de asistencia de que puede disponer.
60. 1) El régimen del establecimiento debe tratar de reducir las
diferencias que puedan existir entre la vida en prisión y la vida libre en
cuanto éstas contribuyan a debilitar el sentido de responsabilidad del
recluso o el respeto a la dignidad de su persona. 2) Es conveniente que,
antes del término de la ejecución de una pena o medida, se adopten los
medios necesarios para asegurar al recluso un retorno progresivo a la
vida en sociedad. Este propósito puede alcanzarse, según los casos, con
un régimen preparatorio para la liberación, organizado dentro del
mismo establecimiento o en otra institución apropiada, o mediante una
liberación condicional, bajo una vigilancia que no deberá ser confiada
a la policía, sino que comprenderá una asistencia social eficaz.
62. Los servicios médicos del establecimiento se
esforzarán por descubrir y deberán tratar todas las
deficiencias o enfermedades físicas o mentales que
constituyen un obstáculo para la readaptación del
recluso. Para lograr este fin deberá aplicarse
cualquier tratamiento médico, quirúrgico y
psiquiátrico que se juzgue necesario.
63. 3) Es conveniente evitar que en los establecimientos
cerrados el número de reclusos sea tan elevado que llegue
a constituir un obstáculo para la individualización del
tratamiento. En algunos países se estima que el número de
reclusos en dichos establecimientos no debe pasar de 500.
En los establecimientos abiertos, el número de detenidos
deberá ser lo más reducido posible. 4) Por el contrario, no
convendrá mantener establecimientos que resulten
demasiado pequeños para que se pueda organizar en ellos
un régimen apropiado.
64. El deber de la sociedad no termina con la
liberación del recluso. Se deberá disponer, por
consiguiente, de los servicios de organismos
gubernamentales o privados capaces de prestar al
recluso puesto en libertad una ayuda
postpenitenciaria eficaz que tienda a disminuir los
prejuicios hacia él y le permitan readaptarse a la
comunidad.
Clasificación e individualización

67. Los fines de la clasificación deberán ser: a) Separar a los reclusos que, por su
pasado criminal o su mala disposición, ejercerían una influencia nociva sobre los
compañeros de detencion; b) Repartir a los reclusos en grupos, a fin de facilitar el
tratamiento encaminado a su readaptación social.
68. Se dispondrá, en cuanto fuere posible, de establecimientos separados o de
secciones separadas dentro de los establecimientos para los distintos grupos de
reclusos.
69. Tan pronto como ingrese en un establecimiento un condenado a una pena o
medida de cierta duración, y después de un estudio de su personalidad, se
establecerá un programa de tratamiento individual, teniendo en cuenta los datos
obtenidos sobre sus necesidades individuales, su capacidad y sus inclinaciones.
• Trabajo

71. 1) El trabajo penitenciario no deberá tener carácter aflictivo. 2) Todos los
condenados serán sometidos a la obligación de trabajar habida cuenta de su aptitud
física y mental, según la determine el médico. 3) Se proporcionará a los reclusos un
trabajo productivo, suficiente para ocuparlos durante la duración normal de una
jornada de trabajo. 4) En la medida de lo posible, ese trabajo deberá contribuir por su
naturaleza a mantener o aumentar la capacidad del recluso para ganar honradamente
su vida después de su liberación. 5) Se dará formación profesional en algún oficio
útil a los reclusos que estén en condiciones de aprovecharla, particularmente a los
jóvenes. 6) Dentro de los límites compatibles con una selección profesional racional
y con las exigencias de la administración y la disciplina penitenciarias, los reclusos
podrán escoger la clase de trabajo que deseen realizar.
B.- Reclusos alienados y enfermos mentales

82. 1) Los alienados no deberán ser recluidos en prisiones. Se tomarán disposiciones


para trasladarlos lo antes posible a establecimientos para enfermos mentales. 2) Los
reclusos que sufran otras enfermedades o anormalidades mentales deberán ser
observados y tratados en instituciones especializadas dirigidas por médicos. 3) Durante
su permanencia en la prisión, dichos reclusos estarán bajo la vigilancia especial de un
médico. 4) El servicio médico o psiquiátrico de los establecimientos penitenciarios
deberá asegurar el tratamiento psiquiátrico de todos los demás reclusos que necesiten
dicho tratamiento.
83. Convendrá que se tomen disposiciones, de acuerdo con los organismos competentes,
para que, en caso necesario, se continúe el tratamiento psiquiátrico después de la
liberación y se asegure una asistencia social postpenitenciaria de carácter psiquiátrico.

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