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ENSEÑANDO A ESCRIBIR CON EL MODELO DE FLOWER Y HAYES

Escribir no es un proceso corto y sencillo que se aprende en unos cuantos

meses. Por el contrario, es un conjunto complejo de subprocesos o fases que van

permitiendo ir avanzando en el arte de la escritura de acuerdo al nivel de práctica y

experticia del autor.

Cuando los niños inician el proceso de escritura, atraviesan tres fases

básicas a nombrar: el copiado, el dictado y la producción espontánea. Sin embargo,

cuando se aborda la fase de producción espontánea, es necesario desarrollar

nuevas habilidades como la redacción, la coherencia y la cohesión, las cuales

requieren a su vez de conocimientos previos relacionados con los tipos de texto, su

estructura y las normas ortográficas.

Por tal razón, desarrollar la producción escrita de los estudiantes hace parte

de los objetivos previstos en los planes anuales de Lengua Castellana en todos los

niveles educativos de la escuela; a medida que los estudiantes avanzan en nivel de

escolaridad, también debe irse perfeccionando su capacidad para producir textos.

No obstante, para los docentes de Lengua Castellana es un reto lograr que

sus estudiantes mejoren su escritura. Por tal motivo, el modelo de Flower y Hayes

para enseñar a escribir es una propuesta que puede facilitar este proceso.

En este modelo, los autores proponen un conjunto de varios elementos que

se conectan en el proceso de escritura. Estos elementos son: memoria a largo

plazo, problema retórico, planificación, la producción y la revisión.

Una estrategia para implementar esta propuesta en el grado Séptimo es

iniciar con una actividad diagnóstica en donde el docente identifique el nivel de

redacción, coherencia y cohesión que poseen los estudiantes. Esta actividad no


requiere complejidad, por lo que el docente puede simplemente solicitar a sus

estudiantes que escriban una anécdota del pasado.

Es importante, al momento de presentar la actividad a los estudiantes, ser

muy claro con las instrucciones, es decir, especificar el objetivo de la actividad, la

extensión del texto (número de palabras, líneas o párrafos) y el tema.

Tan pronto se recopilen los textos realizados por los estudiantes, se hace

necesario evaluarlos con objetividad. Por tanto, también es recomendable diseñar

unas rúbricas que faciliten este proceso. Los criterios o indicadores de las rúbricas

deben incluir coherencia, cohesión, manejo de reglas ortográficas, uso apropiado

de signos de puntuación, entre otros.

Teniendo presente los resultados obtenidos, se puede empezar a desarrollar

la propuesta de Flower y Hayes con la etapa de planificación. En esta fase se

selecciona de manera conjunta (docente y estudiantes) el tema, el objetivo y el tipo

de texto.

En esta fase de planeación, los estudiantes pueden estructurar sus ideas por

medio de organizadores gráficos. Adicionalmente, se debe brindar al estudiante un

plan de escritura dependiendo del tipo de texto que se pretende escribir. En esta

etapa se puede hacer un proceso de modelación con los estudiantes para que

interioricen la estructura del texto elegido antes de escribir.

Seguidamente, se empieza a desarrollar la etapa de producción. Este es el

momento en donde los estudiantes utilizan sus habilidades para redactar de manera

coherente el texto. Paralela a esta, se puede implementar la tercera etapa conocida

como revisión.
Con ayuda del docente, el estudiante realiza la revisión de sus avances. Así,

puede corregir y editar el texto de acuerdo a los parámetros previamente

establecidos en la etapa de planeación logrando un resultado en su proceso como

escritor en donde la redacción y la coherencia mejoran.

Elaborado por: Ana María Gutiérrez Castro.

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