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AUGE Y CAIDA DEL CAPITALISMO EN CHILE

En la segunda mitad de la década de 1920, Chile vivió una sensación


de prosperidad económica, estimulada por una fuerte expansión del gasto
público del gobierno de Carlos Ibañez del Campo y destinada a modernizar la
infraestructura productiva del país. Sin embargo, este auge tuvo su origen en un
alto endeudamiento externo, producto de los créditos en dólares que fluían desde
Nueva York, que se imponía como la nueva capital financiera del mundo.

Esta aparente prosperidad con endeudamiento, llegó a su fin con la crisis


económica internacional, que comenzó en octubre de 1929 con el derrumbe de
la Bolsa de Nueva York. La crisis del mercado de valores provocó una falta de
liquidez que llevó a una drástica caída de los precios internacionales de las
mercancías y de la mayoría de los activos, ocasionando -en último término- una
crisis bancaria a escala mundial, especialmente en los países con sistema de
patrón oro. A comienzos de 1930, las consecuencias del hundimiento de la bolsa
de valores estadounidense fueron vistas como algo temporal; sin embargo, a
mediados de 1932, ya nadie tuvo duda que se estaba en presencia de la mayor
crisis económica de la historia, siendo bautizada como la Gran Depresión.

El impacto de la crisis mundial en el país se dejó sentir con fuerza entre 1930 y
1932, estimándose por un informe de la Liga de las Naciones (World Economic
Survey) que nuestra nación fue la más devastada por la Gran Depresión. Las
exportaciones de salitre y cobre se derrumbaron, provocando graves
consecuencias sobre la economía interna, al caer los ingresos fiscales y
disminuir las reservas. A mediados de 1931, la situación económica del país
pareció tocar fondo, obligando a la suspensión del pago de su deuda externa por
primera vez en la historia: un 16 de julio de 1931.

La crisis financiera aumentó las protestas en contra del gobierno de Ibáñez del
Campo, quien se vio obligado a renunciar y partir al exilio el 26 de julio de 1931.
La caída de Ibáñez dio paso a una grave crisis política, sucediéndose en poco
más de un año varios regímenes de gobierno, entre ellos la mítica República
Socialista, que sólo duro doce días. Finalmente, el retorno a la normalidad
política y la reactivación económica comenzó con la llegada al poder de Arturo
Alessandri Palma, en octubre de 1932.

La sociedad chilena se vio fuertemente sacudida por el impacto de la crisis. Miles


de cesantes recorrieron las calles de ciudades y los campos; cientos de obreros
salitreros volvieron sin esperanza y recursos desde el norte. En Santiago, el
gobierno a través de los Comités de Ayuda a los Cesantes debió alimentar y
albergar a miles de familias; las ollas comunes proliferaron en los barrios, y
mucha gente terminó viviendo en cuevas en los cerros aledaños a la ciudad.

Entre 1950 y 1970, la economía chilena crecía a niveles marginales. El PIB creció
en un promedio del 3,8 % por año, mientras que el verdadero PIB per cápita
aumentó en un promedio anual del 1,6 %. Durante este período, la interpretación
económica de Chile era la más pesimista en América Latina.
Uno de los objetivos que perseguía el modelo ISI era que el país disminuyera las
relaciones exteriores para fomentar el crecimiento interno. Pero según datos de
la OXLAD, entre 1950 y 1970 las exportaciones de Chile aumentaron en relación
a su PIB y por lo tanto no se consiguió.
Como en la mayoría de los casos históricos, la estrategia de sustitución de
importaciones de Chile fue acompañada por una supervaloración aguda del
dinero doméstico que impidió el desarrollo vigoroso de las exportaciones no
tradicionales (es decir, aquellas que no tuvieran relación con el cobre). Aunque
se intentó una reforma agraria, el gobierno cada vez más recurrió al control de
precios agrícolas a fin de subvencionar el funcionamiento urbano y clases
medias. El sector agrícola fue en particular afectado por la supervaloración del
dinero de Chile. El revestimiento de la agricultura fue, de hecho, uno de los
síntomas más sensibles de los problemas económicos de Chile de los años 1950
y los años 1960. Durante este período la extracción y fabricación a partir del
cobre aumentó considerablemente sus exportaciones totales.
El modelo de sustitución de importaciones buscaba reducir en un primer
momento las importaciones de bienes de consumo, y posteriormente las de
bienes intermedios y de capital. Sin embargo, los datos de la OXLAD nos
permiten ver que tampoco se consiguió lo que se pretendía. La importación de
bienes de consumo aumentó ligeramente, aunque menos que la de bienes de
capital (necesarios para llevar a cabo la industrialización que buscaba el
modelo); y los bienes intermedios perdieron peso en un primer momento para
comenzar a coger importancia otra vez en la década de los sesenta.
Antes de 1960, la mayor parte de las substituciones fáciles y obvias de bienes
importados habían sido hechas ya; el proceso de la substitución de
importaciones se hacía rápidamente menos dinámico. Por ejemplo, entre el total
de 1950 y 1960 la verdadera producción industrial creció en una tasa anual de
sólo el 3,5 %, menos de la mitad del promedio de la década anterior.
Durante los años 1950, la inflación, que había sido un problema crónico en Chile
desde al menos los años 1880, se hizo particularmente seria; el índice de precios
aumentó y marcó un promedio del 36 % por año durante la década, alcanzando
un máximo del 84 % en 1955. La fuente principal de la presión inflacionista en la
economía chilena era una política fiscal notablemente floja. La historia
económica de Chile ha estado marcada por tentativas fracasadas de contener la
inflación. Durante los años 1950 y los años 1960, se lanzaron tres programas de
estabilización principales, uno en cada administración. El aspecto común de
estos esfuerzos era el hincapié hecho en el abordaje de varias consecuencias
de presiones inflacionistas, como precios, salarios, y aumentos de tipo de
cambio, más bien que la causa primordial del crecimiento de dinero, la
monetización del déficit fiscal. A pesar de los esfuerzos de los presidentes Carlos
Ibáñez del Campo (1927-31, 1952-58) y Jorge Alessandri Rodríguez (1958-64),
la inflación tuvo un promedio del 31 % por año durante estas dos décadas. En
1970, el último año del gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-
70), la tasa de inflación llegó al 35 %.
Durante los años 1960, y sobre todo durante la administración Frei Montalva,
fueron lanzados algunos esfuerzos para reformar la economía. Estos incluyeron
una reforma agraria, una liberalización limitada del sector externo, y una política
de minidevaluaciones que apuntaban a la prevención de la erosión del tipo de
cambio real. Conforme a la Ley de Reforma Agraria de 1962, se creó
la Corporación de la Reforma Agraria (CORA) para manejar la distribución, pero
la reforma agraria resultó ser lenta y cara. A pesar de estos y otros reformas,
hacia finales de los años 1960 parecía que la interpretación de la economía no
había mejorado en relación a los veinte años anteriores. Además, la economía
aún era fuertemente regulada.
AUGE Y CAIDA:
La llegada al poder de la Junta Militar tras el golpe de Estado de 1973 que
derrocó al gobierno de Allende, se encontró con un Chile en una situación
económica grave, que si bien tenía el desempleo controlado (4,6 %), presentaba
altas tasas de pobreza.12
El objetivo de la Junta Militar era terminar al gobierno socialista, pero no
implantar el liberalismo. Muchas de las medidas de la dictadura fueron
típicamente intervencionistas y un gasto público elevado debido a la
cultura militar de los dirigentes, lo que condujo a mantener malos índices
económicos.[cita requerida] Para tratar de enderezar el rumbo económico, la
dictadura militar confió el manejo económico a unos jóvenes egresados de
economía en la Universidad Católica de Chile, la mayoría con postgrado en
la Universidad de Chicago, universidad con quien había un convenio de
colaboración y becas para estudiar allí. De aquí vendría el apelativo por el que
fueron conocidos, los Chicago Boys. Estos venían de Estados Unidos trayendo
la idea del “monetarismo”, originada a partir de la economía neoclásica. El plan
económico de los Chicago Boys consistió en una economía no regulada, abierta
al mundo, con un Estado pequeño y subsidiario, de riguroso equilibrio fiscal
(limitar el gasto público y la burocracia), y el funcionamiento libre del mercado.
Sus ideas estaban influenciadas por las de Milton Friedman y otros exponentes
del liberalismo económico, rivales del keynesianismo, que influyeron a los
jóvenes durante su estancia en Chicago.
Su primera intervención en el gobierno seria en la ODEPLAN (Oficina de
Planificación Nacional), en donde plasmaron sus ideas económicas en un
documento conocido como “El Ladrillo”, un breviario de la aplicación de sus ideas
a Chile. La Armada de Chile, que era la encargada del área económica dentro
de la Junta Militar, se empezó a orientar por este texto, pidiendo asesoría a
los Chicago Boys. Hasta entonces, el Régimen había empleado métodos
económicos tradicionales, que no prosperaron: La inflación continuaba en torno
al 300 %, el gasto público seguía alto y el precio del cobre se desplomaba a la
baja. En abril de 1974 la inflación había alcanzado un 746,2 %.13
Para convencer a Augusto Pinochet (Jefe de la Junta Militar) de sus ideas,
llevaron a Chile a Milton Friedman. Friedman se reunió con Pinochet el 21 de
abril de 1975 y en una corta charla de 45 minutos14 le dio sus propuestas para
enfrentar la crisis económica.
Finalmente la Junta Militar se inclinó por la opinión de los Chicago Boys y se
aplicó el tratamiento de shock, que según Friedman tendría drásticos problemas
en un inicio pero con el paso del tiempo encauzaría la economía una vez
corregidos los desequilibrios. Esto se llevó a cabo aún en oposición a la opinión
de los economistas clásicos.
Los Chicago Boys ingresaron al gobierno en 1975, como parte del tratamiento
de choque, haciéndose cargo del Ministerio de Hacienda (Jorge Cauas), del
Ministerio de Economía (Sergio de Castro, líder de los Chicago Boys), y del
Banco Central de Chile (Pablo Barahona).
Los efectos iniciales en la economía chilena fueron graves. El PGB cayó en un
12 %, la tasa de desempleo creció hasta el 16,5 %, y el valor de las
exportaciones se redujo en un 40 %. Pero el sistema se empezó a afianzar a
partir de 1977, iniciándose lo que se ha llamado el "boom", con cifras positivas
en muchos ámbitos, pero con una constante alta tasa de desempleo, de 17-15 %,
debido entre otras cosas, a los despidos masivos de empleados públicos, de
funcionarios de las empresas privatizadas y la pérdida de empleo en los sectores
manufacturero y exportador debido a las políticas cambiarías y de apertura de la
economía.16
El "boom" duraría hasta la crisis económica de 1982, fuertemente influida por la
recesión mundial de 1980 y que formó parte de la crisis de la deuda
latinoamericana que provocaron un alza en tasas de interés y dificultades para
acceder a nuevo crédito, debilitamiento de actividad real y una caída de términos
de intercambio (el cobre tuvo una abrupta caída de precio a inicios de 1980)17.
Chile quedó desprotegido a esta crisis internacional por su excesiva
dependencia del mercado externo, el excesivo endeudamiento privado (el
crédito doméstico subió de 25 %, en 1976, al 64% del PIB en 198218) y la fijación
del dólar (switch a tipo de cambio fijo) lo que provocó una de las crisis más
profundas que afectaran a la nación en conjunto a la de 1930 y la de principios
de los años setenta. Esto provocó una caída del PIB de un 13,6 % (la caída más
alta registrada por Chile desde la crisis de 1929), un notable incremento del
desempleo con tasas en torno al 20 % por varios años12 y la quiebra e
intervención de numerosos bancos e instituciones financieras (fue intervenido el
60 % del mercado del crédito).19 En un contexto de falta de libertades civiles y
de reiteradas violaciones de los derechos humanos, la mala situación económica
gatilló las protestas callejeras contra la dictadura militar, que se extendieron con
mayor o menor intensidad hasta fines de su mandato. Para 1982, industria se
paralizó, las pensiones privadas se quedaron sin valor, la moneda desfalleció.
Las protestas y las huelgas de una población forzaron a Pinochet a invertir curso.
Renuente, el general restauró el salario mínimo y el derecho de negociación de
los sindicatos. Pinochet autorizó un programa para crear 500 000 empleos.

Actualmente el estallido social que afecta a Chile ha generado graves problemas


en la economía de la nación. Uno de los factores que se vio afectado en la
jornada del 12 de noviembre tuvo que ver con una depreciación de la moneda la
cual registró niveles históricos de acuerdo con algunos analistas.

La crisis política y social llevó a una depreciación de hasta 40 pesos respecto a


la jornada del 11 de noviembre cuando cerró a 756,08 pesos por dólar, de
acuerdo con la página principal del Banco Central de Chile.

No obstante, la alta demanda de dólares llevó a que la moneda superara la


barrera de los 800 pesos, una situación que se contrajo tras la publicación de un
comunicado por parte del organismo emisor.

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