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El legado de Pizano:
2
Autores:
Ricardo Arcos-Palma.
Christian Padilla.
UNIMEDIOS
Diseño y diagramación
Unimedios – Comunicación Estratégica e Imagen Institucional
Corrección de estilo
Verónica Barreto Riveros
El Tiempo
El Espectador
Revista Cromos
Biblioteca Nacional de Colombia
Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacional de Colombia
Juan Pizano de Brigard
Germán Rubiano Caballero
Álvaro Medina
Marta Fajardo de Rueda
Marta Combariza
William López
Santiago Rueda Fajardo
José Hernán Aguilar
Mario Opazo
Oscar Posada
Jack Molina
Sergio Trujillo Dávila
Ana María Porras
Camilo Salazar Salamanca
Aníbal Maldonado
Erika Valdivia
Miguel Torres
Dioscórides Pérez
William Vázquez
Ricardo Arcos-Palma
Director Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia
Dos textos centrales constituyen el eje temático de este libro: uno de el-
los a cargo del joven historiador Christian Padilla Peñuela, que narra la
peregrinación de la colección en diferentes lugares durante buena parte
del siglo pasado; un texto que se convierte en un aporte invaluable a la
escasa bibliografía existente sobre Roberto Pizano y su obra. Este aparte
documenta con exactitud el surgimiento de la colección y los parámetros
que la movieron desde su creación hasta nuestros días. Así mismo, usted
encontrará un buen material de anexos y documentos fotográficos de gran
valor histórico para los futuros investigadores, como la carta de Roberto
Pizano enviada desde París al Ministro de la Instrucción Pública de Co-
lombia en 1927, donde el artista da cuenta de su proyecto, y un artículo
publicado en el periódico El Tiempo del 4 de febrero de 1927 en el que
Pizano, siguiendo los pasos de Urdaneta –fundador de la Escuela de Bellas
Artes en 1886–, intenta persuadir a la opinión pública de la importancia de
construir un Palacio de Bellas Artes que acogería, según él, todas las artes
y, por supuesto, la colección que él ya tenía en mente.
Otro de los anexos que hacen parte de este texto es el discurso inaugural
de la exposición –junto a unas magníficas fotografías–, realizado el 9 de
abril de 1930 por el poeta y otrora director de la Escuela Nacional de Bel-
las Artes, Rafael Maya. Para ese entonces, Pizano ya había fallecido, y este
discurso da cuenta de la magnitud de su empresa que es acogida por sus
colegas hasta darle forma.
Ricardo Arcos-Palma
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
LA COLECCIÓN PIZANO:
UNA AVENTURA PEDAGÓGICA
EN LA ÉPOCA DE LA
REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA
Por Ricardo Arcos-Palma
Sin embargo, nos dice Walter Benjamin, tal pérdida del aura implica simultánea-
mente una democratización de la obra de arte en su reproducción múltiple, en su
serialidad y su consecuente difusión. Por ejemplo, la famosa escultura de la Anti-
güedad, la Venus de Milo, todo el mundo ha podido conocerla, verla en imagen y
en reproducciones gracias a su multiplicación en serie, y no necesariamente porque
la haya podido ver expuesta en la galería de antigüedades griegas en el Musée du
Louvre. Este hecho garantiza su divulgación mediante la reproducción en serie y
su circulación.
Pero la reproducción en serie trae consigo varios problemas de orden estético que
asignan paradójicamente un valor mayor al original. Indudablemente, para conti-
nuar con el ejemplo que hemos utilizado, la Venus de Milo del Museo del Louvre
tiene mayor valor que la copia que tenemos nosotros en el Museo de Arte de la
Universidad Nacional de Colombia, o la copia de la copia que ahora decora el cor-
redor principal de la actual Escuela de Artes Plásticas y Visuales de nuestra Facul-
tad de Artes, así estas dos tengan una inmensa similitud con la pieza original. Sin
embargo, bien lo sabemos, con el tiempo estas copias también adquieren un valor,
secundario claro está, pero valor invaluable dentro de un punto de vista histórico
en el aspecto del desarrollo pedagógico de un cierto ideal de belleza clásica impul-
sado por las antiguas academias de arte, en particular la Academia de Versalles y
la Academia de París durante los siglos XVII y XVIII, y copiado por la Escuela
Nacional de Bellas Artes de Bogotá desde su fundación en 1886. Recordemos por
ejemplo el impacto que el descubrimiento de las grandes esculturas clásicas greco-
romanas generó en el desarrollo del arte del Renacimiento y siglos más tarde en el
Neoclasicismo. Los valores clásicos eran divulgados por las academias que termi-
naban instaurando todo un estilo.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
De manera que la reproducción traía consigo una manera de divulgar el arte. Esto
además es propio de todo método de enseñanza artística. Los aprendices de artista
se convertirían en grandes artistas, copiando a sus maestros. La copia en este sen-
tido se convierte en un paradigma de la enseñanza del arte. Con los procesos mecá-
nicos de reproducción de la imagen, como el grabado y el daguerrotipo más tarde,
la imagen pierde su calidad de originalidad; es la copia la que adquiere un valor. Lo
mismo sucede con las esculturas que son sometidas a procesos de reproducción.
Auguste Rodin, por ejemplo, utilizaba unos cuantos moldes para hacer unas piezas,
que luego van a ser reproducidas en serie por el Gobierno francés a la muerte del
artista. Es así como existen varias réplicas en el mundo de “El pensador”.
sados toman un valor excepcional. La idea de conservación del pasado surge como
prioridad de la cultura en plena época del racionalismo ilustrado y la Antigüedad se
erige en valor excepcional de la civilización moderna que sabe que se ha batido en
lejano periodo glorioso de la Grecia y la Roma Antiguas.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
A finales del siglo XIX, por obvias razones de orden sociocultural y por ende
político, el arte de academia comienza a ser cuestionado y dejado de lado. El salón
como figura emblemática del arte académico que tiene origen en la antigua Acade-
mia Real de Pintura y Escultura nace en 1663 y en él participan exclusivamente los
miembros de la Academia. Este salón va a ser también cuestionado por esa nueva
clase social de trabajadores no asalariados y artistas independientes; personajes
como Charles Baudelaire, quien hace parte de la bohemia de la segunda mitad del
siglo XIX, encuentran en el salón su objetivo principal para desplegar una crítica de
arte implacable a la manera del ilustrado Diderot alrededor de 1759. Las obras del
artista Gustave Courbet “L´atelier” (1855), que evidencia una crítica a Napoleón
III representado como un cazador frustrado, y del poeta Baudelaire “Les fleurs du
mal” (1857), que muestra cómo la miseria se ornamenta y se embellece con flores
enfermizas, son ejemplos perfectos de esta toma de posición de la bohemia contra
un arte considerado por ellos como decadente2. El artista de vanguardia se opone
radicalmente al arte académico.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
1884 y dirigida por el pintor George Seurat, mostrando así otra manera de ver el
mundo. El arte de corte académico va a quedar confinando en las escuelas de Bel-
las Artes para los aprendices de artista, pues el verdadero artista, según se pensaba
en la época, no necesita la academia. Un Vincent van Gogh va a ser rechazado
constantemente, así como un Toulouse Lautrec por su arte antiacadémico.
Sin embargo, es esa nostalgia de esos antiguos valores de belleza clásica la que im-
pulsa a Pizano a crear una colección con carácter didáctico conformada por yesos
de las principales obras escultóricas de la Grecia Antigua, Roma y del Reacimiento,
así como una buena parte de grabados de Rembrandt y Rubens, entre otros, des-
tinada a formar a los artistas de la aún joven Escuela Nacional de Bellas Artes de
Bogotá. Y desde ese punto de vista, su aventura materializada en la colección que
hoy porta su nombre cobra un valor importante. Es desde esa óptica que nosotros
debemos asignarle un valor y solo así podremos entender las contradicciones y
fricciones que esta colección ha generado en nuestra propia historia. Recorde-
mos a los artistas de la vanguardia local como Débora Arango y Alipio Jaramillo,
defendidos en los años cuarenta por un Jorge Eliécer Gaitán3 en contra de un
arte académico y por ende conservador respaldado por un Laureano Gómez4, y
más tarde artistas como Alejandro Obregón5 y Beatriz González6 que se oponen
acérrimamente a este arte con tinte clásico, testimonio a sus ojos de la más grande
decadencia.
Esta exposición reunía obras de los artistas de vanguardia y las expresiones grá-
ficas y pictóricas de alienados mentales. A los ojos del tirano nazi, en esos años
treinta no había ninguna diferencia entre la obra de Kandisky y la pintura de un
alienado mental, pero sí una diferencia enorme con el arte que impulsaba la esté-
tica nazi. Es por estos años que Walter Benjamin escribía el ensayo que citamos al
comienzo de nuestro texto: “La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica” (1935). Luego de la depresión económica, los años veinte son el preludio
de la decadencia social y política en que se van a sumergir los países europeos una
década después. Roberto Pizano no pudo prever esto, por supuesto, pues el arte
que él defendía, así haya estado cuestionado por la vanguardia, aún no era presa de
los ideales conservadores de los nazis y los fascistas italianos. La muerte prematura
de Pizano hace que éste no pueda ver la recuperación del arte clásico por los mo-
vimientos totalitarios.
El nacimiento de una aventura pedagógica
Ahora bien, Roberto Pizano como la mayoría de artistas e intelectuales latinoame-
ricanos hace un circuito por las grandes capitales de la cultura en esos años: Roma,
Madrid y particularmente París. En esta última, Pizano ingresa como asistente a
los talleres de L´Ecole Nationale Superieure de Beaux-Arts y puede darse cuenta
3 Al respecto consultar el texto de Christian Padilla: “Jorge Eliécer Gaitán: dinamita y me-
cha en el arte colombiano”. En: Mataron a Gaitán: 60 años, Bogotá, Universidad Nacional
de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 2008.
4 Al respecto consultar el texto de Carmen María Jaramillo Jaramillo: “Arte, política y
crítica: una aproximación a la consolidación del arte moderno en Colombia”. En: Textos
No. 13, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Maestría en Historia del Arte y la
Arquitectura, 2005.
5 Es conocida la anécdota que cuando Obregón fue director de la Escuela de Bellas Artes
de la Universidad Nacional intentó destruir buena parte de esos yesos.
6 Hace poco en una conversación informal durante la inauguración de la más reciente
versión del Salón Nacional de Artistas en Cali, la artista decía a otra persona: “¿Cómo no
han destruido aún esos mamarrachos de yeso?”.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
de los métodos de aprendizaje artístico basados en esos años en las copias y re-
producciones de las grandes obras de la historia del arte. Quienes hemos pasado
por una Escuela de Bellas Artes podemos ser testigos de este método donde las
copias sirven para elaborar copias; el arte y su aprendizaje es un affaire de copias
y reproducciones, como ya lo hemos dicho. Por ejemplo, durante el siglo XVI en
las colonias españolas de América, los artistas aprendían a pintar sin haber visto de
cerca una de las obras de los grandes artistas de la pintura española. Los grabados,
copias de reproducciones, jugaban aquí un papel fundamental. Las copias son en sí
un instrumento invaluable de aprendizaje y más si se trata de las obras de los gran-
des maestros que constituyen la historia del arte. Pero esto que no es tan nuevo en
la historia del arte, toma mayor fuerza en la época de la reproducción técnica, es
decir, en el periodo Moderno.
En 1867 este patio fue cubierto de una estructura metálica recubierta a su vez
de cristal para proteger los moldes y yesos provenientes del Taller del Museo del
Louvre. Todo este conjunto arquitectónico fue concebido por Félix Duban (1798-
1870), quien hizo de este espacio un lugar donde los estudiantes de Bellas Artes
podían apreciar las copias de las grandes obras de arte y dedicarse al dibujo. Tras
la muerte del arquitecto, los trabajos fueron retomados por Ernest Coquart (1831-
1930) para recubrir las fachadas de un decorado policromático de inspiración ita-
liana. Esta construcción se constituyó en el Palacio de Estudios ejemplo de la ar-
quitectura moderna del siglo XIX. Con La Cour Vitrée se concluyó el formidable
En los años veinte del siglo pasado, Roberto Pizano, que en ese entonces vivía en
el número 25 de la Avenue Martin en París, pudo conocer el esplendor de esa sala
y sin duda se inspiró del legado de Duban. El conservador de colecciones de la
Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, el señor Emmauel Schwarts, me mos-
tró hace poco unas fotos que hemos utilizado para el documental sobre Roberto
Pizano; en ellas se puede ver cómo estaba dispuesta la galería de yesos de La Cour
Vitrée tal cual la pudo conocer el artista colombiano. En ese espacio había unas
réplicas de las columnas del Partenón, así como de otras piezas clásicas que los
estudiantes podían copiar. Sin lugar a dudas esto sirvió de inspiración a Pizano,
quien soñaba con que estas piezas pudieran encontrar un lugar similar en la Bogotá
de los años veinte y treinta.
El interés por los procesos pedagógicos de aprendizaje del arte es el motor que
da forma al sueño que tuvo Roberto Pizano de crear una academia similar a la
española, la británica o la francesa, inexistente en Colombia en esos años, pese a
que ya se habían desarrollado esfuerzos importantes al respecto7. Por eso, tiene la
excelente idea de llevar buena parte de esos moldes para realizar los yesos en el
país y también algunas reproducciones a finales de los años veinte, al momento
de ser nombrado director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, inspirada en
gran medida por la Escuela francesa8 y fundada en 1886 en la capital colombiana.
Alberto Urdaneta, su primer director y su mayor impulsor, intenta unir el ideal de
la industria y la belleza para producir obras útiles como la que producirá el taller de
Eiffel tres años más tarde para la Exposición Universal y que será símbolo de París.
No hay que olvidar que Colombia entra en una periodo de industrialización donde
las artes y los oficios, a la mejor manera francesa y alemana, hacen del Dibujo (arte)
una manera de acercarse al dominio industrial y por lo tanto el ser moderno es
propio de un saber hacer.
En un principio la escuela se plantea como una unión entre las Bellas Artes y
Artes y Oficios, pero pronto va a separarse por cuestiones de orden político, pues
la Constitución de 1886, promovida por el liberal Rafael Núñez, pretende abolir
el sistema político federal, donde cada provincia es autónoma, para centralizar el
poder en un gobierno con sede en Bogotá. Este cambio posibilita la creación de
la escuela en un ambiente político enrarecido donde conservadores y liberales van
a generar una guerra implacable conocida como la Guerra de los Mil Días (1899-
1902), que sumerge al país en una crisis económica y propicia la separación de
Panamá, aún provincia colombiana. Luego, la hegemonía conservadora va a dirigir
al país durante varios años del nuevo siglo XX.
7 Al respecto consultar la tesis del profesor William Vásquez. Escuela Nacional de Bellas
Artes de Colombia: 1886-1899. Tesis de Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arqui-
tectura, Escuela Interdisciplinar de Posgrados, Facultad de Artes, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 2008.
8 Algo que parece anecdótico pero muestra las similitudes de estas dos escuelas. La Fran-
cesa se crea en el periodo posrevolucionario en las instalaciones de un antiguo convento
religioso. La de Bogotá se crea también en sus inicios en las instalaciones del convento de
La Enseñanza, expropiado a la iglesia.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
Para llevar a cabo su empresa y siguiendo las huellas de Alberto Urdaneta, aun-
que algo lejos en el tiempo, Pizano logra el patrocinio del Gobierno colombiano
y de algunas familias pudientes de inmigrantes colombianos que estaban muy
bien relacionadas con los estamentos culturales franceses. Durante el Gobierno
(1926-1930)9 del presidente conservador Miguel Abadía Méndez, el ministro de
la Instrucción Pública de Colombia, José Vicente Huertas, le envía un telegrama
a Pizano donde le propone la Rectoría de la Escuela Nacional de Bellas Artes de
Bogotá. Pizano acepta el cargo con algunas condiciones como el cambio de sede
y dinero para dotarla de los implementos necesarios para la docencia, tal y como
sucede en las grandes escuelas que él había conocido en Madrid y París principal-
mente. De esta manera, se posesiona como nuevo Rector10 de la Escuela en 1928,
y es precisamente con este nombramiento que encuentra la ocasión perfecta para
darle forma a su sueño, el que no va a poder ver terminado a causa de su muerte
prematura en la Sabana de Bogotá.
“He aquí realizado el sueño del maestro. Erguidas están, y juntas como en un
simulacro de discusión platónica, las blancas esculturas arrancadas al sueño
de la cantera maternal por el relámpago del genio. Estas piedras talladas son
la historia del pensamiento humano, en la más bella forma de su desarrollo
universal, desde que el ibis rojo se posaba en el lomo de la esfinge hasta que
el heredero de Miguel Ángel modeló al esenio bárbaro, que comía langostas y
habitó en el desierto como los leones.
En las primeras horas de aquel día que de entregarlo a la tierra, yacía Pizano
en una sala de su retiro campestre, vestido para el sepulcro. Las ventanas es-
taban abiertas hacia el campo. No lo podremos olvidar nunca quienes estuvi-
mos allí, porque la escena era dulce y solemne como la Anunciación de Fray
Angélico. Todo era silencio. De súbito, como se difunde la música tras de los
9 Durante esos años el Gobierno de Abadía Méndez intenta sofocar el movimiento socia-
lista; la crisis económica (crac de los años veinte) genera una serie de movimientos sociales
que son fuertemente reprimidos, recordemos la Masacre de las Bananeras en 1928.
10 En aquellos años la Escuela administrativamente dependía de un Rector y no de un
Director.
Amaneció por fin, y la vasta sabana se tendió como un piélago dorado, estre-
mecido de finas vibraciones bajo el influjo de la luz. Solo los sauces cortaban la
ondulada extensión, peinando sus cabelleras vegetales para recibir la corona
del día.
Ese mismo paisaje lo había contemplado Pizano muchas veces, cuando solía
recostarse frente a la ventana por donde le entraba el aliento de la tierra hú-
meda, el olor de la hierba, la fresca respiración de la llanura. Quizás en sus
horas de fiebre, vio pasar en galope tendido, a Gregorio Vázquez que iba detrás
de una liebre con su capa corta y su sombrero de plumas. Entonces él levantó
la mano para saludar al remoto compañero de genio y ese acaso fue tu último
movimiento aquí en la Tierra, ¡Oh maestro Pizano! ¡Oh amigo inolvidable!”11.
Este discurso da cuenta de la noción del arte que existía en ese momento en el país.
Hay una evocación a la Grecia Antigua y a Roma a través de los artistas del Re-
nacimiento. Esos valores en esos años treinta, cuestionados altamente por la van-
guardia europea varias décadas atrás, aún tenían una acogida enorme en nuestro
contexto artístico y cultural, a tal punto que a Bogotá se le denominaba la Atenas
sudamericana. La consolidada Escuela Nacional de Bellas Artes de Bogotá, basada
en su homóloga francesa, rinde un homenaje a la obra de un artista y gestor que
intentó por todos los medios crear una escuela a la altura de las europeas, donde
los artistas que no tuviesen los medios para ir a Europa pudiesen estar en contacto
con las copias de las grandes obras del arte universal, particularmente del arte de
la Antigüedad Clásica y del Renacimiento. El tener acceso a esas obras era algo
importante para el desarrollo formativo de un artista que se formaba mediante el
dibujo, el grabado y luego la réplica de los mismos yesos. Es de esta manera que
comienza la aventura de esta colección que hoy la Universidad Nacional de Co-
lombia alberga preciosamente desde los años 70, donde se le construyó una sala
especial en el Museo de Arte.
Esta idea hizo escuela hasta los años sesenta, cuando precisamente se cuestiona-
ron los métodos de aprendizaje de las Escuelas de Arte y de las Universidades en
general. Por ejemplo en Francia, la Universidad de la Sorbona crea su programa
de Artes Plásticas en contraste con la enseñanza de una Escuela de Bellas Artes,
concebida inicialmente para una cierta élite cultural, y con rezagos de un gusto
burgués en decadencia. Es precisamente en 1970 que la mayor parte de los moldes
y figuras en yeso fueron transferidos a las pequeñas caballerizas del Castillo de
Versalles. Los estudiantes, influenciados por ese Mayo del 68, ya no quería saber
nada de ese tipo de arte. Y para evitar cualquier tipo de vandalismo con esos yesos,
la escuela decide, en asocio con el Taller del Louvre, trasladarlos al Palacio de Ver-
salles desde entonces museo.
11 Discurso de Rafael Maya en la inauguración del Museo de Bellas Artes la noche del 9 de
abril de 1930. Tomado de Lecturas Dominicales de El Tiempo No. 341, 20 de abril de 1930.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
Hoy, La Cour Vitrée de la Escuela de Bellas Artes de París, que albergaba antaño
las reproducciones en yeso, es un espacio arquitectónico transformado en un lu-
gar expositivo para los estudiantes y artistas de prestigio nacional e internacional,
adaptándose así a las nuevas exigencias del arte contemporáneo. Se exhiben regu-
larmente algunas piezas bien restauradas, y otras sobre todo del periodo del Re-
nacimiento se encuentran en la Capilla de la Escuela. Estas últimas, en su mayoría
copias de Miguel Ángel, se alternan este año con una exposición de arte contem-
poráneo, y el famoso artista Guisseppe Penone expone su más reciente creación
en La Cour Vitrée.
Una colección como la Pizano, que tuvo un exceso de reproducción sin ningún
control en los años setenta y ochenta, merece una mejor suerte para poder des-
pertar el interés sobre su verdadero valor pedagógico. No deja de sorprenderme
cómo un artista fuera de su tiempo como Roberto Pizano pudo concebir tamaña
osadía de reunir una serie de piezas y trasladarlas desde París hasta el puerto de Le
Havre en las costas normandas francesas y luego en barco hasta el puerto de Bar-
ranquilla (Puerto Colombia) en nuestro país, para ser transportadas río adentro en
barcos de vapor por el Magdalena y luego en tren hasta la Estación de la Sabana en
Bogotá. Por supuesto, varias de esas piezas llegaron en un estado lamentable, pero
lograron restaurarse por excelentes artesanos que creían tal vez tener en su manos
unas verdaderas obras de arte. Sin embargo, estas piezas solo eran copias, copias
“auténticas” en el mejor sentido de la palabra, verdaderos objetos kistch del pro-
ducto de un mundo industrializado moderno. El arte de la Antigüedad se demo-
cratizó, como bien lo dice Walter Benjamin en su famoso ensayo de 1937, gracias
a los medios mecánicos de reproducción, pero paradójicamente, al mismo tiempo,
perdió su aura de autenticidad: el pasado renace en forma de lo kistch, tratando de
mantener un halo luminoso que ya no irradia, que ya no ilumina el horizonte.
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Una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
Plutarco
«Con razón debería gloriarse nuestra Patria de los artistas que han
florecido en su suelo; y, sin embargo, no son en general apreciados
como lo merecen. Si se trata de los que antaño vivieron, su historia
está aún por escribir, y sus nombres se van desvaneciendo»
Roberto Pizano
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
yeso, un material que había sido usado por los griegos y romanos y que re-
surgió a partir de su experimento. Las obras reproducidas por Primaticcio
fueron una selección de arte helenístico que fue instalada en los jardines
del rey en Fontainebleau3. El éxito de esta misión se convirtió en el resur-
gimiento del yeso y en la incipiente industria de reproducir piezas maestras,
que a su vez significó la aparición de un criterio estético entre las grandes
casas europeas. La rápida industrialización de obras de arte antiguas recién
hechas generó un entusiasmo por el coleccionismo de esculturas y por
tanto el nacimiento de numerosas gliptotecas4 a lo largo de Europa.
3 Tollinchi, Esteban. La metamorfosis de Roma, San Juan de Puerto Rico, Editorial de la Uni-
versidad de Puerto Rico, 1998, pp. 138-139.
4 Colecciones especializadas en la conservación de esculturas.
representen las obras más nobles de la Antigüedad y algunas obras más re-
cientes, tanto en partes como en figuras completas y grupos. Los estudian-
tes deberán dibujarlos asiduamente, porque no solo les ayudará a ajustar la
visión y apreciar la belleza de las formas, sino que también les enseñará a
conocer la luz y la sombra y una variedad de actitudes y escorzos”5. Este
servicio de reproducción empezó a ser prestado por los museos europeos,
siendo las colecciones del Museo del Louvre unas de las más apetecidas
para copiar. A partir de 1794, el prestigioso museo parisino abrió su taller
de fabricación de réplicas escultóricas con el ánimo de suplir esas necesida-
des académicas de las instituciones artísticas europeas6.
Por otra parte, a medida que el arte fue despojándose de mojigatería, y una
vez que el desnudo fue comprendido como una materia de estudio seria
donde el artista magnifica la belleza de la creación humana, los modelos en
yeso empezaron a ser una herramienta exclusiva de los alumnos más jóve-
nes. Parece ser que España fue el único país europeo que para finales del
siglo XVIII aún no aceptaba el uso de modelos al natural como una opción
para el aprendizaje de las artes; la fuerte tradición cristiana en los españoles
impidió que el desnudo fuera tomado de modelos vivos, por lo cual el uso
de reproducciones en yeso se consolidó con más fuerza en España que en
otros países europeos hasta bien trascurrido el siglo XX. Eso explicaría,
por una parte, por qué la misma característica de la educación artística fue
implantada en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá: el uso de yesos y la
censura frente a la utilización de modelos desnudos en las primeras décadas
de fundación de la Escuela. Por otra parte, daría una pista sobre nuestra
heredada pudibundez, toda vez que una gran cantidad de los desnudos
realizados en distintas técnicas entre finales del siglo XIX y mediados del
XX recibieron numerosas censuras por parte de la Iglesia y la sociedad
conservadora. De este asombro ante la desnudez no se salvó ni siquiera la
Colección Pizano una vez que llegó a Colombia: “[…] a pesar de los reatos
5 Sulzer. “Allgemeine Theorie der hildenden Künste”. Citado en Nikolaus Pevsner. Las Acade-
mias de Arte: pasado y presente, Madrid, Ediciones Cátedra, 1982, p. 121.
6 Rionet, Florence. L´atelier de moulage du Musée du Louvre, Paris, Éditions de la Réunion
des Musées Nationaux, 1986.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
Sin embargo, hay que recordar una anécdota en la cual se invierte la an-
terior noción. Son los yesos los que han contribuido en la conservación
de algunos de los más importantes tesoros de la humanidad. Durante la
Segunda Guerra Mundial, Francia fue ocupada por las fuerzas militares
nazis y de esta forma París se convirtió en uno de los principales tesoros
de la nueva conquista alemana. El Museo del Louvre era precisamente uno
de sus más importantes botines de guerra y un espacio turístico para los
más de 200.000 soldados alemanes que tuvieron la oportunidad de visi-
tarlo mientras duró la ocupación nazi. En el Louvre, los turistas militares
tuvieron la oportunidad de degustar la colección más famosa de obras de
la historia del arte universal, entre ellas la Venus de Milo. Sin embargo, los
nazis nunca supieron que la obra que contemplaban era una copia en yeso
y no la original, que los franceses habían escondido en el sótano del castillo
de Valençay con el fin de evitar el robo de los germanos. Durante la guerra,
el Tercer Reich, liderado por Hitler, expropió cerca de 200 colecciones de
diferentes museos y de familias judías con el fin de apoderarse de los teso-
ros del arte universal. Al proteger la Venus de Milo con una reproducción
en yeso, los franceses estaban engañando a los alemanes y su temible fama
de robar el patrimonio artístico de las ciudades que invadían a su paso9.
35
Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
con el propósito de acercar el arte a los invidentes por medio del tacto,
permitiendo reconocer cualidades como texturas, dimensiones y formas, y
desmitificando así el objeto museal que hasta entonces no podía entrar en
contacto físico con el espectador. La Galería Táctil del Museo del Louvre
nació en 1995 de la necesidad de ofrecerles a las personas discapacitadas
acceso a su colección. Está conformada por reproducciones de esculturas
de la colección del museo exhibidas en un espacio de 80 metros cuadrados,
una proporción menor frente a la totalidad del museo, pero que cumple
una noble función: “La réplica, que tenía como propósito educar a los
artistas y dar placer a los coleccionistas, encuentra un nuevo sentido como
medio de difusión del conocimiento para las personas en situación de dis-
capacidad visual”10. De esta forma, las instituciones culturales actualmen-
te asumen un compromiso con la sociedad al utilizar las reproducciones
como herramientas de acceso a minorías comúnmente excluidas de los
procesos culturales de su comunidad. Como conclusión de estas nuevas
formas de integración social se promueven nuevos lazos que estrechan a
museos, espectadores, instituciones y sociedad, lo cual genera una caracte-
rística funcional del arte que lo separa de las definiciones elevadas y subli-
mes que lo consideran como una necesidad que solo satisface los estadios
espirituales individuales, inútiles en la comunidad.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
16 Pizano, Roberto. “Por el fomento de las bellas artes en Colombia (I)”. En: El Tiempo,
Bogotá, febrero 4 de 1927, p. 1.
39
Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
“En mi concepto, están en primer lugar los vaciados directos de las obras
originales más célebres de Escultura y Arquitectura, para cuya selección
creo ser el más preparado, entre otras circunstancias, por haberme intere-
sado en que el Gobierno español facilite algunos del Taller de Madrid, y
por haber conseguido, en unión de los jefes de las Oficinas de Información
de París y Londres, que las colonias colombianas de dichas ciudades contri-
buyeran con nosotros a obsequiar a Bogotá un número selecto, aunque
por desgracia reducidísimo, de tales vaciados. Por consiguiente, creo que
de ninguna manera debo regresar al país sin elegir yo mismo en los museos
de las capitales citadas, y en Italia, las obras más importantes, y sin haberlas
comprado y despachado yo mismo para Bogotá, con el objeto de impedir
así cualquier error o demora perjudicial. Esta medida, que es decisiva para
la cultura artística del país, se puede llevar a cabo con una suma que resulta
insignificante al lado de la trascendencia de aquella. Con veinte mil pesos
podríamos obtener las más bellas piezas que se conservan del Partenón, las
más importantes piezas de la época egipcia, de la asiria, de la griega, de la
gótica y del Renacimiento; con lo cual dotaríamos a nuestra capital con una
colección bastante completa para la formación clásica de los artistas y la
educación de todas las clases sociales”20.
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21 Una ilustración realizada por Pizano para la portada de la revista Cromos reforzaría esta
idea expuesta. En la imagen, una estudiante realiza una pintura basándose en la Victoria de
Samotracia o posiblemente una copia en yeso. La obra está dispuesta frente a la mujer mientras
ésta la analiza antes de ejecutar la pincelada. Cromos, diciembre 9 de 1922.
22 A Roberto Pizano 1928 le deja una impresión buena del arte nacional. Citado en Roberto
Pizano, Bogotá, Seguros Bolívar, 2001, p. 159.
23 Decreto 568 de marzo 28 de 1928 y Decreto 1231 de julio 4 de 1928, por los cuales se
reglamenta la Ley 81 de 1925 sobre becas de la Escuela de Bellas Artes.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
En marzo del mismo año, pocos meses después de su llegada, Pizano fue
entrevistado para un artículo sobre la situación de la Escuela de Bellas Ar-
tes. Al hacer una descripción de la entrada del edificio, el periodista indicó
que “los relieves del Partenón anuncian al visitante las nobles disciplinas
a que se dedican las gentes del instituto”30. Se ha comentado a lo largo de
distintas menciones que la colección de obras seleccionadas por Pizano
llegó en momentos distintos. La anterior cita nos revela cuál habría sido
una de las primeras partes de la colección en llegar a Bogotá junto con la
biblioteca (la cual también es comentada en el mismo artículo), instaladas
ambas en el recién adaptado edificio. En ese caso, esto confirmaría que la
primera parte en ser comprada fue la selección hecha por Pizano a partir
de la colección del Museo Británico, donde hasta hoy son resguardados la
mayoría de relieves del Partenón.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
A medida que la carga iba llegando a Bogotá, la Escuela era avisada para
que recogiera sus paquetes. Una carta de enero de 1929 dirigida a Pizano
informa la llegada de varias esculturas, moldes y figuras de yeso a la esta-
ción del ferrocarril de Cundinamarca35. Otra carta de septiembre de 1929
se dirige a la Escuela de Bellas Artes avisando que desde diciembre 20 de
1928 habían llegado encomiendas procedentes de Francia, y que como ha-
bía pasado tanto tiempo sin que estas fueran reclamadas, serían devueltas
a su remitente36. En octubre de 1929 la Escuela tuvo conocimiento de la
llegada de otro cargamento a la estación del Ferrocarril de Cundinamarca37.
Es decir que las obras siguieron llegando aun meses después de que Pizano
muriera, lo cual explicaría por qué la inauguración no se llevó a cabo en
febrero de 1929 como el mismo Pizano esperaba:
Desde luego, esta instalación será provisional, puesto que allí no cabe com-
pleta la colección de objetos de arte que posee ya la Nación en Bogotá.
calcografías, que resume íntegra la historia del grabado universal y una ter-
cera colección de más de trescientos cuadros y dibujos de artistas colom-
bianos, hispanoamericanos, alemanes, franceses, italianos, etcétera”38.
El objetivo de la nota parece ser claro: informar que “la actual Escuela de
Bellas Artes es insuficiente e inadecuada para su propósito”40. Hay que
tener en cuenta que el autor del texto, Santiago Martínez Delgado, fue
alumno de Roberto Pizano en la Escuela de Bellas Artes en los primeros
años de la misma década, de lo cual se deduce que su queja era la voz de
Pizano haciéndose expresar por medio de sus colegas, o simplemente que
sus colegas estaban de acuerdo con la impertinencia del local a pesar de los
esfuerzos que el director había hecho en beneficio de la institución. Negar
la apertura de las cajas en las que venían los yesos era una estrategia para
presionar al Gobierno, impidiendo el uso de elementos que se habían com-
prado con dineros estatales.
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El peregrinaje de la colección
De esta forma se cumplió uno de los propósitos que Roberto Pizano había
expresado cuando realizaba su estudio sobre la obra de Gregorio Vásquez de
Arce y Ceballos: “Para adquirir un carácter nacional definido y fuerte, es preciso
mirar al pasado, enseñar a los jóvenes a estudiar y conocer la obra de sus pre-
decesores, para transmitirles así la energía y el pensamiento de éstos, condición
indispensable para que su obra pueda proseguirse”48. Esa preocupación había
quedado heredada por los profesores de la Escuela, y aprovechando la valiosa
novedad que las reproducciones representaban se valieron de este recurso para
evaluar el desempeño y los progresos de sus alumnos.
47 Calificaciones de noviembre de 1930, Archivo Central e Histórico de la Universidad Nacio-
nal de Colombia, Escuela de Bellas Artes, caja 1, carpeta 21.
48 Pizano, Roberto. Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Siglo Dieciséis, 1985, p. 5.
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Poco después, la Escuela se mudó a una casa en la calle 10ª con 8ª, lugar
que por sus pésimas condiciones no pudo albergar a la colección, así que
estas piezas fueron trasladadas en 1936 a la planta baja del recientemente
construido edificio para la Biblioteca Nacional. Este era el primer edificio
moderno que albergaba a la colección, y por tanto fue concebido como
el espacio idóneo para darle mayor visibilidad a las obras a partir de una
exposición decorosa y publicidad que permitiera darla a conocer. Sin em-
bargo, el apoyo oficial para que ésta y otras ideas por parte del director de
la Escuela, Alberto Arango, se hicieran visibles nunca se concretó, como
su denuncia lo demuestra:
61
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Este traslado al Claustro de Santa Clara no se realizó sin antes hacer una
apelación para que las obras fueran sacadas de los sótanos de la biblioteca
y exhibidas en el mismo edificio:
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
“En una de esas largas jornadas de pintura con agua y colores minerales,
sobre los encalados muros del primer piso del edificio viejo, aposté con
Jorge Herrera, mi compañero de taller, […] una carrera por las escaleras
para calentar los entumecidos cuerpos; el que ganara le daría un beso a la
Venus. Yo subí al pedestal y me abracé a sus inmensos pechos para besarla,
pero, cuando me estaba bajando, ella se me vino encima y apenas tuve
tiempo de quitarme para que no me destripara. La estatua, copia en yeso de
la original griega, se había roto desde la cintura, y su torso y hermosa cara
eran un triste espectáculo de varillas y trozos de escayola desperdigadas
sobre el baldosín”59.
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60 Torres León, Fernán. “Existen ignorados en Bogotá cinco mil años de escultura”. El Tiem-
po, abril 5 de 1959, p. 10.
61 Testimonio del maestro Francisco Cardona sobre su experiencia como director del Depar-
tamento de Bellas Artes 1966-1973. Ana Zenaida Acevedo Carvajal. Escuela de Bellas Artes
(Hoy departamento de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia a partir de su
integración en 1965). Tesis de posgrado de Crítica de Arte, Bogotá, Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario, abril de 1991, pp. 17-18.
62 Entrevista con Germán Rubiano Caballero, 27 de marzo de 2009.
63 Entrevista con Marta Combariza, 22 de abril de 2009.
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Entre 1984 y 1990 la dirección del museo fue regentada por la maestra
María Elena Bernal, quien construyó la sala Pizano como espacio anexo
al museo con el fin de exhibir permanentemente la colección e inició las
64 Fajardo de Rueda, Marta. La colección Pizano: un esfuerzo renovador de la cultura, Ob. cit. p. 189.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
Una vez restaurada la obra en papel (1997), se invitó al profesor Juan Car-
rete, quien dirigía la Calcografía Nacional de Madrid en la Real Academia
de San Fernando, para recibir su aval sobre la importancia de la obra grá-
fica traída por Roberto Pizano de Europa. Su diagnóstico sobre el trabajo
de restauración realizado y la relevancia de las obra fue aprobatorio, y su
presencia contribuyó para generar debates, charlas y conferencias sobre
“las Escuelas de Bellas Artes en el siglo XIX y comienzos del XX, la Real
Calcografía de Madrid y la Política Ilustrada del Arte del Grabado en la
Academia, así como los procesos de conservación y restauración de la obra
gráfica”70. La restauración (estimada en el 90% de la obra gráfica) y poste-
rior valoración por parte de este experto promovió una gran muestra que
incluyó 120 grabados.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
Esta labor fue continuada por Marta Combariza, quien además buscó darle
visibilidad a la colección a partir de la intervención de artistas contem-
poráneos que participaran de procesos creativos con la obra. Entonces sur-
gió el proyecto curatorial con el dibujante antioqueño José Antonio Suárez
(2007), quien presentó una libreta de dibujos hechos a partir de las escultu-
ras de la Colección Pizano, reiterando en su trabajo la función original que
estas obras tenían y además proponiendo la revisión histórica y la disciplina
como metodologías perdidas en las prácticas artísticas contemporáneas.
La exposición fue exhibida en el año 2007 bajo el nombre José Antonio
Suárez Londoño: ejercicios con la Colección Pizano, durante la gestión del
profesor William López, quien comentó en torno a la muestra:
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
76 Nacido en 1939 en Nueva York. Ver información detallada sobre su obra en el texto “Wi-
tkin por Witkin”. En: Fotográfica Bogotá. Desbordando la objetividad, Fotomuseo, Bogotá,
febrero de 2008.
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Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
con tan vigilante cuidado por hombres de espíritu delicadísimo, que consa-
graron a ello su vida. Así se evitará que esas Colecciones se disgreguen al
desaparecer quienes las formaron. Mientras hemos escrito estas páginas,
¡con cuántos afanes, con cuánto trabajo nos ha sido forzoso seguir los ras-
tros casi perdidos de objetos preciosos, que, antes reunidos, se avaloraban
unos a otros!”77.
Pie de foto El día. ca. 1975. Archivo Museo de Arte Universidad Nacional de Colom-
bia.
81
Despertares de 80 Años en Recurrente Catalepsia
POR EL FOMENTO DE
LAS BELLAS ARTES EN COLOMBIA (I)
Las medidas que se necesitan • El Palacio de Bellas Artes • Los museos.
En: El Tiempo, Bogotá, febrero 4 de 1927, p. 1.
83
Roberto Pizano
Lejos de ser modesto, debe ser de grandiosas proporciones para que res-
ponda a su objeto, con un carácter definitivo, pues lo provisional es el gran
mal de que ha sufrido muchas veces el país. ¿No hubiera sido un error in-
menso haber construido un “modesto” Capitolio o un “modesto” Teatro
de Colón para tener que derruirlos y después levantarlos nuevamente? El
Palacio de Bellas Artes debe reunir las escuelas de pintura, escultura y gra-
bado; las de música y arquitectura, con todas las condiciones necesarias
y todas las dependencias requeridas para el estudio de cada una de esas
artes. Debe comprender un salón de conciertos; un museo de bellas artes
en donde se conserven las obras originales de todos los artistas colombia-
nos antiguos y modernos y, luego de reunir estas, de artistas extranjeros;
un museo de reproducciones artísticas constituido por una colección de
buenas copias de los cuadros antiguos más notables que se encuentren en
el extranjero (de estas hay muchas de mérito en el país) y de los vaciados
directos ejecutados en los museos de las obras escultóricas famosas. Una
colección importante de estas no tarda en llegar a Bogotá obsequiada a la
Nación por las colonias colombianas de París y Londres, por iniciativa de
los señores José Medina, Roberto Pinto Valderrama y el que esto escribe.
Lo dicho sobre los museos nos obliga a hacer una aclaración. En nuestro
libro sobre Vásquez pedimos al Concejo Municipal (y si esto no lo hiciera,
a la Nación) que se dedique un edificio colonial histórico para un museo
de artes de la época colonial. Este museo, que se debe llamar Vásquez,
sería independiente de los que hemos indicado como partes constitutivas
del Palacio de Bellas Artes. Y las razones son claras, porque solamente de
Vásquez existen hoy cerca de seiscientas obras, muchas de ellas de gran-
des proporciones, y por lo menos de otras tantas de sus contemporáneos.
Además, junto con ella deben conservarse multitud de muebles, objetos
preciosos y detalles de arquitectura de la época, todo lo cual basta para
ocupar el más grande edificio colonial. Sea este el lugar de reiterar la pe-
tición de que se funde el Museo de Vásquez, como lo hicimos en el libro.
85
Las ingentes proporciones del edificio, el valor artístico que debe tener para
que se adapte a su fin y su carácter suntuoso señalan como lugar en que
debe ser construido el que han ocupado los diversos pabellones de exposi-
ciones y de la Escuela de Bellas Artes en el Parque de la Independencia, si
hubiera allí espacio suficiente, o la plaza de Nariño, para que dé a la avenida
Colón una perspectiva semejante a la del Congreso de la avenida de Mayo
en Buenos Aires, u otro sitio que sea central y ofrezca a la vez una hermosa
perspectiva. Su valor arquitectónico deberá ser superior al de cualesquier
otro edificio de Bogotá, que algún día ha de superarse lo que hizo la ciudad
en épocas difíciles. Y nunca mejor que en estos momentos de prosperidad
patria, en una obra de interés nacional.
Proyecto tan trascendental para la ciudad y para la cultura del país no puede
hacerse a la ligera. Estúdiese y elabórese un plan a conciencia. Pero mien-
tras el Palacio de Bellas Artes se construye, destínese a la Escuela, como
pedimos en el artículo anterior, el edificio de Santa Inés, que reúne buenas
condiciones.
87
correspondiente. Es necesario otro artículo que complemente el anterior,
así: “Aprópiese la suma de diez mil pesos para adquirir en los museos de
Europa vaciados directos de las obras originales más notables de escultura,
y formar con ellos una galería aneja a la Escuela de Bellas Artes”.
Finalmente, puede apropiarse una suma de diez mil pesos para adquirir la
obra en mármol Silencio, del escultor nacional Marco Tobón Mejía, con lo
cual se embellecería el parque del Centenario.
Pie de foto La colección Pizano en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. ca. 1975.
Fotografía Sergio Trujillo Dávila.
Roberto Pizano. 1921. Archivo particular.
89
al Ministro de Instrucción Pública
Sr. Dr.
Señor Ministro:
91
al Ministro de Instrucción Pública
ya otras repúblicas iberoamericanas. Las medidas que exige tal labor son
múltiples y apremiantes. No se me oculta que la reorganización será lenta y
laboriosa, y que debemos comenzar por lo más urgente, dejando para des-
pués otros proyectos cuyas proporciones requieren detenidísimo estudio.
En consecuencia, expondré aquí dos puntos fundamentales, de cuya apro-
bación depende el que pueda hacerme cargo de la dirección de la Escuela:
93
al Ministro de Instrucción Pública
Si el Gobierno está dispuesto a realizar estas ideas, será para mí muy hon-
roso aceptar la Dirección de la Escuela, en la cual desplegaría todas las ac-
tividades de que fuera capaz para satisfacer los deseos patrióticos de usted
y del señor Presidente en lo que se refiere a impulsar las Bellas Artes. En
tal caso, en cuanto la suma a que aludo se halle en poder de la entidad que
debe cubrir directamente las compras que yo haga en los museos nacio-
nales de Europa, procedería a hacer las adquisiciones del caso y a embar-
carme enseguida para Colombia.
Roberto Pizano
95
En La Inauguración Del Museo De Bellas Artes
Avanzad unos siglos y Grecia comienza a sonreíros con sus apolos arcaicos,
buscando el movimiento de la vida y el esplendor de la forma, hasta que os
encontráis delante de los jinetes y de las portadoras de cántaros que decoraban
el templo soberano de Grecia, sencillo como un diálogo platónico, sujeto a
todos los ritmos como la oda pindárica, abierto al soplo del mar y al aire de la
montaña como la inteligencia helénica. Es el imperio de la razón y el desenvol-
vimiento del orden, que rige la diosa mutilada, serena en la flexión de su torso
divino como si aún asentara la planta en su isla natal, la bella flor de mármol
nacida en la primavera de las aguas. Los bustos romanos y los corceles impe-
riales os hablarán de la conquista universal, del humano instinto convertido en
ordenación de la mente y de la eterna gracia de la elocuencia, arrullada en su
cuna eterna por estos próceres de amplias togas que están aquí defendiendo la
herencia latina en la nueva patria de los hombres.
Sí, aquí están las formas gloriosas representativas de ese milagro de la historia.
Enmudeced de sagrado terror delante de “La noche” de Miguel Ángel, engen-
drada por el dolor de un hombre que sentía las miserias de la patria y el desam-
paro de su corazón cósmico cada vez que bajaba a la tierra, después de haber
concitado en las alturas a los fieros profetas o a las sibilas iracundas. Aún vienen
a la memoria los versos que grabó el propio gigante al pie de su escultura: “Ah!
No me despertéis, porque es muy dulce dormir cuando todo es vergüenza y
ruina”. Adorad, al otro lado, la estatua del “Día” que anuncia el despertar de
la nueva cultura y el triunfo del espíritu humano organizado otra vez para
la plenitud de la vida.
97
En La Inauguración Del Museo De Bellas Artes
Permitidme, en cambio, que para llenar ese vacío y antes de que estas salas
recobre su silencio, animado solo por la respiración de los genios dormi-
dos, os evoque al maestro y amigo una vez más, cuando ya sobre sus pár-
pados había descendido la gracia del sueño.
En las primeras horas de aquel día que de entregarlo a la tierra, yacía Pizano
en una sala de su retiro campestre, vestido para el sepulcro. Las ventanas
estaban abiertas hacia el campo. No lo podremos olvidar nunca quienes es-
tuvimos allí, porque la escena era dulce y solemne como la Anunciación de
Fray Angélico. Todo era silencio. De súbito, como se difunde la música tras
de los cuatro golpes secos que da el director, y primero es una insinuación
melódica y luego estalla en las voces y sube el torbellino de los cobres, así
mismo comenzó a amanecer, con un vapor rosado que empañaba los cer-
ros y que, más tarde, contagió la sabana de una lánguida coloración a través
de la cual volteaba la niebla, desperezándose lentamente como un mundo
difuso donde se agitasen todos los sueños de la Tierra.
99
En La Inauguración Del Museo De Bellas Artes
EL SALÓN DE
REPRODUCCIONES ESCULTÓRICAS
Tomado de El Gráfico No. 974, abril 12 de 1930.
Las esculturas, como era de esperarse, han sido muy bien seleccionadas y
así pueden verse obras representativas de las principales civilizaciones y
de las diversas épocas, como por ejemplo la egipcia, la caldea, la griega en
sus diversos periodos, el arte gótico, el renacimiento, etc., además de los
ejemplos más interesantes de la civilización precolombina descubiertos en
nuestro suelo (San Agustín). Hay también allí algunas obras de nuestros
compatriotas Tobón Mejía y Rómulo Rozo.
103
Con los grabados (1.680 en total, algunos tomados de las planchas origina-
les, otros copias de grandes obras de la historia del arte efectuadas por gra-
badores a finales de 1800), Pizano trajo 160 esculturas en yeso, imitación
de piezas de las colecciones del Louvre y el British Museum, entre otras
instituciones europeas.
Desapego al arte
105
de estudiantes inquietos). Ciertas administraciones han prestado mayor in-
terés que otras, pero nada serio ni científico, y de vez en cuando algunas
piezas han sido expuestas. Y aunque la colección tenga en el Museo una
sala que lleva su nombre, jamás ha hecho posesión real de tal espacio.
Lecturas de la colección
Pero hasta ahora se están dando los primeros pasos para levantar un mapa
teórico. Los trabajos de recuperación y restauración servirán de punto de
partida, y a su lado estará la historiadora Marta Fajardo que elabora un
guión para la exposición del 25 de septiembre, donde se mostrarán algunas
de las obras restauradas. Esta es la primera de una serie de muestras de
carácter permanente, y rotativo, de acuerdo con las investigaciones que se
Como apoyo al trabajo de campo se traerán expertos para que emitan sus
conceptos. Uno de ellos, del Centro de Calcografía de Madrid, llegará en
septiembre. Hace siete años estuvo Paul Goldman, curador del Departa-
mento de Dibujos y Estampas del British Museum, e identificó el 80 por
cientro de las obras; sus observaciones contribuyeron a aclarar dudas sobre
los autores.
Por ahora, se podrán apreciar estas gastadas imágenes que los expertos han
limpiado de polvo, hongos y fisuras, pero conservan la pátina natural del
transcurso del tiempo.
107
TEORÍA Y SENTIDO
DEL GABINETE DE GRABADOS
Álvaro Medina
Tomado del catálogo El rescate de un legado: Exposición de grabados, Colección
Pizano. Museo de Arte Universidad Nacional de Colombia, 1997.
109
Del Gabinete de Grabados
Arte y antigüedad
El más importante giro pedagógico de la historia del arte tuvo lugar cuan-
do los hermanos Annibale y Agostino Carracci se unieron a un primo,
Ludovico Carracci, para fundar en Bolonia, en 1582, la Academia degli
Incamminati. La iniciativa tuvo un carácter juvenil y rebelde que el mismo
nombre de la Academia hace explícito, con lo que se sugería que la institu-
ción consideraba “encaminados” a los artistas deseosos de seguir nuevos
senderos. Desde entonces, los oficios relacionados con el dibujo, la pintura,
el modelado y la escultura dejaron de ser un cúmulo de conocimientos téc-
nicos más o menos manuales para volverse corriente, como complemento
de las actividades de taller, para impartir cursos teóricos que tuvieran en
cuenta la experiencia previa, es decir, la práctica de los grandes maestros de
todos los tiempos, de los genios de la Grecia clásica al portento de Miguel
Ángel.
Conocer, analizar y derivar lecciones del pasado exigía distinguir los estilos
individuales. Una vez se logró clasificar a los artistas, fue inevitable sugerir
fórmulas que en el plano teórico tenían aire de eficaces. Famoso es el caso
de Ludovico Carracci, autor del citadísimo soneto que aconsejaba que todo
aquel que aspiraba ser un buen pintor debía imitar, entre otras cosas, el
dibujo de los antiguos romanos, el movimiento y el sombreado de los ve-
necianos, el color de los lombardos, la fuerza de Miguel Ángel, la fidelidad
y la naturaleza del Ticiano, el estilo puro y soberbio de Correggio y la exacta
simetría de Rafael.
111
Del Gabinete de Grabados
tistas jóvenes más talentosos con el fin de que aprendieran en Italia asuntos
de “gusto y manera”. Ante la imposibilidad física de traer a Francia el gran
arte romano e italiano, se establecieron bolsas con el fin de que los artistas
franceses jóvenes vivieran temporadas largas en Italia.
Sir Joshua Reynolds lo expresó de modo directo y claro: “El plato cotidiano
y alimento de un artista se encuentra en las grandes obras de sus predece-
sores”. Fue dentro de este principio que se dio inicio a la tarea de copiar en
yeso obras notables, o de reproducirlas en grabados impecables, esfuerzo
que tenía el propósito de ponerlas a la vista de los estudiantes matriculados
en las academias de Bellas Artes. De allí surgió el museo, institución que
nace en el siglo XVIII y que adquiere una fuerza inusitada en el XX. No
quedaba sino un paso.
El caso Mexicano
113
Del Gabinete de Grabados
Fue precisamente Couto quien reorganizó y dio piso firme, a mediados del
siglo XIX, a la Galería de la Academia de San Carlos. No es nada casual que
la figura decimonónica de Couto tenga un par en la del pintor colombiano
Alberto Urdaneta, fundador de la Escuela de Bellas Artes en 1886 y colec-
cionista privado de tal envergadura que su casa de habitación en Bogotá
ha pasado a la historia con el nombre de Museo Taller. La actividad mu-
seográfica de Urdaneta se puede separar de dos campos: a) el de su propia
colección y b) el de la exposición de 1886.
La colección Urdaneta
115
Del Gabinete de Grabados
117
Del Gabinete de Grabados
Como bien puede verse, el álbum de estudios que sirvió a Vásquez Cebal-
los de inspiración y guía, aconsejaba de manera explícita de qué manera
debía proceder el artista según los casos.
Voy a mencionar, escogidas casi que al azar, algunas obras del gabinete de
grabados que se destacan de muchas maneras: el Esopo de Velásquez que
dibujó León Bueno y grabó Manuel Esquivel; la Madona de Sacco de An-
drea del Sarto de T. di Lorenzo; la Adoración de los Magos de Luca Gior-
dano del ya nombrado Dominique Vivant Denon; la Dannae del Corregio
de N. Ortis y A. Porreti o La marcha del rey acompañado de sus guardias
cuando atraviesa el pont Neuf yendo a palacio, que pinto Vander Meulen
y grabó Huchtenburgh.
Hay que reconocer que estos grabados nos llegaron a destiempo si plan-
teamos el asunto en términos de las modernidades sucesivas que la historia
occidental ha registrado desde el Renacimiento italiano y más que a tiempo
a la luz de los conceptos de posmodernidad y posvanguardismo que nos
ayudan, ambos a reconciliarnos con el pasado, a sacar de ese pasado nuevas
lecciones y a reflexionar como intelectuales frente a cualquier expresión de
tipo visual.
Quien quiera hacer instalaciones hoy, no puede ignorar tan rico antece-
dente. Por supuesto, un grabado del siglo XVI no es una instalación del
siglo XX, pero la noción de un arte fundamentado en ideas más que en
apariencias retinales sí es la misma. Aquí es curioso constatar que el movi-
miento que aspiró a despojar el arte de las tiranías de la retina, o sea el arte
abstracto, no hizo sino volverlo una expresión que en su quintaesencia es
retinal, ya que, parodiando la rosa de Gertrude Stein, una mancha es una
mancha y nada más.
En este sentido, viene al caso recordar la anécdota del pintor chileno Ro-
berto Matta, cuando descubrió la otra dimensión que el arte puede alcanzar
a través del recurso iconográfico, y vino a saber, frente a un monumento
parisino, que este no se reducía a ser el simple león que sus ojos veían sino
toda la ciudad de Francia. Aquel león de bronce se hizo entonces, para
Matta, inteligible. Inteligible quiere decir “lo que es materia de puro cono-
cimiento, sin intervención de los sentidos”, en este fin de milenio, el arte
colombiano se ha situado en la esfera del conocimiento puro. Una función
del momento en que se hizo, o de la persona que la hizo, o del material
con que se hizo, o del lugar donde se hizo, o del modo como se hizo o se
encontró. El artista que así procede trabaja como un intelectual.
119
Del Gabinete de Grabados
Hay que reconocer que el arte rayó a veces lo artesanal, sobre todo en la
Edad Media. Con Cimabue volvió en Europa por sus fueros intelectuales
en largo esfuerzo que culminaron con las academias que florecieron del
XVI al XIX. Luego, de Gauguin a Duchamp, los grandes del siglo XX nos
hicieron ver que facilita la reflexión sobre lo que el museo contiene, ya sea
por negación, ya por afirmación; que el artista puede concebir lo que nadie
ha concebido antes y proyectarse hacia el futuro. Es también en el museo
–por los mismos principios de negación o afirmación– que las convencio-
nes toman cuerpo.
Para concluir, quiero retomar una opinión que inspiró a Roberto Pizano, al
que debemos una colección rica en un país de colecciones pobres en arte
europeo. La opinión es de Felipe Lleras Camargo y la publicó El Especta-
dor dos días después de la muerte del maestro: “El artista de nuestros días
es un hombre de letras, un intelectual”. Debo precisar que no todos lo han
sido, pero sí los mejores.
121
La Validez de La copia
LA VALIDEZ DE LA COPIA
Tomado de UN Periódico No. 40, Bogotá D.C., noviembre 17 de 2002.
123
La Validez de La copia
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La Validez de La copia
127
Ejercicios con la Colección Pizano
Hijas de una época en que se estimaba el honesto disimulo, las obras de la Co-
lección Pizano juegan con seriedad a su disfraz, son sin serlo. Por ejemplo, la
idea que esculpió en el siglo XV Francisco Lausana mientras miraba a Beatriz
de Aragón está en otra parte y aquí tenemos su réplica, y no la única. Figuras
hieráticas que son la pura pose, acostumbradas a ser dibujadas, entrenadas para
modelos por un designio anterior a ellas mismas, de repente son almacenadas.
Imagino que en su soledad narcisista padecen el síndrome de abstinencia del
olor a grafito y carboncillo, su principal alimento, y ansían –como niñas ado-
lescentes– ser miradas y admiradas. (También las imagino sordas, indiferentes
a los gritos de los maestros, a las mismas repetidas normas disparadas como
fórmulas de salvación).
Durante años y años nadie las mira, nadie las dibuja, la humedad y la desolación
las acompañan en la oscura bodega en donde el olvido las va desmoronando.
Algunas, creo poder decir cuáles, recuerdan con algo de ironía la manera como
fueron utilizadas. Como instrumentos mecánicos para entrenar la línea, como
herramienta para dibujar luces y sombras, para aprender perspectiva, para re-
ducir tres dimensiones a dos. Luego la oscuridad, la quietud, la catalepsia, el
depósito oscuro a lo largo de más de medio siglo, cuando la señora Ángela
rastrea sus orígenes.
Hoy en día las 160 esculturas están, en su mayoría, en un depósito. Algunas, las
de mayor talla, están en el Auditorio León de Greiff, en la misma Universidad
Nacional. Para todos los efectos, la Colección Pizano sigue olvidada y, segura-
mente, este olvido es preferible a ciertas épocas en que la irreverencia impuso
pintarle bigotes a ciertas piezas. Ahora, y mejor, no merecen ni el irrespeto, no
existen. Son fantasmas de esculturas.
Desde 1985, cuando descubrió el libro de Ángela Mejía de López, José Anto-
nio Suárez sabía que llegaría el momento de dibujar la Colección Pizano. Supo
de ella por ese libro que ya cité, y la persiguió por muchos años. De su época de
estudiante de la Escuela Superior de Artes Visuales de Ginebra, Suiza (ESAV),
Suárez recordaba una colección parecidísima a esta. Y, sin tenerlos al frente,
veía con precisión dibujos de estas piezas de Ingres y Delacroix.
Era simple y complicado a la vez. La colección parecía pedir que alguien vol-
viera a dibujarla, y Suárez estaba obsesionado por los ejercicios que le induciría
tal tarea.
129
Ejercicios con la Colección Pizano
poco– dice que estas esculturas son buenas para aprender a dibujar. En algún
dibujo escribe que se trata de un calentamiento, en otro se mide el tiempo, en
fin, llega a manifestar ciertos aspectos mensurables y sujetos a control en el
ejercicio del dibujo.
Pero admite, lo admite con un aire que advierte que de eso no habla, que llega
a encontrar ese rapto: no se siente cómo pasa el tiempo y se tiene la sensación
de estar en otra parte. En esos momentos la mano viaja sola y conduce el lápiz
en automático, se elimina el intermediario, el ejercicio fluye solo sin necesidad
del ejercitante.
Pero, ante todo, y más dibujando estas esculturas que personifican la acade-
mia, el artista está aprendiendo. Y también está mirándose en el espejo de
un imposible, dándose la bofetada de que nunca alcanzará la perfección, que
siempre habrá algo qué mejorar. Su actitud de eterno estudiante que equivale a
la actitud de todo artista verdadero, el goce del amor a un oficio que nunca se
agotará llegando a la pureza, es decir a la rutina.
Pie de foto - José Antonio Suarez dibujando a Beatriz de Aragón en el Auditorio León de Greiff. 2005.
Fotografía Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Caballo de Selene. José Antonio Suarez Londoño. 2007. Fotografía de Miguel Torres. Archivo
Diego Cortés.
131
Relieves de la Colección Pizano
Concepto
En Torno a la Información…
Los relieves de la Colección Pizano son copias en yeso de diferentes obras procedentes del Museo
del Louvre y del British Museum, traídas al país por el maestro Pizano como elemento pedagógico
y donadas a la Universidad hace aproximadamente 80 años, permitiendo el acceso “real” a informa-
ción dirigida a estudiantes, académicos y personas interesadas en el medio artístico del país de ese
entonces.
En referencia a copias, éstas se encuentran regidas por leyes de propiedad intelectual, de donde se
desprende el término copyrigth, que es un conjunto de normas y principios que regulan los derechos
morales y patrimoniales que la ley concede a los autores, en contraposición con el término copyleft
o copia permitida, que comprende un grupo de derechos de propiedad intelectual caracterizados
por eliminar las restricciones de distribución o modificación de las que adolece el copyright, con la
condición de que el trabajo derivado se mantenga con el mismo régimen de propiedad intelectual
que el original.
Finalmente, no solo es la información como tal, es el uso, la obtención y lo que hacemos con ella
lo que determina su carácter como elemento circunscrito dentro de ciertos parámetros socialmente
establecidos.
La Colección Pizano, compuesta por copias en yeso, no estaría exenta de ser denominada simple
reproducción, si no se hubiese convertido en insignia del esfuerzo pedagógico que ha caracterizado
a la Universidad desde siempre, subrayado por el momento histórico del papel de la información y
la copia en la educación contemporánea.
“Las METATAGS son etiquetas HTML que se incorporan en el encabezado de una página web
y que resultan invisibles para un visitante normal, pero de gran utilidad para navegadores u otros
programas que puedan valerse de esta información.
Esta información podría ser utilizada por los robots de búsqueda para incluirla en las bases de datos
de sus buscadores y mostrarla en el resumen de búsquedas o tenerla en cuenta durante las mismas y
1 Manual de Bibliotecología On Line.
133
Relieves de la Colección Pizano
Pie de foto - José Antonio Suarez dibujando a Beatriz de Aragón en el Auditorio León de Greiff. 2005.
Fotografía Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Caballo de Selene. José Antonio Suarez Londoño. 2007.
Fotografía de Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
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137
Algo que me impresionó fue el poco conocimiento y control que tenía la
Universidad sobre su patrimonio representado principalmente en las co-
lecciones de los ocho museos en la Sede Bogotá, además de la falta de un
personal calificado e idóneo y la no existencia de reglamentos ni estatutos
para el buen funcionamiento del museo. Todo esto obligaba a abordar to-
dos los temas a la vez.
139
MPL: Si, ya se habían traído. Recuerdo que no solo los grabados o estampas
estaban dispersos, también los yesos y las obras de arte contemporáneo. En
las oficinas en donde los depositaron para decorarlos, las señoras del aseo
apoyaban el palo de la escoba sobre los lienzos generando daños. Cuando
vi eso pensé que había que hacer una labor titánica. En un principio duré
seis meses sin poder asumir bien la dirección porque dictaba cuatro mate-
rias y tenía compromisos con el Instituto, hasta que al siguiente semestre,
quedé con dos cursos y empecé a trabajar en varios frentes, uno de ellos
fue recoger toda la obra de la colección diseminada en toda la Universidad.
Recuerdo que recién nombrada, el rector del la Universidad, profesor Mon-
cayo, visitó el museo acompañado por un profesor y me dijo que quería ver
las obras de la colección, que lo llevara al depósito para escoger algunas
pinturas para su oficina y las de sus colaboradores. Yo le dije: “Profesor
Moncayo, esa no es la función de un museo, un museo no decora oficinas”,
y me negué rotundamente. Entendí cómo se estaba manejando la colección
y me puse en la tarea de recoger todas las obras. Al tomar esa decisión,
cerré el auditorio para adecuarlo como depósito provisional y espacio de
mantenimiento. Por este acto recibí reclamos, pues el auditorio fue espacio
importante para la Facultad de Artes y para la Universidad, pero no tenía
otro lugar.
Así, se presentó un proyecto para que supieran que durante un lapso in-
141
definido estas personas iban a formarse, a trabajar seriamente, a generar
una práctica, y opté por la convocatoria nacional que hizo el Ministerio de
Cultura a través del Museo Nacional de Colombia sobre el inventario de
bienes de museos de las colecciones colombianas. En esa primera convo-
catoria, con 46 museos del país, obtuvimos un puesto. Sin un peso, nos
ganamos un computador, la asesoría a una persona que fue Ángela [Pérez],
la más calificada de todos por sus méritos. A ella le cae toda la responsabi-
lidad, se le otorga el computador, la asesoría en el Museo Nacional y con
esas cosas empezamos a funcionar, con un equipo de cuatro restauradoras
y empezando a hacer convenios con el Ministerio de Cultura, con el Centro
de Restauración y con el Distrito.
MPL: Regular. Como ya dije, el estado físico de las estampas bastante afec-
tadas por deformación del plano, roturas, hongos y oxidaciones. En cuanto
a su registro, clasificación y datos importantes, solo existía un inventario,
en forma de lista o relación de obras, en la mayoría de los casos sin título y
sin autor, escasamente alguna que otra técnica, y aunque en las anteriores
direcciones se preocuparon por identificar las obras, las dificultades fueron
grandes porque no existía bibliografía especializada ni estudios sobre el
tema, luego lo que se identificó se hizo con gran esfuerzo. Nos pusimos
en la tarea de desinfectar las obras, hacer un trabajo de limpieza y a través
del convenio con el Centro de Restauración, en esa época de Colcultura,
posteriormente Ministerio de Cultura, se intervino toda la obra y se recu-
peraron las 1.660 estampas. También se adecuó un espacio para albergar
la colección, así como zonas de mantenimiento. Se compraron, con gran
dificultad, materiales especializados como papeles, cartones y aparatos para
el control del ambiente, algunos de ellos prestados por el Ministerio por
largos periodos. Una vez formalizado el convenio con el Ministerio, como
ya lo comenté, trajimos al director de la Calcografía Nacional de Madrid,
profesor Juan Carrete Parrondo, quien en su amable visita nos obsequió
bibliografía especializada que quedó para uso del museo y como apoyo a
investigadores, a través del Centro de Documentación, que en ese entonces
lo manejaba la profesora María Elena Bernal.
143
La identificación de técnicas y obras permitió organizarla la colección por
calcografías. Así, solicité recursos a la Universidad Nacional para reprodu-
cir una obra de cada una de las cuatro calcografías, una estampa fácilmente
identificable y a la vez llamativa, con el fin de ser vendidas u obsequiadas.
Otro logro con la visita de Juan Carrete Parrondo fue un seminario y una
exposición en la que mostramos todos los grabados de Piranesi, los cuales
son de gran formato y que habían sido poco divulgadas en nuestro medio
académico. Esta exposición se realizó en el momento de la recuperación de
la antigua sala Pizano. En esa inauguración estuvo la Biblioteca Nacional
de Colombia, con la que hicimos una exposición conjunta y la Dirección
Académica de la Universidad. Con estos eventos se creó mayor conciencia
de la importancia de la colección y de la necesidad de empezar a estudiarla.
Una situación que siempre se lamentó fue la desaparición o robo de los
grabados de la Calcografía de Londres, a mí me tocó hacer la reactivación
de la denuncia ente la Interpol, acción que se encuentra registrada en el
Programa de Tráfico Ilícito de Bienes Culturales Muebles del Ministerio de
Cultura, en el que yo colaboro como asesora.
145
parte de nuestro proceso como seres humanos. No puede despreciarse.
David Lozano trasteó algunas de las figuras para los corredores de Di-
vulgación Cultural para que tuvieran un sitio decente y además pudieran
empezar a ser analizadas, observadas y admiradas por la gente, no solo por
los estudiantes sino por todas las personas que van a los conciertos. Una
persona que él contrató diseñó una especie de camilla con resortes. Ahí
147
Entonces se hizo una primera exposición con lo que ahora se había res-
taurado. Se montó lo mejor que se pudo porque de todas formas es muy
delicado y hay que soportar algunas cosas que aparentemente estaban sus-
pendidas del techo para que no se viniera al piso. Movilizar semejantes
piezas requiere manos expertas.
Entrevista a William López. Abril 28 de 2009.
149
y situar, en este sentido, la tradición del arte antiguo occidental en relación
con el arte contemporáneo a través, precisamente, de la formación artística
de nuevos públicos.
E: ¿Es posible realizar este proyecto teniendo en cuenta que este tipo de
colecciones son en su mayoría del siglo XIX o principios del XX?
E: ¿Cuáles son esos derechos legales que adquiere una colección cuando se
convierte en Patrimonio de la Nación?
151
obras en papel que se habían deteriorado a lo largo de los años.
Más allá o más acá de las valoraciones que una u otra persona pudiera tener
dentro de la dirección del Museo de Arte, de Divulgación Cultural o de la
Universidad en general, la declaración como bien de interés cultural que se
hizo con respecto a la Colección Pizano obliga legalmente a la Universidad
Nacional de Colombia a responsabilizarse de su cuidado y, sobre todo, a
responsabilizarse de la creación y sostenimiento del programa museológico
respectivo, para que ésta pueda ser comprendida como tal por las actuales y
futuras generaciones de universitarios y, obviamente, de colombianos.
WL: El estudio que hace Sylvia Juliana Suárez sobre la génesis del Taller
Experimental dentro de la estructura curricular de la Carrera de Artes Plás-
ticas de la Universidad Nacional de Colombia es muy importante2, da luces
sobre la complejidad de estos procesos. Además de señalar la forma como
el conceptualismo entra a ser el fundamento de los procesos de formación
del artista y, sobre todo, las tensiones y contradicciones que ello supone,
abre un enorme espacio de indagaciones esenciales: ¿En qué escuelas se
forman los docentes de las escuelas de arte? ¿Qué tradiciones beben y
cómo se integran a la tradición artística en el ámbito colombiano? ¿Qué
tiene su educación con la generación de espacios artísticos, de legitimidades
estéticas, de circulaciones de artistas? Eso es muy importante.
2 Cf. Suárez Segura, Sylvia Juliana. Génesis del Taller Experimental en la Universidad Nacional: una
cruzada por el arte contemporáneo en Colombia. Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá,
2007.
153
E: En ese sentido la exposición de José Antonio Suárez a partir de los yesos
de la Colección Pizano (que se realizó durante su gestión como director)
era muy importante porque revelaba cuál era la función original de la co-
lección y la ponía en ese contexto, en el contexto de los estudios de un
estudiante o un artista en formación.
WL: Claro. Una de las cosas que discutimos con Suárez mientras se mon-
taba la exposición, y que era clara para él, era que la Colección Pizano tenía
que ver con la educación de la mirada del artista; ese es un elemento clave,
pues la educación de la mirada del artista asegura su entronque con la tra-
dición artística europea. Ese es uno de los elementos que se puede explorar
cuando se habla de la Colección Pizano y de la importancia que tiene y que
se ha desconocido al nivel administrativo recurrentemente dentro de la
Universidad Nacional de Colombia.
Entrevista a Santiago Rueda Fajardo. Junio 17 de 2009.
En el año 2000, Mariana Varela me invita a hacer una curaduría sobre gra-
bados para la ASAB, que llamamos Grabados de Interpretación de la Co-
lección Pizano. Fue mi primer acercamiento directo a los grabados. Tuve la
oportunidad de escoger unas imágenes muy especiales, como el muy poco
conocido y suntuoso El cortejo de los reyes magos de Benozzo Gozzoli,
E: ¿Y durante su gestión?
En febrero del mismo año, Joel Peter Witkin visita el museo buscando una
Venus de Milo. Intuimos que a él le interesarían otras piezas de la colección
en su estado actual y no nos equivocamos. Witkin hizo dos tomas con ellas.
Una en el pequeño bosquecito fuera del museo, utilizando las piernas del
Discóbolo y la Demeter de Cnido, y otra en la Escuela Taller, utilizando
una pieza egipcia muy bonita, el Dios Amón.
155
le de Croacia y su obra Art is war, un performance contra la manipulación
de los medios de comunicación. En ese momento quedaban algunas de
las piezas de gran tamaño en el auditorio, como el semidestruido San Juan
Bautista, de Rodin. Kadele entendió el potencial actual de la colección. Se
instaló en el auditorio y aprovechó la fuerza de estas piezas para crear una
escenografía muy fuerte.
Con las fotografías en alta y baja resolución se hicieron los catálogos para
manejar las colecciones de pintura contemporánea, grafica, fotografía y
escultura contemporánea, y los catálogos de escultura y grabado de la Co-
lección Pizano. Era importante actualizar esta información, pues hasta el
2008 se manejaban al interior del museo catálogos de una década atrás,
algunos de ellos sin imágenes –como los de pintura, grabado y escultura
contemporánea–. La Dirección de Bibliotecas envió una persona para in-
tegrar la totalidad de la Colección Pizano a la base de datos de la Biblio-
teca y permitir así que la comunidad universitaria y el público en general
conozcan la totalidad de la colección a través de la web. Desconozco si ese
proceso finalmente se concluyó. Esta persona también nos ayudó a organi-
Pie de foto - La colección Pizano en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Julio de 2007. Archivo Unimedios.
- Limpieza y restauración de El profeta Zacarías. Noviembre de 2002. Archivo Museo de Arte de
la Universidad Nacional de Colombia.
- Limpieza y restauración de Mujer (la esperanza). 2003. Archivo Museo de Arte de la Universi-
dad Nacional de Colombia.
- Limpieza y restauración de relieves del Partenón. 2003. Archivo Museo de Arte de la Universi-
dad Nacional de Colombia.
- La colección Pizano en el Museo de Arte de la Universidad Nacional (ejercicios de dibujo con los estu-
diantes de Artes Plásticas). 2003. Archivo Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia.
- José Antonio Suarez dibujando la colección Pizano. 2005. Fotografía Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Monjes. 2005. Fotografía Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- La colección Pizano en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Julio de 2007. Archivo Unimedios.
- Joel Peter Witkin realizando una toma fotográfica en la Universidad Nacional con piezas de la
- colección Pizano. 2008. Fotografía Ana María Porras.
- Homero. ca. 1975. Archivo Museo de Arte Universidad Nacional de Colombia.
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CRONOLOGÍA
Catalina C. Balvín
Asistente de Investigación
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Fundación de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia bajo la presidencia de
Manuel Santos Acosta.
La Universidad estuvo bajo la dirección de Manuel Ancízar, uno de los políticos e intelectuales más
importantes de la época, antecedido por Ezequiel Rojas, quien fue el primer director de la Univer-
sidad, ejerciendo el cargo únicamente por un mes.
Claude Monet pinta el cuadro Impresión: Sol naciente, con el cual se da inicio al movimiento
Impresionista.
Lanzamiento del Manifiesto de los Pintores Futuristas en el teatro Chiarella en Turín. En éste
proclamaban que el mundo estaba envuelto en una nueva belleza: la velocidad. Afirmando, por
ejemplo, que “un automóvil en movimiento es más hermoso que la Victoria de Samotracia”.
Surge el Arte Abstracto, inspirado en los fauvistas y expresionistas.
Diego Rivera pinta su primer mural, dando inicio a la era del muralitos mexicano junto con los
pintores José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros
Se publica el primer Manifiesto Surrealista escrito por André Breton, consolidando lo que hasta el
momento era la maduración del Dadá.
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El 22 de enero, Roberto Pizano recibe en París una carta dirigida por José Vicente Huertas pidién-
dole que asumiera la dirección de la Escuela de Bellas Artes.
Ricardo Gómez Campuzano es nombrado director de la Escuela de Bellas Artes mientras se for-
malizaba la inclusión de Roberto Pizano como director.
Con el Decreto 898 del 25 de mayo de 1927, el presidente Miguel Abadía Méndez y el Ministro de
Instrucción Pública aprueban el envío de $23.827 a Pizano para efectuar la compra de los mate-
riales convenientes para la reorganización de la Escuela de Bellas Artes y $600 de viáticos para su
retorno a Colombia.
El 26 de diciembre, Pizano llega a Colombia junto con su esposa María de Brigard y sus dos hijos
Juan y Francisco.
Se inaugura la Cátedra Libre promovida por Germán Arciniegas. Consistía en un espacio en el que
diferentes personajes de la vida pública nacional eran invitados a la Universidad para dictar confe-
rencias sobre temas de actualidad.
Roberto Pizano es nombrado director de la Escuela de Bellas Artes por el decreto del 5 de enero de 1928.
A lo largo del año, y durante los primeros meses de 1929, van llegando desde Europa las piezas de
la Colección Pizano.
En una manifestación de los estudiantes en contra de la masacre de las Bananeras, mueren Federi-
co Schiller y Gonzalo Bravo Pérez.
El 9 de abril, a sus 32 años de edad, muere Roberto Pizano en la casa de campo de su hermano
Bernardo Pizano en Servitá.
El 9 de abril de 1930, en el Salón de Grados del colegio San Bartolomé se inaugura la exposición
de la Colección Pizano, en conmemoración al primer año de la muerte de Roberto Pizano.
Gerda Westendorp, medio hermana de Camilo Torres, ingresa a la Universidad Nacional como la
primera mujer estudiante de educación superior.
es Se crea
testimonios la Ciudad
de una colecciónUniversitaria,
errante. proyecto liderado por López Pumarejo y diseñado por los alema-
nes Fritz Karsen y Leopoldo Rother.
Se queman los archivos de la Universidad Nacional.
Inicia la rectoría de Roberto Franco Franco.
Se inicia la construcción de los bloques de residencias y los edificios de Derecho y Arquitectura.
Jackson Pollok y William Dekooning expone sus primeras pinturas identificadas como impresio-
nismo abstracto.
Lawrence Alloway utiliza por primera vez el término pop art, dando inicio al movimiento Pop.
Fernando Botero gana el primer premio del X Salón Nacional de Artistas con su obra Contrapunto.
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Cronología
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Inicia la presidencia de Carlos Lleras Restrepo.
Carlos Lleras Restrepo y el importante Rockefeller visitan la Universidad Nacional, despertando con su
presencia manifestaciones y disturbios por parte de los estudiantes.
La Ciudad Universitaria es militarizada e invadida por tanques.
Se clausura el Consejo Superior Universitario.
Se inicia la construcción de la Plaza Central, la Biblioteca Central, la Cafetería Central (hoy polide-
portivo), el Auditorio León de Greiff, se amplían los cupos de residencias y empieza la construc-
ción del Edificio Uriel Gutiérrez.
Se realiza en Italia la exposición “Arte Povera”, que le da el nombre a la tendencia a la cual perte-
necieron los artistas convocados, quienes trabajan con materiales pobres en busca de generar una
reflexión del objeto a través de la manipulación del material.
Se integra la Escuela de Bellas Artes a la Ciudad Universitaria en el antiguo Edificio de Arqui-
tectura. Con el traslado de la Escuela, una parte de la Colección Pizano es traída al campus y es
depositada en bodegas de la Biblioteca Central y otros sitios.
Los estudiantes rebautizan la Plaza Central como la Plaza Ernesto Che Guevara, colgando del puente
de la 45 la estatua de Francisco de Paula Santander, nombre que hasta el momento recibía la plaza.
Inicia la rectoría de Ramsés Hakim.
Muerte del estudiante Julio César Barrera, defenestrado de las residencias Uriel Gutiérrez.
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Durante la dirección de la profesora Marta Fajardo de Rueda, se realiza una selección de 50 piezas
de la Colección Pizano para la elaboración de un catálogo titulado La Escultura en la Colección
Pizano, a cargo de la profesora Ángela Mejía de López.
Desalojo de las Residencias Estudiantiles.
Inicia la rectoría de Marco Palacios
Cierre de la Universidad por un año
Durante la dirección de la maestra María Elena Bernal, se inician las primeras propuestas de
restauración para la Colección Pizano en el Museo de Arte, junto con la construcción de lo que
mucho tiempo fue la sala Pizano.
Se realiza la exposición “Cien años de arte colombiano” en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
La muestra interna por varios países.
María Teresa Hincapié gana el primer premio del Salón de Artistas Colombianos con el perfoman-
ce “Una cosa es una cosa”
La directora del Museo de Arte, María del Pilar López, hace una recuperación y adecuación de la
planta física, dotando a la Colección Pizano de espacios pertinentes para su conservación. Este
proyecto se realiza gracias a la intervención de Colcultura, el Centro de Restauración y Monumen-
tos Nacionales.
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Se realiza la exposición “Grabados de interpretación en la Colección Pizano”, curada por Santiago
Rueda Fajardo.
En sesión del 5 de agosto, el Ministerio de Cultura reconoce la Colección Pizano como Bien de In-
terés Cultural, gracias a labores retomadas de anteriores directores por la profesora Mariana Varela,
directora del Museo de Arte.
Se realiza la exposición “44 siglos de historia de la escultura” en la sala Pizano del Museo de Arte.
Algunas de la piezas más importantes de la Colección son trasladadas al vestíbulo del Auditorio
León de Greiff.
Reforma Palacios.
Surge un proyecto curatorial de Marta Combariza con el dibujante José Antonio Suárez, en el que se
presenta una libreta de dibujos hechos a partir de piezas escultóricas de la Colección Pizano.
La artista colombiana Doris Salcedo expone su obra Shibboleth en la Tate Modern Gallery de
Londres.
Luis Carlos Sarmiento Angulo, egresado de la Universidad Nacional, dona 18.000 millones de
pesos para la construcción del Edificio de Ciencia y Tecnología.
Se funda el Sistema de Patrimonio Cultural y Museos (SPM) de la Universidad Nacional de Co-
lombia.
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Pie de foto - Dionisio en el auditorio de León de Greiff. 2009. Fotografía de Jack Molina
- Apolo. 2008. Fotografía Ana María Porras.
- Cabeza. 2008. Fotografía Ana María Porras.
- Cabeza de Dionisio. 2009. Archivo Unimedios.
- La Edad de Bronce de Rodin en el Auditorio León de Greiff. 2009. Fotografía de Jack Molina
- Cabeza dibujada por José Antonio Suarez. Fotografía de Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Démeter. 2009. Archivo Unimedios.
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Una aventura pedagógica en la epoca de la reproductibilidad técnica
Pie de foto - El toro sagrado Apis. 2007. Fotografía Ana María Porras
Sala de reserva de escultura del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia.
2007. Fotografía de Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Profetisa Ana. 2007. Fotografía de Miguel Torres. Archivo Diego Cortés.
- Sala de reserva de escultura del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia.
2003. Archivo Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia.
- La colección Pizano en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. ca. 1975.
Fotografía Sergio Trujillo Dávila
- El profeta Zacarías. ca. 1975. Archivo Museo de Arte de la Universidad Nacional de
Colombia.
- Friso del Partenón. ca. 1983. Archivo Museo de Arte Universidad Nacional de Colombia.
- El toro sagrado Apis. 2009. Reserva en el sótano de la Biblioteca Central. Fotografía Jack Molina.
- La colección Pizano en su nueva reserva en el sótano de la Biblioteca Central. 2009.
Fotografía Jack Molina.