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UNIDAD 2: ESCRITURA.

Lección de Escritura – LEVI STRAUSS.

Se sospecha que los nambiquara no saben escribir. A pesar de todo, distribuí hojas de
papel y lápices con los que al principio no hacían nada. Despues, un dia, los vi a todos
trazar sobre el papel líneas horizontales onduladas. Trataban de dar al lápiz el mismo uso
que yo le daba. El único que siguió fue el jefe de la banda, y comprendió la función de la
escritura: me pidió una libreta de notas. Sacó un papel y fingió leer ante todos una lista de
objetos a intercambiar. La escritura había hecho su aparición entre los nambiquara; per o
no al termino de un laborioso aprendizaje como era de esperarse. Su símbolo había sido
aprehendido pero su realidad seguía siendo extraña. Se trataba de acrecentar la
autoridad y el prestigio de un individuo. Ahora bien, el escriba es raramente un funcionario
del grupo (en Pakistán), su ciencia se acompaña de poder, tanto que el mismo individuo
reúne a veces las funciones de escriba y de usurero: de esta manera es doblemente
quien domina a los otros.
La posesión de la escritura multiplica prodigiosamente la aptitud de los hombres para
preservar los conocimientos. Como una memoria artificial cuyo desarrollo debería estar
acompañado por una mayor conciencia del pasado y por lo tanto una mayor conciencia
para organizar el porvenir. Barbarie y civilización: pueblos con escritura y pueblos sin
escritura. Con escritura, acumulan y avanzan hacia la meta que se asignan; sin escritura,
impotentes para retener el pasado mas alla de ese umbral que la memoria individual es
capaz de fijar, permanecen prisioneros de una historia fluctuante a la cual siempre le
faltaría un origen y la conciencia durable de un proyecto. Aunque nada justifica esta
concepción: en el neolítico la humanidad cumplió pasos de gigante sin la escritura y con la
escritura las civilizaciones históricas de occidente se estancaron durante mucho tiempo.
La escritura cuando aparece parece favorecer la explotación de los hombres antes que
su iluminación. Hay que admitir que la función primaria de la escritura es la de facilitar la
esclavitud. La lucha contra el analfabetismo se confunde asi con el fortalecimiento del
control de los ciudadanos por el poder. Pues es necesario que todos sepan leer para que
el poder diga: la ignorancia de la Ley no excusa su cumplimiento.

De la gramatología – CAP 2 “La escritura y la explotación del hombre por el”,


DERRIDA:

Solo una comunidad inocente como la de los nambiquara puede padecer la agresión de
la escritura, solo tal comunidad puede importar del extranjero la “explotación del hombre
por el hombre”. Levi Strauss cae en una ambigüedad porque es un etnocentrismo que se
piensa como anti-etnocentrismo, etnocentrismo dentro de la conciencia del progresismo
liberador. Al separar la lengua de la escritura, se piensa devolver su estatuto de lengua
autentica a todas las lenguas de los pueblos, pero se los continua llamando pueblos sin
escritura. Levi Strauss admite la distinción entre lenguaje y escritura y considera el paso a
la escritura como un salto a un lenguaje que se adjunta su representación grafica como un
significante accesorio de nuevo tipo, que abre una técnica de opresión: “accidente que
afecta desde afuera la pureza de un lenguaje inocente”. El lenguaje nació de golpe, según
Levi Strauss.
El etnocentrismo fundamental que divide la escritura y el habla está pensado como anti-
etnocentrismo. Se divide pueblos con escritura y pueblos sin escritura, pero no se tendrá
en cuenta a la escritura en tanto criterio de la historicidad o del valor cultural; se evitara en
apariencia el etnocentrismo en el preciso momento en que haya obrado en profundidad,
imponiendo silenciosamente sus conceptos corrientes de habla y escritura. Todas las

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criticas liberadoras de Levi Strauss permanecen dependientes del concepto de escritura
que se problematiza aquí. Lección de escritura (Levi Strauss), tiene un doble sentido.
Primero el jefe nambiquara aprende la escritura sin comprenderla, o mas bien comprende
su función de sujeción antes de comprender su funcionamiento. Pero también lección de
escritura: enseñanza que el etnólogo cree poder inducir reflexionando sobre el origen y el
sentido de la escritura. Habiendo enseñado el gesto de escribir a un jefe nambiquara que
aprendía sin comprender, el etnólogo comprende entonces lo que ha enseñado y extrae la
lección de escritura. Dos momentos:
a) la escena del incidente extraordinario: el decorado recuerda la violencia etnográfica,
ambas partes muy comprometidas en ello, era un momento extremadamente incomodo
para todos los presentes.
1) los nambiquara tienen una palabra para designar el acto de escribir, o de una palabra
que pueda explicar ese fin: no hay sorpresa lingüística ante la irrupción supuesta de un
poder nuevo.
2)Levi Strauss concede una significación exclusivamente “estética” a “hacer rayas”, y cree
que la escritura “propiamente dicha”, a la que no tendrían acceso los nambiquara, la
cualidad estética es extrínseca.
3)Cuando en Tristes Trópicos, Levi Strauss observa que los nambiquara no saben escribir
y solo dibujan en sus calabazas, en realidad estaban describiendo una genealogía y una
estructura social. La génesis de la escritura ha estado ligada casi en todas partes y en la
mayoría de los casos a la inquietud genealógica. Y Levi Strauss en las “Entrevistas”, lo
afirma.
Un pueblo que accede al dibujo genealógico accede también a la escritura en el sentido
corriente, comprende su función y va mas lejos de lo que deja entender Tristes Tropicos.
Se pasa de la archiescritura a la escritura en sentido corriente; se opera en el interior de la
escritura en general.
b) la rememoración de la escena: dos significaciones en el incidente mismo, luego de
meditar rememorando la escena de los canjes.
1) Levi Strauss dice que la aparición de la escritura es instantánea, no está preparada.
Pero la escena no era la escena del origen, sino solo la de la imitación de la escritura. Se
trata de escritura pero no del paso a la escritura, sino la importación de una escritura ya
constituida. Es un préstamo. Nunca se pudo calificar la aparición de la escritura así,
porque ella ha sido laboriosa, progresiva, diferenciada en sus etapas, y la rapidez del
préstamo, cuando ocurre, supone la presencia previa de estructuras que lo hacen posible.
2) Ya que han aprendido sin comprender, usaron la escritura sin conocer si
funcionamiento ni el contenido, la finalidad de la escritura es política y no teorica, es
sociológica más bien que intelectual. “No se trataba de conocer sino de acrecentar el
prestigio y la autoridad de un individuo”. Distinguiendo el fin sociológico y el fin intelectual,
se da crédito a una división muy problemática entre la relación intersubjetiva y el saber.
¿Hay un lenguaje que escape a la escritura y a la violencia? NO.
Tres proposiciones contra las que podría plantearse una refutación que no
plantearemos tratando de ir mas rápidamente al temrino de la demostración que interesa
a Levi Strauss y e instalar allí el debate.
Primera proposición: “Tras eliminar los criterios para distinguir la barbarie de la
civilización, hay que retener por lo menos este: pueblos con o sin escritura” – Esta
proposición no tiene sentido mas que según dos condiciones:
1) las palabras de Levi Strauss solo pueden sostenerse rehusando toda especificidad al
proyecto científico y al valor de verdad en general. Esta proposición no carece de fuerza
pero no puede hacer valer esa fuerza y su coherencia sino renunciando a su vez a
hacerse pasar por un discurso científico.
2) que el neolítico, al que efectivamente se puede atribuir la creación de las estructuras

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profundas en las que aun vivimos, no haya conocido algo como la escritura.
Segunda proposición: Suponiendo que todo ha sido adquirido antes de la escritura, Levi
Strauss no tiene más que agregar: “Inversamente, desde la invención de la escritura hasta
el nacimiento de la ciencia moderna, los conocimientos del mundo occidental han
fluctuado mas que haberse acrecentado”.
Esta afirmación no es ni falsa ni verdadera, solo podría servir para responder alguna
pregunta sin ningún tipo de sentido. La noción de “cantidad de conocimiento” es
sospechosa. Se puede decir lo contrario que dice Levi Strauss y no seria ni menos
verdadero ni menos falso. Respecto del acrecentamiento. En cuando a la nocion de
fluctuación, se propone a si misma como perfectamente empírica. De cualquier modo,
nunca podrán sostenerse proposiciones de esencia sobre una escala.
Tercera proposición: la más desconcertante en los encadenamientos de ese párrafo.
“Indudablemente se concebiría mal la expansión científica de los siglos XIX y XX sin la
escritura. Pero esa condición necesaria no es por cierto suficiente para explicarla”.
¿Qué objeción parece rechazar aquí Levi Strauss? Nadie ha pensado que la escritura era
la condición suficiente de la ciencia, y que bastaba con escribir para ser sabio. Reconocer
que no hay ciencia sin escritura es lo que aca importa y Levi Strauss lo reconoce. Su
argumentación se viene abajo por un gravoso índice de aproximación empírica. Esto se
debe a que Levi Strauss quiere abandonar este terreno y explicar muy pronto por que el
problema de la ciencia no es el buen acceso al origen y a la función de la escitura. Es
preciso mostrar que el origen de la escritura respondia a una necesidad mas “sociológica”
que intelectual”. La pagina que sigue debe hacer aparecer esa necesidad socioligca, que
también es la de la “dominación”, de la “explotación”, de la “esclavización”, y de la
“perfidia”. Para leer esta pagina hay que diferenciar sus estratos.
El autor presenta “su hipótesis”: “si mi hipótesis es exacta, será necesario admitir que la
función primaria de la escritura consiste en facilitar la esclavización”. Esta hipótesis queda
conformada. Son hechos bien conocidos: el poder de la escritura en manos de un
pequeño grupo siempre ha sido contemporáneo con la jerarquización (diferencia política).
Esto nos conduce a un segundo nivel de lectura, que hará aparecer a la vez la intención
última de Levi Strauss, aquello hacia lo cual la demostración orienta las evidencias
fácticas, y la ideología política que bajo el titulo de la hipótesis marxista se articula como
el ejemplo más hermoso de lo que hemos llamado “metafísica de la presencia”.
Aquí se reproduce la situación más arriba dicha: lo que va a llamarse esclavización
puede también llamarse legítimamente como liberación. La oscilación queda detenida
sobre la significación de esclavización cuando el discurso se paraliza en una ideología
determinada. En este texto Levi Strauss no hace ninguna diferencia entre jerarquización y
dominación, entre autoridad política y explotación; es un anarquismo que confunde
deliberadamente la ley y la opresión. Admite una tesis sin el menor dialogo critico con los
que sostienen que la ley es la condición de la libertad dentro de la ciudad.
Levi Strauss: “Si la escritura no ha bastado para consolidar los conocimientos, quizá
era indispensable para afirmar las dominaciones. La instrucción obligatoria corre pareja
con la extensión del servicio militar y la proletarización. La lucha contra el analfabetismo
se confunde asi con el esfuerzo del control sobre los ciudadanos por parte del poder”. El
progreso de la legalidad formal, la lucha contra el analfabetismo, pudieron funcionar con
un instrumento que consolida el poder de una clase. Pero basarse en esto para definir la
ley y el Estado de manera simple y univoca es una consecuencia que no se deduce
necesariamente de las premisas. Si se la dedujera, como plantea Levi Strauss, habría que
concluir que la no explotación corre pareja con el analfabetismo. También se puede
oponer a Levi Strauss a si mismo, ya que la página anterior decía que la violencia de la
escritura estaba vinculada al hecho de que se reservaba a una minoría y ahora es a la
alfabetización total que se asigna la violencia. ¿Debe preguntarse cuál puede ser el

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sentido de una esclavización a una ley de forma universal? Es mejor abandonar esta vía
clásica. Levi Strauss se interna mas lejos: “Del plano nacional la empresa paso a plano
internacional; era inquietante la amenaza que traen a la estabilidad las reacciones de los
pueblos influenciados por la palabra escrita a pensar en formulas modificables a voluntad.
Accediendo al saber acumulado en las bibliotecas los pueblos se tornan vulnerables a las
mentiras que los documentos impresos propagan en proporción aun mayor”.
Levi Strauss vuelve al “incidente extraordinario” para elogiar a los nambiquara que han
sabido interrumpir el curso fatal de la evolución y se procuraron un respiro, resistiendo a la
escritura y a la mistificación de su jefe.
Dos líneas de conclusión: por una parte, la degradación necesaria como forma de
progreso, y por otra, la nostalgia de la resistencia que precedió a esa degradación.
Levi Strauss “Quienes se emanciparon de su jefe después que hubo intentado jugar la
carta de la civilización comprendían confusamente que la escritura y la perfidia
penetraban entre ellos”.
1) Según esto, la perfidia y los no valores estaban ausentes de las sociedades llamadas
sin escritura. Pero la violencia no esperó la aparición de la escritura, la escritura comenzó
desde un principio dentro del lenguaje; concluimos como Levi Strauss que la violencia es
la escritura, pero esta proposición tiene un sentido diferente. Aquí no se apoya en el mito
de un habla originalmente buena y de una violencia que le cae como accidente fatal.
Si hay que creer a La Lección, los nambiquara no conocían la violencia ni la
jerarquización antes de la escritura, pero en cualquier página de Tristes Tropiques
veremos lo contrario. Los nambiquara antes de la escritura: el jefe debía tener el talento
político electoral para mantener su grupo y sino se deshacía.
2) El ideal que subtiende en profundidad esta filosofía de la escritura es la imagen de una
comunidad presente consigo misma, sin diferencia, comunidad del habla. Para confirmarlo
vemos un texto de 1958 donde se define allí a la escritura como a la condición de la
inautenticidad social: “la escritura aporto beneficios pero confirió un carácter de
inautenticidad”.
La misión del etnólogo es ética: señalar los niveles de autenticidad: relación de vecindad
en las pequeñas comunidades donde todos conocen a todos.
Rousseu muestra que los gobiernos de opresión hacen siempre lo mismo: dispersar a los
sujetos para romper cualquier unidad, pero esto puede ser ambiguo e invertirse y que a
veces la multitud es sumisa a la arenga demagógica: es un elogio a la elocuencia del
habla plena.
Unido al menosprecio por la escritura, el elogio del alcance de la voz es común a
Rousseau y Levi Strauss.

Márgenes de la Filosofía – Jacques DERRIDA:

Firma, acontecimiento, contexto.

¿Es seguro que corresponda a la palabra “comunicación” un concepto único, univoco,


rigurosamente dominable y transmisible: comunicable? He debido predeterminar la
comunicación como el vehículo, el transporte o el lugar de paso de un sentido y de un
sentido uno. La palabra comunicación abre un campo semántico que no se limita a la
semántica, a la semiótica ni a la lingüística. Pertenece también al campo semántico de
comunicación el hecho de que designa movimientos no semánticos. El campo de
equivocidad (distintas maneras de interpretar) la palabra comunicación se deja reducir
totalmente por los límites de lo que se llama un contexto. ¿Existe un concepto riguroso y
científico del contexto? Querría demostrar por qué un contexto no es nunca
absolutamente determinable. Efecto doble: 1) señalar la insuficiencia teorica del concepto

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ordinario de contexto. 2) Hacer necesarias una cierta generalización y un cierto
desplazamiento del concepto de escritura.

Escritura y telecomunicación

Si se recibe la noción de escritura en su acepción corriente, es necesario ver en ella un


medio de comunicación que tiene un valor de extensión. Extiende el campo y los poderes
de una comunicación locutoria o gestual. El alcance de la voz o el gesto depende de
factores empíricos, pero la escritura vendría al mismo tiempo a aflojar limites, a abrir el
mismo campo a un alcance muy amplio.
La función de la escritura se sitúa bajo la autoridad de categoría de comunicación. Si
los hombres escriben es porque tienen algo que comunicar, su pensamiento, sus ideas,
sus representaciones. Condillac: “los hombres comunicándose por sonidos sintieron la
necesidad de imaginar nuevos signos apropiados para perpetuarlos y hacerlos conocer a
personas ausentes”. Desde el momento en que los hombres están en estado de
comunicar sus pensamientos, el nacimiento y el progreso de la escritura seguirán una
línea recta y continua. La historia de la escritura estará de acuerdo con una ley de
economía mecánica. El primer ensayo de escritura fue una pintura. El carácter
representativo de la comunicación escrita será el rasgo invariante de todos los procesos
subsiguientes.
Noción de ausencia en Condillac, ¿Cómo se determina? Es inicialmente ausencia de
destinatario. Se escribe para ausentes. Luego la escritura se separa del emisor y continua
produciendo efectos mas allá de su presencia y de la actualidad presente de su querer
decir. La representación suple regularmente la presencia. No es ruptura de presencia sino
reparación continua.
Otro concepto operatorio de Condillac: marcar y volver a marcar. Marcar quiere decir
expresar, representar, recordar, hacer presente. La memoria consiste en poder recordar
los signos de nuestras ideas o las circunstancias que las han acompañado y esto tiene
lugar por la analogía de los signos. Volver a marcar consiste en remontar por vía de
análisis el movimiento de derivación genética. Define como ideologicas las nociones de
Condillac porque cortan la tradición filosófica dominada por la evidencia de la idea:
elaboran una teoría del signo como representación de la idea que en si misma representa
la cosa percibida.
Adelanta dos proposiciones siguientes: 1) Si todo signo supone una cierta ausencia, es
preciso que la ausencia en el campo de la escritura sea de un tipo original si queremos
reconocerle alguna especificidad al signo escrito. 2) Si este predicado conviniese a todas
las especies de signo y comunicación, se seguiría un desplazamiento general: la escritura
ya no sería una especie de comunicación y todos los conceptos a cuya generalidad se
subordinaba la escritura aparecerían destinados más bien a asegurar la autoridad y la
fuerza de un cierto discurso histórico.
Ausencia: Es preciso que mi comunicación escrita siga siendo legible a pesar de la
desaparición de todo destinatario. Es preciso que sea repetible en la ausencia absoluta de
destinatario. Una escritura que no fuese estructuralmente legible y reiterable, mas allá de
la muerte del destinatario, no sería una escritura. Toda escritura debe poder funcionar en
la ausencia radical de todo destinatario empíricamente determinado en general, por mas
que solo dos sujetos sepan un lenguaje secreto.
Lo que vale para el destinatario vale también para el emisor. Escribir es producir una
marca que será como una maquina productora y mi futura desaparición no impedirá que
siga funcionando. Para que un escrito sea un escrito debe poder seguir siendo legible
incluso si ya no hay autor del escrito. Esta desviación esencial es lo que Platón
condenaba en el Fedro.

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¿Cuáles son, en efecto, los predicados esenciales en una determinación minimal del
concepto clásico de escritura? 1) un signo escrito que no se agota en el presente de su
inscripción, es una marca que permanece y no se agota. Por ello se distingue
tradicionalmente al menos la comunicación escrita de la oral. 2) Un signo escrito comporta
una fuerza de ruptura con su contexto (conjunto de presencias en su momento de
inscripción). Es la estructura misma de lo escrito. 3) Esta fuerza de ruptura se refiere al
espaciamiento que constituye el signo escrito.
Para que esto funcione en el lenguaje hablado se necesita que una cierta identidad de
este elemento (marca, signo) debe permitir el reconocimiento y la repetición del mismo.
Cuando se habla de un “acento”, es preciso poder reconocer la identidad de una forma
significante. Esta posibilidad de ser separado del referente o del significado (de la
comunicación y de su contexto) hace de toda marca, aunque sea oral, la permanencia no-
presente de una marca diferencial separada de su pretendida producción u origen.
Husserl en sus Investigaciones Lógicas analiza esta posibilidad de que la presencia del
referente no cambia la estructura de una marca: 1) Un enunciado cuyo objeto no es
imposible, sino solamente posible puede muy bien ser proferido y oído sin que su
referente este presente, ya sea ante quien produce el enunciado o quien lo recibe; por ej:
si digo “el cielo es azul”, este enunciado será inteligible por más que yo no mire el cielo y
el interlocutor tampoco lo ve. 2) La ausencia del significado. Se puede escalonar según
tres formas:
a) Puedo manejar símbolos sin animarlos de atención y de intención de significación.
Aunque esto no impide que el signo funcione: la vaciedad del sentido matemático no limita
el progreso técnico.
b) Ciertos enunciados pueden tener un sentido mientras están privados de significación
objetiva. “El circulo es cuadrado” tiene suficiente sentido como para que yo pueda juzgarla
falsa o contradictoria. Señala la ausencia de un referente y de un significado pero no de
un sentido. La crisis del sentido está ligada a la posibilidad de la escritura.
c) agramaticalidad. “abracadabra”: Husserl considera que no hay lenguaje lógico, ya no
hay lenguaje de conocimiento. Lo que interesa a Husserl es el sistema de reglas de una
gramática universal desde el punto de vista lógico y epistemológico. Estas expresiones,
como no constituyen su contexto en si mismos nada impide que funcionen en otro
contexto a titulo de marca significante.

Los parásitos.
Iter, la escritura: que quizá no existe.

Lo performativo. Nos interesa por varios motivos. 1) Al comparar la afirmación


constativa (clásica, concebida como una descripción) con la enunciación performativa (la
que nos permite hacer algo por medio de la palabra) Austin considera toda enunciación
digna de este nombre (es decir, destinada a comunicar lo que excluiría) como algo que es
en primer lugar y antes que nada un acto de habla producido en la situación total en la
que se encuentran los interlocutores. 2) Comunicar, en el caso performativo, seria
comunicar una fuerza por el impulso de una marca. 3) El enunciado performativo no tiene
su referente fuera de el, no describe algo que existe fuera del lenguaje. Produce una
situación y esto constituye su estructura interna. 4) Austin debió sustraer el análisis del
performativo a la autoridad del valor de verdad, al verdadero/falso y sustituirlo por el valor
de fuerza, de diferencia de fuerza.
El performativo es una comunicación que no se limita esencialmente a transportar un
contenido semántico ya constituido vigilado por una intención de verdad. Sin embargo,
todas las dificultades encontradas por Austin tienen una raíz común: no tuvo en cuenta lo
que en la estructura de la locución comparta ya este sistema de predicados que yo

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denomino grafematicos en general y trastorna por este hecho todas las oposiciones
ulteriores cuya pertinencia, pureza, rigor, ha intentado fijar en vano Austin.
Los análisis de Austin exigen un contexto en permanencia. Uno de los elementos
esenciales sigue siendo clásicamente la conciencia, la presencia consiente de la intención
del sujeto hablando con respecto a la totalidad de su acto locutorio. Por eso la
comunicación performativa vuelve a ser comunicación de un sentido intencional. Esta
presencia consciente de los locutores o receptores implica que ningún resto escapa a la
totalización presente, ninguna diseminación que escape al horizonte de la unidad del
sentido.
Austin: “siempre es necesario que las circunstancias en las que las palabras se
pronuncian sean de una cierta manera apropiada y que los interlocutores ejecuten ciertas
acciones: por ejemplo, para bautizar un barco es necesario que yo sea la persona
designada para hacerlo, si yo digo que te doy algo, es necesario que tienda el objeto para
darlo. Austin examina la posibilidad de los fracasos de la enunciación performativa. La
posibilidad de lo negativo es una posibilidad estructural, el fracaso es un riesgo esencial
de las operaciones consideradas. Define seis condiciones indispensables de éxito.
Cuando Austin habla de convención es preciso subrayar que: 1) Austin no parece
considerar en este lugar preciso más que la convencionalidad que forma la circunstancia
del enunciado, su cerco contextual y no una convencionalidad intrínseca de la locución. 2)
Que el valor de riesgo de fracaso no es interrogado como predicado esencial o como ley.
Deja de lado este género de desgracias (posibilidades de fracaso), solo debemos
acordarnos que pueden producirse siempre acontecimientos semejantes. El segundo acto
de esta exclusión concierne a nuestro propósito. Se trata de la posibilidad de toda
enunciación performativa de ser citada. Austin excluye esta eventualidad, insiste que esta
posibilidad sigue siendo anormal y es preciso mantenerse a distancia. Austin excluye todo
lo no-serio, lo parasitario, aquello que reconoce sin embargo como la posibilidad abierta
de toda enunciación.
Derrida plantea se entonces ¿es esta posibilidad general forzosamente la de un fracaso
en la que puede caer el lenguaje como un abismo situado fuera o delante de el? ¿O este
riesgo es su condición de posibilidad? Al excluir este parasitismo estructural, Austin, que
pretende describir los hechos y los acontecimientos del lenguaje ordinario, ¿no nos hace
pasar por lo ordinario una determinación teleológica y ética? Lo que Austin excluye como
no serio, la cita, ¿no es la modificación determinada de una citacionalidad general –de
una iterabilidad general mas bien- sin la cual no habría siquiera un performativo exitoso?
De manera que un performativo con éxito es un performativo impuro (Austin dirá que no
hay performativo puro).
Ahora, desde el lado de la posibilidad positiva; un enunciado performativo ¿seria
posible si un doble citacional no viniera a escindir, disociar de si misma la singularidad
pura del acontecimiento? (plantea asi la pregunta para prevenir una objeción: podrán
decirle que no puede negar que hay performativos que tienen éxito). Es necesario
entenderse aquí sobre lo que es producirse un acontecimiento que supone en su
surgimiento pretendidamente presente y singular la intervención de un enunciado que en
si mismo debe ser de estructura repetitiva o iterable.
Un enunciado performativo, ¿podria ser un éxito si su formulación no repitiera un
enunciado codificado o iterable? (si la formula que pronuncia para bautizar un barco no
fuera identificable de alguna manera como cita). Hay una especificidad/pureza relativa de
los performativos. Esta pureza se levanta contra otras especies de iteración en el interior
de una iterabilidad general que produce una fractura en la pretendida pureza. Es preciso
construir una tipología diferencial de forma de iteración, suponiendo que este proyecto
sea sostenible, y pueda dar lugar a un programa exhaustivo, cuestión que aquí reservo.
No desaparecerá la categoría de intención, pero no podrá gobernar toda la escena y todo

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el sistema de enunciación. Se tratará de de diferentes tipos de marcas o de cadenas de
marcas iterables. Primera consecuencia: dada esta estructura de iteración, la intención
que anima la iteración no estará nunca presente totalmente a si misma y a su contenido.
La iteración de la estructura a priori ahí introduce una rotura esencial. Lo no serio ya no
podrá ser excluido del lenguaje ordinario. Y si se pretende que este lenguaje ordinario
excluye la citacionalidad o la iterabilidad general ¿no significa que lo ordinario ampara un
señuelo que es a donde se dirige la conciencia cuyas motivaciones quedarían por matizar
la necesidad indestructible y los efectos sistemáticos? La ausencia esencial de la
intención impide toda saturación de contexto. Para que un contexto sea exhaustivamente
determinable, como exige Austin, es preciso que la intención consciente esté totalmente
presente y actualmente transparente a si misma y a los otros, puesto que ella es un foco
determinante del contexto. El requerimiento del contexto sufre aquí la misma
incertidumbre teórica e interesada que el concepto de lo ordinario, de los mismos
orígenes metafísicos: discurso ético y teleológico de la consciencia.
La diferencia, la ausencia irreductible de la intención o de la asistencia al enunciado
performativo, en el mas acontecimental (calidad de acontecimiento) de los enunciados es
lo que autoriza a plantear la estructura grafematica general de toda comunicación. No
extraeré como consecuencia de ello sobre todo que no existe ninguna especificidad
relativa de los efectos de conciencia, de los efectos de habla, que no hay ningún efecto de
performativo, ningún efecto de lenguaje ordinario, ningún efecto de presencia y
acontecimiento discursivo. Simplemente estos efectos NO excluyen lo que en general se
les opone termino a término, lo presuponen, por el contrario, de manera disimétrica, como
el espacio general de su posibilidad.

Firmas

Escritura como disrupción de la presencia en la marcha. Todas las dificultades


encontradas por Austin se tratan de una cuestión de presencia y de escritura. Austin trata
de justificar la preferencia que ha manifestado hasta este punto en el análisis de los
performativos por las formas de la primera persona, del indicativo presente en la voz
activa. La justificación de última instancia es que allí se hace referencia a lo que Austin
llama la fuente de enunciación. La fuente de un enunciado oral en primera persona está
presente en la enunciación y en el enunciado. Esta ligadura con la fuente en las
enunciaciones escritas es asegurada con la firma. “Cuando en la enunciación no hay
referencia a quien habla por el pronombre “yo” la persona a pesar de todo está implicada,
por uno de los medios que siguen: a) en las enunciaciones verbales, el autor es la
persona que enuncia. B) en las enunciaciones escritas, el autor firma (firma necesaria ya
que lo escrito no está ligado a su fuente).
Relacion de la firma con lo presente y la fuente, que también vale para la firma oral: una
firma escrita implica la no-presencia actual del signatario y recuerda su haber estado
presente en un ahora pasado. La singularidad absoluta de un acontecimiento de firma,
¿se produce alguna vez? Si, los efectos de firma son la cosa más corriente del mundo.
Pero su condición de posibilidad es su condición de imposibilidad también. Para ser
legible una firma debe poseer una forma repetible, iterable, imitable, debe poder
desprenderse de la intención presente y singular de su producción.
Para concluir estas palabras sin rodeos:
1) la escritura no es el medio de transporte del sentido, el intercambio de intenciones y del
querer-decir. No asistimos a un final de la escritura que restauraría una transparencia o
una inmediatez de las relaciones sociales, sino al despliegue histórico cada vez mas
poderoso de una escritura general de la cual el sistema del habla es un efecto y debe ser
analizado. A esto lo llamaba logocentrismo

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2) el horizonte semántico que gobierna la nocion de comunicación es excedido por la
intervención de la escritura, es decir, de una diseminación que no se reduce a una
polisemia.
3) a pesar del desplazamiento general del concepto clásico de escritura, parece necesario
conservar estratégicamente el viejo nombre. La deconstrucción no consiste en pasar de
un concepto a otro sino en invertir y en desplazar un orden conceptual tanto como el
orden no conceptual clásico, comporta predicados que han sido subordinados, excluidos o
guardados en reserva por fuerzas y según necesidades que hay que analizar. Dejar a
este nuevo concepto el viejo nombre de escritura es mantener la estructura de injerto, el
paso y la adherencia indispensable para una intervención efectiva en el campo histórico
constituido. Si hay una escritura, comunica quizá, pero no existe ciertamente. O apenas,
para los presentes, bajo la forma de la más improbable firma.

Jurgen Habermas – El discurso filosófico de la modernidad

III: El acto portador de la intención de darle significado a algo se relaciona con el acto
que da cumplimiento a ese significado como la representación con la percepción actual de
un objeto. La intuición cumple la promesa que el significado pone en perspectiva. Husserl
así recorta a priori todos los significados lingüísticamente expresables al talle de la
dimensión cognitiva. Husserl vincula todos los significados linguisticos a expresiones
objetivas referidas a la verdad, de por si enderazadas a quedar cumplimentadas por una
intuición actual y recortadas por tanto al talle de la función cognoscitiva, Derrida lo
entiende como síntoma de un logocentrismo que viene muy de atrás. En el concepto
husserliano de la verdad como evidencia ve en obra una metafísica que obliga a pensar el
ser como presencia o como re-presentación. Se opone a la demarcación que la razón le
pone al lenguaje. Para Derrida en la idea de identidad de una vivencia certificada por la
presencia se pierde la diferencia temporal y la alteridad que posibilita la re-presentación
intuitiva de un mismo objeto y con ello también de la identidad de significado de una
expresión lingüística. Si algo se da por si mismo, como dice Husserl, no es posible
arrancar nada del flujo del tiempo y hacerlo presente como lo mismo, es decir, no es
posible re-presentarlo.
En vez de la idealidad de significados en-si que propone Husserl, Derrida recurre a la
idealidad de la forma sensible del significante. Pero no explica esta en términos
pragmáticos, sino deslindándola de aquello que él llama metafísica husserliana de la
presencia.
Husserl se dejo cegar por la idea básica de la metafísica occidental de que la idealidad
del significado idéntico a si mismo solo viene garantizada por la viviente presencia de la
vivencia actual. De esta forma nada se constituye un reverso de remisiones sin el que
nada en general podría ser experimentado como presente. Derrida pone en tela de juicio
que una intención de significado pueda agotarse en la intuición que la cumple. El propone
la pretensión de una expresión interpretante, es decir, una expresión que va más allá de
la vivencia actual y que en este sentido no es presente.
A toda percepción le subyace una estructura de repetición y que solo viene posibilitada
por la fuerza representativa del signo. De esto no se dio cuenta Husserl. Derrida interpreta
la relación entre expresión, significado y vivencia como la fisura por la que penetra aquella
luz del lenguaje que nos es menester para que algo pueda sernos presente en el mundo.
Solo la expresión y el significado pueden re-presentar algo. Esto Derrida lo entiende como
un proceso de “temporización”.
Husserl no comprendió la interna conexión que se da entre la estructura re-petitiva y la
función representativa del signo lingüístico. Derrida critica la sugestión de que el ser de lo
inteligible nos es, por así decirlo, incorpóreamente presente y nos viene certificado por

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una presencia vivida en la evidencia inmediata. La expresión escrita, la escritura, nos
recuerda que los signos lingüísticos, incluso en total ausencia de un sujeto, posibilitan la
descifrabilidad de un texto y lo ponen en perspectiva. Para Derridá, hasta Husserl la
metafísica ha pensado al ser como presencia, y de esta suerte la historia de la metafísica
culmina en un intuicionismo fenomenológico que aniquila aquella diferencia originaria
gradiente temporal y de alteridad que es la que posibilita la identidad de objetos y
significados. La escritura se considera como signo que se ha tornado independiente de
los sujetos hablantes y oyentes, como el signo originario. Derridá invierte el
fundamentalismo de Husserl, en la medida en que la fuerza transcendental originaria pasa
de la subjetividad generadora a la productividad de la escritura, anónima, fundadora de
historia. La presencia de aquello que en la intuición actual se muestra por si mismo, se
hace depender por entero de la fuerza representadora que tiene el signo. Derridá rompe
con la filosofía del sujeto.

IV: La escritura es el medio primario de expresión del lenguaje. Ataca la concepción de


que el lenguaje depende de la palabra hablada y la escritura se limita a reflejar los
fonemas. Todos los medios de expresión son esencialmente escritura. Derridá cuenta con
propiedades estructurales del signo, que pueden realizarse lo mismo en la sustancia de la
tinta que en la sustancia del aire: en estas formas abstractas de expresión que son la
forma fónica o la forma escrita, reconoce Derridá el carácter escritural del lenguaje. Esta
archiescritura esta a la base, así de la palabra hablada como de la palabra escrita. Esta
archiescritura asume el papel de un generador, exento de sujeto, de estructuras que
carecen de autor. Todas las expresiones lingüísticas (fonemas o grafemas) son en cierto
modo hechas operar por una protoescritura que por su parte no es presente. Esta cumple,
al anteceder los procesos de comunicación, la función de apertura del mundo. Derridá
empieza distinguiéndose de Heidegger por una pretensión científica en apariencia pero no
hace otra cosa que cernerse sobre la deplorada incompetencia de las ciencias en general
y de la lingüística en particular. Derridá desarrolla en una variante distinta que Heidegger
la historia del Ser, codificada ahora en escritura.
El concepto que Derridá circunscribe en términos gramatologicos de una archiescritura
cuyas huellas provocan tantas mas interpretaciones cuanto mas irreconocibles se hacen,
renueva el concepto mistico de tradición como acontecer de una revelación, que se
demora, que se da largas a si mismo.

RICOEUR. Teoría de la Interpretación.

2. HABLA Y ESCRITURA. No es posible ninguna teoría de la interpretación que no llegue


a enfrentar el problema de la escritura.

DEL HABLA A LA ESCRITURA

Lo que sucede en la escritura es la manifestación completa de algo que está en un estado


virtual. La escritura es la manifestación integra del discurso. La autonomía semántica del
texto que ahora aparece todavía es gobernada por la dialéctica de acontecimiento y
sentido. Habla y escritura son ambas modalidades de la actualización del discurso y se
fundamentan en la constitución dialéctica del discurso.

El mensaje y el medio: la fijación

Al pasar del habla a la escritura, cambia la relación entre el mensaje y el medio. Este
cambio trae diversos efectos periféricos. Escribir requiere un portador externo (papel,

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papiro) al igual que el discurso (expresión vocal, fisonómica, gesticular). Reemplazo como
un “logro cultural”. Inscripción que sustituye la inmediatez del factor humano, el cual
desaparece.
El discurso se fija con la escritura porque el discurso como acontecimiento existe
solamente en una instancia discursiva temporal y presente. Como habla, solo fluye, en
cambio se fija mediante la escritura. El discurso como ACONTECIMIENTO desaparece.
La escritura no fija el acontecimiento del habla sino lo “dicho” del habla. Escribimos el
sentido del acontecimiento, no el acontecimiento. Este es el destino del discurso.
Lo que hace posible la inscripción por escrito es la exteriorización intencional propia de
los diferentes estratos del acto de habla. ¿Agota la problemática de la fijación e
inscripción el problema de la escritura? El discurso humano al estar fijado en la escritura
está profundamente afectado en su función comunicativa. Una cadena de cambios
políticos y sociales se pueden relacionar con la invención de la escritura. El discurso
puede ser un discurso destructivo.
La escritura también plantea un problema específico desde que no es la mera fijación
de un discurso oral previo, sino el pensamiento humano directamente puesto por escrito
sin la etapa intermedia del lenguaje hablado. Así la escritura toma el lugar del habla. Atajo
entre el sentido del discurso y el medio material.

El mensaje y el hablante

Se distorsiona la relación entre el mensaje y el hablante. Con el discurso hablado (la


relación cara a cara entre hablante, mensaje, oyente) se da la habilidad del discurso de
remitirse de vuelta al sujeto hablante porque pertenece a la interlocución: está ahí, de
Dasein. Esto cambia con la escritura: la intención del autor y el sentido del texto dejan de
coincidir. La inscripción se vuelve sinónimo de la autonomía semántica del texto. Lo que el
texto significa ahora importa más que lo que el autor quiso decir. Autonomia semántica del
texto: se da una despsicologizacion: grupo de significados que rompen la relación con el
autor. Esto no implica que se haya perdido la totalidad de la sentencia del autor. Wimsatt
propone la falacia intencional que pasa por alto la autonomía semántica del texto, y
Ricoeur propone la falacia del texto absolutoque es el texto como entidad sin autor. De
esta forma se reducirían a cosas naturales los textos, como una piedra, que no ha sido
creada por el hombre. Se complejiza la relación entre el acontecimiento y el sentido.

El mensaje y el oyente

En el extremo opuesto de la cadena de comunicación, la relación del mensaje textual


con el lector no es menos compleja que su relación con el autor. Mientras el discurso
hablado va dirigido a alguien determinado desde antes por la situación dialogal-va dirigido
a ti, la segunda persona-, un texto escrito va dirigido a un lector desconocido y
potencialmente a todo aquel que sepa leer. Esta universalización del público es uno de los
efectos más llamativos de la escritura y puede expresarse en términos de una paradoja.
Ya que el discurso está ahora ligado a un soporte material, se vuelve más espiritual en el
sentido de que es liberado de la limitación de la situación frente a- frente.
El problema de la apropiación del sentido del texto se vuelve tan paradójico como el de
la autoría. El derecho del lector y el derecho del texto convergen en una importante lucha
que genera la dinámica total de la interpretación. La hermenéutica comienza donde
termina el diálogo.

El mensaje y el código

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La especificidad de estas formas dinámicas parece provenir de una dicotomía distinta
de la del hablar y el escuchar, parece surgir de la aplicación al discurso de categorías
prestadas de otro campo, el de la práctica y la obra. El lenguaje es sometido a las reglas
de una especie de oficio artístico, que nos permite hablar de producción y de obras de
arte y, por extensión, de obras de discurso. Los poemas, las narraciones y los ensayos
son tales tipos de obras. Los mecanismos generativos –los géneros literarios- son las
reglas técnicas que presiden su producción. Y el estilo de una obra no es otra cosa que la
configuración individual de un producto u obra singular. El autor aquí no es solo el
hablante, sino también el configurador de esta obra, que es su trabajo.
Hay producción cuando una forma es aplicada a algún material o tema con objeto de
moldeado. Cuando el discurso es transferido al campo de la producción, también es
tratado como algo que ha de ser formado
Gracias a la escritura, las obras del lenguaje se vuelven tan autocontenidas como las
esculturas. (texto significa discurso, tanto inscrito como elaborado).
Tal es la afinidad específica que impera entre la escritura y los códigos específicos que
generan las obras del discurso.
En el sentido amplio de inscripción, la escritura y la producción de las obras de discurso
de acuerdo con las reglas de la composición literaria tienden a coincidir aun sin ser
procesos idénticos.

El mensaje y la referencia

En el discurso hablado el criterio último para la gama referencial de lo que decimos es


la posibilidad de mostrar la cosa referida como un miembro de la situación común, tanto al
hablante como al oyente.
Todas las referencias del lenguaje oral se apoyan en lo mostrado, que depende de la
situación percibida como común por los miembros del diálogo. Todas las referencias en la
situación dialogal son, consecuentemente, situacionales.

Es esta fundamentación de la referencia en la situación dialogal la que se hace añicos


en la escritura. Los indicadores ostensibles y las descripciones definidas continúan
identificando las entidades singulares, pero aparece una brecha entre la identificación y lo
mostrado. La ausencia de una situación común generada por la distancia espacial y
temporal entre el escritor y el lector; la cancelación del aquí y el ahora absolutos por la
sustitución de la voz, rostro y cuerpo del hablante como origen absoluto de todos los
lugares en el espacio y el tiempo por señales materiales externas, y la autonomía
semántica del texto, que separa éste del presente del escritor y lo abre a una gama
indefinida de lectores en potencia en un tiempo indeterminado; todas estas alteraciones
de la constitución temporal del discurso se reflejan en alteraciones paralelas del carácter
ostensible de la referencia.
Lo que yo quiero decir como significado interno cuando se externaliza, cuando
trasciende hacia el exterior. Es más fácil notar estas alteraciones de la referencia cuando
se crean los géneros literarios específicos. Es fácil distinguir una poesía de otra cosa.
Puedo señalar las cosas o hacer un gesto que se va a entender rápidamente lo que
quiero decir. En el discurso escrito también puedo usar estos indicadores extensibles, o
descripciones que van a funcionar de la misma forma que en la parte oral. Recursos que
sustituyen las expresiones orales.

UN ARGUMENTO EN FAVOR DE LA ESCRITURA

La exterioridad no es un accidente cultural, sino una condición necesaria del proceso

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hermenéutico. Solamente una hermenéutica que utiliza la distancia en forma productiva
puede resolver la paradoja de la exteriorización intencional del discurso.

En contra de la escritura

El ataque contra la escritura viene muy de atrás. Está asociado a un cierto modelo de
conocimiento, ciencia y sabiduría utilizado por Platón para condenar la exterioridad como
contraria a la reminiscencia genuina. En referencia a Platón: El escribir es como el pintar
que genera al ser no vivo, que a su vez permanece en silencio cuando se le pide que
conteste. Los escritos, también, si uno los cuestiona para aprender de ellos, "significan
algo singular siempre igual". Además de esta mismidad estéril, los escritos son
indiferentes a sus destinatarios. Vagando por aquí y allá, son indiferentes a quienes
llegan. Y si se presenta una disputa, o si son injustamente despreciados, todavía
necesitan de la ayuda de su padre. Por sí mismos, no son capaces de salvarse.
Para Rousseau, mientras el lenguaje se apoyo solo en la voz, conservo la presencia de
uno mismo ante uno mismo y ante los otros, con la escritura comenzó la separación, la
tirania, la desigualdad. La palabra escrita rompió sus lazos con el sentimiento del
pensamiento.

La escritura y la iconicidad

Iconicidad: aumento estético de la realidad. Revelación de una realidad más real que la
realidad ordinaria. Lejos de redituar algo menos que lo original, la actividad pictórica
puede caracterizarse en términos de un "aumento icónico", donde la estrategia de la
pintura, por ejemplo, es la de reconstruir la realidad sobre la base de un alfabeto óptico
limitado. Esta estrategia de contracción y miniaturización reditúa más abarcando menos.
De esta forma, el efecto principal de la pintura es resistir la tendencia a la entropía de la
visión ordinaria -la imagen de la sombra que emplea Platón- y ampliar el significado del
universo capturándolo en la red de sus signos abreviados. Este efecto de saturación y
culminación, dentro del pequeño espacio del marco y en la superficie de una tela
bidimensional, en oposición a la erosión óptica propia de la visión ordinaria, es lo que
quiere decir aumento icónico.
Inscripción del discurso: transcripción del mundo que no fue la reproducción del
universo, sino su metamorfosis. Esta teoría de la iconicidad, como el aumento estético de
la realidad, nos da la clave para encontrar una respuesta decisiva a la crítica de la
escritura de Platón. La iconicidad es la re-escritura de la realidad. La escritura, en el
sentido limitado de la palabra, es un caso particular de la iconicidad. La inscripción del
discurso es la transcripción del mundo, y la transcripción no es duplicación, sino
metamorfosis.

LA INSCRIPCIÓN Y EL DISTANCIAMIENTO PRODUCTIVO

Un paso final. El problema de la escritura se vuelve un problema hermenéutico cuando


se lo refiere a su polo complementario, la lectura. Emerge entonces una nueva dialéctica,
la del distanciamiento y la apropiación.

Por apropiación quiero decir la contraparte de la autonomía semántica, la cual desprendió


al texto de su escritor. Apropiar es hacer "propio" lo que era "extraño". Debido a que existe
la necesidad general de hacer nuestro lo que nos es extraño, hay un problema general de
distanciamiento. La distancia, entonces; no es simplemente un hecho, un supuesto, sólo
la brecha espacial y temporal que se abre realmente entre nosotros y la apariencia de tal

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y cual obra de arte o discurso. Es un rasgo dialéctico, el principio de una lucha entre la
otredad que transforma toda la distancia espacial y temporal en una separación cultural y
lo propio, por lo cual todo el entendimiento apunta a la extensión de la autocomprensión.
El distanciamiento no es un fenómeno cuantitativo; es la contraparte dinámica de
nuestra necesidad, nuestro interés y nuestro esfuerzo para superarla separación cultural.
La escritura y la lectura tienen lugar en esta lucha cultural. La lectura es el pharmakon, el
"remedio" por el cual el sentido del texto es "rescatado" de la separación del
distanciamiento y colocado en una nueva proximidad, proximidad que suprime y preserva
la distancia cultural e incluye la otredad dentro de lo propio. Esta problemática general
está firmemente enraizada tanto en la historia del pensamiento como en nuestra situación
ontológica.
Esta dialéctica puede también ser expresada como la de la tradición como tal,
entendida como la recepción de herencias culturales transmitidas históricamente. Una
tradición no suscita ningún problema filosófico siempre que vivamos y habitemos dentro
de ella en la ingenuidad de la primera certeza. La tradición solamente se vuelve
problemática cuando esa primera ingenuidad se pierde.

Tenemos entonces que recuperar su sentido a través y más allá de la separación. De aquí
en adelante la apropiación del pasado procede a lo largo de una lucha sin fin con el
distanciamiento. La interpretación, entendida filosóficamente, no es otra cosa que un
intento de hacer productivos la separación y el distanciamiento.

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