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El art. 169 de la Constitución prevé que <<No podrá iniciarse la reforma constitucional en
tiempo de guerra o de vigencia de alguno de los estados previstos en el art. 116>>
Nos encontramos así en presencia de un límite puramente temporal respecto de la iniciativa
de procedimiento de reforma constitucional. Es UN LÍMITE A LA INICATIVA Y NO AL
PROCEDIMIENTO EN SÍ.
Esta limitación se produce en tiempos de guerra, supuesto que, obviamente, se separa de los
de vigencia de los estados de alarma, excepción o sitio, situaciones excepcionalmente
contempladas en el art. 116.
Desde lego, como dice Pérez Royo, estamos ante uno de los preceptos más desafortunados, no
ya del título X, sino de toda la Constitución. Y es que, se trata en realidad de una cláusula
perfectamente inútil. Con ella, se pretende garantizar la autonomía y la independencia de
cualquier operación de reforma, frente a las lógicas anomalías previsibles en las situaciones
excepcionales, como son las que contempla el precepto. Lo lógico es pensar que si las Cámaras
se deciden por la declaración de situaciones de excepción no se decidan por la reforma, y a la
inversa. De tener alguna operatividad, ésta se reduciría al supuesto del TIEMPO DE GUERRA.
Durante la segunda postguerra los textos que proliferan por Europa se harán con la institución
del control de la constitucionalidad de las leyes como reacción a los gobiernos dictatoriales y a
las asambleas legislativas apoyadas en un positivismo nominalista. Se produce un abandono de
la concepción rígidamente formalista del orden constitucional para pasar a un orden de valores
constitucionales que vinculan a todos los poderes del Estado.
Actualmente se habla de una combinación del sistema americano y del austriaco creando un
solo sistema común.
Naturaleza
Ambas vías persiguen el mismo objetivo, la preservación de la constitucionalidad de las leyes,
sin embargo, la naturaleza de cada una es diferente:
En el recurso de inconstitucionalidad: El Tribunal no tiene un poder de
iniciativa, una vez sometido la Ley al enjuiciamiento, puede declarar no solo la
inconstitucionalidad de los preceptos impugnados, sino también, la de
aquellos otros de la misma Ley a los que deba extenderse por conexión o
consecuencia.
Para evitar lagunas innecesarias en el ordenamiento jurídico se recurren a las
“sentencias interpretativas”, que son aquellas que rechazan una demanda de
inconstitucionalidad, declaran la constitucionalidad de un precepto
impugnado en la medida en que se interprete en el sentido que el Tribunal
Constitucional considera como adecuado a la Constitución, o no se interprete
en el sentido que estima inadecuados.
La cuestión de inconstitucionalidad presenta una mayor amplitud que el
recurso y en el plazo de la impugnación. Es un instrumento puesto a
disposición de los órganos judiciales para conciliar la doble obligación de
actuar sometidos a la ley y a la Constitución.
La cuestión de inconstitucionalidad NO es un instrumento que sirva para:
o Transferir al Tribunal Constitucional la decisión de litigios concretos,
o Buscar a través suyo una depuración abstracta del ordenamiento
o Impugnar de modo directo y con carácter abstracto la validez de la ley
Estas razones explican el carácter de control concreto de la constitucionalidad de las leyes y los
requisitos que la Constitución y la LOTC imponen para la admisión de las cuestiones de
inconstitucionalidad.
B) Naturaleza
El recurso de amparo es aquel procedimiento por cuya virtud se protegen especialmente
determinados derechos y libertades, en los art. 14 al 29 de nuestra Constitución.
Como establece la LOTC “el recurso de amparo constitucional protege a todos los ciudadanos
frente a violaciones de los derechos y libertades originadas por disposiciones, actos jurídicos o
por los poderes públicos del Estado, CCAA y demás entes públicos”.
La LOTC desde el primer momento estableció un filtro previo para el recurso de amparo. Se
modificó por la Ley 6/1995 pero fue perdiendo incidencia.
La consecuencia del aumento de los recursos de amparo se encontraba bloqueada. La ley
6/2007 estableció una fórmula radical que recuerda al “Writ of Certiorari” americano, este
concepto es el recurso que se utiliza para que el TC conozca el litigio. Se estableció por primera
vez en EEUU en 1981 y se reforzó en 1925, Certiorari quiere decir que el Tribunal Supremo
tiene la capacidad de elegir qué temas conoce (temas constitucionales e intereses generales
para toda la unión) y que temas desconoce.
El TC Federal Alemán insertó una reforma inspirada en el certiorari pero, parecido al español a
la vez. FUMUS BONIS IURIS: apariencia del buen Derecho.
El TC en la 1º Sentencia 255/2009 del 25 de junio hay especial trascendencia constitucional:
Cuando la vulneración del derecho provenga de una ley
Cuando no este respetando la doctrina sentada por el Tribunal (recurso de amparo)
Cuando un juez especifique una sentencia en contra de la jurisprudencia del TC.
Cuando no haya dicho nada al TC en torno al derecho en juego.
Cuando el TC entienda cambiar su doctrina.
Ahora bien,
No estamos en presencia de un recurso que se limite a proteger un interés subjetivo,
ya que la LOTC hace preceptiva la intervención del Ministerio Fiscal en todos los
procesos de amparo, “en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y
del interés público tutelado por la Ley”.
Por otro lado, este recurso puede desembocar en una sentencia estimatoria,
declaratoria de la inconstitucionalidad de la Ley que se haya aplicado, y respecto de la
cual se estime que lesiona derechos fundamentales.
Aunque se ha considerado este recurso como una segunda instancia en la protección de los
derechos y libertades, respecto de la tutela que los mismos corresponde llevar a cabo a la
jurisdicción ordinaria en base al procedimiento “preferente y sumario” que en su momento
vimos, es lo cierto que tal consideración no debe entenderse en el sentido de concebir al TC
como una mera instancia de revisión del derecho aplicado por la Jurisdicción Ordinaria.
En definitiva, el recurso que nos ocupa no es, ni debe ser considerado en modo alguno con:
Recurso de Casación: se fundamenta en la interpretación errónea de preceptos.
Juicio de Revisión: la LOTC “limitará su función a concretar si se han violado derechos o
libertades y se abstendrá de cualquier otra consideración sobre la actuación de los órganos
jurisdiccionales”.
En resumen, el recurso de amparo nos viene dado por el hecho de que en él no se pueden
hacerse valer otras pretensiones que las dirigidas a restablecer o preservar los derechos o
libertades por razón de los cuales se formuló el recurso.
E) Legitimación
A tenor del art.162.1 de nuestra “lex legum”, están legitimados para interponer el recurso de
amparo “toda persona natural o jurídica que invoque un interés legítimo, así como el Defensor
del Pueblo y el Ministerio Fiscal”.
La problemática suscitada por el precepto anterior se iba a circunscribir a que había de
entenderse por INTERÉS LEGÍTIMO.
La doctrina se manifestaba de modo muy diverso. Desde quienes entendían que el precepto
constitucional parecía haber tenido en cuenta, el procedimiento de tutela jurisdiccional de los
derechos por vía preferente y sumaria, hasta la posición de aquellos otros que ven en el
concepto de “interés legítimo” una amplitud notablemente mayor que el de “derecho
subjetivo”, pues aquel concepto permite entender que terceros ajenos a la titularidad del
derecho, estén legitimados para promover el recurso de amparo.
La LOTC ha desarrollado el precepto constitucional, estableciendo una diferenciación entre el
proceso de amparo que presuponga o no una actuación jurisdiccional previa por vía preferente
y sumaria:
a) En los procesos que no implican una actuación jurisdiccional previa, en los recursos
promovidos contra decisiones o actos sin valor de ley , emanados de las Cortes o de las
Asambleas legislativas de las CCAA, vendrán legitimados para la interposición del
recurso la persona directamente afectada, el defensor del Pueblo y el Ministerio Fiscal.
b) En los recursos que presuponen un proceso previo, estarán legitimados quienes hayan
sido parte del proceso judicial correspondiente, el defensor del Pueblo y el Ministerio
Fiscal.
c) En los recursos que se interpongan contra las resoluciones del Consejo Nacional de
Objeción de Conciencia.
Como puede apreciarse, la LOTC, al precisar la legitimación, mantiene en todos los supuestos
la del Defensor del Pueblo y el Ministerio Fiscal, se distingue así entre una legitimación a favor
de la persona directamente afectada y otra en beneficio de quien haya sido parte del proceso
judicial correspondiente (interés legítimo).
En definitiva, en los supuestos que se ha planteado ante el Tribunal el concepto de <<parte>>,
se ha extendido su realidad y acogida no sólo a quién lo fue en efecto, sino a quien pudo serlo
o tenía derecho a serlo.