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CONNOTACIÓN MACHISTA EN LA LENGUA 1

Connotación machista en la lengua producto de una construcción socio-cultural en la que

ha imperado la supremacía masculina sobre la femenina

Luz Guardo

Elba Peñaranda

Universidad de Cartagena
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Desde el principio de los tiempos, el ser humano creó diferentes sistemas de signos
orales y escritos que han ido evolucionado a través de los años, producto de la necesidad de
comunicarse con otros. Lo que hoy en día conocemos como lengua es producto de una
construcción social, la cual se considera como un sistema abierto en una constante
evolución resultado del actuar lingüístico de los hablantes. Como afirma Fornet (2019)
“Desde que existe, la lengua no ha dejado de transformarse, porque el pueblo que la habla,
y la sociedad en que se habla, no han dejado de transformarse tampoco”. Por ello, la lengua,
es adquirida; es decir, se aprende y se enseña.

A través de la historia, los seres humanos han cambiado y modificado sus


pensamientos e ideologías sobre la sociedad. En siglos pasados, el valor del hombre
prevalecía en las comunidades mientras que las mujeres tenían un papel inferior. Es así
como la lengua, al desarrollarse en una sociedad en donde el hombre imperaba, fue hecha a
su medida y la medida de sus pensamientos. Una lengua creada ‘‘(...) por varones y para
los varones, con el objeto de encarnar en él sus puntos de vistas y perpetuarlos, puntos de
vista en que las mujeres son el desvío y la deficiencia’’ (Rommaine, 1996, p.130). Siendo
así, el papel de la mujer y el hombre a través de la historia el causante de las desigualdades
en la connotación de las palabras.

Primeramente, si tenemos en cuenta la adopción del apellido del marido por parte de
la mujer luego de casarse, podemos observar cómo ha imperado la supremacía masculina
sobre la femenina. Esta costumbre partía de la antigua idea en la Edad Media en la que la
mujer debía ser tutorizada por el hombre. La mujer no era vista como una persona, sino
como objeto perteneciente a una figura masculina, por ende, tanto su padre como su esposo
tenían el control sobre esta. Aunque en Latinoamérica y algunos países Europeos esta
costumbre ha quedado atrás, en muchos países de habla inglesa se sigue practicando, tal es
el caso de Estados Unidos. Así, tenemos mujeres con poder que anexan o sustituyen su
apellido por el de su esposo, como Michelle Obama, Melania Trump o Hillary Clinton.

En años anteriores lo normal era que mientras los hombres estudiaban y se


preparaban para trabajar, las mujeres eran educadas para hacer las tareas del hogar y
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ocuparse de la crianza de los hijos. Es así como con el pasar del tiempo muchas profesiones
sólo hacían referencia al género masculino, tal es el caso de soldado, músico, piloto, entre
otros. Las palabras surgen de la necesidad del hablante, por lo tanto, en un pasado, al ser
ciertas profesiones únicas para hombres, como soldado, no existía la necesidad de decir
soldada al no existir mujeres dedicadas a esta profesión. De esta misma manera, el término
alcaldesa años atrás existía como femenino del término alcalde, pero este solo hacía
referencia a la esposa del alcalde, puesto que en siglos anteriores la mujer no tenía
participación política. Sin embargo, con el correr del tiempo su participación fue
incrementando y ya no solo existen alcaldes, sino también alcaldesas. Este sustantivo pasó
de hacer referencia a la esposa del alcalde a referirse a una mujer encargada de la alcaldía.

Con el pasar de los siglos, nuevos nombres de profesiones, que antes solo
designaban al varón se fueron incluyendo para también aludir a las mujeres. Así, por
ejemplo, términos como médica y jueza se han ido añadiendo a la lengua Española. No
obstante, en la actualidad no es muy común utilizarlos por lo que en vez de su femenino se
utiliza el masculino precedido por el artículo femenino para hacer referencia a la mujer que
ejerza alguna de estas profesiones; así, la médico, la sargento y la juez son más utilizados.
De hecho, en muchas ocasiones las mujeres se refieren a sí mismas de médico o juez,
porque tienen la concepción de que si no lo hacen su profesión pierde credibilidad o que
suena algo despectivo. De esta última encontramos el caso de sargenta, que popularmente
alude a una mujer autoritaria, una vez más se percibe una concepción negativa sobre la
mujer.

Los ejemplos anteriores son resultado de la constante alteración en la lengua.


Muchos términos empleados en un tiempo determinado pueden significar algo diferente en
otro. Así, palabras y expresiones usadas hoy en día poseen un significado diferente al de
tiempos pasados. Ejemplo de esto es el término mujer pública, que hasta hace solo unos
años era sinónimo de prostituta y no de una mujer que emplea algún cargo público, como sí
lo era hombre público. Sin embargo, actualmente no es común hacer esta asociación, con el
pasar del tiempo esta expresión ha cambiado de significado al cambiar también el contexto
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social, ya que en la actualidad, tanto hombres como mujeres pueden tener un desempeño
político.

Así, como ya lo hemos planteado, la lengua se desarrolló en sociedades machistas,


en donde la mujer no tenía ni voz, ni voto. Con el pasar de los siglos, años y días; la mujer
logró alcanzar en la sociedad una posición un poco más cercana o igualitaria a la del
hombre. Sin embargo, en la actualidad podemos encontrar en la lengua española huellas del
machismo vivido en las sociedades de nuestros antepasados.

A raíz de este machismo, presente en el día tras día de nuestras sociedades pasadas,
actualmente podemos encontrar diferentes dichos y expresiones que poseen un significado
peyorativo, resultado de las ideologías y creencias de la época en las que la mujer es vista
como débil e incapaz y el hombre como, todo lo contrario, sinónimo de fuerza y valentía.
Aunque estas creencias son comunes de épocas pasadas y han ido disminuyendo, estas
expresiones se siguen empleando diariamente sin tener en cuenta en muchas ocasiones su
trasfondo.

Desde pequeños a la mayoría de los niños se les van inculcando ciertos estándares
en la manera en que se deben comportar y luego, cuando crece el respeto que se supone
merecen está fuertemente relacionado con el nivel de “hombría” que tengan. Hoy en día a
medida que un niño va creciendo es normal que personas de su entorno se dirijan a él con la
expresión comportate como hombre, cuando su comportamiento no cumple con los
estereotipos formados por la sociedad, tales como ser más fuerte que las mujeres,
comportarse de una manera un poco brusca y con autoridad e incluso el uso del lenguaje
obsceno al momento de hablar. Del mismo modo, muchas niñas durante su infancia
escuchan la expresión comportate como una señorita, haciendo referencia a la manera en
que deben expresarse, lo que deben hacer y lo que no, e incluso, la manera en que deben
sentarse. Igualmente ocurre con las expresiones los niños no lloran y las mujeres a la
cocina, las cuales son reflejo del machismo que se vive en las sociedades.
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Asimismo, como reflejo y resultado del machismo en sociedades pasadas y


presentes, en muchas canciones encontramos frases y estrofas peyorativas hacia la mujer
que hicieron parte de la infancia de nuestros padres y que al pertenecer al género romántico
en muchos casos cantamos sin estar conscientes de lo que decimos. “Te vas porque yo
quiero que te vayas y a la hora que yo quiera te detengo (...) porque quieras o no yo soy tu
dueño’’ (Jiménez J, 1994) esta estrofa pertenece a la canción La media vuelta interpretada
por Luis Miguel en la cual muestra a la mujer como propiedad del hombre. Igualmente, hoy
en día encontramos canciones con letras un poco más explícitas y que aunque en muchas
ocasiones somos conscientes de su mensaje ofensivo hacia la mujer se vuelven muy
populares llegando a alcanzar gran reconocimiento, ejemplo de esto es la canción
Propuesta indecente del cantante Romeo Santos, en donde se refleja el poder que ejerce el
hombre sobre la mujer al no tener en cuenta su opinión y simplemente "faltarle al respeto"
culpando al alcohol por sus acciones. Es importante mencionar que estos mensajes
machistas no solo los encontramos en canciones populares, sino que llegan a estar incluso
en canciones infantiles que son enseñadas de generación en generación a niños que las
cantan ignorando su significado. En la tan conocida canción infantil arroz con leche, en uno
de sus versos dice: “Arroz con leche me quiero casar con una señorita de la capital, que
sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta, para ir a jugar” haciendo referencia a
que el hombre es quien elige a la mujer por sus habilidades en ciertas actividades referentes
a las amas de casa, como coser y bordar.

Cuando hablamos del desarrollo de la lengua, hacemos referencia, no solo a los


factores socio-culturales, sino a su estructura gramatical, a la sintaxis y la semántica. Si
bien en el pasado se crearon estas normas que siguen vigentes en la actualidad, no podemos
olvidar que fueron hombres quienes las crearon y establecieron.

Reflejo de esta huella machista en la lengua Española, por ejemplo, podemos ver
cómo en ciertos casos se invisibiliza a la mujer y se antepone al hombre. Tal es el caso del
pronombre ellos. Cuando se hace mención a un grupo de personas mixto, la regla dice que
se debe colocar el pronombre en masculino, es decir, ellos; aunque el grupo esté
conformado en su mayoría por mujeres. Asimismo ocurre con el sustantivo niños, el cual se
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refiere a infantes tanto varones como hembras, sin importar si en su mayoría son
niñas. Cabe recalcar que estas son reglas gramaticales de la lengua Española y se deben
respetar. Sin embargo, que algo sea válido en un determinado momento no significa que
deba serlo en otro, y mucho menos, que algo esté normalizado significa que sea correcto.

Por otro lado, hay casos en los que una misma palabra en su género femenino ha
servido para catalogar a una mujer, mientras que en su género masculino no funciona igual.
En el caso de señora y señorita, la primera se utiliza para hacer referencia a una mujer
casada y la segunda a una mujer soltera. Mientras que señor no hace distinción si el hombre
está casado o no; de hecho, no es común decir señorito a un hombre que no está casado.
Suzanne Rommaine (1996) se refería al apellido y a la distinción de señora y señorita como
“(...) símbolos de la posición de la mujer como propiedad del hombre y objeto sexual cuya
disponibilidad o no para otro debe quedar muy claramente marcada”(p.154)

Popularmente se han ido añadiendo términos referentes a la mujer de una manera


despectiva hasta el punto de encontrar en la Real Academia Española (RAE) sus
significados con connotaciones negativas. Si buscamos en la RAE el significado de zorra
encontraremos en uno de sus significados la palabra prostituta. En cambio, si se busca en
su género masculino zorro, encontramos significados referentes al animal o a una persona
astuta, entre otros. Asimismo, tenemos muchas palabras más que, aunque en la lengua
están presentes ambos géneros, su femenino es peyorativo. Tal es el caso de golfo y golfa,
mientras que el primero significa una parte del mar encerrada por cabos, el segundo es
referente a una prostituta. De la misma manera, brujo en su género masculino es un
hechicero con poderes mágicos, mientras que bruja lo relacionamos con una mujer
malvada.

En la lengua no solo existen términos con connotaciones peyorativas hacia la mujer,


sino también aquellos en los que se subestima el poder y habilidades que esta posee.
Claramente, el sexo femenino ha sido visto socialmente como el vulnerable, incapaz y
dependiente del masculino. Consecuencia de esta aceptación social, vemos un claro
ejemplo de esta connotación que desvaloriza a las mujeres en la RAE. El significado de
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sexo débil es “Conjunto de las mujeres”. En cambio sexo fuerte, en la RAE “Conjunto de
los varones”.

Lo que determina a la lengua es su uso; la función de la Real Academia Española


(RAE) es darles validez a las palabras generalizadas por su uso. Así, al tener en cuenta las
palabras que han cambiado de significado debido al uso que le dan los hablantes con el
pasar del tiempo, podemos observar que la RAE simplemente les otorga la validez. Así,
basados en Casado, 2018:
“Las Academias de la lengua registran en sus diccionarios lo que los hablantes
dicen. Y, en ocasiones, añaden si una determinada palabra o acepción resultan
despectivas, vulgares, insultantes, etc (...) Pero son los hablantes los que pueden
usar el idioma para alabar o para insultar, para integrar o para discriminar (...)”.

Es por esto que en muchas ocasiones los hablantes variamos o cambiamos los significados
que la RAE ha validado o simplemente no seguimos o empleamos las normas que se han
designado. Esto se debe a que la lengua es cambiante y se transforma con los años debido
a que esta se mantiene por el uso que le dan los hablantes y no las normas que algunos le
imponen.

No pretendemos que todos los términos empleados en la lengua sean neutros, ni


promovemos el uso de diferentes signos como el @, u o(a) para referirnos a hombres y
mujeres, ni mucho menos que las mujeres prevalezcan en estos. Hacemos ver las
connotaciones machistas en términos empleados popularmente consecuencia de diferentes
realidades socio-culturales que se han presentado con el pasar de los años. Estos, aunque
normalizados hasta llegar al punto de estar legitimados por la Real Academia Española,
presentan significados peyorativos o despectivos hacia las mujeres.

Es así como llegamos a la conclusión que la lengua es producto de una construcción


sociocultural en la cual ha estado presente la supremacía masculina sobre la femenina, por
ende, esta presenta una connotación machista en muchos de los términos empleados. Al
responder al actuar lingüístico de los hablantes, la lengua se encuentra en constante
transformación, reflejo de la realidad social en la que esté siendo desarrollada. Como
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consecuencia, podemos observar como diariamente hacemos uso de una lengua con
connotaciones machistas y que muchas veces ignoramos. Siendo así, en palabras, dichos y
expresiones comúnmente usados, e incluso, en canciones populares e infantiles existe un
trasfondo machista del cual no somos conscientes ya que simplemente está normalizado por
la sociedad. Para cambiar nuestra realidad debemos empezar por cambiar nuestra forma de
hablar y dejar de usar aquellas palabras despectivas hacia las mujeres que reflejan el
machismo en la sociedad.
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Referencias

Jiménez, J. (1994) La media vuelta. [Grabado por Luis Miguel]. En Segundo romance.
[CD] WEA Latina. (1994).

Lendoiro, G. (2018, 15 de febrero) “Las lenguas no son machistas, son las personas las que,
utilizándolas, enarbolan ideas que lo son”. Recuperado de https://www.larazon.es/

Fornet, A. (2019, 1 de julio). «La lengua se transforma permanentemente». Recuperado de


http://www.elcastellano.org/

Rommaine, S. (1996). El lenguaje en la sociedad: una introducción a la sociolingüística.


Barcelona: Ariel lingüística.

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