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Introducción
En esta clase, a fin de abordar el concepto de infancia, proponemos recordar un
cuento de la tradición oral recopilado por los Hnos. Grimm. Seguramente, todos Uds. lo
conocen, ya sea porque alguien se los leyó o contó cuando eran niños, o porque Uds.
mismos lo leyeron o contaron a hijos, sobrinos, alumnos.
Desarrollo
1- ¿Por qué estudiar la infancia?
En primer lugar, porque, como lo demostraremos en el desarrollo de esta clase,
infancia y escuela son términos inseparables. Se educa a alguien a quien percibimos y
miramos de determinada manera. Esta mirada –que nos hace tener en la mente ciertos
niños, ciertos adolescentes- define el modo en que los juzgamos, actuamos frente a ellos y
pensamos la acción educativa.
En segundo lugar, porque es necesario hacer consciente que esta mirada que hemos
construido sobre niños y adolescentes, no es natural, no se ha producido por generación
espontánea, no forma parte del ADN humano, sino que es una construcción cultural,
atravesada por la historicidad, la contradicción y el cambio propio de las sociedades.
En tercer lugar y, como señaláramos en la clase anterior, porque las ideas,
representaciones, valores, discursos que una sociedad
sostiene sobre los niños, tienen capacidad instituyente-
constituyente. No sólo definimos a los sujetos, también
accionamos para producir esos sujetos que pensamos y
definimos; y esto lo hacemos a través de lo que llamamos
la transmisión cultural. Los niños y adolescentes construyen
su identidad a partir de los mensajes que les enviamos, las
posibilidades que generamos para ellos, los derechos que
les reconocemos efectivamente en las prácticas cotidianas,
como así también las prohibiciones que les imponemos.
En cuarto lugar, porque la concepción de infancia
sobre la que se estructuró la escuela argentina, que la mayoría de nosotros, conoció y
transitó como alumnos y docentes, ha entrado en crisis y con ella, también la escuela
ideada en función de ciertos niños que actuaban, sentían, pensaban de una manera
determinada. La sociedad ha cambiado, las experiencias infantiles son otras y es necesario
repensar a los niños y por tanto, a la escuela. A menos, que estemos dispuestos a permitir
su desaparición como institución encargada de la transmisión social.
En quinto lugar, porque si bien los niños han cambiado, son cada vez menos
obedientes, menos sumisos, menos escolarizados, menos respetuosos de las normas, más
consumistas, sin embargo, hay algo que no cambió:
Su vulnerabilidad: los niños siguen necesitando de los adultos, para constituirse
como sujetos sociales, siguen necesitando cuidados, protección, afectos, contención que
aseguren su crecimiento y su participación en la cultura y la sociedad.
Asimetría con el adulto: más allá de los cambios que se han producido, del acceso
que los niños tienen a la información, y de los nuevos lugares que se les asignan, -por
ejemplo en relación al consumo-, la asimetría entre los niños y los adultos permanece. La
niñez continúa siendo una etapa de la vida diferente, y continúa necesitando que los
adultos se responsabilicen de ejercer lo que Zelmanovich denomina, el amparo simbólico.
Es necesario resignificar la asimetría ya que los niños, en tanto subjetividades en vías de
constitución, se construyen en el discurso de los adultos, de quienes requieren el
acercamiento a la lengua y a la cultura, y a la vez que el ofrecimiento de un espacio de
protección para poder aprenderla.
Su condición de futuro social: toda sociedad se proyecta y se imagina a sí misma
en el futuro, a través de las generaciones más jóvenes. Si esto no se hace, la sociedad
firmaría su certificado de defunción. Por eso, cuando se habla de una época en la que la
perspectiva de futuro se ha perdido, es necesario, como adultos y como educadores, volver
a proyectar el futuro en nuestros niños y adolescentes.
Los proyectos políticos: la infancia se inscribe en los proyectos políticos de una
sociedad determinada. Como señaláramos en la clase anterior, la Generación del 80 pensó
en la educación de los niños y creó el sistema de instrucción pública, para construir la
identidad de argentino. Esta construcción, en la que la escuela tuvo un papel fundamental,
se pensó además con un efecto multiplicador, cada niño de cada familia socializado en la
escuela argentina, llevaría a su hogar los valores componentes de esa identidad.
En sexto lugar, señala Carli (1994) -retomando a Enrique Pichon Rivière y Ana
Quiroga- que es necesario recuperar el sentido de generatividad, lo cual da cuenta de la
relación entre una generación y otra, y se refiere a la capacidad de la sociedad adulta de
gestar a la generación subsiguiente, de intervenir en sus formas de constitución, de
construirla socialmente. En la Argentina actual, en los niños y los jóvenes se inscriben los
síntomas críticos de nuestra historia social y cultural; y de la pérdida de un proyecto
común como sociedad. Es así que, para generar o producir a la generación siguiente es
necesario volver a construir un proyecto social.
Por último y, por supuesto, no menos importante que el resto de las razones
enunciadas, se plantea la necesidad de revisar la mirada neutral sobre la niñez como un
fenómeno universal y recuperar la diversidad de las experiencias infantiles: se es niño y
adolescente de diferentes modos: en el trabajo, en el country, en la mendicidad, en los
concursos de talentos, en la escuela, en la guerra, en el espacio virtual, etc.
Finalmente, aunque parece que sólo hablamos de niños y adolescentes, también
hablamos de adultos docentes, que se constituyen y reconstituyen en este lugar en la
relación con los más jóvenes.
3- La Infancia en Argentina.
3.1- El niño menor de edad y menor de razón
Entre 1880 y 1930, periodo de conformación del sistema educativo nacional, Carli
(1991) señala
ala que se produce una “nueva sensibilidad” hacia la infancia que se plasma en
una serie de prácticas y discursos dedicados a la niñez,, que no están exentos de
contradicciones.
Entre ellas, es posible señalar, la fragmentación de las infancias en al menos dos
categorías de niños:
os: por un lado, aquella que prontamente se incluye dentro de la
categoría menor hijo-alumno,
alumno, sujeto a la alianza estado-escuela-familia
estado familia y; por otro lado,
la figura de menor peligroso, asentada sobre la idea de delincuencia actual y futura, y
como peligro para la sociedad: huérfanos, abandonados, expósitos.
Para cada uno de estos grupos emergerán formas diferentes de
institucionalización y de socialización, en cuya resolución el Estado
Nacional ocupará el lugar central. La intervención estatal ofrece a la
fragmentación de las experiencias infantiles, diferentes formas de
incorporación al orden social. En el caso de la primera categoría, la
escuela pública y las pautas de escolarización será el espacio de
socialización apropiado. Para la segunda, surgirán
surgirán ofertas de recogida
y encierro como hospicios, orfanatos, cárceles de menores, asilos,
reformatorios y las estrategias preventivo-correctivas.
preventivo
La definición básica de infancia que adopta el Estado argentino, remite al niño
como salvaje que debe ser domesticado
dome un niño no es más que un animal que se educa y
dociliza (Sarmiento,1862). Los niños no son esencialmente buenos, motivo por el cual, la
naturaleza infantil debe ser domesticada y sometida, no es posible dejarlos librados a sus
instintos, sino que es necesario encauzar el desarrollo.
desarrollo
Esta idea, si bien predominante, no es la única construcción que se registra en este
periodo. Otros grupos, constituidos por mujeres de diferentes sectores e ideologías,
vinculadas al anarquismo, el socialismo y la
docencia, intermediarán para
ra la construcción
de otras nociones de infancia. En el anarquismo
y el socialismo irrumpe la noción de niño como
sujeto de derechos, que se concreta tanto, en
1
Fröebel Federico (1782-1852) Fue profesor en la Escuela Modelo de Frankfurt, en Frankfurt del Main, y
desde 1806 hasta 1810 trabajó y estudió con Johann Pestalozzi en Yverdon (Suiza).
En 1816 fundó en Griesheim una escuela llamada Instituto Universal de la Educación Alemana y en 1817 la
trasladó a Kelhau, cerca de Rudolstadt, donde desarrolló ideas para la educación de los niños en edad
preescolar, de 3 a 7 años. Estas ideas culminaron cuando estableció la primera institución dedicada
exclusivamente a la educación de los niños en Blankenberg (Turingia), en 1837. Para esta escuela acuñó el
término Kindergarten, que significa 'jardín de niños’. Fröbel es considerado uno de los grandes innovadores de
la pedagogía y de la educación en el siglo XIX. Entre los principales escritos de Fröbel se destacan Educación
del hombre (1826) Juego de la madre y canciones de la institutriz (1843).
2
Jean-Jacques Rousseau (1712 - 1778) fue escritor, filósofo y músico. Sus ideas políticas influyeron en la
Revolución francesa. Su herencia de pensador radical y revolucionario está expresada en sus dos obras: El
contrato social y Emilio o de la Educación: «El hombre es bueno por naturaleza», de ahí su idea de la
posibilidad de una educación.
3
Juana Manso (1819-1875) Educadora y escritora nacida en Buenos Aires. Fue amiga de Sarmiento, quien la
consideraba la única persona en América del Sur que había podido interpretar su plan de educación. Fundó
bibliotecas, periódicos y escuelas. Es autora de obras didácticas, de una pieza teatral y de las novelas "La
familia del comendador" y "Los misterios del Plata".
4
Sara Eccleston (1840 - 1916) Entre las maestras traídas al país por Sarmiento se destaca. Había nacido en
Pennsylvania y en 1884 se la contrató para organizar la Escuela Normal de Profesores de Paraná, una de las más
importantes del país. Desde allí realizó una notable labor actualizando los programas de estudio y creando la
carrera de maestra jardinera, que no existía en nuestro país.
4 Rosario Vera Peñaloza (1873 – 1950) en La Rioja. Dedicó su vida a la enseñanza. Fundó el primer jardín de
infantes argentino. El Consejo Nacional de Educación le encargó la formación del Primer Museo Argentino para
la Escuela Primaria, hoy Complejo Museológico del Instituto Félix Bernasconi. Falleció el 28 de mayo de 1950.
Esa es la fecha que se toma, precisamente, para conmemorar, en su honor, el "Día de la Maestra Jardinera" y
el "Día de los Jardines de Infantes".
sobre la que es necesario intervenir, para asegurar una cierta dirección en su desarrollo.
La educación pública ocupa el lugar de estrategia por excelencia. A partir de la obra de
Sarmiento:
…la educación pública se conceptualiza como el medio que permite alcanzar un doble
objetivo. Por un lado, la adquisición del conocimiento y el desarrollo de la cultura
civilizada como patrimonio universal. Por el otro, la concepción y utilización de la
educación pública como medio para desenvolver los valores propios de la nacionalidad,
comprometida así en la construcción de un sujeto social y moral: el niño argentino. (Talak
y Rios, 2008)
Aparece en este sentido, una figura de infancia que a la vez se especifica y se
universaliza. Se especifica a los niños en su condición de miembros de una nación
particular, al tiempo que se define a todos por su condición de serlo. Condición ésta que a
la vez involucra la adopción de una serie de pautas, normas y valores definidas por la
escolarización, que estipulan los parámetros de la normalidad, dando cuenta del
desempeño esperable en función de la etapa evolutiva por la que atraviesa el niño, a la
vez que prevé la posibilidad de intervenir tempranamente para evitar o corregir
desviaciones, interrupciones, etc. La indisciplina se plantea como un problema de
intervención sobre la desviación con respecto a la norma, como un problema de
intervención sobre lo anormal.
Se va construyendo una imagen de niño-escolar donde la normalidad está dada por
su condición de niño bueno, obediente de sus padres y maestros, que cumple con las
normas, respeta los símbolos patrios, aprende al ritmo y del modo que impone la escuela.
Este niño ideal, escolar y argentino, asegura su lugar dentro del orden social y contribuye
al futuro de la nación.
El primer deber del niño es la obediencia (…) Si el niño no adquiere el hábito de
obedecer a los padres y maestros, a nadie obedecerá cuando sea hombre, ni a sus
superiores, ni a las autoridades ni a los magistrados, ni a las leyes del país, por lo cual será
un hombre indigno de vivir en la sociedad, que lo rechazará por tal motivo cuando no tenga
que castigarlo con prisiones y multas. (Horacio Arditi, 10 años, 1893, seleccionado por
Pineau, P. para Relatos de escuela, 2005).
La producción de la obediencia en la infancia es un valor fundamental de la
escuela, en la medida que asegura el control social: niños obedientes, hombres
obedientes, ciudadanos sumisos. Esta idea tiene carácter constituyente en el sistema
educativo argentino, y más allá de que su primer ensayo se hace en la escuela primaria, es
posible suponer que tuvo una capacidad de penetración sobre otros niveles del sistema.
La ascensión del radicalismo al poder con las presidencias de Irigoyen, produjo una
mayor democratización del sistema educativo nacional, esto se dio tanto en el sentido
6
Subsecretario de Instrucción del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación. Desempeñó el cargo
entre 1946 y 1949
general,
eneral, interpelaban a sus lectores a través de un lenguaje visual y escrito,
escrito que se hacía
eco de las preocupaciones de pedagogos, médicos e higienistas, en relación a la necesidad
de construir una identidad infantil revestida de valores morales laicos y/o religiosos.
religiosos Se
inicia de este modo el fenómeno denominado
denomina cultura de la infancia, con el que engloba los
productos y el uso que los niños hacen de ellos; y que a la vez es portadora de rituales,
normas, roles y lenguajes creados por los niños, transmitidos oralmente y modificados
según las circunstancias (Stagno,
(Stag 2008)
La producción de infancias, entendida como:
como …el
el modo por el cual la sociedad define
las leyes o reglas con las cuales un sujeto tiene que incluirse en la vida social” (Bleichmar, 2001)
muestra continuidades o recurrencias y rupturas o cambios según el momento histórico.
En los años 60, la influencia del Psicoanálisis
sicoanálisis da paso a una nueva relación entre
niños y adultos, más horizontal y democrática. Los niños se consideran partícipes activos
acti
en la vida familiar y escolar. La Escuela Nueva7, provee de nuevas perspectivas sobre la
educación enfatizando las ideas de libertad, autonomía y actividad.
Aparecen nuevos modelos de identificación diferentes de los familiares, sobre todo
a través de la difusión de personajes por los medios de comunicación masiva: cantantes,
actores, que profundizan los rasgos de la cultura infantil y juvenil, como diferente de la
adulta. Mafalda y sus amigos, personajes creados por Quino8, reflejan viñeta a viñeta los
cambios y contradicciones en la relación con los niños que emergen en la sociedad
argentina en este momento.
La autora de cuentos y poesías infantiles destacada en esta década del 60, es María
Elena Walsh9. Sus cuentos y canciones dan cuenta de una visión de infancia con permiso
para jugar e imaginar.
ginar. Sus producciones, plenas de humor, fantasía y sentido lúdico no
dejan sin embargo de asomarse a la crítica social. Recordemos entre las poesías más
7
Movimiento pedagógico surgido a finales del siglo XIX.. Ponían al niño y sus intereses como eje de las
decisiones
ecisiones pedagógicas, criticaban el autoritarismo, la tendencia memorística, el enciclopedismo de la escuela
tradicional y proponían un mayor protagonismo de los niños.
8
Joaquín Salvador Lavado (1932), ), más conocido como Quino,, es un humorista gráfico y creador de historietas.
Su obra más famosa es la tira cómica Mafalda (publicada originalmente entre 1964 y 1973).
9
María Elena Walsh (1930-2011)
2011) Fue una verdadera juglar de nuestros tiempos, cuando recitaba y
cantaba sus versos, pero también cuando denunciaba subliminalmente cuestiones sociales.
Algunas de las imágenes de niños que encuentra en este análisis, responden a una
serie de estereotipos: niños de piel blanca, de apariencia pulcra, bien vestidos,
alimentados y sonrientes, se nota la ausencia de la franja generacional compuesta por
adolescentes y jóvenes. Tampoco hay niños tristes, sin padres o simplemente distintos. A
las niñas se dirigen notas especiales referidas a recetas de cocina y de corte y confección
de vestidos. La autora cita párrafos donde el estereotipo de género se manifiesta:
como la educación que reciben los varones y las chicas es bastante diferente en lo
que se refiere al entrenamiento para soportar el dolor físico y psíquico, es más difícil que
los hombres lloren. Sin embargo, no está mal (1976, Nº 2961, Guitelman op.cit, 89).
agregando, en relación con la posición de los varones y mujeres al respecto de la
tecnología y el conocimiento científico:
El imaginario técnico y el discurso que hace circular interpela a las niñas -y a sus
madres- sólo en tanto futuras madres y amas de casa, poniendo de manifiesto que sus
contactos con la tecnología será a través de los artefactos domésticos -no a través de la
tecnología de punta que lleva al progreso-. Ellas no son las que viajan por el tiempo, las
que inventan complejos dispositivos, las que experimentan. El universo de la ciencia y la
técnica, el imaginario bélico-ingenieril, se plantea masculino. (Guitelman, op. cit., 89).
En la publicación, los discursos dirigidos a los niños apuntan también a la
restauración de la autoridad, planteada como objetivo por el proceso:
Pero siempre la autoridad aparece cumpliendo su función “porque quieren lo mejor
para los niños” (…) En fin, vos sabrás mejor que nosotros todo su repertorio de órdenes.
Que en realidad, siempre están pensadas para hacerte un bien. Sí, cuando los grandes te
dicen “es por tu bien” son sinceros. Aunque a vos no te interese demasiado ellos están
pensando en vos. (176, Nº 2951, cit. por Guitelman, 104)
La publicidad de la revista refuerza la figura del niño como escolar, las
galletas son las mejores para la escuela, los alfajores son para el recreo y los
zapatos son buenos porque duran todo el año escolar. El consumo apropiado es
aquel que remite sólo a los espacios de cierre: familia y escuela.
En este marco, los espacios sociales de participación de los niños también
se circunscriben, en particular, al ámbito familiar: dada la definición de
peligrosidad del espacio público y la necesidad de mantenerse “protegidos” en el
mundo privado.
La otra posición que ocupan los niños, señala
Carli (2006), es la de botín de guerra: niños
secuestrados y apropiados por los secuestros, con
enajenación de la identidad y conculcación general
de derechos. Señala la autora que la sustracción de
10
Disponible en: http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=123542
trabajo similares a los de su familia. Macri (2005) relata numerosas investigaciones acerca
de los niños que trabajan, y que dan cuenta de cómo este hecho afecta la constitución de
la subjetividad. Señala que los niños que desarrollan trabajos económicamente
marginales, manifiestan dificultades para precisar los vínculos familiares y las relaciones
entre los miembros del hogar, confusión que a la vez limita la capacidad para comprender
roles, funciones, derechos y deberes de cada uno. Por otro lado, las condiciones de
hacinamiento en que viven en sus casas, expulsan a niños y adolescentes a la calle, donde
permanecen la mayor parte del día.
En relación a la experiencia escolar, es importante señalar que las escasas
expectativas al respecto de la incidencia de los aprendizajes escolares en la mejora o
modificación de la situación actual y futura, se complementa con las dificultades para
adaptarse al ambiente escolar, el cual también demuestra incapacidad para adecuarse a
las características y necesidades de estos niños.
Horn (cit. por Macri, 257) señala que los niños trabajadores ponen en juego una
diversidad de estrategias, para realizar sus actividades escolares y laborales. Entre ellas:
preparar los exámenes en la escuela, dormir por momentos durante el horario escolar,
esforzarse por buscar formas de maximizar los beneficios económicos de sus tareas,
organizar exhaustivamente sus horarios y aún los momentos del año.
Un aspecto saliente en las investigaciones es la incapacidad para adecuarse a la
norma, lo que interviene activamente en su exclusión del ámbito escolar, cuando el niño
la confronta y/o transgrede. Pero también es posible encontrar una gran pasividad de
estos niños durante su permanencia en la escuela: no aprenden ni cuestionan las normas,
no se ajustan activamente a ellas y tampoco presentan comportamientos de oposición o
rebeldía.
Los comportamientos señalados, sumados a la dificultad de aprender los contenidos
curriculares, provocan en los docentes, a partir de la experiencia cotidiana con estos
niños, un conocimiento acerca de ellos que incluye unas expectativas muy limitadas
respecto de sus posibilidades de progreso educativo. Estas representaciones constituyen,
en muchos casos, prejuicios que hacen que los docentes retaceen esfuerzos en relación a
la enseñanza y terminen operando como profecías autocumplidas.
La oferta cultural que realizan los medios a niños y adolescentes, sostenida por el
mercado, no sólo produce determinadas identidades, sino que la cultura del consumo
también les otorga una posición social diferente. En la inserción tradicional, de las
sociedades modernas, el niño era considerado un sujeto en potencia que se preparaba para
ser adulto en el futuro. Los padres y maestros eran íconos significativos, instancias
simbólicas que como mediadores ejercían un papel importante en el proceso educacional.
Niños y adolescentes, se identificaban con los mayores y llegar a ser como … era un
objetivo a alcanzar al amparo de la promesa de ser. El propio yo, la propia subjetividad
era gradualmente elaborada y transformada para llegar a ser como los padres.
En este contexto, la integración social se lograba a través de un proceso largo de
acreditación para lograr plena ciudadanía. De allí la adhesión a los valores educativos que
fijaban metas a largo plazo e implicaban compromisos de muchos años para ser
alcanzados.
La publicidad consumista, a fuerza de buscar nuevos compradores, desmontó la
visión de que niños y jóvenes debían esperar un tiempo para integrarse a la dinámica social
y los arrojó a la misma convirtiéndolos en consumidores.
A diferencia de lo que ocurría en la modernidad, en que el reconocimiento social
provenía del hecho de ser ciudadanos, hoy, niños y adolescentes, lo poseen por el hecho
de ser consumidores. En tanto consumidores, son elevados al mismo estatuto que el
adulto. Aparecen con potencia, y como agentes, como nuevos actores en el escenario de la
cultura contemporánea.
Las prácticas de consumo seducen a través de la oferta de un camino corto y sin
esfuerzo, para que el niño y el joven se tornen visibles y reconocibles para los demás,
atentan contra el largo camino basado en las promesas de recompensa tardía, apoyado en
la identificación con los mayores y en la construcción del si mismo.
La ideología consumista garantiza el ser por una contingencia inmediata, la del
poseer. Se reemplaza el ser, que se obtenía por un proceso laborioso de transformación
personal, por un ser que se obtiene por la simple exhibición de objetos.
Esta forma diferente de adquirir reconocimiento de niños y adolescentes -a través
del consumo- y la pérdida de la concepción del niño como tutelado y menor, han roto la
jerarquías tenidas como naturales respecto del lugar del niño y del adulto -niños y adultos
como iguales, disputan un lugar bajo el sol por la posesión de bienes materiales y placer- y
han desplazado los valores que sustentaba el proyecto moderno, donde se consolidó la idea
de ciudadanía.
Para ampliar sobre este tema puede consultar el artículo de Juan Vasen: Niños, padres y
maestros hoy. Revista el Monitor de la Educación
http://www.me.gov.ar/monitor/nro10/dossier2.htm
3.5.3- Infancia y género: Cada sociedad establece formas específicas de ser varón, y
de ser mujer, instituyendo modelos de comportamiento, valores, atributos, roles y lugares
sociales diferenciados para cada uno de los sexos.
Pueden visibilizarse por lo menos tres modelos de mujer
predominantes en nuestra sociedad: a) la mujer esposa, madre y
ama de casa con dedicación exclusiva, dulce y abnegada, b) la
mujer objeto sexual, joven, delgada, bella, un poco tonta y c) la
mujer máquina, que trabaja en forma remunerada pero sin
descuidar su hogar, su aspecto y buen humor, organizada y
eficiente. Estos modelos tienen en común que lo femenino está
definido por su protagonismo en el mundo doméstico, privado. También existen modelos
para ser varón: exitosos económicamente, agresivos sexualmente, valientes, seguros de si
mismo, líderes, dominantes. Su protagonismo está en el mundo público.
Así, estos modelos sobre como es y debe ser un varón o una mujer, no están
determinados por la biología, sino que son creaciones humanas que dependen de las pautas
culturales, de las formas de producción económica y de la distribución del poder social que
se establece en un espacio y tiempo histórico determinado. Este conjunto de atributos -
valores, creencias, comportamientos, roles- que cada sociedad atribuye a los sexos se
llama género.
El sexo de un sujeto -varón-mujer- corresponde a la biología, el género -masculino-
femenino- corresponde a la cultura. El género es entendido como la construcción cultural
de la diferencia sexual, alude al orden simbólico con que cada cultura elabora la diferencia
entre los sexos. La sociedad no sólo instaura los atributos de género para cada sexo sino
que también estipula el tipo de relaciones que se establecen entre ellos. Y las relaciones
entre los sexos en esta sociedad, están signadas por la desigualdad. Las mujeres tienen un
status social, jurídico, legal, económico y político inferior al de los varones y esto, es el
resultado de las diferencias jerárquicas que se establecen entre ambos. Es decir, que las
relaciones entre los sexos no son de igualdad/complementariedad como habitualmente se
piensa, sino de dominación/subordinación.
del mensaje publicitario -textos, luces, personajes, elección de decorados, colores, tipos
de voz en off-. El tratamiento propio del mensaje aniña a las niñas y madura a los varones,
con lo cual, convalida relaciones/lugares de superioridad/inferioridad.
Las relaciones desiguales de género y su valoración relativa de lo femenino y de lo
masculino, han influido siempre en la educación formal. La Ley Nº 1420, si bien no
contiene ningún artículo respecto a una educación separada por sexos, incluyó un capítulo
diferencial de labores domésticas para las mujeres y de ejercicios militares para los
varones. La diferencia mayor se estableció en la década del 30 con la creación de escuelas
de varones y de niñas, y el debate acerca de la coeducación.
Los valores, modelos, identidades de género impregnan la educación que reciben
alumnos y alumnas y se transmiten en procesos sutiles e inadvertidos que entran en juego
en la vida cotidiana. Si bien no existe en la escuela una descalificación/discriminación
explícita respecto al género, los docentes de los diferentes niveles del sistema educativo,
ponen en acción, en distintas situaciones de la vida del aula, sus propios estereotipos y
desigualdades de género. Moscóni (1998) señala que algunos de los aspectos que pueden
convertirse en factor de diferenciación entre varones y mujeres en la escuela son: a- las
modalidades de interacción que se establecen entre docentes y alumnos -los docentes en
las aulas interactúan más con los varones que con las mujeres; los tienen más en cuenta,
los evalúan diferente y toleran más su indisciplina-; b- la persistencia de la división socio-
sexuada del saber -continúan existiendo saberes y profesiones para mujeres y saberes y
profesiones para varones-; c- los programas y contenidos escolares -omisión de mujeres en
los libros de textos o reproducción de imágenes estereotipadas respecto a ellas, utilización
de un lenguaje sexista-.
Si bien todos los sujetos están atravesados por el género, las formas en que se
expresan las desigualdades inherentes al mismo, se manifiestan de modo distinto según el
sector social y el nivel económico que posea el sujeto. El abandono escolar tiene
significados diferentes en los chicos y en las chicas de sectores más pobres. Las niñas y
adolescentes de estos sectores, tienen, con respecto a otros, mayor número de hijos, los
tienen más jóvenes, presentan mayores posibilidades de morir en el parto y por abortos
mal practicados, y tienen los empleos más precarios del mercado -trabajo doméstico cama
adentro, por ejemplo-. Si ser pobre ya es una injusticia, el agregado de mujer y de niña-
adolescente sin estudios, constituye un nuevo eslabón en la cadena de reproducción de la
pobreza y la marginación.
ficción, los textos, los relatos le permitirán elaborar significados y construir su historia, su
identidad. El acceso y la incorporación de la lengua y la cultura le posibilitan al niño
transformar la realidad en una escena significable. En este proceso los adultos, encargados
de su cuidado, tienen la responsabilidad de acercársela ofreciéndoles espacios de
protección para que puedan aprehenderla.
Si hay pura realidad, la vulnerabilidad se impone y el niño ve dificultado su ingreso
en el universo de la cultura. El adulto debe ser el mediador entre el niño y la realidad, y
esta mediación opera como una pantalla protectora. En estos espacios el niño podrá
construir su novela familiar, y acceder a la cultura incorporando los temas que la escuela
se propone transmitir.
La relación asimétrica del niño con el adulto, es la que luego le posibilita en el
futuro establecer relaciones simétricas con sus semejantes, los otros niños.
Los cambios y transformaciones acaecidas en la sociedad, han puesto en cuestión
estos lugares que niños y adultos ocupan en el proceso de producción subjetiva. Postman
(cit. por Zelmanovich, 2005) sostiene que la categoría social de infancia designa a aquellos
a quienes se controla en relación con el acceso al conocimiento, en particular la
lectoescritura. Sin embargo, en el marco de la sociedad de la información, las nuevas
tecnologías equiparan niños y adultos en el acceso a las mismas. Ya no hay secretos que
develar, todo está al alcance de la mano. Como consecuencia de ello, se produce la
ruptura de la relación asimétrica, basada en la posesión del conocimiento. Si bien este
factor es muy significativo, el trabajo infantil desempeña un papel importante en la
adultización de la infancia.
Esta especie de borramiento o alteración de las fronteras entre niños y adultos,
lleva al autor mencionado a proclamar el fin de la infancia.
¿Se acabó la infancia? Se pregunta Leandro de Lajonquiér (2005), y responde:
La infancia se acabó, pero ¿cuál? La inventada por los dispositivos discursivos de
finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, es decir, una cierta familia y una cierta sociedad
fabrican una cierta infancia como realidad psíquica. Hoy tenemos otra y sin embargo
mantenemos nuestra inercia de llamarla infancia. ¿Por qué? Porque hay “algo” de la
infancia que permanece, hay “algo” de ella que es consustancial a la posición del adulto en
el campo de la palabra y del lenguaje. Entonces yo podría decir que en cierta forma la
infancia acabó en y en cierta forma no acabó.
En cierto modo, acabó una manera única de concebir y transitar la infancia, por lo
que es necesario hablar de “infancias” con el objeto de reconocer la diversidad de
experiencias y situaciones que viven los niños en la actualidad, y poder recuperar la
Bibliografía consultada