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Leandro M. Polack 94.107.

854 19/11/19

¿Es posible la neutralidad absoluta?

Un análisis sobre la posibilidad de un modelo exclusivo de razón pública

Abstract

En este trabajo se buscará analizar la tesis de neutralidad estatal de Rawls, su alcance y


la posibilidad de que esta pueda aplicarse. Dicha tesis exige esencialmente que el Estado
se abstenga de promover una doctrina comprehensiva del bien particular, prefiriendo
apelar a razones publicas neutrales; razones que puedan superar las barreras entre todos
los sujetos y ser aceptadas por ellos (siempre y cuando éstos sean razonables y por lo
tanto, capaces de aceptar). La pregunta que nos queremos hacer refiere a la naturaleza de
la razón pública y a la posibilidad de que esta pueda o no ser influida por alguna doctrina
comprehensiva particular. Esto distingue un modelo de razón pública inclusivo o
exclusivo. A partir de allí, formulamos la siguiente pregunta: ¿Es posible tener un modelo
de razones publicas exclusivo, en el cual se pueda dejar de lado toda doctrina moral,
filosófica o religiosa de tipo particular o es necesario apelar aunque sea en una pequeña
medida a dichos valores?

Introducción

Para las doctrinas liberales, uno de los rasgos centrales es la noción de neutralidad
estatal. Esta puede implicar una multiplicidad de aplicaciones y distinciones internas (en
forma de neutralidad de objetivos o neutralidad de efectos, la cual permitiría luego una
segunda distinción entre neutralidad de fundamentos y neutralidad concreta, etc.), pero el
rasgo esencial compartida por todas es la idea de que un Estado debe aspirar a la
imparcialidad respecto de las distintas concepciones del bien que puedan tener los
ciudadanos, sin promover ninguna doctrina comprehensiva (doctrina filosófica o religiosa
que promueva una serie de valores morales específicos). La idea es generar una sociedad
que base su sistema político-jurídico en valores morales neutrales, que puedan ser

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aceptado por toda persona razonable, sin importar su particular concepción del bien: “Un
valor es neutral, afirma De Marneffe, cuando “es aceptable como la base de demandas
morales para personas razonables que adhieren a diferentes concepciones del bien”.” 1.
Esto lleva a la creación de leyes, un sistema político-jurídico y una actitud imparcial (por
parte del Estado) que no favorece ninguna doctrina comprehensiva en particular y que
tampoco esté influida por ellas.

Argumentación

Rawls en su obra El Liberalismo Político se hace una pregunta que atravesará ésta y
también será un elemento que influirá otra de sus obras centrales: Una Teoría de la
Justicia: cómo puede una sociedad democrática moderna en la cual existe una
multiplicidad de doctrinas comprensivas incompatibles (ya sean religiosas, filosóficas y/o
morales) coexistir y mantenerse duradera en el tiempo: “¿cómo es posible que pueda
persistir en el tiempo una sociedad estable y justa de ciudadanos libres e iguales que andan
divididos por doctrinas religiosas, filosóficas y morales razonables pero incompatibles?” 2.
Ante esta situación vigente en las sociedades modernas, Rawls propone como solución el
modelo liberal. Aquí el Estado tendría una serie de principios que serían neutrales,
aceptables para cualquier sujeto razonable independientemente de la doctrina
comprehensiva a la que éste esté inclinado. También se buscaría que el accionar estatal
esté siempre justificado a partir de razones neutrales.
Para justificar los principios del modelo liberal y la neutralidad estatal, Rawls propone
un experimento mental, que desarrollará en su libro Una Teoría de la Justicia: la posición
original. En este, Rawls propone una situación hipotética donde un grupo de agentes
racionales y razonables eligen los principios de la justicia de manera imparcial a partir de
la incorporación de un “velo de ignorancia”, la cual restringiría información de valor
contingente que pueda influir en la decisión de estos agentes (la cual para Rawls debe ser
desinteresada de sí): “Esta posición hipotética en la que agentes artificiales, los

1 Garretta Leclercq M., Legitimidad política y neutralidad estatal, Eudeba, 2007, Buenos Aires,
Pág. 14
2 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 13

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representantes de los ciudadanos reales, escogen los principios de justicia que regirán la
estructura básica de la sociedad. La imparcialidad y equidad de la elección depende de una
serie de restricciones de información impuestas a las partes por un “velo de ignorancia.” 3.
Con esta restricción de información y el marco de igualdad en las cual estos agentes se
encuentran, éstos estarían inclinados a actuar de manera desinteresada ya que no tienen
conocimiento de factores contingentes que puedan explotar para beneficiarse. Dicha
situación llevaría a la elección de principios neutrales que puedan ser beneficioso para
todos por igual y aceptados sin importar la doctrina religiosa, filosófica y/o moral a la que
éstos subscriban:

Los principios de justicia serán neutrales entre las


diversas concepciones del bien particulares, en tanto su
justificación prescinde de toda referencia a ellas. Las partes
en la posición original no conocen las creencias religiosas,
filosóficas o morales que informan los planes de vida de sus
representados, con lo cual, éstas no tienen participación
alguna en las deliberaciones que conducen a la elección de
los principios de justicia. 4

Para seguir entendiendo la propuesta rawlsiana y así poder contestar la pregunta que
nos hacemos en este trabajo, es necesario aclarar dos cuestiones importantes. Por un lado,
hay que tener en cuenta la noción de lo razonable, el cual es un concepto central para el
correcto funcionamiento de la teoría rawlsiana. Por el otro lado, debemos hacer una
distinción entre los dos tipos de neutralidad que Rawls trabaja: neutralidad de justificación
y neutralidad de resultados.
En primer lugar, es importante tener una noción clara de lo que Rawls entiende por
razonable dado que este concepto es fundamental para su teoría. Un sujeto puede ser
razonable y/o racional, dando a entender que ambas son necesarias para el correcto
funcionamiento de una sociedad. Dicho esto, puede inferirse en la lectura de la segunda
conferencia de Rawls, que lo fundamental para la cooperación social es lo razonable. La

3 Garretta Leclercq M., Legitimidad política y neutralidad estatal, Eudeba, 2007, Buenos Aires,
Pág. 178
4 Garretta Leclercq M., Legitimidad política y neutralidad estatal, Eudeba, 2007, Buenos Aires,

Pág. 179

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razonabilidad daría a los agentes morales la capacidad de cooperar con sus pares (siempre
y cuando el resto de los agentes hagan lo mismo): “Las personas son razonables en un
aspecto básico cuando, estando, digamos, entre iguales, se muestran dispuestas a proponer
principios y criterios en calidad de términos equitativos de cooperación, y a aceptarlos de
buena gana siempre que se les asegure que los demás harán lo mismo.” 5. Tanto en Rawls
como en Kant (la mención de Kant podemos encontrarla en la nota al pie número tres en la
página 82) podemos ver que lo razonable queda asociado a una sensibilidad moral que
permite la existencia de la cooperación social: “No presupongo que en lo razonable se
agote la sensibilidad moral; pero sí que incluye la parte que conecta con la idea de
cooperación social equitativa.” 6. Lo importante a tener en cuenta de lo razonable para esta
investigación es el hecho de que, a partir de su segundo aspecto (“…la disposición a
reconocer las cargas del juicio y a aceptar sus consecuencias a la hora de usar la razón
pública…” 7 ) se habilita la idea de una razón pública. Por lo tanto, gracias a esta
disposición a la cooperación social y al reconocimiento de las cargas de los juicios por
parte de los sujetos razonables, Rawls encuentra plausible la idea de una razón publica:
“Trataré ahora de mostrar hasta qué punto este aspecto limita el alcance de lo que las
personas razonables piensan que puede ser justificado ante otros y hasta qué punto lleva
eso a una forma de tolerancia y da crédito a la idea de razón pública.” 8.
Las personas razonables, afirma Rawls, ven como algo posible la existencia de muchas
doctrinas comprehensivas razonables, a pesar de que no adhieran a algunas doctrina. De
hecho, consideran irrazonable el uso del poder político estatal con el fin de reprimir
aquellas concepciones comprehensivas que no fuesen irrazonables, o sea que no
promuevan la cooperación social: “Más que eso: las personas razonables pensarán que es
irrazonable usar el poder político que puedan llegar a poseer para reprimir concepciones
comprehensivas que no son irrazonables, por mucho que difieran de la propia.” 9 .
Entonces, se puede inferir que en una sociedad de agentes razonables (y racionales 10),

5 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 80


6 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 82
7 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 85
8 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 89
9 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 91
10 Agente capaz de realizar juicios y deliberaciones en pos de un fin o interés propio.

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donde todos son libres e iguales y tienen participación equitativa en el poder político de
dicha sociedad, no hay motivo para que un ciudadano o grupo de ciudadanos use el poder
político para impulsar su doctrina comprehensiva particular. Todos deben responder ante
la razón publica, la cual impulsa una sociedad donde la cooperación, la tolerancia y la
libertad sean centrales: “Tal autoridad carece de fundamento en la razón pública. Lo que
habría que proponer, en cambio, es alguna forma de tolerancia y de libertad de
pensamiento que fuera consistente con el razonamiento anterior.” 11.
También es importante exponer la neutralidad propuesta por Rawls, que se basa en
neutralidad la de justificación o fundamentos, no la de resultados. Lo particular de ella es
que pone demanda del Estado neutralidad respecto de las justificaciones de las políticas
públicas. Por lo tanto, el accionar estatal debe estar basado en justificaciones
independientes de cualquier concepción del bien particular: “Como explica Will
Kymlicka, el tipo de neutralidad al que apunta la propuesta de Rawls es una neutralidad de
justificación y no de resultados. Esto significa que el Estado no está obligado a promover
por igual todos los ideales de buena vida de sus ciudadanos, sino a justificar sus políticas
públicas en términos que resulten neutrales respecto de las diversas doctrinas
comprehensivas.” 12. La política pública estará entonces justificada por la razón pública,
diferenciada de las razones no públicas (la razón privada asociada creencias particulares,
ya sean religiosas, filosóficas o morales.: “Entre las razones no públicas están las
asociaciones de todos tipos: iglesias y universidades, sociedades científicas y asociaciones
profesionales.” 13).
Existen para Rawls dos modelos de razón pública compatibles con su tesis de
neutralidad, un modelo exclusivo y uno inclusivo. El modelo exclusivo exige la
eliminación de todo tipo de razones no públicas del debate político. Por el otro lado, el
modelo inclusivo permite que haya referencias de las razones no públicas en la razón
pública, aunque exige que los elementos decisivos para justificar las políticas de Estado
estén basados en razones públicas:

11 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona, Pág. 93


12 Montero J., Porqué una concepción restrictiva de la razón pública viola la neutralidad
estatal: una crítica interna al liberalismo politico, Isonomia, 2009, Pág. 102
13 Rawls J., La idea de una razón pública, 1994, Isegoria, Pág. 11

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Un modelo exclusivo exige que se eliminen del debate


político las razones no públicas, entre las que se encuentran
las ofrecidas por doctrinas comprehensivas religiosas,
filosóficas y morales. Un modelo inclusivo, por el contrario,
acepta que en la justificación de las políticas de Estado se
haga referencia a razones no públicas pero exige la
apelación a razones públicas como elemento decisivo de esa
justificación. 14

Al ver estos modelos, sobre todo la variante exclusiva, es importante preguntarnos si es


posible que haya una razón pública de este tipo. Pensadores como Osvaldo Guariglia
postulan que un modelo exclusivo sería el que mejor defendería a la población de posibles
discriminaciones. Esto lo lleva a abogar por la restricción de cualquier forma de
concepción particular en el foro público. Por otro lado, muchos autores ven el modelo
exclusivo como uno no conveniente o inclusive inviable; el mismo Rawls ve al modelo
inclusivo como uno ventajoso respecto de éste; postulando que en la situación de un
debate público, si a los líderes de los distintos movimientos se les permitiese agregar
ciertas visiones particulares a este debate, reforzaría la cohesión interna de la sociedad,
mostrando como sujetos con visiones antagónicas pueden coincidir en ciertos valores
básicos. Dicho esto, la razón decisiva sobre la aplicación o no de una política estatal debe
ser independiente de cualquier doctrina comprehensiva.
Un grupo de autores muy crítico del liberalismo son los comunitaristas, quienes
consideran la concepción humana del liberalismo como errónea. En sus críticas podemos
inferir también la imposibilidad de una razón pública independiente de una concepción del
bien. Autores como Taylor, MacIntyre, Nagel, entre otros ven en el liberalismo, una
pretensión de neutralidad que de una concepción del sujeto que incorrecta. Para los
comunitaristas, los liberales ven al agente moral como un ser independiente de sus deseos,
intereses, de otros individuos e inclusive del medio social. Es esta concepción del ser
humano, la que permite a los liberales –según los comunitaristas- pensar la posibilidad de
neutralidad estatal:

14Garretta Leclercq M., Legitimidad política y neutralidad estatal, Eudeba, 2007, Buenos
Aires, Pág. 19

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La neutralidad liberal respecto de ideales de excelencia


humana se logra sólo a costa de una concepción de los
agentes morales como entes noumenales, que no sólo
carecen de un telos distintivo sino que su identidad es
independiente aún de sus deseos e intereses subjetivos y de
sus relaciones con otros individuos y con el medio social. 15

Para los comunitaristas, el agente moral no puede ser separado de estos elementos ya que
le son constitutivos. Querer separar al sujeto de sus intereses, de su medio social, de los
elementos contingentes de su vida es una pretensión imposible. Inclusive los liberales
fallan en este intento de separación, basando su sistema moral en elementos tomados de
otras concepciones del bien que las sustentan, pecando de aquello que buscan denunciar
en otros sistemas político-jurídicos: “De este modo los liberales son acusados de basar la
moral en elementos, como los derechos individuales, que no se pueden sustentar sin una
concepción del bien…” 16 . El sujeto es uno conformado por las condiciones histórico-
materiales de su entorno; pretender suprimir estos generaría nada más que un sujeto idílico
que serviría como base de modelos jurídicos-políticos idílicos. La posición original
rawlsiana es esto mismo, la supresión de todo factor contingente material que pueda
influir en la decisión del sujeto; generando así un compromiso no con un sujeto real, sino
uno idílico, nouménico.
Haciendo un paréntesis en este desarrollo, es interesante resaltar que esta discusión
sobre la constitución moral del sujeto y su capacidad de encontrar principios morales
objetivos ya se había dado entre Kant y Hegel. Kant primeramente había postulado la
capacidad de los sujetos de conocer las leyes prácticas, leyes universales que son
independientes de las condiciones materiales de los hombres y aplicables en cualquier
contexto. En respuesta a esto, Hegel en el capítulo la razón legislativa de la
Fenomenología del Espíritu cuestiona esta capacidad humana, diciendo que en realidad el
supuesto carácter universal de estas leyes es un rasgo aportado por la vida en sociedad,

15 Nino C., El Constructivismo Ético, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1989, Pág.
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16 Nino C., El Constructivismo Ético, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1989, Pág.

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que las constituye como universales para una comunidad en particular, pero no
necesariamente para otras.

Conclusión

El principal motivo por el que yo considero imposible un modelo exclusivo de razón


pública es debido que el sujeto no puede ser separado de sus condiciones históricas-
materiales, como fuese señalado por los comunitaristas. Para los comunitaristas, el primer
error de los liberales es concebir al sujeto como escindido de su identidad social, sus
deseos, etc. Es esta imagen del sujeto, por parte de los liberales (imagen con la que se
comprometen a partir de la posición original y el velo de la ignorancia) lo que hace
posible la variante exclusiva de razón pública ya que permite ver a un sujeto independiente
del mundo material. El problema es que dicha concepción del sujeto es idílica, ya que este
está afectado por sus intereses, por sus asociaciones, deseos y entorno histórico-material.
Estos elementos serán contingentes -un hombre puede nacer blanco o negro, pobre o rico,
en un país democrático o una tiranía sangrienta-, pero conforman al sujeto. Y aunque
reconozcamos dicha contingencia, no podemos omitirlos a la hora de hablar de este.
Omitirlos puede servirnos para buscar un modelo hipotético basado en un sujeto
hipotético; pero no puede garantizarse el funcionamiento material del modelo al que se
arribe a partir de éstos.
Lo anteriormente señalado puede verse en la valoración de principios y conceptos que,
aunque los autores muestren como neutrales, conllevan una valoración social anterior.
Específicamente, me refiero a los conceptos de libertad y razonabilidad, muy valorados
por Rawls y devenidos del contexto socio-político y cultural del iluminismo. Es allí donde
se desarrolló el pensamiento de Kant, fuente de gran inspiración para Rawls.
Evidentemente, sostener una valoración de cualquier tipo es imposible sin una concepción
del bien (punto también señalado por los comunitaristas).
Antes de terminar este trabajo, me gustaría señalar que a pesar de mi conclusión
teórica, mi posición personal es a favor de la aspiración de a un Estado neutral. El Estado
debe aspirar a una imparcialidad (aunque la perfecta imparcialidad sea imposible),
buscando la neutralidad entre las posturas políticas, filosóficas, morales y/o religiosas de

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sus ciudadanos. La respuesta a la hipótesis no es entonces si se debe o no apelar a razones


no publicas. Debe sencillamente reconocerse la inevitabilidad de hacerlo aspirando a
lograr la mayor neutralidad posible.

Bibliografía

 Garretta Leclercq M., Legitimidad política y neutralidad estatal, Eudeba, 2007,


Buenos Aires
 Montero J., Porqué una concepción restrictiva de la razón pública viola la
neutralidad estatal: una crítica interna al liberalismo politico, Isonomia, 2009
 Nino C., El Constructivismo Ético, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1989
 Rawls J., El liberalismo Político, Ed. Crítica, Barcelona
 Rawls J., La idea de una razón pública, 1994, Isegoria

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