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APORTE.

Karolis Sofía Nisperuza Ortiz. Código: 1721024717.

TEMA:

RECONOCER LOS DÈFICIT EN GRUPOS SOCIALES QUE AFECTAN EL


DESARROLLO HOLISTICO DEL ESTUDIANTE EN PRIMERA INFANCIA.

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN EDUCATIVA.

La educación enfrenta situaciones y retos que la desafían a buscar estrategias


innovadoras que la hagan más efectiva su acción en los educandos, por lo tanto, uno de
estos retos es la vinculación de la familia en el entorno escolar; por lo que se considera
necesario una acción integral o triada que consiste en engranar a la familia-escuela-
comunidad con el fin de dinamizar de formación integral con el educando. Por
consiguiente, al hablar de esta acción conjunta, se procura incluir a los padres y/o
acudientes en cada aspecto de la educación y desarrollo de sus hijos /as, desde el
nacimiento hasta la edad adulta, puesto que es la familia la primera institución formativa
donde la persona adquiere valores y hábitos de formación, que posteriormente serán
reforzados desde la educación inicial en el entorno escolar hasta culminar su formación
académica.

En este orden de ideas, la escuela le corresponde, además de enseñar al niño/a,


ampliar su acción en el entorno familiar, por ello, se debe desplegar estrategias y
acciones específicas que permitan a los padres y/o acudientes adquirir herramientas y
conocimientos que les ayuden a fortalecer la educación de sus hijos/as en el hogar en lo
referente a los valores y hábitos de buena conducta para con los demás. En
consecuencia, Padres, acudientes y docentes, son parte fundamental para lograr el ideal
educativo que persigue la escuela y, cuyo fin último, es la búsqueda de la realización
personal del educando.

Con lo anteriormente enunciado, lo que nos impulsa desde el contexto escolar


en educación inicial es identificar y reconocer las posibles causas que puedan afectar el
desarrollo holístico del educando en primera infancia, ya que a partir del hogar y las
interacciones que establecen los niños con su madre, padre, hermanos, abuelos y otros
adultos responsables, tienen consecuencias fundamentales para su desarrollo
psicomotriz. Pero también estas experiencias educativas deben involucrar otros factores
como la salud, el cuidado y la buena nutrición, como complementos fundamentales para
alcanzar un adecuado desarrollo infantil.

Desde esta perspectiva, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) asume hoy


un enfoque de desarrollo infantil que parte de reconocer que los niños/as, al nacer,
llegan con capacidades y habilidades que buscan poner en acción y esperan encontrar
las condiciones para demostrarlas y fortalecerlas, de tal forma que les permita
desenvolverse cada vez mejor: primero en su vida cotidiana y familiar y,
posteriormente, en la vida social, estudiantil y laboral.

Una nueva mirada sobre el niño/a implica concebir el desarrollo infantil como
un proceso no lineal, continuo e integral, producto de las experiencias corporales,
emocionales, sociales y cognitivas que obtienen al interactuar con el mundo que los
rodea. El desarrollo infantil no inicia en un punto cero, ni tiene su fin en una etapa
última. Siempre existen condiciones previas a partir de las cuales el niño y la niña
construyen conocimiento, haciendo de su desarrollo un proceso continuo a lo largo de la
vida. Estas condiciones previas son experiencias reorganizadoras que transforman la
manera como ven el mundo y que les abren nuevos horizontes para su desarrollo.

Cuando los niños/as interactúan con el medio que los rodea, viven experiencias a
través de las cuales movilizan capacidades y conocimientos que les permiten "hacer",
para luego "saber hacer", hasta llegar a "poder hacer". Esta movilización de recursos
(cognitivos, afectivos, físicos y sociales) se denomina competencias y se van
adquiriendo para enfrentar procesos cada vez más complejos en relación con su
desarrollo y contexto. Las competencias adquiridas en la primera infancia les permiten a
los niños/as tener un conocimiento de sí mismos, de su entorno físico y social,
estableciendo la base para los aprendizajes posteriores y para su enriquecimiento
personal y social.

En consecuencia, el objetivo de la buena relación entre la escuela y la familia es


lograr que el niño se integre en otro ámbito social (comunidad), con estabilidad
emocional y que establezca un vínculo afectivo adecuado. El reto de la educación es el
acercamiento de las dos instituciones educativas para elaborar de forma conjunta un
proyecto educativo común orientada a una formación integral (García et al., 2010).
Planteado de otro modo, hay que tener en cuenta que la educación es un proceso amplio
que se inicia en la familia y luego se continúa con la escuela, y se necesita de ambas
instituciones para conseguir un total desarrollo educativo y como persona del niño
(Rodrigo y Palacios, 1998).

Tanto los padres como los educadores tienen la labor de compartir el cuidado y
la educación del niño/a. Esta concordancia

debe partir de la coherencia de los estilos educativos, en casa y en la escuela. La relación padres-
educadores permite intercambiar pautas de actuación y compartir los problemas con los que ambas partes
se encuentran en su labor educativa. (…) Así ambos amplían el conocimiento del pequeño y pueden
decidir una actuación coordinada, encaminada a crear una continuada y más adecuada atención y
educación. (Bartolomé et al., 1997, p. 67).

Referencias.

García, M. P., Gomariz, M. A., Hernández, M. A. y Parra, J. (2010). La comunicación


entre la familia y el centro educativo, desde la percepción de padres y madres.
Revista Siglo XXI, 28(1), 157-188. Cataldo, C. Z. (1991). Aprendiendo a ser
padres. Madrid: Visor.

Rodrigo, M. J. y Palacios, J. (1998). Familia y desarrollo humano. Madrid: Alianza


Editorial.

Bartolomé, R., Gutiérrez, D., Alaguero, N., De Blas, A., y Escudero, A. (1997).
Educación Infantil I. Madrid: McGraw-Hill.

https://www.mineducacion.gov.co/1621/article-192210.html

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